06 August 2024

El 6 de agosto Lectura Bíblica Diaria

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El 6 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 20-22:
20 Aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que no os responderé, dice Jehová el Señor. ¿Quieres tú juzgarlos? ¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: El día que escogí a Israel, y que alcé mi mano para jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré diciendo: Yo soy Jehová vuestro Dios; aquel día que les alcé mi mano, jurando así que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que les había provisto, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras; entonces les dije: Cada uno eche de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios. Mas ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de delante de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto. Con todo, a causa de mi nombre, para que no se infamase ante los ojos de las naciones en medio de las cuales estaban, en cuyos ojos fui conocido, actué para sacarlos de la tierra de Egipto. Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos. Pero actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. También yo les alcé mi mano en el desierto, jurando que no los traería a la tierra que les había dado, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras; porque desecharon mis decretos, y no anduvieron en mis estatutos, y mis días de reposo profanaron, porque tras sus ídolos iba su corazón. Con todo, los perdonó mi ojo, pues no los maté, ni los exterminé en el desierto; antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos. Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis preceptos, y ponedlos por obra; y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Mas los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos, ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá; profanaron mis días de reposo. Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en el desierto. Mas retraje mi mano a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. También les alcé yo mi mano en el desierto, jurando que los esparciría entre las naciones, y que los dispersaría por las tierras, porque no pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo, y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos. Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir. Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Jehová. Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Aun en esto me afrentaron vuestros padres cuando cometieron rebelión contra mí. Porque yo los traje a la tierra sobre la cual había alzado mi mano jurando que había de dársela, y miraron a todo collado alto y a todo árbol frondoso, y allí sacrificaron sus víctimas, y allí presentaron ofrendas que me irritan, allí pusieron también su incienso agradable, y allí derramaron sus libaciones. Y yo les dije: ¿Qué es ese lugar alto adonde vosotros vais? Y fue llamado su nombre Bama hasta el día de hoy. Dí, pues, a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿No os contamináis vosotros a la manera de vuestros padres, y fornicáis tras sus abominaciones? Porque ofreciendo vuestras ofrendas, haciendo pasar vuestros hijos por el fuego, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta hoy; ¿y he de responderos yo, casa de Israel? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no os responderé. Y no ha de ser lo que habéis pensado. Porque vosotros decís: Seamos como las naciones, como las demás familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra. Vivo yo, dice Jehová el Señor, que con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado, he de reinar sobre vosotros; y os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado; y os traeré al desierto de los pueblos, y allí litigaré con vosotros cara a cara. Como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice Jehová el Señor. Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová. Y a vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho Jehová el Señor: Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si es que a mí no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos. Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Jehová el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas. Como incienso agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a los ojos de las naciones. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando os haya traído a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a vuestros padres. Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando haga con vosotros por amor de mi nombre, no según vuestros caminos malos ni según vuestras perversas obras, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el sur, derrama tu palabra hacia la parte austral, profetiza contra el bosque del Neguev. Y dirás al bosque del Neguev: Oye la palabra de Jehová: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que yo enciendo en ti fuego, el cual consumirá en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se apagará la llama del fuego; y serán quemados en ella todos los rostros, desde el sur hasta el norte. Y verá toda carne que yo Jehová lo encendí; no se apagará. Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ellos dicen de mí: ¿No profiere éste parábolas? 21 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Jerusalén, y derrama palabra sobre los santuarios, y profetiza contra la tierra de Israel. Dirás a la tierra de Israel: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo estoy contra ti, y sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti al justo y al impío. Y por cuanto he de cortar de ti al justo y al impío, por tanto, mi espada saldrá de su vaina contra toda carne, desde el sur hasta el norte. Y sabrá toda carne que yo Jehová saqué mi espada de su vaina; no la envainaré más. Y tú, hijo de hombre, gime con quebrantamiento de tus lomos y con amargura; gime delante de los ojos de ellos. Y cuando te dijeren: ¿Por qué gimes tú? dirás: Por una noticia que cuando llegue hará que desfallezca todo corazón, y toda mano se debilitará, y se angustiará todo espíritu, y toda rodilla será débil como el agua; he aquí que viene, y se hará, dice Jehová el Señor. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: Di: La espada, la espada está afilada, y también pulida. Para degollar víctimas está afilada, pulida está para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera. Y la dio a pulir para tenerla a mano; la espada está afilada, y está pulida para entregarla en mano del matador. Clama y lamenta, oh hijo de hombre; porque ésta será sobre mi pueblo, será ella sobre todos los príncipes de Israel; caerán ellos a espada juntamente con mi pueblo; hiere, pues, tu muslo; porque está probado. ¿Y qué, si la espada desprecia aun al cetro? El no será más, dice Jehová el Señor. Tú, pues, hijo de hombre, profetiza, y bate una mano contra otra, y duplíquese y triplíquese el furor de la espada homicida; esta es la espada de la gran matanza que los traspasará, para que el corazón desmaye, y los estragos se multipliquen; en todas las puertas de ellos he puesto espanto de espada. ¡Ah! dispuesta está para que relumbre, y preparada para degollar. Corta a la derecha, hiere a la izquierda, adonde quiera que te vuelvas. Y yo también batiré mi mano contra mi mano, y haré reposar mi ira. Yo Jehová he hablado. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú, hijo de hombre, traza dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia; de una misma tierra salgan ambos; y pon una señal al comienzo de cada camino, que indique la ciudad adonde va. El camino señalarás por donde venga la espada a Rabá de los hijos de Amón, y a Judá contra Jerusalén, la ciudad fortificada. Porque el rey de Babilonia se ha detenido en una encrucijada, al principio de los dos caminos, para usar de adivinación; ha sacudido las saetas, consultó a sus ídolos, miró el hígado. La adivinación señaló a su mano derecha, sobre Jerusalén, para dar la orden de ataque, para dar comienzo a la matanza, para levantar la voz en grito de guerra, para poner arietes contra las puertas, para levantar vallados, y edificar torres de sitio. Mas para ellos esto será como adivinación mentirosa, ya que les ha hecho solemnes juramentos; pero él trae a la memoria la maldad de ellos, para apresarlos. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto habéis hecho traer a la memoria vuestras maldades, manifestando vuestras traiciones, y descubriendo vuestros pecados en todas vuestras obras; por cuanto habéis venido en memoria, seréis entregados en su mano. Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré. Y tú, hijo de hombre, profetiza, y dí: Así ha dicho Jehová el Señor acerca de los hijos de Amón, y de su oprobio. Dirás, pues: La espada, la espada está desenvainada para degollar; para consumir está pulida con resplandor. Te profetizan vanidad, te adivinan mentira, para que la emplees sobre los cuellos de los malos sentenciados a muerte, cuyo día vino en el tiempo de la consumación de la maldad. ¿La volveré a su vaina? En el lugar donde te criaste, en la tierra donde has vivido, te juzgaré, y derramaré sobre ti mi ira; el fuego de mi enojo haré encender sobre ti, y te entregaré en mano de hombres temerarios, artífices de destrucción. Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre; no habrá más memoria de ti, porque yo Jehová he hablado. 22 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás tú, no juzgarás tú a la ciudad derramadora de sangre, y le mostrarás todas sus abominaciones? Dirás, pues: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ciudad derramadora de sangre en medio de sí, para que venga su hora, y que hizo ídolos contra sí misma para contaminarse! En tu sangre que derramaste has pecado, y te has contaminado en tus ídolos que hiciste; y has hecho acercar tu día, y has llegado al término de tus años; por tanto, te he dado en oprobio a las naciones, y en escarnio a todas las tierras. Las que están cerca de ti y las que están lejos se reirán de ti, amancillada de nombre, y de grande turbación. He aquí que los príncipes de Israel, cada uno según su poder, se esfuerzan en derramar sangre. Al padre y a la madre despreciaron en ti; al extranjero trataron con violencia en medio de ti; al huérfano y a la viuda despojaron en ti. Mis santuarios menospreciaste, y mis días de reposo has profanado. Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti perversidades. La desnudez del padre descubrieron en ti, y en ti hicieron violencia a la que estaba inmunda por su menstruo. Cada uno hizo abominación con la mujer de su prójimo, cada uno contaminó pervertidamente a su nuera, y cada uno violó en ti a su hermana, hija de su padre. Precio recibieron en ti para derramar sangre; interés y usura tomaste, y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí, dice Jehová el Señor. Y he aquí que batí mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti. ¿Estará firme tu corazón? ¿Serán fuertes tus manos en los días en que yo proceda contra ti? Yo Jehová he hablado, y lo haré. Te dispersaré por las naciones, y te esparciré por las tierras; y haré fenecer de ti tu inmundicia. Y por ti misma serás degradada a la vista de las naciones; y sabrás que yo soy Jehová. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce y estaño y hierro y plomo en medio del horno; y en escorias de plata se convirtieron. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en medio de Jerusalén. Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira, y os pondré allí, y os fundiré. Yo os juntaré y soplaré sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos. Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, dí a ella: Tú no eres tierra limpia, ni rociada con lluvia en el día del furor. Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas. Y sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor. 
 
Salmo 35:
Defiéndeme, Señor, de los que me atacan; combate a los que me combaten. Toma tu adarga, tu escudo, y acude en mi ayuda. Empuña la lanza y el hacha, y haz frente a los que me persiguen. Quiero oírte decir: "Yo soy tu salvación." Queden confundidos y avergonzados los que procuran matarme; retrocedan humillados los que traman mi ruina. Sean como la paja en el viento, acosados por el ángel del Señor; sea su senda oscura y resbalosa, perseguidos por el ángel del Señor. Ya que sin motivo me tendieron una trampa, y sin motivo cavaron una fosa para mí, que la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron. Así mi alma se alegrará en el Señor y se deleitará en su salvación; así todo mi ser exclamará: "¿Quién como tú, Señor? Tú libras de los poderosos a los pobres; a los pobres y necesitados libras de aquellos que los explotan." Se presentan testigos despiadados y me preguntan cosas que yo ignoro. Me devuelven mal por bien, y eso me hiere en el alma; pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba. ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones! Me vestía yo de luto, como por un amigo o un hermano. Afligido, inclinaba la cabeza, como si llorara por mi madre. Pero yo tropecé, y ellos se alegraron, y a una se juntaron contra mí. Gente extraña, que yo no conocía, me calumniaba sin cesar. Me atormentaban, se burlaban de mí, y contra mí rechinaban los dientes. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tolerar esto? Libra mi vida, mi única vida, de los ataques de esos leones. Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré. No dejes que de mí se burlen mis enemigos traicioneros; no dejes que se guiñen el ojo los que me odian sin motivo. Porque no vienen en son de paz, sino que urden mentiras contra la gente apacible del país. De mí se ríen a carcajadas, y exclaman: "¡Miren en lo que vino a parar!" Señor, tú has visto todo esto; no te quedes callado. ¡Señor, no te alejes de mí! ¡Despierta, Dios mío, levántate! ¡Hazme justicia, Señor, defiéndeme! Júzgame según tu justicia, Señor mi Dios; no dejes que se burlen de mí. No permitas que piensen: "¡Así queríamos verlo!" No permitas que digan: "Nos lo hemos tragado vivo." Queden avergonzados y confundidos todos los que se alegran de mi desgracia; sean cubiertos de oprobio y vergüenza todos los que se creen más que yo. Pero lancen voces de alegría y regocijo los que apoyan mi causa, y digan siempre: "Exaltado sea el Señor, quien se deleita en el bienestar de su siervo." Con mi lengua proclamaré tu justicia, y todo el día te alabaré.


Proverbios 23:
6 Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño. 7 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño, ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta. "Come y bebe", te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido, y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9 A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos. 10 No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso y contra ti   defenderá su causa. 11 Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento. 12 No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro. 13 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud. 14 No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. 15 Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza. 16 Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida! 17 Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres. 18 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?"


El Libro de Los Hechos Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 9
(35 d.C.)
SAULO




Y SAULO, respirando aún amenazas y muerte contra los Discípulos del Señor (presenta a Pablo como el Líder de persecución de la Iglesia Primitiva), vino al Sumo Sacerdote (si esto fue en el año 34 d.C., Caifás era el Sumo Sacerdote; y volvemos a ver lo malo de la religión),
2 Y demandó de él letras para Damasco a las Sinagogas (explica que la persecución encabezada por Pablo se extendía a otras ciudades), para que si hallase algunos hombres o mujeres de esta secta (describe a la Iglesia Primitiva [Jn. 14:6; Hch. 18:25-26; 19:9, 23; 22:4; 24:14, 22]), los trajese presos a Jerusalén (se refiere a ellos apareciendo ante el Sanedrín, el mismo grupo que Crucificó a Cristo).
3 Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco (unos 281 kilómetros [175 millas] de Jerusalén): súbitamente le cercó un resplandor de luz del Cielo (proclama la apariencia de Cristo en Su Gloria):
4 Y cayendo en tierra (se insinúa que el Poder de Dios lo hizo caer), oyó una voz que le decía, Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues? (¡Tocar a alguien que le pertenece al Señor de modo negativo es tocar al Señor!)
5 Y él dijo, ¿Quién eres, Señor? (Pablo usa esto en la esfera de la Deidad, no meramente como de respeto como algunos lo han afirmado.) Y Él dijo, Yo soy Jesús a quien tú persigues (presenta al Señor que usa el Nombre de Aquel que Pablo odiaba): dura cosa te es dar coses contra el aguijón (tiene referencia a las aguijadas afiladas, colocadas directamente detrás de los bueyes y atadas al arado; darle de patadas causaría dolor agudo).
6 Él, temblando y temeroso, dijo (quedó pasmado y asombrado), ¿Señor, qué quieres que haga? (Constituye el momento en que Pablo fue salvo.) Y el Señor le dice, Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer (fue el Plan de Dios para Pablo, que, en efecto, cambiaría al mundo).
7 Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos (estaban muy conscientes de que algo había pasado, pero no sabían con exactitud lo que era), oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie (pero Pablo vio al hombre, y aquel hombre era Cristo).
PABLO CIEGO
8 Entonces Saulo se levantó de tierra; y abriendo los ojos, no veía a nadie (parece que sus ojos fueron cegados por la Gloria del Señor): así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco (Pablo, el campeón de los perseguidores, ahora es guiado como un ciego lo cual él estaba momentáneamente).
9 Donde estuvo tres días sin ver (habla solamente del sentido físico; de hecho, por primera vez puede ver), y no comió, ni bebió (ayunó tres días y noches).
ANANÍAS
10 Había entonces un Discípulo en Damasco llamado Ananías (la palabra "Discípulo," como se usó sin excepción en el Libro de los Hechos, se refiere a los seguidores de Cristo); al cual el Señor dijo en visión, Ananías (en realidad vio al Señor, pero en forma de una Visión). Y él respondió, Heme aquí, Señor (expresa una vasta familiaridad con el Señor, más allá de lo normal).
11 Y el Señor le dijo, Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha (revela la calle, que todavía existe aun después de casi dos mil años), y busca en casa de Judas a  uno llamado Saulo de Tarso (expresa el nombre del hombre que era el azote más célebre contra los seguidores de Cristo en el mundo de aquel entonces): porque, he aquí, él ora (Pablo tenía mucho de qué orar),
12 Y ha visto en visión un varón llamado Ananías (proclama la segunda Visión que Pablo tuvo durante un período muy corto de tiempo), que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
13 Entonces Ananías respondió, Señor, he oído de muchos acerca de este hombre (¡qué vacío son a menudo nuestros temores! ¡qué ignorante somos en cuanto de donde se encuentra nuestro mayor bien! pero Dios sabe; dejémosnos confiar en Él), cuántos males ha hecho a tus Santos en Jerusalén (no obstante, el Señor ha cambiado a este hombre, que llegará a ser la bendición más grande para los Santos que jamás hayan visto en la historia):
14 Y aun aquí tiene facultad de los Principales Sacerdotes de prender a todos los que invocan Tu Nombre (Pablo tenía las malas intenciones como antecedentes; pero el Señor invadió aquellas intenciones, cambiándolas completamente).
15 Y le dijo el Señor, Ve (presenta una urgencia que exige la obediencia inmediata de Ananías): porque instrumento escogido me es éste (significa, "Selección Divina"), para que lleve Mi Nombre en presencia de los Gentiles, y de Reyes, y de los Hijos de Israel (colocó primero a los "Gentiles"; fue la vocación principal de Pablo):
16 Porque Yo le mostraré cuánto le sea necesario que padezca por Mi Nombre (¡totalmente diferente del Evangelio moderno, que, de hecho, no es ningún Evangelio del todo!).
EL ESPÍRITU SANTO
17 Ananías entonces fue, y entró en la casa (obedeció el Mandato del Señor); y poniéndole las manos encima (sobre Pablo), dijo, Saulo hermano (se dirigió a Pablo de esta manera porque Pablo ya fue salvo, y estuvo así durante los tres días y noches anteriores), el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo (esto revela que la persona no es Bautizada con el Espíritu Santo en la conversión, como muchos lo enseñan; de hecho, el Bautismo con el Espíritu Santo es una obra separada de la Gracia, que ocurre después de la conversión [Hch. 2:4; 8:14-17; 19:1-7]).
18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas: y recibió al punto la vista, y levantándose, fue bautizado (fue bautizado en agua, luego de ser Bautizado con el Espíritu Santo).
PREDICANDO A CRISTO
19 Luego comió, fue confortado (se refiere a que terminaba su ayuno de tres días). Y estuvo Saulo por algunos días con los Discípulos que estaban en Damasco (es posible que esto quiere decir que Ananías le presentó a estos seguidores de Cristo; él había venido para detenerlos, y ahora él se une a ellos; ¡qué potente es el Dios que servimos!).
20 Y luego (de inmediato) en las Sinagogas predicaba a Cristo (eran las mismas Sinagogas a las cuales las cartas del Sumo Sacerdote dirigidas a Pablo lo autorizaban a detener a todo Creyente Judío que pertenecía al Nombre de Jesús), diciendo que Éste era el Hijo de Dios (la primera vez en el Libro de los Hechos que se refiere a Jesús por este título).
21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían; ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los Principales Sacerdotes? (Significa que aquéllos en las Sinagogas habían estado esperándolo, pero no es lo que él dice ahora.)
22 Empero Saulo mucho más se esforzaba (se refiere a un mayor entendimiento de la Palabra de Dios con el pasar de los días; de hecho, por primera vez, él comprende la Palabra), y confundía a los Judíos que moraban en Damasco, afirmando que Éste es el Cristo (demostrando mediante la Palabra de Dios que, Jesús, era el Mesías).
LOS LÍDERES DE LOS JUDÍOS
23 Y como pasaron muchos días, los Judíos hicieron entre sí consejo de matarle (el perseguidor es perseguido ahora):
24 Mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo (presenta a los Creyentes informándole de la acción propuesta de los Judíos). Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle (también estaba informado; por lo tanto, se iba a escapar por otra ruta).
25 Entonces los Discípulos (los seguidores de Cristo), tomándole de noche, le bajaron por el muro en un canasto.
JERUSALÉN
26 Y cuando vino a Jerusalén (presenta su primera visita después de su conversión), intentaba de juntarse con los Discípulos: mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era Discípulo (¡creían que era una estratagema!).
27 Entonces Bernabé, tomándole (presenta el mismo mencionado en Hch. 4:36), lo trajo a los Apóstoles (en realidad sólo se refiere a Pedro y a Santiago, el hermano del Señor [Gál. 1:19]), y les contó cómo él (Pablo) había visto al Señor en el camino (la Visión en el camino a Damasco), y que Él (Jesús) le había hablado, y cómo en Damasco  había hablado confiadamente en el Nombre de Jesús (Bernabé había oído de este informe, y ahora testifica de su veracidad).
28 Y él (Pablo) entraba y salía con ellos (los Apóstoles) en Jerusalén (es posible que se refiera a los quince días aproximadamente que él pasó allí, la mayor parte con Simón Pedro [Gál. 1:18]).
29 Y hablaba confiadamente en el Nombre del Señor (él hizo esto, como es obvio, en el mismo centro o núcleo donde Le tenían odio a Jesús), y disputaba con los Griegos (discutía con los Judíos Griegos, es probable que predicaba en las mismas Sinagogas donde él había escuchado a Esteban, y quizás hasta había tenido debates): mas ellos procuraban matarle (presenta el mismo espíritu ahora en su contra que él había presentado contra Esteban).
30 Lo cual, como los hermanos entendieron (sabía acerca de los esfuerzos para matarlo), le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso (habla de su casa; como resultado, no oímos más de Pablo hasta en Hch. 11:25).
31 Las Iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y Samaria (durante este tiempo la atención de los Judíos hacia los Creyentes se desvió a otras cosas, por lo tanto dando a las Iglesias un descanso de la persecución, a lo menos por un rato), y eran edificadas (sin interrupción, el Señor ahora edifica Su casa); andando en el temor  del Señor, y con consuelo del Espíritu Santo eran multiplicadas (muchas personas fueron salvas).
EL MINISTERIO DE PEDRO
32 Y aconteció, que Pedro recorría toda la región (ahora cambia la atención hacia este  Apóstol, y con razón), vino también a los Santos que habitaban en Lydda (se refiere a una ciudad a unos cuarenta y ocho kilómetros [treinta millas] al occidente de Jerusalén).
33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, que era paralítico (describe, obviamente, su impotencia).
34 Y le dijo Pedro, Eneas, Jesucristo te sana (se refiere a Pedro que incondicionalmente Le da a Cristo el mérito de estos Milagros): levántate, y hazte tu cama (como señal de su Sanidad Milagrosa). Y luego se levantó (fue sanado al instante, y sanado completamente).
35 Y le vieron todos los que habitaban en Lydda y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor (la palabra "todos," como se da en el Griego original, no necesariamente significa a cada persona de estos sectores, sino más bien a aquéllos que "lo vieron," que sin duda el número era incalculable).
TABITA
36 Entonces en Jope había una Discípula llamada Tabita, que traducida quiere decir Dorcas (era "Tabita" en el Sirio y "Dorcas" en el Griego; los dos nombres significan "una gacela"): ésta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía (era una señora de excelente reputación y de amor a Dios).
37 Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió (se refiere a los días cuando Pedro se encontraba en Lida; su muerte era inesperada): a la cual, después de lavada, pusieron en una sala (significa que ellos la presentaron para el velorio).
38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los Discípulos (los seguidores de Cristo), oyendo que Pedro estaba allí (nos dice que había una Iglesia en Jope), le enviaron dos hombres, rogándole, no te detengas en venir hasta nosotros (parece ser que esperaban un Milagro, sin tener en cuenta que la mujer estaba muerta).
39 Pedro entonces levantándose, fue con ellos (indica que fue guiado por el Señor para hacer eso). Y al llegar, le llevaron a la sala: donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas (parece indicar que ¡Dorcas era una viuda también!).
40 Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo, Tabita, levántate (exactamente lo mismo que dijo de Jesús cuando Él resucitó a la hija de Jairo de la muerte [Marc. 5:41]). Y ella abrió los ojos: y viendo a Pedro, se incorporó (presenta a la primera persona que resucitó de la muerte en la Iglesia Primitiva).
41 Y él le dio la mano, y la levantó (una cortesía normal), entonces llamando a los Santos y a las viudas, la presentó viva (ella es una de los pocos en la historia humana que realmente había muerto, y luego vuelto a la vida para contar la historia; todos los que resucitaron estaban relacionados con el Señor).
42 Esto fue notorio por toda Jope (puede imaginarse el impacto que tenía este Milagro); y creyeron muchos en el Señor.
43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor (es probable que se refirió a varios meses; como unos ocho años habían ya pasado desde el Pentecostés, durante ese tiempo se predicó el Evangelio a los Judíos nada más; esto está a punto de cambiarse).





Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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