22 June 2024

El 22 de junio Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 22 de junio Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 8 a 10:
8  Me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz. Y junté conmigo por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías. Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria. Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo: Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías; he aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas; y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel. Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; disponeos, y seréis quebrantados. Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros. Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén. Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; y se enredarán y serán apresados. Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré. He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion. Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas. 9 Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros. Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos. Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día. El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola. Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. 10 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria? Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas. Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes? ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco? Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos? Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados; y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase. ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño! Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego. Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota. Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar. Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra. Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto; mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos. Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto. Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción. Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército. Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó. Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot. Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen. Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén. He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados. Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo. 


Salmo 141:

A ti clamo, Señor; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo! Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino. Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios. No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar de banquetes en compañía de malhechores. Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; pero que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras. Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas. Y dirán: "Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro." En ti, Señor Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten. Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores. Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.

Proverbios 10:

Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre. Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente. La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina. El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde. El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio. La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe. Pasa la tormenta y desaparece el malvado, pero el justo permanece firme para siempre. Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean. El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan. El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. El camino del Señor es refugio de los justos y ruina de los malhechores. Los justos no tropezarán jamás; los malvados no habitarán la tierra. La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.


El Libro de Lucas Capítulo 10 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚNSAN LUCAS


CAPÍTULO 10
(32 d.C.)
LOS SETENTA




Y DESPUÉS de estas cosas (las cosas del Capítulo anterior), designó el Señor aun otros setenta (fuera de los Doce; ocurrió casi al final de Su Ministerio; además, era el Señor Quien designó, y tiene que ver con lo que el hombre no puede hacer; ¿por qué setenta? es el número de Dios que representa Su Ministerio Ungido por el Espíritu), los cuales envió de dos en dos delante de sí, a toda ciudad y lugar, adonde Él había de venir (cuando el Señor envía a Predicadores a ciertos lugares, es porque Él desea llegar ahí; nunca debe la gente olvidar esto).
2 Y les decía, La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos (nos dice que la Salvación de las almas es prioridad para el Señor; de hecho, para todos aquéllos que no tienen el privilegio de oír, en lo que concierne a esa persona, Jesús murió en vano; hay muchos que están en la pesca, pero muy pocos son los que en realidad están pescando): por tanto, rogad al Señor de la Mies (la oración tiene que ser el fundamento sobre el cual se recoge la mies; también, debemos recordar que Jesucristo es el Señor de la Mies), que envíe obreros a Su mies (si no hay "obreros," no  se puede recoger la mies).
3 Andad (tiene que ver con los que el Señor ha llamado, y concierne con el lugar adónde son enviados): he aquí, Yo os envío como corderos en medio de lobos (ningún pastor deliberadamente envía a sus ovejas entre lobos, pero este Pastor puede porque Él es omnipotente para Salvar [Sal., cap. 23]).
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado (Dios suplirá): y a nadie saludéis en el camino (no se desvíe de la Misión que queda por cumplirse).
5 En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid, Paz sea a esta casa (una Bendición que el Señor promete a cualquiera que asista o promueva a aquéllos que Él ha llamado, con tal que estén llevando a cabo la Gran Comisión).
6 Y si hubiere allí algún hijo de paz (se refiere a alguien que desea las Bendiciones del Señor, que intenta servirle en cualquier capacidad posible), vuestra paz reposará sobre él (la Bendición será dada): y si no, se volverá a vosotros (cualquier obstáculo a esta importante tarea detiene las Bendiciones de Dios).
7 Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren (corresponde no solamente a una sola casa, sino al campo de ministerio asignado por el Señor): porque el obrero  digno es de su salario (esta es la única cita de las Epístolas en el Evangelio [I Tim. 5:18]). No andéis de casa en casa (en la época moderna, se refiere a los predicadores que buscan las mejores Iglesias porque pagan más; el dinero nunca debe ser el objeto, sino más bien el Llamado de Dios y adondequiera que éste le guíe).
8 Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren (algunos no recibirán el Evangelio), comed lo que os pusieren delante (sin quejarse):
9 Y sanad a los enfermos que en ella hubiere (corresponde a lo físico y lo espiritual, Parte de la Bendición), y decidles, Se ha llegado a vosotros el Reino de Dios (lo mejor que jamás podría acontecer a una familia o lugar).
10 Mas en cualquier ciudad donde entrareis (adonde el Señor le ha enviado), y no os recibieren (indica que esto sería el caso a veces), saliendo por sus calles, decid (lo que no es deseado no se debe de dar),
11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros (la idea es que el Señor guarda con cuidado un registro): esto empero sabed, que el Reino de Dios se ha llegado a vosotros (es imperativo que todos tengan la oportunidad de oír, pero ay de aquéllos que rechazan a Cristo; el Juicio del Gran Trono Blanco tendrá registro del rechazo [Apoc. 20:11-15]).
12 Y os digo, que para los de Sodoma, será más tolerable en aquel día (el Juicio del Gran Trono Blanco), que para aquella ciudad (las ciudades de las que Jesús habla han oído el Evangelio; Sodoma no tuvo esa oportunidad).
13 ¡Ay de Ti, Corazín! ¡Ay de Ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón, hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya hace tiempo sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido (éstas son dos ciudades donde Jesús había realizado obras portentosas – las mayores obras en la historia de la humanidad; los hombres serán juzgados no sólo por lo que han hecho o han dejado de hacer, pero sus oportunidades, circunstancias, posibilidades en la vida, serán estrictamente consideradas antes de que sean juzgados).
14 Por tanto, para Tiro y Sidón será más tolerable que vosotras en el juicio (estas ciudades gemelas no vieron el Poder de Dios como aquéllas que Cristo se refirió; las ciudades y los sitios que han tenido poca oportunidad no serán exentos, pero no serán juzgados tan severamente).
15 Y tú, Capernaum, que hasta los Cielos estás levantada (elegida por el Espíritu Santo como la Sede central de Cristo durante Su Ministerio terrenal), hasta el Infierno serás hundida (constituye el castigo más severo pronunciado).
16 El que a vosotros oye, a Mí oye (declara Autoridad Espiritual para el Mensajero del Señor); y el que a vosotros desecha, a Mí desecha (¡de veras temible!); y el que a Mí desecha, desecha Al Que Me envió (Dios el Padre; éstas son declaraciones muy serias; de hecho, unas de las más serias que Cristo haya pronunciado).
LOS SETENTA REGRESAN
17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo, Señor, aun los demonios (espíritus demoníacos) se nos sujetan en Tu Nombre (los demonios se sujetan a nosotros sólo por Su Nombre).
18 Y les dijo, Yo veía a Satanás como un rayo que caía del Cielo (por el Poder del Espíritu Santo, Jesús miraba en el futuro, observando a Satanás cuando será echado del Cielo casi a mitad de la Gran Tribulación venidera [Apoc. 12:9]).
19 He aquí, os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo: y nada os dañará (es la esfera de Autoridad Espiritual; es sólo sobre entidades espirituales, y no tiene nada que ver con Autoridad sobre los humanos).
20 Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan (no debiera ser ocasión de gozo); antes gozaos, de que vuestros nombres están escritos en los Cielos (la Salvación del alma siempre debe ser ocasión de regocijo; cuando la Iglesia se alegra más sobre otras cosas que la gente Salva, algo está mal).
21 En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu (realmente quiere decir en el Texto Griego que Jesús se regocijó enormemente en el Espíritu Santo, que se refiere a un gran gozo como una fuente que brota de las profundidades de Su Alma; como los Versículos anteriores declaran, Él vio la victoria total y completa que ocurriría como consecuencia de la Cruz), y dijo, Yo Te alabo, Oh Padre, Señor del Cielo y de la Tierra (Satanás no es el señor ni del uno ni del otro lugar, sino más bien Dios el Padre), que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños (la jerarquía religiosa nunca vio esto del cual Jesús se refirió, pero estos pescadores elegidos por Cristo sí lo vieron): así, Padre; porque así Te agradó (lamentablemente, esto sucede mucho donde la Iglesia moderna llama "bien" lo que para Dios es todo lo contrario).
22 Todas las cosas Me son entregadas de Mi Padre (se refiere a Jesús cuando el Padre Le dio la responsabilidad para derrotar a Satanás y acabar su perversa revolución, lo cual se iba a realizar en la Cruz): y nadie sabe Quién sea el Hijo, sino el Padre (quiere decir que Jesús es del Padre, y no del hombre); ni Quién sea el Padre, sino el Hijo (ningún hombre puede llegarse al "Padre," ni aun conocer Quién es el "Padre," excepto por medio del "Hijo," es decir, el Señor Jesucristo; Jesús Solo es la Puerta [Jn. 10:9]), y a quien el Hijo Lo quisiere revelar (la Salvación no es un asunto de la educación, sino de la Revelación).
23 Y vuelto particularmente a los Discípulos, les dijo aparte (no solamente se refiere a los "Doce," sino a los "Setenta" también), Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis (él se refiere a ver "con ojos de Fe," y creer lo que ve):
24 Porque os digo, Que muchos Profetas y Reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (Él se refiere a todos los eminentes del Antiguo Testamento que señalaron Su Venida, pero por supuesto no estuvieron vivos para presenciarlo; pero a pesar de todo ¡lo creyeron, que viene a ser lo mismo! también, miles durante el Ministerio público de Jesús vieron y oyeron, pero aún así no creyeron; demuestra que la Fe no está en los sentidos, sino más bien en el corazón).
EL BUEN SAMARITANO
25 Y, he aquí, un Doctor de la Ley se levantó (alguien que supuestamente debiera ser experto en la Ley Mosaica), tentándole (quiere decir que pondrá en prueba el conocimiento del Señor en cuanto a la Ley; él no sabía que Jesús era la Ley) y diciendo, Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la Vida Eterna? (Era claro que este supuesto experto en la Ley no era del todo un experto, porque hubiera usado la palabra "merecer" y no la palabra "heredar"; la herencia es por nacimiento; la Vida Eterna es el interés más grande del hombre, y no hay otra pregunta más extraordinaria que podría hacerse como ésta en este Versículo.)
26 Y él dijo, ¿Qué está escrito de la Ley? (Presenta a Jesús que inmediatamente señalaba a la Biblia como la autoridad infalible.) ¿Cómo lees? (Jesús no solamente hablaba de conocer la Palabra, sino también de comprenderla bien.)
27 Y él respondiendo dijo, Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo (la cita se encuentra en Deut. 6:5 y Lev. 19:18).
28 Y Él (Jesús) le dijo, Bien has respondido (declara a Cristo, en efecto, diciendo, "tú lo sabes, pero no lo cumples"): haz esto, y vivirás (quiere decir que él no hacía lo que sabía que debía hacer; de hecho, no era posible para él, ni para ningún otro individuo respecto a eso, cumplir completamente la Ley; por lo tanto, no había Salvación en esa dirección).
29 Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús, ¿Y quién es mi prójimo? (Esta declaración descubre el carácter del abogado. Él era farisaico, o sea que se justificaba. Él se determinaba a ganar el Cielo por sus propios esfuerzos religiosos.)
30 Y respondiendo Jesús dijo, Un cierto hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31 Y aconteció que descendió un cierto Sacerdote por aquel camino: y viéndole, se pasó de un lado (el egoísmo es la fuerza imponente en la naturaleza humana).
32 Y asimismo un Levita (aquéllos que eran de la Tribu de Leví), llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado (proclama que este hombre por lo menos le  miró, mientras el Sacerdote ni siquiera se molestó con eso).
33 Mas un cierto Samaritano (los Samaritanos y los Judíos normalmente eran enemigos), que transitaba, viniendo cerca de él (donde estaba el Israelita herido): y viéndole, fue movido a misericordia,
34 Y llegándose, vendó sus heridas, echándolas aceite y vino (en esa época, se limpiaba una herida con jugo de uva y con aceite, luego la aplicación, que ayudaba en la curación), y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó al mesón, y cuidó de él (nos dice que este viajero herido no era rico y, por lo tanto, no le fue posible compensar la fineza que se le extendió).
35 Y otro día al partir, él (el buen Samaritano) sacó dos denarios, y los dio al anfitrión, y le dijo,  Cuídamelo; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva, te lo pagaré.
36 ¿Quién, pues, de estos tres (los tres hombres tuvieron contacto con el viajero herido) te parece que fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones?
37 Y él dijo, El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo, Ve, y haz tú lo mismo (otra lección que se aprende en esta Parábola es que algunas personas necesitan estar en el lugar del viajero herido para poder estar dispuestas a recibir ayuda de cualquiera persona, hasta incluso de un Samaritano a quien se le odiaba).
MARÍA Y MARTA
38 Y aconteció, que yendo, entró Él en una cierta aldea (se refiere a Betania [Jn. 11:1; 12:1-3], un suburbio de Jerusalén): y una cierta mujer llamada Marta Le recibió en su casa.
39 Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los Pies de Jesús, oía Su Palabra (sentarse a los Pies de Jesús es un refugio seguro de asaltos sobre la autoridad y la inspiración de Las Escrituras).
40 Empero Marta se distraía en muchos servicios, y sobreviniendo, dice, Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude (si Marta se hubiera dado cuenta que Jesús era Jehová, ella nunca Le hubiera respondido tan malhumorada).
41 Más respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta (le habló con amor compasivo), cuidadosa estás y con las muchas cosas estás turbada (¡tiene que ver con las cosas que eran importantes, pero no las más importantes!):
42 Empero una cosa es necesaria (nos revela la Mente de Dios, y nos indica donde está toda la victoria): y María escogió la buena parte (quiere decir que esta es una "alternativa"), la cual no le será quitada (lo más importante es la comunión con Cristo).


Primera Corintios Capítulo 13:




Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4




Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:







Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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