13 May 2024

El 13 de mayo Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 13 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

2 Crónicas 19 a 21:
19 Josafat rey de Judá volvió en paz a su casa en Jerusalén. Y le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Hanani, y dijo al rey Josafat: ¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto. Pero se han hallado en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera, y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios. Habitó, pues, Josafat en Jerusalén; pero daba vuelta y salía al pueblo, desde Beerseba hasta el monte de Efraín, y los conducía a Jehová el Dios de sus padres. Y puso jueces en todas las ciudades fortificadas de Judá, por todos los lugares. Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar de Jehová, el cual está con vosotros cuando juzgáis. Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho. Puso también Josafat en Jerusalén a algunos de los levitas y sacerdotes, y de los padres de familias de Israel, para el juicio de Jehová y para las causas. Y volvieron a Jerusalén. Y les mandó diciendo: Procederéis asimismo con temor de Jehová, con verdad, y con corazón íntegro. En cualquier causa que viniere a vosotros de vuestros hermanos que habitan en las ciudades, en causas de sangre, entre ley y precepto, estatutos y decretos, les amonestaréis que no pequen contra Jehová, para que no venga ira sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Haciendo así, no pecaréis. Y he aquí, el sacerdote Amarías será el que os presida en todo asunto de Jehová, y Zebadías hijo de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en todos los negocios del rey; también los levitas serán oficiales en presencia de vosotros. Esforzaos, pues, para hacerlo, y Jehová estará con el bueno. 20 Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová. Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo: Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese; he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos. Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros. Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová. Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel. Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes. Así reinó Josafat sobré Judá; de treinta y cinco años era cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Azuba, hija de Silhi. Y anduvo en el camino de Asa su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová. Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún no había enderezado su corazón al Dios de sus padres. Los demás hechos de Josafat, primeros y postreros, he aquí están escritos en las palabras de Jehú hijo de Hanani, del cual se hace mención en el libro de los reyes de Israel. Pasadas estas cosas, Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozías rey de Israel, el cual era dado a la impiedad, e hizo con él compañía para construir naves que fuesen a Tarsis; y construyeron las naves en Ezión-geber. Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: Por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras. Y las naves se rompieron, y no pudieron ir a Tarsis. 21 Durmió Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en su lugar Joram su hijo, quien tuvo por hermanos, hijos de Josafat, a Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael, y Sefatías. Todos estos fueron hijos de Josafat rey de Judá. Y su padre les había dado muchos regalos de oro y de plata, y cosas preciosas, y ciudades fortificadas en Judá; pero había dado el reino a Joram, porque él era el primogénito. Fue elevado, pues, Joram al reino de su padre; y luego que se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos, y también a algunos de los príncipes de Israel. Cuando comenzó a reinar era de treinta y dos años, y reinó ocho años en Jerusalén. Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab; porque tenía por mujer a la hija de Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová. Mas Jehová no quiso destruir la casa de David, a causa del pacto que había hecho con David, y porque le había dicho que le daría lámpara a él y a sus hijos perpetuamente. En los días de éste se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y pusieron rey sobre sí. Entonces pasó Joram con sus príncipes, y todos sus carros; y se levantó de noche, y derrotó a los edomitas que le habían sitiado, y a todos los comandantes de sus carros. No obstante, Edom se libertó del dominio de Judá, hasta hoy. También en el mismo tiempo Libna se libertó de su dominio, por cuanto él había dejado a Jehová el Dios de sus padres. Además de esto, hizo lugares altos en los montes de Judá, e hizo que los moradores de Jerusalén fornicasen tras ellos, y a ello impelió a Judá. Y le llegó una carta del profeta Elías, que decía: Jehová el Dios de David tu padre ha dicho así: Por cuanto no has andado en los caminos de Josafat tu padre, ni en los caminos de Asa rey de Judá, sino que has andado en el camino de los reyes de Israel, y has hecho que fornicase Judá y los moradores de Jerusalén, como fornicó la casa de Acab; y además has dado muerte a tus hermanos, a la familia de tu padre, los cuales eran mejores que tú; he aquí Jehová herirá a tu pueblo de una gran plaga, y a tus hijos y a tus mujeres, y a todo cuanto tienes; y a ti con muchas enfermedades, con enfermedad de tus intestinos, hasta que se te salgan a causa de tu persistente enfermedad. Entonces Jehová despertó contra Joram la ira de los filisteos y de los árabes que estaban junto a los etíopes; y subieron contra Judá, e invadieron la tierra, y tomaron todos los bienes que hallaron en la casa del rey, y a sus hijos y a sus mujeres; y no le quedó más hijo sino solamente Joacaz el menor de sus hijos. Después de todo esto, Jehová lo hirió con una enfermedad incurable en los intestinos. Y aconteció que al pasar muchos días, al fin, al cabo de dos años, los intestinos se le salieron por la enfermedad, muriendo así de enfermedad muy penosa. Y no encendieron fuego en su honor, como lo habían hecho con sus padres. Cuando comenzó a reinar era de treinta y dos años, y reinó en Jerusalén ocho años; y murió sin que lo desearan más. Y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. 

Salmo 101:
Quiero cantar al amor y a la justicia: quiero, Señor, cantarte salmos. Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿Cuándo me visitarás? Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón. No me pondré como meta nada en que haya perversidad. Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo. Alejaré de mí toda intención perversa; no tendrá cabida en mí la maldad. Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo haré callar para siempre; al de ojos altivos y corazón soberbio no lo soportaré. Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; sólo estarán a mi servicio los de conducta intachable. Jamás habitará bajo mi techo nadie que practique el engaño; jamás prevalecerá en mi presencia nadie que hable con falsedad. Cada mañana reduciré al silencio a todos los impíos que hay en la tierra; extirparé de la ciudad del Señor a todos los malhechores.


Proverbios 1:
Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar. Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos. Éstos te dirán: "¡Ven con nosotros! y démonos el gusto de matar a algún incauto; traguémonos a alguien vivo, como se traga el sepulcro a la gente; devorémoslo entero, como devora la fosa a los muertos. Obtendremos toda clase de riquezas; con el botín llenaremos nuestras casas. Comparte tu suerte con nosotros, y compartiremos contigo lo que obtengamos." ¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos! Pues corren presurosos a hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre! De nada sirve tender la red a la vista de todos los pájaros, pero aquéllos acechan su propia vida y acabarán por destruirse a sí mismos. Así terminan los que van tras ganancias mal habidas; por éstas perderán la vida. Clama la sabiduría en las calles; en los lugares públicos levanta su voz. Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de la ciudad razona: "¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento? Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos. Como ustedes no me atendieron cuando los llamé, ni me hicieron caso cuando les tendí la mano, sino que rechazaron todos mis consejos y no acataron mis reprensiones, ahora yo me burlaré de ustedes cuando caigan en desgracia. cuando les sobrevenga el miedo, cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta y la desgracia los arrastre como un torbellino. "Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán. Por cuanto aborrecieron el conocimiento y no quisieron temer al Señor; por cuanto no siguieron mis consejos, sino que rechazaron mis reprensiones, cosecharán el fruto de su conducta, se hartarán con sus propias intrigas; ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán, su complacencia y necedad los aniquilarán! Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal."




El Libro de Mateo Capítulo 13 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO
 
CAPÍTULO 13
(31 d.C.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
 
Y AQUEL día (el día en que la enseñanza fue dada como está registrado en el Capítulo anterior) saliendo Jesús de la casa (probablemente la casa de Pedro), se sentó junto al mar (el Mar de Galilea).
2 Y se acercaron a Él grandes multitudes (quisieron que Él les enseñara, Él así lo hizo), y entrándose Él en el barco, se sentó (que era la costumbre de aquella época con respecto a estar sentado cuando le impartía a la gente); y toda la gente estaba a la ribera.
3 Y les habló muchas cosas por Parábolas (una ilustración comparativa, utilizada para explicar una verdad), diciendo, He aquí, el que sembraba salió a sembrar (se trata de una ilustración a la que todos estarían familiarizados);
4 Y sembrando, parte de la semilla (la Palabra de Dios) cayó junto al camino, y vinieron las aves (espíritus demoníacos) y la comieron:
5 Y parte (la semilla) cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra: y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra (no tenía fondo):
6 Pero cuando salió el sol, se quemó; y se secó, porque no tenía raíz (debido a no tener profundidad alguna, las persecuciones pronto los causó a quedarse en el camino; todo esto corresponde a la presentación del Evangelio, y como es evidente, refuta totalmente la doctrina de la Seguridad Eterna Incondicional, la cual no está de acuerdo a Las Escrituras).
7 Y parte (la semilla) cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron (permitieron meter otras cosas y obstaculizar el crecimiento de la Palabra en el corazón):
8 Y parte (la semilla) cayó en buena tierra (tierra receptiva), y dio fruto, cual a ciento,  cual a sesenta, y cual a treinta (Jn. 15:1-8).
9 Quien tiene oídos para oír, oiga (quienquiera que escucha es responsable de escuchar, por ejemplo, de obedecer, y será juzgado según corresponde; el secreto de esta primera Parábola es que solamente un cuarto más o menos de los esfuerzos empleados salen bien, y fracasan los otros tres cuartos; la historia subsiguiente demuestra la exactitud de esta profecía).
JESÚS EXPLICA EL MOTIVO
DE HABLAR POR PARÁBOLAS
10 Entonces llegándose los Discípulos, Le dijeron (parece que corresponde a un período más tarde en que estaban solos), ¿Por qué les hablas por Parábolas? (¡Demuestra consternación de su parte!)
11 Y Él respondiendo les dijo (tiene que ver con el método del Señor al tratarse con dos clases distintas de gente, los que realmente desearon saber el Camino de Dios y los que eran nada más que curiosos), Porque a vosotros es concedido saber los misterios del Reino de los Cielos; mas a ellos no es concedido (se manifiestan aquí dos categorías; ¿en cuál categoría está usted?).
12 Porque a cualquiera que tiene (y quiere más), se le dará, y tendrá más (si alguien quiere más Justicia, el Señor quiere darles más Justicia a ellos): pero al que no tiene (no tiene ningún interés para recibir más), aun lo que tiene le será quitado (él no sólo pierde lo que él hubiera podido tener, sino incluso lo que él ya tiene; a los que aceptan la Cruz, tendrán aun más, y los que rechazan la Cruz, perderán todo, incluso lo que ellos tenían previamente).
13 Por eso Yo les hablo por Parábolas (para separar a los que tienen hambre y sed de Justicia de los que no lo tienen): porque viendo no ven; y oyendo no oyen, ni entienden (es decir, no desean ver ni oír ni entender; y por lo tanto, por un juicio justo pierden esta triple capacidad moral).
14 De manera que se cumple en ellos (los que rechazan la Cruz [I Cor. 1:23]) la Profecía de Isaías, que dice, De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis (una sordera voluntariosa, una ceguera voluntariosa y una torpeza voluntariosa; este Pasaje se repite de una forma u otra unas siete veces en el Nuevo Testamento [Mat. 13:14-15; Marc. 4:12; Luc. 8:10; Jn. 12:39-40; Hch. 28:26-27; Rom. 11:8]):
15 Porque el corazón de este pueblo está engrosado (ésta es la razón de su torpeza espiritual y, por lo tanto, el rechazo de Cristo; el rechazo espiritual o la aceptación comienza en el corazón), y de los oídos oyen pesadamente (escuchaban repetidas veces, y poco actuaban en lo que escucharon, y el Espíritu Santo se retira hasta que pierden incluso lo que han tenido), y de sus ojos guiñan (deliberadamente cerraron sus ojos, aun teniendo en frente las pruebas irrefutables); para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y del corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane (no recurrieron a Él; si lo hubieran hecho lo más segura es que Él los hubiera sanado moral y espiritualmente; se refiere a los que han aceptado al Señor, pero por varios motivos se quedarán en el Camino; como se dijo antes, esto refuta totalmente la doctrina de la Seguridad Eterna Incondicional que no es según Las Escrituras).
16 Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven: y vuestros oídos, porque oyen (éste es el grupo que tiene ganas de conocer al Señor de una manera aun mejor).
17 Porque de cierto os digo (señala una declaración muy importante), Que muchos Profetas y justos desearon ver lo que veis (lo que Cristo presentó a Israel, pero lo rechazaron), y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (por contraste, fueron muchos quienes "desearon" ver, oír y entender).
EXPLICACIÓN DE LA
PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
18 Oíd pues vosotros la Parábola del que siembra (Cristo ahora lo explicará):
19 Oyendo cualquiera la Palabra del Reino (se refiere a la Palabra de Dios; señala al Camino de Dios contra el camino de Satanás), y no entendiéndola (no se refiere al que no tiene la capacidad de entender, sino al que no tiene ningún deseo de entender), viene el malo (Jesús compara a Satanás con un buitre), y arrebata lo que fue sembrado en su corazón (se refiere a Satanás que se le permite hacer tal cosa por medio de la persona implicada; la culpa no es del Señor ni de Satanás, sino de la persona implicada). Éste es el que fue sembrado junto al camino (las palabras "junto al camino" se refiere al hecho de que el individuo no le da creencia, es decir, "incredulidad").
20 Y el que fue sembrado (la Palabra de Dios) en pedregales (se refiere al segundo grupo), éste es el que oye la Palabra, y luego (inmediatamente) la recibe con gozo (comienzan bien, pero después caen al lado del camino);
21 Mas no tiene raíz en sí (se refiere a los "lugares pedregosos"), antes es temporal (él escucha la Palabra de Dios, la cree y acepta a Cristo; hace todo con alegría; pero entonces algo más sucede): que venida la aflicción o la persecución por la Palabra (que  definitivamente sucederá), luego (inmediatamente) se ofende (la ofensa de la Cruz [Gál. 5:11]).
22 Y el que fue sembrado (la Palabra de Dios) en espinas, éste es el que oye la Palabra (él recibe la Palabra; la tierra es fértil y buena con mucha profundidad); pero el afán de este siglo (los caminos de este mundo), y el engaño de las riquezas (engañoso, simplemente porque al adquirirlas hace que la persona crea cosas erróneas), ahogan la Palabra (detiene su crecimiento), y se hace infructuosa (tal persona al final estará perdida [Jn. 15:2, 6]).
23 Mas el que fue sembrado en buena tierra (tierra preparada — tierra arada por el Espíritu de convicción a causa del pecado), éste es el que oye la Palabra (hace esto con muchas ganas) y la entiende (él tenía ganas de entender y el Señor recompensa a tales dándoles aun más entendimiento); y el que lleva fruto (el crecimiento Cristiano), y lleva uno a ciento, y otro a sesenta, y otro a treinta (la idea es que se multiplica cien  veces; el Espíritu Santo se esfuerza a aumentar los treinta y los sesenta hasta que lleguen a multiplicarse cien veces [Jn. 15:1-8]).
LA PARÁBOLA DEL TRIGO
Y DE LA CIZAÑA
24 Otra Parábola Él les propuso, diciendo (expresa la segunda Parábola), el Reino de los Cielos es semejante al Hombre (Cristo) que siembra buena semilla (la Palabra de Dios) en su campo (el mundo):
25 Mas durmiendo los hombres (la Iglesia a menudo está dormida), vino Su (el enemigo de Cristo) enemigo (Satanás), y sembró cizaña (apóstatas) entre el trigo (Cristianos genuinos), y se fue (Satanás obra mayormente por medio de Creyentes profesantes).
26 Y cuando la hierba salió (se refiere a la buena semilla que echa raíz, crece y tiene un comienzo saludable), e hizo fruto (se refiere a su propósito previsto), entonces apareció también la cizaña (la Iglesia tiene lo verdadero y lo falso).
27 Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron (indica a los que habían ayudado a sembrar la "buena semilla"), Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿De dónde pues tiene cizaña? (No se sembró cizaña, entonces, ¿por qué están allí?)
28 Y Él les dijo, Un hombre enemigo ha hecho esto (se refiere a Satanás y a sus ministros [II Cor. 11:13-15]). Y los siervos le dijeron, ¿Quieres pues que vayamos y la recojamos? (¿Deshacerse del campo de la cizaña?)
29 Y Él dijo, No; porque recogiendo la cizaña, arranquéis también con ella el trigo (mientras que la cizaña [doctrina falsa] debía ser precisada, ninguna fuerza debe ser utilizada para arrancarla del campo; pues al hacerlo, destruiría parte del trigo).
30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega (indica la Primera Resurrección de la Vida): y al tiempo de la siega yo diré a los segadores (se refiere al Señor que llevará a cabo esta tarea tan importante, porque solamente Él tiene la Sabiduría y la Capacidad para hacerlo), Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla (la cizaña se perderá eternamente): mas recoged el trigo en mi alfolí (se refiere a los que estarán en la Primera Resurrección [I Tes. 4:13-18]).
LA PARÁBOLA DEL GRANO
DE MOSTAZA
31 Otra Parábola les propuso, diciendo (la tercera Parábola), El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza (la Palabra de Dios), que tomándolo (Cristo), alguno lo sembró en su campo (el mundo):
32 El cual a la verdad es la más pequeña de todas las simientes (se trata del humilde inicio del Evangelio de Jesucristo); mas cuando ha crecido (que así está ahora), es la mayor de las hortalizas (el Cristianismo es la fe mayor en la Tierra, con aproximadamente dos mil millones de adherentes), y se hace árbol (un arbusto de mostaza que se convierte en un árbol es anormal), que vienen las aves del Cielo (toda clase de aves, lo que representa toda clase de doctrina) y hacen nidos en sus ramas (así que en conducta y en doctrina, el fracaso de lo que se llama Cristianismo se revela aquí de antemano).
LA PARÁBOLA DE
LA LEVADURA
33 Otra Parábola les dijo (la cuarta); El Reino de los Cielos es semejante a la levadura (expresado invariablemente en Las Escrituras como símbolo del mal), que tomó una mujer (Las Escrituras presentan con frecuencia también a la mujer como agente de la idolatría), y escondió en tres medidas de harina (la comida es la Palabra de Dios), hasta que todo quedó leudo (más cizaña que trigo).
EL EMPLEO DE PARÁBOLAS
POR JESÚS
34 Todo esto habló Jesús por Parábolas a las multitudes (se relaciona solamente con este segmento de Sus Enseñanzas); y sin Parábolas no les hablaba:
35 Para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta (Asaf [Sal. 78:2]), que dijo, Abriré en Parábolas Mi Boca; rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo (se refiere a las Verdades que nunca antes se han revelado, pero ya se las dan, no obstante en sombra; como por ejemplo, los Gentiles serán incluidos).
EXPLICACIÓN DE LA PARÁBOLA
DEL TRIGO Y LA CIZAÑA
36 Entonces despedidas las multitudes, Jesús se vino a la casa (Él enseñaba por la ribera del mar, y luego entra en la casa de Pedro): y llegándose a Él Sus Discípulos, Le dijeron, Decláranos la Parábola de la cizaña del campo (una audiencia privada).
37 Y respondiendo Él les dijo, El que siembra la buena semilla (la Palabra de Dios) es el Hijo del Hombre (Cristo es el Señor de la Cosecha);
38 El campo es el mundo (no sólo los Judíos, lo cual en efecto, se refiere a la Iglesia venidera); y la buena semilla son los hijos del Reino (se refiere a los Creyentes verdaderos de la Palabra de Dios), y la cizaña son los hijos del malo (profesan ser hijos del Reino, pero en efecto, eran ministros de Satanás de una forma u otra [II Cor. 11:13-15]);
39 Y el enemigo que la sembró (la semilla mala), es el Diablo; y la siega es el fin del mundo (el fin de la edad; el Juicio); y los segadores son los Ángeles (los Ángeles que regresarán con Cristo y todos los Santos redimidos, en la Segunda Venida [Apoc., cap. 19]).
40 De manera que como es cogida la cizaña (la semilla mala) y quemada al fuego (el Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]); así será en el fin de este siglo (el fin de esta edad).
41 Enviará el Hijo del Hombre a sus Ángeles, y cogerán de Su Reino (para separar la cizaña del trigo) todos los que sirvan de estorbos, y los que hacen iniquidad (el Juicio del Gran Trono Blanco);
42 Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes (la Segunda Resurrección de Maldición, es decir, "la Segunda Muerte" [Apoc. 20:11-15]).
43 Entonces (el principio de la Edad del Reino) los Justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre (la perfecta edad venidera [Apoc., caps. 21-22]). El que tiene oídos para oír, oiga (indica la certidumbre de tal acción).
LA PARÁBOLA DEL TESORO
ESCONDIDO
44 Además (la quinta Parábola), el Reino de los Cielos es semejante al tesoro (el Nuevo Convenio) escondido en el campo (el mundo); el cual hallado (el tesoro es Cristo), el hombre lo encubre, y de gozo de ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo (la moraleja es, Cristo vale más que nada en el mundo).
LA PARÁBOLA DE LA PERLA
DE GRAN PRECIO
45 También (la sexta Parábola), el Reino de los Cielos es semejante al hombre mercader, que busca buenas perlas (este hombre es rico, pero no está satisfecho, y con razón; la "Perla" es la única substancia que el hombre no puede perfeccionar; esta Perla representa a Cristo):
46 Quien, al hallar una perla de gran valor (esta perla individual entre muchas perlas, que era la mejor que todas, es decir, "Cristo"), fue y vendió todo lo que tenía, y la compró (esta Perla vale todo, y se requeriría todo para adquirirla).
LA PARÁBOLA DE LA RED
47 Asimismo (la séptima Parábola), el Reino de los Cielos es semejante a la red, que echada en el mar, coge de toda clase de peces (todo tipo de Creyentes llegan a la Iglesia):
48 La cual estando llena (cuando la dispensación de la Iglesia siga su curso; ya está por acabar), la sacaron a la orilla, y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera (la separación de la cizaña y el trigo).
49 Así será al fin del siglo (al final de la edad): saldrán los Ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos (los "justos" son los que confían en Cristo y la Cruz),
50 Y los echarán (los malvados) en el horno del fuego (el Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]): allí será el lloro y el crujir de dientes.
EL DUEÑO DE LA CASA
51 Les dijo Jesús, ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden, Sí, Señor.
52 Y Él les dijo, Por eso todo Escriba (todos los Creyentes aquí se compara con los Escribas, que quiere decir que ellos buscan diligentemente la Palabra de Dios) docto (aptos en la Palabra, lo cual debe ser cierto de todos los Creyentes) en el Reino de los Cielos, es semejante a un padre de familia (posee las llaves del Reino), que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas (puede enriquecer a otros sacando de su almacén la Verdad Divina; esa Verdad es tan antigua como el tiempo, por ejemplo, eterno en cuanto a su experiencia, poder y carácter es nueva perpetuamente).
JESÚS RECHAZADO
EN NAZARET
53 Y aconteció, que acabando Jesús estas Parábolas, pasó de allí.
54 Y venido a Su Tierra (Nazaret), les enseñaba en la Sinagoga (Luc. 4:15-30) de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos (quedaron sin habla), y decían, ¿De dónde tiene Éste esta sabiduría, y estas maravillas? (Fue un intento de calumniar a Cristo.)
55 ¿No es Éste el hijo del carpintero? (Ésta era una negación de Su afirmación con respecto al Oficio Mesiánico.) ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos, Santiago, y José, y Simón, y Judas? (Negaban también Su Nacimiento Virginal.)
56 ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este Hombre todas estas cosas? (Si todas estas cosas que decían fueran ciertas, Su familia ya lo hubiera mencionado.)
57 Y se escandalizaban en Él (Lucas dijo que "se llenaron de ira" y lo hubieran matado a Él si hubieran podido hacerlo [Luc. 4:28-30]). Mas Jesús les dijo, No hay Profeta sin honra, sino en su propia tierra, y en su casa (esta frase "en su propia" revela mucho; declara el hecho que Su propia familia no creyó en Él [Jn. 7:5]).
58 Y no hizo allí (en Nazaret) muchas maravillas a causa de la incredulidad de ellos (no Le traerían a los enfermos y a los afligidos; la incredulidad era la razón).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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