09 March 2023

El 9 de marzo Lectura Bíblica Diaria

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El 9 de marzo Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 20-22:
20 El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. Y azotó Pasur al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová. Y el día siguiente Pasur sacó a Jeremías del cepo. Le dijo entonces Jeremías: Jehová no ha llamado tu nombre Pasur, sino Magor-misabib. Porque así ha dicho Jehová: He aquí, haré que seas un terror a ti mismo y a todos los que bien te quieren, y caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo verán; y a todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia, y los llevará cautivos a Babilonia, y los matará a espada. Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, todo su trabajo y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y los llevarán a Babilonia. Y tú, Pasur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos; entrarás en Babilonia, y allí morirás, y allí serás enterrado tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira. Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa. Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos. Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta? 21 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijesen: Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros. Y Jeremías les dijo: Diréis así a Sedequías: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: He aquí yo vuelvo atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que vosotros peleáis contra el rey de Babilonia; y a los caldeos que están fuera de la muralla y os tienen sitiados, yo los reuniré en medio de esta ciudad. Pelearé contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, con furor y enojo e ira grande. Y heriré a los moradores de esta ciudad, y los hombres y las bestias morirán de pestilencia grande. Después, dice Jehová, entregaré a Sedequías rey de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que queden de la pestilencia, de la espada y del hambre en la ciudad, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, en mano de sus enemigos y de los que buscan sus vidas, y él los herirá a filo de espada; no los perdonará, ni tendrá compasión de ellos, ni tendrá de ellos misericordia. Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. El que quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia; mas el que saliere y se pasare a los caldeos que os tienen sitiados, vivirá, y su vida le será por despojo. Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice Jehová; en mano del rey de Babilonia será entregada, y la quemará a fuego. Y a la casa del rey de Judá dirás: Oíd palabra de Jehová: Casa de David, así dijo Jehová: Haced de mañana juicio, y librad al oprimido de mano del opresor, para que mi ira no salga como fuego, y se encienda y no haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras. He aquí yo estoy contra ti, moradora del valle, y de la piedra de la llanura, dice Jehová; los que decís: ¿Quién subirá contra nosotros, y quién entrará en nuestras moradas? Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehová, y haré encender fuego en su bosque, y consumirá todo lo que está alrededor de él. 22 Así dijo Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra, y di: Oye palabra de Jehová, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus siervos, y tu pueblo que entra por estas puertas. Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar. Porque si efectivamente obedeciereis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono, entrarán montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa; ellos, y sus criados y su pueblo. Mas si no oyereis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa será desierta. Porque así ha dicho Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres tú para mí, y como la cima del Líbano; sin embargo, te convertiré en soledad, y como ciudades deshabitadas. Prepararé contra ti destruidores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros escogidos y los echarán en el fuego. Y muchas gentes pasarán junto a esta ciudad, y dirán cada uno a su compañero: ¿Por qué hizo así Jehová con esta gran ciudad? Y se les responderá: Porque dejaron el pacto de Jehová su Dios, y adoraron dioses ajenos y les sirvieron. No lloréis al muerto, ni de él os condoláis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació. Porque así ha dicho Jehová acerca de Salum hijo de Josías, rey de Judá, el cual reinó en lugar de Josías su padre, y que salió de este lugar: No volverá más aquí, sino que morirá en el lugar adonde lo llevaron cautivo, y no verá más esta tierra. ¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo! Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón. ¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová. Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión y para hacer agravio. Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay, hermano mío! y ¡Ay, hermana! ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay, señor! ¡Ay, su grandeza! En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalén. Sube al Líbano y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son destruidos. Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz. A todos tus pastores pastoreará el viento, y tus enamorados irán en cautiverio; entonces te avergonzarás y te confundirás a causa de toda tu maldad. Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros. ¡Cómo gemirás cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto! Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría. Te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos. Te haré llevar cautivo a ti y a tu madre que te dio a luz, a tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis. Y a la tierra a la cual ellos con toda el alma anhelan volver, allá no volverán. ¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido? ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.

Salmos 88:
Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo en presencia tuya. Que llegue ante ti mi oración; dígnate escuchar mi súplica. Tan colmado estoy de calamidades que mi vida está al borde del sepulcro. Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; parezco un guerrero desvalido. Me han puesto aparte, entre los muertos; parezco un cadáver que yace en el sepulcro, de esos que tú ya no recuerdas, porque fueron arrebatados de tu mano. Me has echado en el foso más profundo, en el más tenebroso de los abismos. El peso de tu enojo ha recaído sobre mí; me has abrumado con tus olas. Selah. Me has quitado a todos mis amigos y ante ellos me has hecho aborrecible. Estoy aprisionado y no puedo librarme; los ojos se me nublan de tristeza. Yo, Señor, te invoco cada día, y hacia ti extiendo las manos. ¿Acaso entre los muertos realizas maravillas? ¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias? Selah. ¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor, y de tu fidelidad en el abismo destructor? ¿Acaso en las tinieblas se conocen tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido? Yo, Señor, te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración. ¿Por qué me rechazas, Señor? ¿Por qué escondes de mí tu rostro? Yo he sufrido desde mi juventud; muy cerca he estado de la muerte. y ya no puedo más. Tu ira se ha descargado sobre mí; tus violentos ataques han acabado conmigo. Todo el día me rodean como un océano; me han cercado por completo. Me has quitado amigos y seres queridos; ahora sólo tengo amistad con las tinieblas.


Proverbios 22:
Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación. El rico y el pobre tienen esto en común: a ambos los ha creado el Señor. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida. Espinas y trampas hay en la senda de los impíos, pero el que cuida su vida se aleja de ellas. Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores. El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el cetro de su ira. El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres. Despide al insolente, y se irá la discordia y cesarán los pleitos y los insultos. El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey. Los ojos del Señor protegen el saber, pero desbaratan las palabras del traidor. "¡Hay un león allá afuera! dice el holgazán. ¡En plena calle me va a hacer pedazos!" La boca de la adúltera es una fosa profunda; en ella caerá quien esté bajo la ira del Señor. La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige. Oprimir al pobre para enriquecerse, y hacerle regalos al rico, ¡buena manera de empobrecerse! Presta atención, escucha mis palabras; aplica tu corazón a mi conocimiento. Grato es retenerlas dentro de ti, y tenerlas todas a flor de labio. A ti te las enseño en este día, para que pongas tu confianza en el Señor. ¿Acaso no te he escrito treinta dichos que contienen sabios consejos? Son para enseñarte palabras ciertas y confiables, para que sepas responder bien a quien te pregunte. No explotes al pobre porque es pobre, ni oprimas en los tribunales a los necesitados; porque el Señor defenderá su causa, y despojará a quienes los despojen. No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa. No te comprometas por otros ni salgas fiador de deudas ajenas; porque si no tienes con qué pagar, te quitarán hasta la cama en que duermes. No cambies de lugar los linderos antiguos que establecieron tus antepasados. ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.


El Libro de Los Hechos Capítulo 20 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 20
(60 d.C.)
MACEDONIA Y GRECIA
Y DESPUÉS que cesó el alboroto (la turba se había dispersado), llamando Pablo a los Discípulos habiéndoles exhortado y abrazado (se refiere a unos Creyentes de la Iglesia en Éfeso), se despidió, y partió para ir a Macedonia (tiene que ver con su cuidado por las Iglesias en aquella región).
2 Y pasando por todos aquellos lugares (sin duda incluía a Filipos, Tesalónica y Berea), y exhortándoles con abundancia de palabra (se refiere a la enseñanza de la Palabra de Dios, como es obvio), vino a Grecia (probablemente tiene que ver con repetida visitas a Atenas, Corinto y Cencrea, así como a otros sitios).
3 Y después de haber estado allí tres meses (probablemente pasó la mayor parte de este tiempo en Corinto [I Cor. 16:6]), y habiendo de navegar a Siria, le fueron puestas asechanzas por los Judíos (es muy probable que eran los Judíos de la Sinagoga en Corinto, que planearon matarlo); y así tomó consejo de volverse por Macedonia (básicamente indica la dirección contraria, en realidad a Filipos, de donde él daría vuelta entonces hacia a Siria).
4 Y le acompañaron hasta Asia Sópater que era de Berea, y los Tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo (algunos expositores creen que se escogieron a ciertos hombres de varias Iglesias para viajar con Pablo, y llevar sus ofrendas para los pobres en Jerusalén [Hch. 19:29; 27:2; Rom. 15:25-28; I Cor. 16:3; II Cor. 8:19-23]).
5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas (por el uso del pronombre "nos," Lucas indica que se volvió a reunir con Pablo y su equipo).
PABLO EN TROAS
6 Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos (se refiere a la Semana de la Pascua) y vinimos a ellos a Troas en cinco días (claramente demuestra la duración que se requería para echar el viaje en barco); donde estuvimos siete días.
7 Y el día primero de la semana (Domingo), juntos los Discípulos a partir el pan (el Domingo se convirtió en el día principal de la adoración), Pablo les enseñaba, tenía pensado partir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche (expresa que posiblemente predicaba por varias horas).
8 Y había muchas lámparas en el aposento alto (claramente se refirió al tercer piso, que acomodaría a doscientas o trescientas personas sentadas) donde estaban juntos (era el lugar de reunión o Iglesia en Troas).
9 Y un joven llamado Eutico que estaba sentado en la ventana, tomado de un sueño profundo: como Pablo disputaba largamente, se quedó profundamente dormido y cayó del tercer piso abajo, y fue alzado muerto (el Texto Griego declara que era un cuerpo sin vida; la caída lo había matado).
10 Entonces descendió Pablo, y se tendió sobre él, y abrazándole, dijo (indica el ejemplo de Elías en esto, que es probablemente lo que Pablo quiso [I Rey. 17:17-21]), No os alborotéis, que su alma está en él (no significa, como algunos afirman, que el muchacho simplemente había recibido un golpe que lo dejó inconsciente, sino más bien que él estaba muerto, y que el Señor le infundió vida; ¡él fue resucitado de los muertos!).
11 Después subiendo (Pablo), y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta el alba, y así partió (este Mensaje que duró toda la noche sólo fue interrumpido por la resurrección del muchacho de entre los muertos; él tenía mucho que decirles, y había mucho que ellos tenían que oír).
12 Y llevaron al joven vivo, y todos fueron animados mucho (¡qué noche!).
PABLO
13 Y nosotros subiendo en el barco (se refiere a Lucas y a los hombres de Versículo 4, pero no se refirió a Pablo, al menos en este entonces), navegamos a Asón (una distancia corta de aproximadamente sesenta kilómetros [cuarenta millas] alrededor del Cabo Electum), para recibir de allí a Pablo: pues así había determinado que debía él ir por tierra (por tierra era unos treinta kilómetros [veinte millas]; él caminaría esta distancia solo, sin duda con ganas de estar a solas con el Señor en oración).
14 Y como se juntó con nosotros en Asón, tomándole vinimos a Mitilene (presentaba otros sesenta kilómetros [cuarenta millas] aproximados en barco).
15 Y navegamos de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío (se refiere a otra Isla casi del tamaño de Lesbos; está situada directamente al oeste tanto de Esmirna como de Éfeso, aproximadamente a ciento cincuenta kilómetros [cien millas] de distancia); y al otro día tomamos puerto en Samos: y habiendo reposado en Trogilio; al día siguiente llegamos a Mileto.
16 Porque Pablo se había propuesto pasar adelante de Éfeso (no se paró allí), por no detenerse en Asia (creo que nos dice, que no quiso demorarse, después de resolver este asunto con el Señor con respecto a este viaje memorable): porque se apresuraba por hacer el Día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén (el Espíritu Santo le advirtió que le venía dificultades que tenía que afrontar en este viaje, y como si debía   apresurarse, por temor a retrocer por causa de estas dificultades venideras).
LOS ANCIANOS DE ÉFESO
17 Y enviando desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los Ancianos de la Iglesia (era aproximadamente cuarenta y cinco kilómetros [treinta millas] a Éfeso; quiso que los Ancianos se encontraran con él en Mileto antes que se marchara).
18 Y cuando vinieron a él (probablemente representa dos o tres días a partir del momento que enviaron primeramente al Mensajero), les dijo, Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia (los lleva al pasado desde el principio mismo de la Iglesia en Éfeso), he estado con vosotros por todo el tiempo (indica que los educaba con el Evangelio de Jesucristo),
19 Sirviendo al Señor con toda humildad (manifiesta lo que era contrario de los Judaizantes y otros falsos maestros, quienes intentaban atraer a discípulos tras ellos), y con muchas lágrimas (las emociones de Pablo emanaban de lo profundo de su ser), y tentaciones (una provocación para resolver una situación fuera del Camino del Señor) que me han venido por las asechanzas de los Judíos (los complots de los Judíos contra Pablo nunca cesaron):
20 Como nada que fuese útil he rehuido (no permitió que nada lo callara con respecto a la gran Doctrina de Jesucristo y Él Crucificado) de anunciaros (dio explicación de Las   Escrituras) y enseñaros, públicamente y por las casas (la mayoría de las Iglesias se reunían en casas),
21 Testificando a los Judíos y a los Gentiles (el Evangelio es el mismo para todos) arrepentimiento para con Dios, y la Fe en nuestro Señor Jesucristo (expone el Evangelio en pocas palabras; la Fe en Cristo pertenece a la Fe en lo que Él hizo en la Cruz).
22 Y ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén (se refiere al Espíritu Santo, y el deseo del Espíritu para que Pablo echara este viaje, sin importar las dificultades que se aproximaban), sin saber lo que allá me ha de acontecer (el Espíritu Santo le dice que fuera a Jerusalén y que allá se encontraría con grandes problemas, pero no le dice exactamente lo que serían):
23 Mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio (nos dice lo que precisamente ocurrió, pero no nos da información alguna de los eventos actuales), diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan (el Espíritu Santo no le dijo a Pablo exactamente cómo ocurrirían).
24 Mas de ninguna cosa hago caso (indica que Pablo se colocaba totalmente en las Manos del Señor), ni estimo mi vida preciosa para mí mismo (su vida le pertenecía al Señor, y el Señor podía hacer con ella lo que Él deseaba); solamente que acabe mi carrera con gozo (y esto finalmente hizo), y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios (expresa básicamente lo que esta "carrera" es en realidad; su Mensaje era Jesucristo y Él Crucificado).
25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el Reino de Dios (fielmente predicaba el Mensaje a los Efesios), verá más mi rostro (sabía que ésta sería la última oportunidad en que él los vería, y por lo tanto, el motivo por el cual él les pidió que vinieran).
26 Por tanto, yo os protesto el día de hoy (el registro Celestial lo revelará), que yo soy limpio de la sangre de todos (quiere decir que había predicado el Evangelio a todos los que lo escucharon predicar, exactamente como el Señor se lo dio).
27 Porque no he rehuido de anunciaros (se refiere al hecho de que la tentación siempre estaba presente para reducir el Mensaje) todo el Consejo de Dios (toda la Palabra de Dios, sin retener nada).
28 Por tanto mirad por vosotros y por todo el rebaño (esta palabra se dirige a los Pastores que habían venido de Éfeso para reunirse con él) en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (Ancianos, Obispos, Superintendentes, Pastores y Presbíteros; todos estos términos tienen el mismo significado, "Pastor"), para apacentar la Iglesia del Señor (para cuidar como un Pastor), la cual ganó por Su Sangre (Cristo nos compró por un gran precio).
29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado (aclara una descripción perfecta de los que negocian el cuerpo de Cristo, y en cualquier otra manera).
30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres (no vendrán de afuera, sino surgirán de adentro) que hablen cosas perversas, para llevar Discípulos tras sí (no a Cristo, sino a ellos mismos).
31 Por tanto, velad (sean vigilantes en cuanto a lo espiritual), acordándoos que por tres años de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno (Pablo no sólo predicaba la Verdad de la Palabra, sino que dio advertencias acerca de la falsa doctrina y señaló a los falsos apóstoles).
32 Y ahora, Hermanos, os encomiendo a Dios (había compartido bastante del Evangelio con ellos para que no se apartaran del Señor), y a la Palabra de Su Gracia (esa "Palabra" es "la Cruz"), el cual es poderoso para sobreedificar (el Evangelio de la Gracia por sí sola puede edificar a la persona), y daros heredad con todos los Santificados (el Creyente está Santificado sólo al hacer la Cruz el Objeto de su Fe, lo cual da al Espíritu Santo la libertad de acción para llevar a cabo Su Obra dentro de nuestros corazones y vidas; el Creyente no puede Santificarse por sí solo).
33 La plata, o el oro, o el vestido de nadie he codiciado (no tenía ganas de apoderarse de su dinero como los lobos rapaces del Versículo 29).
34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están conmigo, estas manos me han servido (se refiere a Pablo que reparaba carpas, o sea, tiendas de campaña, para sostenerse [Hch. 18:3]).
35 En todo os he enseñado (quiere decir que este aspecto de desinterés sirve como un ejemplo) que, trabajando así, es necesario sobrellevar a los débiles (todo lo que el Creyente hace es para servir de ejemplo espiritual), y tener presente las Palabras del Señor Jesús, el cual dijo, Más bienaventurada cosa es dar que recibir (esas palabras no se hacen mención en los Evangelios; sin embargo, sabemos que sólo se hace mención una pequeña porción de lo que Él dijo e hizo; Pedro, o uno de los otros Apóstoles que estaban con el Señor Jesús, indudablemente le relató esto a Pablo).
36 Y cuando hubo dicho estas cosas (representaba la última oportunidad en que ya ellos iban a escucharlo), se puso de rodillas, y oró con todos ellos (también, tiene que ver con la última oportunidad que él iba a orar con ellos, aunque él iba a seguir orando por ellos).
37 Entonces hubo un gran lloro de todos (concierne el gran amor que le tenían para el Apóstol), y echándose en el cuello de Pablo, le besaban (su Mensaje los llevaba de la muerte a la vida),
38 Doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro (en cuanto sea posible saber, estos Efesios nunca volvieron a ver al Apóstol más hasta que lo volverían a ver en la Gloria). Y le acompañaron al navío (era el puerto de Mileto).


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e   incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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