El 6 de marzo Lectura Bíblica Diaria
Sonidos del aire libre
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11 Palabra que vino de Jehová a Jeremías, diciendo: Oíd las palabras de este pacto, y hablad a todo varón de Judá, y a todo morador de Jerusalén. Y les dirás tú: Así dijo Jehová Dios de Israel: Maldito el varón que no obedeciere las palabras de este pacto, el cual mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz, y cumplid mis palabras, conforme a todo lo que os mando; y me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios; para que confirme el juramento que hice a vuestros padres, que les daría la tierra que fluye leche y miel, como en este día. Y respondí y dije: Amén, oh Jehová. Y Jehová me dijo: Pregona todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: Oíd las palabras de este pacto, y ponedlas por obra. Porque solemnemente protesté a vuestros padres el día que les hice subir de la tierra de Egipto, amonestándoles desde temprano y sin cesar hasta el día de hoy, diciendo: Oíd mi voz. Pero no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón; por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mandé que cumpliesen, y no lo cumplieron. Y me dijo Jehová: Conspiración se ha hallado entre los varones de Judá, y entre los moradores de Jerusalén. Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras, y se fueron tras dioses ajenos para servirles; la casa de Israel y la casa de Judá invalidaron mi pacto, el cual había yo concertado con sus padres. Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí yo traigo sobre ellos mal del que no podrán salir; y clamarán a mí, y no los oiré. E irán las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalén, y clamarán a los dioses a quienes queman ellos incienso, los cuales no los podrán salvar en el tiempo de su mal. Porque según el número de tus ciudades fueron tus dioses, oh Judá; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, pusiste los altares de ignominia, altares para ofrecer incienso a Baal. Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración; porque yo no oiré en el día que en su aflicción clamen a mí. ¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, habiendo hecho muchas abominaciones? ¿Crees que los sacrificios y las carnes santificadas de las víctimas pueden evitarte el castigo? ¿Puedes gloriarte de eso? Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Jehová tu nombre. A la voz de recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas. Porque Jehová de los ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar a Baal. Y Jehová me lo hizo saber, y lo conocí; entonces me hiciste ver sus obras. Y yo era como cordero inocente que llevan a degollar, pues no entendía que maquinaban designios contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre. Pero, oh Jehová de los ejércitos, que juzgas con justicia, que escudriñas la mente y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque ante ti he expuesto mi causa. Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de los varones de Anatot que buscan tu vida, diciendo: No profetices en nombre de Jehová, para que no mueras a nuestras manos; así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas morirán de hambre, y no quedará remanente de ellos, pues yo traeré mal sobre los varones de Anatot, el año de su castigo. 12 Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? Los plantaste, y echaron raíces; crecieron y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones. Pero tú, oh Jehová, me conoces; me viste, y probaste mi corazón para contigo; arrebátalos como a ovejas para el degolladero, y señálalos para el día de la matanza. ¿Hasta cuándo estará desierta la tierra, y marchita la hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran, faltaron los ganados y las aves; porque dijeron: No verá Dios nuestro fin. Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán? Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti, aun ellos dieron grito en pos de ti. No los creas cuando bien te hablen. He dejado mi casa, desamparé mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en mano de sus enemigos. Mi heredad fue para mí como león en la selva; contra mí dio su rugido; por tanto, la aborrecí. ¿Es mi heredad para mí como ave de rapiña de muchos colores? ¿No están contra ella aves de rapiña en derredor? Venid, reuníos, vosotras todas las fieras del campo, venid a devorarla. Muchos pastores han destruido mi viña, hollaron mi heredad, convirtieron en desierto y soledad mi heredad preciosa. Fue puesta en asolamiento, y lloró sobre mí desolada; fue asolada toda la tierra, porque no hubo hombre que reflexionase. Sobre todas las alturas del desierto vinieron destruidores; porque la espada de Jehová devorará desde un extremo de la tierra hasta el otro; no habrá paz para ninguna carne. Sembraron trigo, y segaron espinos; tuvieron la heredad, mas no aprovecharon nada; se avergonzarán de sus frutos, a causa de la ardiente ira de Jehová. Así dijo Jehová contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel: He aquí que yo los arrancaré de su tierra, y arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá. Y después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y cada cual a su tierra. Y si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo: Vive Jehová, así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, ellos serán prosperados en medio de mi pueblo. Mas si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice Jehová. 13 Así me dijo Jehová: Vé y cómprate un cinto de lino, y cíñelo sobre tus lomos, y no lo metas en agua. Y compré el cinto conforme a la palabra de Jehová, y lo puse sobre mis lomos. Vino a mí segunda vez palabra de Jehová, diciendo: Toma el cinto que compraste, que está sobre tus lomos, y levántate y vete al Eufrates, y escóndelo allá en la hendidura de una peña. Fui, pues, y lo escondí junto al Eufrates, como Jehová me mandó. Y sucedió que después de muchos días me dijo Jehová: Levántate y vete al Eufrates, y toma de allí el cinto que te mandé esconder allá. Entonces fui al Eufrates, y cavé, y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido; y he aquí que el cinto se había podrido; para ninguna cosa era bueno. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová: Así haré podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalén. Este pueblo malo, que no quiere oír mis palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de dioses ajenos para servirles, y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno. Porque como el cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, dice Jehová, para que me fuesen por pueblo y por fama, por alabanza y por honra; pero no escucharon. Les dirás, pues, esta palabra: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Toda tinaja se llenará de vino. Y ellos te dirán: ¿No sabemos que toda tinaja se llenará de vino? Entonces les dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo lleno de embriaguez a todos los moradores de esta tierra, y a los reyes de la estirpe de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes y profetas, y a todos los moradores de Jerusalén; y los quebrantaré el uno contra el otro, los padres con los hijos igualmente, dice Jehová; no perdonaré, ni tendré piedad ni misericordia, para no destruirlos. Escuchad y oíd; no os envanezcáis, pues Jehová ha hablado. Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas. Mas si no oyereis esto, en secreto llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de Jehová fue hecho cautivo. Dí al rey y a la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria ha caído de vuestras cabezas. Las ciudades del Neguev fueron cerradas, y no hubo quien las abriese; toda Judá fue transportada, llevada en cautiverio fue toda ella. Alzad vuestros ojos, y ved a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu hermosa grey? ¿Qué dirás cuando él ponga como cabeza sobre ti a aquellos a quienes tú enseñaste a ser tus amigos? ¿No te darán dolores como de mujer que está de parto? Si dijeres en tu corazón: ¿Por qué me ha sobrevenido esto? Por la enormidad de tu maldad fueron descubiertas tus faldas, fueron desnudados tus calcañares. ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? Por tanto, yo los esparciré al viento del desierto, como tamo que pasa. Esta es tu suerte, la porción que yo he medido para ti, dice Jehová, porque te olvidaste de mí y confiaste en la mentira. Yo, pues, descubriré también tus faldas delante de tu rostro, y se manifestará tu ignominia, tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados; en el campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás al fin limpia? ¿Cuánto tardarás tú en purificarte?
Salmos 84:
¡Cuán hermosas son tus moradas, Señor Todopoderoso! Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida. Señor Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos. Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando. Selah. Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas. Cuando pasa por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle. Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses. Oye mi oración, Señor, Dios Todopoderoso; escúchame, Dios de Jacob. Selah. Oh Dios, escudo nuestro, pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos. Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos. El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha. Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!
Proverbios 18:
El egoísta busca su propio bien; contra todo sano juicio se rebela. Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión. Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio. Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría. No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo. Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo. Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables. Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar. En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo. Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante. El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna. Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela. Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor. El pobre habla en tono suplicante; el rico responde con aspereza. Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.
El Libro de Los Hechos Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 16
(53 d.C.)
TIMOTEO
DESPUÉS llegó (Pablo) a Derbe, y a Listra (el segundo Viaje Misionero tendrá un efecto más grande en la civilización que cualquier otra cosa que jamás haya sucedido, además de la Primera Venida de Cristo): y, he aquí, estaba allí un Discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer Judía fiel (habla de Timoteo y de su madre que eran seguidores de Cristo), mas de padre Griego (parece ser que él no era Creyente):
2 De éste daban buen testimonio los Hermanos que estaban en Listra y en Iconio (la consagración de Timoteo es muy obvia aquí).
3 Éste quiso Pablo que fuese con él (lo cual indudablemente era la dirección del Espíritu); y tomándole, le circuncidó por causa de los Judíos que estaban en aquellos lugares (precisamente esto era sabiduría de parte de Pablo, lo cual él se sintió guiado por el Espíritu Santo hacer): porque todos sabían que su padre era Griego (precisamente Pablo haría todo los que podía para apaciguar a la gente, pero no arriesgar su compromiso con el Evangelio).
4 Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que habían sido determinados por los Apóstoles y los Ancianos que estaban en Jerusalén (tiene que ver con las copias concerniente a la disputa sobre la Ley y la Gracia, la cual salió del Concilio en Jerusalén).
5 Así que, las Iglesias eran confirmadas en Fe (Jesucristo y Él Crucificado), y eran aumentadas en número cada día (muchos se estaban salvando).
6 Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia (insinúa un período de unos varios meses), les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la Palabra en Asia (se refiere a la región que ahora es conocida como el noroeste de Turquía; aunque el Espíritu Santo quería que el Evangelio se extendiera a esta área, había otro lugar que Él deseaba primero),
7 Y como vinieron a Misia, intentaron de ir a Bitinia (representaba una región al oriente del área de Éfeso): mas el Espíritu no les dejó (¡declara que la puerta estaba cerrada a esta área también!).
8 Y pasando a Misia, descendieron a Troas (esta área también estaría cerrada para mientras).
EL LLAMADO MACEDONIO
9 Y fue mostrada a Pablo de noche una Visión (proclama que el Espíritu Santo está diciéndole al Apóstol exactamente adónde Él quiere que fuera); Un varón Macedonio (la parte norte de la Grecia moderna, del Adriático al Río Hebro) se puso delante, rogándole, y diciendo, Pasa a Macedonia, y ayúdanos (así fue introducido el acontecimiento más monumental en la historia del mundo, los viajes de Pablo para llevar el Evangelio a las naciones del Occidente).
10 Y como vio la Visión, luego nosotros procuramos partir a Macedonia (por el uso del pronombre "nosotros," sabemos que Lucas, el escritor del Libro de los Hechos, se reúne ahora con Pablo aquí en Troas), dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el Evangelio (sabían que ahora tenían la Mente del Señor).
FILIPOS
11 Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis (sería la primera presentación del Evangelio en las naciones Europeas, lo cual tendría tanto que ver con lo que ahora se refiere a la "Civilización Occidental");
12 Y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia (la destinación de Pablo), y una colonia (a la colonia de Roma): y estuvimos en aquella ciudad algunos días (representaba enormes dificultades, pero allí se estableció una Iglesia).
EL PRIMER CONVERTIDO
13 Y un día de Sábado salimos de la puerta junto al río, donde solía ser la oración (significaba que no había una Sinagoga en la ciudad; los pocos Judíos que se hallaban allí se reunían a la orilla del Río); y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían juntado (aparentemente indica que no habían hombres presentes excepto Pablo y su grupo).
14 Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira (era una mujer de negocios), temerosa de Dios (una Gentil quien probablemente había comenzado a asistir a una Sinagoga Judía en Tiatira), estaba oyendo (era evidente que le pidieron a Pablo que le hablara a estas mujeres y, por lo tanto, proclamar la historia de Jesucristo y Su Redención ofrecida por la Cruz del Calvario): el corazón de la cual abrió el Señor (revela su sed de conocer a Dios) para que estuviese atenta a lo que Pablo decía (ella entregó su corazón a Cristo y, por lo tanto, fue la primera convertida en tierra Europea).
15 Y cuando fue bautizada (claramente esto sucedió unos días más tarde), y su familia (se refiere a que todas las que estaban con ella también aceptaron al Señor, y fueron bautizadas), nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad (además, era probable que su casa fue la primera Iglesia en tierra Europea). Y nos constriñó (quiere decir que ellos no aceptaron al instante, pensando que quizás sería una imposición para ella, sin embargo ella no aceptó una respuesta negativa a su invitación).
LA LIBERACIÓN
16 Y aconteció, que yendo nosotros a la oración (no nos dice exactamente dónde se encontraban, pero nos indica que se hallaban en cierto lugar, lo más seguro en la casa de Lidia), una muchacha que tenía espíritu de adivinación, nos salió al encuentro (habla de la muchacha que estaba poseída por un demonio), la cual daba grande ganancia a sus amos adivinando (daba consejo y dirección que provenía del mundo del espíritu, que produjo una suma de dinero para sus dueños):
17 Ésta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo (insinúa que se llevó a cabo por cierto tiempo, es posible que fue por varios días), Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de Salvación (debiera haberse traducido, "un camino de la Salvación," porque es así como fue descrito en el Texto original).
18 Y esto hacía por muchos días (por alguna razón, el Espíritu Santo no le concedió a Pablo el permiso para orar por esta muchacha hasta ahora). Mas desagradando a Pablo, se volvió y dijo al espíritu (se dirigió al espíritu maligno, y no directamente a la muchacha), Te Mando en el Nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió (el espíritu maligno) en la misma hora (quiere decir que el espíritu salió al instante).
19 Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia (significa que la muchacha no podía funcionar como lo había hecho antes), prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, al Magistrado (era evidente que estos hombres tenían cierta influencia con estos Gobernadores),
20 Y presentándolos a los Magistrados (pertenecía los Romanos comisionados por Roma), dijeron, Estos hombres, siendo Judíos, alborotan nuestra ciudad (la manera como se usa la palabra "Judíos" insinúa desprecio),
21 Y predican ritos, los cuales no nos es lícito recibir ni hacer (¡una falsedad grotesca! En realidad, el Judaísmo era una religión legal en todo el Imperio Romano; aunque Pablo y Silas no enseñaban el Judaísmo, sino que proclamaban a Jesús, de todos modos los Romanos no podían distinguir la diferencia), pues somos Romanos (insinúa superioridad).
22 Y se agolpó el pueblo contra ellos (presenta un gran grupo en contra de Pablo y Silas): y los Magistrados rompiéndoles sus ropas (le quitaron la ropa a Pablo y Silas, por lo menos hasta la cintura), les mandaron azotar con varas (Pablo vuelve a recalcarlo en I Tes. 2:2; los azotes bajo la Ley Romana era el castigo más cruel y brutal).
23 Y después que los hubieron herido de muchos azotes (los flageladores fueron impulsados por la muchedumbre, golpearon a los Apóstoles hasta casi matarlos), los echaron en la cárcel (las cárceles de esa época eran lo peor que se pueda imaginar), mandando al carcelero que los guardase con diligencia (contiene la implicación que Pablo y Silas estaban desesperados):
24 El cual, recibido este mandamiento (quiere decir que podía castigarlos aun más si así lo deseaba, lo cual lo hizo), los metió en la cárcel de más adentro (reservado para los criminales más violentos), y les apretó los pies en el cepo (les separaron las piernas y los tiraron en el suelo de espalda; después de un breve tiempo, los músculos de las piernas comenzaran a encogerse, causando un dolor severo).
LA CONVERSIÓN
25 Mas a medianoche, orando Pablo y Silas (no significa que comenzaron a orar a la medianoche, sino más bien que todavía estaban orando a la medianoche habiendo comenzado mucho antes), cantaban himnos a Dios (el Texto Griego sugiere que rompían a cantar prorrumpiendo de vez en cuando mientras oraban; su canto era probablemente uno de los Salmos): y los que estaban presos los oían (quiere decir que oraban y cantaban tan fuerte que los otros presos los oían).
26 Entonces fue hecho de repente un gran terremoto (no era ningún terremoto ordinario), de tal manera que los cimientos de la cárcel se movían (presenta al Señor como el Instigador de esta agitación, no una fuerza normal de la naturaleza): y luego todas las puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron (no insinúa un terremoto normal, sino más bien algo sobrenatural).
27 Y despertado el carcelero, como vio abiertas las puertas de la cárcel (automáticamente asume que todos los presos se habían escapado), sacando la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huido (quiere decir que bajo la pena de muerte, él era responsable de los prisioneros).
28 Mas Pablo clamó a gran voz (Pablo veía lo que el carcelero estaba por hacer), diciendo, No te hagas ningún mal: que todos estamos aquí (nos dice que ningun prisionero, no importa cuántos eran, se aprovechó para escaparse; también nos dice que posiblemente algunos, aunque no todos, entregaron sus corazones al Señor).
29 Él entonces pidiendo luz, corrió adentro, y temblando (algo poderoso le estaba sucediendo a este hombre, además del susto del terremoto y de sus pensamientos de suicidio), se derribó a los pies de Pablo y de Silas (el carcelero trataba a Pablo con gran brutalidad, pero Pablo lo trataba con gran humildad),
30 Y sacándolos fuera (sacó a Pablo y a Silas de la prisión), le dice, Señores, ¿qué es necesario que yo haga para ser salvo? (Presenta la terminología que demuestra algo de familiaridad con el Evangelio; es muy posible que antes del arresto del Apóstol, el carcelero le había escuchado predicar.)
31 Y ellos dijeron, Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú (presenta la explicación más bella de la Salvación que jamás se podría dar), y tu casa (quiere decir que la Salvación no está limitada solamente al carcelero, sino disponible a toda su familia también, si cumplen los requisitos de la Fe en Cristo que se les exige).
32 Y le hablaron la Palabra del Señor (se refiere a la explicación de la respuesta en el Versículo anterior, que explica lo que significa realmente creer en Cristo), y a todos los que están en su casa (presenta el culto que se celebraba después de la medianoche, lo que resultó que toda su familia entregaron sus corazones a Cristo; ¡Qué noche tan linda resultó!).
33 Y (el carcelero) tomándolos (Pablo y Silas) en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes (habla de la terrible paliza que habían sufrido poco rato antes); y se bautizó luego él, y todos los suyos (de inmediato).
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa (como es obvio, se preparó una comida para ellos), y se gozó de que con toda su casa había creído a Dios (una noche de miseria se convertió en una noche de gran gozo, y un gozo que duraría para siempre para este carcelero y su familia).
LOS MAGISTRADOS
35 Y cuando se hizo de día, los Magistrados enviaron los alguaciles (es posible que se refiera a los mismos hombres que habían administrado la paliza a Pablo y Silas), diciendo, Deja ir a aquellos hombres (el Códice de Bezae dice que los Magistrados entraron en la Corte esa mañana pensando en su tratamiento hacia Pablo y Silas había provocado el terremoto; ¡ellos tenían razón!).
36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo, Los Magistrados han enviado a decir que seas suelto: así que ahora salid, e id en paz.
37 Entonces Pablo les dijo, Azotados públicamente sin ser condenados, siendo hombres Romanos (presenta un escenario que pone una nueva cariz al asunto; era contra la Ley Romana que los Romanos fueran azotados; por lo tanto, los Magistrados habían violado la ley, sin haberse dado cuenta que ellos eran Romanos), nos echaron en la cárcel; y ¿ahora nos echan encubiertamente? (Fueron tratados como criminales comunes.) No, de cierto; sino vengan ellos y sáquennos (de esta manera, la ciudad de Filipos sabría que los cargos eran falsos).
38 Y los alguaciles volvieron a decir a los Magistrados estas palabras: y tuvieron miedo, oído que eran Romanos (si Pablo y Silas lo hubieran deseado, ellos podían haber traído cargos contra estos individuos, lo que hubiera causado consecuencias severas).
39 Y viniendo, les rogaron, y sacándolos (se refiere a que los "Magistrados" fueron donde Pablo y Silas), les pidieron que se saliesen de la ciudad (tiene referencia al hecho de que le suplicaron a los Apóstoles para que no presentaran cargos contra ellos, sino que se marcharan en paz).
40 Entonces salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia (estaban un poco golpeados y maltratados físicamente, pero enormemente animados espiritualmente): y habiendo visto a los Hermanos, los consolaron, y se salieron (éstos eran los nuevos convertidos en la Iglesia Filipense).
1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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