10 March 2023

El 10 de Marzo Lectura Bíblica Diaria

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El 10 de Marzo Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 23-25:
23 ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová. He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra. A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta. Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová. Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová. En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra. Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente. No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras. ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal? El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano. Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová. Y cuando te preguntare este pueblo, o el profeta, o el sacerdote, diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehová? les dirás: Esta es la profecía: Os dejaré, ha dicho Jehová. Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que dijere: Profecía de Jehová, yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa. Así diréis cada cual a su compañero, y cada cual a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehová, y qué habló Jehová? Y nunca más os vendrá a la memoria decir: Profecía de Jehová; porque la palabra de cada uno le será por profecía; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de Jehová de los ejércitos, Dios nuestro. Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió Jehová, y qué habló Jehová? Mas si dijereis: Profecía de Jehová; por eso Jehová dice así: Porque dijisteis esta palabra, Profecía de Jehová, habiendo yo enviado a deciros: No digáis: Profecía de Jehová, por tanto, he aquí que yo os echaré en olvido, y arrancaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que di a vosotros y a vuestros padres; y pondré sobre vosotros afrenta perpetua, y eterna confusión que nunca borrará el olvido.
24 Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová. Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se podían comer. Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien. Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón. Y como los higos malos, que de malos no se pueden comer, así ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que moran en la tierra de Egipto. Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los lugares adonde yo los arroje. Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres. 25 Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia; la cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los moradores de Jerusalén, diciendo: Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés años, ha venido a mí palabra de Jehová, y he hablado desde temprano y sin cesar; pero no oísteis. Y envió Jehová a vosotros todos sus siervos los profetas, enviándoles desde temprano y sin cesar; pero no oísteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar cuando decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y moraréis en la tierra que os dio Jehová a vosotros y a vuestros padres para siempre; y no vayáis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y adorándoles, ni me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal. Pero no me habéis oído, dice Jehová, para provocarme a ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro. Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre. Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones. Porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos. Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío. Y beberán, y temblarán y enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas. Y tomé la copa de la mano de Jehová, y di de beber a todas las naciones, a las cuales me envió Jehová: a Jerusalén, a las ciudades de Judá y a sus reyes, y a sus príncipes, para ponerlos en ruinas, en escarnio y en burla y en maldición, como hasta hoy; a Faraón rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo; y a toda la mezcla de naciones, a todos los reyes de tierra de Uz, y a todos los reyes de la tierra de Filistea, a Ascalón, a Gaza, a Ecrón y al remanente de Asdod; a Edom, a Moab y a los hijos de Amón; a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón, a los reyes de las costas que están de ese lado del mar; a Dedán, a Tema y a Buz, y a todos los que se rapan las sienes; a todos los reyes de Arabia, a todos los reyes de pueblos mezclados que habitan en el desierto; a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam, a todos los reyes de Media; a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la faz de la tierra; y el rey de Babilonia beberá después de ellos. Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levantéis, a causa de la espada que yo envío entre vosotros. Y si no quieren tomar la copa de tu mano para beber, les dirás tú: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tenéis que beber. Porque he aquí que a la ciudad en la cual es invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal; ¿y vosotros seréis absueltos? No seréis absueltos; porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra, dice Jehová de los ejércitos. Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde su morada santa dará su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra. Llegará el estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene juicio contra las naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos a espada, dice Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra. Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso. Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño. ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! porque Jehová asoló sus pastos. Y los pastos delicados serán destruidos por el ardor de la ira de Jehová. Dejó cual leoncillo su guarida; pues asolada fue la tierra de ellos por la ira del opresor, y por el furor de su saña.

Salmos 87:
Los cimientos de la ciudad de Dios están en el santo monte. El Señor ama las entradas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah. "Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: Éste nació en Sión. " De Sión se dirá, en efecto: "Éste y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido." El Señor anotará en el registro de los pueblos: "Éste nació en Sión." Selah. Y mientras cantan y bailan, dicen: "En ti se hallan todos mis orígenes."



Proverbios 21:
En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los corazones. Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios. Los ojos altivos, el corazón orgulloso y la lámpara de los malvados son pecado. Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso! La fortuna amasada por la lengua embustera se esfuma como la niebla y es mortal como una trampa. La violencia de los malvados los destruirá, porque se niegan a practicar la justicia. Torcido es el camino del culpable, pero recta la conducta del hombre honrado. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. El malvado sólo piensa en el mal; jamás se compadece de su prójimo. Cuando se castiga al insolente, aprende el inexperto; cuando se instruye al sabio, el inexperto adquiere conocimiento. El justo se fija en la casa del malvado, y ve cuando éste acaba en la ruina. Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda. El regalo secreto apacigua el enojo; el obsequio discreto calma la ira violenta. Cuando se hace justicia, se alegra el justo y tiembla el malhechor. Quien se aparta de la senda del discernimiento irá a parar entre los muertos. El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será rico. El malvado pagará por el justo, y el traidor por el hombre intachable. Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra. El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra. El sabio conquista la ciudad de los valientes y derriba el baluarte en que ellos confiaban. El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias. Orgulloso y arrogante, y famoso por insolente, es quien se comporta con desmedida soberbia. La codicia del perezoso lo lleva a la muerte, porque sus manos se niegan a trabajar; todo el día se lo pasa codiciando, pero el justo da con generosidad. El sacrificio de los malvados es detestable, y más aún cuando se ofrece con mala intención. El testigo falso perecerá, y quien le haga caso será destruido para siempre. El malvado es inflexible en sus decisiones; el justo examina su propia conducta. De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo. Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor.



El Libro de Los Hechos Capítulo 19 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 19
(58 d.C.)
ÉFESO
Y ACONTECIÓ que entre tanto que Apolos estaba en Corinto (pertenece a Hch. 18:27), Pablo, habiendo recorrido las regiones superiores, vino a Éfeso (se refiere anteriormente a Hch. 18:23): y hallando ciertos Discípulos (eran seguidores de Cristo, pero deficientes en su entendimiento),
2 Les dijo, ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creísteis? (En el Griego, es literalmente, "¿habiendo creído, recibió usted?" Sabemos que estos hombres ya fueron salvos porque cada vez que se usaba la palabra "Discípulos" en el Libro de los Hechos, se refiere a las personas que habían aceptado a Cristo. Pablo reconocía que estas personas, aunque eran salvas, todavía no habían sido Bautizados con el Espíritu Santo.) Y ellos le dijeron, Antes ni aun  hemos oído si hay Espíritu Santo (no significa que no sabían de la existencia del Espíritu Santo, sino que no estaban conscientes de que había venido la época del Espíritu, y que los Creyentes podían literalmente ser Bautizados con Él; en la Salvación, el Espíritu Santo Bautiza a los pecadores que creen colocándoles en Cristo; en el Bautismo del Espíritu, Jesús Bautiza a los Creyentes en el Espíritu Santo [Mat. 3:11]).
3 Entonces dijo, ¿En qué pues sois bautizados? (Después de preguntar sobre el Bautismo del Espíritu Santo, Pablo recibió sólo una mirada fija y vacía, por así decirlo.) Y ellos dijeron, en el Bautismo de Juan (era el Bautismo de Arrepentimiento).
4 Y dijo Pablo, Juan bautizó con Bautismo de Arrepentimiento (que, en efecto, era todo lo que podía hacer durante ese tiempo), diciendo al pueblo que creyesen en Él que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el Cristo (revela a Juan el Bautista que proclama a Jesús como el Salvador de la humanidad).
5 Oído que hubieron esto (sin duda, Pablo dijo mucho más; sin embargo, la evidencia es que ellos al instante creyeron y aceptaron lo que Pablo dijo, y entonces desearon lo que él dijo), fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús (quiere decir, "por la autoridad del Señor Jesús"; la única fórmula Bautismal en la Palabra de Dios es Mat. 28:19).
6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos (constituye un principio Bíblico [Hch. 8:17; 9:17-18]), vino sobre ellos el Espíritu Santo (se refiere a ellos que son Bautizados con el Espíritu Santo); y hablaban en lenguas, y profetizaban (proclama las Lenguas como evidencia física inicial que ha sido Bautizado con el Espíritu Santo; a veces está acompañada con la Profecía en ese momento y a veces no [Hch. 8:17; 9:17; 10:46]).
7 Y eran en todos como unos doce hombres (al parecer no habían mujeres implicadas en este tiempo).
LA SINAGOGA
8 Y entrando él (Pablo) dentro de la Sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses (parece ser que él pasaba más tiempo aquí que en la mayoría de las Sinagogas), disputando y persuadiendo del Reino de Dios (había traído pruebas razonables de Las Escrituras del Antiguo  Testamento para demostrar que el Reino [la autoridad del gobierno] de Dios son reveladas en Jesús, Quien Ascendió a la Diestra del Padre y está sentado en el Trono del Padre [Hch. 2:30-33]).
LA IGLESIA
9 Mas endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud (se rebelaron contra el Evangelio de Cristo), apartándose Pablo de ellos separó a los Discípulos (expone la ruptura con la Sinagoga), disputando cada día en la escuela de un cierto Tirano (se cree que es la Sala de Conferencias de un Filósofo Griego).
10 Y esto fue por espacio de dos años (es posible que se refiera a muchas noches, y a veces, durante el día también; él pasó un total de tres años en Éfeso [Hch. 20:31]); de manera que todos los que habitaban en Asia, Judíos y Griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús (no se refiere a cada una de las personas, sino más bien de personas de toda clase social y de todas las áreas circundantes)
LOS MILAGROS
11 Y hacía Dios singulares Maravillas por manos de Pablo (el Señor obró estas cosas, no Pablo):
12 De tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los pañuelos de su cuerpo (no hay ninguna indicación en el Texto que él deliberadamente envió estas cosas, aunque él definitivamente pudiera haberlo hecho, sino más bien que la gente por su propia cuenta los recogió; se llevaron al afectado o al poseído por demonios, evidentemente colocaban la tela sobre la persona, y recibía sanidad y/o liberación), y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos (no eran los pedazos de la tela que obraban la sanidad, sino más bien el Poder de Dios que utilizaba estas telas como un punto de contacto con respecto a la Fe).
13 Y algunos de los Judíos, exorcistas vagabundos (habla de personas que practicaban la adivinación, y quienes no eran de Dios, sino más bien de Satanás), tentaron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos (por lo visto esta gente había oído a Pablo ministrar y lo habían observado orar por los enfermos y expulsar a los demonios; evidentemente notaron que él usó "el Nombre de Jesús," que tenía un efecto poderoso), diciendo, Os conjuro por Jesús, el que Pablo predica (parece que se inventaron su propia fórmula o conjuro al observar a Pablo).
14 Y había siete hijos de un tal Esceva, Judío, Dirigente de los Sacerdotes, que hacían esto (deduce que este hombre puede haber sido un miembro del Consejo Judío en Éfeso).
15 Y respondiendo el espíritu malo, dijo (señala a un hombre que fue poseído por demonios, y que algunos o todos sus siete hijos habían sido contratados para exorcizar este espíritu), A Jesús conozco y sé quién es Pablo; mas vosotros ¿quiénes sois? (Representa dos verbos Griegos diferentes y distintos en cuanto a la palabra "conozco." ¡Con respecto a Jesús, se insinúa temor! Con respecto a Pablo, había menos acción.)
16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos (es probable que los siete hijos se vieron envueltos en esa situación y vencidos por el hombre poseído por los demonios), de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos (el Texto Griego indica que sufrieron heridas lo bastante severas para estar afectados por un buen período de tiempo).
17 Y esto fue notorio a todos, así Judíos como Griegos, los que habitaban en Éfeso ("todos" no quiere decir cada una de estas personas, sino más bien un buen número); y cayó temor sobre todos ellos (se daban cuenta ya que no han de jugar con el Nombre de Jesús), y era ensalzado el Nombre del Señor Jesús (presenta la idea constante del Espíritu Santo que Jesús siempre será glorificado [Jn. 16:14]).
18 Y muchos de los que habían creído, venían (habla de aquellos que habían confiado en el Señor para la Salvación, pero todavía no dejaban ciertos pecados), confesando y dando cuenta de sus hechos (tiene que ver con el Espíritu Santo que ahora guía a los Creyentes a la Santidad y a la Justicia, así como anteriormente los había guiado a la Salvación).
19 Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos ("artes curiosas" se refiere a la práctica de la magia; entonces el Espíritu Santo estaba obrando con poder en las vidas de la gente, como él lo desea hacer siempre; si Le permitimos, Él nos limpiará; y lo hace a través de la Fe en Cristo y Su Cruz [Rom. 8:2]): y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios (debe haber sido muchos, muchos libros, etc., por la cantidad en el año 2003 sumaba en valor de unos dos millones de dólares).
20 Así crecía poderosamente la Palabra del Señor, y prevalecía (no dice que la Iglesia crecía con  fuerza, sino mas bien "la Palabra de Dios. . .").
21 Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo en Espíritu (se refiere al Espíritu Santo) partir a Jerusalén, después de pasar por Macedonia y Acaya (quería estar allí para la Fiesta de Pentecostés [Hch. 20:16]), diciendo, Después que hubiere estado allá me será necesario ver también a Roma (el Texto Griego indica que había una Mano Divina colocada sobre Pablo).
22 Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto (tiene que ver con las preparaciones que ellos harían en las Iglesias para la visita de Pablo dentro de poco tiempo); él se estuvo por algún tiempo en Asia (se quedó en Éfeso un poco más de tiempo, tal vez dos o tres meses).
ÉFESO
23 Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino ("del Camino" es el "Camino Pentecostal," que caracteriza la totalidad del Libro de los Hechos).
24 Porque un platero llamado Demetrio (es posible que era el maestro-gremio del gremio de los plateros o del sindicato), el cual hacía de plata templecillos de Diana (habla de las miniaturas del templo de Diana con la diosa al fondo en medio del templo), daba a los artífices no poca ganancia (habla de aquellos que se ganaban la vida trabajando en este tipo de artesanía);
25 A los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio (a los cuales Demetrio los llamó para reunirse), dijo, Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia (nos dice que su mayor preocupación no era en realidad la adoración o el honor a esta diosa, sino de su prosperidad).
26 Y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia (presenta un testimonio poderoso, que proviene de un enemigo, al poder y la eficacia de las labores de Pablo y de su Mensaje), ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos (proclama lo que Pablo predicaba, y al cual muchas personas habían llegado a creer, y con toda la razón):
27 Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche (conlleva la idea de que esto caería en desprestigio); sino también que el Templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo (había aquí algo de exageración).
28 Oídas estas cosas, se llenaron de ira (las acusaciones de Demetrio tuvieron el efecto deseado), y dieron alarido diciendo, ¡Grande es Diana de los Efesios! (en realidad, la gran riqueza y la prominencia de la ciudad de Éfeso fue en gran parte debido al gran Templo de Diana, pero que básicamente se localizó en esa ciudad.)
29 Y la ciudad se llenó de confusión (se formaba la turba): y unánimes se arrojaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo (reconociendo a estos dos hombres como compañeros de Pablo, los arrastraron al anfiteatro).
30 Y queriendo Pablo salir al pueblo (Pablo decidió entrar en el teatro y dirigirse a la muchedumbre), los Discípulos no le dejaron (los Creyentes que eran parte de la Iglesia en Éfeso, y sabían del peligro que le esperaba a Pablo).
31 También algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos (eran hombres de alto rango y gran riqueza, que representa una vez más la asombrosa prueba de la gran influencia de la predicación de Pablo en Asia), enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro (me parece que enviaron mensaje a Pablo, pero no se presentaron en persona).
32 Y otros gritaban otra cosa (representa las acciones y peculiaridades de una turba): porque la concurrencia estaba confusa; y los más no sabían por qué se habían juntado (quiere decir que habían unos cuántos que agitaban a muchos).
33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los Judíos (no está claro quién exactamente era este Alejandro). Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería dar razón al pueblo (representa lo que no sirve de nada).
34 Mas cuando conocieron que era Judío (explica el motivo por la cual siguió con sus arranques), un grito se levantó de todos ellos, que gritaron casi por dos horas, Grande es Diana de los Efesios (a pesar de todo esto, la historia hace mención que el Evangelio que Pablo predicó, tenía tanto efecto que los adoradores de la diosa Diana se reducían en números cada vez, mientras que la Iglesia en Éfeso seguía floreciendo).
35 Entonces el escribano, cuando había calmado la gente (presenta una oficina de influencia), dijo, Varones Efesios ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios es honradora de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? (La idea es que Éfeso es el orgulloso poseedor de esta diosa, de la cual ninguna otra ciudad en el mundo podía jactarse.)
36 Así que, pues esto no puede ser contradicho (apela al orgullo de estas personas, en cuanto a la grandeza de Diana), conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis imprudentemente (representa el buen consejo, aunque provenía de un pagano).
37 Pues habéis traído a estos hombres (se refiere a Gayo y Aristarco), sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa (quiere decir que Pablo no había dirigido su atención a este ídolo, pero, sin duda, se había referido a ídolos hechos por manos humanas [v. 26]).
38 Que si Demetrio y los oficiales que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen (refleja el sentido común del funcionario de la municipalidad), y procónsules hay; acúsense los unos a los otros (él les decía que si Demetrio realmente tuviera un caso contra Pablo y aquellos que estaban con él, entonces debería presentarlo en el Tribunal abierto).
39 Y si demandáis alguna otra cosa (en efecto, dice, si hay otras quejas contra Pablo además de lo mencionado, habría de dirigirlo correctamente, y no por la acción de la turba), en legítima asamblea se pueda decidir (Tribunal abierto).
40 Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por hoy (se refiere a la perturbación de la paz Romana por ninguna razón), no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso (expone que el funcionario de la municipalidad se pregunta cómo iba a explicar la acción de la turba a las autoridades Romanas, al tener que dar cuentas).
41 Y habiendo dicho esto, despidió la concurrencia (prevaleció el sentido común, y de inmediato fueron liberados Gayo y Aristarco).



1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e  intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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