05 January 2019

El 5 de enero Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-capítulo-4
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El 5 de enero Lectura Bíblica Diaria:
 

Génesis 48 a 50:

  


CAPÍTULO 48

(1689 a.C.)

LOS HIJOS DE JOSÉ



     1 Y SUCEDIÓ después de estas cosas (Hebreos 11:21 arroja mucha luz al maravilloso Capítulo 48 de Génesis; incluso, en los Capítulos 48 y 49, Jacob reluce como nunca antes; si se puede notar, el Espíritu Santo se refiere a él repetidas veces como «Israel»; es la gran acción de Fe de su vida; débil y moribundo, y sin nada más que el bordón en que se apoyaba y adoraba, aun así otorgó una vasta e invisible posesión a sus nietos — Williams) el haberse dicho a José:  He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo sus dos hijos Manasés y Efraín (estos jóvenes deben haber tenido unos 18 ó 20 años en ese momento).

     2 Y se hizo saber a Jacob, diciendo:  He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama. (José quiere que sus dos nietos conozcan y se den cuenta que aunque ellos nacieron en Egipto, y todo lo que han conocido es Egipto, aun así, no son Egipcios, sino de la casa de Jacob, es decir, Israelitas. Tal es el cuadro de los Creyentes nacidos en este mundo presente, pero que no son de este mundo, pero del mundo venidero. Y finalmente, no hay que pasar por alto el significado del cambio del nombre de «Jacob» a «Israel». Por fe [es siempre por la Fe], el gran Patriarca, movido por el SEÑOR, afirmará las Promesas, y trazará el curso de Israel. Aunque en lo natural los ojos del Patriarca están muy oscurecidos, su Fe arde con gran esplendor, en realidad más brillante que nunca; por eso se le llama «Israel».)

     3 Y dijo a José:  El Dios Omnipotente (Jacob se refiere a Dios como «El Shaddái», utilizando el mismo nombre el cual Dios había usado al referirse a Sí Mismo, cuando le apareció al Patriarca en Betel, después de la triste experiencia de Siquén [35:7-15]) me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo,

     4 Y me dijo:  He aquí, yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de pueblos; y daré esta tierra a tu simiente después de ti por heredad perpetua. (Los Palestinos deberían leer estas palabras con mucho cuidado).

     5 Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. (Por esto, Jacob indicaba que estaba pasando por alto a los hijos mayores y asegurándose que José recibiría la doble porción de la primogenitura. Lo que aplicaría a Efraín y Manasés, por lo tanto Jacob, por el Espíritu Santo, los reclama como suyos.)

     6 Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. (En Las Escrituras no hay registro que José tuvo otros hijos fuera de Efraín y Manasés, aunque pudiera haber tenido más. Pero si fuera, así no podían ser contados, con respecto a la «bendición», respecto a Efraín y Manasés. En otras palabras, la bendición de ellos tendría que ser la bendición de los dos. Todo esto es de gran importancia, porque tenía que ver con el surgimiento de la Nación de Israel, de la cual vendría el Mesías, y sería dada la Palabra de Dios. Por eso, nada en el mundo era más importante que esto, de aquí que el Espíritu Santo instruía a Jacob como correspondía.)

     7 Porque cuando yo venía de Padán Aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén (donde murió Raquel es donde nacería Jesús; «que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él sólo queda: pero si muriere, mucho fruto lleva» [Jn. 12:24]).



LA BENDICIÓN



     8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo:  ¿Quiénes son éstos? (El hecho que Jacob inicialmente no podía discernir la presencia de los hijos de José muestra que la adopción de ellos a la familia teocrática fue impulsada, no motivada por el afecto natural impulsado al ver a estos jóvenes, sino por el impulso interno del Espíritu de Dios.)

     9 Y respondió José a su padre:  Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo:  Acércamelos ahora a mí, para que yo los bendiga. (La «bendición» consistía de la doble porción de José, con una porción dada a cada uno de estos hijos, que, como se dijo, contenía un significado desproporcionado al pensamiento natural.)

    10 Y los ojos de Israel estaban tan agravados de la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, llegar a él, y él los besó y abrazó. (Aunque el Patriarca estaba casi ciego, el Espíritu Santo lo llama «Israel,» porque él podía «ver» por Fe.)

    11 Y dijo Israel a José:  No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también tu simiente. (Satanás le había dicho al Patriarca que nunca volvería a ver a José. Pero ahora el Espíritu Santo dice: «No sólo has visto a José, sino también a sus hijos ». La verdadera Fe en Dios nunca será decepcionada.)

    12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra (proclama el hecho que José comprendió la tremenda importancia de lo que se decía y hacía aquí).

    13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su diestra, a la siniestra de Israel (porque Efraín era el menor); y a Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel (porque era el mayor), y les hizo llegar a él.

    14 Entonces Israel extendió su diestra, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor (que significa por su mano derecha que la mayor parte de la bendición sería para Efraín, aunque él era el menor), y su siniestra sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede (guiado por el Espíritu Santo); aunque Manasés era el primogénito (si no fuera por el Espíritu de Dios, él hubiera recibido la porción más grande).

    15 Y bendijo a José (la doble porción sería para los hijos de José; justo antes de que bendijera Jacob a estos jóvenes, el anciano Patriarca toma su báculo, se sostiene para no caerse, se postra agradecido en adoración a Dios; Pablo lo menciona [Heb. 11:21]), y dijo:  El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día (él especifica que la bendición que está por pronunciarse era de parte solamente de Dios),

    16 El  Ángel que me liberta de todo mal (esto habla del SEÑOR como un Ángel, pero no debe confundirse con esa creación en particular), bendiga a estos jóvenes; y mi nombre sea llamado en ellos, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac; y multiplíquense y que crezcan a producir grandes multitudes en medio de la Tierra. (El «nombre» se refería a la Promesa, mientras que «multitudes» hablaban de Bendición. La Promesa tenía que ver con el Redentor venidero, Quien efectivamente vino. La bendición se refiere a la multitud, y se ha cumplido parcialmente, pero definitivamente se cumplirá en el Milenio venidero, cuando Israel será la primera nación de la Tierra.)

    17 Entonces viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto (porque Efraín era el menor, y por lo tanto no debería normalmente recibir la porción más grande); y asió la mano de su padre, para cambiarla de sobre la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.

    18 Y dijo José a su padre:  No así, padre mío, porque éste es el primogénito (Manasés es el primogénito); pon tu diestra sobre su cabeza.

    19 Pero su padre rehusó, y dijo:  Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su simiente será multitud de naciones. (El reino del norte de Israel, unos 800 años en el futuro, sería llamado «Efraín»; sin embargo, el cumplimiento mayor tiene que ver con «una multitud de naciones» que espera la Edad del Reino venidero.)

    20 Y los bendijo aquel día, diciendo:  En ti bendecirá Israel, diciendo: Póngate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín delante de Manasés.

    21 Y dijo Israel a José:  He aquí, yo muero, mas Dios será con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres (lo que ocurriría unos 240 años en el futuro).

    22 Y yo te he dado a ti una parte sobre tus hermanos, la cual tomé yo de mano del Amorreo con mi espada y con mi arco. (No se nos dice exactamente qué significa esta declaración de Jacob. Bien podría ser un conflicto con los Amorreos, del cual no se nos dice nada; sin embargo, podría referirse al día venidero cuando Israel derrotará a los que refutan su derecho a la Tierra Prometida, que tomara lugar en la Segunda Venida.)



CAPÍTULO 49

(1689 a.C.)

LA PROFECÍA



     1 Y LLAMÓ Jacob a sus hijos, y dijo:  Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días. (Este Capítulo forma una de las grandes profecías dispensacionales de la Palabra de Dios. Tiene que ver con los «últimos y postreros días». Es la primera vez que se usa esta expresión: «los postreros días.»

    La Profecía puede dividirse en lo siguiente:  Rubén, Simeón y Leví, la historia moral de Israel hasta el Primer Advenimiento; Judá, la aparición del Mesías y Su rechazo; Zabulón e Isacar, la dispersión y dominación de los Judíos entre los Gentiles; Dan, la aparición y reino del Anticristo. Gad, Aser y Neftalí presentan el clamor de angustia de los hijos electos de Israel para la Segunda Venida de Cristo. José y Benjamín juntos predicen la Segunda Venida, en gloria, del Mesías de Israel — Williams.)

     2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob; y escuchad a vuestro padre Israel. (En los Versículos 1 y 2, el Espíritu Santo guía el uso de ambos nombres, «Jacob» e «Israel». Si bien los doce hijos se reúnen en su presencia, se refiere a él como «Jacob»; sin embargo, cuando se refiere a las profecías que se darán, se refiere a él por su nombre de príncipe, «Israel».)

     3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder (es lo que debe haber sido Rubén).

     4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal (Rubén no fue Profeta, Gobernador, ni gran hombre); por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado (35:22).

     5 Simeón y Leví, hermanos (culpables del mismo pecado); instrumento de ira son sus armas (34:25-29).

     6 En su secreto no entre mi alma (conspiraciones secretas para asesinar a los de Siquén); ni mi honra se junte en su compañía (Jacob no tenía parte en la matanza de los de Siquén); que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro (cuando tomaron cartas en el asunto, en lugar de seguir al SEÑOR, ellos estorbaron enormemente el muro protector del SEÑOR alrededor de Jacob).

     7 Maldito su furor, que fue fiero; y su ira; que fue dura; Yo los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel. (La Tribu de Simeón, cuando entraron a la Tierra de Israel varios siglos en el futuro, no tendría herencia, pero, de hecho, tendría su parte en la herencia de Judá. Así también, Leví no tendría herencia del todo, sino que tendría su maldición convertida en bendición ya que llegaron a ser la Tribu Sacerdotal de Israel, pero aún dispersos por toda la nación, cumpliendo la profecía.)

     8 Judá, te alabarán tus hermanos (el nombre Judá significa «alabanza», y es de esta Tribu de la cual vendría el Mesías); tu mano estará en el cuello de Tus enemigos (se refiere a la gran victoria que en la Cruz Cristo ganaría sobre Satanás y todos los poderes de las tinieblas [Col. 2:14-15]); los hijos de tu Padre se inclinarán a ti (Israel lo hará en la Segunda Venida).

     9 Cachorro de león es Judá (se refiere a un cachorro, en el poder de su juventud, absolutamente invencible; Esto representa a Cristo en la flor de Su madurez, lleno del Espíritu Santo, sanando a los enfermos, echando fuera demonios, resucitando muertos y obrando portentos y maravillas, y los espíritus demoníacos temblando a Sus Pies); de la presa (el león está siempre en busca de la presa, la presa nunca busca al león), subiste (significa que Cristo está siempre a la ofensiva), Hijo mío (Jesús es el Hijo de Dios), se encorvó, se echó como león (un león imperioso, de pie sobre las patas traseras, listo para saltar al ataque, que, de hecho, era el símbolo de la Tribu de Judá), así como león viejo (se refiere a uno que madura hasta llegar a ser de pleno vigor y ferocidad), ¿quién Lo despertará? (¿Quién sería tan insensato como para responder a la invencibilidad absoluta de Cristo?)

    10 No será quitado el cetro de Judá (el «Cetro» se define como «un báculo de cargo y autoridad», que pertenece a Cristo), y el legislador de entre Sus Pies (se refiere a que Judá estaba destinado a ser el guardián de la Ley, lo que eran ellos; el Templo estaba en Jerusalén, que era parte de la Tribu de Judá, y que tenía que ver con la Ley), hasta que venga Siloh (cuando venga Jesús, tipificado por el nombre «Siloh», Quien, era, y es el Verdadero Legislador, Él cumplió la Ley en su totalidad por Su Vida y Su Muerte, por ello, satisfizo todas sus demandas justas); y a Él se congregarán los pueblos (el único camino a Dios el Padre es por Cristo el Hijo; el único camino a Cristo el Hijo es por medio de la Cruz; el único camino a la Cruz es por abnegación de sí mismo [Luc. 9:23-24]).

    11 Atando a la vid (la «Vid» se refiere a la fruta, y, de hecho, «la sangre de uvas,» se refiere a lo que Él hizo en la Cruz al derramar la Sangre de Su Vida, para producir este fruto [Jn. 15:1]) su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto (todo esto se refiere a la Cruz, y El que lava Sus Vestidos en vino, o sea, «en sangre»).

    12 Sus Ojos rojos del vino (Sus ojos miraban siempre hacia la Cruz) y los dientes blancos de la leche (se refiere a la Justicia de Cristo; es la Justicia que Él siempre ha tenido, y que ahora está disponible para nosotros, por lo que Él hizo en Sus Sufrimientos, esto es, «la sangre de uvas»).

    13 Zabulón en puertos de mar habitará. Y será para puerto de navíos (esta descripción de Zabulón no es tanto geográfica como ocupacional; lo más cercano que esta Tribu llegó al Mediterráneo fue a unos 16 kilómetros [10 millas]; sin embargo, las grandes vías de mercaderías de norte a sur, etc., pasaron por Zabulón, siendo ellos muy activos en el comercio); y su término hasta Sidón (debiera traducirse, «Y sus fronteras serán hacia Sidón»)

    14 Isacar, asno robusto echado entre dos alforjas;

    15 Y vio (Isacar vio) que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; y bajó su hombro para llevar (la Tribu de Isacar está contiguo al Río Jordán y, como resultado, fue favorecida con los mejores áreas agrícolas en toda Israel), y sirvió en tributo (tiene que ver con servicios agrícolas, y no se refiere a la subyugación de ninguna otra nación).

    16 Dan juzgará a su pueblo, como una de las Tribus de Israel.

    17 Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que  muerde los talones de los caballos, y hace caer por detrás al cabalgador de ellos (Dan tenía la habilidad de gobernar, pero aun así llegó a ser una serpiente peligrosa. Con toda certeza se puede observar que la primera introducción de idolatría en Israel se atribuye a la Tribu de Dan [Juec., Cap. 18] y, al enumerar las Tribus del Apocalipsis, Capítulo 7, se omite el nombre Dan.

    Así también, se cree que el Anticristo, quien será Judío, saldrá de la Tribu de Dan, una vez más se asemeja a «una víbora en el camino», una serpiente muy venenosa.)

    18 Tu Salvación esperé, oh SEÑOR (se refiere a la Segunda Venida).

    19 Gad, tropas lo vencerán; pero él vencerá al fin («Gad» será vencido por el Anticristo durante la Gran Tribulación, pero «vencerá al fin,» que se refiere a la Segunda Venida).

    20 El pan de Aser será grueso, y él dará deleites al rey. («Aser» podría bien ser la primera de las Tribus para dar la bienvenida a Cristo en Su Segunda Venida. La frase «dará deleites al rey», pertenece a una excelente presentación para  el Rey. Ese Rey es el SEÑOR Jesucristo.)

    21 Neftalí, cierva (cierva hembra) suelta, que dará palabras hermosas. («Neftalí» tendrá palabras maravillosas para Cristo en Su regreso. Serán palabras de arrepentimiento [Zac. 13:1].)

    22 Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro (José, como Judá, es un Tipo de Cristo, por consiguiente, los superlativos fluyentes y brillantes. Judá está descrito como Cristo en Sus sufrimientos; mientras que José está descrito como Cristo en Sus Bendiciones Milenarias).

    23 Y le causaron amargura, y le lanzaron flechas, y le aborrecieron los arqueros (todo habla de lo que hizo Israel a Cristo).

    24 Pero Su Arco se mantuvo poderoso, y los Brazos de Sus Manos se fortalecieron por las Manos del Fuerte de Jacob (a pesar de la oposición,Cristo hizo lo que Él vino a hacer, que se refiere a la Cruz), (de allí el Pastor, la Piedra de Israel,) (aquí Cristo es llamado por dos nombres, «Pastor» y la «Roca de Israel».)

    25 Del Dios de Tu Padre, el Cual Te ayudará (es Sólo Cristo Quien goza de las Bendiciones del Padre; y esas Bendiciones Le vendrán de toda forma), y del Omnipotente, el Cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones del seno y de la matriz (debemos entender que Dios no bendice al hombre, de por sí, sino más bien, Él bendice a Cristo; si uno está en Cristo, entonces es bendecido).

    26 Las Bendiciones de Tu Padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores (antepasados) hasta el término de las colinas eternas (mientras duren los collados, durarán las Bendiciones de Dios; puesto que los collados son «eternos», significa que las Bendiciones de Dios, por medio de Cristo, también son eternas) serán sobre la cabeza de José (las Bendiciones estarán sobre Cristo, de Quien José era un Tipo), y sobre la cabeza de la corona de entre Sus hermanos (aunque Cristo era hombre, él estaba apartado de todos los demás hombres, y porque, también, era el Hijo de Dios).

    27 Benjamín, (la Tribu de Benjamín podría ser la tribu que tomará la delantera para oponerse al Anticristo; por eso queda claro que Jacob fue guiado en lo que declaró por el Espíritu de Profecía, y no por afecto natural; o él hubiera hablado en un tono más tierno de su hijo amado Benjamín); es lobo arrebatador (rapaz, algo tomado como presa), a la mañana comerá la presa, y a la tarde repartirá los despojos (podría suceder durante la Gran Tribulación venidera, así como la Tribu de Benjamín se opone de lleno al
Anticristo)
.

    28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, y los bendijo; a cada uno por su bendición los bendijo (aunque Rubén, Simeón y Leví estaban bajo las señales del desagrado de su padre, aún le indica que debe bendecirles, cada uno según su bendición, porque ninguno de ellos fue rechazado como Esaú).

    29 Les mandó luego, y les dijo:  Yo voy a ser reunido con mi pueblo; sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita (el corazón del Patriarca no estaba puesto en la riqueza de su recámara lujosa, sino estaba muy lejos en la tierra escogida de Dios; nosotros, también, debemos recordar que mientras estemos en el mundo, no debemos ser de este mundo; nuestro tesoro está en otro lugar).

    30 En la cueva que está en el campo de Macpela, que está delante de Mamré en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el hitita, para heredad de sepultura (el gran Patriarca nunca permitió que todo el esplendor de Egipto y su lujo quitara su Fe de su objetivo correcto; que era siempre Cristo y la Cruz).

    31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea. (Su pedido que lo sepultaran en donde Abraham e Isaac fueron sepultados declaraba, dentro de sí mismo, y declaraba, que todos estos reclamaban la tierra en su totalidad. Dios se las había prometido a ellos, y al fin esa Promesa será cumplida.)

    32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.



LA MUERTE DE JACOB



    33 Y como acabó Jacob de dar órdenes a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y murió; y fue reunido con sus padres. (Las últimas horas del gran Patriarca estuvieron llenas de profecías y predicciones respecto a las doce Tribus de Israel, que finalmente traería el Redentor al mundo. Él murió cuando la Profecía fue dada, pero no murió hasta que fue dicho. Debe decirse que Jacob guardó la Fe que fue entregada a Abraham y su padre Isaac. Él no permitió que la antorcha cayera o se apagara. En su muerte, ardía resplandeciente y, más brillante que nunca antes.)



CAPÍTULO 50

(1689 a.C.)

LA SEPULTURA DE JACOB



     1 ENTONCES se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. (José cerró los ojos de su padre, como fue predicho por el SEÑOR a Jacob [46:4]. El Versículo 1 es un cuadro de Cristo llorando sobre Israel. Jacob estaba muerto en lo físico, pero vivo en lo espiritual. Israel estaba vivo en lo físico, y muerto en lo espiritual.)

     2 Y mandó José a sus siervos médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel (El cuerpo de Jacob fue embalsamado, pero su alma y espíritu fueron al Paraíso, para estar allí con su abuelo Abraham y su padre Isaac, y todos los demás Creyentes que habían vivido hasta este momento).

     3 Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados (tomó todo ese tiempo para ese proceso), y lo lloraron los Egipcios setenta días (la muerte es un enemigo; es el último enemigo que será derrotado [I Cor. 15:26]; Jesús quitó el aguijón de la muerte en la Cruz pero, al finalizar la Edad del Reino, la muerte será totalmente derrotada, y para siempre [Apoc., cap. 20]).

     4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del Faraón, diciendo:  Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos del Faraón, diciendo (el hecho que José no habló personalmente con Faraón concuerda con los descubrimientos que muestran que los que endechaban en ese entonces no se afeitaban y, por lo tanto, no podían entrar en la presencia real).

     5 Mi padre me conjuró diciendo:  He aquí yo muero; en mi sepulcro que yo cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego pues que vaya yo ahora, y sepultaré a mi padre, y volveré (como se dijo, José estaba hablándole a Faraón por medio de miembros de la corte real)

     6 Y el Faraón dijo:  Vé, y sepulta a tu padre, como él te conjuró.

     7 Entonces José subió a sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto (la grandeza del cortejo fúnebre de Jacob debió haber sido algo maravilloso de presenciar; es asombroso pensar de este gran Patriarca, un peregrino toda su vida, y llevado a su lugar de descanso por la grandeza del poderoso Egipto; es una de las pocas veces en la historia que el mundo reconoció la grandeza que estaba entre ellos),

     8 Y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas.

     9 Y subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.

    10 Y llegaron hasta la era de Hatad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días (ya estaban en la tierra de Canaán; «siete» es el número perfecto de Dios; como tal, habla de la perfecta Salvación, que finalmente conducirá a la Resurrección).

    11 Y viendo los moradores de la tierra, los Cananeos, el llanto en la era de Hatad, dijeron:  Llanto grande es éste de los Egipcios; por eso fue llamado su nombre Abel Mizrayin, que está al otro lado del Jordán. (Los Cananeos no entendían lo que estaba haciendo José, creían que era algún tipo de ritual respecto a los Egipcios.)

    12 Hicieron, pues, sus hijos (los hijos de Jacob) con él, según les había mandado;

    13 Pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y le sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el hitita, delante de Mamré (Abraham, Isaac y Jacob fueron muy ricos en rebaños, oro y plata; sin embargo, cuando murieron, lo único que se llevaron consigo fue su Fe).



JOSÉ



    14 Y regresó José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que le hubo sepultado.

    15 Y viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. (Los hermanos de José nunca entendieron del todo quién era su hermano, o lo que él era. Ahora que Jacob había muerto, ellos esperaban mal de José. Ellos no podían, y quizá no quisieron, entender que José, siendo un Tipo de Cristo, les trataría, no con juicio, sino con Misericordia y Gracia.)

    16 Y enviaron a decir a José:  Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo (afirmaron que Jacob había dicho antes de morir que ellos debían pedir a José que los perdonara por el gran pecado que cometieron contra él).

    17 Así diréis a José:  Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre (ellos están repitiendo a José las palabras que Jacob les había dicho). Y José lloró mientras hablaban. (Con respecto a esto, Williams dice: «La incredulidad incurable del corazón se ilustra por los pensamientos crueles de los hermanos de José respecto a su afecto para ellos. Esta incredulidad conmovió a José a llorar; y en su acción y lenguaje, de nuevo él se destaca, tal vez como el Tipo de Cristo más extraordinario en la totalidad de la Biblia».)

    18 Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron:  Henos aquí por tus siervos. (Este Versículo registra las últimas cinco veces que los hermanos se postraron ante José, cumpliendo los sueños [37:5-11]. Un día, en su mayor cumplimiento, que será en los últimos días, Israel se rendirá a los Pies del SEÑOR Jesucristo, del Cual José era un Tipo.)

    19 Y les respondió José:  No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? (La pregunta de José, en efecto, dice: «Yo no soy el Juez y, por lo tanto, yo no castigo. Si hay algún castigo proporcionado, será Dios quien lo hace, y no yo. No tienen nada que temer de mí».)

    20 Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. (Este Versículo contiene una de las más grandes Promesas que se encuentra en toda la Palabra de Dios. Dios puede tomar el mal que se planeó en contra del Creyente, es decir, si el Creyente confía plenamente, y lo cambia a bien, hasta que todo lo que queda es el bien.)

    21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón (un Tipo perfecto de Cristo).


LA MUERTE DE JOSÉ



    22 Y estuvo José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.

    23 Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir, hijo de Manasés, fueron criados sobre las rodillas de José. (José tenía 110 años cuando murió. Él vivió en Egipto 93 años, y los descendientes de su padre vivieron allí 215 años. Este hombre que fue vendido como esclavo a Egipto llegó a ser el gobernador de la nación más poderosa y rica sobre la faz de la Tierra. Él fue sin duda uno de los Tipos más hermosos de Cristo que haya vivido.)

    24 Y José dijo a sus hermanos:  Yo me muero; pero Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de aquella tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac, y a Jacob. (Al mencionar José los nombres de su bisabuelo, su abuelo y su padre describen el hecho que cuando le fue entregada la antorcha de la Fe, él no permitió que se apagara.)

    25 E hizo jurar José a los Hijos de Israel, diciendo:  Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. (Cuando los Hijos de Israel salieron de Egipto, unos 3 millones de personas, que sería aproximadamente 122 años más tarde, Moisés con mucho cuidado «tomó consigo los huesos de José» [Éx. 13:19]. Vagaron unos 40 años en el desierto, se suman aproximadamente 162 años desde que murió José, sin duda, Josué ofició la sepultura de esos huesos sagrados — sagrados debido a la Fe.)

   26 Y murió José de edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto. (El Libro de Génesis comienza con vida y termina con muerte. Comienza con la creación y termina con un ataúd. Comienza con un Dios viviente y termina con un hombre muerto, y todo debido a la Caída.)


    
Salmo 87:  
Los cimientos de la ciudad de Dios están en el santo monte. El Señor ama las entradas de *Sión más que a todas las moradas de Jacob. De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah. "Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: Éste nació en Sión. " De Sión se dirá, en efecto: "Éste y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido." El Señor anotará en el registro de los pueblos: "Éste nació en Sión." Selah. Y mientras cantan y bailan, dicen: "En ti se hallan todos mis orígenes."

    
Proverbios 13: El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La   justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come   hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre. 
  

El Libro de Segunda Corintios Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 

CAPÍTULO 1
 
(60 d.C.)
 
INTRODUCCIÓN


PABLO, Apóstol de Jesucristo por la Voluntad de Dios, y Timoteo el hermano (el Llamado del Apóstol tiene la intención por el Señor de servir como el líder de facto de la Iglesia, y lo hace así por el Mensaje dado al Apóstol; el saludo presenta un alto honor para Timoteo), a la Iglesia de Dios que está en Corinto (su segunda Epístola a esta Iglesia, de la cual tenemos un registro), juntamente con todos los Santos que están por toda la Acaya (se refiere a toda Grecia): 2 Gracia (que viene por medio de la Cruz) y Paz (La Paz que resulta de la Obra del Espíritu Santo en la Santificación, que es el resultado de la Gracia) a vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo (Quien pagó el precio por esto en la Cruz).  ACCIÓN DE GRACIAS  3 Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo (presenta a Jesús como la Deidad y Dios como Su Propio Padre, que no puede decirse de nadie más), el Padre de Misericordias (Padre Misericordioso), y el Dios de toda consolación (alivio y consuelo); 4 El Cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones (no niega el hecho de la tribulación, pero garantiza realmente el consuelo en medio de la tribulación), para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios (consolaremos a otros de la misma forma como hemos sido consolados). 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo (corresponde a la Fe puesta en la Cruz, y que experimentamos sus ventajas gloriosas), así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. (Podemos ofrecer este consuelo de la Cruz a cualquier Creyente.) 6 Mas si somos atribulados (la ofensa de la Cruz [Gál. 5:11]), es por vuestra consolación y Salud (lo que el Señor nos ha mostrado acerca de la Cruz será de gran beneficio suyo), la cual se experimenta en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos (ustedes sufrirán la ofensa de la Cruz también): o si somos consolados, es por vuestra consolación y Salvación. ("El Consuelo" está en la Cruz, la cual siempre garantiza lo que se necesita.) 7 Y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación. (Aquellos que sufren la ofensa de la Cruz también experimentarán el consuelo de la Cruz.) 8 Porque Hermanos, no queremos que ignoréis de nuestra tribulación que nos fue hecha en Asia (no explica exactamente lo que es), que sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas de tal manera que estuviésemos en duda de la vida (si algo odia Satanás, es la Cruz lo que odia; por eso, él atacará a aquellos que Predican a “Cristo y Él Crucificado,” y los atacará fuertemente): 9 Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte (Pablo pensaba que él iba a morir), para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios que levanta los muertos (la prueba tiene la intención de enseñar no sólo la sumisión, sino la confianza absoluta en Dios [Jer. 17:5]): 10 El Cual nos libró (el Creyente no puede morir hasta que el Señor considere que haya terminado su obra), y nos libra de tanta muerte (lo anterior se refería al pasado, mientras que esto se refiere al presente): en El Cual esperamos que aún nos librará (confiamos en el Señor por el futuro); 11 Ayudándonos también vosotros con oración por nosotros (la convicción profunda de la eficacia de la oración intercesora de Pablo [Rom. 15:30-31; Fil. 1:19; File., v. 22]), para que por el don hecho a nosotros por medio de muchos, por muchos sean hechas gracias por nosotros. (A él le pareció que las oraciones de estos Creyentes contribuyeron enormemente hacia su liberación, ¡y sin duda así sucedió!)  POSTERGACIÓN  12 Porque nuestra gloria es esta (gloriarse en el Señor): el testimonio de nuestra conciencia (una conciencia buena), que con simplicidad y sinceridad de Dios (la sencillez de Cristo, que se refiere a la Cruz [II Cor. 11:3]), no con sabiduría carnal (lo que está fuera de la Cruz), mas con la Gracia de Dios (hecho posible por la Cruz), hemos conversado (comportamiento) en el mundo, y mucho más con vosotros. (Lo que la Cruz ha hecho posible en mi vida tiene el propósito de darle beneficio abundante.) 13 Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también conocéis (lo que os escribimos es lo que somos); y espero que aun hasta el fin las conoceréis (el Mensaje del Apóstol no cambiaría, y él no cambiaría); 14 Como también en parte habéis conocido (algunos en la Iglesia de Corinto no reconocieron el Apostolado de Pablo, por eso no reconocieron todo lo que él escribió como algo que procedía de Dios) que somos vuestra gloria (regocijándose en el hecho de que tenían a Pablo como su Maestro), así como también vosotros la nuestra (regocijándose en el hecho de que él podía enseñarles y observarlos crecer en la Gracia), para el Día del Señor Jesús. (Se refiere al “Tribunal de Cristo.”) 15 Y con esta confianza quise primero ir a vosotros (el Apóstol tenía mucha confianza de que la mayoría en la Iglesia en Corinto lo recibirían favorablemente), para que tuvieseis una segunda gracia (para que él pudiera instruirles más acerca de la Cruz); 16 Y por vosotros pasar a Macedonia (él había planeado detenerse cuando estuviera de paso en Corinto), y de Macedonia venir otra vez a vosotros (se refiere a una segunda visita que anhelaba hacer; en efecto, no realizó otra visita en ese entonces), y ser vuelto de vosotros a Judea (marcharse de Corinto para Judea; el nuevo plan ya no fue dividir su visita en Corinto, sino quedarse de una vez en aquella ciudad como se relata en I Cor. 16:6). 17 Así que, al haber propuesto esto, ¿usé quizá de liviandad? (Se refiere a como él cambiaba su parecer con respecto a la visita propuesta a Corinto, por lo menos, en cuanto a la fecha.) o lo que pienso hacer, ¿lo pienso según la carne (desde luego algunos acusaron a Pablo de no conocer la Mente del Espíritu), para que haya en mí Sí y No? (¡Algunos estaban diciendo que su "Sí" no quería decir sí, y su "No" no quería decir no!) 18 Antes, Dios fiel sabe que nuestra palabra para con vosotros no es Sí y No (no es inconstante). 19 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que por nosotros ha sido entre vosotros Predicado (coloca el argumento en cuanto a la integridad de Pablo directamente en el Evangelio que él Predicaba), por mí y Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en Él (conlleva la idea de Alguien Que no cambia [I Sam. 15:29; Mal. 3:6]). 20 Porque todas las Promesas de Dios son en Él (en Cristo) Sí, y en Él Amén (significa que estas Promesas no cambiarán), por nosotros a Gloria de Dios (nuestra Predicación de la Cruz a ustedes traerá Gloria a Dios).  21 Y El Que (Dios) nos confirma con vosotros en Cristo (Dios es capaz de guardar a todas las personas que Él salva), y El Que nos ungió, es Dios (tenemos estos beneficios como resultado de lo que Jesús hizo en la Cruz); 22 El Cual también nos ha sellado (un sello de propiedad), y dado las arras del Espíritu como garantía en nuestros corazones. (Es una garantía que Dios nos dará al final el saldo de todo lo que Él ha Prometido, lo que Jesús pagó en la Cruz [Rom. 8:23].) 23 Mas yo llamo a Dios por testigo sobre mi alma (da la razón del retraso de su visita), que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto. (En cambio había optado por enviar su Primera Epístola a Corinto, que prepararía el camino para una visita cuando él llegara. Él sintió la dirección del Espíritu que así sería lo mejor para tratar con los problemas en Corinto.) 24 No que nos enseñoreemos (dominación) de vuestra Fe (en realidad una referencia a la frase anterior “que por ser indulgente con vosotros”), mas somos ayudadores de vuestro gozo (más bien, él quiso ser de Bendición): porque por la Fe estáis firmes. (La Fe en Cristo y la Cruz presenta el único modo de que alguien pueda estar firme.) 


Primera Corintios Capítulo 13:
 
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
 


Hebreos 10:35-12:4
 
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
 


Romanos 8:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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