04 January 2019

El 4 de enero Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-capitulo-4


El 4 de enero Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 45 a 47:


CAPÍTULO 45
(1707 a.C.)
JOSÉ


     1 NO PODÍA ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó:  Haced salir a todos que están ante mí. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos (Zacarías el Profeta dijo, y refiriéndose al día venidero: «Y mirarán a Mí a quien traspasaron», del cual esta escena de José y sus hermanos es un tipo [Zac. 12:10]).

     2 Entonces se dio a llorar a voz en cuello; y oyeron los Egipcios, y oyó también la casa de Faraón (los Egipcios, que acababan de salir de la habitación, sin querer podían escuchar los fuertes sollozos; reportaron estos sucesos al Faraón).

     3 Y dijo José a sus hermanos:  Yo soy José (es más fácil imaginarse que describir el efecto de este anuncio; hasta este momento él fue conocido a sus hermanos como Zafenat Panea; evidentemente ahora él les habla en Hebreo); ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. (¿Cuál será la reacción de Israel cuando Cristo le diga en la Segunda Venida: «Yo soy Jesús»?)

     4 Entonces dijo José a sus hermanos:  Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo:  Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. (El Texto indica que ellos no saben qué hacer. Es muy posible, que él se preguntara si ellos le entendieron cuando él primero les dijo: «Yo soy José». Entonces él se identifica ahora de una manera que no se puede malinterpretar. Él es el hermano que ellos vendieron como esclavo).

     5 Ahora pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; que para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. (El corazón de José es fiel a Dios y a sus hermanos. Él seguía aclarándoles que fue Dios el que lo había sacado del pozo y le había puesto en el Trono. La manera en que él dijo todo esto les da a entender que fue contra Dios que ellos pecaron, más bien que en contra de él, que en realidad era cierto, lo que hizo el pecado aún peor.)

     6 Que ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en que ni habrá siembra ni siega.

     7 Y Dios me envió delante de vosotros, para que vosotros quedaseis en la tierra, y para daros vida por medio de una gran liberación. (José intenta apaciguar su tristeza y dolor al mostrarles que independientemente de lo que ellos intentaran, Dios lo cambió, y lo usó para bien de ellos. Sólo Dios puede tomar lo incorrecto y hacerlo correcto.)

     8 Así pues, no me enviasteis vosotros acá, sino Dios, que me ha puesto por padre del Faraón, y por SEÑOR de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. (De hecho, sólo Dios pudo haberlo hecho. ¡Los hombres dominan pero Dios predomina!)



JACOB



     9 Daos prisa, id a mi padre y decidle:  Así dice tu hijo José:  Dios me ha puesto por SEÑOR de todo Egipto; ven a mí, no te detengas (ahora José da instrucciones en cuanto a su padre Jacob; pero con eso, los hermanos tienen ahora otro problema; van a tener que confesarle a Jacob lo que ocurrió con José hace tanto tiempo atrás).

    10 Y habitarás en la tierra de Gosén (la región más próspera de Egipto), y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. 

    11 Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes (es típico de Israel en la Gran Tribulación venidera, cuando Dios los sustentará [Apoc. 12:6]).

    12 Y he aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla (José está diciendo a sus hermanos que deben observarle de cerca, y ellos verán, sin sombra de duda, que en realidad es José quien les está hablando).

    13 Haréis pues saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá (este es un tipo de Israel, cuando, en ese día feliz, «ellos [Israel] declararán Mi Gloria [de Cristo] entre los Gentiles» [Isa. 66:19]).

    14 Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello.

    15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él. (Esta escena es típica del día venidero cuando Israel reconocerá a Cristo, que será en la Segunda Venida [Zac. 12:10]. Al besar José a todos sus hermanos representa el sello de reconocimiento, reconciliación y Salvación.)



LA INVITACIÓN DEL FARAÓN



    16 Y se oyó la noticia en la casa del Faraón, diciendo:  Los hermanos de José han venido. Y agradó a los ojos del Faraón y de sus siervos.

    17 Y dijo el Faraón a José:  Di a tus hermanos:  Haced esto:  cargad vuestras bestias, e id, volved a la tierra de Canaán;

    18 Y tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí, que yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto y comeréis la grosura de la tierra. (La Gracia de José al cubrir el pecado que ellos habían confesado, al ocultarlo de Faraón, y al apresurarse a reconocerles delante de él como sus hermanos, ilustra la Gracia más rica de Quien dice: «Nunca más me acordaré de tus pecados e iniquidades» [Heb. 10:17].)

    19 Y tú manda:  Haced esto:  tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres; y tomad a vuestro padre, y venid.

    20 Y no se os dé nada de vuestras alhajas, porque el bien de la tierra de Egipto será vuestro. (Y así será lo mismo para Israel en ese glorioso día venidero, cuando por fin aceptarán al SEÑOR Jesucristo como su Salvador y Mesías.)



JOSÉ



    21 Y lo hicieron así los Hijos de Israel (el Espíritu Santo se refiere aquí a Jacob como «Israel» significa que es la Voluntad de Dios que Jacob viniera a Egipto); y les dio José carros conforme a la orden del Faraón, y les suministró víveres para el camino.

    22 A cada uno de todos ellos dio mudas de ropa (en el sentido espiritual, Israel, en un feliz día venidero, tendrá una «muda de vestidos,» esto es, «el manto de Justicia»), y a Benjamín dio trescientas piezas de plata, y cinco mudas de ropa. (La «plata» se refiere a la Redención y lo que ocurrirá a Israel. «Cinco» se refiere a la Gracia, y al hecho de que la Gracia de Dios recompensará a Israel con un manto de Justicia, que, en efecto es la Justicia de Cristo, y la que se da sólo por Gracia [Ef. 2:8-9])

    23 Y a su padre envió esto:  diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo (grano), y pan y comida, para su padre en el camino (ya no padecerán hambre [Jer. 30:7]).

    24 Y despidió a sus hermanos, y se fueron. Y él les dijo:  No riñáis por el camino (no se demoren).

    25 Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre (la implicación es, que no sólo van a llevarle a Jacob la noticia más maravillosa que jamás haya escuchado, sino que, también, tienen que decirle la verdad con respecto a lo que ellos le hicieron a José tantos años atrás).

    26 Y le dieron las nuevas (significa que ellos le contaron todo), diciendo: José vive aún (por unos 20 años, Jacob ha sufrido; se acabó el sufrimiento; José aún vive; ¡Cristo vive! ¡Qué más se puede decir!); y él es SEÑOR en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se desmayó; pues no los creía. (La escena con José revelándose a sus hermanos era, de hecho, una de las más, si no la más, conmovedora en la historia; y luego la escena con sus hermanos delante de su padre Jacob tuvo que quedar en segundo lugar.)

    27 Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo él los carros que José enviaba para llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió (el Patriarca sabía que sus hijos personalmente no tenían forma alguna de adquirir esos carros; él ahora sabe que están diciéndole la verdad).

    28 Entonces dijo Israel:  Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera (es digno de atención que en este Versículo se refiere a Jacob como «Israel»; se refiere a su Fe, tan débil como era, que fue recompensada enormemente, «¡José todavía vive!»).



CAPÍTULO 46

(1706 a.C.)

EGIPTO



     1 Y PARTIÓ Israel con todo lo que tenía (el Espíritu Santo usa aquí el nombre «Israel», dice que Jacob caminó hacia adelante con una confianza renovada y Fe en Dios, Quien originalmente le había cambiado su nombre; en otras palabras, ahora él está en el centro de la Voluntad Perfecta de Dios, lo cual sólo Dios puede bendecir), y vino a Berseba, y ofreció Sacrificios (estos Sacrificios personificaban a Dios, Quien llegaría a ser carne y habitaría con los hombres, y por eso iría a la Cruz ofreciéndose en Sacrificio, lo que sólo podía expiar el pecado del hombre) al Dios de su padre Isaac (esto especifica que lo que Dios le había dado a Abraham le fue luego entregado a Isaac, y ahora a Jacob; en otras palabras, la Visión es la misma).

     2 Y habló Dios a Israel en visiones de noche (una vez más, al usar el nombre «Israel», significa Fe de parte de Jacob), y dijo:  Jacob, Jacob (¿Por qué empleó el SEÑOR ambos nombres: «Israel» y «Jacob»? Cuando miramos este Versículo, estamos mirando la Santificación tanto en su forma de posición como de condición. La «posición espiritual» de Jacob era de perfecta Santificación, como la es de todo Creyente; sin embargo, nuestra «condición espiritual» no necesariamente está al mismo nivel que nuestra posición espiritual. Porque es la Obra del Espíritu Santo, Quien procura durante toda nuestra vida que nuestra «condición» esté al mismo nivel de nuestra «posición». Él sólo puede hacer tales cosas cuando nuestra Fe está anclada firmemente en Cristo y la Cruz, que luego Le da a Él libertad de acción para obrar). Y él respondió:  Heme aquí (la Fe de Jacob era tal que ahora podía escuchar la Palabra del SEÑOR).

     3 Y dijo:   Yo soy Dios (en el Hebreo, «Yo soy Él, el Todopoderoso»), el Dios de tu padre (el mismo Mensaje que Dios le dio a Isaac, se lo da también a Jacob; en breve, se refiere a Dios que se hace carne, habita entre los hombres y muere en una Cruz, para que el hombre pudiese ser redimido; los Ángeles no pueden redimir al hombre porque son de otra creación; por eso Dios tendría que redimir al hombre, y tendría que hacerlo convirtiéndose en hombre, con la Redención que se llevaría a cabo por el Dios-Hombre, el SEÑOR Jesucristo, que va a la Cruz, en donde, y solo allí, la Redención podría ser efectuada [Gén. 3:15; Rom. 5:1; 6:3-14; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Ef. 2:13-18; Col. 2:14-15]); no temas de descender a Egipto (Jacob temía descender a Egipto, simplemente porque a su padre Isaac le fue prohibido por Dios ir allí), porque allí Yo haré de ti una gran nación (los planes del SEÑOR son más grandes de lo que nos atrevemos a pensar; Él utilizará ahora a Egipto para llevar a cabo Sus propósitos).

     4 Yo descenderé contigo a Egipto (esto no es la idea de una deidad local que les sigue cuando ellos han cambiado su morada, y de este modo, confinados a un lugar en que por casualidad, por el tiempo presente, radican, sino una expresión metafórica por la eficiencia y la plenitud de la protección Divina — Kalisch); y yo también te haré volver (tiene un doble significado, en que Jacob será regresado a Canaán para su sepultura, y, también, que la nación que saldría de sus lomos, también regresaría); y José pondrá su mano sobre tus ojos (él jamás pensó que volvería a ver a José; sin embargo, el SEÑOR le asegura aquí que no sólo iba a ver a su hijo, sino que José estará con él cuando muera).

     5 Y se levantó Jacob de Berseba (Jacob tenía 130 años en este momento, y este evento sucedió 215 años después del llamado de Abraham; ahora la Fe de Jacob «se levanta», porque él ha escuchado del Cielo); y tomaron los hijos de Israel a su padre Jacob, y a sus niños, y a sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para llevarlo (el nombre «Israel» fue usado de nuevo por el Espíritu Santo, que significa la Fe de Jacob; el principio de la Fe era el único artículo, por así decirlo, que le impulsaría a Jacob a acercarse al SEÑOR).

     6 Y tomaron sus ganados, y su bienes que había adquirido en la tierra de Canaán, y se vinieron a Egipto, Jacob, y toda su simiente consigo (ahora se ha cruzado un umbral espiritual; aunque es unos 255 años antes que Israel en realidad adquiera la Promesa, y en lo que se refiere a la tierra de Canaán, se ha logrado grandes pasos hacia adelante);

     7 Sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas, y las hijas de sus hijos, y a toda su simiente trajo consigo a Egipto.



LA FAMILIA DE JACOB



     8 Y éstos son los nombres de los Hijos de Israel (el Espíritu Santo emplea de nuevo el nombre de Fe de Jacob, «Israel»), que entraron en Egipto, Jacob y sus hijos:  Rubén, el primogénito de Jacob.

     9 Y los hijos de Rubén:  Janoc, y Falú, y Jezrón, y Carmí.

    10 Y los hijos de Simeón:  Jemuel, y Jamín, y Oad, y Jaquín, y Zojar, y Saúl hijo de la Cananea.

    11 Y los hijos de Leví: Guersón, Coat, y Merari.

    12 Y los hijos de Judá (la Tribu de la cual vendría nuestro SEÑOR [49:10]); Er, y Onán, y Selá, y Fares, y Zera; pero Er y Onán, murieron en la tierra de Canaán. Y los hijos de Fares fueron Jezrón y Jamul.

    13 Y los hijos de Isacar:  Tola, y Fuvá, Job (es el mismo Job del Libro que lleva su nombre), y Simrón.

    14 Y los hijos de Zabulón:  Séred y Elón, y Yalel.

    15 Éstos fueron los hijos de Lea, los que dio a luz a Jacob en Padán Aram, y además su hija Dina; treinta y tres las almas todas de sus hijos e hijas.

    16 Y los hijos de Gad:  Zefón, y Jaguí, y Esbón, y Suni, y Erí, y Arodí, y Arelí.

    17 Y los hijos de Aser:  Imná, e Isvá, e Isví, y Beriá, y Sera, hermana de ellos. Los hijos de Beriá:  Héber, y Malquiel.

    18 Éstos fueron los hijos de Zilpá, la que Labán dio a su hija Lea, y dio a luz éstos a Jacob; todas dieciséis almas.

    19 Y los hijos de Raquel, mujer de Jacob:  José y Benjamín.

    20 Y nacieron a José en la tierra de Egipto Manasés y Efraín, los que le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On.

    21 Y los hijos de Benjamín fueron Bela, y Béquer, y Asbel, y Guerá, y Naamán, y Ehí, y Ros, y Mupín, y Jupín, y Ard.

    22 Éstos fueron los hijos de Raquel, que le nacieron a Jacob: en todas, catorce almas.

    23 Y los hijos de Dan: Jusín.

    24 Y los hijos de Neftalí:  Yazel, y Guní, y Jéser y Silén.

    25 Éstos fueron los hijos de Bilhá, la que dio Labán a Raquel su hija, y dio a luz éstos a Jacob; todas siete almas.

    26 Todas las personas que vinieron con Jacob a Egipto, procedentes de sus lomos, sin contar las mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis.

    27 Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto (pero de todos modos eran Israelitas), dos personas. Todas las almas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta.

    28 Y envió a Judá delante de sí a José, para que le viniese a ver a Gosén; y llegaron a la tierra de Gosén (vemos aquí que la Tribu de Judá está tomando la delantera, la Tribu, como se dijo, de la cual vendría nuestro SEÑOR).



JOSÉ Y JACOB


    29 Y José preparó su carro y vino a recibir a Israel su padre a Gosén; y se manifestó a él (la traducción aquí no nos dice mucho; sin embargo, en el Hebreo tal terminología es utilizada muy a menudo en cuanto a la aparición de Dios o Sus Ángeles; es empleada aquí de esta manera para indicar la gloria en la que José vino a encontrarse con Jacob; este encuentro es simbólico del gran encuentro que tomará lugar en el futuro cercano de la Segunda Venida; cuando nuestro José Celestial Se presentará a Israel [Zac. 13:6]), y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello bastante (sin embargo, fueron lágrimas de gozo, así como será en la Segunda Venida, cuando Jesús y Jacob se encontrarán en Gracia).

    30 Entonces Israel (Fe) dijo a José:  Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, pues aún vives (el Israel nacional no lo sabe aún ni lo cree, pero Jesús todavía vive).

    31 Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre:  Subiré y haré saber al Faraón, y le diré:  Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí (uno de los momentos más grandes en la historia humana será cuando Israel venga por fin a Cristo).

    32 Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían.

    33 Y cuando el Faraón os llamare y dijere:  ¿cuál es vuestro oficio?

    34 Entonces diréis:  Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora (la palabra «ganadería» quiere decir vacas, bueyes, ovejas, cabras, etc.), nosotros y nuestros padres; a fin de que habitéis en la tierra de Gosén (la región más fértil de Egipto, al menos en lo que se refiere al apacentamiento de vacas y ovejas); porque para los Egipcios todo pastor de ovejas es una abominación (la palabra «abominación», como se usa aquí, se refiere a que había cierto tipo de significación religiosa en la actitud de los Egipcios hacia los pastores; sea como fuere, José no intenta esconder de Faraón la casta baja de los pastores, sus hermanos, pero confía en Dios que lo que era abominación a los Egipcios, será hecho, por la Gracia de Dios, aceptable; y así fue.).



CAPÍTULO 47

(1706 a.C.)

JACOB ES PRESENTADO AL FARAÓN



     1 Y JOSÉ vino, e hizo saber al Faraón, y dijo:  Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán; y he aquí, están en la tierra de Gosén.

     2 Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y los presentó delante del Faraón (según lo que sabemos, nadie en Egipto jamás supo acerca de la maldad de los hechos pasados de los hermanos de José; porque el perdón genuino; no sólo perdona el pecado, pero también lo olvida).

     3 Y el Faraón dijo a sus hermanos:  ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron al Faraón:  Pastores de ovejas son tus siervos, así nosotros como nuestros padres (los hermanos eran pastores, igual como había sido José, también, sirvió como un Tipo del Buen Pastor, Quien daría Su Vida por las ovejas [Jn. 10:11]).

     4 Dijeron además al Faraón:  Por morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que habiten tus siervos en la tierra de Gosén.

     5 Entonces Faraón habló a José, diciendo:  Tu padre y tus hermanos han venido a ti; 

     6 Delante de ti está la tierra de Egipto; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por mayorales del ganado mío. (José, levantado del abismo al trono, otro Tipo de Cristo, enriquece a sus hermanos con todas las Promesas que ellos, por su rechazo a él, habían invalidado, pero que ahora, les son restauradas con base en la Gracia. Al mismo tiempo, se les entrega la provincia más rica de Egipto. Los Egipcios, representan todas las naciones de la Tierra, son salvos de la muerte por José. Todo esto es un cuadro impresionante de lo que aún está por suceder. Este es el tema de Romanos, Capítulos 9, 10 y 11, en los Capítulos que señalan que Israel y los Gentiles heredarán las Promesas, en comunión, solamente en base de la pura Gracia.)

     7 Y José introdujo a su padre, y lo presentó delante del Faraón; y Jacob bendijo al Faraón. (Y sin contradicción, el menor es bendecido por el mayor. El menor y más débil de los hijos de Dios es superior al más poderoso Monarca, y es sabedor de ese poder— Williams.)

     8 Y dijo el Faraón a Jacob:  ¿Cuántos son los días de los años de tu vida?

     9 Y Jacob respondió al Faraón:  Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación (es muy probable, que en Egipto no había nadie que tuviera tantos años como Jacob; además, él no iba a morir hasta los 147 años de vida, unos 17 años después de venir a Egipto).

    10 Y Jacob bendijo al Faraón, y se salió de delante del Faraón (por segunda vez, el Espíritu Santo señala que el Patriarca bendice a Faraón, de nuevo, significa que mientras Faraón era el más grande a los ojos de los hombres, Jacob era lo más grande a los Ojos de Dios, que es lo más importante).



JOSÉ



    11 Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés como mandó el Faraón.

    12 Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, de pan, según el número de los hijos.

    13 Y no había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave; por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. (Ahora nos damos cuenta cuán severa fue en realidad esta hambre. De no haber sido por José, Egipto hubiera visto miles de sus habitantes morir de hambre. Así que, José fue el gran benefactor de esta tierra y su gente, exactamente como Jesús será el Gran Benefactor de los Gentiles en la Segunda Venida, cuando el mundo, en aquel entonces, estará en una condición crítica.)



EL PLAN



    14 Y recogió José todo el dinero que se halló en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos (grano) que de él compraban; y metió José el dinero en casa del Faraón.

    15 Y acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán (significa que el pueblo no tenía más dinero para comprar grano), vino todo Egipto a José diciendo:  Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero (ya no tenemos dinero)?

    16 Y José dijo:  Dad vuestros ganados, y yo os daré por vuestros ganados (les daré grano), si se ha acabado el dinero.

    17 Y ellos trajeron sus ganados a José (no importa si eran ovejas, cabras, vacas, caballos, etc.); y José les dio pan por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y los sustentó de pan por todos sus ganados aquel año.

    18 Y acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron:  No encubriremos a nuestro SEÑOR que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro SEÑOR; nada ha quedado delante de nuestro SEÑOR sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. 

    19 ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos del Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.

    20 Entonces compró José toda la tierra de Egipto para el Faraón; pues los Egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser del Faraón.

    21 Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades desde un extremo hasta el otro extremo del término de Egipto. 



LOS SACERDOTES



    22 Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración del Faraón, y ellos comían su ración que el Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. (Algunos han afirmado que José robó a los Egipcios sus libertades, y convirtió un pueblo libre en una multitud de esclavos miserables. No hay nada más lejos de la verdad. De hecho, si no fuera por José, y la Sabiduría Divina que le fue dada durante este apremiante tiempo, como se dijo, centenares de miles de personas hubieran literalmente muerto de hambre. Como resultó, se cuidó a la gente, y no hay evidencia de que alguien murió de hambre.)



LEYES DE INQUILINO



    23 Y José dijo al pueblo:  He aquí os he comprado y a vuestra tierra para el Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. 

    24 Y será que de los frutos daréis el quinto al Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. (Cuando José impuso el 20% de impuestos, fue uno de los arreglos más justos que cualquier pueblo hubiera conocido. Sin duda, esta sabiduría le fue dada por el SEÑOR. Por ejemplo, en este momento en particular [2013], al sumar los impuestos de renta del estado, locales y federales, la tasa es aproximadamente 50%.)

    25 Y ellos respondieron:  La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de mi SEÑOR, y seamos siervos del Faraón.

    26 Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para el Faraón el quinto; excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue del Faraón.



JACOB



    27 Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera (llegaron allá unos 70 en total, y cuando salieron, unos 215 años más tarde, se contaron más de 2 millones de personas).

    28 Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años.

    29 Y se acercaron entonces los días en que Israel había de morir (por el uso del nombre «Israel», el Espíritu Santo nos dice que Jacob moriría en Fe, y una Fe grandiosa), y llamó a José su hijo, y le dijo:   Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad; te ruego que no me entierres en Egipto (tan débil como se encontraba su cuerpo, e imperfecta su fe, como toda fe lamentablemente es imperfecta, pero Jacob estimaba la tierra de Dios, la tierra de Canaán, y las Promesas relacionadas con ella, como indescriptiblemente superior a Egipto, con toda su prosperidad y gloria).

    30 Pero cuando durmiere con mis padres, me llevarás de Egipto, y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y él respondió:  Yo haré como tú dices.

    31 Y él dijo:  Júramelo. Y él le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama. (Él le hace jurar a José que cuando muera, pondrá sus huesos donde estaba su corazón, en la tierra de Canaán. Como Creyente, ¿Dónde está tu corazón?)


Salmo 86:
Atiéndeme, Señor; respóndeme, pues pobre soy y estoy necesitado. Presérvame la vida, pues te soy fiel. Tú eres mi Dios, y en ti confío; ¡salva a tu siervo! Compadécete, Señor, de mí, porque a ti clamo todo el día. Reconforta el espíritu de tu siervo, porque a ti, Señor, elevo mi alma. Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan. Presta oído, Señor, a mi oración; atiende a la voz de mi clamor. En el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes. No hay, Señor, entre los dioses otro como tú, ni hay obras semejantes a las tuyas. Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre. Porque tú eres grande y haces maravillas; ¡sólo tú eres Dios! Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. para temer tu nombre. Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré, y por siempre glorificaré tu nombre. Porque grande es tu amor por mí: me has librado de caer en el sepulcro. Gente altanera me ataca, oh Dios; una banda de asesinos procura matarme. ¡Son gente que no te toma en cuenta! Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad. Vuélvete hacia mí, y tenme compasión; concédele tu fuerza a este siervo tuyo. ¡Salva a tu hijo fiel! Dame una muestra de tu amor, para que mis enemigos la vean y se avergüencen, porque tú, Señor, me has brindado ayuda y consuelo.


Proverbios 12:
El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio. El hombre bueno recibe el favor del Señor, pero el intrigante recibe su condena. Nadie puede afirmarse por medio de la maldad; sólo queda firme la raíz de los justos. La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos. En los planes del justo hay justicia, pero en los consejos del malvado hay engaño. Las palabras del malvado son insidias de muerte, pero la boca de los justos los pone a salvo. Los malvados se derrumban y dejan de existir, pero los hijos de los justos permanecen. Al hombre se le alaba según su sabiduría, pero al de mal corazón se le desprecia. Vale más un Don Nadie con criado que un Don Alguien sin pan. El justo atiende a las necesidades de su bestia, pero el malvado es de mala entraña. El que labra su tierra tendrá abundante comida, pero el que sueña despierto es un imprudente. Los malos deseos son la trampa de los malvados, pero la raíz de los justos prospera. En el pecado de sus labios se enreda el malvado, pero el justo sale del aprieto. Cada uno se sacia del fruto de sus labios, y de la obra de sus manos recibe su recompensa. Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio atiende al consejo. El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto. El testigo verdadero declara lo que es justo, pero el testigo falso declara falsedades. El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio. Los labios sinceros permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa dura sólo un instante. En los que fraguan el mal habita el engaño, pero hay gozo para los que promueven la paz. Al justo no le sobrevendrá ningún daño, pero al malvado lo cubrirá la desgracia. El Señor aborrece a los de labios mentirosos, pero se complace en los que actúan con lealtad. El hombre prudente no muestra lo que sabe, pero el corazón de los necios proclama su necedad. El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado. La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra. El justo es guía de su prójimo, pero el camino del malvado lleva a la perdición. El perezoso no atrapa presa, pero el diligente ya posee una gran riqueza. En el camino de la justicia se halla la vida; por ese camino se evita la muerte.


El Libro de Primera Corintios Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 16
(59 d.C.)
LA AYUDA FINANCIAREN 

CUANTO a la colecta (la ofrenda) para los Santos (se refiere específicamente a Jerusalén), haced vosotros también de la manera que ordené en las Iglesias de Galacia (se refiere a este asunto que es la responsabilidad de todas las Iglesias). 2 Cada primer día de la semana (Domingo, el cual remplazó el Sábado Judaico del día Sábado) cada uno de vosotros (sin excepción alguna) aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere (dando a la Obra del Señor en este día), para que cuando yo llegare, no se hagan entonces colectas (se refiere a los donativos que ellos practicaban en forma sistemática). 3 Y cuando habré llegado (a la Iglesia en Corinto), los que aprobareis por cartas (la congregación en Corinto seleccionaría una o dos personas para llevar este dinero a Jerusalén), a éstos enviaré que lleven vuestro beneficio a Jerusalén (aquellos escogidos por las Iglesias). 4 Y si fuere digno (indispensable) el negocio de que yo también vaya, irán conmigo. (En este momento, parece que Pablo no está seguro si iría a Jerusalén con esta Ofrenda. Sin embargo, para cuando él escribió II Corintios, decidió ir y, como se dijo, estos hombres le acompañarían [II Cor. 1:16; Rom. 15:25].)LOS PLANES FUTUROS DE PABLO 5 Y a vosotros iré, cuando hubiere pasado por Macedonia (el Apóstol visita a las Iglesias de esa región): porque por Macedonia tengo que pasar (sin demora, pasar un poco de tiempo en cada una de las Iglesias). 6 Y podrá ser que me quede con vosotros, o invernaré también (se creía que precisaba pasar más tiempo en Corinto que en otro lugar, por lo menos en ese entonces), para que vosotros me llevéis a donde hubiere de ir. (Los Corintios le ayudarían con las finanzas, etc.) 7 Porque no os quiero ahora ver de paso (él no podía llegar a ellos de inmediato); porque espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permitiere (mas cuando él viniere, se esperaba que se quedara un rato). 8 Empero estaré en Éfeso hasta Pentecostés. (Pablo está escribiendo un poco antes de la Pascua Judaica, y tiene la intención de marcharse de Éfeso después de la Fiesta Judaica de Pentecostés, un período de dos meses.) 9 Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz (se refiere a la extensión del Evangelio), y muchos son los adversarios (aquellos que se opusieron a su Ministerio, parecía haber sido muchos).TIMOTEO Y APOLOS 10 Y si llegare Timoteo, mirad que esté con vosotros sin temor (debido a su juventud, no permitan que nadie lo intimide): porque la Obra del Señor hace también como yo. (En vista de que Timoteo está con Pablo, él debe ser tratado como corresponde.) 11 Por tanto, nadie le tenga en poco (se refiere a su juventud e inexperiencia): antes, llevadlo en paz, para que venga a mí (no quiero que él venga a mí con un mal informe): porque lo espero con los Hermanos. (Son aquellos que acompañaron a Timoteo, no se sabe quiénes fueron.) 12 Acerca del hermano Apolos, mucho le he rogado que fuese a vosotros con los Hermanos (una visita anterior): mas en ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora (cualesquiera sean sus motivos); pero irá cuando tuviere oportunidad (cuando una oportunidad buena se le ofrece; la Iglesia en Corinto respetaba sumamente a Apolos).EXHORTACIONES 13 Velad (una orden militar, sea vigilante), estad firmes en la Fe (no deje que el Diablo cambie su Fe en la Cruz por otras cosas), portaos varonilmente (actúen como hombres maduros), y esforzaos (fuertes en la Fe, que es lo que le da fuerza para estar en contra del Diablo).    14 Todas vuestras cosas sean hechas con caridad (amor). 15 Y os ruego, Hermanos, (ya sabéis que la casa de Estéfanas es las Primicias de Acaya (en toda Grecia, la familia de Estéfanas era la primera en venir a Cristo como consecuencia del Ministerio de Pablo), y que se han dedicado al Ministerio de los Santos,) (¡Usado del Señor, y enormemente!) 16 Que vosotros os sujetéis a los tales (que Estéfanas y aquellos como él sean los que ustedes siguen, en vez de estos falsos maestros), y a todos los que ayudan y trabajan (porque ellos Predican el mismo Evangelio que Pablo, el Evangelio de la Cruz y la Resurrección). 17 Me regocijo de la venida de Estéfanas y de Fortunato y de Acaico (ellos venían de Corinto para ver a Pablo en Éfeso): porque éstos suplieron lo que a vosotros faltaba. (Probablemente significa que él lamentaba no poder hablarle a la Iglesia entera en Corinto, pero estos Hermanos que representaron aquella Iglesia bastarían por el momento.) 18 Porque recrearon mi espíritu y el vuestro (mitigaba mi espíritu, y como sus representantes, mitigaban también sus espíritus): reconoced pues a los tales. (Se refiere a estos tres hombres, y lo que ellos dirían a la Iglesia en Corinto sería correcto y bueno.) 19 Las Iglesias de Asia os saludan (las Iglesias en aquella región). Os saludan mucho en el Señor, Aquila y Priscila con la Iglesia que está en su casa (marido y esposa, uno de los lugares de reunión para adorar  en Éfeso fue en su casa; no había edificios de Iglesias para hacer tales cosas, en esa época, porque Roma no lo pemitía). 20 Os saludan todos los Hermanos. (Pablo no sólo se refiere a aquellos en Éfeso, sino a todas las Iglesias de Asia, etc., también.) Saludaos los unos a los otros con ósculo santo (la cultura de esa época y de ese período, pero ahora es un apretón de manos o un abrazo).SALUTACIÓN Y BENDICIÓN FINAL 21 La salutación de mí, Pablo, de mi mano. (Pablo había dictado la carta hasta este punto, un Escribano la redactaba. Sin embargo, el Apóstol ahora toma la pluma y, digamos que, firma la carta.) 22 El que no amare al Señor Jesucristo, sea Anatema (maldito). Maranata (el Señor viene). 23 La Gracia del Señor Jesucristo sea con vosotros. (Se refiere al favor del Señor, que viene como un flujo ininterrumpido a todos quienes tienen a Cristo y la Cruz como el Objeto de su Fe.) 24 Mi amor en Cristo Jesús sea con todos vosotros. Amén. (Pablo incluye esta última declaración porque tuvo que escribir algunas cosas muy fuertes en el cuerpo de esta Carta. Él dice que era el amor por ellos, que ocasionó la necesidad.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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