08 July 2018

El 8 de julio Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre
SonLifeTV.com/español
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 8 de julio Lectura Bíblica Diaria:

I Samuel 18 a 20:
Una vez que David y Saúl terminaron de hablar, Saúl tomó a David a su servicio y, desde ese día, no lo dejó volver a la casa de su padre. Jonatán, por su parte, entabló con David una amistad entrañable y llegó a quererlo como a sí mismo. Tanto lo quería, que hizo un pacto con él: Se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David; también le dio su túnica, y aun su espada, su arco y su cinturón. Cualquier encargo que David recibía de Saúl, lo cumplía con éxito, de modo que Saúl lo puso al mando de todo su ejército, con la aprobación de los soldados de Saúl y hasta de sus oficiales. Ahora bien, cuando el ejército regresó, después de haber matado David al filisteo, de todos los pueblos de Israel salían mujeres a recibir al rey Saúl. Al son de liras y panderetas, cantaban y bailaban, y exclamaban con gran regocijo: "Saúl destruyó a un ejército, ¡pero David aniquiló a diez!" Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: "A David le dan crédito por diez ejércitos, pero a mí por uno solo. ¡Lo único que falta es que le den el reino!" Y a partir de esa ocasión, Saúl empezó a mirar a David con recelo. Al día siguiente, el espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, quien cayó en trance en su propio palacio. Andaba con una lanza en la mano y, mientras David tocaba el arpa, como era su costumbre, Saúl se la arrojó, pensando: "¡A éste lo clavo en la pared!" Dos veces lo intentó, pero David logró esquivar la lanza. Saúl sabía que el Señor lo había abandonado, y que ahora estaba con David. Por eso tuvo temor de David y lo alejó de su presencia, nombrándolo jefe de mil soldados para que dirigiera al ejército en campaña. David tuvo éxito en todas sus expediciones, porque el Señor estaba con él. Al ver el éxito de David, Saúl se llenó de temor. Pero todos en Israel y Judá sentían gran aprecio por David, porque él los dirigía en campaña. Un día Saúl le dijo a David: Aquí tienes a Merab, mi hija mayor. Te la entrego por esposa, con la condición de que me sirvas con valentía, peleando las batallas del Señor. Saúl pensaba: "Será mejor que no muera por mi mano, sino a mano de los filisteos." Pero David le respondió: ¿Quién soy yo? ¿Y quiénes son en Israel mis parientes, o la familia de mi padre, para que yo me convierta en yerno del rey? Sin embargo, cuando llegó la fecha en que Saúl había de casar a su hija Merab con David, Saúl se la entregó por esposa a Adriel de Mejolá. Mical, la otra hija de Saúl, se enamoró de David. Cuando se lo dijeron a Saúl, le agradó la noticia y pensó: "Se la entregaré a él, como una trampa para que caiga en manos de los filisteos." Así que volvió a decirle a David: Ahora sí vas a ser mi yerno. Entonces Saúl ordenó a sus funcionarios: Hablen con David en privado y díganle: Oye, el rey te aprecia, y todos sus funcionarios te quieren. Acepta ser su yerno. Esto se lo repitieron a David, pero él  respondió: ¿Creen que es cosa fácil ser yerno del rey? ¡Yo no soy más que un plebeyo insignificante! Los funcionarios le comunicaron a Saúl la reacción de David. Pero Saúl insistió: Díganle a David: Lo único que el rey quiere es vengarse de sus enemigos, y como dote por su hija pide cien prepucios de filisteos. En realidad, lo que Saúl quería era que David cayera en manos de los filisteos. Cuando los funcionarios de Saúl le dieron el mensaje a David, no le pareció mala la idea de convertirse en yerno del rey. Aún no se había cumplido el plazo cuando David fue con sus soldados y mató a doscientos filisteos, cuyos prepucios entregó al rey para convertirse en su yerno. Así fue como Saúl le dio la mano de su hija Mical. Saúl se dio cuenta de que, en efecto, el Señor estaba con David, y de que su hija Mical lo amaba. Por eso aumentó el temor que Saúl sentía por David, y se convirtió en su enemigo por el resto de su vida. Además, cada vez que los jefes filisteos salían a campaña, David los enfrentaba con más éxito que los otros oficiales de Saúl. Por eso llegó a ser muy famoso. Saúl les comunicó a su hijo Jonatán y a todos sus funcionarios su decisión de matar a David. Pero como Jonatán le tenía tanto afecto a David, le advirtió: "Mi padre Saúl está buscando una oportunidad para matarte. Así que ten mucho cuidado mañana; escóndete en algún sitio seguro, y quédate allí. Yo saldré con mi padre al campo donde tú estés, y le hablaré de ti. Cuando averigüe lo que pasa, te lo haré saber." Jonatán le habló a su padre Saúl en favor de David: ¡No vaya Su Majestad a hacerle daño a su siervo David! le rogó. Él no le ha hecho ningún mal; al contrario, lo que ha hecho ha sido de gran beneficio para Su Majestad. Para matar al filisteo arriesgó su propia vida, y el Señor le dio una gran *victoria a todo Israel. Su Majestad mismo lo vio y se alegró. ¿Por qué ha de hacerle daño a un inocente y matar a David sin motivo? Saúl le hizo caso a Jonatán, y exclamó: Tan cierto como que el Señor vive, te juro que David no morirá. Entonces Jonatán llamó a David y, después de contarle toda la conversación, lo llevó ante Saúl para que estuviera a su servicio como antes. Volvió a estallar la guerra. David salió a pelear contra los filisteos, y los combatió con tal violencia que tuvieron que huir. Sin embargo, un espíritu maligno de parte del Señor se apoderó de Saúl. Estaba sentado en el palacio, con una lanza en la mano. Mientras David tocaba el arpa, intentó clavarlo en la pared con la lanza, pero David esquivó el golpe de Saúl, de modo que la lanza quedó clavada en la pared. Esa misma noche David se dio a la fuga. Entonces Saúl mandó a varios hombres a casa de David, para que lo vigilaran durante la noche y lo mataran al día siguiente. Pero Mical, la esposa de David, le advirtió: "Si no te pones a salvo esta noche, mañana serás hombre muerto." En seguida ella descolgó a David por la ventana, y así él pudo escapar. Luego Mical tomó un ídolo y lo puso en la cama con un tejido de pelo de cabra en la cabeza, y lo cubrió con una sábana. Cuando Saúl mandó a los hombres para apresar a David, Mical les dijo: "Está enfermo." Pero Saúl los mandó de nuevo a buscar a David: "Aunque esté en cama, ¡tráiganmelo aquí para matarlo!" Al entrar en la casa, los hombres vieron que lo que estaba en la cama era un ídolo, con un tejido de pelo de cabra en la cabeza. Entonces Saúl le reclamó a Mical: ¿Por qué me has engañado así? ¿Por qué dejaste escapar a mi enemigo? Ella respondió: Él me amenazó con matarme si no lo dejaba escapar. Después de huir y ponerse a salvo, David fue a Ramá para ver a Samuel y contarle todo lo que Saúl le había hecho. Entonces los dos se fueron a vivir a Nayot. Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Nayot de Ramá, mandó a sus hombres para que lo apresaran. Pero se encontraron con un grupo de profetas, dirigidos por Samuel, que estaban profetizando. Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre los hombres de Saúl, y también ellos cayeron en trance profético. Al oír la noticia, Saúl envió otro grupo, pero ellos también cayeron en trance. Luego mandó un tercer grupo, y les pasó lo mismo. Por fin, Saúl en persona fue a Ramá y llegó al gran pozo que está en Secú. ¿Dónde están Samuel y David? preguntó. En Nayot de Ramá alguien le respondió. Saúl se dirigió entonces hacia allá, pero el Espíritu de Dios vino con poder también sobre él, y Saúl estuvo en trance profético por todo el camino, hasta llegar a Nayot de Ramá. Luego se quitó la ropa y, desnudo y en el suelo, estuvo en trance en presencia de Samuel todo el día y toda la noche. De ahí viene el dicho: "¿Acaso también Saúl es uno de los profetas?" David huyó de Nayot de Ramá y fue adonde estaba Jonatán. ¿Qué he hecho yo? le preguntó. ¿Qué crimen o delito he cometido contra tu padre, para que él quiera matarme? ¿Morir tú? ¡De ninguna manera! respondió Jonatán. Mi padre no hace nada, por insignificante que sea, sin que me lo diga. ¿Por qué me lo habría de ocultar? ¡Eso no es posible! Pero David juró y perjuró: Tu padre sabe muy bien que tú me estimas, así que seguramente habrá pensado: Jonatán no debe enterarse, para que no se disguste. Pero tan cierto como que el Señor y tú viven, te aseguro que estoy a un paso de la muerte. Dime qué quieres que haga, y lo haré le respondió Jonatán. Sabes dijo David, mañana es la fiesta de luna nueva, y se supone que yo debo sentarme a la mesa para comer con el rey. Pues bien, deja que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde. Si tu padre me extraña, dile que yo insistí en que me dejaras ir en seguida a Belén, mi pueblo, pues toda mi familia estaba reunida allá para celebrar su sacrificio anual. Si él responde que está bien, entonces no corro ningún peligro. Pero si se enfurece, con eso sabrás que ha decidido acabar conmigo. Ya que en presencia del Señor has hecho un pacto conmigo, que soy tu servidor, te ruego que me seas leal. Si me consideras culpable, no hace falta que me entregues a tu padre; ¡mátame tú mismo! ¡No digas tal cosa! exclamó Jonatán. Si llegara a enterarme de que mi padre ha decidido hacerte algún daño, ¿no crees que te lo diría? David le preguntó: Si tu padre te responde de mal modo, ¿quién me lo hará saber? Por toda respuesta, Jonatán invitó a David a salir al campo. Una vez allí, le dijo: David, te juro por el Señor, Dios de Israel, que a más tardar pasado mañana a esta hora averiguaré lo que piensa mi padre. Si no corres peligro, de alguna manera te lo haré saber. Pero si mi padre intenta hacerte daño, y yo no te aviso para que puedas escapar, ¡que el Señor me castigue sin piedad, y que esté contigo como estuvo con mi padre! Y si todavía estoy vivo cuando el Señor te muestre su bondad, te pido que también tú seas bondadoso conmigo y no dejes que me maten. ¡Nunca dejes de ser bondadoso con mi familia, aun cuando el Señor borre de la faz de la tierra a todos tus enemigos! ¡Que el Señor pida cuentas de esto a tus enemigos! De ese modo Jonatán hizo un pacto con la familia de David, pues quería a David como a sí mismo. Por ese cariño que le tenía, le pidió a David confirmar el pacto bajo juramento. Además le dijo: Mañana es la fiesta de luna nueva. Cuando vean tu asiento desocupado, te van a extrañar. Pasado mañana, sin falta, ve adonde te escondiste la otra vez, y quédate junto a la piedra de Ézel. Yo fingiré estar tirando al blanco y lanzaré tres flechas en esa dirección. Entonces le diré a uno de mis criados que vaya a buscarlas. Si le digo: Mira, las flechas están más acá, recógelas; eso querrá decir que no hay peligro y podrás salir sin ninguna preocupación. ¡Tan cierto como que el Señor vive! Pero si le digo: Mira, las flechas están más allá, eso querrá decir que el Señor quiere que te vayas, así que ¡escápate! ¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho! David se escondió en el campo. Cuando llegó la fiesta de luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer ocupando, como de costumbre, el puesto junto a la pared. Jonatán se sentó enfrente, mientras que Abner se acomodó a un lado de Saúl. El asiento de David quedó desocupado. Ese día Saúl no dijo nada, pues pensó: "Algo le habrá pasado a David, que lo dejó ritualmente impuro, y seguramente no pudo purificarse." Pero como al día siguiente, que era el segundo del mes, el puesto de David seguía desocupado, Saúl le preguntó a Jonatán: ¿Cómo es que ni ayer ni hoy vino el hijo de Isaí a la comida? Jonatán respondió: David me insistió en que le diera permiso para ir a Belén. Me dijo: Por favor, déjame ir. Mi familia va a celebrar el sacrificio anual en nuestro pueblo, y mi hermano me ha ordenado que vaya. Hazme este favor, y permite que me dé una escapada para ver a mis hermanos. Por eso es que David no se ha sentado a comer con Su Majestad. Al oír esto, Saúl se enfureció con Jonatán. ¡Hijo de mala madre! exclamó. ¿Crees que no sé que eres muy amigo del hijo de Isaí, para vergüenza tuya y de tu desgraciada madre? Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estarán seguros! Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir. ¿Y por qué ha de morir? le reclamó Jonatán. ¿Qué mal ha hecho? Por toda respuesta, Saúl le arrojó su lanza para herirlo. Así Jonatán se convenció de que su padre estaba decidido a matar a David. Enfurecido, Jonatán se levantó de la mesa y no quiso tomar parte en la comida del segundo día de la fiesta. Estaba muy afligido porque su padre había insultado a David. Por la mañana Jonatán salió al campo para encontrarse con David. Uno de sus criados más jóvenes lo acompañaba. Jonatán le dijo: "Corre a buscar las flechas que voy a lanzar." El criado se echó a correr, y Jonatán lanzó una flecha que lo sobrepasó. Cuando el criado llegó al lugar donde la flecha había caído, Jonatán le gritó: "¡Más allá! ¡La flecha está más allá! ¡Date prisa! ¡No te detengas!" Y así continuó gritándole Jonatán. Cuando el criado recogió la flecha y se la trajo a su amo, lo hizo sin sospechar nada, pues sólo Jonatán y David sabían de qué se trataba. Entonces Jonatán le dio sus armas al criado. "Vete le dijo; llévalas de vuelta a la ciudad." En cuanto el criado se fue, David salió de su escondite y, luego de inclinarse tres veces, se postró rostro en tierra. En seguida se besaron y lloraron juntos, hasta que David se desahogó. "Puedes irte tranquilo le dijo Jonatán a David, pues los dos hemos hecho un juramento eterno en nombre del Señor, pidiéndole que juzgue entre tú y yo, y entre tus descendientes y los míos." Así que David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.


Salmos 56:
Ten compasión de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue. Todo el día me atacan mis opresores, todo el día me persiguen mis adversarios; son muchos los arrogantes que me atacan. Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal? Todo el día tuercen mis palabras; siempre están pensando hacerme mal. Conspiran, se mantienen al acecho; ansiosos por quitarme la vida, vigilan todo lo que hago. ¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos! ¡De ningún modo los dejes escapar! Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro. ¿Acaso no lo tienes anotado? Cuando yo te pida ayuda, huirán mis enemigos. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte! Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el Señor y alabo su palabra; confío en Dios  y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal? He hecho votos delante de ti, oh Dios, y te presentaré mis ofrendas de gratitud. Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos, me has librado de la muerte, para que siempre, en tu presencia, camine en la luz de la vida.



Proverbios 19:
Más vale pobre e intachable que necio y embustero. El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre. La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor. Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona. El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado. Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos. Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra. El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá. No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes. El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto. El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante. La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre. El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte. El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo.  Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio. El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor. De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso. El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas. El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca. Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento. El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza. Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber. El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad. El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.


El Libro de II Pedro Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA SEGUNDA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SAN PEDRO


CAPÍTULO 3
(66 d.C.)
RECUERDO





AMADOS, yo os escribo ahora esta segunda Carta (él se había dirigido al mismo grupo de gente de la Primera Epístola); en ambas con lo que os recuerdo, despierto vuestro limpio entendimiento (recordándoles de lo que va a acontecer en el fin de los últimos días):
2 Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los Santos Profetas (nos dicen claramente que, como Creyentes, debemos conocer y entender el Antiguo Testamento junto con el Nuevo), y de nuestro Mandamiento, que somos Apóstoles del Señor y Salvador (se refiere al Nuevo Testamento, pero al mismo tiempo el Versículo dice que no podemos entender el Nuevo a menos que entendamos primero el Antiguo):
LOS BURLADORES
3 Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores (se refiere a los tiempos en que vivimos; se mofan de la Cruz), andando según sus propias concupiscencias (es lo que ocurrirá cuando se rechaza la Cruz),
4 Y diciendo, ¿Dónde está la Promesa de su advenimiento? (Se refiere a la Segunda Venida, no el Arrebatamiento. Se burlan de los acontecimientos de los Últimos Días como fue predicho en la Biblia.) Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la Creación. (Los dos temas  principales de la Palabra de Dios son la Expiación y los acontecimientos de los Últimos Días. Si tenemos un buen entendimiento de la Expiación, pienso que tendremos un buen entendimiento de los Últimos Días.)
5 Cierto ellos ignoran voluntariamente (su ignorancia era una ignorancia voluntariosa; en otras palabras, se presentaron las pruebas y luego las rechazaron), que los Cielos fueron en el tiempo antiguo, y la Tierra que por agua y en agua está asentada, por la Palabra de Dios (todo fue creado por la Palabra de Dios; este Versículo señala a Gén. 1:2; se refiere a la Creación original y la rebelión de Lucifer, que dejó el mundo en una condición complicada):
6 Por lo cual el mundo de entonces (habla de la Creación pre-Adánica) pereció, inundado en agua (no se refiere al Diluvio de Noé, sino más bien al diluvio de Gén. 1:2; sucedió cuando Lucifer dirigió su revolución contra Dios):
7 Mas los Cielos que son ahora, y la Tierra (se refiere al Cielo y la Tierra actuales restaurados a un segundo estado perfecto en los días de Adán [Gén. 1:3; 2:25; Éx. 20:11]), son conservados por la misma Palabra (se refiere al hecho de que toda la Creación es dependiente únicamente de la Voluntad de Dios), guardados para el fuego en el Día del Juicio, y de la Perdición de los hombres impíos. (Se refiere al "Juicio del Gran Trono Blanco" venidero [Apoc 20:11-15]. En ese entonces, los Cielos y la Tierra se renovarán por fuego.)
8 Mas, oh amados, no ignoréis esta una cosa (al considerar que tenemos la Palabra de Dios, no hay razón por la cual el Creyente sea ignorante de lo espiritual), que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día. (Una promesa humana puede ser debilitada o destruida con el tiempo. Sin embargo, una Promesa Divina tiene la seguridad de cumplirse en mil años como en un día.)
9 El Señor no tarda Su Promesa, como algunos la tienen por tardanza (si pareciera como que Dios se retrasa en el cumplimiento de Sus Promesas, es por el propósito de alcanzar a más personas que entren al Reino de Dios); sino que es paciente para con nosotros (Dios tiene mucha paciencia para con el hombre, intentando llevarlo al Arrepentimiento), no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al Arrepentimiento. (La dispensación de la Cruz ha sido la más larga de todos, y es así porque Dios sigue llamando a los pecadores para que sean salvos. Él ha abierto un camino hacia la Cruz para que todos puedan ser salvos. La mayoría, no obstante, rechaza Su Camino.)
EL FUEGO
10 Mas el Día del Señor vendrá como ladrón en la noche (la conclusión del Milenio; lo que acontecerá en ese tiempo será inesperado, y por varios motivos); en el cual los Cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la Tierra y todas las obras que hay en ella serán quemadas. (No se refiere a la Aniquilación, sino más bien de pasar de una condición a otra.)
11 Puesto como todas estas cosas han de ser deshechas (lo presente es temporal), ¿Cómo conviene que seáis en vuestras Santas y Piadosas (el enfoque correcta) conversaciones (estilo de vida),
12 Esperando y apresurándoos para la Venida del Día de Dios (concierne la Tierra Eterna Venidera y Perfecta, que durará en esa condición por siempre y para siempre), en el cual los Cielos siendo encendidos serán deshechos, y los elementos siendo envueltos en llamas, se fundirán? ("El Día de Dios" será anunciado por los acontecimientos catastróficos de este Versículo. No quedará un solo pecado en el Universo.)
13 Bien que esperamos (los Creyentes) Cielos nuevos (¡esta es la Promesa!) y Tierra nueva, según Sus Promesas (el Señor ha Prometido que vendrá un nuevo día [Isa. 65:17]), en los cuales mora la Justicia. (Declara la condición de los "Nuevos Cielos y Nueva Tierra" Venideros [Apoc., caps. 21-22].)
LAS ADMONICIONES
14 Por lo cual, oh amados, estando en esperanza de estas cosas (si cree en la Biblia, creerá en los acontecimientos de los Últimos Días), procurad con diligencia que seáis hallados de Él sin mancha, y sin reprensión, en Paz (el Creyente puede lograrlo sólo cuando haga siempre la Cruz el Objeto de su Fe).
15 Y tened por Salvación la paciencia de nuestro Señor (Su paciencia, que se refiere a este Día de la Gracia que ya ha durado más tiempo que cualquier otra dispensación, es a fin de traer a los no redimidos a Él); como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también (no dice cuál Epístola, pero es probable que se refiera a los Hebreos);
16 Casi en todas sus Epístolas, hablando en ellas de estas cosas (declara el hecho de que las Epístolas de Pablo son inspiradas); entre las cuales hay algunas difíciles de entender (podría referirse a la Profecía o a la gran enseñanza de Pablo acerca de la Cruz), las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también Las otras Escrituras, para perdición de sí mismos. (Explica el hecho de que algunos Cristianos deliberadamente tergiversan Las Escrituras, intentan cambiar el sentido de algo que no era la intención del Espíritu Santo.)
17 Así que vosotros, oh amados, pues estáis amonestados (el Espíritu Santo, por Pedro, dice que aquellos a quienes el Apóstol les escribía no era por falta de entendimiento a la enseñanza), guardaos que no seáis juntamente extraviados por el error de los perversos (se refiere a ser desviado de la Cruz), y habéis caído de vuestra firmeza (la aplicación apropiada de la Fe; la Cruz de Cristo siempre debe ser el Objeto de la Fe del Santo; si cambiamos nuestra Fe a algo más, "habéis caído" [Gál. 5:4]).
18 Mas creced en la Gracia (la única forma en que el Santo puede crecer) y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (Este "conocimiento" se refiere no sólo a Quien es Cristo [el Señor de la Gloria], sino también Lo Que Él hizo a fin de que pudiéramos ser Redimidos, que señala a la Cruz.) A Él sea Gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. (Se refiere a tales que pertenecen a Él, porque Él es el Único Quien pagó el precio por la Redención del hombre.)


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels: , , , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home