01 July 2018

El 1 de julio Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

 
El 1 de julio Lectura Bíblica Diaria:

Rut 1 a 3:
En el tiempo en que los caudillos gobernaban el país, hubo allí una época de hambre. Entonces un hombre de Belén de Judá emigró a la tierra de Moab, junto con su esposa y sus dos hijos. El hombre se llamaba Elimélec, su esposa se llamaba Noemí y sus dos hijos, Majlón y Quilión, todos ellos efrateos, de Belén de Judá. Cuando llegaron a la tierra de Moab, se quedaron a vivir allí. Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Éstos se casaron con mujeres moabitas, la una llamada Orfa y la otra Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, murieron también Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos. Noemí regresó de la tierra de Moab con sus dos nueras, porque allí se enteró de que el Señor había acudido en ayuda de su pueblo al proveerle de alimento. Salió, pues, con sus dos nueras del lugar donde había vivido, y juntas emprendieron el camino que las llevaría hasta la tierra de Judá. Entonces Noemí les dijo a sus dos nueras: ¡Miren, vuelva cada una a la casa de su madre! Que el Señor las trate a ustedes con el mismo amor y lealtad que ustedes han mostrado con los que murieron y conmigo. Que el Señor les conceda hallar seguridad en un nuevo hogar, al lado de un nuevo esposo. Luego las besó. Pero ellas, deshechas en llanto, alzaron la voz y exclamaron: ¡No! Nosotras volveremos contigo a tu pueblo. ¡Vuelvan a su casa, hijas mías! insistió Noemí. ¿Para qué se van a ir conmigo? ¿Acaso voy a tener más hijos que pudieran casarse con ustedes? ¡Vuelvan a su casa, hijas mías! ¡Váyanse! Yo soy demasiado vieja para volver a casarme. Aun si abrigara esa esperanza, y esta misma noche me casara y llegara a tener hijos, ¿los esperarían ustedes hasta que crecieran? ¿Y por ellos se quedarían sin casarse? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes; ¡la mano del Señor se ha levantado contra mí! Una vez más alzaron la voz, deshechas en llanto. Luego Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se aferró a ella. Mira dijo Noemí, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con ella. Pero Rut respondió: ¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! "Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte! Al ver Noemí que Rut estaba tan decidida a acompañarla, no le insistió más. Entonces las dos mujeres siguieron caminando hasta llegar a Belén. Apenas llegaron, hubo gran conmoción en todo el pueblo a causa de ellas. ¿No es ésta Noemí? se preguntaban las mujeres del pueblo. Ya no me llamen Noemí repuso ella. Llámenme Mara, porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura. "Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada. ¿Por qué me llaman Noemí si me ha afligido el Señor, si me ha hecho desdichada el Todopoderoso? Así fue como Noemí volvió de la tierra de Moab acompañada por su nuera, Rut la moabita. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de cebada. Noemí tenía, por parte de su esposo, un pariente que se llamaba Booz. Era un hombre rico e influyente de la familia de Elimélec. Y sucedió que Rut la moabita le dijo a Noemí: Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le caiga bien. Anda, hija mía le respondió su suegra. Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec. En eso llegó Booz desde Belén y saludó a los segadores: ¡Que el Señor esté con ustedes! ¡Que el Señor lo bendiga! respondieron ellos. ¿De quién es esa joven? preguntó Booz al capataz de sus segadores. Es una joven moabita que volvió de la tierra de Moab con Noemí le contestó el capataz. Ella me rogó que la dejara recoger espigas de entre las gavillas, detrás de los segadores. No ha dejado de trabajar desde esta mañana que entró en el campo, hasta ahora que ha venido a descansar un rato en el cobertizo. Entonces Booz le dijo a Rut: Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas a otro campo, ni te alejes de aquí; quédate junto a mis criadas, fíjate bien en el campo donde se esté cosechando, y síguelas. Ya les ordené a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas y bebe del agua que los criados hayan sacado. Rut se inclinó hacia la tierra, se postró sobre su rostro y exclamó: ¿Cómo es que le he caído tan bien a usted, hasta el punto de fijarse en mí, siendo sólo una extranjera? Ya me han contado le respondió Booz todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces. ¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor! contestó ella. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de sus servidoras. A la hora de comer, Booz le dijo: Ven acá. Sírvete pan y moja tu bocado en el vinagre. Cuando Rut se sentó con los segadores, Booz le ofreció grano tostado. Ella comió, quedó satisfecha, y hasta le sobró. Después, cuando ella se levantó a recoger espigas, él dio estas órdenes a sus criados: Aun cuando saque espigas de las gavillas mismas, no la hagan pasar vergüenza. Más bien, dejen caer algunas espigas de los manojos para que ella las recoja, ¡y no la reprendan! Así que Rut recogió espigas en el campo hasta el atardecer. Luego desgranó la cebada que había recogido, la cual pesó más de veinte kilos. La cargó de vuelta al pueblo, y su suegra vio cuánto traía. Además, Rut le entregó a su suegra lo que le había quedado después de haber comido hasta quedar satisfecha. Su suegra le preguntó: ¿Dónde recogiste espigas hoy? ¿Dónde trabajaste? ¡Bendito sea el hombre que se fijó en ti! Entonces Rut le contó a su suegra acerca del hombre con quién había estado trabajando. Le dijo: El hombre con quien hoy trabajé se llama Booz. ¡Que el Señor lo bendiga! exclamó Noemí delante de su nuera. El Señor no ha dejado de mostrar su fiel amor hacia los vivos y los muertos. Ese hombre es nuestro pariente cercano; es uno de los parientes que nos pueden redimir. Rut la moabita añadió: Incluso me dijo que me quede allí con sus criados hasta que terminen de recogerle toda la cosecha. Hija mía, te conviene seguir con sus criadas le dijo Noemí, para que no se aprovechen de ti en otro campo. Así que Rut se quedó junto con las criadas de Booz para recoger espigas hasta que terminó la cosecha de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra. Un día su suegra Noemí le dijo: Hija mía, ¿no debiera yo buscarte un hogar seguro donde no te falte nada? Además, ¿acaso Booz, con cuyas criadas has estado, no es nuestro pariente? Pues bien, él va esta noche a la era para aventar la cebada. Báñate y perfúmate, y ponte tu mejor ropa. Baja luego a la era, pero no dejes que él se dé cuenta de que estás allí hasta que haya terminado de comer y beber. Cuando se vaya a dormir, te fijas dónde se acuesta. Luego vas, le destapas los pies, y te acuestas allí. Verás que él mismo te dice lo que tienes que hacer. Haré todo lo que me has dicho respondió Rut. Y bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado. Booz comió y bebió, y se puso alegre. Luego se fue a dormir detrás del montón de grano. Más tarde Rut se acercó sigilosamente, le destapó los pies y se acostó allí. A medianoche Booz se despertó sobresaltado y, al darse vuelta, descubrió que había una mujer acostada a sus pies. ¿Quién eres? le preguntó. Soy Rut, su sierva. Extienda sobre mí el borde de su manto, ya que usted es un pariente que me puede redimir. Que el Señor te bendiga, hija mía. Esta nueva muestra de lealtad de tu parte supera la anterior, ya que no has ido en busca de hombres jóvenes, sean ricos o pobres. Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo sabe que eres una mujer ejemplar. Ahora bien, aunque es cierto que soy un pariente que puede redimirte, hay otro más cercano que yo. Quédate aquí esta noche. Mañana, si él quiere redimirte, está bien que lo haga. Pero si no está dispuesto a hacerlo, ¡tan cierto como que el Señor vive, te juro que yo te redimiré! Ahora acuéstate aquí hasta que amanezca. Así que se quedó acostada a sus pies hasta el amanecer, y se levantó cuando aún estaba oscuro; pues él había dicho: "Que no se sepa que una mujer vino a la era." Luego Booz le dijo: Pásame el manto que llevas puesto y sosténlo firmemente. Rut lo hizo así, y él echó en el manto veinte kilos [3] de cebada y puso la carga sobre ella. Luego él regresó al pueblo. Cuando Rut llegó adonde estaba su suegra, ésta le preguntó: ¿Cómo te fue, hija mía? Rut le contó todo lo que aquel hombre había hecho por ella, y añadió: Me dio estos veinte kilos de cebada, y me dijo: No debes volver a tu suegra con las manos vacías. Entonces Noemí le dijo: Espérate, hija mía, a ver qué sucede. Porque este hombre no va a descansar hasta dejar resuelto este asunto hoy mismo.

Salmos 49:
Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo, tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres. Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia. Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa. ¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores? ¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones? Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente. Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa. Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros. Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen. Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. * Selah. Como ovejas, están destinados al *sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el *sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas. Por la mañana los gobernarán los justos. Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará. * Selah. No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa, porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor. Aunque en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros, irá a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamás a ver la luz. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

Proverbios 12:
El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio. El hombre bueno recibe el favor del Señor, pero el intrigante recibe su condena. Nadie puede afirmarse por medio de la maldad; sólo queda firme la raíz de los justos. La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos. En los planes del justo hay justicia, pero en los consejos del malvado hay engaño. Las palabras del malvado son insidias de muerte, pero la boca de los justos los pone a salvo. Los malvados se derrumban y dejan de existir, pero los hijos de los justos permanecen. Al hombre se le alaba según su sabiduría, pero al de mal corazón se le desprecia. Vale más un Don Nadie con criado que un Don Alguien sin pan. El justo atiende a las necesidades de su bestia, pero el malvado es de mala entraña. El que labra su tierra tendrá abundante comida, pero el que sueña despierto es un imprudente. Los malos deseos son la trampa de los malvados, pero la raíz de los justos prospera. En el pecado de sus labios se enreda el malvado, pero el justo sale del aprieto. Cada uno se sacia del fruto de sus labios, y de la obra de sus manos recibe su recompensa. Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio atiende al consejo. El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto. El testigo verdadero declara lo que es justo, pero el testigo falso declara falsedades. El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio. Los labios sinceros permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa dura sólo un instante. En los que fraguan el mal habita el engaño, pero hay gozo para los que promueven la paz. Al justo no le sobrevendrá ningún daño, pero al malvado lo cubrirá la desgracia. El Señor aborrece a los de labios mentirosos, pero se complace en los que actúan con lealtad. El hombre prudente no muestra lo que sabe, pero el corazón de los necios proclama su necedad. El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado. La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra. El justo es guía de su prójimo, pero el camino del malvado lleva a la perdición. El perezoso no atrapa presa, pero el diligente ya posee una gran riqueza. En el camino de la justicia se halla la vida; por ese camino se evita la muerte.
 
El Libro de I Pedro Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SAN PEDRO
CAPÍTULO 1
(60 d.C.)
INTRODUCCIÓN
PEDRO (el nombre significa la "roca," y se usa aquí metafóricamente para describir a Pedro como un hombre semejante a una roca por razones de su firmeza y fortaleza del alma), Apóstol de Jesucristo (indica el tono autoritario de esta Epístola), a los extranjeros (forasteros para Pedro porque él no los había conocido antes) esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bitinia (describe esta Epístola enviada a los Judíos Cristianos que se habían instalado en ciertas partes del Imperio Romano; sin embargo, también está destinada para los Gentiles),
2 Elegidos (aquellos que deciden responder favorablemente al llamado del Espíritu Santo, son los Elegidos de Dios) según el previo conocimiento de Dios el Padre (Dios ve en el futuro y tendría que enviar a un Salvador para redimir al hombre de la Caída; todos quienes aceptan al Salvador son "elegidos") en Santificación del Espíritu (elegidos a ser Santificados por el Espíritu Santo), para obedecer y ser rociados con la Sangre de Jesucristo (corresponde al hecho de que el Espíritu Santo nos Santifica sobre la base de la Obra Terminada de Cristo, donde nuestra Fe debe residir; ya que la Cruz es todo en cuanto a la Salvación, es también todo en cuanto a la Santificación): Gracia, y Paz os sean multiplicadas. (Ambos atributos pasan por la Cruz, y seguirán multiplicándose con tal que nuestra Fe esté afianzada firmemente en la Cruz de Cristo.)
ACCIÓN DE GRACIAS
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (debemos Bendecir siempre a Dios por lo que Él hizo por nosotros mediante Jesucristo), que según Su grande Misericordia (indica el hecho de que la Ley y la venganza ya no están delante de nosotros, sino la pura Misericordia) nos ha regenerado en una esperanza viva (explica el hecho de que somos transplantados de la herencia de Adán a la herencia de Dios), por la Resurrección de Jesucristo de los muertos (se refiere a nosotros que somos resucitados con Cristo en "novedad de vida," que nos permite vivir una Vida Santa [Rom. 6:3-5]),
4 Para una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse (como Niños engendrados de Dios, somos Herederos de Dios y Coherederos con Su Hijo, el Señor Jesucristo [Rom. 8:17]), reservada en los Cielos (conlleva la idea de que Dios protege nuestra herencia por nosotros bajo vigilancia constante),
5 Para nosotros que somos guardados en el Poder de Dios por Fe (se refiere al Espíritu Santo que ejerce Su Poder de nuestra parte, cuando nuestra Fe está arraigada Siempre en la Cruz [Rom. 6:5]), para alcanzar la Salvación que está preparada para ser manifestada en el postrer tiempo (preparada para el Arrebatamiento).
LA FE
6 En lo cual vosotros os alegráis (se refiere al tiempo cuando se terminará esta permanencia terrenal, la Trompeta de Dios suena, y "seremos transformados" [I Cor. 15:51-54]), estando al presente un poco de tiempo afligidos en diversas pruebas, si es necesario (esta vida es el ensayo general para la Eternidad):
7 Para que la prueba de vuestra Fe (toda Fe es probada, y la gran Fe debe ser probada en gran manera), mucho más preciosa que el oro, el cual perece (el énfasis es en las pruebas de nuestra Fe para mostrar si es genuina o no; el Espíritu Santo dice que tal es más preciosa que la prueba del oro, lo cual es el artículo más precioso en el mundo; ¿está nuestra Fe realmente en la Cruz o no?), bien que sea probado con fuego (el fuego de la tentación, dificultad, etc.; tal tiene la intención de mostrar la debilidad), sea hallada en Alabanza, Gloria y Honra (que sólo puede lograrse si la Cruz de Cristo es el único Objeto de nuestra Fe), cuando Jesucristo fuere revelado (estamos siendo preparados por el Espíritu Santo como súbditos dignos para la aparición de nuestro Señor, en cuanto al Arrebatamiento):
GOZO INEFABLE
8 Al Cual (Jesucristo), no habiendo visto, Le amáis (no hemos visto personalmente al Señor, pero el Espíritu Santo lo ha hecho realidad a nuestros corazones); en El Cual creyendo, aunque al presente no Lo veáis (proclama la Fe total y completa en Cristo, aunque ojos naturales no Lo han visto, pero a Quien veremos un día), os alegráis con Gozo inefable y lleno de Gloria (el estado previsto para todo Creyente, y lo que se puede alcanzar a pesar de las dificultades y las aflicciones si la Fe está afianzada firmemente en la Cruz):
9 Obteniendo el fin de vuestra Fe, que es la Salvación de vuestras almas (se refiere a la Resurrección venidera, cuando seremos Glorificados en aquel momento).
10 De la cual Salvación los Profetas que Profetizaron de la Gracia que había de venir a vosotros (esta "Gracia" no era para ese momento, sino para la dispensación venidera, todo hecho posible por la Cruz), han inquirido y diligentemente buscado (los Profetas del Antiguo Testamento con cuidado y diligentemente buscando el significado de lo que predecían en cuanto esto tenía que ver con Cristo y lo que Él haría para Redimir a la humanidad [Gén. 49:10; Isa., cap. 53]):
11 Escudriñando cuándo (estos hombres diligentemente buscaron en sus propias Profecías y las Profecías de otros Profetas, para que pudieren entender aquello del cual fue dicho), y en qué punto de tiempo (¿qué clase de tiempo acompañaría esta única Salvación particular? el tiempo de Gracia sola, lo que significaba que la Ley ya no existiría más) significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos (todo lo que el Espíritu de Dios hizo en los tiempos del Antiguo Testamento, todo pertenecía a Cristo, sin excepción), el cual de antemano anunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo (se refiere al Mensaje del Antiguo Testamento, todo dado por el Espíritu Santo, y todos señalaban a la Redención venidera del hombre, que acontecería por la Cruz de   Cristo), y las Glorias después de ellas. (Declara todo lo maravilloso que fueron hechos posibles por los "Sufrimientos de Cristo.")
12 A los cuales fue revelado (se refiere a la Iglesia), que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas (proclama la totalidad del Antiguo Testamento), que ahora os son anunciadas de los que os han Predicado el Evangelio (se refiere a lo que Cristo hizo en la Cruz, lo que los Profetas predijeron) por el Espíritu Santo enviado del  Cielo (el Espíritu Santo verificó lo que Cristo hizo en la Cruz al venir del Cielo en una nueva dimensión, así para morar en los corazones y las vidas de los Creyentes, y haciéndolo así permanentemente [Jn. 14:16-17]); en las cuales desean mirar los Ángeles. (En otras palabras, la Iglesia es la Universidad para los Ángeles.)
VIVIR EN SANTIDAD
13 Por lo cual, teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos (en vista de lo que el Señor ha hecho por nosotros, debiéramos tener un espíritu optimista y esperanzador), con templanza, esperad perfectamente en la Gracia que se os traerá (en efecto, habla de la Glorificación de los Santos) cuando Jesucristo os es Manifestado (se refiere al Arrebatamiento venidero de la Iglesia);
14 Como hijos obedientes, no conformándoos con los malos deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia (no sean dominados por la naturaleza pecaminosa que les dominaba antes de venir a Cristo):
15 Sino como Aquél que os ha llamado es Santo (Dios es Santo, por lo tanto debemos ser Santos también), sed también vosotros Santos en toda conversación (se refiere al estilo de vida);
16 Porque escrito está (Lev. 11:44), Sed Santos; porque yo soy Santo. (Sólo de una manera se puede lograr esto. La colocación de nuestra Fe exclusivamente en la Cruz de Cristo le da libertad de acción al Espíritu Santo para ayudarnos, y Él Solo puede perfeccionar la Santidad en nuestras vidas. No puede lograrse por la obstinación, ni por reglas, ordenanzas, etc.)
17 Y si invocáis por Padre (debiera traducirse, "ya que ustedes ruegan al Padre"), a Aquél que sin acepción de personas (dice en el Griego, "no recibe la cara"; Dios no recibe la cara de nadie; Él es imparcial) juzga según la obra de cada uno (Dios Solo es nuestro Juez, no el hombre; el hombre puede ser engañado; ¡Dios no puede ser engañado!), comportaos en temor reverente todo el tiempo de vuestra peregrinación (un temor de la autoconfianza):
LA REDENCIÓN
18 Sabiendo que habéis sido Rescatados de vuestra vana conversación (vano estilo de vida), la cual recibisteis de vuestros padres (se refiere al pecado original que se transmite del padre al hijo en la concepción), no con cosas corruptibles, como oro o plata (presenta el hecho de que los artículos más preciosos [la plata y el oro] no pudieron Redimir al hombre caído);
LA CRUZ
19 Sino con la Sangre Preciosa de Cristo (presenta el pago, lo cual proclama la Vida derramada de Cristo en favor de los pecadores), como de un Cordero sin mancha y sin contaminación (los corderos ofrecidos como sustitutos en la Antigua economía Judía; la Muerte de Cristo no era una ejecución ni un asesinato, sino un Sacrificio; la Ofrenda de Sí Mismo presentó un Sacrificio Perfecto, ya que Él era Perfecto en todo respeto [Éx. 12:5]):
20 Ya ordenado de antes de la fundación del mundo (se refiere al hecho de que Dios, en Su Omnisciencia, sabía que Él crearía al hombre, el hombre Caería, y Cristo Redimiría al hombre que iría a la Cruz; todo esto fue ordenado antes de la creación del Universo; significa que la Cruz de Cristo es la Doctrina Fundamental de toda la Doctrina, lo cual se refiere que toda Doctrina debe basarse en ese Fundamento, de otro modo, es engañoso), pero manifestado en los últimos tiempos por amor de vosotros (se refiere al Dios invisible Quien, en la Persona del Hijo, fue hecho visible a la vista humana al tomar cuerpo humano y limitaciones humanas),
21 Que por Él creéis a Dios (es sólo por Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz que somos capaces "de Creer en Dios"), El Cual Le (Cristo) resucitó de los muertos (Su Resurrección fue garantizada en tanto que Él Expió todo el pecado [Rom. 6:23]), y Le ha dado Gloria (exaltación a Cristo); para que vuestra Fe y Esperanza sean en Dios. (Se   refiere a una Fe sincera en Dios, Quien salva a los pecadores al responder a nuestra Fe en el Resucitado Señor Jesús Quien murió por nosotros.)
22 Habiendo purificado vuestras almas (en efecto, dice en el Griego, "ya que habéis purificado vuestras almas") en la obediencia de la Verdad (el gran sistema de la Verdad respecto a la Redención del mundo, lo cual se refiere a la Cruz), por la acción del Espíritu (todo es hecho "por acción del Espíritu"), en amor fraternal sin fingimiento (amor que no es hipócrita), amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro (la clase del amor de Dios, que sólo puede ocurrir cuando el Creyente afianza su Fe en la Cruz, y lo hace exclusivamente):
23 Siendo nacidos de nuevo, no de simiente corruptible (la experiencia de Nacer de Nuevo no es de ninguna manera en virtud de cierto descenso de padres humanos), sino de incorruptible (que es el Señor Jesucristo), por la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre. (La historia de la Biblia es la historia de la Redención del hombre, lo cual es la historia de la Cruz.)
24 Porque toda carne es como la hierba (el Apóstol hace contraste de lo que es engendrado de Dios con lo que es engendrado por el hombre), y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba (se refiere a una gloria muy temporal). Se secó la hierba, y la flor se cayó (considerando eso, nuestras esperanzas deben estar en los asuntos de Dios, y no en los del hombre):
25 Mas la Palabra del Señor permanece perpetuamente (en contraste con la del hombre, que perece rápidamente). Y esta es la Palabra que por el Evangelio os ha sido anunciada. (Predique la Cruz, que trae beneficios Eternos [I Cor. 1:21, 23; 2:2].)
1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los  de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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