02 July 2018

El 2 de julio Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 2 de julio Lectura Bíblica Diaria:


Rut 4 a I Samuel 2: 
Booz, por su parte, subió hasta la puerta de la ciudad y se sentó allí. En eso pasó el pariente redentor que él había mencionado. Ven acá, amigo mío, y siéntate le dijo Booz. El hombre fue y se sentó. Entonces Booz llamó a diez de los ancianos de la ciudad, y les dijo: Siéntense aquí. Y ellos se sentaron. Booz le dijo al pariente redentor: Noemí, que ha regresado de la tierra de Moab, está vendiendo el terreno que perteneció a nuestro hermano Elimélec. Consideré que debía informarte del asunto y sugerirte que lo compres en presencia de estos testigos y de los ancianos de mi pueblo. Si vas a redimir el terreno, hazlo. Pero si no vas a redimirlo, házmelo saber, para que yo lo sepa. Porque ningún otro tiene el derecho de redimirlo sino tú, y  después de ti, yo tengo ese derecho. Yo lo redimo le contestó. Pero Booz le aclaró: El día que adquieras el terreno de Noemí, adquieres también a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar su nombre junto con su heredad. Entonces no puedo redimirlo respondió el pariente redentor, porque podría perjudicar mi propia herencia. Redímelo tú; te cedo mi derecho. Yo no puedo ejercerlo. En aquellos tiempos, para ratificar la redención o el traspaso de una propiedad en Israel, una de las partes contratantes se quitaba la sandalia y se la daba a la otra. Así se acostumbraba legalizar los contratos en Israel. Por eso el pariente redentor le dijo a Booz: Cómpralo tú. Y se quitó la sandalia. Entonces Booz proclamó ante los ancianos y ante todo el pueblo: Hoy son ustedes testigos de que le he comprado a Noemí toda la propiedad de Elimélec, Quilión y Majlón, y de que he tomado como esposa a Rut la moabita, viuda de Majlón, a fin de preservar el nombre del difunto con su heredad, para que su nombre no desaparezca de entre su familia ni de los registros del pueblo. ¡Hoy son ustedes testigos! Los ancianos y todos los que estaban en la puerta respondieron: Somos testigos. "¡Que el Señor haga que la mujer que va a formar parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, quienes juntas edificaron el pueblo de Israel! "¡Que seas un hombre ilustre en Efrata, y que adquieras renombre en Belén! "¡Que por medio de esta joven el Señor te conceda una descendencia tal que tu familia sea como la de Fares, el hijo que Tamar le dio a Judá! Así que Booz tomó a Rut y se casó con ella. Cuando se unieron, el Señor le concedió quedar embarazada, de modo que tuvo un hijo. Las mujeres le decían a Noemí: "¡Alabado sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos." Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. Las vecinas decían: "¡Noemí ha tenido un hijo!" Y lo llamaron Obed. Éste fue el padre de Isaí, padre de David. Así que éste es el linaje de Fares: Fares fue el padre de Jezrón; Jezrón, el padre de Ram; Ram, el padre de Aminadab; Aminadab, el padre de Naasón; Naasón, el padre de Salmón; Salmón, el padre de Booz; Booz, el padre de Obed; Obed, el padre de Isaí; e Isaí, el padre de David.1 Samuel 1:1-2:36 NVI:En la sierra de Efraín había un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná hijo de Jeroán, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efraimita. Elcaná tenía dos esposas. Una de ellas se llamaba Ana, y la otra, Penina. Ésta tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Cada año Elcaná salía de su pueblo para adorar al Señor Todopoderoso y ofrecerle sacrificios en Siló, donde Ofni y Finés, los dos hijos de Elí, oficiaban como sacerdotes del Señor. Cuando llegaba el día de ofrecer su sacrificio, Elcaná solía darles a Penina y a todos sus hijos e hijas la porción que les correspondía. Pero a Ana le daba  una porción especial, pues la amaba a pesar de que el Señor la había hecho estéril. Penina, su rival, solía atormentarla para que se enojara, ya que el Señor la había hecho estéril. Cada año, cuando iban a la casa del Señor, sucedía lo mismo: Penina la atormentaba, hasta que Ana se ponía a llorar y ni comer quería. Entonces Elcaná, su esposo, le decía: "Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás resentida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?" Una vez, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. Y a la vista del sacerdote Elí, que estaba sentado en su silla junto a la puerta del santuario del Señor, con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente. Entonces hizo este voto: "Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya y, si en vez de olvidarme, te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida, y nunca se le cortará el cabello." Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, Elí se fijó en su boca. Sus labios se movían pero, debido a que Ana oraba en voz baja, no se podía oír su voz. Elí pensó que estaba borracha, así que le dijo: ¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino! No, mi señor; no he bebido ni vino ni cerveza. Soy sólo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del Señor. No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción. Vete en paz respondió Elí. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya. Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió. Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, volvieron a su casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió y, pasado un año, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, pues dijo: "Al Señor se lo pedí." Cuando Elcaná salió con toda su familia para cumplir su promesa y ofrecer su sacrificio anual al Señor, Ana no lo acompañó. No iré hasta que el niño sea destetado le explicó a su esposo. Entonces lo llevaré para dedicarlo al Señor, y allí se quedará el resto de su vida. Bien, haz lo que te parezca mejor respondió su esposo Elcaná. Quédate hasta que lo destetes, con tal de que el Señor cumpla su palabra. Así pues, Ana se quedó en su casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. Cuando dejó de amamantarlo, salió con el niño, a pesar de ser tan pequeño, y lo llevó a la casa del Señor en Siló. También llevó un becerro de tres años, una medida de harina y un odre de vino. Luego sacrificaron el becerro y presentaron el niño a Elí. Dijo Ana: "Mi señor, tan cierto como que usted vive, le juro que yo soy la mujer que estuvo aquí a su lado orando al Señor. Éste es el niño que yo le pedí al Señor, y él me lo concedió. Ahora yo, por mi parte, se lo entrego al Señor. Mientras el niño viva, estará dedicado a él." Entonces Elí se postró allí ante el Señor. Ana elevó esta oración: "Mi corazón se alegra en el Señor; en él radica mi poder. y burlarme de mis enemigos. "Nadie es santo como el Señor; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él! "Dejen de hablar con tanto orgullo y altivez; ¡no profieran palabras soberbias! El Señor es un Dios que todo lo sabe, y él es quien juzga las acciones. "El arco de los poderosos se quiebra, pero los débiles recobran las fuerzas. Los que antes tenían comida de sobra se venden por un pedazo de pan; los que antes sufrían hambre ahora viven saciados. La estéril ha dado a luz siete veces, pero la que tenía muchos hijos languidece. "Del Señor vienen la muerte y la vida; él nos hace bajar al sepulcro, pero también nos levanta. El Señor da la riqueza  y la pobreza; humilla, pero también enaltece. Levanta del polvo al desvalido y saca del basurero al pobre para sentarlos en medio de príncipes y darles un trono esplendoroso. "Del Señor son los fundamentos de la tierra; ¡sobre ellos afianzó el mundo! Él guiará los pasos de sus fieles, pero los malvados se perderán entre las sombras. ¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas! "El Señor destrozará a sus enemigos; desde el cielo lanzará truenos contra ellos. El Señor juzgará los confines de la tierra, fortalecerá a su rey y enaltecerá el poder de su ungido." Elcaná volvió a su casa en Ramá, pero el niño se quedó para servir al Señor, bajo el cuidado del sacerdote Elí. Los hijos de Elí eran unos perversos que no tomaban en cuenta al Señor. La costumbre de estos sacerdotes era la siguiente: Cuando alguien ofrecía un sacrificio, el asistente del sacerdote se presentaba con un tenedor grande en la mano y, mientras se cocía la carne, metía el tenedor en la olla, en el caldero, en la cacerola o en la cazuela; y el sacerdote tomaba para sí mismo todo lo que se enganchaba en el tenedor. De este modo trataban a todos los israelitas que iban a Siló. Además, antes de quemarse la grasa, solía llegar el ayudante del sacerdote para decirle al que estaba por ofrecer el sacrificio: "Dame carne para el asado del sacerdote, pues no te la va a aceptar cocida, sino cruda." Y si el hombre contestaba: "Espera a que se queme la grasa, como es debido; luego podrás tomar lo que desees", el asistente replicaba: "No, dámela ahora mismo; de lo contrario, te la quito por la fuerza." Así que el pecado de estos jóvenes era gravísimo a los ojos del Señor, pues trataban con desprecio las ofrendas que le pertenecían. El niño Samuel, por su parte, vestido con un efod de lino, seguía sirviendo en la presencia del Señor. Cada año su madre le hacía una pequeña túnica, y se la llevaba cuando iba con su esposo para ofrecer su sacrificio anual. Elí entonces bendecía a Elcaná y a su esposa, diciendo: "Que el Señor te conceda hijos de esta mujer, a cambio del niño que ella pidió para dedicárselo al Señor." Luego regresaban a su casa. El Señor bendijo a Ana, de manera que ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Durante ese tiempo, Samuel crecía en la presencia del Señor. Elí, que ya era muy anciano, se enteró de todo lo que sus hijos le estaban haciendo al pueblo de Israel, incluso de que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del santuario. Les dijo: "¿Por qué se comportan así? Todo el pueblo me habla de su mala conducta. No, hijos míos; no es nada bueno lo que se comenta en el pueblo del Señor. Si alguien peca contra otra persona, Dios le servirá de árbitro; pero si peca contra el Señor, ¿quién podrá interceder por él?" No obstante, ellos no le hicieron caso a la advertencia de su padre, pues la voluntad del Señor era quitarles la vida. Por su parte,   el niño Samuel seguía creciendo y ganándose el aprecio del Señor y de la gente. Un hombre de Dios fue a ver a Elí, y le dijo: "Así dice el Señor: Bien sabes que yo me manifesté a tus antepasados cuando estaban en Egipto bajo el poder del faraón. De entre todas las tribus de Israel, escogí a Aarón para que fuera mi sacerdote, es decir, para que en mi presencia se acercara a mi altar, quemara el incienso y se pusiera el efod. Además, a su familia le concedí las ofrendas que los israelitas queman en mi honor. ¿Por qué, pues, tratan ustedes con tanto desprecio los sacrificios y ofrendas que yo he ordenado que me traigan? ¿Por qué honras a tus hijos más que a mí, y los engordas con lo mejor de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? "Por cuanto has hecho esto, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el Señor, Dios de Israel, lo afirmo. Yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian. En efecto, se acerca el día en que acabaré con tu poder y con el de tu familia; ninguno de tus descendientes llegará a viejo. Mirarás con envidia el bien que se le hará a Israel, y ninguno de tus descendientes llegará a viejo. Si permito que alguno de los tuyos continúe sirviendo en mi altar, será para empañarte de lágrimas los ojos y abatirte el alma; todos tus descendientes morirán en la flor de la vida. Y te doy esta señal: tus dos hijos, Ofni y Finés, morirán el mismo día. "Pero yo levantaré a un sacerdote fiel, que hará mi voluntad y cumplirá mis deseos. Jamás le faltará descendencia, y vivirá una larga vida en presencia de mi ungido. Y los familiares tuyos que sobrevivan vendrán y de rodillas le rogarán que les regale una moneda de plata o un pedazo de pan. Le suplicarán: ¡Dame algún trabajo sacerdotal para mi sustento! " 

Salmos 50:
Habla el Señor, el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a occidente. Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta. Nuestro Dios viene, pero no en silencio; lo precede un fuego que todo lo destruye, y en torno suyo ruge la tormenta. El Señor convoca a los cielos y a la tierra, para que presencien el juicio de su pueblo: "Reúnanme a los consagrados, a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio." El cielo proclama la justicia divina: ¡Dios mismo es el juez! Selah. "Escucha, pueblo mío, que voy a hablar; Israel, voy a testificar contra ti: ¡Yo soy tu Dios, el único Dios! No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces. No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros. Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías. Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene. ¿Acaso me alimento con carne de toros, o con sangre de machos cabríos? ¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo! Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás." Pero Dios le dice al malvado: "¿Qué derecho tienes tú de recitar mis leyes o de mencionar mi *pacto con tus labios? Mi instrucción, la aborreces; mis palabras, las desechas. Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas. Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño. Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano. Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a denunciarte. "Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve. Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación." 

Proverbios 13: 
El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su  ruina. El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come   hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.

 El Libro de I Pedro Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart: 

LA PRIMERA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE SAN PEDRO 
CAPÍTULO 2 
(60 d.C.)
LOS OBSTÁCULOS 
DEJANDO pues toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y envidias, y todas las difamaciones (estas cosas se pueden dejar a un lado con tal que la Cruz de Cristo sea el Objeto de nuestra Fe; en efecto, el Espíritu Santo realizará la obra que Él Solo puede hacer), 
CRECIMIENTO ESPIRITUAL
2 Desead, como niños recién nacidos (aquellos salvos recientemente), la leche Espiritual, sin engaño (la Palabra de Dios en general es un factor que sustenta la vida en el sentido espiritual), para que por ella crezcáis para Salvación (el Crecimiento Espiritual está basado en el conocimiento de la Palabra):3 Si empero habéis gustado ("ya que le han gustado") que el Señor es Benigno. (Apunta hacia la Cruz, que es el medio de la Gracia.)PIEDRA DEL ÁNGULO4 Al Cual acercándoos (venga exclusivamente a Jesús), Piedra Viva (Cristo es la Roca), descartada cierto de los hombres (se refiere al rechazo de Cristo por Israel), empero elegida de Dios, preciosa (los hombres rechazaron Al Que Dios había elegido, es decir, Cristo),5 Vosotros también, como piedras vivas (porque estamos "en Cristo"), sed edificados una casa espiritual (se refiere a la Iglesia; no la Iglesia institucional, sino más bien todos los que son Nacidos de Nuevo, es decir, la Familia de Dios), y un Sacerdocio Santo (todos los Creyentes Nacidos de Nuevo son miembros "del Sacerdocio Santo," pero Cristo Solo es el Gran Sumo Sacerdote), para ofrecer Sacrificios espirituales (la palabra "Sacrificios" se refiere a la Cruz y a nuestra Fe que siempre está en aquella Obra Terminada; si es realmente "espiritual," entonces sinceramente hay que tener la Cruz como su Objeto), agradables a Dios por Jesucristo. (La Fe en Cristo y la Cruz sola es aceptable para con Dios. Significa que cuando la Fe tiene algo más como su Objeto es inaceptable.)6 Por lo cual también dicen Las Escrituras (Isa. 28:16), He aquí, pongo en Sión la Principal Piedra del Ángulo, escogida, preciosa (sugiere que la Imagen de Jesús como la Piedra Angular Principal sea una que es importante para la Fe o para la incredulidad): y el que creyere en Él, no será confundido (no será avergonzado).7 Él es pues precioso a vosotros que creéis (se refiere a la estimación de Cristo por aquellos de nosotros que creemos en contraste con la opinión que el mundo ha tomado de Él): mas para los desobedientes, la Piedra que los edificadores despreciaron, ésta fue hecha la Cabeza del Ángulo (a pesar de que Cristo fue rechazado por Israel, será a Él que el mundo contestará),8 Y Piedra de tropiezo, y Roca de escándalo (debido a la Cruz [I Cor. 1:23]) aun a aquellos que tropiezan en la Palabra, siendo desobedientes (se refiere a la incredulidad): para lo cual fueron también ordenados. (Todos los que rechazan a Cristo están destinados a perderse.)9 Mas vosotros sois linaje escogido (una nueva raza escogida, compuesta de todos quienes hayan aceptado a Cristo), Real Sacerdocio (Cristo es Rey y Sumo Sacerdote; porque estamos "en Él," también somos "Reyes y Sacerdotes" [Apoc. 1:6]), una nación Santa (una multitud de personas de la misma naturaleza), pueblo adquirido (todo Santo es posesión única de Dios, justo como si aquel Santo fuera el único ser humano que existe); para que anunciéis las virtudes de Aquél Quien os ha llamado de las tinieblas a Su Luz admirable (Él nos salvó en virtud de lo que Él hizo en la Cruz, por lo cual debiéramos alabarlo siempre):10 Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo (sin Dios, no hay relación alguna de ninguna manera), mas ahora sois pueblo de Dios (es posible por lo que Jesús hizo en la Cruz): que en el tiempo pasado no habíais alcanzado Misericordia, mas ahora ya habéis alcanzado Misericordia. (La Misericordia es un producto de la Gracia, la cual es un producto de la Cruz.)LOS CREYENTES11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos (nadie es realmente un peregrino en el sentido Bíblico sin primero haber sido un extranjero en este mundo), os abstengáis de los deseos carnales, que batallan contra el alma (nos dice que como Cristianos todavía tenemos en nosotros "la naturaleza pecaminosa");12 Teniendo vuestra conversación (estilo de vida) honesta entre los Gentiles (la palabra "Gentiles," como se usa aquí, no se refiere a los Gentiles en contraste con los Judíos, sino con el mundo no salvo, un mundo de personas sin Cristo): para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación (se refiere a este Día de la Gracia), estimándoos (considerar con cuidado como testigo personal) por las buenas obras (separado de pecado).GOBERNADORES13 Sed pues sujetos a toda Ordenación humana por respeto a Dios (Pedro se refiere al Gobierno Civil): ya sea al rey, como a superior (si la Ordenación no viola la Palabra de Dios);14 Ya a los Gobernadores, como de él enviados (la policía local) para venganza de los malhechores (incluye todo el Gobierno Civil), y para loor de los que hacen bien. (Se ha de castigar el mal y recompensar la obra del bien, lo que es propio de una sociedad estable.)15 Porque esta es la Voluntad de Dios (el Gobierno Civil es ordenado por Dios), que haciendo bien, acalléis la ignorancia de los hombres vanos (los Verdaderos Cristianos son el mejor recurso de una nación):16 Como libres (la libertad que tenemos en Cristo), y no como teniendo la  libertad para encubrir la malicia, sino como siervos de Dios. (La libertad que tenemos en Cristo no nos coloca en una posición superior a la Ley de la Tierra.)17 Honrad a todos (si es digno del honor). Amad a la confraternidad (se refiere a la familia Cristiana de Creyentes). Temed a Dios. (El que tiene temor de Dios no deshonrará al hombre, amará a sus Hermanos y le dará el reconocimiento digno a la autoridad Civil nombrada.) Honrad al rey (en efecto, se refiere a rendir homenaje al Oficio).LOS SIERVOS18 Siervos (esclavos), sed sujetos con todo temor a vuestros amos (indica que los esclavos, como una clase, formaban una gran parte de la primera comunidad Cristiana); no solamente a los buenos y humanos, sino también a los injustos. (Los esclavos Cristianos debían comportarse como Cristo, ya sea si su amo era bueno o no. De la misma manera hoy día se aplica esta advertencia al patrón y al empleado.)19 Porque esto es agradable (una acción fuera del curso ordinario de lo que se espera), si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias, padeciendo injustamente. (Aunque haya sido maltratado, el esclavo Creyente debe seguir comportándose como Cristo, lo cual Dios se estará fijando siempre.)20 Porque ¿qué gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo sufrís? (De hecho, si el esclavo se ha comportado mal, él debe aceptar su castigo sin queja.) Mas si haciendo bien sois afligidos, y lo sufrís, esto ciertamente es agradable delante de Dios. (Significa que si no aceptamos el maltrato con paciencia, no es aceptable para Dios. Se puede lograr sólo mediante el Espíritu Santo que le ayudará a esa persona, lo cual Él definitivamente hará, si su Fe está siempre afianzada en la Cruz.)CRISTO21 Porque para esto sois llamados (llamado para obrar como Cristo, sin tener en cuenta el maltrato): pues que también Cristo padeció por nosotros (Pedro le hace recordar a estos esclavos que Cristo también sufrió injustamente, porque Él, el Único Justo, murió a favor de los injustos), dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis Sus pisadas (hemos de reproducir a Cristo en nuestras vidas, lo que sólo podemos hacer con la Ayuda, Dirección, Conducción y Poder del Espíritu Santo [Jn. 16:7-16]):22 El Cual no hizo pecado (Cristo era el único ser humano Quien jamás vivió sin pecado), ni fue hallado engaño en Su Boca (Él nunca pecó hablando hipócrita o falsamente, ni una sola vez):23 Quien cuando Le maldecían, no retornaba maldición (Él no correspondía de la misma manera); cuando padecía, no amenazaba (cuando Él sufría injustamente, Él no invocaba la ira del Cielo, algo que Él realmente pudiera haber hecho); sino encomendaba la causa Al Que Juzga Justamente (Él confió en Dios por Su defensa, que es también lo que hemos de hacer):24 Él Mismo llevó nuestros pecados en Su Cuerpo sobre el madero (se entregó en Sacrificio en la Cruz, tomando toda la pena por nuestros pecados, lo cual era la muerte física; no fue el sufrimiento de Cristo lo que nos redimió, aunque, sin duda alguna, eso fue parte de lo que pasó, sino más bien el precio que Él pagó cuando Se entregó), para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la Justicia (estamos "muertos al pecado" en virtud de estar "en Cristo" cuando Él murió en la Cruz, lo cual se desempeña al manifestar nuestra Fe en Cristo [Rom. 6:3-5]; y fuimos resucitados con Él en "novedad de vida," lo que nos garantiza una Justicia perfecta e intachable): por la herida Del Cual habéis sido sanados. (Se refiere a la sanidad de nuestras almas y la sanidad de nuestro cuerpo físico también. La Expiación incluyó todo lo que el hombre perdió en la Caída, pero sólo tenemos las Primicias ahora y el resto lo tendremos en la Resurrección [Rom. 8:23].)25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas (somos como un rebaño sin pastor); mas ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas (se refiere al Señor Jesucristo; Él Solo es el Verdadero "Pastor" y Él Solo es el Verdadero "Obispo" de nuestras almas; si permitimos que el hombre tome Su Lugar, nos destruimos espiritualmente; el hombre puede servir sólo como pastor que está por debajo de Cristo).
  
1 Corintios 13: 
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor. 

Hebreos 10:35-12:4:
 Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los  de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. 


Romanos 8:Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el  pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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