05 January 2018

El 6 de enero Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-introducción
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El 6 de enero Lectura Bíblica Diaria:


ÉXODO 1 - 3:


CAPÍTULO 1

(1706 a.C.)

ISRAEL EN EGIPTO




     1 eSTOS son los nombres de los Hijos de Israel, que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia. (La familia de Jacob compuesta de 70 personas, que por la Mano del Señor fueron traídos de Canaán a Egipto, y se puede decir que traídos allí para su resguardo en un lugar seguro. A los ojos del mundo ellos eran insignificantes, pero si Dios está en el asunto, nunca debemos despreciar el día de las pequeñeces.)
     2 Rubén, Simeón, Leví y Judá,
     3 Isacar, Zabulón y Benjamín,
     4 Dan y Neftalí, Gad y Aser.
     5 Y todas las almas de los que salieron de los lomos de Jacob, fueron setenta. Y José estaba en Egipto. (El Libro de Génesis es la historia de la Caída del hombre. El Libro de Éxodo es la historia de su Redención. Por consiguiente, la obra de la Redención por Cristo se llama Su «Éxodo» [defunción, salir del mundo, Luc. 9:31].)
     6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. (Se puede notar que este Libro comienza con nombres, por consiguiente la Salvación es un asunto personal. José murió casi 80 años antes de que naciera Moisés.)
     7 Y los Hijos de Israel crecieron, y se multiplicaron, y fueron aumentados y se hicieron muy poderosos; y se llenó la tierra de ellos (las Bendiciones del Señor sobre Israel).

LA OPRESIÓN

     8 Se levantó entretanto un nuevo rey sobre Egipto, que no conocía a José (que no tenía respecto alguno por José; este «nuevo rey» era posiblemente Ramesés I, o su hijo, Seti I); el cual dijo a su pueblo:
     9 He aquí, el pueblo de los Hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros (se cree que ellos sumaban aproximadamente 2 1/2 millones; algunos han dicho que en los registros Egipcios no hay mención de los Hebreos como lo afirma la Biblia; sin embargo, se conoce que alrededor de la peregrinación Hebrea había en Egipto una raza subyugada, muchas veces empleados en labores forzadas, llamada «Aperú» o «Aperiu», y parece imposible negar que esta palabra es un justo equivalente Egipcio para los «Hebreos» Bíblicos; por tanto, nos hace creer o suponer que había en Egipto, durante la misma época, dos razas subyugadas con nombres casi idénticos, o admitir la identificación de «Aperú» con los descendientes de Jacob).
    10 Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos, y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. (Faraón se dedica a destruir al pueblo de Dios. Para asegurarse, sus planes fueron severos en extremo; eso mientras Dios no fuera tomado en cuenta; pero al entrar Dios en estos planes convirtió la sabiduría de ellos en insensatez. Cualquier maquinación que ignore a Dios es una ilustración de eso mismo.)
    11 Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramsés. (Las ruinas de estas dos ciudades existen en la actualidad y, esta última era la residencia de la Corte. Hay una buena posibilidad que los milagros de Moisés anotados en Éxodo, Capítulo 7 acontecieron en esta Corte [Sal. 78:12, 43]. Por lo tanto, los grandes palacios construidos por los Hijos de Dios que eran esclavos, presenciarían el gran Poder de Dios muy evidente en ellos.)
    12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían; de manera que los egipcios temían a los Hijos de Israel. (Tocante a esto, Mackintosh dice: «En referencia al rey de Egipto, se puede decir que él ‘erraba enormemente’ no conociendo a Dios ni Sus consejos inmutables. Cientos de años atrás, antes de que él recibiera el soplo de vida mortal, él no sabía que la Palabra de Dios y el Juramento — ‘dos cosas inmutables’ — había asegurado infaliblemente la plena y gloriosa liberación de ese mismo pueblo, en verdad, un pueblo que en ese entonces, la época del Juramento de Dios, ni siquiera existía, al cual Faraón iba, en su sabiduría terrenal, a destruir. Todo esto era desconocido para él, por lo tanto, todos sus pensamientos y planes estaban basados en la ignorancia de ese gran fundamento — la verdad de todas las verdades, es a saber que ‘Dios existe.’ Faraón vanidosamente se imaginó que él, por su propio ingenio, podía prevenir el aumento de quienes Dios había dicho, ‘serán como las estrellas del Cielo, y como la arena del mar que no se puede contar.’ Por lo tanto, sus intentos fueron simplemente locura e insensatez».)
    13 Y los Egipcios hicieron servir a los Hijos de Israel con dureza («dureza» se deriva de una raíz que significa «hacer pedazos, triturar»);
    14 y amargaron su vida con dura servi­dumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.
    15 Y habló el rey de Egipto a las parteras de las Hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá, y la otra Fuvá, y les dijo (es irónico que los nombres de los poderosos Faraones de esa época están casi completamente olvidados de la historia, mientras que los nombres de estas dos mujeres que obedecieron a Dios son reconocidos por múltiples millones en cada generación; las dos nombradas aquí, por lo visto, estaban a cargo de muchas, si no todas, las parteras entre el pueblo de Israel):
    16 Cuando asistáis a las Hebreas a dar a luz, y veáis el sexo (cuando el bebé está por nacer), si es hijo, matadlo; y si es hija, dejadla vivir. (Este plan asesino ingeniado por Faraón, o alguien de su corte, era para debilitar a Israel limitando su crecimiento. Algunos se preguntarán ¿por qué permitió el Señor que esto sucediera? ¡La respuesta es muy sencilla! Si Israel no hubiera sufrido enormemente, ellos no hubieran anhelado salir de Egipto.)
    17 Mas las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. (Las parteras, también, idearon un plan, sin duda inspirado por el Señor, que produciría los resultados deseados.)
    18 Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras (Sifrá y Fuvá) y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños?
    19 Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres Hebreas no son como las Egipcias; porque son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. (Este plan requería que las parteras llegaran tarde, y produjo los resultados deseados.)
    20 Y Dios hizo bien a las parteras (significa que es precisamente lo que el Señor les había dicho que hicieran, y Él les bendijo por su obediencia); y el pueblo se multiplicó, y se fortaleció en gran manera (El plan de Faraón fue estropeado).
    21 Y por haber las parteras temido a Dios (temieron a Dios más que a Faraón), Él (Dios) prosperó sus familias (les concedió familias numerosas).

EL MANDATO CRUEL

    22 Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida. (Si bien Faraón deseó debilitar a los Israelitas al exigir que mataran a los niños varones al nacer, el plan de Satanás fue todavía más siniestro. Es la enemistad de la serpiente en contra de la Simiente de la mujer. Si la destrucción de los niños varones se hubiera llevado a cabo, no hubiera existido un David, nada más para hacer mención de un ejemplo, y, de no haber un David, no habría un Hijo de David. No hay mención de que los Israelitas obedecieron este mandato con respecto al río. De hecho, Dios utilizó el río, como luego veremos, para llevar a cabo Su Voluntad Divina.)


CAPÍTULO 2
(1571 a.C.)
NACIMIENTO DE MOISÉS


     1 uN varón de la familia de Leví fue, y tomó por mujer una hija de Leví. (Lo que significa que Moisés era miembro de la Tribu de Leví, que sería la Tribu Sacerdotal. Él era un Tipo de Cristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote.)
     2 La cual concibió, y dio a luz un hijo; y viéndolo que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. (Miriam y Aarón, hermanos de Moisés, ya habían nacido cuando nació Moisés. Jocabed era su madre y Amirán su padre.
    En cuanto a Moisés, Pink dice: «De Adán a Cristo, no existe otro mayor que Moisés. Él es uno de los pocos personajes en Las Santas Escrituras del cual se traza el curso de su vida desde su infancia hasta su muerte. La luz intensa de la crítica se ha enfocado sobre él por generaciones, pero todavía es la figura más imponente del mundo antiguo.
    «En carácter y fe, en la posición única que le fue asignada como el mediador del Antiguo Pacto, y por sus logros se destaca como el primero entre los héroes del Antiguo Testamento.
    «Todos los primeros tratos de Dios con Israel fueron llevados a cabo a través de Moisés. Él mismo era Profeta, Sacerdote y Rey, y así unió todas las grandes funciones importantes que más tarde se distribuyeron entre una pluralidad de personas. La historia de tal es digna de la más estricta atención y su vida notable merece el estudio más concienzudo».)
     3 Pero no pudiendo (la madre de Moisés) ocultarle más tiempo (Faraón había dado órdenes de matar a todo niño varón al instante de nacer), tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. (Lo que resalta tan vívidamente en este relato es la fe de Jocabed, la madre de Moisés. Sin duda el Señor la guió a hacer esto.)
     4 Y se paró una hermana suya a lo lejos, para ver lo que le acontecería.

LOS PRIMEROS AÑOS DE MOISÉS

     5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río (el Señor tenía en mente algo que Jocabed no podría ni siquiera haber soñado), y paseándose sus doncellas por la ribera del río (el Nilo), vio ella la arquilla entre los juncos, y envió una criada suya a que la tomase (el Espíritu Santo determinó todo justo a tiempo — el lugar, la persona y el progreso).
     6 Y cuando la abrió (la hija del Faraón), vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los Hebreos es éste. (Alguien ha dicho: «En ese memorable día, en las lágrimas de las mejillas de un bebé, Dios puso Su ejército en circulación ».)
     7 Entonces su hermana (Miriam, hermana de Moisés) dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las Hebreas, para que te críe este niño? (Miriam fue dirigida por el Señor a hacer esto.)
     8 Y la hija de Faraón respondió: Vé. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño (sin embargo, la hija de Faraón, al menos en ese momento, no sabía que ésta era la madre de Moisés);
     9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y lo crió. (Entonces Jocabed cuidaría al niño Moisés, y el Estado le pagaría por hacerlo. Me pregunto ¿qué pensó Satanás acerca de esto?)
    10 Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó. (En un momento dado, la hija de Faraón quería que Moisés fuera a vivir con ella en el Palacio. Al hacer de Moisés su hijo proclama o que la madre de ella estaba muerta o no podía tener hijos, por lo tanto, Moisés fue criado para ser el Faraón de Egipto.) Y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué. (Para demostrar cuán poco el Espíritu Santo valoraba el palacio de Faraón, Él, en efecto, dedica solamente un Versículo a estos años de la vida de Moisés.)

EL EGIPCIO

    11 Y en aquellos días aconteció que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus cargas (del lenguaje de Hebreos 11:24, queda claro que el tiempo llegó cuando Moisés tenía que escoger entre aceptar o rechazar el trono de Egipto; él lo rechazó y se puso al lado de los Hebreos oprimidos); y observó a un Egipcio que hería a uno de los Hebreos, sus hermanos.
    12 Y miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al Egipcio y lo escondió en la arena. (Era una «obra de la carne» de parte de Moisés y, como todas las obras de la carne, sólo tendría consecuencias desastrosas.)
    13 Y al día siguiente salió y vio a dos Hebreos que reñían, entonces dijo al que hacía la injuria: ¿Por qué hieres a tu prójimo?
    14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al Egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.
    15 Y oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés. (Josefo dijo que los Egipcios, desde el trono hasta el nivel más bajo, tenían envidia de Moisés y en parte estaban temerosos de él. Ellos pensaban, debido a su gran éxito en derrotar a los Etíopes [el Tárgum Judío dice que Moisés era un General del ejército Egipcio], que él sacaría ventaja de su buena fortuna e intentaría derribar el gobierno. Por lo tanto, cuando Moisés defendió al Hebreo, matando al Egipcio, fue como la gota que rebalsó el vaso.) Pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián. (Haldeman dice de Moisés: «La vida de Moisés presenta una serie de sorprendentes contrastes. Por ejemplo, él era hijo de una esclava e hijo de una reina. Nació en una choza y vivió en un palacio. Él heredó la pobreza y disfrutó de riqueza ilimitada. Fue líder de ejércitos y pastor de rebaños. Fue el más poderoso de los soldados y el más manso de los hombres. Se educó en la corte de Egipto y sin embargo habitó en el desierto. Tenía la sabiduría de Egipto y la fe de un niño. Fue equipado para la ciudad, y vagó en el desierto. Fue tentado con los placeres del pecado y soportó las penurias de la virtud. Fue tardo en su manera de hablar y a pesar de eso habló con Dios. Él tenía la vara de un pastor y el poder del Infinito. Fue un fugitivo de Faraón y un embajador del Cielo. Él fue el dador de la Ley y el precursor de la Gracia».)
    16 Y estando sentado junto al pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián (este hombre tenía tres nombres: «Reuel», «Jetro» y «Raguel»; el último nombre significa «un amigo de Dios»; él era descendiente de Abraham por Cetura; y adorador del Verdadero Dios), vinieron a sacar agua para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre.
    17 Pero los pastores vinieron y las echaron; entonces Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas.
    18 Y volviendo ellas a Reuel su padre, él les dijo: ¿Por qué habéis venido hoy tan pronto? terminaron temprano de abrevar el rebaño.)
    19 Y ellas respondieron: Un varón Egipcio nos defendió de mano de los pastores, y también nos sacó el agua, y dio de beber a las ovejas. (Moisés no era en realidad Egipcio, pero las jóvenes pensaban que lo era.)
    20 Y dijo a sus hijas: ¿Y dónde está? ¿Por qué habéis dejado ese hombre? Llamadle para que coma.
    21 Y Moisés acordó en morar con aquel varón; y él dio a Moisés a su hija Séfora. (Debemos suponer que el Señor dirigió a Moisés a Jetro [Reuel], y que Séfora estaba destinada a ser su esposa. Pero aun así, Séfora no era tan unida a Moisés como lo debiera.)
    22 La cual le dio a luz un hijo, y le puso por nombre Guersón; porque dijo: Peregrino soy en tierra ajena. (Moisés está por comenzar su verdadera educación que duraría 40 años. Algunos han dicho que tomó unas 40 horas para sacar a Moisés de Egipto, pero unos 40 años para sacar Egipto de Moisés.)
    23 Y aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto (se refiere al Faraón que quiso matar a Moisés), y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron: y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. (La presión de Egipto sobre los Israelitas ahora es tan dura y tan difícil que ellos están listos para salir. Francamente, no hubieran salido de Egipto si las bendiciones hubieran continuado, como lo fue durante la época de José. A veces, el Señor permite las dificultades para que estemos dispuestos a hacer Su Voluntad.)
    24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su Pacto con Abraham, Isaac y Jacob. (Aquí no es claro cuán consciente estaban los Israelitas de Dios, o si casi se habían olvidado de Él. Pero sí sabemos que fue Dios quien tomó la iniciativa en la liberación de ellos en vista de Sus Pactos y Promesas que había hecho con sus padres. ¡Dios siempre cumple Su Palabra!)
    25 Y miró Dios a los Hijos de Israel, y los reconoció Dios. (El glorioso Nombre «Elojím» se halla cinco veces en los Versículos 23-25. Hasta este momento, Él no era conocido a Israel como «Jehová». Esto ocurriría un poco más tarde. Cinco es el número de la Gracia. No había excelencia moral en los Hijos de Israel para atraer el amor de Dios; fue su aflicción que atrajo Su Corazón hacia ellos: A. Él «oyó» su gemido; B. «Se acordó» de Su Pacto; C. Los «miró»; y D. Los «reconoció».)

CAPÍTULO 3
(1491 a.C.)
LA ZARZA ARDIENDO

     1 APACENTANDO Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. (Lo Que Dios haría Moisés no lo aprendió en los palacios de Egipto, sino «en el desierto».)
     2 Y se le apareció el Ángel de Jehová (en realidad, el Señor Mismo) en una llama de fuego en medio de una zarza (tomó 40 años en el desierto para humillar la fuerza de la «carne» y destruir su esperanza; el posible rey de Egipto ahora era un humilde pastor); y él miró y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. (La llama de fuego en una pequeña zarza del desierto —emblema de la Deidad y Humanidad de Cristo — y el gran nombre «Yo Soy» emanando del fuego reveló este Poder Omnipotente a Moisés. Si se hace en la carne, se consume a la persona, es decir, «la zarza»; sin embargo, si se hace en el Poder del Espíritu Santo, la zarza arderá y no se consumirá.)
     3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora, y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
     4 Y viendo Jehová que él (Moisés) iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. (La Voz que llamó: «Moisés, Moisés», era la misma Voz que dijo: «Marta, Marta». No hay nada más interesante o instructivo que la manera en que Jehová se complació para revelarse a Moisés.)
     5 Y Él (Dios) dijo: No te acerques aquí; quita tus sandalias de tus pies, porque el lugar donde pisas, Tierra Santa es. (Dondequiera que está Dios, ese lugar es Santo. Y es Santo solamente mientras que Dios esté allí.)
     6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob (el Dios de los Pactos que fueron dados a estos hombres). Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. (Según entendemos, esta aparición de Dios a Moisés fue la primera desde que se trasladó Jacob a Egipto unos 215 años antes. Además, si se nota, el Señor no dijo: «Yo ‘era’ el Dios de Abraham…» etc., sino «Yo ‘soy’...», que prueba que estos Patriarcas todavía vivían, aunque físicamente habían muerto hacía mucho tiempo.)
     7 Y dijo el Señor: Bien he visto la aflicción de Mi Pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias (el Señor ha «visto, ha oído y sabe»);
     8 y he descendido para librarlos de mano de los Egipcios (Egipto era un tipo del mundo; «el Señor se entregó por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo»; y lo hace por medio de la Cruz [Gál. 1:4]), y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel (el Señor nos libra de algo [pecado], y de este modo nos lleva a algo [Salvación], tipificado por la tierra de Canaán), a los lugares del Cananeo, del Hitita, del Amorreo, del Ferezeo, del Heveo, y del Jebuseo. (Si bien Egipto representa el mundo, varias de estas tribus que ocupaban entonces la Tierra Prometida tipifican la «carne» que procura estorbar al Creyente. La victoria se gana por medio y a través de Cristo y la Cruz.)

LA COMISIÓN

     9 El clamor, pues, de los Hijos de Israel ha venido delante de Mí, y también he visto la opresión con que los Egipcios los oprimen. (Henry dice en cuanto a esto: «Los más pobres entre los oprimidos no están fuera del conocimiento de Dios, por lo que el más alto y grande de sus opresores no está por encima de Su control, pero Él seguramente visitará para estas cosas».)
    10 Ven por tanto ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a Mi pueblo, los Hijos de Israel. (Con un solo hombre, el Señor libertaría a casi 3 millones de Su pueblo de la nación más poderosa de la Tierra, decididos a mantenerlos en cautividad. ¡Es lo mismo en la actualidad! Todo lo que necesita el Señor es un hombre o mujer, dispuestos a predicar Su Palabra, y se llevará a cabo la liberación, incluso los casos más difíciles. ¡Dios es capaz!)
    11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los Hijos de Israel? (La mente carnal no está sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco puede. El propio Moisés que en el Capítulo 2:11-13 con energía salió adelante para abogar por su pueblo, es el mismo Moisés, que en el Capítulo 3:11-13 se siente incapaz para realizar lo que Dios le dice que haga. La Fe no da un paso adelante ni se echa atrás, sino que toma la Mano que dice: «Ciertamente Yo estaré contigo.)
    12 Y Él le respondió: Vé, porque Yo estaré contigo; y esto te será por señal de que Yo te he enviado; cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, adoraréis a Dios sobre este monte (el Monte Sinaí, donde fue dada la Ley, y lo que ocurrió tal como lo dijo el Señor).
    13 Y dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los Hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé? (El corazón humano está lleno de preguntas; por tanto, razona y pregunta cuando la obediencia sin vacilación es la que se debe a Dios; e incluso aún más maravilloso es la Gracia que tiene todos los razonamientos y respuestas a toda pregunta. Para los Israelitas, Dios ha sido conocido por los títulos, como «El» o «Elojím», que significa «El Altísimo»; o el «Shaddái», que significa «El Poderoso»; o «Yahvé» o «Jehová», «El Que Existe». Sin embargo, más que otra cosa, estos Nombres eran descripciones.)
    14 Y respondió Dios a Moisés: Yo Soy El Que Soy. Y dijo: Así dirás a los Hijos de Israel: Yo Soy me envió a vosotros. (El Dr. Pentecost tradujo el Nombre, «Yo era, Yo soy, y siempre seré». ¡Yo soy lo que usted necesite!)
    15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los Hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es Mi Nombre para siempre, éste es Mi Memorial por todas las generaciones. (El Señor recuerda a Moisés decirle a Israel que Él es el Mismo Quien habló con los Patriarcas y, además, que este Nombre, «Yo Soy El Que Soy» será Su Nombre para siempre. Él no cambia; es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. ¡Su Nombre es Jesús; y es el Nombre más glorioso de Dios!)
    16 Vé, y convoca a los Ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, me apareció, diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto (Dios ve el trato que se da a Sus hijos, ya sea positivo o negativo);
    17 y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del Cananeo, del Hitita, del Amorreo, del Ferezeo, del Heveo y del Jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel. (Antes, Moisés había hecho los planes [cuando mató al Egipcio], y ellos no tuvieron éxito. Ahora Dios hace los planes, y se les garantiza el éxito.)
    18 Y oirán tu voz (este fue el Mensaje; y la fe de Moisés en entregarla fue intensificada con anterioridad por la garantía Divina de que se le iba a creer); e irás tú, y los Ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová, el Dios de los Hebreos, nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios. (Los tres días de camino no fue una propuesta engañosa de Dios, sino una prueba para Faraón.)
    19 Pero yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. (A través de la omnisciencia, Dios sabía que Faraón no permitiría que los Hijos de Israel se fueran.)
    20 Pero Yo extenderé Mi Mano, y heriré a Egipto con todas Mis Maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir. (El Señor usaría el corazón obstinado de Faraón para servir como advertencia del Poder y Gloria de Dios a todas las naciones circundantes.)
    21 Y Yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los Egipcios; para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías (Dios planeó que Su pueblo recibiera su debido pago por toda su dura labor antes de salir de Egipto, ¡y así fue!);
    22 sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos; los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas, y despojaréis a Egipto. (¡Al escuchar esto, estoy seguro que los Ancianos de Israel quedaron un poco sorprendidos! Ellos no pudieron imaginar que Faraón los dejaría ir, mucho menos cargarlos con joyas y vestido, etc.; sin embargo, cualquier cosa que Dios dice que Él hará, independientemente de cuán absurda pueda parecer, o que poco probable sea, de seguro acontecerá. ¡Porque Dios no miente!)





Salmo 88:
Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo en presencia tuya. Que llegue ante ti mi oración; dígnate escuchar mi súplica. Tan colmado estoy de calamidades que mi vida está al borde del sepulcro. Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; parezco un guerrero desvalido. Me han puesto aparte, entre los muertos; parezco un cadáver que yace en el sepulcro, de esos que tú ya no recuerdas, porque fueron arrebatados de tu mano. Me has echado en el foso más profundo, en el más tenebroso de los abismos. El peso de tu enojo ha recaído sobre mí; me has abrumado con tus olas. Selah. Me has quitado a todos mis amigos y ante ellos me has hecho aborrecible. Estoy aprisionado y no puedo librarme; los ojos se me nublan de tristeza. Yo, Señor, te invoco cada día, y hacia ti extiendo las manos. ¿Acaso entre los muertos realizas maravillas? ¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias? Selah. ¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor, y de tu fidelidad en el abismo destructor? ¿Acaso en las tinieblas se conocen tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido? Yo, Señor, te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración. ¿Por qué me rechazas, Señor? ¿Por qué escondes de mí tu rostro? Yo he sufrido desde mi juventud; muy cerca he estado de la muerte. y ya no puedo más. Tu ira se ha descargado sobre mí; tus violentos ataques han acabado conmigo. Todo el día me rodean como un océano; me han cercado por completo. Me has quitado amigos y seres queridos; ahora sólo tengo amistad con las tinieblas.




Proverbios 14:
La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye. El que va por buen camino teme al Señor; el que va por mal camino lo desprecia. De la boca del necio brota arrogancia; los labios del sabio son su propia protección. Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la cosecha. El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras. El insolente busca sabiduría y no la halla; para el entendido, el conocimiento es cosa fácil. Manténte a distancia del necio, pues en sus labios no hallarás conocimiento. La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad. Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios. Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría. La casa del malvado será destruida, pero la morada del justo prosperará. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. También de reírse duele el corazón, y hay alegrías que acaban en tristeza. El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones. El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va. El sabio teme al Señor y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado. El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar. Herencia de los inexpertos es la necedad; corona de los prudentes, el conocimiento. Los malvados se postrarán ante los buenos; los impíos, ante el tribunal de los justos. Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen, pero son muchos los que aman al rico. Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres! Pierden el camino los que maquinan el mal, pero hallan amor y verdad los que hacen el bien. Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza. La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios, su necedad. El testigo veraz libra de la muerte, pero el testigo falso miente. El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos. El temor del Señor es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte. Gloria del rey es gobernar a muchos; un príncipe sin súbditos está arruinado. El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez. El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos. El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado. El malvado cae por su propia maldad; el justo halla refugio en su integridad. En el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen. La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos. El rey favorece al siervo inteligente, pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.





El Libro de Segunda Corintios Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS

CAPÍTULO 2
(60 d.C.)


ESTO pues determiné para conmigo (corresponde a un asunto resuelto), no venir otra vez a vosotros con tristeza. (En su segunda visita a Corinto, parece que habían pasado ciertas cosas que lastimó al Apóstol. Sucedió antes de que se escribiese I Corintios.)
2 Porque si yo os contristo (una posición firme que tuvo que tomar en cuanto a alguien que rehusaba arrepentirse, pero realmente se arrepintió luego por la firme posición que Pablo tomó), ¿quién será luego el que me alegrará (se refiere a la persona que había pecado), sino aquel a quien yo contristare? (El mismo hombre, el que entristecía a Pablo, se arrepiente ya, lo cual alegra al Apóstol. Algunos afirman que no era el mismo hombre de I Cor., cap. 5. Ya sea el mismo o no, el principio es el mismo.)
3 Y esto mismo os escribí, para que cuando llegare no tenga tristeza sobre tristeza de los que me debiera gozar (si él hubiera ido a Corinto la primera vez que había querido ir, es posible que no le hubieran recibido con regocijo debido al pecado en la Iglesia; ya aquella situación ha cambiado); confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros. (Las cosas ya han mejorado.)
4 Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas (corresponde a lo que fue escrito en I Corintios); no para que fueseis contristados, mas para que supieseis cuánto más amor tengo para con vosotros (la mayor prueba de todas ― la de lágrimas).

EL PERDÓN

5 Que si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino en parte (el Apóstol tiene que tratar con la persona que probablemente es la incestuosa de I Cor., cap. 5): por no cargaros, a todos vosotros. (Él no quiso que todos en la Iglesia en Corinto pensaran que él estaba poniendo a todos por igual en la misma categoría de andar en malos caminos.)
6 Bástale al tal esta reprensión (entregándolo a Satanás había logrado el fin deseado [I Cor. 5:4-5]), hecha por muchos. (La mayoría en la Iglesia obedeció a Pablo al entregar al hombre a Satanás para la destrucción de la carne. Unos pocos no lo hicieron, o sea que no estaban de acuerdo con lo que Pablo había dicho.)
7 Así que, al contrario, vosotros más bien lo perdonéis y consoléis (demostrar el amor hacia el hombre que había pecado y ahora estaba arrepentido), para que no sea el tal consumido de demasiada tristeza (perder la esperanza).
8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él (hacer más que sólo decirle con palabras que lo aman, sino más bien demostrar amor hacia él).
9 Porque también por este fin os escribí, para tener experiencia de vosotros si sois obedientes en todo. (En I Cor., cap. 5, el hombre fue juzgado. Ahora la Iglesia es juzgada.)
10 Y al que vosotros perdonareis (perdonen al hombre), yo también (le perdono por haber tomado la dirección equivocada al principio): porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en la Presencia de Cristo (el perdón es una gran parte de la Fe Cristiana, y es exigido por Cristo [Mat. 6:14-15]);
11 Para que no seamos engañados de Satanás (si obedecemos la Palabra, Satanás no tendrá ninguna ventaja): pues no ignoramos sus maquinaciones (sus artimañas, lo cual se aprovecha cuando el Cristiano toma la dirección errada).
12 Cuando vine a Troas para el Evangelio de Cristo, aunque me fue abierta puerta en el Señor (tocante a la oportunidad de Ministrar en este lugar),
13 No tuve reposo en mi espíritu (debido a los problemas en Corinto, que él trató en su Primera Epístola, no podía aprovechar de esta oportunidad; estaba demasiado preocupado por la Iglesia en Corinto que había posibilidad de perderse, y que a la vez otras Iglesias podían seguir por el mismo camino), por no haber hallado a Tito mi hermano (evidentemente se refiere a una reunión convenida en la cual Tito debía darle cierta información con respecto a Corinto; la reunión no se llevó a cabo porque Tito se atrasó en su viaje por alguna razón, que causó aún mayor preocupación a Pablo): así, despidiéndome de ellos (al irse de Troas), partí para Macedonia. (Sin duda, él se encontró con Tito en Filipos, quien luego le dio buenas noticias acerca de Corinto.)

TRIUNFANTE EN CRISTO

14 Mas a Dios gracias, el cual hace que siempre triunfemos en Cristo Jesús (triunfamos sólo cuando estamos constantemente ejerciendo la Fe en la Cruz, que da libertad de acción al Espíritu Santo para obrar en nuestras vidas y ocasiona la victoria), y manifiesta el olor de Su Conocimiento por nosotros en todo lugar (la Predicación de la Cruz [I Cor. 1:23; 2:2]).
15 Porque para Dios somos buen olor de Cristo (se refiere a lo que la Cruz ha hecho en las vidas) en los que se salvan (al confiar en Cristo y la Cruz), y en los que se pierden (aquellos que rechazan la Cruz [I Cor. 1:18]):
16 A estos ciertamente olor de muerte para muerte (aquellos que rechazan la Cruz); y a aquellos olor de vida para vida. (La vida procede del Espíritu, de Cristo y la Cruz [Rom. 8:2].) Y para estas cosas ¿quién es suficiente? (Se refiere al Evangelio, que es tan poderoso para salvar de la muerte.)
17 Porque no somos como muchos, que adulteran la Palabra de Dios (Predican otra cosa que la Cruz): antes con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo. (Dios observa todos nuestros esfuerzos y aceptará sólo lo que está “en Cristo,” lo cual se refiere siempre a la Cruz.)





Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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