CAPÍTULO 45
(1707 a.C.)
JOSÉ
1 nO
PODÍA ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir a todos que están ante mí. Y no
quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos (Zacarías el Profeta dijo, y refiriéndose al día venidero: «Y mirarán a Mí
a quien traspasaron», del cual esta escena de José y sus hermanos es un tipo
[Zac. 12:10]).
2 Entonces se dio a llorar a voz en cuello; y
oyeron los Egipcios, y oyó también la casa de Faraón (los
Egipcios, que acababan de salir de la habitación, sin querer podían escuchar
los fuertes sollozos; reportaron estos sucesos al Faraón).
3 Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José (es
más fácil imaginarse que describir el efecto de este anuncio; hasta este
momento él fue conocido a sus hermanos como Zafenat Panea; evidentemente ahora
él les habla en Hebreo); ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron
responderle, porque estaban turbados delante de él. (¿Cuál
será la reacción de Israel cuando Cristo le diga en la Segunda Venida: «Yo soy
Jesús»?)
4 Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y
él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el
que vendisteis para Egipto. (El Texto indica que ellos no saben qué
hacer. Es muy posible, que él se preguntara si ellos le entendieron cuando él
primero les dijo: «Yo soy José». Entonces él se identifica ahora de una manera
que no se puede malinterpretar. Él es el hermano que ellos vendieron como
esclavo).
5 Ahora pues, no os entristezcáis, ni os pese de
haberme vendido acá; que para preservación de vida me envió Dios delante de
vosotros. (El corazón de José es fiel a Dios y a sus
hermanos. Él seguía aclarándoles que fue Dios el que lo había sacado del pozo y
le había puesto en el Trono. La manera en que él dijo todo esto les da a
entender que fue contra Dios que ellos pecaron, más bien que en contra de él,
que en realidad era cierto, lo que hizo el pecado aún peor.)
6 Que ya ha habido dos años de hambre en medio de
la tierra, y aún quedan cinco años en que ni habrá siembra ni siega.
7 Y Dios me envió delante de vosotros, para que
vosotros quedaseis en la tierra, y para daros vida por medio de una gran
liberación. (José intenta apaciguar su tristeza y dolor
al mostrarles que independientemente de lo que ellos intentaran, Dios lo cambió,
y lo usó para bien de ellos. Sólo Dios puede tomar lo incorrecto y hacerlo
correcto.)
8 Así pues, no me enviasteis vosotros acá, sino
Dios, que me ha puesto por padre del Faraón, y por SEÑOR de toda su casa, y por
gobernador en toda la tierra de Egipto. (De
hecho, sólo Dios pudo haberlo hecho. ¡Los hombres dominan pero Dios predomina!)
JACOB
9 Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por SEÑOR de todo Egipto;
ven a mí, no te detengas (ahora José da instrucciones en cuanto a su
padre Jacob; pero con eso, los hermanos tienen ahora otro problema; van a tener
que confesarle a Jacob lo que ocurrió con José hace tanto tiempo atrás).
10 Y habitarás en la tierra de Gosén (la región más próspera de Egipto), y estarás cerca de
mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo
lo que tienes.
11 Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco
años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que
tienes (es típico de Israel en la Gran Tribulación venidera,
cuando Dios los sustentará [Apoc. 12:6]).
12 Y he aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi
hermano Benjamín, que mi boca os habla (José
está diciendo a sus hermanos que deben observarle de cerca, y ellos verán, sin
sombra de duda, que en realidad es José quien les está hablando).
13 Haréis pues saber a mi padre toda mi gloria en
Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá (este es un tipo de Israel, cuando, en ese día feliz, «ellos [Israel]
declararán Mi Gloria [de Cristo] entre los Gentiles» [Isa. 66:19]).
14 Y se echó sobre el cuello de Benjamín su
hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello.
15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre
ellos; y después sus hermanos hablaron con él. (Esta
escena es típica del día venidero cuando Israel reconocerá a Cristo, que será
en la Segunda Venida [Zac. 12:10]. Al besar José a todos sus hermanos
representa el sello de reconocimiento, reconciliación y Salvación.)
LA INVITACIÓN DEL FARAÓN
16 Y se oyó la noticia en la casa del Faraón,
diciendo: Los hermanos de José han
venido. Y agradó a los ojos del Faraón y de sus siervos.
17 Y dijo el Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la
tierra de Canaán;
18 Y tomad a vuestro padre y vuestras familias, y
venid a mí, que yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto y comeréis la
grosura de la tierra. (La Gracia de José al cubrir el pecado que
ellos habían confesado, al ocultarlo de Faraón, y al apresurarse a reconocerles
delante de él como sus hermanos, ilustra la Gracia más rica de Quien dice:
«Nunca más me acordaré de tus pecados e iniquidades» [Heb. 10:17].)
19 Y tú manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para
vuestros niños y vuestras mujeres; y tomad a vuestro padre, y venid.
20 Y no se os dé nada de vuestras alhajas, porque
el bien de la tierra de Egipto será vuestro. (Y así
será lo mismo para Israel en ese glorioso día venidero, cuando por fin
aceptarán al SEÑOR Jesucristo como su Salvador y Mesías.)
JOSÉ
21 Y lo hicieron así los Hijos de Israel (el Espíritu Santo se refiere aquí a Jacob como «Israel» significa que es
la Voluntad de Dios que Jacob viniera a Egipto); y les dio José
carros conforme a la orden del Faraón, y les suministró víveres para el camino.
22 A cada uno de todos ellos dio mudas de ropa (en el sentido espiritual, Israel, en un feliz día venidero, tendrá una
«muda de vestidos,» esto es, «el manto de Justicia»), y a Benjamín dio
trescientas piezas de plata, y cinco mudas de ropa. (La
«plata» se refiere a la Redención y lo que ocurrirá a Israel. «Cinco» se
refiere a la Gracia, y al hecho de que la Gracia de Dios recompensará a Israel
con un manto de Justicia, que, en efecto es la Justicia de Cristo, y la que se
da sólo por Gracia [Ef. 2:8-9])
23 Y a su padre envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y
diez asnas cargadas de trigo (grano), y pan y comida,
para su padre en el camino (ya no padecerán hambre [Jer. 30:7]).
24 Y despidió a sus hermanos, y se fueron. Y él
les dijo: No riñáis por el camino (no se demoren).
25 Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de
Canaán a Jacob su padre (la implicación es, que no sólo van a
llevarle a Jacob la noticia más maravillosa que jamás haya escuchado, sino que,
también, tienen que decirle la verdad con respecto a lo que ellos le hicieron a
José tantos años atrás).
26 Y le dieron las nuevas (significa
que ellos le contaron todo), diciendo: José vive aún (por
unos 20 años, Jacob ha sufrido; se acabó el sufrimiento; José aún vive; ¡Cristo
vive! ¡Qué más se puede decir!); y él es SEÑOR en toda la tierra de
Egipto. Y el corazón de Jacob se desmayó; pues no los creía. (La escena con José revelándose a sus hermanos era, de hecho, una de las
más, si no la más, conmovedora en la historia; y luego la escena con sus
hermanos delante de su padre Jacob tuvo que quedar en segundo lugar.)
27 Y ellos le contaron todas las palabras de José,
que él les había hablado; y viendo él los carros que José enviaba para
llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió (el
Patriarca sabía que sus hijos personalmente no tenían forma alguna de adquirir
esos carros; él ahora sabe que están diciéndole la verdad).
28 Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le
veré antes que yo muera (es digno de atención que en este Versículo
se refiere a Jacob como «Israel»; se refiere a su Fe, tan débil como era, que
fue recompensada enormemente, «¡José todavía vive!»).
CAPÍTULO 46
(1706 a.C.)
EGIPTO
1 y
PARTIÓ Israel con todo lo que tenía (el Espíritu Santo usa
aquí el nombre «Israel», dice que Jacob caminó hacia adelante con una confianza
renovada y Fe en Dios, Quien originalmente le había cambiado su nombre; en
otras palabras, ahora él está en el centro de la Voluntad Perfecta de Dios, lo
cual sólo Dios puede bendecir), y vino a Berseba, y ofreció Sacrificios (estos Sacrificios personificaban a Dios, Quien llegaría a ser carne y
habitaría con los hombres, y por eso iría a la Cruz ofreciéndose en Sacrificio,
lo que sólo podía expiar el pecado del hombre) al Dios de su padre
Isaac (esto especifica que lo que Dios le había dado a Abraham
le fue luego entregado a Isaac, y ahora a Jacob; en otras palabras, la Visión
es la misma).
2 Y habló Dios a Israel en visiones de noche (una vez más, al usar el nombre «Israel», significa Fe de parte de Jacob), y dijo: Jacob, Jacob (¿Por
qué empleó el SEÑOR ambos nombres: «Israel» y «Jacob»? Cuando miramos este Versículo,
estamos mirando la Santificación tanto en su forma de posición como de
condición. La «posición espiritual» de Jacob era de perfecta Santificación,
como la es de todo Creyente; sin embargo, nuestra «condición espiritual» no
necesariamente está al mismo nivel que nuestra posición espiritual. Porque es
la Obra del Espíritu Santo, Quien procura durante toda nuestra vida que nuestra
«condición» esté al mismo nivel de nuestra «posición». Él sólo puede hacer
tales cosas cuando nuestra Fe está anclada firmemente en Cristo y la Cruz, que
luego Le da a Él libertad de acción para obrar). Y él respondió: Heme aquí (la Fe
de Jacob era tal que ahora podía escuchar la Palabra del SEÑOR).
3 Y dijo: Yo soy Dios (en el
Hebreo, «Yo soy Él, el Todopoderoso»), el Dios de tu padre (el mismo Mensaje que Dios le dio a Isaac, se lo da también a Jacob; en
breve, se refiere a Dios que se hace carne, habita entre los hombres y muere en
una Cruz, para que el hombre pudiese ser redimido; los Ángeles no pueden
redimir al hombre porque son de otra creación; por eso Dios tendría que redimir
al hombre, y tendría que hacerlo convirtiéndose en hombre, con la Redención que
se llevaría a cabo por el Dios-Hombre, el SEÑOR Jesucristo, que va a la Cruz,
en donde, y solo allí, la Redención podría ser efectuada [Gén. 3:15; Rom. 5:1;
6:3-14; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Ef. 2:13-18; Col. 2:14-15]); no temas
de descender a Egipto (Jacob temía descender a Egipto,
simplemente porque a su padre Isaac le fue prohibido por Dios ir allí), porque allí
Yo haré de ti una gran nación (los planes del SEÑOR son más grandes de lo
que nos atrevemos a pensar; Él utilizará ahora a Egipto para llevar a cabo Sus
propósitos).
4 Yo descenderé contigo a Egipto (esto no es la idea de una deidad local que les sigue cuando ellos han
cambiado su morada, y de este modo, confinados a un lugar en que por
casualidad, por el tiempo presente, radican, sino una expresión metafórica por
la eficiencia y la plenitud de la protección Divina — Kalisch); y yo
también te haré volver (tiene un doble significado, en que Jacob
será regresado a Canaán para su sepultura, y, también, que la nación que
saldría de sus lomos, también regresaría); y José pondrá su
mano sobre tus ojos (él jamás pensó que volvería a ver a José;
sin embargo, el SEÑOR le asegura aquí que no sólo iba a ver a su hijo, sino que
José estará con él cuando muera).
5 Y se levantó Jacob de Berseba (Jacob tenía 130 años en este momento, y este evento sucedió 215 años
después del llamado de Abraham; ahora la Fe de Jacob «se levanta», porque él ha
escuchado del Cielo); y tomaron los hijos de Israel a su padre Jacob, y a sus
niños, y a sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para llevarlo
(el nombre «Israel» fue usado de nuevo por el Espíritu
Santo, que significa la Fe de Jacob; el principio de la Fe era el único
artículo, por así decirlo, que le impulsaría a Jacob a acercarse al SEÑOR).
6 Y tomaron sus ganados, y su bienes que había
adquirido en la tierra de Canaán, y se vinieron a Egipto, Jacob, y toda su simiente
consigo (ahora se ha cruzado un umbral espiritual;
aunque es unos 255 años antes que Israel en realidad adquiera la Promesa, y en
lo que se refiere a la tierra de Canaán, se ha logrado grandes pasos hacia
adelante);
7 Sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo;
sus hijas, y las hijas de sus hijos, y a toda su simiente trajo consigo a
Egipto.
LA FAMILIA DE JACOB
8 Y éstos son los nombres de los Hijos de Israel (el Espíritu Santo emplea de nuevo el nombre de Fe de Jacob, «Israel»), que
entraron en Egipto, Jacob y sus hijos: Rubén,
el primogénito de Jacob.
9 Y los hijos de Rubén: Janoc, y Falú, y Jezrón, y Carmí.
10 Y los hijos de Simeón: Jemuel, y Jamín, y Oad, y Jaquín, y Zojar, y
Saúl hijo de la Cananea.
11 Y los hijos de Leví: Guersón, Coat, y Merari.
12 Y los hijos de Judá (la
Tribu de la cual vendría nuestro SEÑOR [49:10]); Er, y Onán, y
Selá, y Fares, y Zera; pero Er y Onán, murieron en la tierra de Canaán. Y los
hijos de Fares fueron Jezrón y Jamul.
13 Y los hijos de Isacar: Tola, y Fuvá, Job (es el
mismo Job del Libro que lleva su nombre), y Simrón.
14 Y los hijos de Zabulón: Séred y Elón, y Yalel.
15 Éstos fueron los hijos de Lea, los que dio a
luz a Jacob en Padán Aram, y además su hija Dina; treinta y tres las almas
todas de sus hijos e hijas.
16 Y los hijos de Gad: Zefón, y Jaguí, y Esbón, y Suni, y Erí, y
Arodí, y Arelí.
17 Y los hijos de Aser: Imná, e Isvá, e Isví, y Beriá, y Sera, hermana
de ellos. Los hijos de Beriá: Héber, y
Malquiel.
18 Éstos fueron los hijos de Zilpá, la que Labán
dio a su hija Lea, y dio a luz éstos a Jacob; todas dieciséis almas.
19 Y los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.
20 Y nacieron a José en la tierra de Egipto
Manasés y Efraín, los que le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de
On.
21 Y los hijos de Benjamín fueron Bela, y Béquer,
y Asbel, y Guerá, y Naamán, y Ehí, y Ros, y Mupín, y Jupín, y Ard.
22 Éstos fueron los hijos de Raquel, que le
nacieron a Jacob: en todas, catorce almas.
23 Y los hijos de Dan: Jusín.
24 Y los hijos de Neftalí: Yazel, y Guní, y Jéser y Silén.
25 Éstos fueron los hijos de Bilhá, la que dio
Labán a Raquel su hija, y dio a luz éstos a Jacob; todas siete almas.
26 Todas las personas que vinieron con Jacob a
Egipto, procedentes de sus lomos, sin contar las mujeres de los hijos de Jacob,
todas las personas fueron sesenta y seis.
27 Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto (pero de todos modos eran Israelitas), dos personas.
Todas las almas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta.
28 Y envió a Judá delante de sí a José, para que
le viniese a ver a Gosén; y llegaron a la tierra de Gosén (vemos aquí que la Tribu de Judá está tomando la delantera, la Tribu, como
se dijo, de la cual vendría nuestro SEÑOR).
JOSÉ Y JACOB
29 Y José preparó su carro y vino a recibir a
Israel su padre a Gosén; y se manifestó a él (la traducción aquí no nos dice mucho; sin embargo, en el
Hebreo tal terminología es utilizada muy a menudo en cuanto a la aparición de
Dios o Sus Ángeles; es empleada aquí de esta manera para indicar la gloria en
la que José vino a encontrarse con Jacob; este encuentro es simbólico del gran
encuentro que tomará lugar en el futuro cercano de la Segunda Venida; cuando
nuestro José Celestial Se presentará a Israel [Zac. 13:6]), y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello bastante (sin embargo, fueron lágrimas de gozo, así como será en
la Segunda Venida, cuando Jesús y Jacob se encontrarán en Gracia).
30 Entonces Israel (Fe) dijo a José:
Muera yo ahora, ya que he visto tu
rostro, pues aún vives (el Israel nacional no lo sabe aún ni lo
cree, pero Jesús todavía vive).
31 Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su
padre: Subiré y haré saber al Faraón, y
le diré: Mis hermanos y la casa de mi
padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí (uno de los momentos más grandes en la historia humana será cuando Israel
venga por fin a Cristo).
32 Y los hombres son pastores de ovejas, porque
son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que
tenían.
33 Y cuando el Faraón os llamare y dijere: ¿cuál es vuestro oficio?
34 Entonces diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos
desde nuestra juventud hasta ahora (la palabra «ganadería»
quiere decir vacas, bueyes, ovejas, cabras, etc.), nosotros y
nuestros padres; a fin de que habitéis en la tierra de Gosén (la región más fértil de Egipto, al menos en lo que se refiere al
apacentamiento de vacas y ovejas); porque para los Egipcios todo pastor
de ovejas es una abominación (la palabra «abominación», como se usa
aquí, se refiere a que había cierto tipo de significación religiosa en la
actitud de los Egipcios hacia los pastores; sea como fuere, José no intenta
esconder de Faraón la casta baja de los pastores, sus hermanos, pero confía en
Dios que lo que era abominación a los Egipcios, será hecho, por la Gracia de
Dios, aceptable; y así fue.).
CAPÍTULO 47
(1706 a.C.)
JACOB ES PRESENTADO AL FARAÓN
1 y
JOSÉ vino, e hizo saber al Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus
vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán; y he aquí,
están en la tierra de Gosén.
2 Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco
varones, y los presentó delante del Faraón (según
lo que sabemos, nadie en Egipto jamás supo acerca de la maldad de los hechos
pasados de los hermanos de José; porque el perdón genuino; no sólo perdona el
pecado, pero también lo olvida).
3 Y el Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron
al Faraón: Pastores de ovejas son tus
siervos, así nosotros como nuestros padres (los
hermanos eran pastores, igual como había sido José, también, sirvió como un
Tipo del Buen Pastor, Quien daría Su Vida por las ovejas [Jn. 10:11]).
4 Dijeron además al Faraón: Por morar en esta tierra hemos venido; porque
no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la
tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que habiten tus siervos en la
tierra de Gosén.
5 Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido a ti;
6 Delante de ti está la tierra de Egipto; en lo
mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la
tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por
mayorales del ganado mío. (José, levantado del abismo al trono, otro
Tipo de Cristo, enriquece a sus hermanos con todas las Promesas que ellos, por
su rechazo a él, habían invalidado, pero que ahora, les son restauradas con
base en la Gracia. Al mismo tiempo, se les entrega la provincia más rica de
Egipto. Los Egipcios, representan todas las naciones de la Tierra, son salvos
de la muerte por José. Todo esto es un cuadro impresionante de lo que aún está
por suceder. Este es el tema de Romanos, Capítulos 9, 10 y 11, en los Capítulos
que señalan que Israel y los Gentiles heredarán las Promesas, en comunión,
solamente en base de la pura Gracia.)
7 Y José introdujo a su padre, y lo presentó
delante del Faraón; y Jacob bendijo al Faraón. (Y sin
contradicción, el menor es bendecido por el mayor. El menor y más débil de los
hijos de Dios es superior al más poderoso Monarca, y es sabedor de ese poder—
Williams.)
8 Y dijo el Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida?
9 Y Jacob respondió al Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son
ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y
no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de
su peregrinación (es muy probable, que en Egipto no había
nadie que tuviera tantos años como Jacob; además, él no iba a morir hasta los
147 años de vida, unos 17 años después de venir a Egipto).
10 Y Jacob bendijo al Faraón, y se salió de
delante del Faraón (por segunda vez, el Espíritu Santo señala
que el Patriarca bendice a Faraón, de nuevo, significa que mientras Faraón era
el más grande a los ojos de los hombres, Jacob era lo más grande a los Ojos de
Dios, que es lo más importante).
JOSÉ
11 Así José hizo habitar a su padre y a sus
hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra,
en la tierra de Ramesés como mandó el Faraón.
12 Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos,
y a toda la casa de su padre, de pan, según el número de los hijos.
13 Y no había pan en toda la tierra, y el hambre
era muy grave; por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra
de Canaán. (Ahora nos damos cuenta cuán severa fue en
realidad esta hambre. De no haber sido por José, Egipto hubiera visto miles de
sus habitantes morir de hambre. Así que, José fue el gran benefactor de esta
tierra y su gente, exactamente como Jesús será el Gran Benefactor de los
Gentiles en la Segunda Venida, cuando el mundo, en aquel entonces, estará en
una condición crítica.)
EL PLAN
14 Y recogió José todo el dinero que se halló en
la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos (grano) que de él compraban; y metió José el dinero en casa del
Faraón.
15 Y acabado el dinero de la tierra de Egipto y de
la tierra de Canaán (significa que el pueblo no tenía más
dinero para comprar grano), vino todo Egipto a José diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti,
por haberse acabado el dinero (ya no tenemos dinero)?
16 Y José dijo: Dad vuestros ganados, y yo os daré por
vuestros ganados (les daré grano), si se ha acabado
el dinero.
17 Y ellos trajeron sus ganados a José (no importa si eran ovejas, cabras, vacas, caballos, etc.); y José les
dio pan por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las
vacas, y por asnos; y los sustentó de pan por todos sus ganados aquel año.
18 Y acabado aquel año, vinieron a él el segundo
año, y le dijeron: No encubriremos a
nuestro SEÑOR que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya
de nuestro SEÑOR; nada ha quedado delante de nuestro SEÑOR sino nuestros
cuerpos y nuestra tierra.
19 ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así
nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan,
y seremos nosotros y nuestra tierra siervos del Faraón; y danos semilla para
que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.
20 Entonces compró José toda la tierra de Egipto
para el Faraón; pues los Egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se
agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser del Faraón.
21 Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades desde
un extremo hasta el otro extremo del término de Egipto.
LOS SACERDOTES
22 Solamente la tierra de los sacerdotes no
compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración del Faraón, y ellos comían su
ración que el Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. (Algunos han afirmado que José robó a los Egipcios sus libertades, y
convirtió un pueblo libre en una multitud de esclavos miserables. No hay nada
más lejos de la verdad. De hecho, si no fuera por José, y la Sabiduría Divina
que le fue dada durante este apremiante tiempo, como se dijo, centenares de
miles de personas hubieran literalmente muerto de hambre. Como resultó, se
cuidó a la gente, y no hay evidencia de que alguien murió de hambre.)
LEYES DE INQUILINO
23 Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado y a vuestra tierra para
el Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra.
24 Y será que de los frutos daréis el quinto al
Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para
vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman
vuestros niños. (Cuando José impuso el 20% de impuestos,
fue uno de los arreglos más justos que cualquier pueblo hubiera conocido. Sin
duda, esta sabiduría le fue dada por el SEÑOR. Por ejemplo, en este momento en
particular [2013], al sumar los impuestos de renta del estado, locales y
federales, la tasa es aproximadamente 50%.)
25 Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos
de mi SEÑOR, y seamos siervos del Faraón.
26 Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre
la tierra de Egipto, señalando para el Faraón el quinto; excepto sólo la tierra
de los sacerdotes, que no fue del Faraón.
JACOB
27 Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la
tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se
multiplicaron en gran manera (llegaron allá unos 70 en total, y cuando
salieron, unos 215 años más tarde, se contaron más de 2 millones de personas).
28 Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete
años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete
años.
29 Y se acercaron entonces los días en que Israel
había de morir (por el uso del nombre «Israel», el
Espíritu Santo nos dice que Jacob moriría en Fe, y una Fe grandiosa), y llamó a
José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te
ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y
verdad; te ruego que no me entierres en Egipto (tan
débil como se encontraba su cuerpo, e imperfecta su fe, como toda fe lamentablemente
es imperfecta, pero Jacob estimaba la tierra de Dios, la tierra de Canaán, y
las Promesas relacionadas con ella, como indescriptiblemente superior a Egipto,
con toda su prosperidad y gloria).
30 Pero cuando durmiere con mis padres, me llevarás
de Egipto, y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y él respondió: Yo haré como tú dices.
31 Y él dijo: Júramelo. Y él le juró. Entonces Israel se
inclinó sobre la cabecera de la cama. (Él le hace jurar a José
que cuando muera, pondrá sus huesos donde estaba su corazón, en la tierra de
Canaán. Como Creyente, ¿Dónde está tu corazón?)
Salmo 86:
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