12 January 2017

El 13 de enero Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo-introducción

El 13 de enero Lectura Bíblica Diaria:



Éxodo 22 a 24:

"Si alguien roba un toro o una oveja, y lo mata o lo vende, deberá devolver cinco cabezas de ganado por el toro, y cuatro ovejas por la oveja. "Si a alguien se le sorprende robando, y se le mata, su muerte no se considerará homicidio. "Si se mata al ladrón a plena luz del día, su muerte se considerará homicidio. "El ladrón está obligado a restituir lo robado. Si no tiene con qué hacerlo, será vendido para restituir lo robado. "Si el animal robado se halla en su poder y todavía con vida, deberá restituirlo doble, ya sea que se trate de un toro, un asno o una oveja. "Si alguien apacienta su ganado en un campo o en una viña, y por dejar a sus animales sueltos ellos pastan en campo ajeno, el dueño del animal deberá reparar el daño con lo mejor de su cosecha. "Si se prende fuego en pasto seco, y el fuego se propaga y quema algún trigal, o el trigo ya apilado, o algún campo sembrado, el que haya comenzado el fuego deberá reparar el daño. "Si alguien deja dinero o bienes en la casa de un amigo, y esos bienes le son robados, el ladrón deberá devolver el doble, en caso de que lo atrapen. "Si no se atrapa al ladrón, el dueño de la casa deberá comparecer ante los jueces para que se determine si no dispuso de los bienes del otro. "En todos los casos de posesión ilegal, las dos partes deberán llevar el asunto ante los jueces. El que sea declarado culpable deberá restituir el doble a su prójimo, ya sea que se trate de un toro, o de un asno, o de una oveja, o de ropa, o de cualquier otra cosa perdida que alguien reclame como de su propiedad. "Si alguien deja al cuidado de algún amigo suyo un asno, un toro, una oveja, o cualquier otro animal, y el animal muere, o sufre algún daño, o es robado sin que nadie lo vea, el amigo del dueño jurará ante el Señor no haberse adueñado de la propiedad de su amigo. El dueño deberá aceptar ese juramento, y el amigo no deberá restituirle nada. "Si el animal le fue robado al amigo, éste deberá indemnizar al dueño. "Si el animal fue despedazado por una fiera, el amigo no tendrá que indemnizar al dueño si presenta como evidencia los restos del animal. "Si alguien pide prestado un animal de algún amigo suyo, y el animal sufre algún daño, o muere, no estando presente su dueño, el que lo pidió prestado deberá restituirlo. "Si el dueño del animal estaba presente, el que pidió prestado el animal no tendrá que pagar nada. "Si el animal fue alquilado, el precio del alquiler cubrirá la pérdida. "Si alguien seduce a una mujer virgen que no esté comprometida para casarse, y se acuesta con ella, deberá pagarle su precio al padre y tomarla por esposa. Aun si el padre se niega a entregársela, el seductor deberá pagar el precio establecido para las vírgenes. "No dejes con vida a ninguna hechicera. "Todo el que tenga relaciones sexuales con un animal será condenado a muerte. "Todo el que ofrezca sacrificios a otros dioses, en vez de ofrecérselos al Señor, será condenado a muerte. "No maltrates ni oprimas a los extranjeros, pues también tú y tu pueblo fueron extranjeros en Egipto. "No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si tú y tu pueblo lo hacen, y ellos me piden ayuda, yo te aseguro que atenderé a su clamor: arderá mi furor y los mataré a ustedes a filo de espada. ¡Y sus mujeres se quedarán viudas, y sus hijos se quedarán huérfanos! "Si uno de ustedes presta dinero a algún necesitado de mi pueblo, no deberá tratarlo como los prestamistas ni le cobrará intereses. "Si alguien toma en prenda el manto de su prójimo, deberá devolvérselo al caer la noche. Ese manto es lo único que tiene para abrigarse; no tiene otra cosa sobre la cual dormir. Si se queja ante mí, yo atenderé a su clamor, pues soy un Dios compasivo. "No blasfemes nunca contra Dios, ni maldigas al jefe de tu pueblo. "No te demores en presentarme las ofrendas de tus graneros y de tus lagares. "Tus hijos primogénitos serán para mí. "También serán para mí tus toros y tus ovejas. Los dejarás con sus madres siete días, pero al octavo día me los entregarás. "Ustedes serán mi pueblo santo. "No comerán la carne de ningún animal que haya sido despedazado por las fieras. Esa carne se la echarán a los perros. "No divulgues informes falsos. "No te hagas cómplice del malvado ni apoyes los testimonios del violento. "No imites la maldad de las mayorías. "No te dejes llevar por la mayoría en un proceso legal. "No perviertas la justicia tomando partido con la mayoría. "No seas parcial con el pobre en sus demandas legales. "Si encuentras un toro o un asno perdido, devuélvelo, aunque sea de tu enemigo. "Si ves un asno caído bajo el peso de su carga, no lo dejes así; ayúdalo, aunque sea de tu enemigo. "No tuerzas la justicia contra los pobres de tu pueblo en sus demandas legales. "Manténte al margen de cuestiones fraudulentas. "No le quites la vida al que es inocente y honrado, porque yo no absuelvo al malvado. "No aceptes soborno, porque nubla la vista y tuerce las sentencias justas. "No opriman al extranjero, pues ya lo han experimentado en carne propia: ustedes mismos fueron extranjeros en Egipto. "Seis años sembrarás tus campos y recogerás tus cosechas, pero el séptimo año no cultivarás la tierra. Déjala descansar, para que la gente pobre del pueblo obtenga de ella su alimento, y para que los animales del campo se coman lo que la gente deje. "Haz lo mismo con tus viñas y con tus olivares. "Seis días trabajarás, pero el día séptimo descansarán tus bueyes y tus asnos, y recobrarán sus fuerzas los esclavos nacidos en casa y los extranjeros. "Cumplan con todo lo que les he ordenado. "No invoquen los nombres de otros dioses. Jamás los pronuncien. "Tres veces al año harás fiesta en mi honor. "La fiesta de los Panes sin levadura la celebrarás en el mes de aviv, que es la fecha establecida. Fue en ese mes cuando ustedes salieron de Egipto. De acuerdo con mis instrucciones, siete días comerán pan sin levadura. "Nadie se presentará ante mí con las manos vacías. "La fiesta de la cosecha la celebrarás cuando recojas las primicias de tus siembras. "La fiesta de recolección de fin de año la celebrarás cuando recojas tus cosechas. "Tres veces al año todo varón se presentará ante mí, su Señor y Dios. "No mezcles con levadura la sangre del sacrificio que me ofrezcas. "No guardes hasta el día siguiente la grasa que me ofreces en las fiestas. "Llevarás a la casa del Señor tu Dios lo mejor de tus primicias. "No cocerás ningún cabrito en la leche de su madre. "Date cuenta, Israel, que yo envío mi ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Préstale atención y obedécelo. No te rebeles contra él, porque va en representación mía y no perdonará tu rebelión. Si lo obedeces y cumples con todas mis instrucciones, seré enemigo de tus enemigos y me opondré a quienes se te opongan. Mi ángel te guiará y te introducirá en la tierra de estos pueblos que voy a exterminar: tierra de amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, heveos y jebuseos. "No te inclines ante los dioses de esos pueblos. No les rindas culto ni imites sus prácticas. Más bien, derriba sus ídolos y haz pedazos sus piedras sagradas. "Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. "Yo apartaré de ustedes toda enfermedad. "En tu país ninguna mujer abortará ni será estéril. ¡Yo te concederé larga vida! "En toda nación donde pongas el pie haré que tus enemigos te tengan miedo, se turben y huyan de ti. "Delante de ti enviaré avispas, para que ahuyenten a los heveos, cananeos e hititas. Sin embargo, no los desalojaré en un solo año, no sea que, al quedarse desolada la tierra, aumente el número de animales salvajes y te ataquen. Los desalojaré poco a poco, hasta que seas lo bastante fuerte para tomar posesión de la tierra. "Extenderé las fronteras de tu país, desde el Mar Rojo hasta el mar Mediterráneo, y desde el desierto hasta el río Éufrates. Pondré bajo tu dominio a los que habitan allí, y tú los desalojarás. "No hagas ningún pacto con ellos ni con sus dioses. "Si los dejas vivir en tu tierra, te pondrán una trampa para que adores a sus dioses, y acabarás pecando contra mí." También le dijo el Señor a Moisés: "Sube al monte a verme, junto con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel. Ellos podrán arrodillarse a cierta distancia, pero sólo tú, Moisés, podrás acercarte a mí. El resto del pueblo no deberá acercarse ni subir contigo." Moisés fue y refirió al pueblo todas las palabras y disposiciones del Señor, y ellos respondieron a una voz: "Haremos todo lo que el Señor ha dicho." Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho. A la mañana siguiente, madrugó y levantó un altar al pie del monte, y en representación de las doce tribus de Israel consagró doce piedras. Luego envió a unos jóvenes israelitas para que ofrecieran al Señor novillos como holocaustos y sacrificios de comunión. La mitad de la sangre la echó Moisés en unos tazones, y la otra mitad la roció sobre el altar. Después tomó el libro del pacto y lo leyó ante el pueblo, y ellos respondieron: Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos. Moisés tomó la sangre, roció al pueblo con ella y dijo: Ésta es la sangre del pacto que, con base en estas palabras, el Señor ha hecho con ustedes. Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel subieron y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había una especie de pavimento de zafiro, tan claro como el cielo mismo. Y a pesar de que estos jefes de los israelitas vieron a Dios, siguieron con vida, pues Dios no alzó su mano contra ellos. El Señor le dijo a Moisés: "Sube a encontrarte conmigo en el monte, y quédate allí. Voy a darte las tablas con la ley y los mandamientos que he escrito para guiarlos en la vida." Moisés subió al monte de Dios, acompañado por su asistente Josué, pero a los ancianos les dijo: "Esperen aquí hasta que volvamos. Aarón y Jur se quedarán aquí con ustedes. Si alguno tiene un problema, que acuda a ellos." En cuanto Moisés subió, una nube cubrió el monte, y la gloria del Señor se posó sobre el Sinaí. Seis días la nube cubrió el monte. Al séptimo día, desde el interior de la nube el Señor llamó a Moisés. A los ojos de los israelitas, la gloria del Señor en la cumbre del monte parecía un fuego consumidor. Moisés se internó en la nube y subió al monte, y allí permaneció cuarenta días y cuarenta noches.



Salmo 95:
Vengan, cantemos con júbilo al Señor; aclamemos a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos. Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses. En sus manos están los abismos de la tierra; suyas son las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo; con sus manos formó la tierra firme. Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado! Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto, cuando sus antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras. Cuarenta años estuve enojado con aquella generación, y dije: "Son un pueblo mal encaminado que no reconoce mis senderos." Así que, en mi enojo, hice este juramento: "Jamás entrarán en mi reposo."



Proverbios 21:
En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los corazones. Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios. Los ojos altivos, el corazón orgulloso y la lámpara de los malvados son pecado. Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso! La fortuna amasada por la lengua embustera se esfuma como la niebla y es mortal como una trampa. La violencia de los malvados los destruirá, porque se niegan a practicar la justicia. Torcido es el camino del culpable, pero recta la conducta del hombre honrado. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. El malvado sólo piensa en el mal; jamás se compadece de su prójimo. Cuando se castiga al insolente, aprende el inexperto; cuando se instruye al sabio, el inexperto adquiere conocimiento. El justo se fija en la casa del malvado, y ve cuando éste acaba en la ruina. Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda. El regalo secreto apacigua el enojo; el obsequio discreto calma la ira violenta. Cuando se hace justicia, se alegra el justo y tiembla el malhechor. Quien se aparta de la senda del discernimiento irá a parar entre los muertos. El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será rico. El malvado pagará por el justo, y el traidor por el hombre intachable. Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra. El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra. El sabio conquista la ciudad de los valientes y derriba el baluarte en que ellos confiaban. El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias. Orgulloso y arrogante, y famoso por insolente, es quien se comporta con desmedida soberbia. La codicia del perezoso lo lleva a la muerte, porque sus manos se niegan a trabajar; todo el día se lo pasa codiciando, pero el justo da con generosidad. El sacrificio de los malvados es detestable, y más aún cuando se ofrece con mala intención. El testigo falso perecerá, y quien le haga caso será destruido para siempre. El malvado es inflexible en sus decisiones; el justo examina su propia conducta. De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo. Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor.



El Libro de Segunda Corintios Capítulo 9 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS

CAPÍTULO 9
(60 d.C.)
ÁNIMO


PORQUE en cuanto a esta Ofrenda para los Santos (Pablo continúa dirigiéndose en cuanto a la Ofrenda que se debe recibir para los Santos pobres en Jerusalén), por demás me es escribiros (él piensa que los Corintios saben bien cuáles eran sus obligaciones):
2 Pues conozco vuestro pronto ánimo (entusiasmo en ayudar), del cual me glorío yo entre los de Macedonia, que Acaya (Corinto) está dispuesto desde el año pasado (problemas en la Iglesia que obstaculizaban, es lo que Satanás desea); y vuestro ejemplo ha estimulado a muchos (han animado a otros para que ofrendaran).
3 Mas he enviado los Hermanos (se refiere a aquellos mencionados en II Cor. 8:18, 22-23), para que nuestra gloria de vosotros no sea vana en esta parte (quiere decir que él cree que lograrán terminar lo que empezaron estupendamente); para que, como lo he dicho, estéis dispuestos (ha de preguntarle a todo Creyente, "¿está usted dispuesto?"):
4 No sea que, si vinieren conmigo Macedonios, y os hallaren desprovistos (el Espíritu Santo les está enseñando "preparación"), nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de este firme gloriarnos. (En esencia, el Apóstol dice, "por temor de que nos avergoncemos nosotros de esta nuestra confianza, por no decir que se avergonzarán ustedes.")
5 Por tanto, tuve por cosa necesaria exhortar a los Hermanos que fuesen primero a vosotros (se refiere a los tres Hermanos incluyendo a Tito), y apresten primero vuestra bendición (Ofrenda) antes prometida para que esté dispuesta como de bendición (los Corintios tenían que entender que no solamente sus Ofrendas serían de Bendición a los Santos pobres en Jerusalén, sino también de bendición al dador), y no como de mezquindad. (Aunque Dios bendice abundantemente al dador, nuestro dar debe siempre probar la sinceridad de nuestro amor, y no un asunto de avaricia.)

LAS BENDICIONES

6 Pero os digo, El que siembra escasamente, también segará escasamente (si damos poco al Señor, Él bendecirá poco); y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. (Si damos abundantemente, Él bendecirá abundantemente. Es la Promesa del Señor.)
7 Cada uno dé como propuso en su corazón (sin obligación); no con tristeza, o por necesidad (¡si usted no está dando de buena voluntad, en realidad no está dando como Cristiano!): porque Dios ama al dador alegre. (Efectivamente quiere decir "alguien que da en forma divertidísima.")
8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda Gracia (expresa la habilidad de Dios); a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta (mental, físico, económico y espiritual), abundéis para toda buena obra (que emplea las Bendiciones de Dios para el bien de los demás):
9 (Como está escrito (Sal. 112:9), Repartió (las Promesas de Dios se aplican a toda la humanidad, por lo menos a todos quienes creen); dio a los pobres (Jesús es la única esperanza para el pobre); Su Justicia permanece para siempre. (Se refiere a la Justicia de Cristo.)
10 Y el que da la semilla al que siembra (se refiere al Señor), también dará pan para comer (tanto físico como espiritual), y multiplicará vuestra sementera (la cosecha), y aumentará los crecimientos de los frutos de vuestra Justicia;) (Dar a la Obra del Señor es el Fruto de Justicia, a menos que sea hecho por codicia.)
11 Para que estéis enriquecidos en todo para toda bondad (las Bendiciones de Dios incluyen todo en cuanto a la vida y la Santidad), la cual obra por nosotros acción de gracias a Dios. (Debemos agradecer siempre al Señor por Sus Bendiciones.)
12 Porque la ministración de este servicio, no solamente suple lo que a los Santos falta (los Santos pobres en Jerusalén), sino también abunda en muchas acciones de gracias a Dios (el Dador también debe dar gracias a Dios siempre, porque en primer lugar, Dios ha proporcionado su donativo);
13 Que por la experiencia de esta ministración Glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al Evangelio de Cristo (no sólo las acciones de gracias de los Santos a Jerusalén van a ser más que la ofrenda, sino más bien por la consagración de los Corintios por la cual fue hecho posible la ofrenda), y por la bondad de contribuir para ellos y para todos (Pablo está diciendo que será un ejemplo a todas las Iglesias lo que hizo Corinto);
14 Asimismo por la oración de ellos a favor vuestro (los Santos en Jerusalén ya oraban mucho por los Corintios, que es lo que se requería de ellos), los cuales os quieren a causa de la eminente Gracia de Dios en vosotros. (Aquellos en Jerusalén sabrán que los Corintios han hecho esta obra debido a la Gracia de Dios.)
15 Gracias a Dios por su don inefable. (Mientras podamos dar, es Dios Quien ha dado lo máximo cuando Entregó al Señor Jesucristo a toda la humanidad.)






Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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