11 January 2017

El 12 de enero Lectura Bíblica Diaria

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El 12 de enero Lectura Bíblica Diaria:



Éxodo 19 a 21:

Los israelitas llegaron al desierto de Sinaí a los tres meses de haber salido de Egipto. Después de partir de Refidín, se internaron en el desierto de Sinaí, y allí en el desierto acamparon, frente al monte, al cual subió Moisés para encontrarse con Dios. Y desde allí lo llamó el Señor y le dijo: "Anúnciale esto al pueblo de Jacob; declárale esto al pueblo de Israel: Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águila. Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. "Comunícales todo esto a los israelitas." Moisés volvió y convocó a los ancianos del pueblo para exponerles todas estas palabras que el Señor le había ordenado comunicarles, y todo el pueblo respondió a una sola voz: "Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado." Así que Moisés le llevó al Señor la respuesta del pueblo, y el Señor le dijo: Voy a presentarme ante ti en medio de una densa nube, para que el pueblo me oiga hablar contigo y así tenga siempre confianza en ti. Moisés refirió al Señor lo que el pueblo le había dicho, y el Señor le dijo: Ve y consagra al pueblo hoy y mañana. Diles que laven sus ropas y que se preparen para el tercer día, porque en ese mismo día yo descenderé sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. Pon un cerco alrededor del monte para que el pueblo no pase. Diles que no suban al monte, y que ni siquiera pongan un pie en él, pues cualquiera que lo toque será condenado a muerte. Sea hombre o animal, no quedará con vida. Quien se atreva a tocarlo, morirá a pedradas o a flechazos. Sólo podrán subir al monte cuando se oiga el toque largo de la trompeta. En cuanto Moisés bajó del monte, consagró al pueblo; ellos, por su parte, lavaron sus ropas. Luego Moisés les dijo: "Prepárense para el tercer día, y absténganse de relaciones sexuales." En la madrugada del tercer día hubo truenos y relámpagos, y una densa nube se posó sobre el monte. Un toque muy fuerte de trompeta puso a temblar a todos los que estaban en el campamento. Entonces Moisés sacó del campamento al pueblo para que fuera a su encuentro con Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte Sinaí. El monte estaba cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en medio de fuego. Era tanto el humo que salía del monte, que parecía un horno; todo el monte se sacudía violentamente, y el sonido de la trompeta era cada vez más fuerte. Entonces habló Moisés, y Dios le respondió en el trueno. El Señor descendió a la cumbre del monte Sinaí, y desde allí llamó a Moisés para que subiera. Cuando Moisés llegó a la cumbre, el Señor le dijo: Baja y advierte al pueblo que no intenten ir más allá del cerco para verme, no sea que muchos de ellos pierdan la vida. Hasta los sacerdotes que se acercan a mí deben consagrarse; de lo contrario, yo arremeteré contra ellos. Moisés le dijo al Señor: El pueblo no puede subir al monte Sinaí, pues tú mismo nos has advertido: Pon un cerco alrededor del monte, y conságramelo. El Señor le respondió: Baja y dile a Aarón que suba contigo. Pero ni los sacerdotes ni el pueblo deben intentar subir adonde estoy, pues de lo contrario, yo arremeteré contra ellos. Moisés bajó y repitió eso mismo al pueblo. Dios habló, y dio a conocer todos estos mandamientos: "Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo. "No tengas otros dioses además de mí. "No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones. "No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera. "Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo. "Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. "No mates. "No cometas adulterio. "No robes. "No des falso testimonio en contra de tu prójimo. "No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca." Ante ese espectáculo de truenos y relámpagos, de sonidos de trompeta y de la montaña envuelta en humo, los israelitas temblaban de miedo y se mantenían a distancia. Así que le suplicaron a Moisés: Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos. No tengan miedo les respondió Moisés. Dios ha venido a ponerlos a prueba, para que sientan temor de él y no pequen. Entonces Moisés se acercó a la densa oscuridad en la que estaba Dios, pero los israelitas se mantuvieron a distancia. El Señor le ordenó a Moisés: "Diles lo siguiente a los israelitas: Ustedes mismos han oído que les he hablado desde el cielo. No me ofendan; no se hagan dioses de plata o de oro, ni los adoren. Háganme un altar de tierra, y ofrézcanme sobre él sus holocaustos y sacrificios de comunión, sus ovejas y sus toros. Yo vendré al lugar donde les pida invocar mi nombre, y los bendeciré. Si me hacen un altar de piedra, no lo construyan con piedras labradas, pues las herramientas profanan la piedra. Y no le pongan escalones a mi altar, no sea que al subir se les vean los genitales. "Éstas son las leyes que tú les expondrás: "Si alguien compra un esclavo hebreo, éste le servirá durante seis años, pero en el séptimo año recobrará su libertad sin pagar nada a cambio. "Si el esclavo llega soltero, soltero se irá. "Si llega casado, su esposa se irá con él. "Si el amo le da mujer al esclavo, como ella es propiedad del amo, serán también del amo los hijos o hijas que el esclavo tenga con ella. Así que el esclavo se irá solo. "Si el esclavo llega a declarar: Yo no quiero recobrar mi libertad, pues les tengo cariño a mi amo, a mi mujer y a mis hijos, el amo lo hará comparecer ante los jueces, luego lo llevará a una puerta, o al marco de una puerta, y allí le horadará la oreja con un punzón. Así el esclavo se quedará de por vida con su amo. "Si alguien vende a su hija como esclava, la muchacha no se podrá ir como los esclavos varones. "Si el amo no toma a la muchacha como mujer por no ser ella de su agrado, deberá permitir que sea rescatada. Como la rechazó, no podrá vendérsela a ningún extranjero. "Si el amo entrega la muchacha a su hijo, deberá tratarla con todos los derechos de una hija. "Si toma como esposa a otra mujer, no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de alimentación y vestido. "Si no le provee esas tres cosas, la mujer podrá irse sin que se pague nada por ella. "El que hiera a otro y lo mate será condenado a muerte. "Si el homicidio no fue intencional, pues ya estaba de Dios que ocurriera, el asesino podrá huir al lugar que yo designaré. "Si el homicidio es premeditado, el asesino será condenado a muerte aun cuando busque refugio en mi altar. "El que mate a su padre o a su madre será condenado a muerte. "El que secuestre a otro y lo venda, o al ser descubierto lo tenga aún en su poder, será condenado a muerte. "El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte. "Si en una riña alguien golpea a otro con una piedra, o con el puño, y el herido no muere pero se ve obligado a guardar cama, el agresor deberá indemnizar al herido por daños y perjuicios. Sin embargo, quedará libre de culpa si el herido se levanta y puede caminar por sí mismo o con la ayuda de un bastón. "Si alguien golpea con un palo a su esclavo o a su esclava, y como resultado del golpe él o ella muere, su crimen será castigado. Pero si después de uno o dos días el esclavo se recupera, el agresor no será castigado porque el esclavo era de su propiedad. "Si en una riña los contendientes golpean a una mujer encinta, y la hacen abortar pero sin poner en peligro su vida, se les impondrá la multa que el marido de la mujer exija y que en justicia le corresponda. "Si se pone en peligro la vida de la mujer, ésta será la indemnización: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, golpe por golpe, herida por herida. "Si alguien golpea en el ojo a su esclavo o a su esclava, y se lo saca, en compensación por el ojo los pondrá en libertad. "Si alguien le rompe un diente a su esclavo o a su esclava, en compensación por el diente los pondrá en libertad. "Si un toro cornea y mata a un hombre o a una mujer, se matará al toro a pedradas y no se comerá su carne. En tal caso, no se hará responsable al dueño del toro. "Si el toro tiene la costumbre de cornear, se le matará a pedradas si llega a matar a un hombre o a una mujer. Si su dueño sabía de la costumbre del toro, pero no lo mantuvo sujeto, también será condenado a muerte. "Si a cambio de su vida se le exige algún pago, deberá pagarlo. "Esta misma ley se aplicará en caso de que el toro cornee a un muchacho o a una muchacha. "Si el toro cornea a un esclavo o a una esclava, el dueño del toro deberá pagarle treinta monedas de plata al amo del esclavo o de la esclava. El toro será apedreado. "Si alguien deja abierto un pozo, o cava un pozo y no lo tapa, y llegan a caerse en él un buey o un asno, el dueño del pozo indemnizará al dueño del animal, y podrá quedarse con el animal muerto. "Si un toro cornea a otro toro, y el toro corneado muere, se venderá el toro vivo, y los dos dueños se repartirán por partes iguales el dinero y el animal muerto. "Si el toro tenía la maña de cornear, y su dueño le conocía esta maña pero no lo mantuvo amarrado, tendrá que pagar por el animal muerto con un animal vivo, pero podrá quedarse con el animal muerto.




Salmo 94:
Señor, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate! Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos? Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia. A tu pueblo, Señor, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia! Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan. Y hasta dicen: "El Señor no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta." Entiendan esto, gente necia; ¿cuándo, insensatos, lo van a comprender? ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos? ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo? El Señor conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos. Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley, para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa. El Señor no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono. El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán. ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores? Si el Señor no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio. No bien decía: "Mis pies resbalan", cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos que por decreto fraguan la maldad, que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente? Pero el Señor es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio. Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el Señor nuestro Dios los destruirá!



Proverbios 20:
El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente! Rugido de león es la furia del rey; quien provoca su enojo se juega la vida. Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. El perezoso no labra la tierra en otoño; en tiempo de cosecha buscará y no hallará. Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente. Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza? Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo! Cuando el rey se sienta en el tribunal, con su sola mirada barre toda maldad. ¿Quién puede afirmar: "Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado"? Pesas falsas y medidas engañosas: ¡vaya pareja que el Señor detesta! Por sus hechos el niño deja entrever si su conducta será pura y recta. Los oídos para oír y los ojos para ver: ¡hermosa pareja que el Señor ha creado! No te des al sueño, o te quedarás pobre; manténte despierto y tendrás pan de sobra. "¡No sirve, no sirve!", dice el comprador, pero luego va y se jacta de su compra. Oro hay, y abundan las piedras preciosas, pero aún más valiosos son los labios del saber. Toma la prenda del que salga fiador de un extraño; reténla en garantía si la da en favor de desconocidos. Tal vez sea agradable ganarse el pan con engaños, pero uno acaba con la boca llena de arena. Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia. El chismoso traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más. Al que maldiga a su padre y a su madre, su lámpara se le apagará en la más densa oscuridad. La herencia de fácil comienzo no tendrá un final feliz. Nunca digas: "¡Me vengaré de ese daño!" Confía en el Señor, y él actuará por ti. El Señor aborrece las pesas falsas y reprueba el uso de medidas engañosas. Los pasos del hombre los dirige el Señor. ¿Cómo puede el hombre entender su propio camino? Trampa es consagrar algo sin pensarlo y más tarde reconsiderar lo prometido. El rey sabio avienta como trigo a los malvados, y los desmenuza con rueda de molino. El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser. La misericordia y la verdad sostienen al rey; su trono se afirma en la misericordia. La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.




El Libro de Segunda Corintios Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS

CAPÍTULO 8
(60 d.C.)
LA GRACIA DE DAR


ASIMISMO, Hermanos, os hacemos saber la Gracia de Dios que ha sido dada a las Iglesias de Macedonia (la Grecia del norte);
2 Que en grande prueba de tribulación (Macedonia se hallaba muy empobrecido debido a los problemas políticos y militares), la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su bondad. (A pesar de su profunda pobreza, daban generosamente a la Obra de Dios.)
3 Pues de su grado han dado conforme a sus fuerzas, yo testifico (Pablo estaba al tanto de sus circunstancias económicas), y aun sobre sus fuerzas (daban aun más que parecía su capacidad);
4 Pidiéndonos con muchos ruegos, que aceptásemos la gracia (conociendo sus circunstancias empobrecidas, Pablo no quiso recibir la dádiva, pero ellos le insistieron) y la comunicación del Servicio para los Santos. (Pablo estaba recibiendo una Ofrenda de todas las Iglesias para los Santos pobres en Jerusalén.)
5 Y así hicieron (daban mucho más de lo que podían dar), no como lo esperábamos (mucho más de lo que él había anticipado), mas aun a sí mismos se dieron primeramente al Señor (fue la Voluntad del Señor que ellos hicieran lo que hicieron), y a nosotros por la Voluntad de Dios. (Tenían gran confianza en Pablo y su Ministerio. Como vemos aquí, el Espíritu Santo utilizó a Macedonia como ejemplo.)
6 De manera que exhortamos a Tito, que como comenzó antes, así también acabe esta Gracia entre vosotros también. (Así como el Señor había Bendecido a Macedonia, la Iglesia de Corinto ha de ser Bendecida también, eso si es que siguieron el ejemplo de Macedonia.)
7 Por tanto, como en todo abundáis, en Fe, y en palabra, y en ciencia, y en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, que también abundéis en esta Gracia (abundar en la Gracia de Dar).

JERUSALÉN

8 No hablo como un mandamiento (la Gracia de “Dar” no puede ser por “Mandamiento,” o ya no es Dar), sino para poner a prueba, por la eficacia de otros (declara magnánimamente que Dar inspira el acto de Dar), la sinceridad también del amor vuestro. (Si nuestro amor a Dios es genuino, entonces con generosidad daremos a Su Obra.)
9 Porque ya sabéis la Gracia de nuestro Señor Jesucristo (Dar de Sí Mismo), que por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (Sólo podemos imaginar lo que Él dejó para venir a este mundo. Pero debido a lo que Él hizo, ya tenemos las riquezas de la Vida Eterna.)
10 Y en esto doy mi consejo (Pablo no mandaba, sino más bien aconsejaba): porque esto os conviene a vosotros (será provechoso), que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, mas aun a quererlo desde el año pasado. (Habían comenzado esto hace un año, pero se habían desviado de su propósito por los problemas, que era la intención del Diablo.)
11 Ahora pues, llevad también a cabo el hecho, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tenéis. (No solamente discutan sobre esto, ¡háganlo!)
12 Porque si de veras hay buena voluntad (la primera consideración), será acepta por lo que tiene, no por lo que no tiene. (Nuestras obligaciones al Señor están limitadas a nuestra capacidad.)
13 Porque no digo esto para que otros sean aliviados (todos deben hacer su parte, sea lo que sea), y para vosotros les falte lo necesario (nada más les pedía que dieran su contribución correspondiente):
14 Sino para que en este tiempo, con igualdad, vuestra abundancia supla la falta de ellos (Corinto tenía mucho más riqueza material que los de Jerusalén, por lo tanto, les pedían que compartieran), para que también la abundancia de ellos supla vuestra falta (Pablo se estaba refiriendo al hecho de que la Iglesia de Jerusalén era responsable, por lo menos en cierta parte, por la gran Bendición Espiritual de la cual ya disfrutaban los Corintios): para que haya igualdad (Jerusalén distribuía Bendiciones Espirituales, mientras que Corinto repartía bendiciones materiales, lo cual compensaba todo):
15 Como está escrito (Éx. 16:18), El que recogió mucho, no tuvo más (atesorar dinero no le cae bien al Señor); y el que poco, no tuvo menos. (Al dar a la Obra de Dios, y con generiosidad, es lo que garantiza la Bendición.)

ARREGLOS

16 Empero gracias a Dios que dio la misma solicitud por vosotros en el corazón de Tito. (Tito tenía un corazón muy parecido al de Pablo, con respecto al Evangelio.)
17 Pues a la verdad recibió la exhortación (regresar a Corinto para recibir la Ofrenda); mas estando también muy solícito, de su voluntad partió para vosotros. (Puesto que la Iglesia de Corinto había experimentado un Avivamiento, todo había ya mejorado. Tito estaba ya ansioso de regresar a ellos.)
18 Y enviamos juntamente con él al Hermano cuya alabanza en el Evangelio es por todas las Iglesias (no nos dice exactamente quién era el Hermano);
19 Y no sólo esto, mas también fue ordenado por las Iglesias el compañero de nuestra peregrinación para llevar esta Gracia (esta Ofrenda), que es administrada de nosotros para Gloria del mismo Señor, y para demostrar vuestro pronto ánimo (el propósito fue para promover la Gloria del Señor demostrando el Amor de Dios con respecto a esta necesidad en concreto):
20 Evitando que nadie nos vitupere en esta abundancia que ministramos (que toda obra sea honesta):
21 Procurando las cosas honestas, no sólo delante del Señor, mas aun delante de los hombres (para no dar lugar al Diablo a sus acusaciones).
22 Enviamos también con ellos a nuestro Hermano (presenta a otro hombre conjuntamente con el Hermano mencionado en el Versículo 18), al cual muchas veces hemos comprobado diligente en muchas cosas (le da crédito a pensar que este hombre, quien sea que fuera, era compañero y colaborador de Pablo), mas ahora mucho más con la mucha confianza que tiene en vosotros. (Él estaba encantado de ir a Corinto, también.)
23 En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros (Pablo le encargó a Tito a aquellos que irían a Corinto): o acerca de nuestros Hermanos, los Mensajeros son de las Iglesias, y la Gloria de Cristo. (Parece ser que estos otros Hermanos eran Apóstoles también, porque la palabra "Mensajeros" en el Griego es "Apostoloi" y quiere decir "Apóstol.")
24 Mostradles, pues, abiertamente ante las Iglesias (ser un buen ejemplo ante las otras Iglesias) la prueba de vuestro amor (una buena Ofrenda para Jerusalén), y de nuestra gloria acerca de vosotros. (El Apóstol cree, sin duda alguna, que los Corintios harán su parte.)




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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