El 1 de enero Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz-capítulo-1
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El 1 de enero Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 36 a 38:
Salmo 83:
Oh Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible. Mira cómo se alborotan tus enemigos, cómo te desafían los que te odian. Con astucia conspiran contra tu pueblo; conspiran contra aquellos a quienes tú estimas. Y dicen: "¡Vengan, destruyamos su nación! ¡Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse!" Como un solo hombre se confabulan; han hecho un pacto contra ti: los campamentos de Edom y de Ismael, los de Moab y de Agar, Guebal, Amón y Amalec, los de Filistea y los habitantes de Tiro. ¡Hasta Asiria se les ha unido; ha apoyado a los descendientes de Lot! Selah. Haz con ellos como hiciste con Madián, como hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón, los cuales perecieron en Endor y quedaron en la tierra, como estiércol. Haz con sus nobles como hiciste con Oreb y con Zeb; haz con todos sus príncipes como hiciste con Zeba y con Zalmuna, que decían: "Vamos a adueñarnos de los pastizales de Dios." Hazlos rodar como zarzas, Dios mío; ¡como paja que se lleva el viento! Y así como el fuego consume los bosques y las llamas incendian las montañas, así persíguelos con tus tormentas y aterrorízalos con tus tempestades. Señor, cúbreles el rostro de ignominia, para que busquen tu nombre. Que sean siempre puestos en vergüenza; que perezcan humillados. Que sepan que tú eres el Señor, que ése es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.
Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la *fosa.
El Libro de Primera Corintios Capítulo 13 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 13
(59 d.C.)
EL AMOR
SI yo hablase lenguas humanas y Angélicas (en realidad dice en el Griego, “Si fuera posible hablar en lenguas de los hombres y de los Ángeles”; además, Pablo no está denigrando el hablar en Lenguas, como algunos lo han afirmado [I Cor. 14:18]), y no tengo caridad (amor), vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe (no se refiere a nuestro instrumento musical moderno al cual llamamos por ese nombre, sino aquel que todo lo que hacía era nada más que un ruido estrepitoso).
2 Y si tuviese Profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la Fe, de tal manera que traspasase los montes (nos dice que las personas menos que perfecta pueden tener los Dones del Espíritu, como debería ser evidente), y no tengo caridad (amor), nada soy. (Ya vemos que la base en la cual todo debe ser edificado ― es el amor. ¡Si no, no somos nada!)
3 Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado (cambia de Dones a “Obras”), y no tengo caridad (amor), de nada me sirve. (Tan recomendable como pueden ser las acciones, éstas llegan al nivel cero, a menos que el Amor de Dios las motive.)
CARACTERÍSTICAS
4 La caridad (amor) es sufrida (se refiere a la paciencia), es benigna (representa el segundo lado de la actitud Divina hacia al género humano); la caridad (el género del Amor de Dios) no tiene envidia (no quiere lo que le pertenece a los demás); la caridad no es vanagloriosa (nunca es presumida), no se ensancha (no es orgullosa),
5 No es injuriosa (es olvidadiza de sí mismo y considerada de los demás), no busca lo suyo (es desinteresada), no se irrita (no se amarga por el abuso, el insulto o la herida), no piensa el mal (no toma en cuenta la maldad);
6 No se regocija de la injusticia (nunca chismorrea de las fechorías de los demás), mas se regocija de la Verdad (proclama lo que la Palabra de Dios identifica como la Verdad);
7 Todo lo sufre (nunca se queja), todo lo cree (tiene el concepto más amable de todos los hombres), todo lo espera (sigue creyendo por lo mejor), todo lo soporta (aguanta todo).
ETERNO
8 La caridad nunca deja de ser (porque el amor no puede fallar): mas las Profecías se han de acabar; y cesarán las Lenguas; y la Ciencia ha de ser quitada. (Se refiere al hecho de que los Dones del Espíritu no va a hacer falta en la Resurrección venidero, así como muchas otras cosas que se podría nombrar.)
9 Porque en parte conocemos (se refiere a la “Palabra de Ciencia,” que solamente es en parte Ciencia), y en parte Profetizamos (pertenece en la misma categoría).
10 Mas cuando venga lo que es perfecto (el Arrebatamiento de la Iglesia, es decir, la Resurrección), entonces lo que es en parte será quitado (como debe ser evidente).
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño: mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño. (El Apóstol compara nuestro estado presente, “como un niño,” a aquello que está por venir, simbolizado por un adulto maduro. Es la diferencia entre el estado presente y la Resurrección venidera.)
12 Ahora (antes de la Resurrección) vemos por espejo, en oscuridad (sólo un vistazo sombrío); mas entonces (después de la Resurrección) veremos cara a cara (mirar abierta y claramente); ahora conozco en parte; (tener un poco de conocimiento) mas entonces conoceré como soy conocido (entonces todo será perfecto y completo).
13 Y ahora (antes de la Resurrección) permanecen la Fe, la Esperanza y la Caridad, estas tres (las tres permanecerán para siempre); empero la mayor de ellas es la Caridad (es la mayor porque únicamente el Amor nos hace conforme a Dios [I Jn. 4:7]).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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El 1 de enero Lectura Bíblica Diaria:
Génesis 36 a 38:
CAPÍTULO 36
(1715 a.C.)
ESAÚ
1 y
ESTAS son las generaciones de Esaú, el cual es Edom. (Esto
es importante sólo en el sentido de mostrarnos la porción de Esaú, quien tuvo
su lugar en esta vida, y no en la vida venidera [Sal. 17:14]. Presenta a sus
hijos estableciéndose en el mundo con sus riquezas y posesiones, mientras que
los herederos de la Promesa, es a saber, Jacob y sus hijos, eran todavía
peregrinos y extranjeros. Esto proporciona un cuadro profético.)
2 Esaú tomó sus mujeres de las hijas de Canaán (del linaje maldecido de Canaán [9:23-27]); a Ada, hija de
Elón, el hitita; y a Aholibama, hija de Aná, hijo de Zibeón, el Heveo;
3 Y Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebayot.
4 Y Ada dio a luz a Elifaz para Esaú; y Basemat
dio a luz a Reuel;
5 Y Aholibama dio a luz a Jeús, y a Jalán, y a
Coré; y éstos son los hijos de Esaú, que le nacieron en la tierra de Canaán.
6 Y Esaú tomó sus mujeres, y sus hijos, y sus
hijas, y todas las personas de su casa, y sus ganados y todas sus bestias, y
toda la riqueza que había adquirido en la tierra de Canaán; y se fue a otra
tierra de delante de Jacob su hermano.
7 Porque la riqueza de ellos era grande, y no
podían habitar juntos; ni la tierra de su peregrinación los podía sostener a
causa de sus ganados.
8 Y Esaú habitó en el monte de Seír; Esaú es
Edom. (En todo esto, encontramos que Esaú es repetidamente
llamado Edom. Es el nombre que perpetuó el recuerdo de la venta de su
primogenitura por un potaje. Hallamos que Esaú continuó siendo el mismo
despreciador profano de lo celestial, a pesar de ser miembro de la familia
sagrada.)
9 Éstos son los linajes de Esaú, padre de Edom,
en el monte de Seír (Petra).
10 Éstos son los nombres de los hijos de Esaú:
Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú.
11 Y los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo,
Gatán, y Quenaz.
12 Y
Timná fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú; la cual le dio a luz a Amalec;
éstos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. (El «Amalec» mencionado aquí es probablemente la nación
Amalecita que atacó a Israel en Horeb. En la tipología Bíblica, se considera a Amalec
como un tipo de la carne. Cuando Israel experimentó el milagro del agua que
salió de la Roca, que era un Tipo de Cristo y el Espíritu Santo, Las Escrituras
dicen: «Y vino Amalec, y peleó con Israel en Refidín»
[Éx. 17:6-8].)
[Éx. 17:6-8].)
13 Y los hijos de Reuel fueron Najat, Zera, Sama,
y Mizá; éstos eran los hijos de Basemat, mujer de Esaú.
14 Y éstos fueron los hijos de Aholibama, mujer de
Esaú, hija de Aná que fue hija de Zibeón; ella dio a luz a Jeús, a Jalán y a
Coré, hijos de Esaú.
15 Éstos son los duques de los hijos de Esaú:
hijos de Elifaz primogénito de Esaú; el duque Temán, el duque Omar, el duque
Zefo, y el duque Quenaz,
16 El duque Coré, el duque Gatán, y el duque
Amalec; éstos son los duques de Elifaz en la tierra de Edom; éstos fueron los
hijos de Ada.
17 Y éstos son los hijos de Reuel, hijo de Esaú;
el duque Najat, el duque Zera, el duque Sama, el duque Mizá; éstos son los
duques de la línea de Reuel en la tierra de Edom; estos hijos vienen de
Basemat, mujer de Esaú.
18 Y éstos son los hijos de Aholibama, mujer de
Esaú: el duque Jeús, el duque Jalán y el
duque Coré; éstos fueron los duques que salieron de Aholibama mujer de Esaú,
hija de Aná.
19 Éstos son los hijos de Esaú y sus duques, quien
es Edom.
20 Estos son los hijos de Seír el Horeo, moradores
de aquella tierra; Lotán, Sobal, Zibeón y Aná,
21 Disón, Ezer y Disán: éstos son los duques de los Horeos, hijos de
Seír en la tierra de Edom.
22 Y los hijos de Lotán fueron Horí y Homán; Y
Timná hermana de Lotá.
23 Y los hijos de Sobal fueron estos; Alván,
Manajat, Ebal, Sefó y Onam.
24 Y los hijos de Zibeón fueron Ayá, y Aná. Este
Aná es el que descubrió los mulos en el desierto cuando apacentaba los asnos de
Zibeón su padre.
25 Los hijos de Aná fueron; Disón, y Aholibama
hija de Aná.
26 Y estos fueron los hijos de Disón; Hemdán,
Esbán, Itrán y Querán.
27 Y estos fueron los hijos de Ezer; Bilán, y
Zaván, y Acán.
28 Estos fueron los hijos de Disán; Uz, y Arán.
29 Y estos fueron los duques de los Horeos; el
duque Lotán, el duque Sobal, el duque Zibeón, el duque Aná,
30 El duque Disón, el duque Ezer, el duque Disán;
éstos fueron los de los Horeos por sus ducados en la tierra de Seír.
LOS REYES DE EDOM
31 Los reyes que reinaron en la tierra de Edom,
antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron éstos: (respecto
a este Capítulo, Matthew Henry dice: «En cuanto a la prosperidad y honor
externo, los hijos del Pacto muy a menudo son los desechados, y aquellos que
están fuera del Pacto, como Esaú, supuestamente se destacan. Podemos suponer
que es una prueba de la Fe de la Israel de Dios escuchar de la pompa y el poder
de los reyes de Edom, mientras ellos eran esclavos en Egipto; pero aquellos que
anhelan cosas grandes de parte de Dios tienen que contentarse en esperarlas; el
momento oportuno de Dios es el mejor momento.
«Observe, el Monte Seír se llama la tierra de su posesión.
Mientras los Israelitas moraban en la casa de servidumbre, y su Canaán era
simplemente la Tierra de la Promesa, los Edomitas moraban en sus propias
habitaciones, y Seír estaba en su posesión. Los hijos de este mundo poseen todo
en su mano, pero nada que corresponda a la esperanza [Luc. 16:25]; mientras que
los hijos de Dios tienen su todo en la esperanza, y poco en su propia mano.
Pero al considerarlo todo, es mejor tener la promesa de Canaán que el Monte
Seír como posesión».)
32 Bela, hijo de Beor, reinó en Edom; y el nombre
de su ciudad era Dinaba.
33 Y murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo
de Zera, de Bosra.
34 Y murió Jobab, y en su lugar reinó Jusán de la
tierra de Temán.
35 Y murió Jusán, y reinó en su lugar Hadad hijo
de Bedad, el que hirió a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad
fue Avit.
36 Y murió Hadad, y en su lugar reinó Samla de
Masreca.
37 Y murió Samla, y reinó en su lugar Saúl de
Rejobot del río.
38 Y murió Saúl, y en su lugar reinó Baal Janán
hijo de Acbor.
39 Y murió Baal Janán hijo de Acbor, y reinó Hadad
en lugar suyo; y el nombre de su ciudad fue Pau; y el nombre de su mujer
Mehitabel, hija de Matred, hija de Mezab.
40 Éstos fueron los nombres de los duques de Esaú,
por su ciudad, por sus lugares, y sus nombres; el duque Timná, el duque Alvá,
el duque Jetet,
41 El duque Aholibama, el duque Elá, el duque
Pinón,
42 El duque Quenaz, el duque Temán, el duque Mibzar,
43 El duque Magdiel, y el duque Iram; éstos fueron
los duques de Edom, por sus habitaciones en la tierra de su posesión; Edom es
el mismo Esaú, padre de los Edomitas.
CAPÍTULO 37
(1729 a.C.)
LOS SUEÑOS DE JOSÉ
1 y
HABITÓ Jacob en la tierra donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán (al prescindir de Esaú en el Capítulo anterior, y en todo caso habiéndole
mencionado simplemente porque era hijo de Isaac, ahora seguimos la narrativa de
Jacob, que incluye la historia de José).
2 Éstas fueron las generaciones de Jacob. José,
siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos (José es uno de los más, si no el más notable Tipo de Cristo que se
encuentra en la totalidad del Antiguo Testamento); y el joven estaba
con los hijos de Bilhá (Dan y Neftalí), y con los hijos de
Zilpa (Gad y Aser), mujeres de su padre; e informaba José
a su padre la mala conducta de ellos (estos varones estaban en
el Pacto, pero no eran del Pacto).
3 Y amaba Israel (Jacob) a José más que a todos sus hijos (el nombre «Israel» que el Espíritu Santo da aquí a
Jacob, significa que lo que Jacob había hecho, con respecto a amar a José, no
era incorrecto, al contrario era lo correcto; algunos afirman que Jacob causó
el problema entre sus hijos al favorecer a José; ¡pero eso no es cierto!), porque le había tenido en su vejez (en realidad significa que José poseía la sabiduría de un
anciano aunque era joven); y le hizo una túnica de diversos
colores. (Tal túnica era dada al
hijo para el cual la primogenitura era designada. El Espíritu Santo declaró que
ésta pertenecía a José y no a Rubén, quien en realidad era el primogénito.
Quien ocupara esta posición sería el sumo sacerdote de la familia, el cual,
realmente, fue José después de la muerte de Jacob. Como lo veremos, el futuro,
lo confirma.)
4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más
que a todos sus hermanos, le aborrecían y no le podían hablar pacíficamente. (Esto personifica perfectamente a Cristo; de Quien José fue uno de los más
notables Tipos que se encuentra en la Palabra de Dios. Dios amó a Su Hijo, y lo
demostró grandemente al derramar todo el Poder del Espíritu Santo sobre Él.
Como resultado, los Judíos, quienes eran Sus hermanos, por así decirlo, Lo odiaban.
Eso sigue hasta el presente, en que los que son del Espíritu [la Cruz] son
odiados por aquellos que son de la carne.)
5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus
hermanos; y ellos vinieron a aborrecerlo más todavía. (El SEÑOR
le reveló el futuro a José en un sueño. Mientras el sueño indudablemente se
refería a él, se refería más a Cristo e Israel, con estos hombres que odiaban a
José siendo un tipo de Israel. Él les dijo a sus hermanos la verdad, y ellos lo
odiaron aún más. Así también fue con el gran anti-tipo de José. Cristo dio
testimonio a la Verdad, y Su testimonio a la Verdad fue contestado, de parte
del hombre, por la Cruz.)
6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado:
7 He aquí que atábamos manojos en medio del
campo, y he aquí que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros
manojos estaban alrededor, y se inclinaban (se
postraban) al mío. (Fue la Voluntad de Dios que este sueño se
relatara, lo que sus hermanos recordarían, y verían cumplirse exactamente como
fue declarado. El Comentario Púlpito dice, en cuanto a esto: «El contó este
sueño, en la simplicidad de su corazón, y al hacerlo también fue guiado,
inconscientemente quizás, pero todavía en realidad, por la providencia que
predomina, Quien hizo uso del mismo relato del sueño como un paso más sobre su
cumplimiento.)
EL RECHAZO
8 Y le respondieron sus hermanos: ¿Has de reinar tú sobre nosotros, o te has de enseñorear
sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y de sus
palabras. (El odio que los hermanos de José mostraron
hacia él representa a los Judíos en el día de Cristo. «Él vino a los Suyos, y
los Suyos no Le recibieron». «No hay parecer en Él ni hermosura» en los ojos de
ellos. No le reconocieron como el Hijo de Dios, ni como el Rey de Israel. ¡Lo odiaban!)
9 Y soñó aún otro sueño, y lo contó a sus
hermanos diciendo: He aquí he soñado
otro sueño; y he aquí el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. (En el sentido profético esto describe la Segunda Venida, cuando todas las
Tribus de Israel se postrarán, a los pies de Cristo [Zac. 12:10; 13:1, 6;
14:9].)
10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su
padre le reprendió y le dijo: ¿Qué sueño
es éste que soñaste? ¿Hemos de venir yo
y tu madre, y tus hermanos a inclinarnos en tierra ante ti? (Es exactamente lo que hicieron después que José llegó a ser el Gobernador de
Egipto. Es exactamente lo que Israel, también, hará, en un feliz día venidero.)
11 Y sus hermanos le tenían envidia; pero su padre
guardaba estas cosas (aunque Jacob había reprendido a José,
todavía, el Patriarca se daba cuenta de que había algo más en el significado de
ese sueño).
12 Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de
su padre en Siquén (a unos 80 kilómetros [50 millas] de
distancia).
13 Y dijo Israel (Jacob) a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquén;
ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. (La
frase breve: «Heme aquí,» predice la declaración de Cristo: «Entonces dije: He
aquí, vengo; en el volumen del Libro está escrito de Mí, el hacer Tu Voluntad,
Dios Mío, me ha agradado; Y Tu Ley está dentro de Mi Corazón» [Sal. 40:7-8].)
14 Y él (Jacob) le dijo (a José): Vé ahora, mira
cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo
envió del valle de Hebrón y llegó a Siquén. (Todo
esto describe que Jacob entendía poco el odio extremo que los hermanos le
tenían a José.)
15 Y lo halló un cierto hombre andando él perdido
por el campo, y le preguntó aquel hombre diciendo: ¿Qué buscas?
16 Y él respondió: Busco a mis hermanos, te ruego que me muestres
dónde pastan.
17 Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos
a Dotán (a unos 19 kilómetros [12 millas] al norte
de Siquén, que es la misma distancia que José había recorrido para venir, 100
kilómetros [62 millas]). Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en
Dotán.
EL COMPLOT
18 Y como ellos lo vieron de lejos, antes que se
les acercara, tramaron contra él para matarlo. (Así
también sucedió con Cristo. Cuando Él nació, Herodes buscaba como matarle
[Mat., Cap. 2].)
19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador (poco se daban cuenta que estos sueños se cumplirían exactamente según les fueron
relatados).
20 Ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en
una cisterna, y diremos: Alguna mala
bestia lo devoró; y veremos qué serán sus sueños (esto
muestra el dominio de la naturaleza pecaminosa).
21 Y como Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y
dijo: No lo matemos. (Rubén era el primogénito. Esto significaba que cuando Jacob muriera, él
recibiría una doble porción de la herencia; sin embargo, la primogenitura fue
dada a José. Por lo tanto, Rubén se habría beneficiado más con la muerte de
José que cualquiera, pero parece que su corazón no estaba totalmente
endurecido.)
22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre, echadlo en esta cisterna
que está en el desierto, y no pongáis mano en él; esto decía para poder
librarlo así de sus manos y volverlo a su padre. (Él
pensaba que podía volver después y rescatar a José, que por lo visto tenía que
ir a alguna parte, pero regresó demasiado tarde. Ya habían vendido a José como
esclavo.)
23 Y sucedió que cuando llegó José a sus hermanos,
ellos hicieron desnudar a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre
sí (la carne odia al Espíritu, la túnica era un Tipo del
Espíritu; sin embargo, cuando ellos le quitaron la túnica, no lo despojaron de
la unción, porque la túnica era solamente un símbolo de esto);
24 Y lo tomaron y lo echaron al pozo; pero el pozo
estaba vacío, no había en él agua. (Cuando miramos a José en
el pozo y en la prisión, y lo miramos después como el gobernador de toda la
tierra de Egipto, vemos la diferencia entre los pensamientos de Dios y los
pensamientos del hombre; y por lo tanto cuando miramos a la Cruz y luego «el
Trono de la Majestad en los Cielos,» vemos la misma cosa.)
25 Y se sentaron a comer pan (por lo visto, su idea era, cuando lo tiraron al pozo,
dejarlo morir de hambre; pero de repente hubo un cambio en los planes); y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de Ismaelitas que
venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a
llevarlo a Egipto.
26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro
hermano y ocultemos su sangre?
27 Venid, y vendámosle a los Ismaelitas, y no sea
nuestra mano sobre él; que nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos
estuvieron de acuerdo. (Junto con Rubén, Judá es el que salvó la
vida de José, que sugirió que lo vendieran como esclavo; sin embargo, era un
leve acto de misericordia de parte de Judá, como lo que fue bajo las
circunstancias normales, estaban entregándole a una vida peor que la muerte.)
EGIPTO
28 Y como pasaban los Madianitas mercaderes (viajaban con los Ismaelitas), sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron
a los Ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto. (José como un Tipo de Cristo, el Salvador fue vendido por
treinta piezas de plata. Como José fue llevado a Egipto, del mismo modo, los
Gentiles aceptaron a Cristo.)
EL ENGAÑO
29 Y Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José
dentro, y rasgó sus vestidos. (Cuando Rubén regresó, parece que
genuinamente sintió pena por lo sucedido; sin embargo, sus hermanos le
explicaron lo que habían hecho, y la historia muestra que él no hizo nada al
respecto.)
30 Y tornó a sus hermanos y dijo: El mozo no parece; y yo, ¿adónde iré? (¿Qué voy a hacer?)
31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, y
degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la ropa con la sangre (así como Rebeca y Jacob habían usado un «cabrito de las cabras» para
engañar a Isaac [27:9], del mismo modo, Jacob fue engañado con un «cabrito de
las cabras»).
32 Y enviaron la túnica de colores, y la trajeron
a su padre, y dijeron: Ésta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la túnica
de tu hijo (por lo visto consiguieron a un siervo o
esclavo para que llevara la túnica sangrienta a Jacob, y le relatara la
historia que inventaron).
33 Y él la conoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia le
devoró; José ha sido despedazado.
34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco
sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días (esta
terrible congoja, y pena, duraría unos veinte años, significa que fue una de
las pruebas más grandes que Dios jamás haya permitido a un hombre soportar).
35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus
hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Descenderé a la sepultura guardando luto por
mi hijo. Y su padre lloró por él. (Jacob sabía que el SEÑOR
le había dicho que le diera la primogenitura a José. Jacob pensó, siendo ese el
caso, ¿por qué entonces permitió el SEÑOR que un animal salvaje le quitara la
vida?)
36 Y los Madianitas lo vendieron en Egipto a
Potifar, eunuco del Faraón, capitán de los de la guardia. (La Mano del SEÑOR, aunque no tenía parte del mal que fue llevado a cabo,
todavía, como veremos, guiaba los eventos,)
CAPÍTULO 38
(1729 a.C.)
JUDÁ
1 y
ACONTECIÓ en aquel tiempo, que Judá descendió de donde estaba con sus hermanos, y se
fue a un varón Adulanita, que se llamaba Hirá. (Este Capítulo es un paréntesis introducido aquí como una
ilustración real del pecado, tinieblas, corrupción y la obstinación de los
hermanos de José durante todo el período que él estuvo ausente y como fruto
inevitable de su rechazo a él. Es, también, un cuadro anticipado de la
condición moral de los Judíos hoy en día, como el resultado de su rechazo al
Mesías.)
2 Y vio allí Judá la hija de un hombre Cananeo,
el cual se llamaba Súa; y la tomó, y entró a ella (al
casarse Judá con una Cananita significa que él pecó a sabiendas, porque debía
de haber conocido la Voluntad de Dios en cuanto a ese asunto [Gén. 24:3; 26:35;
27:36; 28:1]).
3 La cual concibió y dio a luz un hijo; y llamó
su nombre Er.
4 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo; y
llamó su nombre Onán.
5 Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo; y
llamó su nombre Selá. Y estaba en Quezib, cuando lo dio a luz (En orden cronológico, se cree por algunos que el Capítulo 38 debe seguir
el Capítulo 33.)
6 Y Judá tomó mujer para su primogénito Er, la
cual se llamaba Tamar. (Este Capítulo es puesto aquí para mostrar
la conexión entre Cristo y Su predecesor Judá. El Capítulo 1 de Mateo muestra
claramente como Cristo Se hizo de menor reputación y, nacido como miembro de la
Tribu de Judá, Se humilló. Porque en esa genealogía aparecen los nombres de
Tamar y Betsabé. Pero Él de ninguna manera heredó de estos ninguna mancha de
pecado, Porque fue concebido por el Espíritu Santo y, aunque nacido de mujer,
era totalmente libre de corrupción moral.)
7 Y Er, el primogénito de Judá fue malo a los
ojos del SEÑOR, y le quitó el SEÑOR la vida (no se
nos dice exactamente cómo sucedió esto; probablemente significa que llegó a
involucrarse demasiado en la idolatría Cananita).
8 Entonces Judá dijo a Onán: Entra a la mujer de tu hermano, y despósate
con ella, y suscita simiente a tu hermano.
9 Y sabiendo Onán que la simiente no había de ser
suya (no quería que fuera suya), sucedía que cuando
entraba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, para no dar descendencia a
su hermano (Judá demandaba esto para que continuara el
linaje; sin embargo, Onán, realmente, por sus acciones estaba diciendo que a él
no le importaba el Redentor que vendría al mundo; él no quiso a Tamar por
esposa, por lo tanto, rechazó el mandato de su padre, Judá).
10 Y desagradó en ojos del SEÑOR lo que hacía; y
también quitó a él la vida. (De nuevo, no se nos dice de qué manera
hizo esto el SEÑOR. La razón mayor porque todo esto era tan serio a los Ojos
del SEÑOR era porque tenía que ver con el linaje del Redentor venidero, que era
la cosa más importante en el mundo.)
11 Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que
crezca Selá mi hijo; porque dijo: Que
quizá no muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar y estuvo en casa de
su padre.
12 Y pasaron muchos días, y murió la hija de Súa,
mujer de Judá; y Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a
Timnat, él y su amigo Hirá, el adulanita.
TAMAR
13 Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar
sus ovejas.
14 Entonces quitó ella de sobre sí los vestidos de
su viudez, y se cubrió con un velo, y tapándose bien, se puso a la puerta de
las aguas que están junto al camino de Timnat, porque veía que había crecido
Selá, y ella no era dada a él por mujer. (No
señala que Judá culpó a Tamar por la muerte de sus dos hijos; sin embargo, la
pérdida de estos dos en sucesión debía haberle atemorizado, porque él no hizo
ningún intento para darla a su tercer hijo, Selá, en matrimonio.)
15 Cuando la vio Judá, pensó que era una ramera,
pues se había cubierto el rostro.
16 Enseguida se apartó del camino hacia ella, y le
dijo: Ven, pues, ahora entraré a ti;
(porque no sabía que era su nuera.) Y ella dijo: ¿Qué me das por llegarte a mí? (La conducta de Tamar, aunque reprensible en todo aspecto, no debe
atribuirse a mera codicia, o un deseo excesivo de tener hijos, sino muy
probablemente para afirmar su derecho de tener un lugar entre los antepasados
de la familia Patriarcal. En todo esto hallamos, y como debe ser obvio, que
Dios mostrara que Su elección es de Gracia, y no de mérito, y que Cristo vino
al mundo para salvar a los pecadores, hasta el más grande pecador y, cuando
ellos se arrepienten, no se avergüenza de estar unido a ellos.)
17 Él respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las
cabras (un corderito). Y ella dijo: ¿Me darás una prenda hasta que lo envíes? (Una prenda personal, hasta que ella recibiera el animal).
18 Entonces él dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu anillo, y tu manto, y tu bordón que tienes
en tu mano. Y él se lo dio, y entró a ella, la cual concibió de él. (Es lo que ella había planeado; la prenda que ella exigió incriminaría a
Judá. El problema de él era lujuria, mientras que el de ella era el
compromiso.)
19 Y se levantó, y se fue, y se quitó el velo de
sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.
20 Y Judá envió el cabrito de las cabras (corderito) por mano de su amigo el Adulanita, para que tomase la prenda
de mano de la mujer; pero no la halló.
21 Y preguntó a los hombres de aquel lugar,
diciendo: ¿Dónde está la ramera de las
aguas junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera.
22 Entonces él volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del
lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera.
23 Y
Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no
seamos menospreciados (ella tenía los
artículos de la prenda consigo); he aquí yo he
enviado este cabrito (corderito), y tú no la hallaste.
24 Aconteció que al cabo de unos tres meses fue
dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado; y he aquí, a causa de
las fornicaciones está embarazada (ella estaba encinta,
pero no por fornicación, cuán presto estamos para juzgar). Y Judá
dijo: Sacadla, y sea quemada (Judá estaba dispuesto a condenarla, cuando, en realidad, él era igualmente
culpable, y aún mucho más que ella).
25 Y ella cuando la sacaban envió a decir a su
suegro: Del varón cuyas son estas cosas,
estoy encinta; y dijo más: Mira ahora
cuyas son estas cosas, el anillo, el manto y el bordón.
26 Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es que yo, por cuanto no la he dado
a Selá mi hijo. Y nunca más la conoció. (De
todos modos, los hijos eran de él, y Tamar ya era un antepasado de la familia
Patriarcal.)
MELLIZOS
27 Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí
había dos en su vientre.
28 Y sucedió, cuando daba a luz, que sacó la mano
el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Éste salió primero. (Todo
esto tenía que ver con el Redentor venidero.)
29 Pero sucedió que cuando el niño retiró su mano,
he aquí su hermano salió; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre
Fares (éste estaba en el linaje de Cristo, porque era el primogénito).
30 Y después salió su hermano, el que tenía en su
mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zera. (Lutero
pregunta por qué tales cosas fueron puestas en Las Escrituras. Él responde: 1.
Nadie debe justificarse a sí mismo; 2. Nadie debe desesperarse. Hay perdón para
todos los que humildemente vienen al SEÑOR; y 3. Para recordarnos que los
Gentiles, por derecho natural, somos hermanos, madres, y hermanas de nuestro SEÑOR;
la Palabra de Salvación es una Palabra para el mundo entero.)
Salmo 83:
Oh Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible. Mira cómo se alborotan tus enemigos, cómo te desafían los que te odian. Con astucia conspiran contra tu pueblo; conspiran contra aquellos a quienes tú estimas. Y dicen: "¡Vengan, destruyamos su nación! ¡Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse!" Como un solo hombre se confabulan; han hecho un pacto contra ti: los campamentos de Edom y de Ismael, los de Moab y de Agar, Guebal, Amón y Amalec, los de Filistea y los habitantes de Tiro. ¡Hasta Asiria se les ha unido; ha apoyado a los descendientes de Lot! Selah. Haz con ellos como hiciste con Madián, como hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón, los cuales perecieron en Endor y quedaron en la tierra, como estiércol. Haz con sus nobles como hiciste con Oreb y con Zeb; haz con todos sus príncipes como hiciste con Zeba y con Zalmuna, que decían: "Vamos a adueñarnos de los pastizales de Dios." Hazlos rodar como zarzas, Dios mío; ¡como paja que se lleva el viento! Y así como el fuego consume los bosques y las llamas incendian las montañas, así persíguelos con tus tormentas y aterrorízalos con tus tempestades. Señor, cúbreles el rostro de ignominia, para que busquen tu nombre. Que sean siempre puestos en vergüenza; que perezcan humillados. Que sepan que tú eres el Señor, que ése es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.
Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la *fosa.
El Libro de Primera Corintios Capítulo 13 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 13
(59 d.C.)
EL AMOR
SI yo hablase lenguas humanas y Angélicas (en realidad dice en el Griego, “Si fuera posible hablar en lenguas de los hombres y de los Ángeles”; además, Pablo no está denigrando el hablar en Lenguas, como algunos lo han afirmado [I Cor. 14:18]), y no tengo caridad (amor), vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe (no se refiere a nuestro instrumento musical moderno al cual llamamos por ese nombre, sino aquel que todo lo que hacía era nada más que un ruido estrepitoso).
2 Y si tuviese Profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la Fe, de tal manera que traspasase los montes (nos dice que las personas menos que perfecta pueden tener los Dones del Espíritu, como debería ser evidente), y no tengo caridad (amor), nada soy. (Ya vemos que la base en la cual todo debe ser edificado ― es el amor. ¡Si no, no somos nada!)
3 Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado (cambia de Dones a “Obras”), y no tengo caridad (amor), de nada me sirve. (Tan recomendable como pueden ser las acciones, éstas llegan al nivel cero, a menos que el Amor de Dios las motive.)
CARACTERÍSTICAS
4 La caridad (amor) es sufrida (se refiere a la paciencia), es benigna (representa el segundo lado de la actitud Divina hacia al género humano); la caridad (el género del Amor de Dios) no tiene envidia (no quiere lo que le pertenece a los demás); la caridad no es vanagloriosa (nunca es presumida), no se ensancha (no es orgullosa),
5 No es injuriosa (es olvidadiza de sí mismo y considerada de los demás), no busca lo suyo (es desinteresada), no se irrita (no se amarga por el abuso, el insulto o la herida), no piensa el mal (no toma en cuenta la maldad);
6 No se regocija de la injusticia (nunca chismorrea de las fechorías de los demás), mas se regocija de la Verdad (proclama lo que la Palabra de Dios identifica como la Verdad);
7 Todo lo sufre (nunca se queja), todo lo cree (tiene el concepto más amable de todos los hombres), todo lo espera (sigue creyendo por lo mejor), todo lo soporta (aguanta todo).
ETERNO
8 La caridad nunca deja de ser (porque el amor no puede fallar): mas las Profecías se han de acabar; y cesarán las Lenguas; y la Ciencia ha de ser quitada. (Se refiere al hecho de que los Dones del Espíritu no va a hacer falta en la Resurrección venidero, así como muchas otras cosas que se podría nombrar.)
9 Porque en parte conocemos (se refiere a la “Palabra de Ciencia,” que solamente es en parte Ciencia), y en parte Profetizamos (pertenece en la misma categoría).
10 Mas cuando venga lo que es perfecto (el Arrebatamiento de la Iglesia, es decir, la Resurrección), entonces lo que es en parte será quitado (como debe ser evidente).
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño: mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño. (El Apóstol compara nuestro estado presente, “como un niño,” a aquello que está por venir, simbolizado por un adulto maduro. Es la diferencia entre el estado presente y la Resurrección venidera.)
12 Ahora (antes de la Resurrección) vemos por espejo, en oscuridad (sólo un vistazo sombrío); mas entonces (después de la Resurrección) veremos cara a cara (mirar abierta y claramente); ahora conozco en parte; (tener un poco de conocimiento) mas entonces conoceré como soy conocido (entonces todo será perfecto y completo).
13 Y ahora (antes de la Resurrección) permanecen la Fe, la Esperanza y la Caridad, estas tres (las tres permanecerán para siempre); empero la mayor de ellas es la Caridad (es la mayor porque únicamente el Amor nos hace conforme a Dios [I Jn. 4:7]).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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