27 December 2014

El 27 de diciembre Lectura Bíblica Diaria




El 27 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:


Génesis 21 a 23:



CAPÍTULO 21

(1892 a.C.)

EL NACIMIENTO DE ISAAC



     1 y VISITÓ el SEÑOR a Sara, como había dicho, e hizo el SEÑOR con Sara como había hablado (a pesar de todos los obstáculos de Satanás, nace Isaac, progenitor y Tipo del Mesías).

     2 Y concibió y dio a luz Sara a Abraham un hijo en su vejez, al plazo fijo que Dios le había dicho. (En referencia al Capítulo anterior, si se objeta que todo este incidente era increíble, porque ningún príncipe pagano desearía casarse con una mujer mayor de noventa años de edad, o considerar tal pasión por ella que para asegurarse de tenerla hubiera asesinado a su marido — el mismo destino que Abraham temía para sí mismo — se puede responder que Dios milagrosamente renovaba la juventud de ella, para que llegara a ser bastante joven en apariencia para ser deseable. En estos dos primeros versículos, tres veces la frase señala el carácter sobrenatural del nacimiento de Isaac.)

     3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac. (El nombre significa «risa». Habla de bendición, aumento, sanidad, vida y bienestar [Jn. 10:10]. Ya que Isaac era un Tipo de Cristo, no sería mal decir que uno de los nombres de Cristo es «risa».)

     4 Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado (fue una señal del Pacto que Dios finalmente enviaría a un Redentor a este mundo).

     5 Y era Abraham de cien años, cuando nació Isaac su hijo (este versículo está en el Texto para que todos sepan que el nacimiento de Isaac fue efectivamente milagroso).

     6 Entonces dijo Sara:  Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. (La mención del nombre de Sara unas cinco veces hasta ahora en este Capítulo fue con un propósito y razón; el Espíritu Santo está marcando el hecho que Sara era en verdad la madre misma de este niño milagroso. Una vez Sara había reído en incredulidad; ahora ella ríe en Fe, una risa que a propósito expresa el gozo que nunca acabaría. Todo señalaba a Cristo. Por causa de Cristo, incalculables millones han reído de alegría.)

     7 Y añadió:  ¿Quién dijera a Abraham que Sara había de dar de mamar a hijos? Pues le ha dado a luz un hijo en su vejez (este es un poema, y pudiera muy bien haber sido un cántico, y probablemente lo fue).

     8 Y creció el niño, y fue destetado (la costumbre en esos días era amamantar a los niños hasta los dos o tres años antes de que se les destetara; sin embargo, hay indicio de que Isaac tenía unos cinco años cuando fue destetado); e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac (en este momento, el niño fue entregado a su padre para entrenamiento, momento en que comenzó su educación).



LA ESCLAVA Y SU HIJO



     9 Y vio Sara al hijo de Agar la Egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, que se burlaba. (El efecto del nacimiento de Isaac, una obra del Espíritu, fue hacer manifiesto el carácter de Ismael, una obra de la carne. El resultado final de las «burlas» fue que Ismael realmente deseaba asesinar a Isaac [Gál. 4:29]. Ismael tenía probablemente dieciocho a veinte años en este momento.)

    10 Por tanto ella le dijo a Abraham:  Echa a esta esclava y a su hijo; (Isaac e Ismael simbolizan la nueva y la vieja naturaleza del Creyente. Agar y Sara tipifican los dos Pactos de las obras y la Gracia, de la esclavitud y la libertad [Gál., Cap. 4]. El nacimiento de la nueva naturaleza exige la expulsión de la vieja. Es imposible mejorar la vieja naturaleza. ¡Cuán necio, por lo tanto, aparece la doctrina de la evolución moral!) Porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac, mi hijo. (Si se le hubiere permitido quedarse, Ismael habría asesinado a Isaac;  la carne matará al Espíritu. El camino Divino de la santidad es «despojarse del viejo hombre,» tal como Abraham «se despojó» de Ismael. El camino de la santidad del hombre es mejorar el «viejo hombre» es decir, mejorar a Ismael. El esfuerzo es tanto necio como irremediable.)

    11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. (Es siempre una lucha echar fuera este elemento de la esclavitud, es decir, la salvación por las obras, de la cual esto es un tipo. Porque el legalismo es muy apreciado. Ismael era el fruto, para Abraham, el fruto hermoso de su propia energía y plan, que Dios nunca puede aceptar).

    12 Entonces dijo Dios a Abraham:  No te parezca grave a causa del muchacho y de tu esclava; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. (Tratar de enderezar algo torcido es tiempo perdido. Por lo tanto, en lo que a Dios se refiere, todos los esfuerzos después de mejorar la naturaleza son totalmente inútiles. La «carne» que caracteriza la habilidad personal, la fuerza, y los esfuerzos del Creyente, debe irse. La Fe del Creyente tiene que estar totalmente en Cristo y en lo que Cristo ha hecho en la Cruz. Entonces, y sólo entonces, puede el Espíritu Santo tener la libertad de acción para obrar en nuestra vida, trayendo la victoria perpetua [Rom. 6:14]. Debe ser entendido «en Isaac [en Cristo] te será llamada descendencia.»)

    13 Y también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es tu simiente (de esta «obra de la carne» se derivó la religión de Islam, que afirma que Ismael es la simiente prometida y no Isaac).

    14 Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y los dio a Agar, poniéndoselo sobre el hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella partió, y andaba errante por el desierto de Berseba. (Este momento marca un avance en la experiencia espiritual de Abraham. A partir de aquí en adelante todo es fortaleza y victoria. Él echa fuera a la sierva y a su hijo; ya no teme al príncipe de este mundo [Abimelec], sino que lo refuta; y ahora que el heredero ha venido, Tipo de Cristo, él sabe que es poseedor de las promesas tanto Celestiales como terrenales.)

    15 Y faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un árbol (ella le dijo a Ismael que se sentara, debajo de un arbusto que daba un poco de sombra; «muchacho,» en el Hebreo, se puede referir a un «varón joven» que se aplica a Ismael),

    16 Y se fue y se sentó enfrente, alejándose como un tiro de arco; porque decía:  No veré cuando el muchacho morirá; Y se sentó enfrente, y alzó su voz y lloró (sin agua, los dos morirían muy pronto).



EL PACTO



    17 Y oyó Dios la voz del muchacho; y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo:  ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. (No se dice que Ismael o su madre oraron a Dios en su angustia. De allí que la intervención Divina a favor de ellos se debió exclusivamente a la Misericordia y al amor de Dios por Abraham.)

    18 Levántate, alza al muchacho, y tómalo de tu mano, porque Yo haré de él una gran nación. (Ismael, que tenía entre 18 y 20 años de edad en ese momento, la frase significa en realidad, «pon tu mano sobre su hombro y cálmalo». Fiel a la Promesa de Dios, los Árabes surgieron de Ismael)

    19 Y abrió Dios los ojos de ella de manera que vio un pozo de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho (evidentemente, el SEÑOR a propósito no le permitió ver el pozo, hasta que ella pudiera reconocer ciertas cosas, y que requería una mínima cantidad de Fe).

    20 Y Dios estaba con el muchacho (que significa que el SEÑOR, a pesar de la actitud asesina de Ismael hacia Isaac, hizo todo por amor a Abraham); y éste se hizo hombre, y habitó en el desierto, y se hizo tirador de arco.

    21 Habitó pues en el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto (el comienzo del pueblo Árabe).



ABRAHAM



    22 Y aconteció en aquel mismo tiempo que habló Abimelec, y Ficol, príncipe de su ejército, a Abraham diciendo:  Dios está contigo en todo lo que haces (Es evidente que Abimelec era un hombre inteligente; tenía suficiente sentido para saber que si Dios estaba con Abraham, Él estaría con todos los que eran amigos de Abraham; los Cristianos modernos podrían aprender una lección de este hombre).

    23 Ahora pues, júrame aquí por Dios, que no faltarás a mí, ni a mi hijo, ni a mi nieto; sino que conforme a la bondad que yo hice contigo, harás tú conmigo y con la tierra en la que has habitado (Abimelec quiere que el pacto se extienda hasta su nieto).

    24 Y respondió Abraham:  Yo juraré (Abimelec reconoció que Abraham tenía poder con Dios; él quería estar en el lado positivo de ese poder, y no en el negativo).

    25 Y Abraham reprendió a Abimelec a causa de un pozo de agua, que los siervos de Abimelec le habían quitado (la propiedad de los pozos en esa parte del mundo era una posesión guardada celosamente).

    26 Y respondió Abimelec:  No sé quién haya hecho esto, ni tampoco tú me lo hiciste saber, ni yo lo he oído hasta hoy (demuestra que Abimelec no se comportaba falsamente con Abraham; él no estaba enterado de la situación).

    27 Y tomó Abraham ovejas y vacas, y dio a Abimelec; e hicieron ambos alianza (evidentemente estos animales estaban reservados para el sacrificio).

    28 Y puso Abraham siete corderas del rebaño aparte (era un símbolo de un pacto, con el cual Abimelec no estaba familiarizado).

    29 Y dijo Abimelec a Abraham: ¿Qué significan esas siete corderas que has puesto aparte? (Se escogen siete corderas del rebaño y se ponen aparte, y al aceptarlas Abimelec le obliga a reconocer y respetar que Abraham era dueño del pozo. Según parece esta manera de ratificar un juramento era desconocido entre los Filisteos)

    30 Y él (Abraham) respondió:  Que estas siete corderas tomarás de mi mano, para que me sean en testimonio de que yo cavé este pozo. (Si Abimelec toma las siete corderas, que claramente lo hizo, demuestra que él está de acuerdo con Abraham respecto a que el pozo originalmente le pertenecía a él, y que fraudulentamente se le había quitado).

    31 Por esto llamó a aquel lugar Berseba; porque allí juraron ambos. (La palabra en Hebreo para «juramento» es un verbo pasivo, que significa literalmente «hacerlo uno mismo siete veces», es decir, hacer o confirmar siete veces.)

    32 Así hicieron alianza en Berseba; y se levantó Abimelec y Ficol, príncipe de su ejército, y se volvieron a tierra de los Filisteos. (Esta área gobernada por Abimelec se llama aquí por primera vez «la tierra de los Filisteos»; sin embargo, el cuerpo principal de los Filisteos quienes establecieron sus ciudades en la llanura costera al sur de Canaán no se ubicó allí hasta más tarde.)

    33 Y plantó Abraham un bosque (árbol) en Berseba (como corresponde él toma posesión de la tierra, de ese modo siembra un árbol; en el Hebreo la palabra es «árbol» y no «bosque»), e invocó allí el Nombre del SEÑOR Dios Eterno. (El Patriarca se refiere ahora a Jehová como «Yejová». En 14:22, Abraham afirma que Jehová era «El Elión,» el Dios supremo en 17:1, Jehová Se revela como «El Shaddái,» el Dios Todopoderoso; y ahora Abraham proclama para Él el atributo de la eternidad. Al crecer en santidad, Abraham también crecía en el conocimiento de la naturaleza múltiple de la Deidad de Dios.)

    34 Y moró Abraham en tierra de los Filisteos muchos días (el Patriarca en realidad vivió allí hasta su muerte).



CAPÍTULO 22

(1872 a.C.)

ISAAC



     1 y ACONTECIÓ después de estas cosas, que tentó Dios a Abraham (la palabra «tentar» debiera haberse traducido «prueba», «probar», o sea «poner a prueba», es un alto honor ser puesto a prueba por Dios), y le dijo: Abraham. Y él respondió:  Heme aquí.

     2 Y dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas (la primera mención de amor en la Biblia), y vete a la tierra de Moria (el nombre «Moria» significa «Jehová es Proveedor»); y ofrécelo allí en Holocausto sobre uno de los montes que Yo te diré (el sacrificio humano era abominable a la naturaleza de Jehová, por lo que el Patriarca ahora debe probar a sí mismo que lo que él está escuchando es definitivamente de parte de Dios; esta lección objetiva, quizás la mayor en la historia de la humanidad, representará para Abraham el medio por el cual Dios redimirá a la humanidad — por la muerte, la muerte de Su único Hijo, del cual Isaac, como el único hijo de Abraham, era un Tipo).

     3 Y Abraham se levantó muy de mañana (obediencia presta), y ensilló su asno, y tomó consigo dos mozos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el Holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. (Por la salvación de la humanidad, se demandaba sacrificio humano, porque la sangre de los toros y los machos cabríos no podían quitar los pecados [Heb. 10:4]; sin embargo, tendría que ser el sacrificio de Aquel que es Perfecto, por lo tanto, la necesidad de la Encarnación [Isa. 7:14].)

     4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos (estos fueron, sin duda, los tres días más largos en la vida de Abraham).

     5 Entonces dijo Abraham a sus criados:  Esperaos aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos (alabanza es lo que hacemos, mientras que adoración es lo que somos; toda parte esencial de nuestra vida y el vivir debe ser la adoración al SEÑOR; mientras toda adoración no es alabanza, toda alabanza es definitivamente adoración; es la primera vez que la palabra «adorar» se usa en la Biblia), y volveremos a vosotros (él creyó que Dios resucitaría al niño de entre los muertos).

     6 Y tomó Abraham la leña del Holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo (simbólico de Cristo llevando la Cruz [Jn. 19:17]); y él tomó en su mano el fuego (típico del juicio de Dios que caería sobre Cristo en lugar del hombre pecaminoso) y el cuchillo (simbólico de la muerte que Cristo moriría); y fueron ambos juntos (Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo [II Cor. 5:19]).

     7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y le dijo:  Padre mío (Isaac, como el Holocausto que no ofrece resistencia, es un Tipo notable de Aquel que dijo: «El hacer Tu Voluntad, Oh Dios Mío, me ha agradado»). Y él respondió:  Heme aquí, mi hijo. Y él dijo:  He aquí el fuego y la leña; pero ¿dónde está el cordero para el Holocausto? (Juan el Bautista contestaría a esta pregunta diciendo: «He aquí, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» [Jn. 1:29].)

     8 Y respondió Abraham: Dios Se proveerá de cordero para el Holocausto, hijo Mío. E iban juntos. (Isaac iba a ser un Tipo del Hijo de Dios, provisto por el SEÑOR, Quien redimiría a la humanidad al entregarse en Sacrificio en la Cruz.)



UN CARNERO



     9 Y como llegaron al lugar que Dios le había dicho (este sería el sitio en donde se ubicaría la era que David compró, y en donde se construiría el Templo de Salomón); edificó allí Abraham un Altar (se cree que el Lugar Santísimo, que contenía el Arca del Pacto en el Templo, fue construido sobre este mismo sitio), y compuso la leña (significa la Cruz), y ató a Isaac su hijo (típico de Jesús cuando fue clavado a la Cruz), y le puso en el Altar sobre la leña (típico de Jesús clavado a la Cruz).

    10 Y extendió Abraham su mano, y tomó el cuchillo, para degollar a su hijo (quizás el SEÑOR le pidió a Abraham más de lo que jamás haya pedido a cualquier hombre; cuando Abraham tomó el cuchillo, su entrega fue completa).

    11 Entonces el Ángel del SEÑOR (el SEÑOR Mismo) le dio voces del cielo, y dijo:  Abraham, Abraham (Aquel que dijo: «Abraham, Abraham», era el Mismo que dijo: «Marta, Marta», «Simón, Simón», y «Saúl, Saúl»; la repetición denota urgencia). Y él respondió:  Heme aquí. (La prueba era lo que Dios tenía como propósito y no el acto.)

    12 Y dijo:  No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada (Abraham no tuvo que matar al muchacho para probar su obediencia a Dios, pero tenía la plena intención de hacerlo, ¡y es lo que hizo!); que ya conozco que temes a Dios, pues que no Me rehusaste tu hijo, tu único (debiera haberse traducido, «porque yo el Conocedor que sabía que tú temes a Dios, y que no rehusarías entregarme a tu hijo, tu único hijo»).

    13 Entonces alzó Abraham sus ojos, y miró, y he aquí un carnero a sus espaldas trabado en un zarzal por sus cuernos (esta es la doctrina de la Substitución claramente establecida; el carnero fue ofrecido en Sacrificio en lugar de su hijo; del mismo modo, Jesús se ofreció como nuestro Substituto): y fue Abraham, y tomó el carnero, y le ofreció en Holocausto en lugar de su hijo (aunque la Doctrina de la Substitución se enumera claramente aquí, su Doctrina de Identificación correspondiente no es tan clara, esa esperaría hasta Moisés [Núm. 21:9]; pero todavía, presenciamos aquí el corazón del Plan de Salvación).

    14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová Yireh (significa «el SEÑOR proveerá»).Por tanto se dice hoy:  En el monte del SEÑOR será provisto (debe leerse «en este monte de Jehová será visto»; lo que se cumplió en II Samuel 24:25; I Crónicas 21:26; II Crónicas 7:1-3).



EL PACTO CONFIRMADO



    15 Y llamó el Ángel del SEÑOR a Abraham la segunda vez desde el cielo (esto implicará la Revelación; sin embargo, debe saberse que la «Revelación» depende  por completo de la Substitución; en otras palabras, «¡Sin la Cruz, no hay Revelación!»),

    16 Y dijo:  Por Mí Mismo he jurado, dice el SEÑOR, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único (aunque Isaac no fue sacrificado, en realidad en figura lo fue y, además, en sentido figurado resucitado de entre los muertos [Heb. 11:18-19]; en esencia, fue una figura de Cristo);

    17 Bendiciendo te bendeciré (la bendición se refiere siempre al aumento), y multiplicando, multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar (esto incluye la Iglesia también, y por todos los tiempos); y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos (se refiere a Jesucristo cuando derrota a Satanás, y al hacerlo le quita el derecho legal de Satanás de mantener al hombre en esclavitud, el pecado es precisamente lo que le da el derecho legal; Jesús lo hizo en la Cruz; allí las puertas del Infierno fueron derribadas [Mat. 16:18]).

    18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la Tierra (la «Simiente» es el SEÑOR Jesucristo [Gál. 3:16]); por cuanto obedeciste a Mi Voz (la obediencia a la Palabra de Dios es el requisito).

    19 Así que volvió Abraham a sus criados, y se levantaron y se fueron juntos a Berseba; y habitó Abraham en Berseba. (El regreso de Abraham a Berseba con Isaac tuvo que ser el viaje más feliz que Abraham jamás emprendió. Realmente fue un viaje de victoria.)

    20 Y aconteció después de estas cosas, que fue dada nueva a Abraham, diciendo: He aquí que también Milca ha dado a luz hijos a Najor tu hermano (este Capítulo concluye con un relato de la familia de Najor, quien se instaló en Harán [Gén. 12:1-5]; nada de esto habría sido dado, sino para la conexión que tenía con la Obra de Dios en la Tierra; de esas personas que se mencionan aquí tanto Isaac como Jacob tomaron esposas, que tenía que ver con la formación de la nación de Israel, y finalmente el nacimiento de Cristo).

    21 A Uz su primogénito, y a Buz su hermano, y a Quemuel, padre de Aram.

    22 Y a Quésed, y a Jazó, y a Pildás, y a Yidlaf, y a Betuel.

    23 Betuel engendró a Rebeca; Estos son los ocho hijos que dio luz Milca a Najor, hermano de Abraham.

    24 Y su concubina, que se llamaba Reumá, dio a luz también a Tébaj, y a Gaján, y a Tajás, y a Macá.



CAPÍTULO 23

(1860 a.C.)

SARA



     1 y FUE la vida de Sara ciento veintisiete años; Tanto fueron los años de la vida de Sara (Sara es la única mujer en la Biblia, cuya edad, muerte y sepultura se registra).

     2  Y murió Sara en Quiriat Arbá, también conocida por Hebrón, en la tierra de Canaán; Y vino Abraham a hacer el duelo a Sara, y a llorarla. (La frase, «en la tierra de Canaán,» se da en relación al lugar de la muerte de Sara, con el fin de que podamos saber que ella no murió en el país de los Filisteos, sino en la «Tierra Prometida.» Ella había peleado esta buena batalla de la Fe con Abraham a cada paso del camino; por consiguiente, en cierto sentido, como él fue el «padre de todos nosotros» [Rom. 4:16], Sara fue la «madre de todos nosotros» [I Ped. 3:6].)

     3 Y se levantó Abraham de delante de su muerta,  y habló a los hijos de Het, diciendo:

     4 Peregrino y extranjero soy entre vosotros (era una confesión de su herencia genuina, un mejor país, hasta uno que es Celestial [Heb. 11:13]); dadme heredad de sepultura con vosotros, y sepultaré a mi muerta de delante de mí (esta petición de los hijos de Het fue una señal para Abraham de su derecho a la tierra de Canaán, lo cual los hijos de Het no hubieran comprendido).

     5 Y respondieron los hijos de Het a Abraham, y le dijeron:

     6 Óyenos, SEÑOR mío, eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestras sepulturas sepulta tu muerta; ninguno de nosotros te impedirá su sepultura, para que entierres a tu muerta.

     7 Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het.

     8 Y habló con ellos, diciendo:  Si tenéis voluntad que yo sepulte a mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón hijo de Zojar (no tenían ni idea de que Abraham esperaba con interés la posesión de toda la tierra; y porque miraba hacia a delante, la posesión de un sepulcro de ninguna manera era un asunto sin importancia para él),

     9 Para que me dé la cueva de Macpela, que queda al final de su heredad; que por su justo precio me la dé para posesión de sepultura en medio de vosotros. (En la adquisición de Macpela para un lugar de sepultura, Abraham dio expresión a su Fe considerando la Resurrección. Él «se levantó de delante de su muerta.» La Fe no puede mantenerse mirando la muerte; su objetivo es mayor. La resurrección es la que llena la visión de Fe y, en el poder de aquella, se puede levantar delante de los muertos.).

    10 Este Efrón se hallaba entre los hijos de Het; y respondió Efrón Hitita a Abraham, en oídos de los hijos de Het, de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo:

    11 No, SEÑOR mío, óyeme; te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en ella; delante de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta a tu muerta (los Cananeos no tenían idea de las expectativas que estaban dando carácter a las acciones de Abraham en esta ocasión).

    12 Y Abraham se inclinó delante del pueblo de la tierra.  (Su compra de esta tumba no fue sólo una prueba de su amor por Sara, sino un testimonio de su convicción de que ella se levantaría de nuevo para poseer toda la tierra con él, que, sin duda, él verá en su totalidad en la Edad del Reino venidero).

    13 Y respondió a Efrón en oídos del pueblo de la tierra, diciendo: Antes, si te place, te ruego que me oigas; yo daré el precio de la heredad, tómalo de mí y sepultaré en ella a mi muerta (esta es la primera vez en la Biblia que se menciona el dinero como instrumento de intercambio).

    14 Y respondió Efrón a Abraham, diciéndole:

    15 SEÑOR mío, escúchame: la tierra vale cuatrocientos siclos de plata; ¿qué es esto entre mí y ti? Entierra pues, a tu muerta (el motivo por el cual el Espíritu Santo presta tanta atención a esto es para que declare la esperanza de la Resurrección y la herencia fundada sobre esta).

    16 Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, oyéndolo los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes (si bien Abraham pagaría a los Cananeos por Macpela, él miraría al SEÑOR por la totalidad de la tierra de Canaán, que con toda seguridad será un día suya).

    17 Y quedó la heredad de Efrón que estaba en Macpela enfrente de Mamré, la heredad y la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que había en la heredad, y en todo su término alrededor (en la cueva de Macpela, fueron depositados sus propios restos, los de Isaac, Rebeca, Jacob y Lea; de la gran familia Patriarcal, sólo Raquel no fue sepultada aquí),

    18 Para Abraham en posesión, a vista de los hijos de Het, y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad (la transacción fue sellada).

    19 Y después de esto, sepultó Abraham a Sara su mujer en la cueva de la heredad de Macpela enfrente de Mamré, que es Hebrón en la tierra de Canaán.

    20 Y quedó la heredad y la cueva que en ella había, de Abraham, en posesión de sepultura adquirida por los hijos de Het. (El amor de Abraham por Sara demandó una tumba de honor para sus restos preciosos, y la fe con respecto a esos restos como testimonio de su resurrección. El amor se postró sobre su rostro durmiente, y la fe «se levantó» delante de su muerta, proclamando la Resurrección que con toda seguridad vendrá.)

Salmo 78:
Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi boca. Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño, cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado. Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes, para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos. Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos. Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios. La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros, se puso en fuga el día de la batalla. No cumplieron con el pacto de Dios, sino que se negaron a seguir sus enseñanzas. Echaron al olvido sus proezas, las maravillas que les había mostrado, los milagros que hizo a la vista de sus padres en la tierra de Egipto, en la región de Zoán. Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran, mientras mantenía las aguas firmes como un muro. De día los guió con una nube, y toda la noche con luz de fuego. En el desierto partió en dos las rocas, y les dio a beber torrentes de aguas; hizo que brotaran arroyos de la peña y que las aguas fluyeran como ríos. Pero ellos volvieron a pecar contra él; en el desierto se rebelaron contra el Altísimo. Con toda intención pusieron a Dios a prueba, y le exigieron comida a su antojo. Murmuraron contra Dios, y aun dijeron: "¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto? Cuando golpeó la roca, el agua brotó en torrentes; pero ¿podrá también darnos de comer?, ¿podrá proveerle carne a su pueblo?" Cuando el Señor oyó esto, se puso muy furioso; su enojo se encendió contra Jacob, su ira ardió contra Israel. Porque no confiaron en Dios, ni creyeron que él los salvaría. Desde lo alto dio una orden a las nubes, y se abrieron las puertas de los cielos. Hizo que les lloviera maná, para que comieran; pan del cielo les dio a comer. Todos ellos comieron pan de ángeles; Dios les envió comida hasta saciarlos. Desató desde el cielo el viento solano, y con su poder levantó el viento del sur. Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne; ¡nubes de pájaros, como la arena del mar! Los hizo caer en medio de su campamento y en los alrededores de sus tiendas. Comieron y se hartaron, pues Dios les cumplió su capricho. Pero el capricho no les duró mucho: aún tenían la comida en la boca cuando el enojo de Dios vino sobre ellos: dio muerte a sus hombres más robustos; abatió a la flor y nata de Israel. A pesar de todo, siguieron pecando y no creyeron en sus maravillas. Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro, que sus años acabaran en medio del terror. Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban, y con ansias se volvían de nuevo a él. Se acordaban de que Dios era su roca, de que el Dios Altísimo era su redentor. Pero entonces lo halagaban con la boca, y le mentían con la lengua. No fue su corazón sincero para con Dios; no fueron fieles a su pacto. Sin embargo, él les tuvo compasión; les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira. Se acordó de que eran simples mortales, un efímero suspiro que jamás regresa. ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, y lo entristecieron en los páramos! Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel. Jamás se acordaron de su poder, de cuando los rescató del opresor, ni de sus señales milagrosas en Egipto, ni de sus portentos en la región de Zoán, cuando convirtió en sangre los ríos egipcios y no pudieron ellos beber de sus arroyos; cuando les envió tábanos que se los devoraban, y ranas que los destruían; cuando entregó sus cosechas a los saltamontes, y sus sembrados a la langosta; cuando con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha sus higueras; cuando entregó su ganado al granizo, y sus rebaños a las centellas; cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores! Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga. Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias de su raza en los campamentos de Cam. A su pueblo lo guió como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas, infundiéndoles confianza para que no temieran. Pero a sus enemigos se los tragó el mar. Trajo a su pueblo a esta su tierra santa, a estas montañas que su diestra conquistó. Al paso de los israelitas expulsó naciones, cuyas tierras dio a su pueblo en heredad; ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel! Pero ellos pusieron a prueba a Dios: se rebelaron contra el Altísimo y desobedecieron sus estatutos. Fueron desleales y traidores, como sus padres; ¡tan falsos como un arco defectuoso! Lo irritaron con sus santuarios paganos; con sus ídolos despertaron sus celos. Dios lo supo y se puso muy furioso, por lo que rechazó completamente a Israel. Abandonó el tabernáculo de Siló, que era su santuario aquí en la tierra, y dejó que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas. Tan furioso estaba contra su pueblo que dejó que los mataran a filo de espada. A sus jóvenes los consumió el fuego, y no hubo cantos nupciales para sus doncellas; a filo de espada cayeron sus sacerdotes, y sus viudas no pudieron hacerles duelo. Despertó entonces el Señor, como quien despierta de un sueño, como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados. Hizo retroceder a sus enemigos, y los puso en vergüenza para siempre. Rechazó a los descendientes de José, y no escogió a la tribu de Efraín; más bien, escogió a la tribu de Judá y al monte Sión, al cual ama. Construyó su santuario, alto como los cielos, como la tierra, que él afirmó para siempre. Escogió a su siervo David, al que sacó de los apriscos de las ovejas, y lo quitó de andar arreando los rebaños para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo; el pastor de Israel, su herencia. Y David los pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió.
Proverbios 4:
Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia. Yo les brindo buenas enseñanzas, así que no abandonen mi instrucción. Cuando yo era pequeño y vivía con mi padre, cuando era el niño consentido de mi madre, mi padre me instruyó de esta manera: "Aférrate de corazón a mis palabras; obedece mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará. La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella te exaltará; abrázala, y ella te honrará; te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella corona." Escucha, hijo mío; acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud. Cuando camines, no encontrarás obstáculos; cuando corras, no tropezarás. Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar; cuídala bien, que ella es tu vida. No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él! ¡Aléjate de allí, y sigue de largo! Los malvados no duermen si no hacen lo malo; pierden el sueño si no hacen que alguien caiga. Su pan es la maldad; su vino, la violencia. La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud. Pero el camino de los malvados es como la más densa oscuridad; ¡ni siquiera saben con qué tropiezan! Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas. Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad.
El Libro de Primera Corintios Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 8
(59 d.C.)
ALIMENTOS OFRECIDOS A LOS ÍDOLOS
Y POR lo que hace a lo sacrificado a los ídolos (se ofrecían y Sacrificaban los corderos y los bueyes para los ídolos, y parte de la carne era entonces ofrecida para la venta en la plaza del mercado), sabemos que todos tenemos ciencia (pero nuestra consagración no debe detenerse allí). La ciencia hincha (el conocimiento sin amor), mas la caridad (el amor) edifica (fortalece).
2 Y si alguno se imagina que sabe algo (nunca sabemos tanto de la Palabra de Dios como creemos que sabemos), aún no sabe nada como debe saber (debiéramos saber mucho más).
3 Mas si alguno ama a Dios, el tal es conocido de él. (Debiéramos tener el conocimiento de la Palabra, pero el énfasis debe ser en el Amor.)
4 Acerca, pues, de las viandas que son Sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo (en efecto, Pablo dice que al ingerir esa carne no es ofensa al Señor ni a Su Palabra), y que no hay más que un Dios. (No existían, en realidad, los dioses que adoraban los paganos.)
5 Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, o en el Cielo, o en la Tierra, (como hay muchos dioses y muchos señores,)
6 Nosotros empero no tenemos más que un sólo Dios (“Uno” en unidad y no “Uno” en número; se puede referir a cualquiera de los dos), el Padre (se refiere a la relación), del cual son todas las cosas (Dios el Creador de todas las cosas), y nosotros en Él (somos en virtud de Cristo y la Cruz); y un Señor Jesucristo (nuestro Salvador), por el cual son todas las cosas (lo que Él hizo en la Cruz hizo todo esto posible), y nosotros por Él. (Todo que tenemos de Dios nos viene de Cristo, ya que la Cruz es el medio por el cual se realizó.)
7 Mas no en todos hay esta ciencia (el conocimiento de la Cruz era deficiente, así como lo dijo Pablo en I Cor. 1:17): porque algunos con conciencia del ídolo hasta aquí, comen como sacrificado a ídolos (algunos no podían alejar de sus mentes el sentido doloroso que, al comer el sacrificio de ídolos, ellos participaban en la adoración de los ídolos); y su conciencia siendo débil es contaminada (se refiere a estos Gentiles que hasta hace poco habían sido idólatras).
8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos a Dios: ni porque comamos, seremos más ricos; ni porque no comamos, seremos más pobres (no tiene nada que ver con la espiritualidad).
LIBERTAD CRISTIANA
9 Mas mirad que esta vuestra libertad no sea tropezadero a los que son débiles. (Empeoramos a los hombres, por nuestro ejemplo, si les enseñamos a actuar en contradicción de su conciencia.)
10 Porque si te ve alguno, a ti que tienes ciencia, que estás sentado a la mesa en el lugar de los ídolos (aquellos que conocieron y entendieron la verdadera Libertad Cristiana, sin embargo le faltaban sabiduría), ¿la conciencia de aquel que es débil, no será adelantada a comer de lo sacrificado a los ídolos? (Conlleva la idea que tal acción de parte del “fuerte” pudiera resultar en la destrucción espiritual de alguien “débil.”)
11 ¿Y por tu ciencia se perderá el hermano débil por el cual Cristo murió? (Pablo no pudo usar otras palabras que señalaría más eficazmente su admonición.)
12 De esta manera, pues, pecando contra los Hermanos, e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis (pecar contra un hermano en cualquier capacidad es pecar contra Cristo).
13 Por lo cual, si la comida es a mi hermano ocasión de caer, jamás comeré carne por no escandalizar a mi hermano. (Todo lo que hacemos debe ser siempre con la idea de cómo afecta a otros.)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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