17 November 2010

El 17 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria


El 17 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 29 - 31:

A los doce días del mes décimo del año décimo, el Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, encara al faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Adviértele que así dice el Señor omnipotente:
"A ti, Faraón, rey de Egipto,
gran monstruo que yaces
en el cauce de tus ríos,
que dices: ‘El Nilo es mío,
el Nilo es mi creación,
¡te declaro que estoy en tu contra! Te pondré garfios en las mandíbulas,
y haré que los peces del río
se te peguen a las escamas.
te sacaré de la corriente. Te abandonaré a tu suerte en el desierto,
junto con todos los peces de tu río.
Caerás en campo abierto,
y no serás recogido ni enterrado.
te las daré como alimento. Entonces todos los habitantes de Egipto
sabrán que yo soy el Señor.
más que un bastón de caña. Cuando se agarraron de tu mano,
te quebraste, y les desgarraste las manos;
cuando en ti se apoyaron te rompiste,
y sus espaldas se estremecieron. "Por eso, así dice el Señor omnipotente: Contra ti traeré la espada, y haré que mate a hombres y animales. La tierra de Egipto se convertirá en desolación. Entonces sabrán que yo soy el Señor. Tú dijiste: ‘El Nilo es mío, el Nilo es mi creación. Por eso me declaro en contra tuya y en contra de tus ríos. Desde Migdol hasta Asuán, y hasta la frontera con Etiopía, convertiré a la tierra de Egipto en ruina y desolación total. Durante cuarenta años quedará completamente deshabitada, y ni hombres ni animales pasarán por allí. Haré de Egipto la más desolada de todas las tierras, y durante cuarenta años sus ciudades quedarán en ruinas y en medio de gran desolación. Yo dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países. "Así dice el Señor omnipotente: Al cabo de los cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos donde fueron dispersados. Cambiaré la suerte de Egipto y los haré volver a Patros, tierra de sus antepasados. Allí formarán un reino humilde. Será el reino de menor importancia, y nunca podrá levantarse por encima de las demás naciones. Yo mismo los haré tan pequeños que no podrán dominar a las otras naciones. El pueblo de Israel no confiará más en Egipto. Al contrario, será Egipto quien les sirva para recordar el pecado que cometieron los israelitas al seguirlo. Así sabrán que yo soy el Señor. " El día primero del mes primero del año veintisiete, el Señor me dirigió la palabra: "Toma en cuenta, hijo de hombre, que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, y su ejército llevaron a cabo una gran campaña contra Tiro. Todos ellos quedaron con la cabeza rapada y con llagas en la espalda. Pero, a pesar del tremendo esfuerzo, ni él ni su ejército sacaron provecho alguno de la campaña emprendida contra Tiro. Por eso, así dice el Señor omnipotente: Pondré a Egipto en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien se apoderará de sus riquezas, saqueará sus despojos, y se llevará el botín que servirá de recompensa para su ejército. Al rey de Babilonia le entregaré Egipto como recompensa por lo que hizo contra Tiro, porque ellos lo hicieron por mí. Lo afirma el Señor omnipotente. "En aquel día acrecentaré la fuerza del pueblo de Israel, y entonces tú, Ezequiel, les hablarás con libertad. Entonces sabrán que yo soy el Señor." El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, profetiza y adviérteles:
"Así dice el Señor:
Giman: ‘¡Ay de aquel día! El día del Señor se acerca,
sí, ya se acerca el día.
Día cargado de nubarrones,
día nefasto para los pueblos. Vendrá una espada contra Egipto
y Etiopía será presa de la angustia.
Cuando caigan heridos los egipcios,
serán saqueadas sus riquezas
y destruidos sus cimientos. Etiopía, Fut, toda Arabia y Lidia
caerán a filo de espada,
lo mismo que los hijos del país del *pacto. "Así dice el Señor;
esto afirma el Señor omnipotente:
Caerán los aliados de Egipto,
se derrumbará el orgullo de su poder. caerán a filo de espada.
Sus ciudades quedarán en ruinas,
entre las más desoladas de las tierras. Cuando yo le prenda fuego a Egipto
y sean destrozados todos sus aliados,
sabrán que yo soy el Señor. "En aquel día saldrán en barcos mis mensajeros para aterrorizar a la confiada Etiopía; en el día de Egipto, que ya está a la puerta, les sobrevendrá la angustia. "Así dice el Señor omnipotente:
" Por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia,
acabaré con la opulencia de Egipto. Nabucodonosor y su ejército,
el más poderoso de las naciones,
vendrán a destruir el país.
y llenarán de cadáveres el país. Secaré los canales del Nilo,
y entregaré el país en manos de gente malvada.
desolaré el país y cuanto haya en él.
Yo, el Señor, lo he dicho. "Así dice el Señor omnipotente:
" Voy a destruir a todos los ídolos de Menfis;
pondré fin a sus dioses falsos.
Haré que cunda el pánico por todo el país,
y no habrá más príncipes en Egipto. Devastaré a Patros,
le prenderé fuego a Zoán,
y dictaré sentencia contra Tebas. "Desataré mi ira sobre Sin, la fortaleza de Egipto, y extirparé la riqueza de Tebas. Le prenderé fuego a Egipto, y Sin se retorcerá de dolor. Se abrirán brechas en Tebas, y Menfis vivirá en constante angustia. Los jóvenes de On y de Bubastis caerán a filo de espada, y las mujeres irán al cautiverio. Cuando yo haga pedazos el yugo de Egipto, el día se oscurecerá en Tafnes. Así llegará a su fin el orgullo de su fuerza. Egipto quedará cubierto de nubes, y sus hijas irán al cautiverio. Éste será su castigo, y así Egipto sabrá que yo soy el Señor. " El día siete del mes primero del año undécimo, el Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, yo le he quebrado el brazo al faraón, rey de Egipto. Nadie se lo ha vendado ni curado para que recobre su fuerza y pueda empuñar la espada. Por eso, así dice el Señor: Estoy contra el faraón, rey de Egipto. Le quebraré los dos brazos, el sano y el fracturado, y haré que la espada se le caiga de la mano. Voy a dispersar a los egipcios entre las naciones; voy a esparcirlos entre los países. Fortaleceré a su vez los brazos del rey de Babilonia: pondré mi espada en sus manos y quebraré los brazos del faraón. Entonces él gemirá ante su enemigo como herido de muerte. Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y haré que desfallezcan los brazos del faraón. Y cuando ponga yo mi espada en manos del rey de Babilonia, y él la extienda contra Egipto, se sabrá que yo soy el Señor. Dispersaré por las naciones a los egipcios; los esparciré entre los países. Entonces sabrán que yo soy el Señor. " El día primero del mes tercero del año undécimo, el Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, dile al faraón y a toda su gente:
"¿Quién se puede comparar con tu grandeza? Fíjate en Asiria,
que alguna vez fue cedro del Líbano,
con bello y frondoso ramaje;
su copa llegaba hasta las nubes. Las aguas lo hicieron crecer;
las corrientes profundas lo nutrieron.
Sus ríos corrían en torno a sus raíces;
sus acequias regaban todos los árboles del campo. Así el cedro creció
más alto que todos los árboles.
Gracias a las abundantes aguas,
se extendió su frondoso ramaje. Todas las aves del cielo
anidaban en sus ramas.
parían bajo su follaje.
vivían bajo su sombra. Era un árbol imponente y majestuoso,
de ramas extendidas;
sus raíces se hundían
hasta las aguas caudalosas. Ningún cedro en el jardín de Dios
se le podía comparar;
ningún pino ostentaba un follaje parecido,
ni tenían su fronda los castaños.
se le comparaba en hermosura. Yo lo hice bello
y con un ramaje majestuoso.
En el Edén, jardín de Dios,
era la envidia de todos los árboles. "Por eso, así dice el Señor omnipotente: ‘Por cuanto el árbol creció tan alto, y ufano de su altura irguió su copa hasta las nubes, yo lo he desechado; lo he dejado en manos de un déspota invasor, para que lo trate según su maldad. Los extranjeros más crueles lo han talado, abandonándolo a su suerte. Sus ramas han caído en los montes y en los valles; yacen rotas por todas las cañadas del país. Huyeron y lo abandonaron todas las naciones que buscaban protección bajo su sombra. Ahora las aves del cielo se posan sobre su tronco caído, y los animales salvajes se meten entre sus ramas. Y esto es para que ningún árbol que esté junto a las aguas vuelva a crecer tanto; para que ningún árbol, por bien regado que esté, vuelva a elevar su copa hasta las nubes. Todos están destinados a la muerte, a bajar a las regiones profundas de la tierra y quedarse entre los mortales que descienden a la fosa. " Así dice el Señor omnipotente: El día en que el cedro bajó al abismo, hice que el mar subterráneo se secara en señal de duelo. Detuve sus corrientes, y contuve sus ríos; por él cubrí de luto al Líbano, y todos los árboles del campo se marchitaron. Cuando lo hice bajar al abismo, junto con los que descienden a la fosa, con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones. Todos los árboles del Edén, los más selectos y hermosos del Líbano, los que estaban mejor regados, se consolaron en las regiones subterráneas. Sus aliados entre las naciones que buscaban protección bajo su sombra también descendieron con él al abismo, junto con los que habían muerto a filo de espada. Ningún árbol del Edén se le podía comparar en grandeza y majestad. No obstante, también él descendió con los árboles del Edén a las regiones subterráneas. Allí quedó tendido en medio de los paganos, junto con los que murieron a filo de espada. ¡Y así será la muerte del faraón y de todos sus súbditos! Lo afirma el Señor omnipotente. "



Salmo 38:
Señor, no me reprendas en tu enojo
ni me castigues en tu ira. Porque tus flechas me han atravesado,
y sobre mí ha caído tu mano. Por causa de tu indignación
no hay nada sano en mi cuerpo;
por causa de mi pecado
mis huesos no hallan descanso. Mis maldades me abruman,
son una carga demasiado pesada. Por causa de mi insensatez
mis llagas hieden y supuran. Estoy agobiado, del todo abatido;
todo el día ando acongojado. Estoy ardiendo de fiebre;
no hay nada sano en mi cuerpo. Me siento débil, completamente deshecho;
mi corazón gime angustiado. Ante ti, Señor, están todos mis deseos;
no te son un secreto mis anhelos. Late mi corazón con violencia,
las fuerzas me abandonan,
hasta la luz de mis ojos se apaga. Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas;
mis parientes se mantienen a distancia. Tienden sus trampas los que quieren matarme;
maquinan mi ruina los que buscan mi mal
y todo el día urden engaños. Pero yo me hago el sordo, y no los escucho;
me hago el mudo, y no les respondo. Soy como los que no oyen
ni pueden defenderse. Yo, Señor, espero en ti;
tú, Señor y Dios mío, serás quien responda. Tan sólo pido que no se burlen de mí,
que no se crean superiores si resbalo. Estoy por desfallecer;
el dolor no me deja un solo instante. Voy a confesar mi iniquidad,
pues mi pecado me angustia. Muchos son mis enemigos gratuitos;
abundan los que me odian sin motivo. Por hacer el bien, me pagan con el mal;
por procurar lo bueno, se ponen en mi contra. Señor, no me abandones;
Dios mío, no te alejes de mí. Señor de mi salvación,
¡ven pronto en mi ayuda!


Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano,
ni la lluvia para la cosecha,
ni los honores para el necio.
Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido,
la maldición sin motivo jamás llega a su destino.
El látigo es para los caballos,
el freno para los asnos,
y el garrote para la espalda del necio.
No respondas al necio según su necedad,
o tú mismo pasarás por necio.
Respóndele al necio como se merece,
para que no se tenga por sabio.
Enviar un mensaje por medio de un necio
es como cortarse los pies o sufrir violencia.
Inútil es el proverbio en la boca del necio
como inútiles son las piernas de un tullido.
Rendirle honores al necio es tan absurdo
como atar una piedra a la honda.
El proverbio en la boca del necio
es como espina en la mano del borracho.
Como arquero que hiere a todo el que pasa
es quien contrata al necio en su casa.
Como vuelve el perro a su vómito,
así el necio insiste en su necedad.
¿Te has fijado en quien se cree muy sabio?
Más se puede esperar de un necio que de gente así.
Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino.
¡Por las calles un león anda suelto!"
Sobre sus goznes gira la puerta;
sobre la cama, el perezoso.
El perezoso mete la mano en el plato,
pero le pesa llevarse el bocado a la boca.
El perezoso se cree más sabio
que siete sabios que saben responder.
Meterse en pleitos ajenos
es como agarrar a un perro por las orejas.
Como loco que dispara
mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica:
"¡Tan sólo estaba bromeando!"
Sin leña se apaga el fuego;
sin chismes se acaba el pleito.
Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego,
y con un pendenciero se inician los pleitos.
Los chismes son como ricos bocados:
se deslizan hasta las entrañas.
Como baño de plata sobre vasija de barro
son los labios zalameros de un corazón malvado.
El que odia se esconde tras sus palabras,
pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura,
porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio,
pero en la asamblea se descubrirá su maldad.
Cava una fosa, y en ella caerás;
echa a rodar piedras, y te aplastarán.
La lengua mentirosa odia a sus víctimas;
la boca lisonjera lleva a la ruina.



El Libro de Los Hechos Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES


CAPÍTULO 12
(44 d.C.)
LA PERSECUCIÓN



Y EN el mismo tiempo (pertenece al tiempo cuando Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén) el rey Herodes (habla de Herodes Agripa, el hijo de Aristóbulo, el nieto de Herodes el Grande, quien asesinó a los bebés de Belén) echó mano a maltratar algunos de la Iglesia (probablemente lo hizo para congraciarse con los Líderes Judíos).
2 Y mató a filo de espada a Santiago, hermano de Juan (el primero de los Apóstoles que murió; jamás se eligió un sucesor de Santiago; de hecho, con excepción de Judas quien fue reemplazado por Matías, jamás otra persona ejerció uno de los Oficios de los Doce; en otras palabras, no hay tal cosa como la Sucesión Apostólica, como algunos la enseñan).
PEDRO
3 Y viendo que había agradado a los Judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. (Eran entonces los días de los Asimos.) (Era el tiempo de la Pascua, es decir, el mes de Abril.)
4 Y habiéndole preso, le puso en la cárcel (representa la tercera vez que Pedro fue detenido [Hch. 4:3; 5:18-19]), entregándole a cuatro cuaterniones de soldados que le guardasen (representaba a dieciséis soldados, cuatro para cada vigilia); queriendo sacarle al pueblo después de la Pascua (debiera haberse traducido, Con la intención de sacarle después de la Pascua. . .).
5 Así que, Pedro era guardado en la cárcel: y la Iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él (presenta el mayor arma a la disposición de la Iglesia).
6 Y cuando Herodes le había de sacar (es probable que Herodes diseminó la palabra por todo Jerusalén de que iba a celebrar un espectáculo, que sería la muerte del gran Apóstol Pedro), aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas: y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel (Pedro estaba durmiendo, aunque supuestamente iba a morir el día siguiente; él no estaba preocupado porque el Señor le había dicho que no moriría joven, sino viejo [Jn. 21:18]).
EL ÁNGEL
7 Y, he aquí, el Ángel del Señor le sobrevino (debiera haberse traducido, Un Ángel del Señor), y una luz resplandeció en la cárcel (significaba que no había duda de que este ser era del Señor): e hiriendo a Pedro en el lado, le despertó, diciendo, Levántate pronto (simplemente quiere decir que el Ángel lo despertó). Y las cadenas se le cayeron de las manos (¡gran poder!).
8 Y le dijo el Ángel, Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo, Cúbrete tu ropa, y sígueme (habla de la ropa exterior, Pedro está ya totalmente vestido).
9 Y saliendo, le seguía (presenta a Pedro haciendo algo, lo cual en ese momento él no estaba seguro de que fuera real); y no sabía que era verdad lo que hacía el Ángel, mas pensaba que veía Visión (tenía dificultad de hacer la transición al sobrenatural; él seguía pensando que estaba viendo una Visión).
10 Y cuando pasaron la primera y la segunda guardia (probablemente quiere decir que Herodes había puesto a Pedro en la prisión interior; porque, ellos pasaron por varias puertas y pasaron las guardias sin que ellos supieran lo que estaba sucediendo; de algún modo, el Ángel hizo todo esto invisible a estas personas), vinieron a la puerta de hierro que va a la ciudad (se refiere a la puerta de la Prisión); la cual se les abrió por sí sola (quiere decir que se abrió automáticamente): y salidos, pasaron una calle; y luego el Ángel se apartó de él (tan Milagroso que es imposible describirlo).
11 Entonces Pedro, volviendo en sí (significa que ahora sabe que no había sido una visión ni un sueño, sino que realmente había sido liberado por un Ángel), dijo, Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado Su Ángel, y me ha librado de la mano de Herodes (revela a Pedro dando toda la Gloria a Dios), y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba (Herodes sería privado de su espectáculo, y todos los que esperaban ver el derramamiento de sangre).
EL RELATO DE PEDRO
12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Juan Marcos que se menciona aquí es el que escribió el Evangelio que lleva su nombre); donde muchos estaban juntos orando (expone que oraban por Pedro las 24 horas; muchos creen que Pedro fue rescatado entre las 3:00 y las 6:00 de la madrugada).
13 Y tocando Pedro a la puerta del patio (no la puerta de la casa, sino la puerta de la cerca que rodeaba la casa, que normalmente se mantenía con llave), salió una muchacha, para escuchar, llamada Rode (se refiere a esta joven que era la sirvienta en esta casa, parte de sus deberes era la de dar la bienvenida a los convidados).
14 La cual cuando conoció la voz de Pedro (nos revela que la pared y la puerta eran altas, se le incapacitaba ver quién tocaba la puerta), de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dio nueva de que Pedro estaba al postigo (presenta el mensaje de ella, ¡algo tan asombroso e incluso increíble!).
15 Y ellos le dijeron, Estás loca (en otras palabras, no sólo no le creyeron, sino que concluyeron que ella estaba perdiendo sus cabales). Mas ella afirmaba que así era (expresa que su afirmación cada vez tenía más convicción). Entonces ellos decían, Su Ángel es (expone una creencia de aquella época de que todos los Judíos tenían un Ángel de la Guarda).
16 Mas Pedro perseveraba en llamar (se refiere a que Pedro toca la puerta con más fuerza): y cuando abrieron, le vieron, y se espantaron (se quedaron mudos, hasta el punto de aturdirlos).
17 Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen (todos le hablaban al mismo tiempo), les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo, Haced saber esto a Santiago y a los hermanos (se hace referencia al hermanastro del Señor y a los Ancianos de la Iglesia en Jerusalén, además de algún otro de los Doce que pudieran haber estado en Jerusalén en ese momento). Y salió, y partió a otro lugar (evidentemente él no le dijo a nadie adónde iba).
HERODES
18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro (la pérdida de su preso significaba la muerte segura para ellos).
19 Mas Herodes, cuando le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas (quiere decir que él no creyó su historia; desde luego, ¡era una historia fascinante!), los mandó llevar. Después descendiendo de Judea a Cesarea, se quedó allí (hace referencia al hecho de que estaba avergonzado ante la gente, no pudo celebrar su espectáculo concerniente a Pedro; por eso se fue de Jerusalén).
EL JUICIO
20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y los de Sidón (no nos da ni una sola pista por el motivo de este disgusto): mas ellos vinieron concordes a él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey, pedían paz (intentaron hacer la paz con Herodes por causa de cierta interrupción, lo cual no lo menciona la historia); porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey (son acuerdos comerciales con respecto a los alimentos, etc.).
21 Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal (todo esto se hacía con gran fanfarria y ceremonia), y les arengó (tiene que ver con él que hablaba con gran orgullo sobre el acuerdo que acababa de efectuar con Tiro y Sidón; lo aparentaba como que él era el salvador de estas ciudades).
22 Y el pueblo aclamaba (quiere decir que sea lo que él decía los complacía de gran manera), Voz de dios, y no de hombre (quiere decir que ¡ellos siguieron gritando esto varias veces!).
23 Y luego el Ángel del Señor le hirió (puede haber sido el mismo Ángel que liberó a Pedro), por cuanto no dio la gloria a Dios (en otras palabras, él aceptó las aclamaciones de las personas de que era un pequeño dios): y fue comido de gusanos (Josefo dijo que pasó cinco días con agonizantes dolores de estómago), y expiró (murió; esto ocurrió en el año 44 d.C.).
24 Mas la Palabra del Señor crecía y era multiplicada (no dice que la Iglesia creció, sino más bien la Palabra de Dios creció. . .).
25 Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén (nos dice qué ocurrió, pero no dice exactamente cuándo) cumplido su Ministerio (habla de las ofrendas que se llevaron a Jerusalén de parte de los Santos en Antioquía, y es posible que de otras partes también), tomando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Marcos les acompañaría en el primer Viaje Misionero).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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