09 November 2010

El 9 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria


El 9 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 5 - 7:

"Hijo de hombre, toma ahora una espada afilada, y úsala como navaja de afeitar para raparte la cabeza y afeitarte la barba. Toma luego una balanza y divide tu cabello cortado. Cuando se cumplan los días del sitio, quemarás en medio de la ciudad una tercera parte del cabello; otra tercera parte la cortarás con la espada alrededor de la ciudad, y la parte restante la esparcirás al viento. Yo, por mi parte, desenvainaré la espada y perseguiré a sus habitantes. Toma algunos de los cabellos y átalos al borde de tu manto. Luego toma otros pocos y arrójalos en el fuego para que se quemen. Desde allí se extenderá el fuego sobre todo el pueblo de Israel. "Así dice el Señor omnipotente: Ésta es la ciudad de Jerusalén. Yo la coloqué en medio de las naciones y de los territorios a su alrededor. Pero ella se rebeló contra mis leyes y decretos, con una perversidad mayor a la de las naciones y territorios vecinos. En otras palabras, rechazó por completo mis leyes y decretos. "Por eso yo, el Señor omnipotente, declaro: Ustedes han sido más rebeldes que las naciones a su alrededor; no han seguido mis decretos ni obedecido mis leyes, y ni siquiera se han sujetado a las costumbres de esas naciones. Por lo tanto yo, el Señor omnipotente, declaro: Estoy contra ti, Jerusalén, y te voy a castigar a la vista de todas las naciones. Por causa de tus ídolos repugnantes, haré contigo lo que jamás he hecho ni volveré a hacer. Entre ustedes habrá padres que se comerán a sus hijos, y también hijos que se comerán a sus padres. Yo los castigaré, y a quien sobreviva lo dispersaré por los cuatro vientos. "Por esta razón yo, el Señor omnipotente, juro por mí mismo: Como ustedes han profanado mi santuario con sus ídolos repugnantes y con prácticas detestables, yo los destruiré sin misericordia y sin piedad. Una tercera parte de tu pueblo morirá en tus calles por la peste y por el hambre; otra tercera parte caerá a filo de espada en tus alrededores, y a la tercera parte restante la dispersaré por los cuatro vientos. Yo desenvainaré la espada y perseguiré a la gente. Entonces se apaciguará mi ira, mi enojo contra ellos será saciado, y me daré por satisfecho. Y cuando en mi celo haya desahogado mi enojo contra ellos, sabrán que yo, el Señor, lo he dicho. "Yo te convertiré en un montón de ruinas; te haré objeto de burla de todas las naciones que te rodean. Todos los que pasen junto a ti, lo verán. Cuando yo te castigue con indignación, enojo y durísimos reproches, serás objeto de burla y de oprobio, y motivo de advertencia y escarmiento para las naciones que te rodean. Yo, el Señor, lo he dicho. "Yo te haré blanco del hambre, esa mortífera flecha que todo lo destruye. Dispararé a matar, pues traeré sobre ti hambre y escasez de provisiones. Por si fuera poco, lanzaré contra ti animales salvajes que te dejarán sin hijos. Te verás abrumado por las plagas y por el derramamiento de sangre, pues haré que caigas a filo de espada. Yo, el Señor, lo he dicho." El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, alza tu mirada hacia los cerros de Israel, y profetiza contra ellos. Diles: Escuchen, cerros de Israel, la palabra del Señor. Esto dice el Señor omnipotente a cerros y colinas, a ríos y valles: ‘Haré que venga contra ustedes la espada, y destruiré sus lugares de culto idolátrico. Despedazaré sus altares, haré añicos sus quemadores de incienso, y haré también que sus muertos caigan frente a sus ídolos malolientes. ¡Sí! Delante de sus ídolos malolientes arrojaré los cadáveres de los israelitas, y esparciré sus huesos en torno a sus altares. No importa dónde vivan ustedes, sus ciudades serán destruidas y sus lugares de culto idolátrico serán devastados. Sus altares quedarán completamente destrozados; sus ídolos malolientes, hechos un montón de ruinas; sus quemadores de incienso, hechos añicos. ¡Todas sus obras desaparecerán! Su propia gente caerá muerta, y así sabrán ustedes que yo soy el Señor. " Pero yo dejaré que algunos de ustedes se escapen de la muerte y queden esparcidos entre las naciones y los pueblos. Los sobrevivientes se acordarán de mí en las naciones donde hayan sido llevados cautivos. Se acordarán de cómo sufrí por culpa de su corazón adúltero, y de cómo se apartaron de mí y se fueron tras sus ídolos malolientes. ¡Sentirán asco de ellos mismos por todas las maldades que hicieron y por sus obras repugnantes! Entonces sabrán que no en vano yo, el Señor, los amenacé con estas calamidades. "Así dice el Señor omnipotente: Aplaude, patalea y grita: ‘¡Felicitaciones por todas las terribles abominaciones del pueblo de Israel! Morirán por la espada, el hambre y la peste. Quien esté lejos perecerá por la peste, y quien esté cerca morirá a filo de espada, y el que quede con vida se morirá de hambre. Así descargaré sobre ellos toda mi ira, y sus cadáveres quedarán tendidos entre sus ídolos malolientes y alrededor de sus altares, en las colinas altas y en las cumbres de los cerros, o debajo de todo árbol frondoso y de toda encina tupida, es decir, en los lugares donde ofrecieron incienso de olor agradable a sus ídolos malolientes. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor! Extenderé mi mano contra ellos, y convertiré en tierra desolada su país y todo lugar donde habiten, desde el desierto hasta Riblá. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor! " El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, así dice el Señor omnipotente al pueblo de Israel: ¡Te llegó la hora! Ha llegado el fin para todo el país. ¡Te ha llegado el fin! Descargaré mi ira sobre ti; te juzgaré según tu conducta y te pediré cuentas de todas tus acciones detestables. No voy a tratarte con piedad ni a tenerte compasión, sino que te haré pagar cara tu conducta y tus prácticas repugnantes. Así sabrás que yo soy el Señor. "Así dice el Señor omnipotente: ¡Las desgracias se siguen unas a otras! ¡Ya viene la hecatombe; tu fin es inminente! Te ha llegado la hora, habitante del país. Ya viene la hora, ya se acerca el día. En las montañas hay pánico y no alegría. Ya estoy por descargar sobre ti mi furor; desahogaré mi enojo contra ti. Te juzgaré según tu conducta; te pediré cuentas por todas tus acciones detestables. No voy a tratarte con piedad ni a tenerte compasión, sino que te haré pagar cara tu conducta y tus prácticas repugnantes. Así sabrás que yo, el Señor, también puedo herir. "¡Ya llegó el día! ¡Ya está aquí! ¡Tu suerte está echada! Florece la injusticia, germina el orgullo, y la violencia produce frutos de maldad. Nada quedará de ustedes ni de su multitud; nada de su riqueza ni de su opulencia. Llegó la hora; éste es el día. Que no se alegre el que compra ni llore el que vende, porque mi enojo caerá sobre toda la multitud. Y aunque el vendedor siga con vida, no recuperará lo vendido. Porque no se revocará la visión referente a toda su multitud, y por su culpa nadie podrá conservar la vida. Aunque toquen la trompeta y preparen todo, nadie saldrá a la batalla, porque mi enojo caerá sobre toda la multitud. "Allá afuera hay guerra; y aquí adentro, peste y hambre. El que esté en el campo morirá a filo de espada, y el que esté en la ciudad se morirá de hambre y de peste. Los que logren escapar se quedarán en las montañas como palomas del valle, cada uno llorando por su maldad. Desfallecerá todo brazo y temblará toda rodilla. Se vestirán de luto, y el terror los dominará. Se llenarán de vergüenza y se convertirán en objeto de burla. La plata la arrojarán a las calles, y el oro lo verán como basura. En el día de la ira del Señor, ni su oro ni su plata podrán salvarlos, ni les servirán para saciar su hambre y llenarse el estómago, porque el oro fue el causante de su caída. Se enorgullecían de sus joyas hermosas, y las usaron para fabricar sus imágenes detestables y sus ídolos despreciables. Por esta razón convertiré esas joyas en algo repugnante. Haré que vengan los extranjeros y se las roben, y que los malvados de la tierra se las lleven y las profanen. Alejaré de ellos mi presencia, y mi templo será profanado; entrarán los invasores y lo profanarán. "Prepara las cadenas porque el país se ha llenado de sangre, y la ciudad está llena de violencia. Haré que las naciones más violentas vengan y se apoderen de sus casas. Pondré fin a la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados. Cuando la desesperación los atrape, en vano buscarán la paz. Una tras otra vendrán las desgracias, al igual que las malas noticias. Del profeta demandarán visiones; la instrucción se alejará del sacerdote, y a los jefes del pueblo no les quedarán consejos. El rey hará duelo, el príncipe se cubrirá de tristeza, y temblarán las manos del pueblo. Yo los trataré según su conducta, y los juzgaré según sus acciones. Así sabrán que yo soy el Señor."


Salmo 30:
Te exaltaré, Señor, porque me levantaste,
porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí. Señor mi Dios, te pedí ayuda
y me sanaste. Tú, Señor, me sacaste del sepulcro;
me hiciste revivir de entre los muertos. Canten al Señor, ustedes sus fieles;
alaben su santo nombre. Porque sólo un instante dura su enojo,
pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
por la mañana habrá gritos de alegría. Cuando me sentí seguro, exclamé:
"Jamás seré conmovido." Tú, Señor, en tu buena voluntad,
me afirmaste en elevado baluarte;
pero escondiste tu rostro,
y yo quedé confundido. A ti clamo, Señor soberano;
a ti me vuelvo suplicante. ¿Qué ganas tú con que yo muera,
con que descienda yo al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu verdad? Oye, Señor; compadécete de mí.
¡Sé tú, Señor, mi ayuda! Convertiste mi lamento en danza;
me quitaste la ropa de luto
y me vestiste de fiesta, para que te cante y te glorifique,
y no me quede callado.
¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!


Proverbios 18:
El egoísta busca su propio bien;
contra todo sano juicio se rebela.
Al necio no le complace el discernimiento;
tan sólo hace alarde de su propia opinión.
Con la maldad, viene el desprecio,
y con la vergüenza llega el oprobio.
Las palabras del hombre son aguas profundas,
arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.
No está bien declarar inocente al malvado
y dejar de lado los derechos del justo.
Los labios del necio son causa de contienda;
su boca incita a la riña.
La boca del necio es su perdición;
sus labios son para él una trampa mortal.
Los chismes son deliciosos manjares;
penetran hasta lo más íntimo del ser.
El que es negligente en su trabajo
confraterniza con el que es destructivo.
Torre inexpugnable es el nombre del Señor;
a ella corren los justos y se ponen a salvo.
Ciudad amurallada es la riqueza para el rico,
y éste cree que sus muros son inexpugnables.
Al fracaso lo precede la soberbia humana;
a los honores los precede la humildad.
Es necio y vergonzoso
responder antes de escuchar.
En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo;
¿pero quién podrá levantar al abatido?
El corazón prudente adquiere conocimiento;
los oídos de los sabios procuran hallarlo.
Con regalos se abren todas las puertas
y se llega a la presencia de gente importante.
El primero en presentar su caso parece inocente,
hasta que llega la otra parte y lo refuta.
El echar suertes pone fin a los litigios
y decide entre las partes en pugna.
Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada;
los litigios son como cerrojos de ciudadela.
Cada uno se llena con lo que dice
y se sacia con lo que habla.
En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto.
Quien halla esposa halla la felicidad:
muestras de su favor le ha dado el Señor.
El pobre habla en tono suplicante;
el rico responde con aspereza.
Hay amigos que llevan a la ruina,
y hay amigos más fieles que un hermano.


El Libro de Los Hechos Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 4
(33 d.C.)
LA PERSECUCIÓN



Y HABLANDO ellos al pueblo, sobrevinieron los Sacerdotes, y el magistrado del Templo, y los Saduceos (los "Saduceos" casi completamente controlaban el Sumo Sacerdocio, y realmente la mayor parte de los deberes Sacerdotales del Templo),
2 Resentidos de que enseñasen al pueblo (preocupados), y anunciasen en Jesús la resurrección de los muertos (estaban enojados porque se predicaba acerca de Jesús y la Resurrección, la Doctrina que los Saduceos negaron [Luc. 20:27]).
3 Y les echaron mano (los detuvieron), y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente (una pequeña prisión en los confines del Templo): porque era ya tarde.
4 Mas muchos de los que habían oído la Palabra, creyeron (ellos creyeron en Cristo, por eso Lo aceptaron como el Mesías de Israel y el Salvador de los hombres); y fue el número de los varones como cinco mil (parece que solamente representa a hombres, pues al incluir mujeres y niños, se podía sumar a unos diez mil o más).
5 Y aconteció al día siguiente, que los Dirigentes de ellos, y los Ancianos, y los Escribas,
6 Y Anás, Sumo Sacerdote, y Caifás, y Juan (probablemente era Joanán Ben Zakkai, un Rabino famoso de esa época) y Alejandro (probablemente era Alejandro Lisímaco, uno de los Judíos más ricos de su día que contribuía muy generosamente al Templo), y todos los que eran del linaje Sacerdotal (posiblemente los cinco hijos de Anás estaban presentes), se juntaron en Jerusalén (algunos de ellos probablemente no vivían en Jerusalén, pero por casualidad se encontraban allí en ese momento).
7 Y haciéndolos presentar en medio (Pedro y Juan), les preguntaron, ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? (Por el hombre lisiado que fue sanado, ellos ya sabían la respuesta.)
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo (el Espíritu Santo se menciona de una u otra forma en el Libro de los Hechos más de cincuenta veces), Dirigentes del pueblo, y Ancianos de Israel (el Espíritu Santo, por medio de Pedro, indica la responsabilidad que estos líderes religiosos tenían como guías espirituales de la gente),
9 Pues que somos hoy demandados acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo (¡expresa que Pedro, en efecto, se preguntaba ¿cómo o por qué una buena acción como ésta se debiera poner en tela de juicio en absoluto?!), de qué manera éste haya sido sanado (presenta la causa de la actitud y la acción del cuerpo dirigente de Israel);
10 Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel (otra vez, Pedro lo declara sin tener pelos en la lengua), que en el Nombre de Jesucristo de Nazaret (deseó que no hubiese error alguno con respeto a Quien él se refería; desde el Bautismo con el Espíritu Santo, Pedro no es el mismo hombre que era cuando negó a Cristo ante una joven doncella; él iba a defender vigorosamente ahora a Cristo delante de todo el cuerpo dirigente de Israel), al que vosotros crucificasteis (hace hincapié en la palabra "vosotros," así intencionada y directamente colocaba la culpa del terrible pecado de Crucificar a su Mesías directamente en ellos; como se mencionó, él no retuvo nada) y Dios Le resucitó de los muertos (proclama palabras que ellos seguramente no quisieron oír), por Él este hombre está en vuestra presencia sano (trajeron evidentemente al hombre con Pedro y Juan delante del Concilio; en esencia, Pedro decía que un muerto no podía producir estos resultados).
11 Éste es la Piedra reprobada de vosotros los edificadores (Jesús es la Piedra [Sal. 118:22-23]), la cual es puesta por Cabeza del Ángulo (Israel Lo rechazó, pero esto no paralizó el Plan de Dios; Israel sólo tuvo éxito en destruirse).
12 Y en ningún otro hay Salvación (declara claramente que Jesús Solo tiene la llave de la Salvación, y de hecho es la Salvación): porque no hay otro nombre debajo del Cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (¡lo dice todo!).
SUELTOS
13 Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan (no sólo tiene que ver con lo que fue dicho, sino también con el poder con que fue dicho), sabido que eran hombres sin letras e ignorantes, se maravillaban (quiere decir que ellos no habían estudiado en las Escuelas Rabínicas; ¡de hecho, ellos no fueron personas sin letras e ignorantes, sino más bien todo lo opuesto!); y les conocían que habían estado con Jesús (esto lo explica todo).
14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba con ellos (¡presenta un cuadro hermoso!), no podían decir nada en contra (¡revela la prueba que era obvia a todos!).
15 Mas les mandaron que se saliesen fuera del Concilio (expone el hecho de que Dios había abandonado este Concilio hace ya mucho tiempo), y conferían entre sí (pero no con Las Escrituras),
16 Diciendo, ¿Qué hemos de hacer a estos hombres? (¿Por qué querían ellos hacer algo negativo a estos hombres?) porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar (deduce que las noticias de la Sanidad Milagrosa de este hombre se habían extendido de costa a costa, aun en las últimas pocas horas).
17 Todavía, para que no se divulgue más por el pueblo (parece que presenta su mayor temor), amenacémoslos, que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este Nombre (automáticamente coloca la situación en una actitud que no se puede obedecer).
18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el Nombre de Jesús.
19 Entonces Pedro y Juan, respondiendo, les dijeron, Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros o a Dios (en efecto, Pedro y Juan decían que estos líderes religiosos no eran de Dios, no hacían la Obra de Dios, y por consiguiente, no tenían la Mente de Dios, independientemente de sus afirmaciones).
20 Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído (hay dos grupos de Cristianos, aquellos que no pueden decir y aquellos que no dejan de decir).
21 Ellos entonces los despacharon amenazándolos, no hallando ningún modo de castigarlos (¿qué hicieron ellos para merecer aquel castigo?), por causa del pueblo (temieron una revuelta): porque todos glorificaban a Dios de lo que había sido hecho (¡y con razón!).
22 Porque el hombre en quien había sido hecho este Milagro de Sanidad, era de más de cuarenta años (conlleva la idea que este hombre era maduro, responsable, y por lo tanto, se le podía creer).
LA ALABANZA Y LA ORACIÓN
23 Y sueltos (Pedro y Juan ya no estaban detenidos), vinieron a los suyos (probablemente los demás Apóstoles y otros, quizás muchos otros), y contaron todo lo que los Principales Sacerdotes y los Ancianos les habían dicho (cuenta el primer relato de la oposición contra la Iglesia Primitiva; no se tardaba mucho tiempo).
24 Y ellos, habiéndolo oído (oyeron el relato), alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron (todos oraban de una u otra forma): Señor, Tú eres el Dios que hiciste el Cielo y la Tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay (un compendio de lo que fue dicho):
25 Que por boca de David, Tu siervo, dijiste (se refiere al Segundo Salmo), ¿Por qué han bramado las gentes, y los pueblos han pensado cosas vanas? (Usado por el Espíritu Santo para referirse a estos líderes religiosos acerca de Jesús. Revela que el Mesías es la Persona del Cual hablaba el Segundo Salmo.)
26 Asistieron los Reyes de la Tierra, y los Dirigentes se juntaron en uno contra el Señor, y contra Su Cristo (este Salmo se refiere a toda la oposición contra Cristo desde un principio, pero en mayor parte se refiere al Anticristo venidero).
27 Porque verdaderamente contra Tu Santo Hijo Jesús, al Cual ungiste (declara a Jesús como el cumplimiento de todas las Profecías, el Hijo de Dios, El Que es El Encarnado, el Salvador de los Hombres), Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles (los Romanos) y los pueblos de Israel, se juntaron en esta ciudad (ellos "se juntaron" con el propósito explícito de Crucificar a Cristo),
28 Para hacer lo que Tu Mano y Tu Consejo habían antes determinado que había de ser hecho (se refiere a la predestinación con relación a Cristo, Su Muerte en la Cruz del Calvario y Su Resurrección de entre los muertos; pero otra vez declaramos que aquellos que debían Crucificarlo no fueron determinados por Dios; ellos hicieron este cruel hecho por su propia elección).
29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas (explica que aquellos que estaban orando para entregar a estos gobernantes y a otros al Señor, a fin de que Él pudiera encargarse de la situación): y da a Tus siervos que con toda confianza hablen Tu Palabra (declara todo lo opuesto de lo exigido por los líderes religiosos de Israel),
30 Que extiendas Tu Mano a que sanidades (explica la petición por más Sanidades y Milagros); y milagros, y prodigios sean hechos por el Nombre de Tu Santo Hijo Jesús (todos se refieren al Poder de Dios, pero en el Nombre de Jesús).
31 Y cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló (esto literalmente ocurrió; el lugar de la asamblea tembló, e hizo así por el Poder de Dios); y todos fueron llenos del Espíritu Santo (significa que el Espíritu Santo les guiaba y les dirigía), y hablaron la Palabra de Dios con confianza (al contestar el Señor su oración les dio más valor, y en consecuencia no vacilaron en hablar; es algo que la Iglesia moderna desesperadamente necesita también, y lo tendría si el Espíritu Santo estuviera predominante y presente).
LOS CREYENTES
32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma (se refiere a la unidad que sólo el Espíritu Santo puede efectuar; los esfuerzos del hombre para hacer esto siempre fallan): y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas las cosas les eran comunes (otra vez, se refiere a la gran persecución sufrida por los Creyentes en Jerusalén de esa época; muchos que vinieron a Cristo perdieron sus empleos porque fueron excomulgados de la Sinagoga; muchos fueron echados de sus casas, etc.; por eso, los otros que no sufrieron estas pérdidas tuvieron que compartir, lo que ellos de buena gana hicieron).
33 Y los Apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo (fue hecho por el Espíritu Santo que ungió de gran manera a los Apóstoles para dar testimonio de la Resurrección de Cristo, y también por las señales y las maravillas realizadas): y gran gracia era sobre todos ellos (es una representación del principio de la gran dispensación de la Gracia, que en verdad comenzó en el Día de Pentecostés).
34 Que ningún necesitado había entre ellos (aquellos que perdieron su empleo, etc., fueron suplidas sus necesidades): porque todos los que poseían heredades o casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido (se refiere a las posesiones que sobraron, etc.),
35 Y lo ponían a los pies de los Apóstoles (fueron confiados con esta generosidad): y era repartido a cada uno de acuerdo a su necesidad (no hay indirecta alguna del comunismo aquí, como algunos han sugerido).
36 Entonces José, que fue llamado de los Apóstoles por sobrenombre, Bernabé (Bernabé llegó a ser un Profeta y un Apóstol [Hch. 1:13; 14:14]), (que es interpretado, Hijo de consolación) Levita, natural de Chipre (él era un Judío que había nacido en Chipre y había vivido allí durante un período considerable de tiempo, así como su padre lo había hecho antes que él; siendo un Levita, era de la clase Sacerdotal, aunque no era un Sacerdote),
37 Como tuviese una heredad, la vendió, y trajo el precio, y lo puso a los pies de los Apóstoles (probablemente se refiere a una propiedad en Chipre).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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