27 April 2024

El 27 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 27 de abril Lectura Bíblica Diaria:

2 Reyes 25 a 1 Crónicas 2:
 
25 Aconteció a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor. Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías. A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra. Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá. Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército. Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia. Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego. Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia. Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra. Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia. Llevaron también los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce con que ministraban; incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán de la guardia. Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto. La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual labor había en la otra columna con su red. Tomó entonces el capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías, y tres guardas de la vajilla; y de la ciudad tomó un oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco varones de los consejeros del rey, que estaban en la ciudad, el principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta varones del pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad. Estos tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia. Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá de sobre su tierra. Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán. Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa; Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías hijo de un maacateo, ellos con los suyos. Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien. Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa. Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos. Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel; y le habló con benevolencia, y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. Y le cambió los vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida. Y diariamente le fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.
I Crónicas 1 a 2:
1 Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, Noé, Sem, Cam y Jafet. Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim. Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. Los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. Cus engendró a Nimrod; éste llegó a ser poderoso en la tierra. Mizraim engendró a Ludim, Anamim, Lehabim, Naftuhim, Patrusim y Casluhim; de éstos salieron los filisteos y los caftoreos. Canaán engendró a Sidón su primogénito, y a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, al heveo, al araceo, al sineo, al arvadeo, al zemareo y al hamateo. Los hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud, Aram, Uz, Hul, Geter y Mesec. Arfaxad engendró a Sela, y Sela engendró a Heber. Y a Heber nacieron dos hijos; el nombre del uno fue Peleg, por cuanto en sus días fue dividida la tierra; y el nombre de su hermano fue Joctán. Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet y Jera. A Adoram también, a Uzal, Dicla, Ebal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab; todos hijos de Joctán. Sem, Arfaxad, Sela, Heber, Peleg, Reu, Serug, Nacor, Taré, y Abram, el cual es Abraham. Los hijos de Abraham: Isaac e Ismael. Y estas son sus descendencias: el primogénito de Ismael, Nebaiot; después Cedar, Adbeel, Mibsam, Misma, Duma, Massa, Hadad, Tema, Jetur, Nafis y Cedema; éstos son los hijos de Ismael. Y Cetura, concubina de Abraham, dio a luz a Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. Los hijos de Jocsán: Seba y Dedán. Los hijos de Madián: Efa, Efer, Hanoc, Abida y Elda; todos éstos fueron hijos de Cetura. Abraham engendró a Isaac, y los hijos de Isaac fueron Esaú e Israel. Los hijos de Esaú: Elifaz, Reuel, Jeús, Jaalam y Coré. Los hijos de Elifaz: Temán, Omar, Zefo, Gatam, Cenaz, Timna y Amalec. Los hijos de Reuel: Nahat, Zera, Sama y Miza. Los hijos de Seir: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, Disón, Ezer y Disán. Los hijos de Lotán: Hori y Homam; y Timna fue hermana de Lotán. Los hijos de Sobal: Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam. Los hijos de Zibeón: Aja y Aná. Disón fue hijo de Aná; y los hijos de Disón: Amram, Esbán, Itrán y Querán. Los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván y Jaacán. Los hijos de Disán: Uz y Arán. Y estos son los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel: Bela hijo de Beor; y el nombre de su ciudad fue Dinaba. Muerto Bela, reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, de Bosra. Y muerto Jobab, reinó en su lugar Husam, de la tierra de los temanitas. Muerto Husam, reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit. Muerto Hadad, reinó en su lugar Samla de Masreca. Muerto también Samla, reinó en su lugar Saúl de Rehobot, que está junto al Eufrates. Y muerto Saúl, reinó en su lugar Baal-hanán hijo de Acbor. Muerto Baal-hanán, reinó en su lugar Hadad, el nombre de cuya ciudad fue Pai; y el nombre de su mujer, Mehetabel hija de Matred, hija de Mezaab. Muerto Hadad, sucedieron en Edom los jefes Timna, Alva, Jetet, Aholibama, Ela, Pinón, Cenaz, Temán, Mibzar, Magdiel e Iram. Estos fueron los jefes de Edom. 2 Estos son los hijos de Israel: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, José, Benjamín, Neftalí, Gad y Aser. Los hijos de Judá: Er, Onán y Sela. Estos tres le nacieron de la hija de Súa, cananea. Y Er, primogénito de Judá, fue malo delante de Jehová, quien lo mató. Y Tamar su nuera dio a luz a Fares y a Zera. Todos los hijos de Judá fueron cinco. Los hijos de Fares: Hezrón y Hamul. Y los hijos de Zera: Zimri, Etán, Hemán, Calcol y Dara; por todos cinco. Hijo de Carmi fue Acán, el que perturbó a Israel, porque prevaricó en el anatema. Azarías fue hijo de Etán. Los hijos que nacieron a Hezrón: Jerameel, Ram y Quelubai. Ram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naasón, príncipe de los hijos de Judá. Naasón engendró a Salmón, y Salmón engendró a Booz. Booz engendró a Obed, y Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a Eliab su primogénito, el segundo Abinadab, Simea el tercero, el cuarto Natanael, el quinto Radai, el sexto Ozem, el séptimo David, de los cuales Sarvia y Abigail fueron hermanas. Los hijos de Sarvia fueron tres: Abisai, Joab y Asael. Abigail dio a luz a Amasa, cuyo padre fue Jeter ismaelita, Caleb hijo de Hezrón engendró a Jeriot de su mujer Azuba. Y los hijos de ella fueron Jeser, Sobab y Ardón. Muerta Azuba, tomó Caleb por mujer a Efrata, la cual dio a luz a Hur. Y Hur engendró a Uri, y Uri engendró a Bezaleel. Después entró Hezrón a la hija de Maquir padre de Galaad, la cual tomó siendo él de sesenta años, y ella dio a luz a Segub. Y Segub engendró a Jair, el cual tuvo veintitrés ciudades en la tierra de Galaad. Pero Gesur y Aram tomaron de ellos las ciudades de Jair, con Kenat y sus aldeas, sesenta lugares. Todos éstos fueron de los hijos de Maquir padre de Galaad. Muerto Hezrón en Caleb de Efrata, Abías mujer de Hezrón dio a luz a Asur padre de Tecoa. Los hijos de Jerameel primogénito de Hezrón fueron Ram su primogénito, Buna, Orén, Ozem y Ahías. Y tuvo Jerameel otra mujer llamada Atara, que fue madre de Onam. Los hijos de Ram primogénito de Jerameel fueron Maaz, Jamín y Equer. Y los hijos de Onam fueron Samai y Jada. Los hijos de Samai: Nadab y Abisur. Y el nombre de la mujer de Abisur fue Abihail, la cual dio a luz a Ahbán y a Molid. Los hijos de Nadab: Seled y Apaim. Y Seled murió sin hijos. Isi fue hijo de Apaim, y Sesán hijo de Isi, e hijo de Sesán, Ahlai. Los hijos de Jada hermano de Samai: Jeter y Jonatán. Y murió Jeter sin hijos. Los hijos de Jonatán: Pelet y Zaza. Estos fueron los hijos de Jerameel. Y Sesán no tuvo hijos, sino hijas; pero tenía Sesán un siervo egipcio llamado Jarha. A éste Sesán dio su hija por mujer, y ella dio a luz a Atai. Atai engendró a Natán, y Natán engendró a Zabad; Zabad engendró a Eflal, Eflal engendró a Obed; Obed engendró a Jehú, Jehú engendró a Azarías; Azarías engendró a Heles, Heles engendró a Elasa; Elasa engendró a Sismai, Sismai engendró a Salum; Salum engendró a Jecamías, y Jecamías engendró a Elisama. Los hijos de Caleb hermano de Jerameel fueron: Mesa su primogénito, que fue el padre de Zif; y los hijos de Maresa padre de Hebrón. Y los hijos de Hebrón: Coré, Tapúa, Requem y Sema. Sema engendró a Raham padre de Jorcoam, y Requem engendró a Samai. Maón fue hijo de Samai, y Maón padre de Bet-sur. Y Efa concubina de Caleb dio a luz a Harán, a Mosa y a Gazez. Y Harán engendró a Gazez. Los hijos de Jahdai: Regem, Jotam, Gesam, Pelet, Efa y Saaf. Maaca concubina de Caleb dio a luz a Seber y a Tirhana. También dio a luz a Saaf padre de Madmana, y a Seva padre de Macbena y padre de Gibea. Y Acsa fue hija de Caleb. Estos fueron los hijos de Caleb. Los hijos de Hur primogénito de Efrata: Sobal padre de Quiriat-jearim, Salma padre de Belén, y Haref padre de Bet-gader. Y los hijos de Sobal padre de Quiriat-jearim fueron Haroe, la mitad de los manahetitas. Y las familias de Quiriat-jearim fueron los itritas, los futitas, los sumatitas y los misraítas, de los cuales salieron los zoratitas y los estaolitas. Los hijos de Salma: Belén, y los netofatitas, Atrot-bet-joab, y la mitad de los manahetitas, los zoraítas. Y las familias de los escribas que moraban en Jabes fueron los tirateos, los simeateos y los sucateos, los cuales son los ceneos que vinieron de Hamat padre de la casa de Recab.

Salmo 85:
Señor, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya al restaurar a Jacob; perdonaste la iniquidad de tu pueblo y cubriste todos sus pecados; Selah. depusiste por completo tu enojo, y contuviste el ardor de tu ira. Restáuranos una vez más, Dios y salvador nuestro; pon fin a tu disgusto con nosotros. ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre? ¿Vas a seguir eternamente airado? ¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti? Muéstranos, Señor, tu amor inagotable, y concédenos tu salvación. Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad. Muy cercano está para salvar a los que le temen, para establecer su gloria en nuestra tierra. El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia. De la tierra brotará la verdad, y desde el cielo se asomará la justicia. El Señor mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto. La justicia será su heraldo y le preparará el camino.






Proverbios 16:
El hombre propone y Dios dispone. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los motivos. Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán. Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre! El Señor aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no quedarán impunes. Con amor y verdad se perdona el pecado, y con temor del Señor se evita el mal. Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia. Más vale tener poco con justicia que ganar mucho con injusticia. El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor. La sentencia está en labios del rey; en el veredicto que emite no hay error. Las pesas y las balanzas justas son del Señor; todas las medidas son hechura suya. El rey detesta las malas acciones, porque el trono se afirma en la justicia. El rey se complace en los labios honestos; aprecia a quien habla con la verdad. La ira del rey es presagio de muerte, pero el sabio sabe apaciguarla. El rostro radiante del rey es signo de vida; su favor es como lluvia en primavera. Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata. El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida, se fija por dónde va. Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso. Vale más humillarse con los oprimidos que compartir el botín con los orgullosos. El que atiende a la palabra, prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor! Al sabio de corazón se le llama inteligente; los labios convincentes promueven el saber. Fuente de vida es la prudencia para quien la posee; el castigo de los necios es su propia necedad. El sabio de corazón controla su boca; con sus labios promueve el saber. Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar, pues su propio apetito lo estimula. El perverso hace planes malvados; en sus labios hay un fuego devorador. El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos. El violento engaña a su prójimo y lo lleva por mal camino. El que guiña el ojo trama algo perverso; el que aprieta los labios ya lo ha cometido. Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia. Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades. Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto proviene del Señor.




El Libro de Apocalipsis Capítulo 19 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL APOCALIPSISDE SAN JUAN

CAPÍTULO 19
(96 d.C.)
LA ALABANZA

DESPUÉS de estas cosas (pertenece específicamente al Capítulo 18, pero también al Libro entero de Apocalipsis en un sentido más amplio) oí una gran voz de gran compañía en el Cielo (proclama "alabanza," que es todo lo contrario de lo que ocurre en la Tierra), que decía, Aleluya; Salvación, y Honra, y Gloria, y Poder, al Señor Dios nuestro (el cántico aquí y es un cántico, no comienza atribuyendo "Salvación" a Dios, como la versión Inglesa lo sugiere; sino más bien afirma el hecho; "la Salvación es Dios; es el eco de la declaración antigua — ‘la Salvación le pertenece a Dios’"):
2 Porque Sus juicios son verdaderos y justos (ni el hombre ni los seres espirituales, en toda honestidad, pueden criticar a Dios con respecto a lo que Él ha hecho en cuanto al sistema de este mundo): porque Él ha Juzgado a la gran ramera (corresponde a todo camino falso de Salvación, independientemente de lo que pudiera ser; no importa cuán hermoso aparezca por fuera, el Señor se refiere a ello como "la gran ramera"), que ha corrompido la Tierra con su fornicación (se refiere a todas las religiones del mundo y para siempre; sin embargo, también se refiere al hecho de que si el Predicador no predica a "Jesucristo y Él Crucificado" como la respuesta al dilema del hombre, entonces en alguna manera él está predicando y proyectando un tipo de "fornicación espiritual" [Rom. 7:1-4]), y ha vengado la sangre de Sus siervos de la mano de ella. (Casi toda la persecución contra los Verdaderos Santos de Dios en este mundo y para siempre, ha venido de la religión falsa. Comenzó con Caín [Gén., cap. 4].)
3 Y otra vez dijeron, Aleluya. (Esta "alabanza del Señor" es debido a la destrucción de la ciudad literal de Babilonia. El "Aleluya" en el Versículo 1 fue proclamado acerca de la destrucción del Misterio de Babilonia.) Y su humo subió para siempre jamás (proclama el hecho de que su Juicio es Eterno).
4 Y los veinticuatro Ancianos y las cuatro Criaturas (Seres Vivientes) se postraron en Tierra, y adoraron a Dios que estaba sentado sobre el Trono (los 24 Ancianos representan a todos los Redimidos de todas las edades; es más, son 24 hombres; "los cuatro Seres Vivientes" representan la Creación de Dios, y cómo aquella Creación ya puede servir su pleno propósito como fue la intención al principio), diciendo, Amén; Aleluya. (Este "Aleluya" señala el fin de todo el mal y el principio de toda la Justicia.)
5 Y salió una voz del Trono (es silencioso en cuanto a la identidad), que decía, Load a nuestro Dios todos Sus siervos, y los que Le teméis, así pequeños como grandes. (Todo Verdadero Creyente alabará al Señor y debiera hacerlo continuamente.)
6 Y oí como la voz de una gran compañía (esta "gran compañía" consiste en todo Creyente que jamás haya vivido, desde Abel hasta el último que es salvo en la Gran Tribulación), y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos (es la alabanza que se expresa y no simplemente los pensamientos de un corazón silencioso), que decía, Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Dios Todopoderoso. (Este "Aleluya" pertenece al Señor que reina como Rey y hay que alabarle para siempre. Satanás no reina. El Señor Dios Omnipotente Reina y Él es "Todopoderoso.")
7 Gocémonos y alegrémonos (todos los Redimidos están a punto de unirse en Santo Matrimonio al Cordero Quien los ha salvado) y démosle gloria (Dios lo hizo posible para que la humanidad fuese Redimida y así lo hizo por el Sacrificio de Su Hijo, el Señor Jesucristo): porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. (Presenta la escena que acontecerá en el Cielo inmediatamente antes de la Segunda Venida. La "esposa" es los Redimidos por todas las edades.)
8 Y le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino es la Justicia de los Santos. (El "lino fino" es simbólico de la "Justicia," que fue proporcionado por lo que Cristo hizo en la Cruz.)
9 Y él me dice, Escribe, Bienaventurados los que son llamados a la Cena del Cordero. (El hombre que le habla a Juan dice esto. Se emplea la palabra "Cordero," que significa que todo es hecho posible debido a lo que Jesús hizo en la Cruz.) Y me dijo, Estas palabras de Dios son verdaderas. (Se refiere nuevamente al hecho de que todo esto es hecho posible por lo que Jesús hizo en cuanto a Su Obra Terminada.)
10 Y yo me eché a sus pies para adorarle. Y él me dijo, Mira que no lo hagas: yo soy siervo contigo, y con tus Hermanos (como es obvio aquí, éste es un hombre; él se parece tanto a Jesús debido a su forma glorificada, que Juan pensó que era Jesús; en cierto modo, nos indica cómo es que se parecerán los Santos en la Resurrección venidera) que tienen el Testimonio de Jesús (indica el hecho de que el Ministerio del Espíritu Santo debe declarar a Cristo y de Cristo): adora a Dios (nos dice en estas tres palabras que no debemos adorar a los Ángeles, los Santos o la Virgen María): porque el Testimonio de Jesús es el Espíritu de la Profecía. (Este "Testimonio" es Su Obra Expiatoria, es decir, lo que Él hizo en la Cruz. Toda "Profecía" del Antiguo Testamento señala de algún modo a Cristo y lo que Él hizo en la Cruz. Además, toda proclamación pronunciada en la actualidad debe de algún modo apuntar a la Cruz de Cristo.)
LA SEGUNDA VENIDA
11 Y vi el Cielo abierto (registra la hora Profética final en cuanto a la Segunda Venida, sin duda, el mayor momento en la historia humana); y he aquí, un caballo blanco (en efecto, declara un caballo de guerra [Zac. 14:3]); y El Que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero (fiel a Sus Promesas y Verdadero a Sus Juicios; Él contrasta con el falso Mesías de Apoc. 6:2, quien no fue fiel ni verdadero), el cual con Justicia juzga y pelea (se refiere a la manera de Su Segunda Venida).
12 Y Sus Ojos eran como llama de fuego (representa el Juicio), y había en Su Cabeza muchas diademas (representa el hecho de que Él no será el Señor de solamente un reino; Él será el Señor de todos los reinos); y tenía un Nombre escrito que ninguno entendía sino Él Mismo (no significa que es desconocido, sino más bien es definitivamente incomprensible; permanecerá inalcanzable al hombre, lo que significa  que nunca podrán conocer los límites de su profundidad).
13 Y estaba vestido de una Ropa teñida en Sangre (habla de la Cruz donde Él derramó la Sangre de Su Vida, que Le da el derecho de Juzgar el mundo): y Su Nombre es llamado El Verbo De Dios. (Su Nombre revelado es la Palabra de Dios, ya que Él reveló a Dios en Su Gracia y Poder para ser conocido, por eso, el Creyente puede decir, "Lo conozco.")
14 Y los ejércitos que están en el Cielo Le seguían en caballos blancos (estos "ejércitos" son los Santos de Dios, de hecho, todos los Santos quienes hayan vivido, quiere decir que estaremos con Él en la Segunda Venida), vestidos de lino finísimo, blanco y limpio. (Se remonta al Versículo 8. Es la Justicia de los Santos; todo hecho posible por la Cruz.)
ARMAGEDÓN
15 Y de Su Boca sale una espada aguda (representa a Cristo que obra total y completamente en la esfera de la Palabra de Dios), para herir con ella las naciones (todas las naciones se unirán al Anticristo en sus esfuerzos para destruir Israel; es la Batalla de Armagedón): y Él los regirá con vara de hierro (se refiere al hecho de que el Señor de la Gloria no permitirá ni tolerará de ninguna forma, ni de ningún modo lo que "roba, mata y destruye"); y Él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso (la Batalla de Armagedón).
16 Y en Su Vestidura y en Su Muslo tiene escrito este nombre, REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (declara el hecho de que no habrá ninguna duda en cuanto a Quién es Él realmente).
17 Y vi un Ángel que estaba en el sol (indica el hecho de que la Fe cree en lo que está escrito, aunque la mente no pueda comprender lo que está escrito); y clamó con gran voz, diciendo a todas las aves que volaban por medio del Cielo (denota, como es evidente, supremacía sobre la Creación), Venid, y congregaos a la cena del Gran Dios (es simbólico, pero es dicho de esta manera para proclamar la magnitud de aquel tiempo venidero [Ezeq. 39:2, 11-12]);
18 Para que comáis carnes de reyes, y de capitanes, y carnes de fuertes, y carnes de caballos, y de los que están sentados sobre ellos; y carnes de todos, libres y siervos, de pequeños y de grandes. (Indica el hecho de que el Poder del Dios Omnipotente no pasa por alto a aquéllos en esta Tierra que piensan que son "grandes." El Juicio será idéntico para todos [Ezeq. 39:18-20].)
19 Y vi la bestia (Juan vio al Anticristo dirigiendo este ejército poderoso; es "el hombre del pecado" que Pablo mencionó en II Tes., cap. 2), y los reyes de la Tierra y sus ejércitos (se refiere a todos los que el Anticristo pueda conseguir a que se unan a él; incluye a los "reyes del Oriente" de Apoc. 16:12), congregados para hacer guerra contra El Que estaba sentado sobre el caballo, y contra Su ejército (se refiere a Cristo y al gran ejército del Cielo que está con Él; como se expresó, esta es la Batalla de Armagedón [Ezeq., caps. 38-39]).
20 Y la bestia fue detenida, y con ella el Falso Profeta que había hecho las señales delante de ella (se refiere a ambos que caerán en la Batalla de Armagedón), con las cuales había engañado a los que tomaron la señal de la bestia, y habían adorado su imagen (el arma principal de Satanás es el engaño). Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego ardiendo en azufre (así es el destino del Anticristo y del Falso Profeta y de todos quienes están en pos de ellos).
21 Y los otros fueron muertos con la espada que salía de la Boca Del Que estaba sentado sobre el caballo (el Señor Jesús dará la palabra en la Batalla de Armagedón y acontecerá todo lo que Él diga): y todas las aves se hartaron de sus carnes. (Declara el fin de este conflicto. El Anticristo y sus ejércitos anunciarán al mundo lo que van a hacer en cuanto a Israel, pero el resultado final es que los buitres atiborrarán su carne.)




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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