16 March 2024

El 16 de marzo Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 16 de marzo Lectura Bíblica Diaria:


Jueces 1 a 3:
1 Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron a Jehová, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos? Y Jehová respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la tierra en sus manos. Y Judá dijo a Simeón su hermano: Sube conmigo al territorio que se me ha adjudicado, y peleemos contra el cananeo, y yo también iré contigo al tuyo. Y Simeón fue con él. Y subió Judá, y Jehová entregó en sus manos al cananeo y al ferezeo; e hirieron de ellos en Bezec a diez mil hombres. Y hallaron a Adoni-bezec en Bezec, y pelearon contra él; y derrotaron al cananeo y al ferezeo. Mas Adoni-bezec huyó; y le siguieron y le prendieron, y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies. Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, recogían las migajas debajo de mi mesa; como yo hice, así me ha pagado Dios. Y le llevaron a Jerusalén, donde murió. Y combatieron los hijos de Judá a Jerusalén y la tomaron, y pasaron a sus habitantes a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad. Después los hijos de Judá descendieron para pelear contra el cananeo que habitaba en las montañas, en el Neguev, y en los llanos. Y marchó Judá contra el cananeo que habitaba en Hebrón, la cual se llamaba antes Quiriat-arba; e hirieron a Sesai, a Ahimán y a Talmai. De allí fue a los que habitaban en Debir, que antes se llamaba Quiriat-sefer. Y dijo Caleb: El que atacare a Quiriat-sefer y la tomare, yo le daré Acsa mi hija por mujer. Y la tomó Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb; y él le dio Acsa su hija por mujer. Y cuando ella se iba con él, la persuadió que pidiese a su padre un campo. Y ella se bajó del asno, y Caleb le dijo: ¿Qué tienes? Ella entonces le respondió: Concédeme un don; puesto que me has dado tierra del Neguev, dame también fuentes de aguas. Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo. Y los hijos del ceneo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las palmeras con los hijos de Judá al desierto de Judá, que está en el Neguev cerca de Arad; y fueron y habitaron con el pueblo. Y fue Judá con su hermano Simeón, y derrotaron al cananeo que habitaba en Sefat, y la asolaron; y pusieron por nombre a la ciudad, Horma. Tomó también Judá a Gaza con su territorio, Ascalón con su territorio y Ecrón con su territorio. Y Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los de las montañas; mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados. Y dieron Hebrón a Caleb, como Moisés había dicho; y él arrojó de allí a los tres hijos de Anac. Mas al jebuseo que habitaba en Jerusalén no lo arrojaron los hijos de Benjamín, y el jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy. También la casa de José subió contra Bet-el; y Jehová estaba con ellos. Y la casa de José puso espías en Bet-el, ciudad que antes se llamaba Luz. Y los que espiaban vieron a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: Muéstranos ahora la entrada de la ciudad, y haremos contigo misericordia. Y él les mostró la entrada a la ciudad, y la hirieron a filo de espada; pero dejaron ir a aquel hombre con toda su familia. Y se fue el hombre a la tierra de los heteos, y edificó una ciudad a la cual llamó Luz; y este es su nombre hasta hoy. Tampoco Manasés arrojó a los de Bet-seán, ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y sus aldeas, ni a los de Dor y sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni a los que habitan en Meguido y en sus aldeas; y el cananeo persistía en habitar en aquella tierra. Pero cuando Israel se sintió fuerte hizo al cananeo tributario, mas no lo arrojó. Tampoco Efraín arrojó al cananeo que habitaba en Gezer, sino que habitó el cananeo en medio de ellos en Gezer. Tampoco Zabulón arrojó a los que habitaban en Quitrón, ni a los que habitaban en Naalal, sino que el cananeo habitó en medio de él, y le fue tributario. Tampoco Aser arrojó a los que habitaban en Aco, ni a los que habitaban en Sidón, en Ahlab, en Aczib, en Helba, en Afec y en Rehob. Y moró Aser entre los cananeos que habitaban en la tierra; pues no los arrojó. Tampoco Neftalí arrojó a los que habitaban en Bet-semes, ni a los que habitaban en Bet-anat, sino que moró entre los cananeos que habitaban en la tierra; mas le fueron tributarios los moradores de Bet-semes y los moradores de Bet-anat. Los amorreos acosaron a los hijos de Dan hasta el monte, y no los dejaron descender a los llanos. Y el amorreo persistió en habitar en el monte de Heres, en Ajalón y en Saalbim; pero cuando la casa de José cobró fuerzas, lo hizo tributario. Y el límite del amorreo fue desde la subida de Acrabim, desde Sela hacia arriba. 2 El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero. Cuando el ángel de Jehová habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó su voz y lloró. Y llamaron el nombre de aquel lugar Boquim, y ofrecieron allí sacrificios a Jehová. Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno a su heredad para poseerla. Y el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían visto todas las grandes obras de Jehová, que él había hecho por Israel. Pero murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. Y lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas. Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová. Y dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot. Y se encendió contra Israel el furor de Jehová, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron, y los vendió en mano de sus enemigos de alrededor; y no pudieron ya hacer frente a sus enemigos. Por dondequiera que salían, la mano de Jehová estaba contra ellos para mal, como Jehová había dicho, y como Jehová se lo había jurado; y tuvieron gran aflicción. Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban; pero tampoco oyeron a sus jueces, sino que fueron tras dioses ajenos, a los cuales adoraron; se apartaron pronto del camino en que anduvieron sus padres obedeciendo a los mandamientos de Jehová; ellos no hicieron así. Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían. Mas acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás, y se corrompían más que sus padres, siguiendo a dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante de ellos; y no se apartaban de sus obras, ni de su obstinado camino. Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y dijo: Por cuanto este pueblo traspasa mi pacto que ordené a sus padres, y no obedece a mi voz, tampoco yo volveré más a arrojar de delante de ellos a ninguna de las naciones que dejó Josué cuando murió; para probar con ellas a Israel, si procurarían o no seguir el camino de Jehová, andando en él, como lo siguieron sus padres. Por esto dejó Jehová a aquellas naciones, sin arrojarlas de una vez, y no las entregó en mano de Josué. 3 Estas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel, a todos aquellos que no habían conocido todas las guerras de Canaán; solamente para que el linaje de los hijos de Israel conociese la guerra, para que la enseñasen a los que antes no la habían conocido: los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta llegar a Hamat. Y fueron para probar con ellos a Israel, para saber si obedecerían a los mandamientos de Jehová, que él había dado a sus padres por mano de Moisés. Así los hijos de Israel habitaban entre los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Y tomaron de sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas a los hijos de ellos, y sirvieron a sus dioses. Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera. Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años. Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim. Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz. Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab contra Israel, por cuanto habían hecho lo malo ante los ojos de Jehová. Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras. Y sirvieron los hijos de Israel a Eglón rey de los moabitas dieciocho años. Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera, benjamita, el cual era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón rey de Moab. Y Aod se había hecho un puñal de dos filos, de un codo de largo; y se lo ciñó debajo de sus vestidos a su lado derecho. Y entregó el presente a Eglón rey de Moab; y era Eglón hombre muy grueso. Y luego que hubo entregado el presente, despidió a la gente que lo había traído. Mas él se volvió desde los ídolos que están en Gilgal, y dijo: Rey, una palabra secreta tengo que decirte. El entonces dijo: Calla. Y salieron de delante de él todos los que con él estaban. Y se le acercó Aod, estando él sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: Tengo palabra de Dios para ti. El entonces se levantó de la silla. Entonces alargó Aod su mano izquierda, y tomó el puñal de su lado derecho, y se lo metió por el vientre, de tal manera que la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura cubrió la hoja, porque no sacó el puñal de su vientre; y salió el estiércol. Y salió Aod al corredor, y cerró tras sí las puertas de la sala y las aseguró con el cerrojo. Cuando él hubo salido, vinieron los siervos del rey, los cuales viendo las puertas de la sala cerradas, dijeron: Sin duda él cubre sus pies en la sala de verano. Y habiendo esperado hasta estar confusos, porque él no abría las puertas de la sala, tomaron la llave y abrieron; y he aquí su señor caído en tierra, muerto. Mas entre tanto que ellos se detuvieron, Aod escapó, y pasando los ídolos, se puso a salvo en Seirat. Y cuando había entrado, tocó el cuerno en el monte de Efraín, y los hijos de Israel descendieron con él del monte, y él iba delante de ellos. Entonces él les dijo: Seguidme, porque Jehová ha entregado a vuestros enemigos los moabitas en vuestras manos. Y descendieron en pos de él, y tomaron los vados del Jordán a Moab, y no dejaron pasar a ninguno. Y en aquel tiempo mataron de los moabitas como diez mil hombres, todos valientes y todos hombres de guerra; no escapó ninguno. Así fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel; y reposó la tierra ochenta años. Después de él fue Samgar hijo de Anat, el cual mató a seiscientos hombres de los filisteos con una aguijada de bueyes; y él también salvó a Israel.

Salmo 42:
Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios? Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: "¿Dónde está tu Dios?" Recuerdo esto y me deshago en llanto: yo solía ir con la multitud, y la conducía a la casa de Dios. Entre voces de alegría y acciones de gracias hacíamos gran celebración. ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti desde la tierra del Jordán, desde las alturas del Hermón, desde el monte Mizar. Un abismo llama a otro abismo en el rugir de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas se han precipitado sobre mí. Ésta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe. Y le digo a Dios, a mi Roca: "¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?" Mortal agonía me penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan en cara a todas horas: "¿Dónde está tu Dios?" ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!


Proverbios 5:
Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. De los labios de la adúltera  fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. Pero al fin resulta más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro. No toma ella en cuenta el camino de la vida; sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce. Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido. Y dirás: "¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores. Ahora estoy al borde de la ruina, en medio de toda la comunidad." Bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial. ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas públicas? Son tuyas, solamente tuyas, y no para que las compartas con extraños. ¡Bendita sea tu fuente! ¡Goza con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo! ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera? ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena? Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas. Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez.


El Libro de HEBREOS Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
HEBREOS

CAPÍTULO 12
(64 d.C.)
JESÚS

POR tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos (los Santos del Antiguo Testamento quienes esperaban con ansias la Promesa venidera, Quien es el Señor Jesucristo y lo que Él haría en la Cruz para Redimir la humanidad), dejando todo el peso, y el pecado que nos rodea (lo podemos hacer sólo cuando entendemos que todo tiene que pasar por la Cruz, y la Cruz debe ser siempre el Objeto de nuestra Fe, lo cual entonces le da libertad de acción al Espíritu Santo para obrar dentro de nuestras vidas), corramos con paciencia la carrera que tenemos propuesta (el único "peso" que Dios nos permitirá en el curso de esta carrera es tomar y cargar la Cruz, y hacerlo fielmente [Luc. 9:23-24]),
2 Puestos los ojos en el Autor y Consumador de la Fe, en Jesús (Jesús nos ayudará hasta el final, ya que eso es lo que la palabra "Consumador" significa, con tal que mantengamos nuestra mirada en Él y lo que Él hizo en la Cruz; Él es la Fuente, en tanto la Cruz es el medio); El Cual por el gozo que Le esperaba, sufrió la Cruz, menospreciando la vergüenza (pero la Cruz era indispensable, si el hombre tenía que ser redimido), y se sentó a la Diestra del Trono de Dios. (Él "se sentó," se refiere a Su Obra en la Cruz que es "una Obra Terminada," y el hecho de que Él se sentó en el "Trono de Dios" significa que Dios ha aceptado totalmente Su Sacrificio.)
3 Enfocad pues a vuestro pensamiento a Aquél Que sufrió tal contradicción de pecadores contra Sí Mismo (significa considerar a modo de comparación; se refiere principalmente a los líderes religiosos de Israel que se opusieron amargamente a Él), para que no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando. (¡"Considérelo a Él" en vez de a sí mismo, y habrá victoria!)
4 Que aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado. (El Señor no les pide a los Creyentes que vaya a la Cruz y derramen su sangre para resistir el pecado. Jesús ya lo hizo por nosotros.)
CASTIGO
5 Y estáis ya olvidados de la exhortación que como a hijos habla con vosotros (el propósito del Apóstol en la introducción es mostrar que las aflicciones son concebidas por Dios para producir efectos positivos en las vidas de Su Pueblo), diciendo, Hijo Mío, no menosprecies el castigo del Señor, ni desmayes cuando eres de Él reprendido (todo lo que le sucede al Creyente es causado o permitido por el Señor; por consiguiente, debiéramos aprender lo que la lección desea impartir):
6 Porque el Señor al que ama castiga (Dios disciplina a aquéllos que Él ama, no a aquéllos por los cuales Él es indiferente), y azota a cualquiera que recibe por hijo. (Se refiere a todos quienes sinceramente Le pertenecen.)
7 Si sufrís el castigo, Dios se os presenta como a hijos (el castigo del Señor garantiza el  hecho de que es un Hijo de Dios); porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga? (Si un padre terrenal realmente tiene amor por su hijo, él tomará la medida necesaria para que el niño sea controlado. Si un padre terrenal hará esto, ¿cuánto más hará lo mismo nuestro Padre Celestial?)
8 Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos (todos los Verdaderos Creyentes) han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos. (Muchos afirman ser Creyentes aunque siguen en el pecado, pero el Señor nunca los castiga. Esto demuestra que son hijos ilegítimos, quiere decir que quieren la fe basándose en algo además de la Cruz. El verdadero hijo, sin duda, será castigado de vez en cuando.)
9 Por otra parte, a pesar del castigo que nos imponen nuestros padres de la carne, los reverenciábamos (padres terrenales): ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? (El "Padre de los espíritus" hace contraste con "los padres de la carne." Concierne a nuestros padres terrenales. La relación de nuestros padres con nosotros es limitada. La Suya es universal y eterna.)
10 Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a ellos les parecía (el empleo de la palabra "parecía" indica que el castigo puede o no puede haber sido apropiado, con respecto a nuestros padres terrenales); mas Éste para lo que nos es provechoso (explica la diferencia entre la desventaja del error humano y el conocimiento perfecto de nuestro Padre Celestial; Él busca nuestro provecho, y no puede equivocarse en el empleo del medio), para que recibamos Su Santificación. (Indica el propósito del castigo y la corrección de Dios.)
11 Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza (explica el hecho de que a veces las dificultades a las cuales estamos expuestos no nos dan gozo en ese momento, y a menudo es difícil de soportar): mas después da fruto apacible de Justicia a los que en Él son ejercitados. (El Espíritu Santo lleva todo esto a cabo para un propósito específico [Jn. 15:1-9].)
DESOBEDIENCIA
12 Por lo cual alzad las manos caídas (no esté desalentado) y las rodillas paralizadas (las rodillas, que se refieren a nuestro andar y dirección, son débiles debido al desaliento);
13 Y haced derechos pasos a vuestros pies (se refiere al "camino recto," lo que el castigo creado por el Señor desea causar), para que lo que es cojo no salga fuera del camino (ser cojo espiritualmente, lo cual se refiere a nuestra Fe que está puesta en otra cosa que no es la Cruz); antes sea sanado (lo que obrará cuando la Fe del Creyente esté nuevamente afianzada en la Cruz).
14 Seguid la paz con todos, y la Santidad (se debe esforzar para vivir pacíficamente con todos los hombres, pero no a costa de la Santidad, es decir, "comprometer la Palabra"), sin la cual nadie verá al Señor (la Ley no puede causar la Santidad; sólo la Gracia puede causarla, lo cual fue hecho posible por la Cruz):
15 Mirando bien que ninguno se aparte de la Gracia de Dios (frustramos la Gracia de Dios, y podemos caer de la Gracia, si obramos fuera de los límites de la Cruz [Gál. 2:21; 5:4]); que ninguna raíz de amargura brotando os impida (tratar de vivir para Dios fuera de Su orden prescrito, lo cual es la Cruz, solamente conducirá al fracaso, por eso, proporciona tierra fértil para "raíces de amargura"), y por ella muchos sean contaminados (se refiere a las obras de la carne [Gál. 5:19-21]);
16 Que ninguno sea fornicario, o profano, como Esaú (él era "impío" porque rechazó el Camino de Dios, es decir, la Cruz, y los resultados son inevitables), que por una vianda  vendió su primogenitura. (Él estaba dentro de la Familia de Dios, pero no era parte de la Familia de Dios, lo que caracteriza a millones de personas en la actualidad.)
17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la Bendición, fue reprobado (indica a Esaú, así como a millones de personas que desean la Bendición sin desear Al Que Bendice): que no halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró (la Bendición) con lágrimas. (Él quiso la Bendición, pero no quiso arrepentirse de poner su fe en algo ajeno de Cristo.)
18 Porque no os habéis llegado al Monte que se podía tocar (en efecto, le dice a estos Cristianos Judíos, "ustedes debieran considerar con cuidado la Ley que están proponiendo para volver a adoptarla"), y al fuego abrasador, y al turbión, y a la oscuridad, y a la tempestad (la idea es que podemos estar orientado hacia Dios con respeto a Su Ley según los símbolos dados, o podemos estar orientado a Él por medio de la Sangre de Su Hijo y nuestro Salvador, el Señor Jesucristo),
19 Y al sonido de la trompeta, y a la voz de las palabras (aquello que acompañaba la entrega de la Ley en el Monte Sinaí [Éx. 20:19]); la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más (relaciona el hecho de que la Voz de Dios sonaba con tal poder que la gente no podía aguantarlo [Éx. 20:19; Deut. 5:22-27]):
20 (Porque no podían tolerar lo que se mandaba (temieron que iban a morir), Si bestia tocare al monte, será apedreada, o pasada con dardo (todo esto representa la Santidad de Dios):
21 Y tan terrible cosa era lo que se veía, que Moisés dijo, Estoy asombrado y temblando:) (Demuestra en la voz más fuerte posible de que la Ley no puede ofrecer bendición duradera al hombre caído.)
22 Mas os habéis llegado al Monte de Sión, y a la ciudad del Dios Vivo, Jerusalén la Celestial (jamás ha alcanzado alguien esta ciudad por la Ley, sino sólo por la Gracia), y a la compañía de muchos millares de Ángeles (se refiere a números incontables),
23 Y a la Congregación de los Primogénitos, cuyos nombres están inscritos en los Cielos (corresponde a todo Creyente Nacido de Nuevo a partir del tiempo de Abel hasta la Segunda Venida; ¡el precio era la Cruz!), y a Dios el Juez de todos (Dios ha juzgado a todos quienes están en "la Congregación de los Primogénitos" como perfectamente justificado a Su vista), y a los espíritus de los justos hechos perfectos (Justificación por Fe),
24 Y a Jesús el Mediador del Nuevo Testamento (lo cual fue posible por la Cruz), y a la sangre del rociamiento (Cristo es el Mediador del Nuevo Convenio, por el derramamiento de Su Sangre; fue tipificado por la Sangre del Antiguo Convenio del cual Moisés rociaba a todo el pueblo [Éx. 24:4-8; Heb. 9:19]) que habla mejor que la de Abel. (Se refiere al Sacrificio animal de Abel como está registrado en Génesis, Capítulo 4.)
25 Mirad que no desechéis Al Que habla. (Se refiere a Cristo implícitamente y lo que Él hizo en la Cruz.) Porque si aquéllos no escaparon que desecharon Al Que hablaba en la Tierra (se refiere a Dios que dio la Ley en el Monte Sinaí), mucho menos nosotros, si desecháremos Al Que habla de los Cielos (si rechazamos a Cristo y la Cruz, ¡el Juicio es seguro!):
26 La Voz Del Cual entonces conmovió la Tierra (la Voz de Dios en el Monte Sinaí tenía el propósito de impresionarle a Israel la solemnidad del momento): mas ahora ha denunciado, diciendo, Aún la próxima vez Yo conmoveré no solamente la Tierra, mas aun el Cielo. (Esta frase se refiere al Primer Advenimiento de Cristo, Cuya Muerte en la Cruz sacudió el Cielo y la Tierra. Su Muerte, porque ésta expió todo el pecado, quebrantó el reclamo de Satanás por la humanidad.)
27 Y esta Palabra (se refiere a la "Palabra de la Cruz" [I Cor. 1:18]), Aún la próxima vez, declara la mudanza de las cosas movibles, como de cosas creadas (se refiere al Hecho de Dios transfiriendo este Universo que está bajo la maldición del pecado de Adán a una nueva base; esa nueva base que es un Universo nuevo y perfecto, que vendrá al final), para que quedan las que son firmes. (Se refiere a todo lo que Jesús pagó en la Cruz. Sólo la Fe en Cristo y en la Cruz nunca será sacudida. ¡Siempre permanecerán!)
28 Así que, tomando el Reino inmóvil (se refiere a nuestra entrada en este Reino, todo posible por la Cruz), vamos a Dios agradándole con temor y reverencia (se puede servir a Dios solamente por medio de la Gracia, cuya Fuente es Cristo y cuyo medio es la Cruz):
29 Porque nuestro Dios es fuego consumidor. (El fuego de Dios consumirá todo lo que no tiene que ver con la Fe en Cristo y la Cruz [I Cor. 3:10-17].)

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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