29 October 2023

El 29 de octubre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

Sonidos del aire libre


El 29 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 43 a 45:
43
 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tu. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará? Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará. Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel. No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso. No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí. Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel. 44 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno. Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una. El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado. Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría. Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado. 45 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado. ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por qué diste a luz?! Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos. Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé. Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos. Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán con grillos; te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de Dios. Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas. Confusos y avergonzados serán todos ellos; irán con afrenta todos los fabricadores de imágenes. Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos. Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro. No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud. Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados. En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.
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Salmo 2:
¿Porqué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás. Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.
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Proverbios 21:

En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazadoa. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los corazones. Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios. Los ojos altivos, el corazón orgulloso y la lámpara de los malvados son pecado. Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso! La fortuna amasada por la lengua embustera se esfuma como la niebla y es mortal como una trampa. La violencia de los malvados los destruirá, porque se niegan a practicar la justicia. Torcido es el camino del culpable, pero recta la conducta del hombre honrado. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. El malvado sólo piensa en el mal; jamás se compadece de su prójimo. Cuando se castiga al insolente, aprende el inexperto; cuando se instruye al sabio, el inexperto adquiere conocimiento. El justo se fija en la casa del malvado, y ve cuando éste acaba en la ruina. Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda. El regalo secreto apacigua el enojo; el obsequio discreto calma la ira violenta. Cuando se hace justicia, se alegra el justo y tiembla el malhechor. Quien se aparta de la senda del discernimiento irá a parar entre los muertos. El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será rico. El malvado pagará por el justo, y el traidor por el hombre intachable. Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra. El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra. El sabio conquista la ciudad de los valientes y derriba el baluarte en que ellos confiaban. El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias. Orgulloso y arrogante, y famoso por insolente, es quien se comporta con desmedida soberbia. La codicia del perezoso lo lleva a la muerte, porque sus manos se niegan a trabajar; todo el día se lo pasa codiciando, pero el justo da con generosidad. El sacrificio de los malvados es detestable, y más aún cuando se ofrece con mala intención. El testigo falso perecerá, y quien le haga caso será destruido para siempre. El malvado es inflexible en sus decisiones; el justo examina su propia conducta. De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo. Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor.



El Libro de Lucas Capítulo 21 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS




CAPÍTULO 21
(33 d.C.)
LOS DOS CENTAVOS




Y MIRANDO (nuestro Señor se encontraba en la columnata cubierta de esa parte del Templo donde estaba abierta para las mujeres Judías; ahí se hallaba el arca del tesoro con sus trece cajas en la pared, donde la gente echaba sus ofrendas), vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro (se insinúa que hacían una demostración ostentosa de sus limosnas, deseando impresionar a la gente por la cantidad que daban).
2 Y vio también una cierta viuda pobrecilla, que echaba allí dos centavos (probablemente equivale a algo menos de un dólar en la moneda actual).
3 Y dijo, De verdad os digo (demuestra un nuevo concepto de ofrendar), que esta viuda pobre echó más que todos (el término "viuda pobre" quiere decir que trabajaba arduamente para ganar lo poco que tenía):
4 Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios (quiere decir que ellos tenían mucho y les sobraba, constituyendo una ofrenda muy poca, por lo menos en los Ojos de Dios): mas ésta de su pobreza (penuria) echó todo el sustento que tenía (se refiere a su ofrenda, por muy pequeña que fuera, fue más grande que todas las demás combinadas porque ella dio todo; Dios juzga nuestras ofrendas tomando en cuenta muchos factores; el motivo ya que es uno, que desempeña un papel muy importante).
EL TEMPLO
5 Y a unos que decían del Templo (dicho en el Monte de los Olivos, mientras Jesús y Sus Discípulos salieron de la ciudad), que estaba adornado de hermosas piedras y dones (este edificio era uno de los más hermosos del mundo), Él dijo,
6 Estas cosas que veis (se refiere a la hermosura del Templo, que sus Discípulos admiraban aun entonces), días vendrán, en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida (es exactamente lo que sucedió en el año 70 d.C., cuando Tito destruyó el Templo y la ciudad).
7 Y Le preguntaron, diciendo, Maestro, ¿cuándo será esto? (Aunque en Mateo, Capítulo 24 trata principalmente con la Segunda Venida, Lucas se dirige a las Palabras de Cristo, que tienen que ver con la destrucción próxima por Tito el General Romano.) ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar a ser hechas? (Es un poco diferente del interrogante hecho en el Libro de Mateo, "¿qué será la señal de Su Venida y del fin del mundo?")
LAS SEÑALES DEL FIN
8 Él entonces dijo (en los siguientes cuatro Versículos, Lucas trata con las señales de la Edad con respecto a la Segunda Venida), Mirad, no seáis engañados (presenta la manera exacta en la cual Mateo comienza su relato – la advertencia de la decepción; mayormente en la esfera de la religión): porque vendrán muchos en Mi Nombre, diciendo, Yo soy el Cristo (de Cristo); y el tiempo está cerca (el Arrebatamiento de la Iglesia): por tanto, no vayáis en pos de ellos (ten mucho cuidado a quién sigues).
9 Empero cuando oyereis de guerras y sediciones, no os espantéis (cuando Israel rechazó a Cristo, sometió al mundo a unos 2.000 años más de terror): porque es necesario que estas cosas acontezcan primero (lo cual, en efecto, ha caracterizado el mundo de esa época hasta hoy); mas aun no será el fin (quiere decir que el fin no es inmediato).
10 Entonces les dijo, Se levantará gente contra gente, y reino contra reino (se refiere al momento inmediatamente antes de la Gran Tribulación, e incluyendo este período de tiempo determinado):
11 Y habrá grandes terremotos en varios lugares, y hambres, y pestilencias; y habrá espantos y grandes señales del Cielo (sucederán esas cosas en esta escala concreta durante el Período de la Gran Tribulación).
JERUSALÉN
12 Mas antes de todas estas cosas (se refiere al período poco después de haber hecho Él estas declaraciones) os echarán mano, y perseguirán, entregándoos a las Sinagogas y a las cárceles, siendo llevados a los reyes y a los gobernadores por causa de Mi Nombre (el Libro de los Hechos registra estos eventos, y la historia registra lo que sucedió después del Libro de los Hechos).
13 Y os será para Testimonio (los Creyentes no deben permitir que sus "Testimonios" se entorpezcan por la persecución, sino más bien sean motivo para estar fortalecidos).
14 Poned pues en vuestros corazones, no pensar antes cómo habéis de responder (no condena la prudencia, sino que incita la confianza total en el Señor sin temor):
15 Porque Yo os daré boca y sabiduría (corresponde a la unción del Espíritu Santo en el corazón y vida de los Creyentes, dándoles ayuda cuando se requiere), a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán.
16 Más seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos (describe el poder de las religiones demoníacas y el control de sus víctimas); y matarán a algunos de vosotros (algunos no serán librados, sino que preferirán morir por su Testimonio).
17 Y seréis aborrecidos de todos por causa de Mi Nombre (este Versículo es prueba suficiente de la veracidad del Cristianismo, en que todo lo que puede sobrevivir la oposición, y aún crecer – hasta que sea lo más importante del mundo – confirma la integridad de su Fundador, el Señor Jesucristo, y la sinceridad de sus convertidos).
18 Mas ni un pelo de vuestra cabeza perecerá (nuestro Señor ya expone la destrucción cercana de Jerusalén en el año 70 d.C.; en esa matanza, la cual resultó en el sacrificio de más de un millón de Judíos, ni un solo Cristiano perdió su vida porque ellos leyeron esos mismos Versículos, y acataron a lo que Cristo les mandó a hacer).
19 En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas (si la situación no se mejorara, el Creyente debe ser "paciente," sabiendo que Dios tiene todo bajo Su control, y que todo lo que Él hace es para el beneficio del Creyente y no para su perjuicio).
20 Y cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos (corresponde a la invasión de Tito en el año 70 d.C.), sabed entonces que su destrucción ha llegado (expresa el momento en que Tito comenzaría a sitiar la ciudad de Jerusalén, lo cual sería la señal de que los Cristianos habrían de salir, ¡lo cual así hicieron!).
21 Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes (señalaba a aquéllos que creían en la Palabra, lo que era cierto de todos los Cristianos); y los que en medio de ella, váyanse (quiere decir que ninguna parte de Judea estaría a salvo de los ejércitos Romanos); y los que estén en los campos, no entren en ella (se refiere a los Cristianos que vivían en las regiones vecinas, que no debían venir en este tiempo a Judea).
22 Porque estos son días de venganza (se refiere al juicio; Israel había rechazado a Cristo; ahora tienen que pagar), para que se cumplan todas las cosas que están escritas (corresponde al cumplimiento de estas mismas palabras dadas por Cristo, como también todas las Profecías; y es seguro, cada sola Palabra de Dios se cumplirá, exactamente como fue predicho).
23 ¡Mas ay de las que están encinta, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apuro grande sobre la Tierra e ira en este pueblo (una vez más, tiene que ver con los días terribles que le vendrían a Jerusalén, y lo cual sucedió en el año 70 d.C.).
24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones (millares y millares de Judíos después de esta matanza del año 70 d.C. fueron vendidos como esclavos en todas partes del mundo de esa época; y también, la gente Judía casi en su totalidad fue esparcida por todo el mundo, cumpliendo exactamente lo que Cristo dijo que sucedería): y Jerusalén será hollada de los Gentiles, hasta que los tiempos de los Gentiles sean cumplidos (en efecto, dio prueba al caso puesto que Jerusalén fue destruido por los Babilonios unos 600 años antes de Cristo; de hecho, ha continuado hasta hoy día, y por todos los propósitos prácticos, continuará hasta la Segunda Venida; entonces los "tiempos de los Gentiles serán cumplidos," e Israel una vez más llegará a ser la Nación primera del mundo, lo cual hará bajo Cristo).
25 Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas (manifiesta al Señor que vuelve a Su tema anterior acerca de las señales con respecto a Su Segunda Venida, que se mencionó antes en los Versículos 8 al 11); y en la Tierra angustia de gentes por la confusión (se refiere a los problemas sin solución, los cuales prevalecerán en la Gran Tribulación venidera); a causa del sonido del mar y de las ondas (no corresponde a los cuerpos de agua, sino más bien a las naciones que rugen en disgusto, odio, rebelión y guerra [Apoc. 17:15]):
26 Desfalleciéndose los corazones de los hombres a causa del temor (no tiene nada que ver con la enfermedad del corazón, sino más bien que los hombres se descorazonan, es decir, no tienen más ánimo para continuar), y expectación de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la Tierra (Apoc., Capítulos 6 al 19 nos da en detalle gráfico un relato de lo que sucederá): porque las Potestades de los Cielos serán  conmovidas (declara el Juicio de Dios que caerá sobre Israel y las naciones Gentiles que aún son incrédulos, que no tiene precedente en toda la historia pasada, y no habrá nada similar en la historia subsiguiente [Mat. 24:21]).
27 Y entonces (se refiere a la conclusión de la Gran Tribulación) verán al Hijo del Hombre, que vendrá (se refiere a la Segunda Venida, y muy posible que será televisado por las Agencias Noticieras reportando la Batalla de Armagedón, rugiendo en ese momento, lo cual describirá esta Venida en todas partes del mundo) en una nube (no se refiere a las nubes de los Cielos, sino más bien de las nubes de Santos y Ángeles, que regresarán con el Señor en esa Venida) con potestad y Gloria grande (como se dijo anteriormente, cuando Él viene la segunda vez, el mundo no tendrá que preguntarse si en realidad es Él; ¡será muy evidente!).
28 Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse (se refiere a las "señales" de los Versículos 8 al 11, así como los Versículos 25 y 26), mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra Redención está cerca (no se refiere al Arrebatamiento, ya que esto habrá pasado años antes, sino más bien la Liberación de Israel en la Segunda Venida cuando Cristo venga con los Santos Arrebatados [Isa. 11:10-12; 66:7-8; Zac., cap. 14; Mat. 24:29-31; Rom. 11:25-29; Apoc., cap. 19]).
LA HIGUERA
29 Y les dijo una Parábola: Mirad la higuera, y todos los árboles (Jesús usa una ilustración simple que sirve para señalar la Segunda Venida);
30 Cuando ya brotan, viéndolo, de vosotros mismos entendéis que el verano está ya cerca (la estación de la Primavera nos dice que la estación del Verano está a punto de comenzar).
31 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas (de nuevo habla de los acontecimientos de los Versículos 8 al 11, así como los Versículos 25 y 26), entended que está cerca el Reino de Dios (apunta a la Segunda Venida, que introducirá la Edad del Reino).
32 De cierto os digo, Que no pasará esta generación, hasta que todo sea cumplido (la generación que estará viva en el momento de estos acontecimientos).
33 El Cielo y la Tierra pasarán (pasará de una condición a otra): mas Mis Palabras no pasarán (la Palabra de Dios está muy segura de cumplirse aún más que la estabilidad del Cielo y de la Tierra).
VIGILAD Y ORAD
34 Y mirad por vosotros mismos (comienza una porción de enseñanza que se aplica al Cuerpo entero de Cristo, y para siempre), que vuestros corazones no sean cargados (sobrecargados) de glotonería (libertinaje) y embriaguez, y de los cuidados de esta vida (las cosas que no son espirituales), y venga de repente sobre vosotros aquel día (realmente apunta a la Segunda Venida, pero puede señalar, también, al Arrebatamiento y a la Muerte).
35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la Tierra (en otras palabras, las cosas no resultarán como el hombre piensa que van a resultar, ya que la Segunda Venida cambiará todo).
36 Velad pues, orando en todo tiempo (observa los eventos que transcurren, y compárenlos en cualquier capacidad con la Palabra, pidiéndole al Señor que Le conceda discernimiento), que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir (señala al Arrebatamiento de la Iglesia; el término "dignos" dicho aquí por Jesús no tiene nada que ver con la auto-justicia, sino más bien la justicia que se le da libremente a alguien que expresa la Fe en Cristo y la Cruz; esto y esto solo es la clave), y de estar en pie delante del Hijo del Hombre (se refiere a ser llevado para estar con el Señor antes de la Gran Tribulación venidera [I Tes. 4:13-18]).
37 Y enseñaba de día en el Templo (corresponde a Sus últimas horas antes de la Crucifixión); y de noche saliendo, se quedaba en el Monte que se llama de los Olivos (tenemos aquí al Hijo de Dios, el Creador de todas las cosas, el Hacedor del Cielo y de la Tierra, Quien realmente no tenía dónde colocar Su Cabeza, a excepción de una roca; la humillación que Él sufrió no tiene comparación alguna en los anales de la historia humana).
38 Y todo el pueblo venía a Él por la mañana (tiene que ver con los miles que ocuparon Jerusalén, ya que era el tiempo de la Pascua), para oírle en el Templo (para escuchar al "Dador de la Vida," presentar las "Palabras de Vida").


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

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