27 September 2023

El 27 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 27 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Job 7 a 9:
7 ¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
Y sus días como los días del jornalero? Como el siervo suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo, Así he recibido meses de calamidad,
Y noches de trabajo me dieron por cuenta. Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba. Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;
Mi piel hendida y abominable. Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza. Acuérdate que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a ver el bien. Los ojos de los que me ven, no me verán más;
Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. Como la nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol no subirá; No volverá más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más. Por tanto, no refrenaré mi boca;
Hablaré en la angustia de mi espíritu,
Y me quejaré con la amargura de mi alma. ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,
Para que me pongas guarda? Cuando digo: Me consolará mi lecho,
Mi cama atenuará mis quejas; Entonces me asustas con sueños,
Y me aterras con visiones. Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación,
Y quiso la muerte más que mis huesos. Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame, pues, porque mis días son vanidad. ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,
Y para que pongas sobre él tu corazón, Y lo visites todas las mañanas,
Y todos los momentos lo pruebes? ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco tuyo,
Hasta convertirme en una carga para mí mismo? ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora dormiré en el polvo,
Y si me buscares de mañana, ya no existiré.
8 Respondió Bildad suhita, y dijo: ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,
Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso? ¿Acaso torcerá Dios el derecho,
O pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si tus hijos pecaron contra él,
El los echó en el lugar de su pecado. Si tú de mañana buscares a Dios,
Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto,
Ciertamente luego se despertará por ti,
Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño,
Tu postrer estado será muy grande. Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas,
Y disponte para inquirir a los padres de ellas; Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos,
Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra. ¿No te enseñarán ellos, te hablarán,
Y de su corazón sacarán palabras? ¿Crece el junco sin lodo?
¿Crece el prado sin agua? Aun en su verdor, y sin haber sido cortado,
Con todo, se seca primero que toda hierba. Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;
Y la esperanza del impío perecerá; Porque su esperanza será cortada,
Y su confianza es tela de araña. Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie;
Se asirá de ella, mas no resistirá. A manera de un árbol está verde delante del sol,
Y sus renuevos salen sobre su huerto; Se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente,
Y enlazándose hasta un lugar pedregoso. Si le arrancaren de su lugar,
Este le negará entonces, diciendo: Nunca te vi. Ciertamente este será el gozo de su camino;
Y del polvo mismo nacerán otros. He aquí, Dios no aborrece al perfecto,
Ni apoya la mano de los malignos. Aún llenará tu boca de risa,
Y tus labios de júbilo. Los que te aborrecen serán vestidos de confusión;
Y la habitación de los impíos perecerá.
9 Respondió Job, y dijo: Ciertamente yo sé que es así;
¿Y cómo se justificará el hombre con Dios? Si quisiere contender con él,
No le podrá responder a una cosa entre mil. El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;
¿Quién se endureció contra él, y le fue bien? El arranca los montes con su furor,
Y no saben quién los trastornó; El remueve la tierra de su lugar,
Y hace temblar sus columnas; El manda al sol, y no sale;
Y sella las estrellas; El solo extendió los cielos,
Y anda sobre las olas del mar; El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,
Y los lugares secretos del sur; El hace cosas grandes e incomprensibles,
Y maravillosas, sin número. He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré;
Pasará, y no lo entenderé. He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir?
¿Quién le dirá: ¿Qué haces? Dios no volverá atrás su ira,
Y debajo de él se abaten los que ayudan a los soberbios. ¿Cuánto menos le responderé yo,
Y hablaré con él palabras escogidas? Aunque fuese yo justo, no respondería;
Antes habría de rogar a mi juez. Si yo le invocara, y él me respondiese,
Aún no creeré que haya escuchado mi voz. Porque me ha quebrantado con tempestad,
Y ha aumentado mis heridas sin causa. No me ha concedido que tome aliento,
Sino que me ha llenado de amarguras. Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte;
Si de juicio, ¿quién me emplazará? Si yo me justificare, me condenaría mi boca;
Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo. Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo;
Despreciaría mi vida. Una cosa resta que yo diga:
Al perfecto y al impío él los consume. Si azote mata de repente,
Se ríe del sufrimiento de los inocentes. La tierra es entregada en manos de los impíos,
Y él cubre el rostro de sus jueces.
Si no es él, ¿quién es? ¿Dónde está? Mis días han sido más ligeros que un correo;
Huyeron, y no vieron el bien. Pasaron cual naves veloces;
Como el águila que se arroja sobre la presa. Si yo dijere: Olvidaré mi queja,
Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré, Me turban todos mis dolores;
Sé que no me tendrás por inocente. Yo soy impío;
¿Para qué trabajaré en vano? Aunque me lave con aguas de nieve,
Y limpie mis manos con la limpieza misma, Aún me hundirás en el hoyo,
Y mis propios vestidos me abominarán. Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,
Y vengamos juntamente a juicio. No hay entre nosotros árbitro
Que ponga su mano sobre nosotros dos. Quite de sobre mí su vara,
Y su terror no me espante. Entonces hablaré, y no le temeré;
Porque en este estado no estoy en mí.

Salmo 121:

Alzaré mis ojos a los montes, ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de YHVH, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí no se adormecerá ni dormirá, El que guarda a Israel. YHVH es tu guardador, YHVH es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. YHVH te guardará de todo mal, Él guardará tu alma. YHVH guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre. 


Proverbios 20: 

EL vino es pendenciero, alborotador el licor: El que se tambalea con ellos no es sabio. Como rugido de león es el terror del rey, El que provoca su ira, expone su propia vida. Honra del hombre es evitar la contienda, pero todo insensato se envolverá en ella. En otoño no ara el holgazán, Rebuscará en la cosecha, pero no hallará nada. Agua profunda es el consejo en el corazón del hombre, El hombre entendido logrará sacarlo. Muchos proclaman sus propias bondades, Pero un hombre de fiar, ¿quién lo hallará? El justo que camina en su integridad, Deja hijos bienaventurados tras él. Un rey sentado en el tribunal, Disipa con su mirada toda maldad. ¿Quién podrá decir: Tengo la conciencia pura, Limpio estoy de mi pecado? Pesa falsa y medida falsa, Ambas son abominación a YHVH. Ya con sus acciones deja ver el niño, Si su conducta será limpia y recta. El oído que oye y el ojo que ve: Ambas cosas las hizo YHVH. No te aficiones al sueño, No sea que te empobrezcas, Despega tus ojos y te saciarás de pan. Caro, caro, dice el comprador, Pero se marcha restregándose las manos. Está el oro y multitud de rubíes, Pero los labios sabios son una joya preciosa. Quítale el vestido a quien sale fiador de un extraño, Y toma prendas del que se obliga por la extraña. Dulce es al hombre el pan de la falsedad, Pero cuando haya llenado su boca, se convertirá en cascajo. Sopesa los planes mediante el consejo, Y con sabias direcciones haz la guerra. Quien descubre secretos levanta calumnia, No frecuentes, pues, al que abre mucho la boca. Al que insulte a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en la más densa oscuridad. Herencia adquirida con rapacidad al comienzo, No será bendita en su fin. No digas, yo me vengaré, Espera a YHVH, y Él te salvará. Las pesas desiguales son abominación a YHVH, Y una balanza con trampa no es buena. De YHVH son los pasos del hombre, ¿Cómo, pues, podrá el hombre entender su camino? Lazo es al hombre hacer apresuradamente un voto, Y después de prometido, pensarlo. El rey sabio avienta a los malvados, Y hace pasar sobre ellos la rueda de trillar. Lámpara de YHVH es el espíritu del hombre, Que escudriña las profundidades del alma. Misericordia y verdad preservan al rey, Y la clemencia sustenta su trono. La gloria de los jóvenes es su fortaleza, Y el esplendor de los ancianos, la cabeza cana. Las heridas y las llagas drenan el mal, Y los golpes llegan a lo íntimo del corazón. 


 El Libro de Marcos Capítulo 4 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 4
(31 d.C.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR




Y OTRA vez Jesús comenzó a enseñar junto al mar: y se reunió a Él mucha
gente, tanto que entrándose Él en un barco, se sentó en el mar (sentado en el barco en el Mar de Galilea); y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
2 Y les enseñaba por Parábolas muchas cosas, y les decía en Su Doctrina (si Él se hubiera quedado en la orilla del mar, los enfermos podrían haberlo tocado y podrían haber sido sanados; pero Su tarea como Siervo era de tratar con el pecado en vez de sus efectos),
3 Oíd (escuchen); he aquí, el sembrador salió a sembrar (esta Parábola es dada en Mateo, cap. 13, y repetida en Lucas, cap. 8, pero redactada un poco diferente; éstas eran ilustraciones tomadas de la vida diaria y del vivir, que la gente entendía. Sin embargo, ellos rara vez entendían Sus Parábolas):
4 Y aconteció, sembrando, que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del Cielo y la devoraron (la "semilla sembrada" es el Evangelio; las "aves del aire" representan a Satanás y sus poderes demoníacos).
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:
6 Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó (muchos comienzan con Cristo, pero no duran mucho tiempo; todo esto completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional).
7 Y otra parte (la simiente) cayó en espinas, y subieron las espinas, y la ahogaron (las preocupaciones de esta vida, etc.), y no dio fruto.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento (un ciento por uno, etc.).
9 Entonces les dijo, El que tiene oídos para oír, oiga (aquéllos que "oirían" correctamente, se ocuparían de estas Palabras de Cristo, considerándolas, hasta que de alguna manera la Verdad sería revelada finalmente; el Evangelio está diseñado de esta manera deliberadamente por el Espíritu Santo, a fin de descubrir lo que es insincero).
EL PROPÓSITO DE
LAS PARÁBOLAS
10 Y cuando estuvo solo, Le preguntaron los que estaban cerca de Él con los Doce (posiblemente no menos de cuarenta o cincuenta), sobre la Parábola (lo que ésta significaba).
11 Y les dijo, A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios (aquéllos que realmente quieren saber): mas a los que están fuera (quienes no tienen deseo alguno de saber), reciben por Parábolas todas las cosas (las Parábolas fueron usadas para rechazar a los simples curiosos, y acercar a los que sinceramente estaban deseosos):
12 Para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. (La ceguera y la sordera judicial justamente acontecen a aquéllos que no desean ver ni oír; el énfasis está en la persona y no en Dios. Él desea que todos vean y oigan bien.)
13 Y les dijo, ¿No sabéis esta Parábola? (Contiene un reproche apacible. La pregunta como dada por el Señor, indica que ellos deberían haber sabido.) ¿Cómo, pues, entenderéis todas las Parábolas? (La Parábola del Sembrador expone el principio de todas las Parábolas acerca del entendimiento de ellas.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
14 El que siembra es el que siembra la Palabra (la Palabra de Dios. Esta "semilla" debe ser sembrada en todo el mundo [Marc. 16:15]).
15 Y estos (los que solamente oyen, pero no reciben) son los de junto al camino, en los que la Palabra es sembrada; pero después que la oyeron, inmediatamente viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones (la estructura de la oración es que estos individuos no tienen que permitir que Satanás les quite la Palabra).
16 Y asimismo estos (aquéllos que oyen y reciben, pero no tienen durabilidad alguna) son los que son sembrados en pedregales; los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo (millones se hunden en esta categoría);
17 Pero no tienen raíz en sí (otra vez, esto es culpa del individuo), antes son temporales (quiere decir que ellos sinceramente Nacieron de Nuevo): cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la Palabra (es seguro que ocurrirá), luego se escandalizan (no pueden aguantar la oposición, porque ellos no tienen raíz alguna, que significa que la tierra no estuvo suficientemente preparada).
18 Y estos (empiezan bien, y hasta aguantan por un rato, pero ellos permiten que el mundo los detenga) son los que son sembrados entre espinas; los que oyen la Palabra,
19 Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y se hace infructuosa (significa que ellos manifestaban realmente el fruto por un momento, pero permitieron que las cosas del mundo lo ahogaran, hasta que ellos se volvieron totalmente infructuosos, y perdieron su camino; la Parábola del Sembrador completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional, como es obvio aquí).
20 Y estos (aquéllos que oyen, reciben, llevan fruto y siguen llevando fruto para siempre; no permiten que nada los detenga) son los que fueron sembrados en buena tierra (el individuo determina si la tierra es buena o no); los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
EL EVANGELIO
21 También les dijo, ¿Se trae la antorcha para ser puesta debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero? (El Evangelio no debe ser simplemente disfrutado en privado, sino más bien impartido como una lámpara imparte su luz.)
22 Porque no hay nada oculto, que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de descubrirse (el Evangelio no está destinado para ser escondido, o guardado en secreto, pero debe ser extendido por todas partes, en todo el mundo).
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga (el Señor hará que el Evangelio sea conocido a todas las Naciones, y todos los que lo oyen serán responsables por lo que oyen).
24 Les dijo también, Mirad lo que oís (no hay excusa alguna para que los Creyentes no oigan correctamente): con la medida que medís, os medirán otros: y será añadido a vosotros los que oís (en la misma proporción a la diligencia dada al Estudio de la Biblia, así la inteligencia espiritual será medida al estudiante).
25 Porque al que tiene, le será dado: y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado (los dones espirituales, si están ejercidos, serán desarrollados; si no, serán perdidos).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
26 Decía más, Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra (la  responsabilidad de los Creyentes de extender el Evangelio);
27 Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece, cómo, él no sabe (la Palabra si es correctamente sembrada, tendrá sin falta, su efecto apropiado).
28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga (esta es la Ley del Evangelio en cuanto a "sembrar y cosechar").
29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la cosecha ha llegado (tiene referencia al fin de la época, cuando la Iglesia será llamada para dar cuenta).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
DE MOSTAZA
30 Y decía, ¿A qué haremos semejante el Reino de Dios? ¿o con qué Parábola le compararemos? (Tiene la intención de indicar la manera en que Satanás procurará corromper la Palabra de Dios.)
31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra (la Iglesia comenzó muy pequeña):
32 Pero después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas (el Cristianismo es actualmente la religión más grande en la Tierra, que cuenta con casi dos mil millones de adherentes, en una forma u otro); de tal manera que las aves del Cielo puedan morar bajo su sombra (se refiere a la mayor parte del Cristianismo corrompido por Poderes Satánicos como explicado en Mat. 13:19 y Luc. 8:12).
33 Y con muchas tales Parábolas Él les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír (capaz de entender).
34 Y sin Parábola Él no les hablaba: mas a Sus Discípulos en particular Él declaraba todo (les dio una instrucción ampliada).
JESÚS CALMA LA TEMPESTAD
35 Y les dijo (los Doce) aquel día, cuando fue tarde (se refiere al mismo día que Él enseñaba a la gente por Parábolas), Pasemos al otro lado del mar (se manifiesta como un microcosmo de esta vida presente; las tormentas vienen, y es sólo con Cristo, que podemos llegar a la otra orilla).
36 Y despachando la multitud, Le tomaron como estaba, en el barco (quiere decir que Él estuvo muy cansado, hasta el punto del agotamiento físico; como ser humano, Él se cansó, como nosotros lo hacemos). Y había también con Él otros barquitos (¡se refiere a aquéllos que quisieron estar cerca de Él, lo cual es muy comprensible!).
37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se llenaba de agua (representa en el sentido espiritual, las tormentas de la vida, que vienen a todas las personas).
38 Y Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal: y Le despertaron, y Le dicen, ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? (El Señor había dicho, "déjenos pasar al otro lado." Esto significa que a pesar de la tormenta, o algo más respecto a eso, alcanzarían la otra orilla. La gente de Dios está en el mismo barco con Cristo, y no podemos perecer porque Él no puede perecer. Pero es de esperar las tormentas de oposición porque con seguridad vendrá [Sal. 93].)
39 Y Él levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar, Calla, enmudece (el Griego insinúa, "¡Silencio! ¡Cállese!"). Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza (inmediatamente).
40 Y a ellos dijo, ¿Por qué estáis así amedrentados? (Este tipo de miedo, muestra el amor inapropiado [I Jn. 4:18].) ¿Cómo no tenéis fe? (Los Discípulos habían aceptado Su  Oficio como el Mesías, pero tenían el concepto más inadecuado de lo que aquel Oficio incluía.)
41 Y temieron con gran temor (significa que su temor a Él, era más que el miedo que le tenían a la tormenta), y decían el uno al otro, ¿Quién es Éste, que aun el viento y el mar Le obedecen? (¡Los Discípulos tenían razón! El viento y el mar de veras Le obedecieron, y todas las demás cosas también. ¿Entonces, por qué tendremos miedo?)

Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablara en lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como el bronce que resuena, o un címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviera toda la fe, de tal manera que removiera montañas, y no tuviera amor, nada soy. Y aun si repartiera todas mis posesiones, y entregara mi cuerpo para gloriarme, y no tuviera amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, el amor es bondadoso, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no actúa indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra en la injusticia, sino que se regocija con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. Porque las profecías serán abolidas, las lenguas cesarán, el conocimiento se acabará; porque en parte conocemos, y en parte profetizamos, pero cuando venga lo perfecto, lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño. Porque aún ahora vemos mediante espejo, veladamente; pero entonces, cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, conforme fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.  


Hebreos 10:35-12:4:
No perdáis, pues, vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque de aquí a un momento, Tan solo un momento. Y el que ha de venir vendrá, Y no tardará. Pero mi justo vivirá por fe; Y si retrocede, mi alma no se agradará en él. Pero nosotros no somos de los que retrocedemos para destrucción, sino de los que tenemos fe para preservación del alma. Es,  pues,  la fe la certeza de lo que se espera,  la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín,  por lo cual alcanzó testimonio de que era justo,  dando Dios testimonio de sus ofrendas;  y muerto,  aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte,  y no fue hallado,  porque lo traspuso Dios;  y antes que fuese traspuesto,  tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios;  porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay,  y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé,  cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían,  con temor preparó el arca en que su casa se salvase;  y por esa fe condenó al mundo,  y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham,  siendo llamado,  obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia;  y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,  morando en tiendas con Isaac y Jacob,  coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos,  cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara,  siendo estéril,  recibió fuerza para concebir;  y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad,  porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también,  de uno,  y ése ya casi muerto,  salieron como las estrellas del cielo en multitud,  y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido,  sino mirándolo de lejos,  y creyéndolo,  y saludándolo,  y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen,  claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron,  ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor,  esto es,  celestial;  por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos;  porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham,  cuando fue probado,  ofreció a Isaac;  y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho:  En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre  los muertos,  de donde,  en sentido figurado,  también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob,  al morir,  bendijo a cada uno de los hijos de José,  y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José,  al morir,  mencionó la salida de los hijos de Israel,  y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés,  cuando nació,  fue escondido por sus padres por tres meses,  porque le vieron niño hermoso,  y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés,  hecho ya grande,  rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios,  que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios;  porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto,  no temiendo la ira del rey;  porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre,  para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca;  e intentando los egipcios hacer lo mismo,  fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por tanto,  nosotros también,  teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,  despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia,  y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús,  el autor y consumador de la fe,  el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,  menospreciando el oprobio,  y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo,  para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre,  combatiendo contra el pecado; 


Romanos 8:
  
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

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