El 26 de junio Lectura Biblica Diaria:
Isaías 66-Jeremías 1-2:
66 Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. El que sacrifica buey es como si matase a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada. Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos. Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el pago a sus enemigos. Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos. Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios. Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella; para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria. Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos. Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados. Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová. Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria. Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová. Y tomaré también de ellos para sacerdotes y levitas, dice Jehová. Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová. Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre.
Jeremías 1-2:
1 Las palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín. Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado. Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto. Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra. Vino a mí la palabra de Jehová por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte. Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra. Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades de Judá. Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron. Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte. 2 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová. Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador. Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. ¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Eufrates? Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos. Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. ¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán. Guarda tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir. Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado. Porque me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su calamidad dicen: Levántate, y líbranos. ¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses. ¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador. ¡Oh generación! atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? ¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días. ¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos. Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: Soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado. ¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. También de allí saldrás con tus manos sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás por ellos.
Salmo 44:
Oh
Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Tú con tu mano
echaste las naciones, y los plantaste a ellos; Afligiste a los pueblos,
y los arrojaste. Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni
su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en ellos. Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda
salvación a Jacob. Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En
tu nombre hollaremos a nuestros adversarios. Porque no confiaré en mi
arco, Ni mi espada me salvará; Pues tú nos has guardado de nuestros
enemigos, Y has avergonzado a los que nos aborrecían. En Dios nos
gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah
Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; Y no sales con
nuestros ejércitos. Nos hiciste retroceder delante del enemigo, Y nos
saquean para sí los que nos aborrecen. Nos entregas como ovejas al
matadero, Y nos has esparcido entre las naciones. Has vendido a tu
pueblo de balde; No exigiste ningún precio. Nos pones por afrenta de
nuestros vecinos, Por escarnio y por burla de los que nos rodean. Nos
pusiste por proverbio entre las naciones; Todos al vernos menean la
cabeza. Cada día mi vergüenza está delante de mí, Y la confusión de mi
rostro me cubre, Por la voz del que me vitupera y deshonra, Por razón
del enemigo y del vengativo. Todo esto nos ha venido, y no nos hemos
olvidado de ti, Y no hemos faltado a tu pacto. No se ha vuelto atrás
nuestro corazón, Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos, Para
que nos quebrantases en el lugar de chacales, Y nos cubrieses con sombra
de muerte. Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, O
alzado nuestras manos a dios ajeno, ¿No demandaría Dios esto? Porque él
conoce los secretos del corazón. Pero por causa de ti nos matan cada
día; Somos contados como ovejas para el matadero. Despierta; ¿por qué
duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre. ¿Por qué escondes
tu rostro, Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?
Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo, Y nuestro cuerpo está
postrado hasta la tierra. Levántate para ayudarnos, Y redímenos por
causa de tu misericordia.
Proverbios 7:
Hijo
mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis
mandamientos y vivirás, Y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a
tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú
eres mi hermana, Y a la inteligencia llama parienta; Para que te guarden
de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras. Porque
mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celosía, Vi entre los
simples, Consideré entre los jóvenes, A un joven falto de entendimiento,
El cual pasaba por la calle, junto a la esquina, E iba camino a la casa
de ella, A la tarde del día, cuando ya oscurecía, En la oscuridad y
tinieblas de la noche. Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y astuta de corazón. Alborotadora y rencillosa, Sus
pies no pueden estar en casa; Unas veces está en la calle, otras veces
en las plazas, Acechando por todas las esquinas. Se asió de él, y le
besó. Con semblante descarado le dijo: Sacrificios de paz había
prometido, Hoy he pagado mis votos; Por tanto, he salido a encontrarte,
Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. He adornado mi cama
con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto; He perfumado mi cámara
Con mirra, áloes y canela. Ven, embriaguémonos de amores hasta la
mañana; Alegrémonos en amores. Porque el marido no está en casa; Se ha
ido a un largo viaje. La bolsa de dinero llevó en su mano; El día
señalado volverá a su casa. Lo rindió con la suavidad de sus muchas
palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios. Al punto se marchó
tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las
prisiones para ser castigado; Como el ave que se apresura a la red, Y no
sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón.
Ahora pues, hijos, oídme, Y estad atentos a las razones de mi boca. No
se aparte tu corazón a sus caminos; No yerres en sus veredas. Porque a
muchos ha hecho caer heridos, Y aun los más fuertes han sido muertos por
ella. Camino al Seol es su casa, Que conduce a las cámaras de la
muerte.
El Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SANTIAGO
CAPÍTULO 1
(60 d.C.)
INTRODUCCIÓN
SANTIAGO
(el Hermano de nuestro Señor), siervo de Dios y del Señor Jesucristo
(nunca se refirió como Apóstol, aunque lo era definitivamente [Gál.
1:19]), a las Doce Tribus que están esparcidas, salud. (Declara el hecho
de que las Doce Tribus de Israel todavía existían, por lo tanto, diez
de ellas no se perdieron como algunos lo afirman.)
LA VICTORIA
2
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando cayereis en diversas
tentaciones (no se refiere tanto a la atracción del pecado, como a las
pruebas y dificultades);
3 Sabiendo que la prueba de vuestra Fe obra
paciencia. (Si es la Fe genuina, las pruebas sirvan para desarrollar su
persistencia.)
4 Mas tenga la paciencia perfecta su obra (no debemos
desalentarnos en cuanto a la prueba o la dificultad por la cual estamos
pasando), para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte nada. (El
objetivo en mente es que los Creyentes “sean maduros y completos.”)
LA FE
5
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría (corresponde al
conocimiento adecuado de la Palabra de Dios), pídesela a Dios, el cual
da a todos abundantemente (el Señor le concede a aquellos que piden, con
tal que pidan por cosas correctas; un mejor conocimiento de la Palabra
de Dios es siempre la cosa correcta), y sin ningún tipo de reproches; y
le será dada. (Cuando Le pedimos sabiduría, Él no nos reprochará ni
reprenderá nuestra conducta pasada. Él permite que nos acerquemos con
toda confianza y nos recibe con un espíritu de bondad total, y con
presteza en otorgarnos nuestras peticiones.)
6 Pero pida en Fe
(algunos acusan a Santiago de denigrar la Fe; sin embargo, hace
realmente todo lo contrario, califica la Fe como uno de los criterios
para todas las cosas), no dudando nada (sin titubear). Porque el que
duda es semejante a la onda del mar, que es movida del viento y echada
de una parte a otra. (El que continuamente cambia de un rumbo a otro
sólo manifiesta su propia inestabilidad y falta de sentido de estar bajo
el control Divino.)
7 No piense pues el tal hombre que recibirá
ninguna cosa del Señor. (Señala a un tipo particular de individuo, a
alguien que tiene “un corazón incrédulo.”)
8 El hombre de doble ánimo
es inconstante en todos sus caminos. (No puede poner su Fe en la Cruz y
algo más al mismo tiempo. Semejante Fe produce inestabilidad, lo cual
el Señor nunca honrará.)
LA HUMILDAD
9 El Hermano que es
de condición humilde (se refiere a alguien que es “humilde,
insignificante, débil y pobre”), gloríese en su alta posición (el mejor
lugar y posición es la posición que tiene en Cristo):
10 Mas el que
es rico, en su humillación (tiene la intención de señalar respecto a la
confianza en la riqueza, lo cual lo rebaja a los ojos de Dios): porque
él se pasará como la flor de la hierba. (Las riquezas mundanas son
temporales. Las perdemos rápidamente, o de otra manera nos morimos y las
dejamos.)
11 Porque salido el sol hace calor, la hierba se seca, y
su flor se cae, y pereció su hermosa apariencia (demuestra una
ilustración apropiada para todo lo que es de este mundo): así también se
marchitará el rico en todos sus caminos. (El hombre perece, no importa
si la riqueza dure o no.)
PERSEVERANCIA
12 Bienaventurado
el varón que persevera la tentación (se refiere a la prueba de la Fe):
porque cuando fuere probado, recibirá la Corona de Vida (una recompensa
mucho mayor que el precio pagado), que Dios ha prometido a los que Le
aman. (Si realmente Lo amamos, en efecto guardaremos Sus Mandamientos
[Jn. 14:15], lo cual podemos lograr con la ayuda del Espíritu Santo,
Quien requiere que nuestra Fe repose siempre en la Cruz [Rom. 6:3-5, 11,
14].)
LA TENTACIÓN
13 Cuando alguno es tentado, no diga
que es tentado de Dios (no debemos suponer que la tentación a pecar
proviene de Dios; ¡esto nunca sucede!): porque Dios no puede ser tentado
del mal, ni Él tienta a nadie (la Voluntad Santa del Dios omnipotente
resiste totalmente cualquier dirección hacia el pecado):
14 Sino que
cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y
seducido. (La tentación a pecar recurre a un defecto moral en nosotros,
aun en el mejor, porque nadie es perfecto.)
15 Y la concupiscencia,
después que ha concebido (se refiere a la lujuria pecaminosa), da a luz
el pecado (como dicho, estas tentaciones no provienen de Dios, sino de
los apetitos de la naturaleza pecaminosa del hombre, lo cual es
resultado de la Caída; la naturaleza pecaminosa puede ser mantenida a
raya, y tiene la intención de ser mantenida a raya por el Creyente que
afianza su Fe en la Cruz de Cristo, lo que entonces le dará libertad de
acción al Espíritu Santo para ayudar): y el pecado, siendo cumplido,
engendra la muerte. (Se refiere a la muerte espiritual, porque el pecado
separa al hombre de Dios.)
16 Amados Hermanos míos, no erréis.
(Santiago le dice a los Creyentes, “no sean engañados; el pecado es la
ruina de todo lo que es bueno.”)
LA BONDAD DE DIOS
17 Toda
buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto (presenta la Dádiva de
Su Hijo, el Señor Jesucristo, por Quien cada “Don Perfecto” es dado),
que desciende del Padre de las Luces (la maldad es la oscuridad; la luz
es la bondad), en El Cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
(Describe lo que Dios es y Él es inmutable.)
18 Él, de Su Propia
Voluntad, nos ha engendrado por la Palabra de Verdad (presenta la
impartición de la Vida Divina por medio de la Palabra, y es muy
significativo), para que seamos Primicias de Sus criaturas. (Las
"Primicias" representan no sólo lo que hemos recibido, lo que, en
efecto, es una promesa de lo que hemos de recibir en el futuro, sino
también reconoce el principio de la Propiedad Divina y todo lo que
poseemos.)
LA VIDA CRISTIANA
19 Por esto, mis amados
Hermanos, todo hombre sea pronto para oír (se refiere a la Palabra de
Dios), tardo para hablar (pudiera traducirse, “lento para murmurar”; no
debiéramos en absoluto murmurar, pero conociendo el corazón humano,
“lento para murmurar” está más a nuestro alcance), tardo para airarse
(todas estas cosas pueden ser controladas en la Cruz y sólo en la Cruz):
20
Porque la ira del hombre no obra la Justicia de Dios. (Explica el hecho
de que la ira y la irritación del corazón natural no producen nada de
lo que Dios acepta como Justicia.)
21 Por lo cual, dejando toda
inmundicia (impureza moral) y exceso de malicia (al incrementar la
maldad conducirá a la impureza moral; se pueden apartar estas cosas sólo
cuando el Creyente tenga un entendimiento de que todas las cosas le
llegan por Cristo y lo que Él hizo en la Cruz, lo cual exige que la Cruz
sea siempre el Objeto de nuestra Fe; en esta capacidad, el Espíritu
Santo, sin Él no podemos obrar, usará Su Poder a favor nuestro para
darnos la victoria), y recibid con mansedumbre la palabra implantada, la
cual puede hacer salvas vuestras almas. (La historia de la Biblia, es
decir, “la Palabra,” es la historia de la Cruz.)
22 Mas sed hacedores
de la Palabra (la "Palabra" tiene el potencial para hacer cosas grandes
y poderosas en nuestras vidas), y no tan solamente oidores (oyendo la
Palabra es definitivamente necesario, al mismo tiempo debe oírla
correctamente, y se refiere a un corazón que quiere recibirla),
engañándoos a vosotros mismos. (Es terrible ser engañado por otros, pero
es peor aún engañarnos a nosotros mismos deliberadamente. Si pensamos
que podemos vivir esta vida sin la Fe total en Cristo y la Cruz, hacemos
exactamente lo que Santiago dijo que no hagamos, “engañándoos a
vosotros mismos.”)
23 Porque si alguno oye la palabra, y no la pone
por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su
rostro natural (él ve sólo lo que es externo y, por lo tanto, no puede
hacer una evaluación exacta):
24 Porque él se considera a sí mismo
(no es la manera de Dios), y se fue, y luego se olvida de su propio
aspecto. (Es necesaria una evaluación de nosotros mismos. Sin embargo,
es Dios Solo Quien conoce el corazón, lo cual la Palabra de Dios,
presentada correctamente, revela.)
25 Mas el que hubiere mirado
atentamente en la perfecta Ley, que es la de la Libertad (define el
cuerpo entero de la verdad revelada en cuanto a la Palabra de Dios), y
perseverado en ella (debe haber una perseverancia continua en la
Palabra), no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal
será bienaventurado en lo que hace. (Al obedecer la Palabra de Dios trae
gran Bendición. Sin embargo, la única manera en que ella puede ser
obedecida es cuando el Creyente pone innegablemente su Fe en Cristo y la
Cruz.)
26 Si alguno piensa ser religioso entre vosotros (una
traducción mejor sería, “si alguien entre ustedes parece ser
espiritual”), y no refrena su lengua (otra vez, sólo el Espíritu Santo
en nuestras vidas puede hacer esto), sino engañando su corazón, la
religión del tal es vana. (Una traducción mejor, “la profesión de tal es
vana.”)
27 La religión pura (debiera traducirse, “espiritualidad
pura”) y no contaminada delante de Dios y Padre es ésta (se refiere a lo
que agrada a Dios), Visitar a los huérfanos y las viudas en sus
aflicciones (la Fe correcta siempre producirá obras correctas), y
guardarse sin mancha de este mundo. (La Victoria en la vida diaria debe
tener la ayuda y el Poder del Espíritu Santo.)
1 Corintios 13:
Si
yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser
como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y
entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe,
de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si
repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si
entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y
cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y
en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es
en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como
niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de
niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y
ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el
mayor de ellos es el amor.
Hebreos 10:35-12:4:
No
perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os
es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir
vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no
agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no
se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la
fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver
muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la
fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se
veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe
condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la
fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que
había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe
habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril,
recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la
edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual
también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del
cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del
mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo
prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y
confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los
que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues
si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente
tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial;
por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les
ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a
Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que
Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en
sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a
Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir,
bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el
extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de
los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe
Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la
fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta
la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira
del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró
la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los
primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como
por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron
ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos
siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los
desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo?
Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de
Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe
conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon
bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada,
sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron
en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos
mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el
rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron
vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron
apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno;
errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio
mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa
mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de
nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan
grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por
el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y
se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió
tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo
no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la
sangre, combatiendo contra el pecado;
Romanos 8:
Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por
cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de
carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la
carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu,
en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de
la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de
Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el
espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que
levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los
muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por
su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a
la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con
él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en
nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es
el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación
fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del
que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los
hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también
nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la
esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué
esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el
que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los
que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los
que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que
lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas
las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun,
el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo
el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas
estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
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