26 April 2022

El 26 de april Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 26 de april Lectura Bíblica Diaria:


2 Crónicas 14-16:

Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años. E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado. Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz. Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados. Tuvo también Asa ejército que traía escudos y lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos, todos hombres diestros. Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefata junto a Maresa. Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre. Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes. Y Asa, y el pueblo que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta no quedar en ellos aliento, porque fueron deshechos delante de Jehová y de su ejército. Y les tomaron muy grande botín. Atacaron también todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehová cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, porque había en ellas gran botín. Asimismo atacaron las cabañas de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y camellos, y volvieron a Jerusalén. 15 Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed, y salió al encuentro de Asa, y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará. Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley; pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras. Y una gente destruía a otra, y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbó con toda clase de calamidades. Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra. Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová. Después reunió a todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés y de Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios estaba con él. Se reunieron, pues, en Jerusalén, en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa. Y en aquel mismo día sacrificaron para Jehová, del botín que habían traído, setecientos bueyes y siete mil ovejas. Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma; y que cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese, grande o pequeño, hombre o mujer. Y juraron a Jehová con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas. Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz por todas partes. Y aun a Maaca madre del rey Asa, él mismo la depuso de su dignidad, porque había hecho una imagen de Asera; y Asa destruyó la imagen, y la desmenuzó, y la quemó junto al torrente de Cedrón. Con todo esto, los lugares altos no eran quitados de Israel, aunque el corazón de Asa fue perfecto en todos sus días. Y trajo a la casa de Dios lo que su padre había dedicado, y lo que él había consagrado, plata, oro y utensilios. Y no hubo más guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa. 16 En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá. Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo: Haya alianza entre tú y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire de mí. Y consintió Ben-adad con el rey Asa, y envió los capitanes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel; y conquistaron Ijón, Dan, Abel-maim y las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí. Oyendo esto Baasa, cesó de edificar a Ramá, y abandonó su obra. Entonces el rey Asa tomó a todo Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba, y con ellas edificó a Geba y a Mizpa. En aquel tiempo vino el vidente Hanani a Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos. Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti. Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo. Mas he aquí los hechos de Asa, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos. Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado. Y lo sepultaron en los sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David; y lo pusieron en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por expertos perfumistas; e hicieron un gran fuego en su honor.


Salmos 133:
¡Qué bueno es, y qué agradable, que los hermanos convivan en armonía! Es como el buen perfume que resbala por la cabeza de Aarón, y llega hasta su barba y hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío del monte Hermón, que cae sobre los montes de Sión. Allí el Señor ha decretado para su pueblo bendición y vida para siempre. 

Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿Qué, no deja oír su voz la inteligencia? Se para en las colinas, junto al camino; se queda esperando en las encrucijadas. Deja oír su voz a un lado de las puertas; a la entrada misma de la ciudad exclama: «A ustedes, los hombres, los llamo; a ustedes, los hombres, dirijo mi voz. Muchachos ingenuos, ¡entiendan! Jóvenes necios, ¡recapaciten! ¡Óiganme, que lo que voy a decirles son cosas muy justas e importantes. De mi boca sólo sale la verdad; mis labios aborrecen la mentira. Todas mis palabras son precisas; no hay en ellas dolo ni perversidad. Para los sabios y entendidos, todas ellas son contundentes y razonables. Den cabida a mis correcciones, no a la plata; acepten mis conocimientos, no el oro escogido. Yo, la sabiduría, valgo más que las piedras preciosas! ¡Ni lo más deseable puede compararse conmigo! »Yo, la sabiduría, convivo con la cordura; en mí se hallan el conocimiento y el consejo. El temor del Señor es aborrecer el mal; yo aborrezco la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa. En mí se hallan el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí llegan los reyes al trono y los príncipes imparten justicia. Por mí gobiernan los jefes y príncipes, y todos los que rigen con justicia. Yo amo a los que me aman, y dejo que me hallen los que en verdad me buscan. Las riquezas y la honra me acompañan, las verdaderas riquezas y la justicia. Mis frutos son mejores que el oro más refinado; mis ganancias sobrepasan a la  plata escogida. Yo voy por el camino recto; camino por las sendas de la justicia, para dar su herencia a los que me aman, para saturarlos de tesoros. »Desde el principio, el Señor me poseía; desde antes de que empezara sus obras. Desde el principio mismo fui establecida, desde antes de que la tierra existiera. Fui engendrada antes de los abismos, antes de que existieran los grandes manantiales. Fui engendrada antes de que se formaran los montes y las colinas. Aún no había creado él la tierra ni los campos, ni los primeros granos de arena del mundo, ¡y ya estaba yo ahí! Mientras él formaba los cielos y trazaba el arco sobre la faz del abismo, mientras afirmaba las nubes en las alturas, mientras reforzaba las fuentes del abismo, mientras establecía los límites del mar para que las aguas no traspasaran su cauce, ¡mientras afirmaba los fundamentos de la tierra! Yo estaba a su lado, ordenándolo todo, danzando alegremente todos los días, disfrutando siempre de su presencia, regocijándome en la tierra, su creación; ¡deleitándome con el género humano!» Hijos, por favor, ¡escúchenme! ¡Dichosos los que siguen mis caminos! Sean sabios y préstenme atención; no dejen de lado la disciplina. Dichoso el hombre que me escucha y todo el tiempo se mantiene vigilante a las puertas de mi casa. El que me halla, ha encontrado la vida y alcanzado el favor del Señor. El que peca contra mí, se daña a sí mismo; el que me aborrece, ama a la muerte. 






El Libro de II Corintios capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


II CORINTIOS



CAPÍTULO 8
(60 d.C.)
LA GRACIA DE DAR

ASIMISMO, Hermanos, os hacemos saber la Gracia de Dios que ha sido dada a las Iglesias de Macedonia (la Grecia del norte); 2 Que en grande prueba de tribulación (Macedonia se hallaba muy empobrecido debido a los problemas políticos y militares), la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su bondad. (A pesar de su profunda pobreza, daban generosamente a la Obra de Dios.) 3 Pues de su grado han dado conforme a sus fuerzas, yo testifico (Pablo estaba al tanto de sus circunstancias económicas), y aun sobre sus fuerzas (daban aun más de lo que podían dar); 4 Pidiéndonos con muchos ruegos, que aceptásemos la gracia (conociendo sus circunstancias empobrecidas, Pablo no quiso recibir la dádiva, pero ellos le insistieron) y la comunicación del Servicio para los Santos. (Pablo estaba recibiendo una Ofrenda de todas las Iglesias para los Santos pobres en Jerusalén.) 5 Y así hicieron (daban mucho más de lo que podían dar), no como lo esperábamos (mucho más de lo que él había anticipado), sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor (fue la Voluntad del Señor que ellos hicieran lo que hicieron), y a nosotros por la Voluntad de Dios. (Tenían gran confianza en Pablo y su Ministerio. Como vemos aquí, el Espíritu Santo utilizó a Macedonia de ejemplo.) 6 De manera que exhortamos a Tito, que como comenzó antes, así también acabe esta Gracia entre vosotros también. (Así como el Señor había Bendecido a Macedonia, la Iglesiade Corinto ha de ser Bendecida también, eso si es que siguieron el ejemplo de Macedonia.) 7 Por tanto, como en todo abundáis, en Fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, que también abundéis en esta Gracia (abundar en la Gracia de Dar).



JERUSALÉN



8 No hablo como un mandamiento (la Gracia de «Dar» no puede ser por «Mandamiento», o ya no es Dar), sino para poner a prueba, por la eficacia de otros (declara magnánimamente que Dar inspira el acto de Dar), la sinceridad también del amor vuestro. (Si nuestro amor a Dios es genuino, entonces con generosidad daremos a Su Obra.) 9 Porque ya sabéis la Gracia de nuestro Señor Jesucristo (Dar de Sí Mismo), que por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (Sólo podemos imaginar lo que Él dejó para venir a este mundo. Pero debido a lo que Él hizo, ya tenemos las riquezas de la Vida Eterna.) 10 Y en esto doy mi consejo (Pablo no mandaba, sino más bien aconsejaba): porque esto os conviene a vosotros (será provechoso), que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo desde el año pasado. (Habían comenzado esto hace un año, pero se habían desviado de su propósito por los problemas, que era la intención del Diablo.) 11 Ahora pues, llevad también a cabo el hecho, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tenéis. (No solamente discutan sobre esto, ¡háganlo!) 12 Porque si de veras hay buena voluntad (la primera consideración), será acepta por lo que tiene, no por lo que no tiene. (Nuestras obligaciones al Señor están limitadas a nuestra capacidad.) 13 Porque no digo esto para que otros sean aliviados (todos deben hacer su parte, sea lo que sea), y para vosotros les falte lo necesario (nada más les pedía que dieran su contribución correspondiente): 14 Sino para que en este tiempo, con igualdad, vuestra abundancia supla la falta de ellos (Corinto tenía mucho más riqueza material que los de Jerusalén, por lo tanto, les pedían que compartieran), para que también la abundancia de ellos supla vuestra falta (Pablo se estaba refiriendo al hecho de que la Iglesia de Jerusalén era responsable, por lo menos en cierta parte, por la gran Bendición Espiritual de la cual ya disfrutaban los Corintios): para que haya igualdad (Jerusalén distribuía Bendiciones Espirituales, mientras que Corinto repartía bendiciones materiales, lo cual compensaba todo): 15 Como está escrito (Éx. 16:18), El que recogió mucho, no tenía más (atesorar dinero no le cae bien al Señor); y el que poco, no tenía menos. (Al dar a la Obra de Dios, y con generiosidad, es lo que garantiza la Bendición.)



ARREGLOS



16 Pero gracias a Dios que dio la misma solicitud por vosotros en el corazón de Tito. (Tito tenía un corazón muy parecido al de Pablo, con respecto al Evangelio.) 17 Pues a la verdad no sólo recibió la exhortación (regresar a Corinto para recibir la Ofrenda); sino que estando también muy solícito, de su propia voluntad partió para ir a vosotros. (Puesto que la Iglesia de Corinto había experimentado un Avivamiento, todo había ya mejorado. Tito estaba ya ansioso de regresar a ellos.) 18 Y enviamos juntamente con él al Hermano cuya alabanza en el Evangelio es por todas las Iglesias (no nos dice exactamente quién era el Hermano); 19 Y no sólo esto, sino que también fue ordenado por las Iglesias como nuestro com pañero de viaje para llevar esta Gracia (esta Ofrenda), que es administrada de nosotros para Gloria del mismo Señor, y para demostrar vuestro pronto ánimo (el propósito fue para promover la Gloria del Señor demostrando el Amor de Dios con respecto a esta necesidad en concreto): 20 Evitando que nadie nos vitupere en esta abundancia que ministramos (que toda obra sea honesta): 21 Procurando las cosas honestas, no sólo delante del Señor, sino también delante de los hombres (para no dar lugar al Diablo a sus acusaciones). 22 Enviamos también con ellos a nuestro Hermano (presenta a otro hombre conjuntamente con el Hermano mencionado en el Versículo 18), al cual muchas veces hemos comprobado diligente en muchas cosas (le da crédito a pensar que este hombre, quien sea que fuera, era compañero y colaborador de Pablo), pero ahora mucho más diligente que nunca por la mucha confianza que tiene en vosotros. (Él estaba encantado de ir a Corinto, también.) 23 En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros (Pablo le encargó a Tito a aquéllos que irían a Corinto): o acerca de nuestros Hermanos, los Mensajeros son de las Iglesias, y la Gloria de Cristo. (Parece ser que estos otros Hermanos eran Apóstoles también, porque la palabra «Mensajeros» en el Griego es «Apostoloi» y quiere decir «Apóstol».) 24 Mostradles, pues, abiertamente ante las Iglesias (ser un buen ejemplo ante las otras Iglesias) la prueba de vuestro amor (una buena Ofrenda para Jerusalén), y de nuestra gloria acerca de vosotros. (El Apóstol cree, sin duda alguna, que los Corintios harán su parte.)


1 Corintios 13:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 


Hebreos 10:35-12:4:
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 



Romanos 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.  

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