15 April 2022

El 15 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 15 de abril Lectura Bíblica Diaria:



1 Crónicas 10-12:
Los filisteos pelearon contra Israel; y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en el monte de Gilboa. Y los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido por los flecheros. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella. Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató. Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él. Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades y huyeron, y vinieron los filisteos y habitaron en ellas. Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte de Gilboa. Y luego que le despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar las nuevas a sus ídolos y al pueblo. Y pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y colgaron la cabeza en el templo de Dagón. Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho de Saúl, se levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días. Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí. 11 Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu carne. También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo. Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel. Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en aquella tierra. Y los moradores de Jebús dijeron a David: No entrarás acá. Mas David tomó la fortaleza de Sion, que es la ciudad de David. Y David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe. Y David habitó en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David. Y edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad. Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él. Estos son los principales de los valientes que David tuvo, y los que le ayudaron en su reino, con todo Israel, para hacerle rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová. Y este es el número de los valientes que David tuvo: Jasobeam hijo de Hacmoni, caudillo de los treinta, el cual blandió su lanza una vez contra trescientos, a los cuales mató. Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, el cual era de los tres valientes. Este estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos, se pusieron ellos en medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria. Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando el campamento de los filisteos en el valle de Refaim. David estaba entonces en la fortaleza, y había entonces guarnición de los filisteos en Belén. David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta! Y aquellos tres rompieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes. Y Abisai, hermano de Joab, era jefe de los treinta, el cual blandió su lanza contra trescientos y los mató, y ganó renombre con los tres. Fue el más ilustre de los treinta, y fue el jefe de ellos, pero no igualó a los tres primeros. Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de nieve. El mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el egipcio traía una lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un báculo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su misma lanza. Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y fue nombrado con los tres valientes. Y fue el más distinguido de los treinta, pero no igualó a los tres primeros. A éste puso David en su guardia personal. Y los valientes de los ejércitos: Asael hermano de Joab, Elhanan hijo de Dodo de Belén, Samot harodita, Heles pelonita; Ira hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita, Sibecai husatita, Ilai ahohíta, Maharai netofatita, Heled hijo de Baana netofatita, Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita, Hurai del río Gaas, Abiel arbatita, Azmavet barhumita, Eliaba saalbonita, los hijos de Hasem gizonita, Jonatán hijo de Sage ararita, Ahíam hijo de Sacar ararita, Elifal hijo de Ur, Hefer mequeratita, Ahías pelonita, Hezro carmelita, Naarai hijo de Ezbai, Joel hermano de Natán, Mibhar hijo de Hagrai, Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia, Ira itrita, Gareb itrita, Urías heteo, Zabad hijo de Ahlai, Adina hijo de Siza rubenita, príncipe de los rubenitas, y con él treinta, Hanán hijo de Maaca, Josafat mitnita, Uzías astarotita, Sama y Jehiel hijos de Hotam aroerita; Jediael hijo de Simri, y Joha su hermano, tizita, Eliel mahavita, Jerebai y Josavía hijos de Elnaam, Itma moabita, Eliel, Obed, y Jaasiel mesobaíta. 12 Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra. Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín: El principal Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa gabaatita; Jeziel y Pelet hijos de Azmavet, Beraca, Jehú anatotita, Ismaías gabaonita, valiente entre los treinta, y más que los treinta; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías harufita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas, y Joela y Zebadías hijos de Jeroham de Gedor. También de los de Gad huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas. Ezer el primero, Obadías el segundo, Eliab el tercero, Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, Atai el sexto, Eliel el séptimo, Johanán el octavo, Elzabad el noveno, Jeremías el décimo y Macbanai el undécimo. Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor tenía cargo de cien hombres, y el mayor de mil. Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al poniente. Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte. Y David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón será unido con vosotros; mas si es para entregarme a mis enemigos, sin haber iniquidad en mis manos, véalo el Dios de nuestros padres, y lo demande. Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isaí. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David los recibió, y los puso entre los capitanes de la tropa. También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando vino con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no les ayudó, porque los jefes de los filisteos, habido consejo, lo despidieron, diciendo: Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl). Así que viniendo él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés, Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, príncipes de millares de los de Manasés. Estos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército. Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta hacerse un gran ejército, como ejército de Dios. Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová: De los hijos de Judá que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos, listos para la guerra. De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra. De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos; asimismo Joiada, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos, y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre. De los hijos de Benjamín hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se mantenían fieles a la casa de Saúl. De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes, varones ilustres en las casas de sus padres. De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, los cuales fueron tomados por lista para venir a poner a David por rey. De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos. De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón. De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza. De los de Dan, dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos. De Aser, dispuestos para la guerra y preparados para pelear, cuarenta mil. Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra. Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey. Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían preparado para ellos. También los que les eran vecinos, hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel había alegría.

Salmo 123:
Hacia ti, Señor, levanto mis ojos; hacia ti, que habitas en los cielos. Nuestros ojos están puestos en ti, Señor y Dios nuestro, como los ojos de los siervos y las siervas que miran atentos a sus amos y sus amas; ¡esperamos que nos muestres tu bondad! Muéstranos tu bondad, Señor; ¡muéstranos tu bondad! ¡Ya estamos cansados de que nos desprecien! ¡Ya estamos cansados de tantas burlas por parte de quienes todo lo tienen! ¡Cansados de que los soberbios nos menosprecien!



Proverbios 27:
No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá. No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben. Pesada es la piedra, pesada es la arena, pero más pesada es la ira del necio. Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto. Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa. Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga; al hambriento, hasta lo amargo le es dulce. Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar. El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo. No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un  problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder a los que me desprecian. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Toma la prenda del que salga fiador por un extraño; reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena. El mejor saludo se juzga una impertinencia cuando se da a gritos y de madrugada. Gotera  constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea. Quien la domine, podrá dominar el viento y retener aceite en la mano. El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. El que cuida de la higuera comerá de sus higos, y el que vela por su amo recibirá honores. En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre jamás se dan por satisfechos. En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas, el hombre. Aunque al necio lo muelas y lo remuelas, y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad. Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura. Cuando se limpien los campos y brote el verdor, y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre.


El Libro de Primera de Corintios Capítulo 13 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS
CAPÍTULO 13
(59 d.C.)
EL AMOR



SI yo hablase lenguas humanas y Angélicas (en realidad dice en el Griego, "Si fuera posible hablar en lenguas de los hombres y de los Ángeles"; además, Pablo no está denigrando el hablar en Lenguas, como algunos lo han afirmado [I Cor. 14:18]), y no tengo caridad (amor), vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe (no se refiere a nuestro instrumento musical moderno al cual llamamos por ese nombre, sino aquel que todo lo que hacía era nada más que un ruido estrepitoso).
2 Y si tuviese Profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la Fe, de tal manera que traspasase los montes (nos dice que las personas menos que perfecta pueden tener los Dones del Espíritu, como debería ser evidente), y no tengo caridad (amor), nada soy. (Ya vemos que la base en la cual todo debe ser edificado — es el amor. ¡Si no, no somos nada!)
3 Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado (cambia de Dones a "Obras"), y no tengo caridad (amor), de nada me sirve. (Tan recomendable como pueden ser las acciones, éstas llegan al nivel cero, a menos que el Amor de Dios las motive.)
CARACTERÍSTICAS
4 La caridad (amor) es sufrida (se refiere a la paciencia), es benigna (representa el segundo lado de la actitud Divina hacia al género humano); la caridad (el género del Amor de Dios) no tiene envidia (no quiere lo que le pertenece a los demás); la caridad no es vanagloriosa (nunca es presumida), no se ensancha (no es orgullosa),
5 No es injuriosa (es olvidadiza de sí mismo y considerada de los demás), no busca lo suyo (es desinteresada), no se irrita (no se amarga por el abuso, el insulto o la herida), no piensa el mal (no toma en cuenta la maldad);
6 No se regocija de la injusticia (nunca chismorrea de las fechorías de los demás), mas se regocija de la Verdad (proclama lo que la Palabra de Dios identifica como la Verdad);
7 Todo lo sufre (nunca se queja), todo lo cree (tiene el concepto más amable de todos los hombres), todo lo espera (sigue creyendo por lo mejor), todo lo soporta (aguanta todo).
ETERNO
8 La caridad nunca deja de ser (porque el amor no puede fallar): mas las Profecías se han de acabar; y cesarán las Lenguas; y la Ciencia ha de ser quitada. (Se refiere al hecho de que los Dones del Espíritu no va a hacer falta en la Resurrección venidero, así como muchas otras cosas que se podría nombrar.)
9 Porque en parte conocemos (se refiere a la "Palabra de Ciencia," que solamente es en parte Ciencia), y en parte Profetizamos (pertenece en la misma categoría).
10 Mas cuando venga lo que es perfecto (el Arrebatamiento de la Iglesia, es decir, la Resurrección), entonces lo que es en parte será quitado (como debe ser evidente).
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño: mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño. (El Apóstol compara nuestro estado presente, "como un niño," a aquello que está por venir, simbolizado por un adulto maduro. Es la diferencia entre el estado presente y la Resurrección venidera.)
12 Ahora (antes de la Resurrección) vemos por espejo, en oscuridad (sólo un vistazo sombrío); mas entonces (después de la Resurrección) veremos cara a cara (mirar abierta y claramente); ahora conozco en parte; (tener un poco de conocimiento) mas entonces conoceré como soy conocido (entonces todo será perfecto y completo).
13 Y ahora (antes de la Resurrección) permanecen la Fe, la Esperanza y la Caridad, estas tres (las tres permanecerán para siempre); empero la mayor de ellas es la Caridad (es la mayor porque únicamente el Amor nos hace conforme a Dios [I Jn. 4:7]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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