13 April 2022

El 13 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

El 13 de abril Lectura Bíblica Diaria:

1 Crónicas 4-6:
Los hijos de Judá: Fares, Hezrón, Carmi, Hur y Sobal. Reaía hijo de Sobal engendró a Jahat, y Jahat engendró a Ahumai y a Lahad. Estas son las familias de los zoratitas. Y estas son las del padre de Etam: Jezreel, Isma e Ibdas. Y el nombre de su hermana fue Haze-lelponi. Penuel fue padre de Gedor, y Ezer padre de Husa. Estos fueron los hijos de Hur primogénito de Efrata, padre de Belén. Asur padre de Tecoa tuvo dos mujeres, Hela y Naara. Y Naara dio a luz a Ahuzam, Hefer, Temeni y Ahastari. Estos fueron los hijos de Naara. Los hijos de Hela: Zeret, Jezoar y Etnán. Cos engendró a Anub, a Zobeba, y la familia de Aharhel hijo de Harum. Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió. Quelub hermano de Súa engendró a Mehir, el cual fue padre de Estón. Y Estón engendró a Bet-rafa, a Paseah, y a Tehina padre de la ciudad de Nahas; éstos son los varones de Reca. Los hijos de Cenaz: Otoniel y Seraías. Los hijos de Otoniel: Hatat, y Meonotai, el cual engendró a Ofra. Y Seraías engendró a Joab, padre de los habitantes del valle de Carisim, porque fueron artífices. Los hijos de Caleb hijo de Jefone: Iru, Ela y Naam; e hijo de Ela fue Cenaz. Los hijos de Jehalelel: Zif, Zifa, Tirías y Asareel. Y los hijos de Esdras: Jeter, Mered, Efer y Jalón; también engendró a María, a Samai y a Isba padre de Estemoa. Y su mujer Jehudaía dio a luz a Jered padre de Gedor, a Heber padre de Soco y a Jecutiel padre de Zanoa. Estos fueron los hijos de Bitia hija de Faraón, con la cual casó Mered. Y los hijos de la mujer de Hodías, hermana de Naham, fueron el padre de Keila garmita, y Estemoa maacateo. Los hijos de Simón: Amnón, Rina, Ben-hanán y Tilón. Y los hijos de Isi: Zohet y Benzohet. Los hijos de Sela hijo de Judá: Er padre de Leca, y Laada padre de Maresa, y las familias de los que trabajan lino en Bet-asbea; y Joacim, y los varones de Cozeba, Joás, y Saraf, los cuales dominaron en Moab y volvieron a Lehem, según registros antiguos. Estos eran alfareros, y moraban en medio de plantíos y cercados; moraban allá con el rey, ocupados en su servicio. Los hijos de Simeón: Nemuel, Jamín, Jarib, Zera, Saúl, y Salum su hijo, Mibsam su hijo y Misma su hijo. Los hijos de Misma: Hamuel su hijo, Zacur su hijo, y Simei su hijo. Los hijos de Simei fueron dieciséis, y seis hijas; pero sus hermanos no tuvieron muchos hijos, ni multiplicaron toda su familia como los hijos de Judá. Y habitaron en Beerseba, Molada, Hazar-sual, Bilha, Ezem, Tolad, Betuel, Horma, Siclag, Bet-marcabot, Hazar-susim, Bet-birai y Saaraim. Estas fueron sus ciudades hasta el reinado de David. Y sus aldeas fueron Etam, Aín, Rimón, Toquén y Asán; cinco pueblos, y todas sus aldeas que estaban en contorno de estas ciudades hasta Baal. Esta fue su habitación, y esta su descendencia. Y Mesobab, Jamlec, Josías hijo de Amasías, Joel, Jehú hijo de Josibías, hijo de Seraías, hijo de Asiel, Elioenai, Jaacoba, Jesohaía, Asaías, Adiel, Jesimiel, Benaía, y Ziza hijo de Sifi, hijo de Alón, hijo de Jedaías, hijo de Simri, hijo de Semaías. Estos, por sus nombres, son los principales entre sus familias; y las casas de sus padres fueron multiplicadas en gran manera. Y llegaron hasta la entrada de Gedor hasta el oriente del valle, buscando pastos para sus ganados. Y hallaron gruesos y buenos pastos, y tierra ancha y espaciosa, quieta y reposada, porque los de Cam la habitaban antes. Y estos que han sido escritos por sus nombres, vinieron en días de Ezequías rey de Judá, y desbarataron sus tiendas y cabañas que allí hallaron, y los destruyeron hasta hoy, y habitaron allí en lugar de ellos; por cuanto había allí pastos para sus ganados. Asimismo quinientos hombres de ellos, de los hijos de Simeón, fueron al monte de Seir, llevando por capitanes a Pelatías, Nearías, Refaías y Uziel, hijos de Isi, y destruyeron a los que habían quedado de Amalec, y habitaron allí hasta hoy. 5 Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José); fueron, pues, los hijos de Rubén primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. Los hijos de Joel: Semaías su hijo, Gog su hijo, Simei su hijo, Micaía su hijo, Reaía su hijo, Baal su hijo, Beera su hijo, el cual fue transportado por Tiglat-pileser rey de los asirios. Este era principal de los rubenitas. Y sus hermanos por sus familias, cuando eran contados en sus descendencias, tenían por príncipes a Jeiel y a Zacarías. Y Bela hijo de Azaz, hijo de Sema, hijo de Joel, habitó en Aroer hasta Nebo y Baal-meón. Habitó también desde el oriente hasta la entrada del desierto, desde el río Eufrates; porque tenía mucho ganado en la tierra de Galaad. Y en los días de Saúl hicieron guerra contra los agarenos, los cuales cayeron en su mano; y ellos habitaron en sus tiendas en toda la región oriental de Galaad. Y los hijos de Gad habitaron enfrente de ellos en la tierra de Basán hasta Salca. Joel fue el principal en Basán; el segundo Safán, luego Jaanai, después Safat. Y sus hermanos, según las familias de sus padres, fueron Micael, Mesulam, Seba, Jorai, Jacán, Zía y Heber; por todos siete. Estos fueron los hijos de Abihail hijo de Huri, hijo de Jaroa, hijo de Galaad, hijo de Micael, hijo de Jesisai, hijo de Jahdo, hijo de Buz. También Ahí hijo de Abdiel, hijo de Guni, fue principal en la casa de sus padres. Y habitaron en Galaad, en Basán y en sus aldeas, y en todos los ejidos de Sarón hasta salir de ellos. Todos éstos fueron contados por sus generaciones en días de Jotam rey de Judá y en días de Jeroboam rey de Israel. Los hijos de Rubén y de Gad, y la media tribu de Manasés, hombres valientes, hombres que traían escudo y espada, que entesaban arco, y diestros en la guerra, eran cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta que salían a batalla. Estos tuvieron guerra contra los agarenos, y Jetur, Nafis y Nodab. Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos y todos los que con ellos estaban se rindieron en sus manos; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque esperaron en él. Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, doscientas cincuenta mil ovejas y dos mil asnos; y cien mil personas. Y cayeron muchos muertos, porque la guerra era de Dios; y habitaron en sus lugares hasta el cautiverio. Los hijos de la media tribu de Manasés, multiplicados en gran manera, habitaron en la tierra desde Basán hasta Baal-hermón y Senir y el monte de Hermón. Y estos fueron los jefes de las casas de sus padres: Efer, Isi, Eliel, Azriel, Jeremías, Hodavías y Jahdiel, hombres valientes y esforzados, varones de nombre y jefes de las casas de sus padres. Pero se rebelaron contra el Dios de sus padres, y se prostituyeron siguiendo a los dioses de los pueblos de la tierra, a los cuales Jehová había quitado de delante de ellos; por lo cual el Dios de Israel excitó el espíritu de Pul rey de los asirios, y el espíritu de Tiglat-pileser rey de los asirios, el cual transportó a los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, y los llevó a Halah, a Habor, a Hara y al río Gozán, hasta hoy. 6 Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Amram: Aarón, Moisés y María. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Eleazar engendró a Finees, Finees engendró a Abisúa, Abisúa engendró a Buqui, Buqui engendró a Uzi, Uzi engendró a Zeraías, Zeraías engendró a Meraiot, Meraiot engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Ahimaas, Ahimaas engendró a Azarías, Azarías engendró a Johanán, y Johanán engendró a Azarías, el que tuvo el sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén. Azarías engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Salum, Salum engendró a Hilcías, Hilcías engendró a Azarías, Azarías engendró a Seraías, y Seraías engendró a Josadac, y Josadac fue llevado cautivo cuando Jehová transportó a Judá y a Jerusalén por mano de Nabucodonosor. Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Y estos son los nombres de los hijos de Gersón: Libni y Simei. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví, según sus descendencias. Gersón: Libni su hijo, Jahat su hijo, Zima su hijo, Joa su hijo, Iddo su hijo, Zera su hijo, Jeatrai su hijo. Los hijos de Coat: Aminadab su hijo, Coré su hijo, Asir su hijo, Elcana su hijo, Ebiasaf su hijo, Asir su hijo, Tahat su hijo, Uriel su hijo, Uzías su hijo, y Saúl su hijo. Los hijos de Elcana: Amasai y Ahimot; Elcana su hijo, Zofai su hijo, Nahat su hijo, Eliab su hijo, Jeroham su hijo, Elcana su hijo. Los hijos de Samuel: el primogénito Vasni, y Abías. Los hijos de Merari: Mahli, Libni su hijo, Simei su hijo, Uza su hijo, Simea su hijo, Haguía su hijo, Asaías su hijo. Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto, hasta que Salomón edificó la casa de Jehová en Jerusalén; después estuvieron en su ministerio según su costumbre. Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán hijo de Joel, hijo de Samuel, hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa, hijo de Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai, hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías, hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel; y su hermano Asaf, el cual estaba a su mano derecha; Asaf, hijo de Berequías, hijo de Simea, hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías, hijo de Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía, hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei, hijo de Jahat, hijo de Gersón, hijo de Leví. Pero a la mano izquierda estaban sus hermanos los hijos de Merari, esto es, Etán hijo de Quisi, hijo de Abdi, hijo de Maluc, hijo de Hasabías, hijo de Amasías, hijo de Hilcías, hijo de Amsi, hijo de Bani, hijo de Semer, hijo de Mahli, hijo de Musi, hijo de Merari, hijo de Leví. Y sus hermanos los levitas fueron puestos sobre todo el ministerio del tabernáculo de la casa de Dios. Mas Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra del lugar santísimo, y hacían las expiaciones por Israel conforme a todo lo que Moisés siervo de Dios había mandado. Los hijos de Aarón son estos: Eleazar su hijo, Finees su hijo, Abisúa su hijo, Buqui su hijo, Uzi su hijo, Zeraías su hijo, Meraiot su hijo, Amarías su hijo, Ahitob su hijo, Sadoc su hijo, Ahimaas su hijo. Estas son sus habitaciones, conforme a sus domicilios y sus términos, las de los hijos de Aarón por las familias de los coatitas, porque a ellos les tocó en suerte. Les dieron, pues, Hebrón en tierra de Judá, y sus ejidos alrededor de ella. Pero el territorio de la ciudad y sus aldeas se dieron a Caleb, hijo de Jefone. De Judá dieron a los hijos de Aarón la ciudad de refugio, esto es, Hebrón; además, Libna con sus ejidos, Jatir, Estemoa con sus ejidos, Hilén con sus ejidos, Debir con sus ejidos, Asán con sus ejidos y Bet-semes con sus ejidos. Y de la tribu de Benjamín, Geba con sus ejidos, Alemet con sus ejidos y Anatot con sus ejidos. Todas sus ciudades fueron trece ciudades, repartidas por sus linajes. A los hijos de Coat que quedaron de su parentela, dieron por suerte diez ciudades de la media tribu de Manasés. A los hijos de Gersón, por sus linajes, dieron de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la tribu de Manasés en Basán, trece ciudades. Y a los hijos de Merari, por sus linajes, de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón, dieron por suerte doce ciudades. Y los hijos de Israel dieron a los levitas ciudades con sus ejidos. Dieron por suerte de la tribu de los hijos de Judá, de la tribu de los hijos de Simeón y de la tribu de los hijos de Benjamín, las ciudades que nombraron por sus nombres. A las familias de los hijos de Coat dieron ciudades con sus ejidos de la tribu de Efraín. Les dieron la ciudad de refugio, Siquem con sus ejidos en el monte de Efraín; además, Gezer con sus ejidos, Jocmeam con sus ejidos, Bet-horón con sus ejidos, Ajalón con sus ejidos y Gat-rimón con sus ejidos. De la media tribu de Manasés, Aner con sus ejidos y Bileam con sus ejidos, para los de las familias de los hijos de Coat que habían quedado. A los hijos de Gersón dieron de la media tribu de Manasés, Golán en Basán con sus ejidos y Astarot con sus ejidos. De la tribu de Isacar, Cedes con sus ejidos, Daberat con sus ejidos, Ramot con sus ejidos y Anem con sus ejidos. De la tribu de Aser, Masal con sus ejidos, Abdón con sus ejidos, Hucoc con sus ejidos y Rehob con sus ejidos. De la tribu de Neftalí, Cedes en Galilea con sus ejidos, Hamón con sus ejidos y Quiriataim con sus ejidos. A los hijos de Merari que habían quedado, dieron de la tribu de Zabulón, Rimón con sus ejidos y Tabor con sus ejidos. Del otro lado del Jordán frente a Jericó, al oriente del Jordán, dieron de la tribu de Rubén, Beser en el desierto con sus ejidos, Jaza con sus ejidos, Cademot con sus ejidos y Mefaat con sus ejidos. Y de la tribu de Gad, Ramot de Galaad con sus ejidos, Mahanaim con sus ejidos, Hesbón con sus ejidos y Jazer con sus ejidos.


Salmo 121:
A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.

Proverbios 25:
Éstos son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías, rey de Judá. Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata, y de allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des importancia en presencia del rey, ni reclames un lugar entre los magnates; vale más que el rey te diga: "Sube acá", y no que te humille ante gente importante. no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu  prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como naranjas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como frescura de nieve en día de verano es el mensajero confiable para quien lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, ¡eso es el falso testigo contra su amigo! Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente careado o una pierna quebrada. Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará. Con el viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas caras. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. Como el agua fresca a la garganta reseca son las buenas noticias desde lejanas tierras. Manantial turbio, contaminado pozo, es el justo que flaquea ante el impío. No hace bien comer mucha miel, ni es honroso buscar la propia gloria. Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.

El Libro de Primera de Corintios Capítulo 11 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS
CAPÍTULO 11
(59 d.C.)
ADMONICIÓN


SED seguidores (imitadores) de mi ejemplo, así como yo de Cristo. (Los que imitan a Cristo tienen el derecho de pedir a los demás que les imiten.)
2 Y os alabo, Hermanos, que en todo os acordáis de mí (Pablo estaba dando gracias a los Corintios por haber pedido su Consejo), y retenéis las Instrucciones mías, de la manera que os enseñé (el Cuerpo entero de la Verdad del Evangelio).
3 Mas quiero que sepáis, que Cristo es la Cabeza de todo varón (se refiere a la autoridad); y el varón es la Cabeza de la mujer (pertenece al modelo creador); y Dios la Cabeza de Cristo (se refiere a dos personas separadas y distintas [I Tim. 2:5]).
REGULACIONES
4 Todo varón que ora o Profetiza (se refiere al Don de la Profecía o de la Predicación [I Cor. 12:10]) cubierta la cabeza, afrenta su Cabeza (deshonra a Cristo; describe una cubierta de otra manera que Cristo).
5 Mas toda mujer que ora o Profetiza (las mujeres oraron y Predicaron en la Iglesia, o por dondequiera) no cubierta su cabeza, afrenta su Cabeza (describe el hecho de que, debido al modelo de la Creación, la mujer debe tener cabello largo, por lo menos más largo que el del hombre): porque lo mismo eso sería como si se hubiera rapado la cabeza. (Algunas mujeres en esa época se hacían afeitar sus cabezas como castigo de prostitución o de adulterio. El Apóstol está diciendo que las mujeres Cristianas no deben insistir por sus derechos hasta llegar al extremo en que llegan a parecerse como lo peor del mundo.)
6 Porque si la mujer no se cubre la cabeza, que se corte todo el cabello (en efecto, dice, "si la mujer quiere llevar el pelo corto como un hombre, ¿por qué no ir hasta el final y raparse?"): y si es deshonroso a la mujer cortarse o raerse el cabello, que se cubra. (Si ella no quiere parecer como adúltera, permítale que se cubra, es decir, "tener cabello largo.")
7 Porque el varón no ha de cubrir la cabeza (durante la oración o la Predicación), porque es Imagen y Gloria de Dios: mas la mujer es Gloria del varón. (Se refiere al hecho de que Eva no era "la Imagen y Gloria de Dios" en el mismo sentido que Adán.)
8 Porque el varón no es de la mujer (Adán en ninguna manera fue derivado de la mujer); sino la mujer del varón. (En realidad, la mujer fue derivada del hombre por el Poder de Dios.)
9 Porque tampoco el varón fue creado por causa de la mujer; sino la mujer por causa del varón. (Probablemente debiera traducirse, "porque también el hombre no fue creado a causa de la mujer; al contrario, la mujer a causa del hombre.")
10 Por lo cual (de nuevo se refiere al modelo creador de que "la mujer es para el hombre"), la mujer debe tener señal de potestad sobre su cabeza (cabello largo, es decir, "autoridad"), por causa de los Ángeles. (Tiene que ver con la sumisión de ella al Plan de Dios como un recuerdo constante a los Ángeles caídos, quienes se rebelaron contra el Plan de Dios y la Revolución encabezada por Lucifer, lo que sucedió mucho antes de Adán.)
11 Mas ni el varón sin la mujer (necesita la mujer), ni la mujer sin el varón (la mujer también necesita al hombre), en el Señor. (Ésta es la manera que el Señor creó el modelo original, y exige que se continúe.)
12 Porque como la mujer es del varón (Eva fue creada originariamente de Adán [Gén. 2:21-22]), así también el varón es por la mujer (por medio del nacimiento natural); empero todo de Dios. (Todo está en equilibrio, que significa que el hombre no es más importante que la mujer, ni la mujer más que el hombre.)
13 Juzgad vosotros mismos (se refiere al sentido común): ¿es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? (No se refiere tanto a un sombrero como al cabello largo, o por lo menos al cabello que es más largo que el del hombre.)
14 La misma naturaleza ¿no os enseña que para el hombre es deshonra tener cabello largo? (Un hombre que lleva el cabello largo, en realidad no está de acuerdo con la naturaleza del hombre.)
15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso (es una manera de decir que tal manifiesta la sumisión voluntaria de la mujer a la Voluntad de Dios): porque en lugar de velo le es dado el cabello. (Señala a la idea de que el hombre es la cabeza o la cubierta de protección de la mujer bajo Cristo.)
16 Con todo eso, si alguno parece ser contencioso (se refiere tanto a los hombres como a las mujeres, quienes insistían en no comportarse bien), nosotros no tenemos tal costumbre (no tenemos costumbre aparte de lo que he dicho), ni las Iglesias de Dios. (Lo que he dicho está cumpliéndose en todas las otras Iglesias.)
DIVISIONES
17 Esto empero os denuncio, que no alabo (lo que él está por decir), que no por mejor sino por peor os juntáis. (Se refiere a los Cultos de la Iglesia. Se dirigían los cultos de manera que no daban Gloria a Dios.)
18 Porque lo primero, cuando os juntáis en la Iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones (estas "divisiones" no surgieron debido a la Doctrina, por lo menos en ese momento, sino de conceptos sociológicos); y en parte lo creo. (Él detestaba creer en lo peor, aunque el Testimonio fuera bueno.)
19 Porque preciso es que haya entre vosotros aun herejías (es una diferencia de la Palabra de Dios), para que los que son probados se manifiesten entre vosotros. (Aquéllos que eran prósperos, estaban afirmando que ellos eran "aprobados." ¿No le suena?)
LA CENA DEL SEÑOR
20 Cuando pues os juntáis en uno (la Asamblea de Creyentes), esto no es comer la Cena del Señor. (Tiene referencia al hecho de que ellos probablemente así la llamaron, pero por la manera en que aconteció no fue reconocido así por el Espíritu Santo.)
21 Porque cada uno toma antes para comer su propia cena (algunos traían cenas espléndidas): y el uno tiene hambre (algunos eran esclavos, y no tenían nada que traer), y el otro está embriagado (quiere decir borracho).
22 ¿Pues qué? (Demuestra la indignación del Apóstol.) ¿No tenéis casas en que comáis y bebáis? (Fue dirigido hacia los ricos.) ¿O menospreciáis la Iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen? (Los más pobres eran avergonzados por su pobreza en medio de la abundancia, de la cual poco o nada le ofrecieron a ellos.) ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo. (Parece que él se pregunta, "¿se da cuenta esta gente de lo que está haciendo?")
23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado (las instrucciones que él está por dar concerniente a la Cena del Señor), Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan (se recuerda de la ocasión sagrada):
24 Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo, Tomad, comed (lo notable de esto es la interpretación que nuestro Señor da): esto es Mi Cuerpo que por vosotros es partido (tiene la intención de simbolizar la Muerte de Cristo en la Cruz): haced esto en memoria de Mí. (Expone al Creyente, en efecto, participando del Sacrificio por Fe. En breve, este es el significado del Nuevo Pacto.)
25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo, Esta copa es el Nuevo Pacto en Mi Sangre (el Nuevo Pacto será ratificado por el derramamiento de la Propia Sangre de Jesús, la cual satisfacerá para siempre la deuda del pecado): haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de Mí (jamás olvidar lo que Él hizo por nosotros, refiriendo a la Cruz).
26 Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa (gestos simbólicos), la muerte del Señor anunciáis hasta que venga. (Tiene la intención de proclamar no solamente el Sacrificio Expiatorio que es necesario para nuestra Salvación, sino además la causa actual de nuestra victoria continua en la vida.)
27 De manera que, cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente (nos dice enfáticamente que esto se puede hacer, y se hace constantemente, me temo que es cierto), será culpado del Cuerpo y de la Sangre del Señor (en peligro de Juicio, sujeto a Juicio).
28 Por tanto, examínese cada uno a sí mismo (examina su Fe en relación a lo que es su objeto real), y coma así de aquel pan, y beba de aquella copa (después de un examen cuidadoso).
29 Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí (no necesariamente quiere decir la pérdida del alma, sino más bien castigos temporales, los cuales pueden llegar a ser mucho más serios), no discerniendo el Cuerpo del Señor. (No discernir apropiadamente la Cruz se refiere a una falta de entendimiento con respecto a la Cruz. Todo eso nos dice que cada cosa que tenemos del Señor, nos viene a nosotros exclusivamente por medio de la Cruz de Cristo. Si no entendemos esto, no estamos "discerniendo el Cuerpo del Señor" correctamente.)
30 Por lo cual (al no discernir el Cuerpo del Señor correctamente) hay muchos (un número considerable) enfermos y debilitados entre vosotros (la causa de mucha enfermedad entre los Cristianos), y muchos duermen. (Quiere decir que muchos Cristianos mueren antes de tiempo. No pierden sus almas, pero acortan la duración de sus vidas. No obstante, nos demuestra, y yo así lo creo seriamente, cuan importante es entender la Cruz correctamente.)
31 Que si nos examinásemos a nosotros mismos (tenemos que examinarnos constantemente, para ver si nuestra Fe está apropiadamente en la Cruz de Cristo), cierto no seríamos juzgados (con la enfermedad y aun con la muerte prematura).
32 Mas siendo juzgados (por el Señor, porque rehusamos juzgarnos a nosotros mismos), somos castigados del Señor (la disciplina Divina), para que no seamos condenados con el mundo (perder nuestra alma).
33 Así que, Hermanos míos, cuando os juntáis a comer, esperaos unos a otros. (Todos deben compartir, y compartir por igual.)
34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa (los ricos deben preparar sus comidas suntuosas en la casa, pero no en el contexto de la asamblea reunida en donde algunos "no tienen nada"); porque no os juntéis para juicio. (Se refiere a esta "fiesta de amor" convirtiéndose en un perjuicio en lugar de una Bendición. Yo creo, que de seguro le hicieron caso a la admonición de Pablo después de esa advertencia.) Las demás cosas ordenaré cuando llegare (probablemente se necesitaba dar otras instrucciones).

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los   muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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