07 March 2022

El 7 de marzo Lectura Bíblica Diaria

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El 7 de marzo Lectura Bíblica Diaria:

Jueces 20-21 y Rut 1:
 
Entonces salieron todos los hijos de Israel, y se reunió la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beerseba y la tierra de Galaad, a Jehová en Mizpa. Y los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaron presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada. Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decid cómo fue esta maldad. Entonces el varón levita, marido de la mujer muerta, respondió y dijo: Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi concubina, para pasar allí la noche. Y levantándose contra mí los de Gabaa, rodearon contra mí la casa por la noche, con idea de matarme, y a mi concubina la humillaron de tal manera que murió. Entonces tomando yo mi concubina, la corté en pedazos, y la envié por todo el territorio de la posesión de Israel, por cuanto han hecho maldad y crimen en Israel. He aquí todos vosotros sois hijos de Israel; dad aquí vuestro parecer y consejo. Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se levantó, y dijeron: Ninguno de nosotros irá a su tienda, ni volverá ninguno de nosotros a su casa. Mas esto es ahora lo que haremos a Gabaa: contra ella subiremos por sorteo. Tomaremos diez hombres de cada ciento por todas las tribus de Israel, y ciento de cada mil, y mil de cada diez mil, que lleven víveres para el pueblo, para que yendo a Gabaa de Benjamín le hagan conforme a toda la abominación que ha cometido en Israel. Y se juntaron todos los hombres de Israel contra la ciudad, ligados como un solo hombre. Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es esta que ha sido hecha entre vosotros? Entregad, pues, ahora a aquellos hombres perversos que están en Gabaa, para que los matemos, y quitemos el mal de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oír la voz de sus hermanos los hijos de Israel, sino que los de Benjamín se juntaron de las ciudades en Gabaa, para salir a pelear contra los hijos de Israel. Y fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín de las ciudades, veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que fueron por cuenta setecientos hombres escogidos. De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran zurdos, todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban. Y fueron contados los varones de Israel, fuera de Benjamín, cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos estos hombres de guerra. Luego se levantaron los hijos de Israel, y subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y Jehová respondió: Judá será el primero. Se levantaron, pues, los hijos de Israel por la mañana, contra Gabaa. Y salieron los hijos de Israel a combatir contra Benjamín, y los varones de Israel ordenaron la batalla contra ellos junto a Gabaa. Saliendo entonces de Gabaa los hijos de Benjamín, derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de Israel. Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel volvieron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el primer día. Porque los hijos de Israel subieron y lloraron delante de Jehová hasta la noche, y consultaron a Jehová, diciendo: ¿Volveremos a pelear con los hijos de Benjamín nuestros hermanos? Y Jehová les respondió: Subid contra ellos. Por lo cual se acercaron los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el segundo día. Y aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos, derribaron por tierra otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada. Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, y vinieron a la casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí en presencia de Jehová, y ayunaron aquel día hasta la noche; y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. Y los hijos de Israel preguntaron a Jehová (pues el arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días, y Finees hijo de Eleazar, hijo de Aarón, ministraba delante de ella en aquellos días), y dijeron: ¿Volveremos aún a salir contra los hijos de Benjamín nuestros hermanos, para pelear, o desistiremos? Y Jehová dijo: Subid, porque mañana yo os los entregaré. Y puso Israel emboscadas alrededor de Gabaa. Subiendo entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el tercer día, ordenaron la batalla delante de Gabaa, como las otras veces. Y salieron los hijos de Benjamín al encuentro del pueblo, alejándose de la ciudad; y comenzaron a herir a algunos del pueblo, matándolos como las otras veces por los caminos, uno de los cuales sube a Bet-el, y el otro a Gabaa en el campo; y mataron unos treinta hombres de Israel. Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante de nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos, y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos. Entonces se levantaron todos los de Israel de su lugar, y se pusieron en orden de batalla en Baal-tamar; y también las emboscadas de Israel salieron de su lugar, de la pradera de Gabaa. Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla arreciaba; mas ellos no sabían que ya el desastre se acercaba a ellos. Y derrotó Jehová a Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada. Y vieron los hijos de Benjamín que eran derrotados; y los hijos de Israel cedieron campo a Benjamín, porque estaban confiados en las emboscadas que habían puesto detrás de Gabaa. Y los hombres de las emboscadas acometieron prontamente a Gabaa, y avanzaron e hirieron a filo de espada a toda la ciudad. Y era la señal concertada entre los hombres de Israel y las emboscadas, que hiciesen subir una gran humareda de la ciudad. Luego, pues, que los de Israel retrocedieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron a herir y matar a la gente de Israel como treinta hombres, y ya decían: Ciertamente ellos han caído delante de nosotros, como en la primera batalla. Mas cuando la columna de humo comenzó a subir de la ciudad, los de Benjamín miraron hacia atrás; y he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo. Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor, porque vieron que el desastre había venido sobre ellos. Volvieron, por tanto, la espalda delante de Israel hacia el camino del desierto; pero la batalla los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de ellos. Así cercaron a los de Benjamín, y los acosaron y hollaron desde Menúha hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace el sol. Y cayeron de Benjamín dieciocho mil hombres, todos ellos hombres de guerra. Volviéndose luego, huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, y de ellos fueron abatidos cinco mil hombres en los caminos; y fueron persiguiéndolos aun hasta Gidom, y mataron de ellos a dos mil hombres. Fueron todos los que de Benjamín murieron aquel día, veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra. Pero se volvieron y huyeron al desierto a la peña de Rimón seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimón cuatro meses. Y los hombres de Israel volvieron sobre los hijos de Benjamín, y los hirieron a filo de espada, así a los hombres de cada ciudad como a las bestias y todo lo que fue hallado; asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban. 21 Los varones de Israel habían jurado en Mizpa, diciendo: Ninguno de nosotros dará su hija a los de Benjamín por mujer. Y vino el pueblo a la casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la noche en presencia de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto, y dijeron: Oh Jehová Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu? Y al día siguiente el pueblo se levantó de mañana, y edificaron allí altar, y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz. Y dijeron los hijos de Israel: ¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión delante de Jehová? Porque se había hecho gran juramento contra el que no subiese a Jehová en Mizpa, diciendo: Sufrirá la muerte. Y los hijos de Israel se arrepintieron a causa de Benjamín su hermano, y dijeron: Cortada es hoy de Israel una tribu. ¿Qué haremos en cuanto a mujeres para los que han quedado? Nosotros hemos jurado por Jehová que no les daremos nuestras hijas por mujeres. Y dijeron: ¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido a Jehová en Mizpa? Y hallaron que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento, a la reunión. Porque fue contado el pueblo, y no hubo allí varón de los moradores de Jabes-galaad. Entonces la congregación envió allá a doce mil hombres de los más valientes, y les mandaron, diciendo: Id y herid a filo de espada a los moradores de Jabes-galaad, con las mujeres y niños.
Rut 1: Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí. Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido. Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo. Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí. Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más. Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido? Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
 

Salmos 85:
Señor, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya al restaurar a Jacob; perdonaste la iniquidad de tu pueblo y cubriste todos sus pecados; Selah. depusiste por completo tu enojo, y contuviste el ardor de tu ira. Restáuranos una vez más, Dios y salvador nuestro; pon fin a tu disgusto con nosotros. ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre? ¿Vas a seguir eternamente airado? ¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti? Muéstranos, Señor, tu amor inagotable, y concédenos tu salvación. Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad. Muy cercano está para salvar a los que le temen, para establecer su gloria en nuestra tierra. El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia. De la tierra brotará la verdad, y desde el cielo se asomará la justicia. El Señor mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto. La justicia será su heraldo y le preparará el camino. 


Proverbios 19:
Más vale pobre e intachable que necio y embustero. El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre. La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor. Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona. El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado. Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos. Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra. El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá. No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes. El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto. El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante. La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre. El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte. El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo.  Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio. El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor. De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso. El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas. El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca. Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento. El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza. Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber. El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad. El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.


El Libro de Los Hechos Capítulo 17 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 17
(53 d.C.)
TESALÓNICA
Y PASANDO por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica (presenta el destino de Pablo claramente dirigido aquí por el Espíritu Santo), donde estaba la Sinagoga de los Judíos (presenta a Pablo una vez más llevando el Evangelio primeramente a los Judíos):
2 Y Pablo, como acostumbraba, entró a ellos (debiera haberse traducido, "como era su costumbre"), y por tres Sábados disputó con ellos de Las Escrituras (el Antiguo Testamento, y con respecto a Cristo),
3 Declarando y proponiendo (para exponer y presentar), que convenía que el Cristo padeciese (tenía que ir a la Cruz para que todo el pecado sea expiado [Gén. 3:15; Éx. 12:13; Isa., cap. 53]), y resucitase de los muertos (Lev. 14:1-7; Sal. 16:10); y que Jesús, el cual yo os anuncio, decía él, éste era el Cristo (el Mesías, Al Que señala en Las Escrituras).
4 Y algunos de ellos creyeron (algunos Judíos), y se juntaron con Pablo y con Silas (deseaban escuchar más acerca de Jesús); y de los Griegos religiosos grande multitud (muchos Gentiles fueron salvos), y mujeres Nobles no pocas (puede que se refiriese a las esposas de unos de los Gobernantes Civiles en la ciudad, o al menos las esposas de los hombres influyentes).
5 Entonces los Judíos que eran incrédulos, teniendo celos (presenta un ejemplo perfecto de las personas religiosas que rechazan la luz del Evangelio, y por eso emprenden a detener la propagación de esa Luz), tomaron consigo a algunos ociosos, malos hombres, y juntando compañía, alborotaron la ciudad (presenta a esos Judíos incapaces de contradecir Escrituralmente el Mensaje de Pablo, por eso recurren a otras medidas), y acometiendo a la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo (claramente se refiere al lugar donde se quedaban Pablo y sus asociados).
6 Mas no hallándolos (es evidente que Pablo y Silas no estaban ahí en ese momento), trajeron a Jasón y a algunos Hermanos a los Gobernadores de la ciudad (¡expresa que la turba decidió tomar venganza de alguien, si no en Pablo!), dando voces, Éstos que alborotan el mundo, también han venido acá (nos dice que los Judíos habían preparado muy bien a ciertas personas en la turba);
7 A los cuales Jasón ha recibido (pone cargos contra Jasón como parte de la supuesta conspiración): y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro Rey, Jesús (presenta lo que descaradamente es falso, y los Judíos sabían que era falso).
8 Y alborotaron al pueblo y a los Gobernadores de la ciudad, oyendo estas cosas (por sus mentiras, crearon una conmoción).
9 Mas recibida satisfacción de Jasón (probablemente quiere decir que Jasón pagó una fianza por así decirlo) y de los demás (es probable que se refiere a una garantía de parte de Jasón y otros para que Pablo y su grupo se marcharan de la ciudad, aunque ellos no tenían culpa alguna), los soltaron (insinúa que las autoridades ya estaban satisfechos).
BEREA
10 Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea (esta ciudad está a unos 75 kilómetros [50 millas] de Tesalónica; ellos se marcharon por la noche, porque al permanecer más tiempo hubiera causado más problemas): los cuales habiendo llegado, entraron en la Sinagoga de los Judíos (presenta, como se mencionó, la costumbre de Pablo, pero esta vez iba a salir mejor, para variar).
11 Y fueron estos más nobles que los que estaban en Tesalónica (aprendemos ya la definición de Dios de la palabra "noble"), pues recibieron la Palabra con toda solicitud (es la significación de la palabra "noble"), escudriñando cada día Las Escrituras, si estas cosas eran así (explica el motivo por el cual aceptaron con ansias el Mensaje de Jesucristo).
12 Así que creyeron muchos de ellos (se refiere a los Judíos que aceptaron a Cristo como Salvador); y mujeres Griegas de Distinción, y no pocos hombres (habla de los Gentiles que estaban asistiendo a la Sinagoga de los Judíos, y también, aceptaron a Cristo).
13 Mas cuando entendieron los Judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la Palabra de Dios por Pablo (estos Judíos en Tesalónica, descontentos con lo que habían hecho en su ciudad, intentan ya detener lo que estaba pasando en Berea), fueron, y también allí tumultuaron al pueblo (demuestra la eficacia de la mentira).
14 Empero luego los hermanos enviaron a Pablo para que fuera hasta el Mar (se refiere al Mar Egeo, que estaba a unos 23 kilómetros [17 millas] de Berea): y Silas y Timoteo se quedaron allí (permanecieron en Berea).
15 Y los que habían tomado a cargo a Pablo, le llevaron hasta Atenas (presenta la ciudad principal de la Grecia, conocida por su erudición): y tomando encargo para Silas y Timoteo, que viniesen a él lo más pronto que pudiesen, partieron (Pablo envía el Mensaje de regreso con estos hombres de que Silas y Timoteo debían venir a Atenas lo más pronto que sea posible).
ATENAS
16 Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacía en él viendo la ciudad dada a idolatría (quiere decir que estaba llena de ídolos).
17 Así que, disputaba en la Sinagoga con los Judíos (de Las Escrituras, él predicaba a Jesús; por lo tanto, Las Escrituras según los Judíos, eran el Antiguo Testamento,) y religiosos (separa a los Judíos quienes realmente aparentaban ser devotos a Las Escrituras), y en la plaza cada día con los que le concurrían (era un lugar en Atenas, donde por lo general predicaban los oradores).
18 Y algunos filósofos de los Epicúreos (aquellos que afirmaban que la gratificación de los apetitos y los placeres eran el fin primordial en la vida) y de los Estoicos (enseñaban que el hombre no debe ser conmovido ni por el gozo ni por la tristeza), disputaban con él (desafiaban sus declaraciones acerca de Cristo). Y unos decían, ¿Qué quiere decir este palabrero? (Presenta el insulto más grande que podían pensar.) Y otros, parece que es predicador de nuevos dioses (en sus mentes, cualquier cosa que no era de la filosofía Griega no tenía importancia alguna): porque les predicaba a Jesús y la Resurrección (no querían una Resurrección, simplemente porque no querían la idea de vivir esta vida de nuevo; demuestra que habían malentendido totalmente lo que Pablo había dicho).
19 Y tomándole, le trajeron al Areópago (se refiere a la Colina de Ares que daba frente al Acrópolis; ésta era la Corte Suprema de Atenas), diciendo, ¿Podremos saber qué sea esta nueva doctrina que dices? (Presenta a Pablo que se enfrenta a los Jueces de la Corte Suprema de Atenas.)
20 Porque pones en nuestros oídos (es extraño que aquellos que trajeron a Pablo a este lugar clasificaron lo que él dijo como puro parloteo, sin embargo, creían que era de mucha importancia como para llevarlo a la Corte más alta de Atenas) unas nuevas cosas: queremos pues saber qué significan todo esto (presentó una petición noble a Pablo, y una oportunidad sin igual).
21 (Entonces todos los Atenienses y los huéspedes extranjeros, no ocupaban el tiempo en ninguna otra cosa, sino en decir o en oír alguna cosa nueva.) (Fallecidos ya los grandes filósofos, Atenas intentaba vivir en la gloria desvaneciéndose de los tiempos anteriores.)
LA COLINA DE ARES
EL AREÓPAGO
22 Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo, Varones Atenienses, en todo os veo como más supersticiosos (en esta sola frase, él desacredita todas sus filosofías; ellos se guiaban por la superstición, la cual no es una manera de vivir).
23 Porque pasando y mirando vuestros santuarios (hace referencia a sus objetos de adoración), hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción, AL DIOS DESCONOCIDO (al dirigirse a la situación de esta manera, él no podía ser acusado de predicar un dios foráneo a ellos). Aquél pues, que vosotros honráis sin conocerle, a Éste os anuncio yo (se refiere a ellos reconociendo que quizás ¡no tenían la última palabra acerca de los dioses! en realidad, no tenían ni una sola palabra en absoluto).
24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en el hay (presenta a Dios como el Creador), Éste, como sea Señor del Cielo y de la Tierra (Lo proclama no sólo como el Creador, sino también como el Administrador constante de todo que Él ha creado), no habita en Templos hechos de manos (¡Él es más grande que eso!);
25 Ni es honrado con manos de hombres (el Segundo Mandamiento prohibe hacer imágenes de cualquier tipo de Dios, o de adorar cualquier tipo de estatua, etc.), como si necesitara de algo (¡Dios no necesita nada!), pues Él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas (presenta Su Creación en necesidad de todo lo que Él provee, que no está provisto de ninguna otra fuente);
26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la Tierra (expresa que todo tiene su origen en Adán), y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos (pertenece a distintas partes del mundo, y los que ocupan estas áreas; sin embargo, la declaración, "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres" elimina toda clase de superioridad racial);
27 Para que buscasen a Dios (presenta el fin principal de todos los tratos de Dios con los hombres [I Ped. 2:24; II Ped. 3:9; Jn. 3:15-20; Apoc. 22:17]), si en alguna manera, palpando, le hallen (Pablo está apelando a la acción de la lógica y el sentido común cuando intentaba dirigirse a estos paganos), aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros (habló del Creador estando muy cerca de Su Creación):
28 Porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos (proclama a Dios, la fuente de toda la vida [Heb. 1:3]); como también algunos de vuestros poetas dijeron, Porque linaje de Éste somos también (presenta una cita directa de Aratos de Tarso, la propia nación de Pablo).
29 Siendo pues linaje de Dios (es ofrecido por Pablo en el sentido de la Creación; no la intención de "la Paternidad de Dios, y la Hermandad del Hombre," como muchos lo sostienen), no hemos de estimar la Divinidad ser semejante a oro, o a plata, o a piedra, escultura de artificio o de imaginación de hombres (Pablo expresa que Dios no es un mecanismo del hombre, como eran todos los dioses Griegos).
30 Empero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia (no refleja que tal ignorancia era la Salvación, ¡porque no lo era! antes de la Cruz, había muy poca Luz en el mundo, por eso Dios retiró el Juicio); ahora ordena a todos los hombres  en todos los lugares que se Arrepientan (pero a partir de la Cruz, el "Camino" está abierto para todos; y le urge a todos los Creyentes a hacer conocer ese "Camino" a todos los hombres):
31 Por cuanto ha establecido un día (se refiere a la venida del Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]), en el cual ha de Juzgar al mundo con Justicia, por aquel Varón al cual determinó (esa Justicia está exclusivamente en Cristo Jesús y lo que Él ha hecho por nosotros en la Cruz, y sólo puede alcanzarla por medio de la Fe en Él [Ef. 2:8-9; Rom. 10:9-10,13; Apoc. 22:17]); dando fe a todos con haberle levantado de los muertos (se refiere a la Resurrección ratificando lo que fue hecho en el Calvario, y es aplicable a todos los hombres, ¡por lo menos a todos los que creerán!).
32 Y así cuando oyeron de la Resurrección de los Muertos, unos se burlaban (la "burla" fue causada por la pura incredulidad): y otros decían, Te oiremos acerca de esto otra vez (fueron conmovidos por el Mensaje de Pablo, pero desgraciadamente no se decidían).
33 Y así Pablo se salió de en medio de ellos (ellos averiguaron que él no había quebrantado ninguna de sus leyes, entonces él estaba libre para irse, ¡que él lo hizo!).
34 Mas algunos creyeron, juntándose con él (creyeron de todo corazón, reconociendo en Pablo las Verdaderas Palabras de Vida): entre los cuales también fue Dionisio el del Areópago (de la Gran Corte de Atenas; la tradición dice que llegó a ser el Pastor de la Iglesia en Atenas), y una mujer llamada Dámaris (una persona prominente), y otros con ellos.


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor. 


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e  incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
 Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los  muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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