CAPÍTULO 48
(1689 a.C.)
LOS HIJOS DE JOSÉ
1 Y SUCEDIÓ después de estas cosas (Hebreos
11:21 arroja mucha luz al maravilloso Capítulo 48 de Génesis; incluso,
en los Capítulos 48 y 49, Jacob reluce como nunca antes; si se puede
notar, el Espíritu Santo se refiere a él repetidas veces como «Israel»;
es la gran acción de Fe de su vida; débil y moribundo, y sin nada más
que el bordón en que se apoyaba y adoraba, aun así otorgó una vasta e
invisible posesión a sus nietos — Williams) el haberse dicho a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo sus dos hijos Manasés y Efraín (estos jóvenes deben haber tenido unos 18 ó 20 años en ese momento).
2 Y se hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti.
Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama. (José
quiere que sus dos nietos conozcan y se den cuenta que aunque ellos
nacieron en Egipto, y todo lo que han conocido es Egipto, aun así, no
son Egipcios, sino de la casa de Jacob, es decir, Israelitas. Tal es el
cuadro de los Creyentes nacidos en este mundo presente, pero que no son
de este mundo, pero del mundo venidero. Y finalmente, no hay que pasar
por alto el significado del cambio del nombre de «Jacob» a «Israel». Por
fe [es siempre por la Fe], el gran Patriarca, movido por el SEÑOR,
afirmará las Promesas, y trazará el curso de Israel. Aunque en lo
natural los ojos del Patriarca están muy oscurecidos, su Fe arde con
gran esplendor, en realidad más brillante que nunca; por eso se le llama
«Israel».)
3 Y dijo a José: El Dios Omnipotente (Jacob
se refiere a Dios como «El Shaddái», utilizando el mismo nombre el cual
Dios había usado al referirse a Sí Mismo, cuando le apareció al
Patriarca en Betel, después de la triste experiencia de Siquén
[35:7-15]) me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo,
4 Y me dijo: He aquí, yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te
pondré por estirpe de pueblos; y daré esta tierra a tu simiente después
de ti por heredad perpetua. (Los Palestinos deberían leer estas palabras con mucho cuidado).
5 Y
ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de
Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como
Rubén y Simeón, serán míos. (Por
esto, Jacob indicaba que estaba pasando por alto a los hijos mayores y
asegurándose que José recibiría la doble porción de la primogenitura. Lo
que aplicaría a Efraín y Manasés, por lo tanto Jacob, por el Espíritu
Santo, los reclama como suyos.)
6 Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. (En
Las Escrituras no hay registro que José tuvo otros hijos fuera de
Efraín y Manasés, aunque pudiera haber tenido más. Pero si fuera, así no
podían ser contados, con respecto a la «bendición», respecto a Efraín y
Manasés. En otras palabras, la bendición de ellos tendría que ser la
bendición de los dos. Todo esto es de gran importancia, porque tenía que
ver con el surgimiento de la Nación de Israel, de la cual vendría el
Mesías, y sería dada la Palabra de Dios. Por eso, nada en el mundo era
más importante que esto, de aquí que el Espíritu Santo instruía a Jacob
como correspondía.)
7 Porque cuando yo venía de Padán Aram, se me murió Raquel en la tierra
de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y
la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén (donde
murió Raquel es donde nacería Jesús; «que si el grano de trigo no cae
en la tierra y muere, él sólo queda: pero si muriere, mucho fruto lleva»
[Jn. 12:24]).
LA BENDICIÓN
8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos? (El
hecho que Jacob inicialmente no podía discernir la presencia de los
hijos de José muestra que la adopción de ellos a la familia teocrática
fue impulsada, no motivada por el afecto natural impulsado al ver a
estos jóvenes, sino por el impulso interno del Espíritu de Dios.)
9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado
aquí. Y él dijo: Acércamelos ahora a mí, para que yo los bendiga. (La
«bendición» consistía de la doble porción de José, con una porción dada
a cada uno de estos hijos, que, como se dijo, contenía un significado
desproporcionado al pensamiento natural.)
10 Y los ojos de Israel estaban tan agravados de la vejez, que no podía
ver. Les hizo, pues, llegar a él, y él los besó y abrazó. (Aunque el Patriarca estaba casi ciego, el Espíritu Santo lo llama «Israel,» porque él podía «ver» por Fe.)
11 Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también tu simiente. (Satanás
le había dicho al Patriarca que nunca volvería a ver a José. Pero ahora
el Espíritu Santo dice: «No sólo has visto a José, sino también a sus
hijos ». La verdadera Fe en Dios nunca será decepcionada.)
12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra (proclama el hecho que José comprendió la tremenda importancia de lo que se decía y hacía aquí).
13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su diestra, a la siniestra de Israel (porque Efraín era el menor); y a Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel (porque era el mayor), y les hizo llegar a él.
14 Entonces Israel extendió su diestra, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor (que significa por su mano derecha que la mayor parte de la bendición sería para Efraín, aunque él era el menor), y su siniestra sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede (guiado por el Espíritu Santo); aunque Manasés era el primogénito (si no fuera por el Espíritu de Dios, él hubiera recibido la porción más grande).
15 Y bendijo a José (la
doble porción sería para los hijos de José; justo antes de que
bendijera Jacob a estos jóvenes, el anciano Patriarca toma su báculo, se
sostiene para no caerse, se postra agradecido en adoración a Dios;
Pablo lo menciona [Heb. 11:21]), y dijo: El Dios en cuya
presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene
desde que yo soy hasta este día (él especifica que la bendición que está por pronunciarse era de parte solamente de Dios),
16 El Ángel que me liberta de todo mal (esto habla del SEÑOR como un Ángel, pero no debe confundirse con esa creación en particular),
bendiga a estos jóvenes; y mi nombre sea llamado en ellos, y el nombre
de mis padres Abraham e Isaac; y multiplíquense y que crezcan a producir
grandes multitudes en medio de la Tierra. (El
«nombre» se refería a la Promesa, mientras que «multitudes» hablaban de
Bendición. La Promesa tenía que ver con el Redentor venidero, Quien
efectivamente vino. La bendición se refiere a la multitud, y se ha cumplido parcialmente, pero definitivamente se cumplirá en el Milenio venidero, cuando Israel será la primera nación de la Tierra.)
17 Entonces viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto (porque Efraín era el menor, y por lo tanto no debería normalmente recibir la porción más grande); y asió la mano de su padre, para cambiarla de sobre la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
18 Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito (Manasés es el primogénito); pon tu diestra sobre su cabeza.
19 Pero su padre rehusó, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él
vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano
menor será más grande que él, y su simiente será multitud de naciones. (El
reino del norte de Israel, unos 800 años en el futuro, sería llamado
«Efraín»; sin embargo, el cumplimiento mayor tiene que ver con «una
multitud de naciones» que espera la Edad del Reino venidero.)
20 Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel,
diciendo: Póngate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín
delante de Manasés.
21 Y dijo Israel a José: He aquí, yo muero, mas Dios será con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres (lo que ocurriría unos 240 años en el futuro).
22 Y yo te he dado a ti una parte sobre tus hermanos, la cual tomé yo de mano del Amorreo con mi espada y con mi arco. (No
se nos dice exactamente qué significa esta declaración de Jacob. Bien
podría ser un conflicto con los Amorreos, del cual no se nos dice nada;
sin embargo, podría referirse al día venidero cuando Israel derrotará a
los que refutan su derecho a la Tierra Prometida, que tomara lugar en la
Segunda Venida.)
CAPÍTULO 49
(1689 a.C.)
LA PROFECÍA
1 Y LLAMÓ Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días. (Este
Capítulo forma una de las grandes profecías dispensacionales de la
Palabra de Dios. Tiene que ver con los «últimos y postreros días». Es la
primera vez que se usa esta expresión: «los postreros días.»
La Profecía puede dividirse en lo siguiente: Rubén, Simeón y Leví, la
historia moral de Israel hasta el Primer Advenimiento; Judá, la
aparición del Mesías y Su rechazo; Zabulón e Isacar, la dispersión y
dominación de los Judíos entre los Gentiles; Dan, la aparición y reino
del Anticristo. Gad, Aser y Neftalí presentan el clamor de angustia de
los hijos electos de Israel para la Segunda Venida de Cristo. José y
Benjamín juntos predicen la Segunda Venida, en gloria, del Mesías de
Israel — Williams.)
2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob; y escuchad a vuestro padre Israel. (En
los Versículos 1 y 2, el Espíritu Santo guía el uso de ambos nombres,
«Jacob» e «Israel». Si bien los doce hijos se reúnen en su presencia, se
refiere a él como «Jacob»; sin embargo, cuando se refiere a las
profecías que se darán, se refiere a él por su nombre de príncipe,
«Israel».)
3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder (es lo que debe haber sido Rubén).
4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal (Rubén no fue Profeta, Gobernador, ni gran hombre); por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado (35:22).
5 Simeón y Leví, hermanos (culpables del mismo pecado); instrumento de ira son sus armas (34:25-29).
6 En su secreto no entre mi alma (conspiraciones secretas para asesinar a los de Siquén); ni mi honra se junte en su compañía (Jacob no tenía parte en la matanza de los de Siquén); que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro (cuando
tomaron cartas en el asunto, en lugar de seguir al SEÑOR, ellos
estorbaron enormemente el muro protector del SEÑOR alrededor de Jacob).
7 Maldito su furor, que fue fiero; y su ira; que fue dura; Yo los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel. (La
Tribu de Simeón, cuando entraron a la Tierra de Israel varios siglos en
el futuro, no tendría herencia, pero, de hecho, tendría su parte en la
herencia de Judá. Así también, Leví no tendría herencia del todo, sino
que tendría su maldición convertida en bendición ya que llegaron a ser
la Tribu Sacerdotal de Israel, pero aún dispersos por toda la nación,
cumpliendo la profecía.)
8 Judá, te alabarán tus hermanos (el nombre Judá significa «alabanza», y es de esta Tribu de la cual vendría el Mesías); tu mano estará en el cuello de Tus enemigos (se refiere a la gran victoria que en la Cruz Cristo ganaría sobre Satanás y todos los poderes de las tinieblas [Col. 2:14-15]); los hijos de tu Padre se inclinarán a ti (Israel lo hará en la Segunda Venida).
9 Cachorro de león es Judá (se
refiere a un cachorro, en el poder de su juventud, absolutamente
invencible; Esto representa a Cristo en la flor de Su madurez, lleno del
Espíritu Santo, sanando a los enfermos, echando fuera demonios,
resucitando muertos y obrando portentos y maravillas, y los espíritus
demoníacos temblando a Sus Pies); de la presa (el león está siempre en busca de la presa, la presa nunca busca al león), subiste (significa que Cristo está siempre a la ofensiva), Hijo mío (Jesús es el Hijo de Dios), se encorvó, se echó como león (un
león imperioso, de pie sobre las patas traseras, listo para saltar al
ataque, que, de hecho, era el símbolo de la Tribu de Judá), así como león viejo (se refiere a uno que madura hasta llegar a ser de pleno vigor y ferocidad), ¿quién Lo despertará? (¿Quién sería tan insensato como para responder a la invencibilidad absoluta de Cristo?)
10 No será quitado el cetro de Judá (el «Cetro» se define como «un báculo de cargo y autoridad», que pertenece a Cristo), y el legislador de entre Sus Pies (se
refiere a que Judá estaba destinado a ser el guardián de la Ley, lo que
eran ellos; el Templo estaba en Jerusalén, que era parte de la Tribu de
Judá, y que tenía que ver con la Ley), hasta que venga Siloh (cuando
venga Jesús, tipificado por el nombre «Siloh», Quien, era, y es el
Verdadero Legislador, Él cumplió la Ley en su totalidad por Su Vida y Su
Muerte, por ello, satisfizo todas sus demandas justas); y a Él se congregarán los pueblos (el
único camino a Dios el Padre es por Cristo el Hijo; el único camino a
Cristo el Hijo es por medio de la Cruz; el único camino a la Cruz es por
abnegación de sí mismo [Luc. 9:23-24]).
11 Atando a la vid (la
«Vid» se refiere a la fruta, y, de hecho, «la sangre de uvas,» se
refiere a lo que Él hizo en la Cruz al derramar la Sangre de Su Vida,
para producir este fruto [Jn. 15:1]) su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto (todo esto se refiere a la Cruz, y El que lava Sus Vestidos en vino, o sea, «en sangre»).
12 Sus Ojos rojos del vino (Sus ojos miraban siempre hacia la Cruz) y los dientes blancos de la leche (se
refiere a la Justicia de Cristo; es la Justicia que Él siempre ha
tenido, y que ahora está disponible para nosotros, por lo que Él hizo en
Sus Sufrimientos, esto es, «la sangre de uvas»).
13 Zabulón en puertos de mar habitará. Y será para puerto de navíos (esta
descripción de Zabulón no es tanto geográfica como ocupacional; lo más
cercano que esta Tribu llegó al Mediterráneo fue a unos 16 kilómetros
[10 millas]; sin embargo, las grandes vías de mercaderías de norte a
sur, etc., pasaron por Zabulón, siendo ellos muy activos en el comercio); y su término hasta Sidón (debiera traducirse, «Y sus fronteras serán hacia Sidón»).
14 Isacar, asno robusto echado entre dos alforjas;
15 Y vio (Isacar vio) que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; y bajó su hombro para llevar (la
Tribu de Isacar está contiguo al Río Jordán y, como resultado, fue
favorecida con los mejores áreas agrícolas en toda Israel), y sirvió en tributo (tiene que ver con servicios agrícolas, y no se refiere a la subyugación de ninguna otra nación).
16 Dan juzgará a su pueblo, como una de las Tribus de Israel.
17 Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que
muerde los talones de los caballos, y hace caer por detrás al
cabalgador de ellos (Dan
tenía la habilidad de gobernar, pero aun así llegó a ser una serpiente
peligrosa. Con toda certeza se puede observar que la primera
introducción de idolatría en Israel se atribuye a la Tribu de Dan
[Juec., Cap. 18] y, al enumerar las Tribus del Apocalipsis, Capítulo 7,
se omite el nombre Dan.
Así también, se cree que el Anticristo, quien será Judío, saldrá de la
Tribu de Dan, una vez más se asemeja a «una víbora en el camino», una
serpiente muy venenosa.)
18 Tu Salvación esperé, oh SEÑOR (se refiere a la Segunda Venida).
19 Gad, tropas lo vencerán; pero él vencerá al fin («Gad» será vencido por el Anticristo durante la Gran Tribulación, pero «vencerá al fin,» que se refiere a la Segunda Venida).
20 El pan de Aser será grueso, y él dará deleites al rey. («Aser»
podría bien ser la primera de las Tribus para dar la bienvenida a
Cristo en Su Segunda Venida. La frase «dará deleites al rey», pertenece a
una excelente presentación para el Rey. Ese Rey es el SEÑOR
Jesucristo.)
21 Neftalí, cierva (cierva hembra) suelta, que dará palabras hermosas. («Neftalí» tendrá palabras maravillosas para Cristo en Su regreso. Serán palabras de arrepentimiento [Zac. 13:1].)
22 Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro (José,
como Judá, es un Tipo de Cristo, por consiguiente, los superlativos
fluyentes y brillantes. Judá está descrito como Cristo en Sus
sufrimientos; mientras que José está descrito como Cristo en Sus
Bendiciones Milenarias).
23 Y le causaron amargura, y le lanzaron flechas, y le aborrecieron los arqueros (todo habla de lo que hizo Israel a Cristo).
24 Pero Su Arco se mantuvo poderoso, y los Brazos de Sus Manos se fortalecieron por las Manos del Fuerte de Jacob (a pesar de la oposición,Cristo hizo lo que Él vino a hacer, que se refiere a la Cruz), (de allí el Pastor, la Piedra de Israel,) (aquí Cristo es llamado por dos nombres, «Pastor» y la «Roca de Israel».)
25 Del Dios de Tu Padre, el Cual Te ayudará (es Sólo Cristo Quien goza de las Bendiciones del Padre; y esas Bendiciones Le vendrán de toda forma),
y del Omnipotente, el Cual te bendecirá con bendiciones de los cielos
de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones
del seno y de la matriz (debemos
entender que Dios no bendice al hombre, de por sí, sino más bien, Él
bendice a Cristo; si uno está en Cristo, entonces es bendecido).
26 Las Bendiciones de Tu Padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores (antepasados) hasta el término de las colinas eternas (mientras
duren los collados, durarán las Bendiciones de Dios; puesto que los
collados son «eternos», significa que las Bendiciones de Dios, por medio
de Cristo, también son eternas) serán sobre la cabeza de José (las Bendiciones estarán sobre Cristo, de Quien José era un Tipo), y sobre la cabeza de la corona de entre Sus hermanos (aunque Cristo era hombre, él estaba apartado de todos los demás hombres, y porque, también, era el Hijo de Dios).
27 Benjamín, (la
Tribu de Benjamín podría ser la tribu que tomará la delantera para
oponerse al Anticristo; por eso queda claro que Jacob fue guiado en lo
que declaró por el Espíritu de Profecía, y no por afecto natural; o él
hubiera hablado en un tono más tierno de su hijo amado Benjamín); es lobo arrebatador (rapaz, algo tomado como presa), a la mañana comerá la presa, y a la tarde repartirá los despojos (podría suceder durante la Gran Tribulación venidera, así como la Tribu de Benjamín se opone de lleno al
Anticristo).
28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su
padre les dijo, y los bendijo; a cada uno por su bendición los bendijo (aunque
Rubén, Simeón y Leví estaban bajo las señales del desagrado de su
padre, aún le indica que debe bendecirles, cada uno según su bendición,
porque ninguno de ellos fue rechazado como Esaú).
29 Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo;
sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el
hitita (el
corazón del Patriarca no estaba puesto en la riqueza de su recámara
lujosa, sino estaba muy lejos en la tierra escogida de Dios; nosotros,
también, debemos recordar que mientras estemos en el mundo, no debemos
ser de este mundo; nuestro tesoro está en otro lugar).
30 En la cueva que está en el campo de Macpela, que está delante de
Mamré en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo
de Efrón el hitita, para heredad de sepultura (el
gran Patriarca nunca permitió que todo el esplendor de Egipto y su lujo
quitara su Fe de su objetivo correcto; que era siempre Cristo y la
Cruz).
31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea. (Su
pedido que lo sepultaran en donde Abraham e Isaac fueron sepultados
declaraba, dentro de sí mismo, y declaraba, que todos estos reclamaban
la tierra en su totalidad. Dios se las había prometido a ellos, y al fin
esa Promesa será cumplida.)
32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.
LA MUERTE DE JACOB
33 Y como acabó Jacob de dar órdenes a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y murió; y fue reunido con sus padres. (Las
últimas horas del gran Patriarca estuvieron llenas de profecías y
predicciones respecto a las doce Tribus de Israel, que finalmente
traería el Redentor al mundo. Él murió cuando la Profecía fue dada, pero
no murió hasta que fue dicho. Debe decirse que Jacob guardó la Fe que
fue entregada a Abraham y su padre Isaac. Él no permitió que la antorcha
cayera o se apagara. En su muerte, ardía resplandeciente y, más
brillante que nunca antes.)
CAPÍTULO 50
(1689 a.C.)
LA SEPULTURA DE JACOB
1 ENTONCES se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. (José
cerró los ojos de su padre, como fue predicho por el SEÑOR a Jacob
[46:4]. El Versículo 1 es un cuadro de Cristo llorando sobre Israel.
Jacob estaba muerto en lo físico, pero vivo en lo espiritual. Israel
estaba vivo en lo físico, y muerto en lo espiritual.)
2 Y mandó José a sus siervos médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel (El
cuerpo de Jacob fue embalsamado, pero su alma y espíritu fueron al
Paraíso, para estar allí con su abuelo Abraham y su padre Isaac, y todos
los demás Creyentes que habían vivido hasta este momento).
3 Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados (tomó todo ese tiempo para ese proceso), y lo lloraron los Egipcios setenta días (la
muerte es un enemigo; es el último enemigo que será derrotado [I Cor.
15:26]; Jesús quitó el aguijón de la muerte en la Cruz pero, al
finalizar la Edad del Reino, la muerte será totalmente derrotada, y para
siempre [Apoc., cap. 20]).
4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del
Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego
que habléis en oídos del Faraón, diciendo (el
hecho que José no habló personalmente con Faraón concuerda con los
descubrimientos que muestran que los que endechaban en ese entonces no
se afeitaban y, por lo tanto, no podían entrar en la presencia real).
5 Mi padre me conjuró diciendo: He aquí yo muero; en mi sepulcro que
yo cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego pues
que vaya yo ahora, y sepultaré a mi padre, y volveré (como se dijo, José estaba hablándole a Faraón por medio de miembros de la corte real).
6 Y el Faraón dijo: Vé, y sepulta a tu padre, como él te conjuró.
7 Entonces José subió a sepultar a su padre; y subieron con él todos
los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de
la tierra de Egipto (la
grandeza del cortejo fúnebre de Jacob debió haber sido algo maravilloso
de presenciar; es asombroso pensar de este gran Patriarca, un peregrino
toda su vida, y llevado a su lugar de descanso por la grandeza del
poderoso Egipto; es una de las pocas veces en la historia que el mundo
reconoció la grandeza que estaba entre ellos),
8 Y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre;
solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus
vacas.
9 Y subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.
10 Y llegaron hasta la era de Hatad, que está al otro lado del Jordán, y
endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y José hizo a su
padre duelo por siete días (ya
estaban en la tierra de Canaán; «siete» es el número perfecto de Dios;
como tal, habla de la perfecta Salvación, que finalmente conducirá a la
Resurrección).
11 Y
viendo los moradores de la tierra, los Cananeos, el llanto en la era de
Hatad, dijeron: Llanto grande es éste de los Egipcios; por eso fue
llamado su nombre Abel Mizrayin, que está al otro lado del Jordán. (Los Cananeos no entendían lo que estaba haciendo José, creían que era algún tipo de ritual respecto a los Egipcios.)
12 Hicieron, pues, sus hijos (los hijos de Jacob) con él, según les había mandado;
13 Pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y le sepultaron en
la cueva del campo de Macpela, la que había comprado Abraham con el
mismo campo, para heredad de sepultura, de Efrón el hitita, delante de
Mamré (Abraham,
Isaac y Jacob fueron muy ricos en rebaños, oro y plata; sin embargo,
cuando murieron, lo único que se llevaron consigo fue su Fe).
JOSÉ
14 Y regresó José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron
con él a sepultar a su padre, después que le hubo sepultado.
15 Y viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron:
Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le
hicimos. (Los
hermanos de José nunca entendieron del todo quién era su hermano, o lo
que él era. Ahora que Jacob había muerto, ellos esperaban mal de José.
Ellos no podían, y quizá no quisieron, entender que José, siendo un Tipo
de Cristo, les trataría, no con juicio, sino con Misericordia y
Gracia.)
16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo (afirmaron
que Jacob había dicho antes de morir que ellos debían pedir a José que
los perdonara por el gran pecado que cometieron contra él).
17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus
hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto ahora te rogamos
que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre (ellos están repitiendo a José las palabras que Jacob les había dicho). Y José lloró mientras hablaban. (Con
respecto a esto, Williams dice: «La incredulidad incurable del corazón
se ilustra por los pensamientos crueles de los hermanos de José respecto
a su afecto para ellos. Esta incredulidad conmovió a José a llorar; y
en su acción y lenguaje, de nuevo él se destaca, tal vez como el Tipo de
Cristo más extraordinario en la totalidad de la Biblia».)
18 Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por tus siervos. (Este
Versículo registra las últimas cinco veces que los hermanos se
postraron ante José, cumpliendo los sueños [37:5-11]. Un día, en su
mayor cumplimiento, que será en los últimos días, Israel se rendirá a
los Pies del SEÑOR Jesucristo, del Cual José era un Tipo.)
19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? (La
pregunta de José, en efecto, dice: «Yo no soy el Juez y, por lo tanto,
yo no castigo. Si hay algún castigo proporcionado, será Dios quien lo
hace, y no yo. No tienen nada que temer de mí».)
20 Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien,
para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. (Este
Versículo contiene una de las más grandes Promesas que se encuentra en
toda la Palabra de Dios. Dios puede tomar el mal que se planeó en contra
del Creyente, es decir, si el Creyente confía plenamente, y lo cambia a
bien, hasta que todo lo que queda es el bien.)
21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón (un Tipo perfecto de Cristo).
LA MUERTE DE JOSÉ
22 Y estuvo José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.
23 Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también
los hijos de Maquir, hijo de Manasés, fueron criados sobre las rodillas
de José. (José
tenía 110 años cuando murió. Él vivió en Egipto 93 años, y los
descendientes de su padre vivieron allí 215 años. Este hombre que fue
vendido como esclavo a Egipto llegó a ser el gobernador de la nación más
poderosa y rica sobre la faz de la Tierra. Él fue sin duda uno de los
Tipos más hermosos de Cristo que haya vivido.)
24 Y José dijo a sus hermanos: Yo me muero; pero Dios ciertamente os
visitará, y os hará subir de aquella tierra a la tierra que juró a
Abraham, a Isaac, y a Jacob. (Al
mencionar José los nombres de su bisabuelo, su abuelo y su padre
describen el hecho que cuando le fue entregada la antorcha de la Fe, él
no permitió que se apagara.)
25 E hizo jurar José a los Hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. (Cuando
los Hijos de Israel salieron de Egipto, unos 3 millones de personas,
que sería aproximadamente 122 años más tarde, Moisés con mucho cuidado
«tomó consigo los huesos de José» [Éx. 13:19]. Vagaron unos 40 años en
el desierto, se suman aproximadamente 162 años desde que murió José, sin
duda, Josué ofició la sepultura de esos huesos sagrados — sagrados
debido a la Fe.)
26 Y murió José de edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto. (El
Libro de Génesis comienza con vida y termina con muerte. Comienza con
la creación y termina con un ataúd. Comienza con un Dios viviente y
termina con un hombre muerto, y todo debido a la Caída.)
Salmo 87: Los
cimientos de la ciudad de Dios están en el santo monte. El Señor ama
las entradas de *Sión más que a todas las moradas de Jacob. De ti,
ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah. "Entre los que me
reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo
mismo que a Cus. Se dice: Éste nació en Sión. " De Sión se dirá, en
efecto: "Éste y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha
establecido." El Señor anotará en el registro de los pueblos: "Éste
nació en Sión." Selah. Y mientras cantan y bailan, dicen: "En ti se
hallan todos mis orígenes." Proverbios 13: El
hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no
hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero
el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege
su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. El perezoso
ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El
justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La
justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al
pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece
ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla
radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo
genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El
dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se
enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido
es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su
merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La
enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la
muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no
cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su
necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable
aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y
deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El
deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal.
El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta,
saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo
recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las
riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre
hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No
corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come
hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.
El Libro de Segunda Corintios Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 1
(60 d.C.)
INTRODUCCIÓN
PABLO,
Apóstol de Jesucristo por la Voluntad de Dios, y Timoteo el hermano (el
Llamado del Apóstol tiene la intención por el Señor de servir como el
líder de facto de la Iglesia, y lo hace así por el Mensaje dado al
Apóstol; el saludo presenta un alto honor para Timoteo), a la Iglesia de
Dios que está en Corinto (su segunda Epístola a esta Iglesia, de la
cual tenemos un registro), juntamente con todos los Santos que están por
toda la Acaya (se refiere a toda Grecia): 2
Gracia (que viene por medio de la Cruz) y Paz (La Paz que resulta de la
Obra del Espíritu Santo en la Santificación, que es el resultado de la
Gracia) a vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo (Quien
pagó el precio por esto en la Cruz). ACCIÓN DE GRACIAS 3
Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo (presenta a Jesús como
la Deidad y Dios como Su Propio Padre, que no puede decirse de nadie
más), el Padre de Misericordias (Padre Misericordioso), y el Dios de
toda consolación (alivio y consuelo); 4
El Cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones (no niega el hecho
de la tribulación, pero garantiza realmente el consuelo en medio de la
tribulación), para que podamos también nosotros consolar a los que están
en cualquier angustia, con la consolación con que nosotros somos
consolados de Dios (consolaremos a otros de la misma forma como hemos
sido consolados). 5
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo
(corresponde a la Fe puesta en la Cruz, y que experimentamos sus
ventajas gloriosas), así abunda también por el mismo Cristo nuestra
consolación. (Podemos ofrecer este consuelo de la Cruz a cualquier
Creyente.) 6
Mas si somos atribulados (la ofensa de la Cruz [Gál. 5:11]), es por
vuestra consolación y Salud (lo que el Señor nos ha mostrado acerca de
la Cruz será de gran beneficio suyo), la cual se experimenta en el
sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos (ustedes
sufrirán la ofensa de la Cruz también): o si somos consolados, es por
vuestra consolación y Salvación. ("El Consuelo" está en la Cruz, la cual
siempre garantiza lo que se necesita.) 7
Y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois
compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación.
(Aquellos que sufren la ofensa de la Cruz también experimentarán el
consuelo de la Cruz.) 8
Porque Hermanos, no queremos que ignoréis de nuestra tribulación que
nos fue hecha en Asia (no explica exactamente lo que es), que
sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas de tal manera que
estuviésemos en duda de la vida (si algo odia Satanás, es la Cruz lo que
odia; por eso, él atacará a aquellos que Predican a “Cristo y Él
Crucificado,” y los atacará fuertemente): 9
Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte (Pablo
pensaba que él iba a morir), para que no confiemos en nosotros mismos,
sino en Dios que levanta los muertos (la prueba tiene la intención de
enseñar no sólo la sumisión, sino la confianza absoluta en Dios [Jer.
17:5]): 10
El Cual nos libró (el Creyente no puede morir hasta que el Señor
considere que haya terminado su obra), y nos libra de tanta muerte (lo
anterior se refería al pasado, mientras que esto se refiere al
presente): en El Cual esperamos que aún nos librará (confiamos en el
Señor por el futuro); 11
Ayudándonos también vosotros con oración por nosotros (la convicción
profunda de la eficacia de la oración intercesora de Pablo [Rom.
15:30-31; Fil. 1:19; File., v. 22]), para que por el don hecho a
nosotros por medio de muchos, por muchos sean hechas gracias por
nosotros. (A él le pareció que las oraciones de estos Creyentes
contribuyeron enormemente hacia su liberación, ¡y sin duda así sucedió!) POSTERGACIÓN 12
Porque nuestra gloria es esta (gloriarse en el Señor): el testimonio de
nuestra conciencia (una conciencia buena), que con simplicidad y
sinceridad de Dios (la sencillez de Cristo, que se refiere a la Cruz [II
Cor. 11:3]), no con sabiduría carnal (lo que está fuera de la Cruz),
mas con la Gracia de Dios (hecho posible por la Cruz), hemos conversado
(comportamiento) en el mundo, y mucho más con vosotros. (Lo que la Cruz
ha hecho posible en mi vida tiene el propósito de darle beneficio
abundante.) 13
Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también
conocéis (lo que os escribimos es lo que somos); y espero que aun hasta
el fin las conoceréis (el Mensaje del Apóstol no cambiaría, y él no
cambiaría); 14
Como también en parte habéis conocido (algunos en la Iglesia de Corinto
no reconocieron el Apostolado de Pablo, por eso no reconocieron todo lo
que él escribió como algo que procedía de Dios) que somos vuestra
gloria (regocijándose en el hecho de que tenían a Pablo como su
Maestro), así como también vosotros la nuestra (regocijándose en el
hecho de que él podía enseñarles y observarlos crecer en la Gracia),
para el Día del Señor Jesús. (Se refiere al “Tribunal de Cristo.”) 15
Y con esta confianza quise primero ir a vosotros (el Apóstol tenía
mucha confianza de que la mayoría en la Iglesia en Corinto lo recibirían
favorablemente), para que tuvieseis una segunda gracia (para que él
pudiera instruirles más acerca de la Cruz); 16
Y por vosotros pasar a Macedonia (él había planeado detenerse cuando
estuviera de paso en Corinto), y de Macedonia venir otra vez a vosotros
(se refiere a una segunda visita que anhelaba hacer; en efecto, no
realizó otra visita en ese entonces), y ser vuelto de vosotros a Judea
(marcharse de Corinto para Judea; el nuevo plan ya no fue dividir su
visita en Corinto, sino quedarse de una vez en aquella ciudad como se
relata en I Cor. 16:6). 17
Así que, al haber propuesto esto, ¿usé quizá de liviandad? (Se refiere a
como él cambiaba su parecer con respecto a la visita propuesta a
Corinto, por lo menos, en cuanto a la fecha.) o lo que pienso hacer, ¿lo
pienso según la carne (desde luego algunos acusaron a Pablo de no
conocer la Mente del Espíritu), para que haya en mí Sí y No? (¡Algunos
estaban diciendo que su "Sí" no quería decir sí, y su "No" no quería
decir no!) 18 Antes, Dios fiel sabe que nuestra palabra para con vosotros no es Sí y No (no es inconstante). 19
Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que por nosotros ha sido entre
vosotros Predicado (coloca el argumento en cuanto a la integridad de
Pablo directamente en el Evangelio que él Predicaba), por mí y Silvano y
Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en Él (conlleva la idea de
Alguien Que no cambia [I Sam. 15:29; Mal. 3:6]). 20
Porque todas las Promesas de Dios son en Él (en Cristo) Sí, y en Él
Amén (significa que estas Promesas no cambiarán), por nosotros a Gloria
de Dios (nuestra Predicación de la Cruz a ustedes traerá Gloria a
Dios). 21
Y El Que (Dios) nos confirma con vosotros en Cristo (Dios es capaz de
guardar a todas las personas que Él salva), y El Que nos ungió, es Dios
(tenemos estos beneficios como resultado de lo que Jesús hizo en la
Cruz); 22
El Cual también nos ha sellado (un sello de propiedad), y dado las
arras del Espíritu como garantía en nuestros corazones. (Es una garantía
que Dios nos dará al final el saldo de todo lo que Él ha Prometido, lo
que Jesús pagó en la Cruz [Rom. 8:23].) 23
Mas yo llamo a Dios por testigo sobre mi alma (da la razón del retraso
de su visita), que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a
Corinto. (En cambio había optado por enviar su Primera Epístola a
Corinto, que prepararía el camino para una visita cuando él llegara. Él
sintió la dirección del Espíritu que así sería lo mejor para tratar con
los problemas en Corinto.) 24
No que nos enseñoreemos (dominación) de vuestra Fe (en realidad una
referencia a la frase anterior “que por ser indulgente con vosotros”),
mas somos ayudadores de vuestro gozo (más bien, él quiso ser de
Bendición): porque por la Fe estáis firmes. (La Fe en Cristo y la Cruz
presenta el único modo de que alguien pueda estar firme.)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según
el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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