Mensaje de la Cruz-capítulo-1
Sonidos del aire libre
El 1 de enero Lectura Bíblica Diaria:  
Génesis 36 a 38:
CAPÍTULO 36
(1715 a.C.)
ESAÚ
     1 Y ESTAS son las generaciones de Esaú, el cual es Edom. (Esto
 es importante sólo en el sentido de mostrarnos la porción de Esaú, 
quien tuvo su lugar en esta vida, y no en la vida venidera [Sal. 17:14].
 Presenta a sus hijos estableciéndose en el mundo con sus riquezas y 
posesiones, mientras que los herederos de la Promesa, es a saber, Jacob y
 sus hijos, eran todavía peregrinos y extranjeros. Esto proporciona un 
cuadro profético.)
     2 Esaú tomó sus mujeres de las hijas de Canaán (del linaje maldecido de Canaán [9:23-27]); a Ada, hija de Elón, el hitita; y a Aholibama, hija de Aná, hijo de Zibeón, el Heveo;
     3 Y Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebayot.
     4 Y Ada dio a luz a Elifaz para Esaú; y Basemat dio a luz a Reuel;
     5 Y Aholibama dio a luz a Jeús, y a Jalán, y a Coré; y éstos son los hijos de Esaú, que le nacieron en la tierra de Canaán.
     6 Y
 Esaú tomó sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas, y todas las personas 
de su casa, y sus ganados y todas sus bestias, y toda la riqueza que 
había adquirido en la tierra de Canaán; y se fue a otra tierra de 
delante de Jacob su hermano.
     7 Porque
 la riqueza de ellos era grande, y no podían habitar juntos; ni la 
tierra de su peregrinación los podía sostener a causa de sus ganados. 
     8 Y Esaú habitó en el monte de Seír; Esaú es Edom. (En
 todo esto, encontramos que Esaú es repetidamente llamado Edom. Es el 
nombre que perpetuó el recuerdo de la venta de su primogenitura por un 
potaje. Hallamos que Esaú continuó siendo el mismo despreciador profano 
de lo celestial, a pesar de ser miembro de la familia sagrada.)
     9 Éstos son los linajes de Esaú, padre de Edom, en el monte de Seír (Petra).
    10 Éstos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú.
    11 Y los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatán, y Quenaz.
    12 Y Timná fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú; la cual le dio a luz a Amalec; éstos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. (El
 «Amalec» mencionado aquí es probablemente la nación Amalecita que atacó
 a Israel en Horeb. En la tipología Bíblica, se considera a Amalec como 
un tipo de la carne. Cuando Israel experimentó el milagro del agua que 
salió de la Roca, que era un Tipo de Cristo y el Espíritu Santo, Las 
Escrituras dicen: «Y vino Amalec, y peleó con Israel en Refidín»
[Éx. 17:6-8].)
    13 Y los hijos de Reuel fueron Najat, Zera, Sama, y Mizá; éstos eran los hijos de Basemat, mujer de Esaú.
    14 Y
 éstos fueron los hijos de Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná que fue
 hija de Zibeón; ella dio a luz a Jeús, a Jalán y a Coré, hijos de Esaú.
    15 Éstos
 son los duques de los hijos de Esaú: hijos de Elifaz primogénito de 
Esaú; el duque Temán, el duque Omar, el duque Zefo, y el duque Quenaz,
    16 El
 duque Coré, el duque Gatán, y el duque Amalec; éstos son los duques de 
Elifaz en la tierra de Edom; éstos fueron los hijos de Ada.
    17 Y
 éstos son los hijos de Reuel, hijo de Esaú; el duque Najat, el duque 
Zera, el duque Sama, el duque Mizá; éstos son los duques de la línea de 
Reuel en la tierra de Edom; estos hijos vienen de Basemat, mujer de 
Esaú.
    18 Y éstos son los hijos de Aholibama, mujer de Esaú:  el duque Jeús, el duque Jalán y el duque Coré; éstos fueron los duques que salieron de Aholibama mujer de Esaú, hija de Aná.
    19 Éstos son los hijos de Esaú y sus duques, quien es Edom.
    20 Estos son los hijos de Seír el Horeo, moradores de aquella tierra; Lotán, Sobal, Zibeón y Aná,
    21 Disón, Ezer y Disán:  éstos son los duques de los Horeos, hijos de Seír en la tierra de Edom.
    22 Y los hijos de Lotán fueron Horí y Homán; Y Timná hermana de Lotá.
    23 Y los hijos de Sobal fueron estos; Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam.
    24 Y
 los hijos de Zibeón fueron Ayá, y Aná. Este Aná es el que descubrió los
 mulos en el desierto cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre.
    25 Los hijos de Aná fueron; Disón, y Aholibama hija de Aná.
    26 Y estos fueron los hijos de Disón; Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.
    27 Y estos fueron los hijos de Ezer; Bilán, y Zaván, y Acán.
    28 Estos fueron los hijos de Disán; Uz, y Arán.
    29 Y estos fueron los duques de los Horeos; el duque Lotán, el duque Sobal, el duque Zibeón, el duque Aná,
    30 El duque Disón, el duque Ezer, el duque Disán; éstos fueron los de los Horeos por sus ducados en la tierra de Seír.
LOS REYES DE EDOM
    31 Los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron éstos:  (respecto
 a este Capítulo, Matthew Henry dice: «En cuanto a la prosperidad y 
honor externo, los hijos del Pacto muy a menudo son los desechados, y 
aquellos que están fuera del Pacto, como Esaú, supuestamente se 
destacan. Podemos suponer que es una prueba de la Fe de la Israel de 
Dios escuchar de la pompa y el poder de los reyes de Edom, mientras 
ellos eran esclavos en Egipto; pero aquellos que anhelan cosas grandes 
de parte de Dios tienen que contentarse en esperarlas; el momento 
oportuno de Dios es el mejor momento.
    «Observe,
 el Monte Seír se llama la tierra de su posesión. Mientras los 
Israelitas moraban en la casa de servidumbre, y su Canaán era 
simplemente la Tierra de la Promesa, los Edomitas moraban en sus propias
 habitaciones, y Seír estaba en su posesión. Los hijos de este mundo 
poseen todo en su mano, pero nada que corresponda a la esperanza [Luc. 
16:25]; mientras que los hijos de Dios tienen su todo en la esperanza, y
 poco en su propia mano. Pero al considerarlo todo, es mejor tener la 
promesa de Canaán que el Monte Seír como posesión».)
    32 Bela, hijo de Beor, reinó en Edom; y el nombre de su ciudad era Dinaba.
    33 Y murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo de Zera, de Bosra.
    34 Y murió Jobab, y en su lugar reinó Jusán de la tierra de Temán.
    35 Y
 murió Jusán, y reinó en su lugar Hadad hijo de Bedad, el que hirió a 
Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit.
    36 Y murió Hadad, y en su lugar reinó Samla de Masreca.
    37 Y murió Samla, y reinó en su lugar Saúl de Rejobot del río.
    38 Y murió Saúl, y en su lugar reinó Baal Janán hijo de Acbor.
    39 Y
 murió Baal Janán hijo de Acbor, y reinó Hadad en lugar suyo; y el 
nombre de su ciudad fue Pau; y el nombre de su mujer Mehitabel, hija de 
Matred, hija de Mezab. 
    40 Éstos
 fueron los nombres de los duques de Esaú, por su ciudad, por sus 
lugares, y sus nombres; el duque Timná, el duque Alvá, el duque Jetet,
    41 El duque Aholibama, el duque Elá, el duque Pinón,
    42 El duque Quenaz, el duque Temán, el duque Mibzar,
    43 El
 duque Magdiel, y el duque Iram; éstos fueron los duques de Edom, por 
sus habitaciones en la tierra de su posesión; Edom es el mismo Esaú, 
padre de los Edomitas.
CAPÍTULO 37
(1729 a.C.)
LOS SUEÑOS DE JOSÉ
     1 Y HABITÓ Jacob en la tierra donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán (al
 prescindir de Esaú en el Capítulo anterior, y en todo caso habiéndole 
mencionado simplemente porque era hijo de Isaac, ahora seguimos la 
narrativa de Jacob, que incluye la historia de José).
     2 Éstas fueron las generaciones de Jacob. José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos (José es uno de los más, si no el más notable Tipo de Cristo que se encuentra en la totalidad del Antiguo Testamento); y el joven estaba con los hijos de Bilhá (Dan y Neftalí), y con los hijos de Zilpa (Gad y Aser), mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala conducta de ellos (estos varones estaban en el Pacto, pero no eran del Pacto).
     3 Y amaba Israel (Jacob) a José más que a todos sus hijos (el
 nombre «Israel» que el Espíritu Santo da aquí a Jacob, significa que lo
 que Jacob había hecho, con respecto a amar a José, no era incorrecto, 
al contrario era lo correcto; algunos afirman que Jacob causó el 
problema entre sus hijos al favorecer a José; ¡pero eso no es cierto!), porque le había tenido en su vejez (en realidad significa que José poseía la sabiduría de un anciano aunque era joven); y le hizo una túnica de diversos colores. (Tal
 túnica era dada al hijo para el cual la primogenitura era designada. El
 Espíritu Santo declaró que ésta pertenecía a José y no a Rubén, quien 
en realidad era el primogénito. Quien ocupara esta posición sería el 
sumo sacerdote de la familia, el cual, realmente, fue José después de la
 muerte de Jacob. Como lo veremos, el futuro, lo confirma.)
     4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían y no le podían hablar pacíficamente. (Esto
 personifica perfectamente a Cristo; de Quien José fue uno de los más 
notables Tipos que se encuentra en la Palabra de Dios. Dios amó a Su 
Hijo, y lo demostró grandemente al derramar todo el Poder del Espíritu 
Santo sobre Él. Como resultado, los Judíos, quienes eran Sus hermanos, 
por así decirlo, Lo odiaban. Eso sigue hasta el presente, en que los que
 son del Espíritu [la Cruz] son odiados por aquellos que son de la 
carne.)
     5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos vinieron a aborrecerlo más todavía. (El
 SEÑOR le reveló el futuro a José en un sueño. Mientras el sueño 
indudablemente se refería a él, se refería más a Cristo e Israel, con 
estos hombres que odiaban a José siendo un tipo de Israel. Él les dijo a
 sus hermanos la verdad, y ellos lo odiaron aún más. Así también fue con
 el gran anti-tipo de José. Cristo dio testimonio a la Verdad, y Su 
testimonio a la Verdad fue contestado, de parte del hombre, por la 
Cruz.)
     6 Y él les dijo:  Oíd ahora este sueño que he soñado:
     7 He
 aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo 
se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban 
alrededor, y se inclinaban (se postraban) al mío. (Fue
 la Voluntad de Dios que este sueño se relatara, lo que sus hermanos 
recordarían, y verían cumplirse exactamente como fue declarado. El 
Comentario Púlpito dice, en cuanto a esto: «El contó este sueño, en la 
simplicidad de su corazón, y al hacerlo también fue guiado, 
inconscientemente quizás, pero todavía en realidad, por la providencia 
que predomina, Quien hizo uso del mismo relato del sueño como un paso 
más sobre su cumplimiento.)
EL RECHAZO
     8 Y le respondieron sus hermanos:  ¿Has
 de reinar tú sobre nosotros, o te has de enseñorear sobre nosotros? Y 
le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y de sus palabras. (El
 odio que los hermanos de José mostraron hacia él representa a los 
Judíos en el día de Cristo. «Él vino a los Suyos, y los Suyos no Le 
recibieron». «No hay parecer en Él ni hermosura» en los ojos de ellos. 
No le reconocieron como el Hijo de Dios, ni como el Rey de Israel.  ¡Lo odiaban!)
     9 Y soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos diciendo:  He aquí he soñado otro sueño; y he aquí el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. (En
 el sentido profético esto describe la Segunda Venida, cuando todas las 
Tribus de Israel se postrarán, a los pies de Cristo [Zac. 12:10; 13:1, 
6; 14:9].)
    10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió y le dijo:  ¿Qué sueño es éste que soñaste?  ¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos a inclinarnos en tierra ante ti? (Es
 exactamente lo que hicieron después que José llegó a ser el Gobernador 
de Egipto. Es exactamente lo que Israel, también, hará, en un feliz día 
venidero.)
    11 Y sus hermanos le tenían envidia; pero su padre guardaba estas cosas (aunque
 Jacob había reprendido a José, todavía, el Patriarca se daba cuenta de 
que había algo más en el significado de ese sueño).
    12 Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquén (a unos 80 kilómetros [50 millas] de distancia).
    13 Y dijo Israel (Jacob) a José:  Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquén; ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió:  Heme aquí. (La
 frase breve: «Heme aquí,» predice la declaración de Cristo: «Entonces 
dije: He aquí, vengo; en el volumen del Libro está escrito de Mí, el 
hacer Tu Voluntad, Dios Mío, me ha agradado; Y Tu Ley está dentro de Mi 
Corazón» [Sal. 40:7-8].)
    14 Y él (Jacob) le dijo (a José):  Vé
 ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme 
la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón y llegó a Siquén. (Todo esto describe que Jacob entendía poco el odio extremo que los hermanos le tenían a José.)
    15 Y lo halló un cierto hombre andando él perdido por el campo, y le preguntó aquel hombre diciendo:  ¿Qué buscas?
    16 Y él respondió:  Busco a mis hermanos, te ruego que me muestres dónde pastan.
    17 Y aquel hombre respondió:  Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos a Dotán (a
 unos 19 kilómetros [12 millas] al norte de Siquén, que es la misma 
distancia que José había recorrido para venir, 100 kilómetros [62 
millas]). Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.
EL COMPLOT
    18 Y como ellos lo vieron de lejos, antes que se les acercara, tramaron contra él para matarlo. (Así también sucedió con Cristo. Cuando Él nació, Herodes buscaba como matarle [Mat., Cap. 2].)
    19 Y dijeron el uno al otro:  He aquí viene el soñador (poco se daban cuenta que estos sueños se cumplirían exactamente según les fueron relatados).
    20 Ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en una cisterna, y diremos:  Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué serán sus sueños (esto muestra el dominio de la naturaleza pecaminosa).
    21 Y como Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo:  No lo matemos. (Rubén
 era el primogénito. Esto significaba que cuando Jacob muriera, él 
recibiría una doble porción de la herencia; sin embargo, la 
primogenitura fue dada a José. Por lo tanto, Rubén se habría beneficiado
 más con la muerte de José que cualquiera, pero parece que su corazón no
 estaba totalmente endurecido.)
    22 Y les dijo Rubén:  No
 derraméis sangre, echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y 
no pongáis mano en él; esto decía para poder librarlo así de sus manos y
 volverlo a su padre. (Él
 pensaba que podía volver después y rescatar a José, que por lo visto 
tenía que ir a alguna parte, pero regresó demasiado tarde. Ya habían 
vendido a José como esclavo.)
    23 Y
 sucedió que cuando llegó José a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a
 José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí (la
 carne odia al Espíritu, la túnica era un Tipo del Espíritu; sin 
embargo, cuando ellos le quitaron la túnica, no lo despojaron de la 
unción, porque la túnica era solamente un símbolo de esto);
    24 Y lo tomaron y lo echaron al pozo; pero el pozo estaba vacío, no había en él agua. (Cuando
 miramos a José en el pozo y en la prisión, y lo miramos después como el
 gobernador de toda la tierra de Egipto, vemos la diferencia entre los 
pensamientos de Dios y los pensamientos del hombre; y por lo tanto 
cuando miramos a la Cruz y luego «el Trono de la Majestad en los 
Cielos,» vemos la misma cosa.)
    25 Y se sentaron a comer pan (por lo visto, su idea era, cuando lo tiraron al pozo, dejarlo morir de hambre; pero de repente hubo un cambio en los planes);
 y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de Ismaelitas que 
venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a
 llevarlo a Egipto.
    26 Entonces Judá dijo a sus hermanos:  ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y ocultemos su sangre? 
    27 Venid,
 y vendámosle a los Ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; que 
nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos estuvieron de acuerdo. (Junto
 con Rubén, Judá es el que salvó la vida de José, que sugirió que lo 
vendieran como esclavo; sin embargo, era un leve acto de misericordia de
 parte de Judá, como lo que fue bajo las circunstancias normales, 
estaban entregándole a una vida peor que la muerte.)
EGIPTO
    28 Y como pasaban los Madianitas mercaderes (viajaban con los Ismaelitas),
 sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le 
vendieron a los Ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José
 a Egipto. (José
 como un Tipo de Cristo, el Salvador fue vendido por treinta piezas de 
plata. Como José fue llevado a Egipto, del mismo modo, los Gentiles 
aceptaron a Cristo.)
EL ENGAÑO
    29 Y Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos. (Cuando
 Rubén regresó, parece que genuinamente sintió pena por lo sucedido; sin
 embargo, sus hermanos le explicaron lo que habían hecho, y la historia 
muestra que él no hizo nada al respecto.)
    30 Y tornó a sus hermanos y dijo:  El mozo no parece; y yo, ¿adónde iré? (¿Qué voy a hacer?)
    31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la ropa con la sangre (así
 como Rebeca y Jacob habían usado un «cabrito de las cabras» para 
engañar a Isaac [27:9], del mismo modo, Jacob fue engañado con un 
«cabrito de las cabras»).
    32 Y
 enviaron la túnica de colores, y la trajeron a su padre, y dijeron: 
Ésta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la túnica de tu hijo (por
 lo visto consiguieron a un siervo o esclavo para que llevara la túnica 
sangrienta a Jacob, y le relatara la historia que inventaron).
    33 Y él la conoció, y dijo:  La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia le devoró; José ha sido despedazado.
    34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días (esta
 terrible congoja, y pena, duraría unos veinte años, significa que fue 
una de las pruebas más grandes que Dios jamás haya permitido a un hombre
 soportar).
    35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo:  Descenderé a la sepultura guardando luto por mi hijo. Y su padre lloró por él. (Jacob
 sabía que el SEÑOR le había dicho que le diera la primogenitura a José.
 Jacob pensó, siendo ese el caso, ¿por qué entonces permitió el SEÑOR 
que un animal salvaje le quitara la vida?)
    36 Y los Madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, eunuco del Faraón, capitán de los de la guardia. (La Mano del SEÑOR, aunque no tenía parte del mal que fue llevado a cabo, todavía, como veremos, guiaba los eventos,)
CAPÍTULO 38
(1729 a.C.)
JUDÁ
     1 Y ACONTECIÓ en aquel tiempo, que Judá descendió de donde estaba con sus hermanos, y se fue a un varón Adulanita, que se llamaba Hirá. (Este
 Capítulo es un paréntesis introducido aquí como una ilustración real 
del pecado, tinieblas, corrupción y la obstinación de los hermanos de 
José durante todo el período que él estuvo ausente y como fruto 
inevitable de su rechazo a él. Es, también, un cuadro anticipado de la 
condición moral de los Judíos hoy en día, como el resultado de su 
rechazo al Mesías.)
     2 Y vio allí Judá la hija de un hombre Cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó, y entró a ella (al
 casarse Judá con una Cananita significa que él pecó a sabiendas, porque
 debía de haber conocido la Voluntad de Dios en cuanto a ese asunto 
[Gén. 24:3; 26:35; 27:36; 28:1]).
     3 La cual concibió y dio a luz un hijo; y llamó su nombre Er.
     4 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo; y llamó su nombre Onán.
     5 Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo; y llamó su nombre Selá. Y estaba en Quezib, cuando lo dio a luz (En orden cronológico, se cree por algunos que el Capítulo 38 debe seguir el Capítulo 33.)
     6 Y Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar. (Este
 Capítulo es puesto aquí para mostrar la conexión entre Cristo y Su 
predecesor Judá. El Capítulo 1 de Mateo muestra claramente como Cristo 
Se hizo de menor reputación y, nacido como miembro de la Tribu de Judá, 
Se humilló. Porque en esa genealogía aparecen los nombres de Tamar y 
Betsabé. Pero Él de ninguna manera heredó de estos ninguna mancha de 
pecado, Porque fue concebido por el Espíritu Santo y, aunque nacido de 
mujer, era totalmente libre de corrupción moral.)
     7 Y Er, el primogénito de Judá fue malo a los ojos del SEÑOR, y le quitó el SEÑOR la vida (no
 se nos dice exactamente cómo sucedió esto; probablemente significa que 
llegó a involucrarse demasiado en la idolatría Cananita).
     8 Entonces Judá dijo a Onán:  Entra a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y suscita simiente a tu hermano.
     9 Y sabiendo Onán que la simiente no había de ser suya (no quería que fuera suya), sucedía que cuando entraba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, para no dar descendencia a su hermano (Judá
 demandaba esto para que continuara el linaje; sin embargo, Onán, 
realmente, por sus acciones estaba diciendo que a él no le importaba el 
Redentor que vendría al mundo; él no quiso a Tamar por esposa, por lo 
tanto, rechazó el mandato de su padre, Judá).
    10 Y desagradó en ojos del SEÑOR lo que hacía; y también quitó a él la vida. (De
 nuevo, no se nos dice de qué manera hizo esto el SEÑOR. La razón mayor 
porque todo esto era tan serio a los Ojos del SEÑOR era porque tenía que
 ver con el linaje del Redentor venidero, que era la cosa más importante
 en el mundo.)
    11 Y Judá dijo a Tamar su nuera:  Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Selá mi hijo; porque dijo:  Que quizá no muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar y estuvo en casa de su padre.
    12 Y
 pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá; y Judá se 
consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su 
amigo Hirá, el adulanita.
TAMAR
    13 Y fue dado aviso a Tamar, diciendo:  He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas.
    14 Entonces
 quitó ella de sobre sí los vestidos de su viudez, y se cubrió con un 
velo, y tapándose bien, se puso a la puerta de las aguas que están junto
 al camino de Timnat, porque veía que había crecido Selá, y ella no era 
dada a él por mujer. (No
 señala que Judá culpó a Tamar por la muerte de sus dos hijos; sin 
embargo, la pérdida de estos dos en sucesión debía haberle atemorizado, 
porque él no hizo ningún intento para darla a su tercer hijo, Selá, en 
matrimonio.)
    15 Cuando la vio Judá, pensó que era una ramera, pues se había cubierto el rostro.
    16 Enseguida se apartó del camino hacia ella, y le dijo:  Ven, pues, ahora entraré a ti; (porque no sabía que era su nuera.) Y ella dijo:  ¿Qué me das por llegarte a mí? (La
 conducta de Tamar, aunque reprensible en todo aspecto, no debe 
atribuirse a mera codicia, o un deseo excesivo de tener hijos, sino muy 
probablemente para afirmar su derecho de tener un lugar entre los 
antepasados de la familia Patriarcal. En todo esto hallamos, y como debe
 ser obvio, que Dios mostrara que Su elección es de Gracia, y no de 
mérito, y que Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores, hasta el
 más grande pecador y, cuando ellos se arrepienten, no se avergüenza de 
estar unido a ellos.)
    17 Él respondió:  Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras (un corderito). Y ella dijo:  ¿Me darás una prenda hasta que lo envíes? (Una prenda personal, hasta que ella recibiera el animal).
    18 Entonces él dijo:  ¿Qué prenda te daré? Ella respondió:  Tu anillo, y tu manto, y tu bordón que tienes en tu mano. Y él se lo dio, y entró a ella, la cual concibió de él. (Es
 lo que ella había planeado; la prenda que ella exigió incriminaría a 
Judá. El problema de él era lujuria, mientras que el de ella era el 
compromiso.)
    19 Y se levantó, y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.
    20 Y Judá envió el cabrito de las cabras (corderito) por mano de su amigo el Adulanita, para que tomase la prenda de mano de la mujer; pero no la halló.
    21 Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo:  ¿Dónde está la ramera de las aguas junto al camino? Y ellos le dijeron:  No ha estado aquí ramera.
    22 Entonces él volvió a Judá, y dijo:  No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron:  Aquí no ha estado ramera.
    23 Y Judá dijo:  Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados (ella tenía los artículos de la prenda consigo); he aquí yo he enviado este cabrito (corderito), y tú no la hallaste.
    24 Aconteció
 que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar 
tu nuera ha fornicado; y he aquí, a causa de las fornicaciones está 
embarazada (ella estaba encinta, pero no por fornicación, cuán presto estamos para juzgar). Y Judá dijo:  Sacadla, y sea quemada (Judá estaba dispuesto a condenarla, cuando, en realidad, él era igualmente culpable, y aún mucho más que ella).
    25 Y ella cuando la sacaban envió a decir a su suegro:  Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta; y dijo más:  Mira ahora cuyas son estas cosas, el anillo, el manto y el bordón.
    26 Entonces Judá los reconoció, y dijo:  Más justa es que yo, por cuanto no la he dado a Selá mi hijo. Y nunca más la conoció. (De todos modos, los hijos eran de él, y Tamar ya era un antepasado de la familia Patriarcal.)
MELLIZOS
    27 Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había dos en su vientre.
    28 Y sucedió, cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo:  Éste salió primero. (Todo esto tenía que ver con el Redentor venidero.)
    29 Pero sucedió que cuando el niño retiró su mano, he aquí su hermano salió; y ella dijo:  ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares (éste estaba en el linaje de Cristo, porque era el primogénito).
    30 Y después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zera. (Lutero
 pregunta por qué tales cosas fueron puestas en Las Escrituras. Él 
responde: 1. Nadie debe justificarse a sí mismo; 2. Nadie debe 
desesperarse. Hay perdón para todos los que humildemente vienen al 
SEÑOR; y 3. Para recordarnos que los Gentiles, por derecho natural, 
somos hermanos, madres, y hermanas de nuestro SEÑOR; la Palabra de 
Salvación es una Palabra para el mundo entero.)
Salmo 83:
Oh
 Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible. 
Mira cómo se alborotan tus enemigos, cómo te desafían los que te odian. 
Con astucia conspiran contra tu pueblo; conspiran contra aquellos a 
quienes tú estimas. Y dicen: "¡Vengan, destruyamos su nación! ¡Que el 
nombre de Israel no vuelva a recordarse!" Como un solo hombre se 
confabulan; han hecho un pacto contra ti: los campamentos de Edom y de 
Ismael, los de Moab y de Agar, Guebal, Amón y Amalec, los de Filistea y 
los habitantes de Tiro. ¡Hasta Asiria se les ha unido; ha apoyado a los 
descendientes de Lot! Selah. Haz con ellos como hiciste con Madián, como
 hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón, los cuales perecieron en 
Endor y quedaron en la tierra, como estiércol. Haz con sus nobles como 
hiciste con Oreb y con Zeb; haz con todos sus príncipes como hiciste con
 Zeba y con Zalmuna, que decían: "Vamos a adueñarnos de los pastizales 
de Dios." Hazlos rodar como zarzas, Dios mío; ¡como paja que se lleva el
 viento! Y así como el fuego consume los bosques y las llamas incendian 
las montañas, así persíguelos con tus tormentas y aterrorízalos con tus 
tempestades. Señor, cúbreles el rostro de ignominia, para que busquen tu
 nombre. Que sean siempre puestos en vergüenza; que perezcan humillados.
 Que sepan que tú eres el Señor, que ése es tu nombre; que sepan que 
sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.
Proverbios 9:
La
 sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un 
banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y 
ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los 
inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y 
beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán 
por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que 
lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No 
reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio,
 y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y 
aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; 
conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; 
muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu 
sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es 
escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su 
casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que 
van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan 
conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas 
saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos
 ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la 
*fosa.
El Libro de Primera Corintios Capítulo 13 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 13
(59 d.C.)
EL AMOR
SI
 yo hablase lenguas humanas y Angélicas (en realidad dice en el Griego, 
“Si fuera posible hablar en lenguas de los hombres y de los Ángeles”; 
además, Pablo no está denigrando el hablar en Lenguas, como algunos lo 
han afirmado [I Cor. 14:18]), y no tengo caridad (amor), vengo a ser 
como metal que resuena, o címbalo que retiñe (no se refiere a nuestro 
instrumento musical moderno al cual llamamos por ese nombre, sino aquel 
que todo lo que hacía era nada más que un ruido estrepitoso).
2 Y si 
tuviese Profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si 
tuviese toda la Fe, de tal manera que traspasase los montes (nos dice 
que las personas menos que perfecta pueden tener los Dones del Espíritu,
 como debería ser evidente), y no tengo caridad (amor), nada soy. (Ya 
vemos que la base en la cual todo debe ser edificado ― es el amor. ¡Si 
no, no somos nada!)
3 Y si repartiese toda mi hacienda para dar de 
comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado (cambia de
 Dones a “Obras”), y no tengo caridad (amor), de nada me sirve. (Tan 
recomendable como pueden ser las acciones, éstas llegan al nivel cero, a
 menos que el Amor de Dios las motive.)
CARACTERÍSTICAS
4 
La caridad (amor) es sufrida (se refiere a la paciencia), es benigna 
(representa el segundo lado de la actitud Divina hacia al género 
humano); la caridad (el género del Amor de Dios) no tiene envidia (no 
quiere lo que le pertenece a los demás); la caridad no es vanagloriosa 
(nunca es presumida), no se ensancha (no es orgullosa),
5 No es 
injuriosa (es olvidadiza de sí mismo y considerada de los demás), no 
busca lo suyo (es desinteresada), no se irrita (no se amarga por el 
abuso, el insulto o la herida), no piensa el mal (no toma en cuenta la 
maldad);
6 No se regocija de la injusticia (nunca chismorrea de las 
fechorías de los demás), mas se regocija de la Verdad (proclama lo que 
la Palabra de Dios identifica como la Verdad);
7 Todo lo sufre (nunca
 se queja), todo lo cree (tiene el concepto más amable de todos los 
hombres), todo lo espera (sigue creyendo por lo mejor), todo lo soporta 
(aguanta todo).
ETERNO
8 La caridad nunca deja de ser 
(porque el amor no puede fallar): mas las Profecías se han de acabar; y 
cesarán las Lenguas; y la Ciencia ha de ser quitada. (Se refiere al 
hecho de que los Dones del Espíritu no va a hacer falta en la 
Resurrección venidero, así como muchas otras cosas que se podría 
nombrar.)
9 Porque en parte conocemos (se refiere a la “Palabra de 
Ciencia,” que solamente es en parte Ciencia), y en parte Profetizamos 
(pertenece en la misma categoría).
10 Mas cuando venga lo que es 
perfecto (el Arrebatamiento de la Iglesia, es decir, la Resurrección), 
entonces lo que es en parte será quitado (como debe ser evidente).
11
 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como 
niño: mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño. (El 
Apóstol compara nuestro estado presente, “como un niño,” a aquello que 
está por venir, simbolizado por un adulto maduro. Es la diferencia entre
 el estado presente y la Resurrección venidera.)
12 Ahora (antes de 
la Resurrección) vemos por espejo, en oscuridad (sólo un vistazo 
sombrío); mas entonces (después de la Resurrección) veremos cara a cara 
(mirar abierta y claramente); ahora conozco en parte; (tener un poco de 
conocimiento) mas entonces conoceré como soy conocido (entonces todo 
será perfecto y completo).
13 Y ahora (antes de la Resurrección) 
permanecen la Fe, la Esperanza y la Caridad, estas tres (las tres 
permanecerán para siempre); empero la mayor de ellas es la Caridad (es 
la mayor porque únicamente el Amor nos hace conforme a Dios [I Jn. 
4:7]).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en 
lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un 
metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de 
profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si 
tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy
 nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi 
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano 
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni 
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no 
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la 
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo 
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, 
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y 
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de 
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto 
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, 
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de 
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero 
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero 
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
 tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de 
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la
 confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan
 perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, 
reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que 
ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si 
se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los 
que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y 
preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera,
 la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los 
antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la 
palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por 
la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, 
por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su 
ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por 
la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue 
hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió 
testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible 
agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer 
que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, 
advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó
 un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a
 ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, 
cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como 
herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó 
como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña 
con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque 
esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y
 constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que 
Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque 
consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo 
hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las 
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. 
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas 
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
 extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente 
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
 pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido 
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, 
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser 
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había 
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo 
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se 
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene 
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, 
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
 Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, 
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
 y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de 
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio 
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién 
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron 
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
 fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del 
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
 efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del 
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la 
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle 
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo 
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
 para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
 Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
 los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las 
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su 
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los 
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a 
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, 
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, 
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; 
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y 
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la 
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
 golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los 
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e 
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la 
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para 
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, 
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin 
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos 
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio 
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
 la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por 
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
 de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del 
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que 
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y 
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
 la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
 sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel 
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para 
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran 
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su 
sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna 
condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan 
según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de
 él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de
 la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza 
pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en 
condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se 
ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la 
naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se 
cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa 
sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza 
pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, 
los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del 
Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad
 que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es 
enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de 
hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a
 Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino
 según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si 
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo 
está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el 
Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el 
Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en 
ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará
 vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en 
ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de 
vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven 
conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a 
los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados 
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un 
espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los 
adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu 
mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos 
hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, 
pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su 
gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos 
actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación 
aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue 
sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino 
por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la 
creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, 
para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que
 toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y
 no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias 
del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra 
adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en
 esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es 
esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que 
todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así 
mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos 
qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que
 no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, 
sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por
 los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que 
Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que 
han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios 
conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la
 imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos 
hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, 
también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. 
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede 
estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino 
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos 
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que 
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo 
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
 intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La 
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
 peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos 
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
 matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
 de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la 
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
 los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la 
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en 
Cristo Jesús nuestro Señor.Labels: Biblia, Buenas Nuevas, Creyente, Cristianismo, Cruz, Dios, Fe, Iglesia, Jesucristo, Jesús, Lectura Biblica, Lectura Biblica de hoy, Lectura Biblica Diaria, Lectura del día, Lectura Diaria, Mensaje de la Cruz
    
     
    
  
  
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