25 November 2021

El 25 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


 
El 25 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Daniel 5 a 7:
El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino. Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación. Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos. La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación. Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea? Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría. Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido mostrarme la interpretación del asunto. Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino. Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación. El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad. Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba. Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria. Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place. Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas. Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino. La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años. Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición. Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle. Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase. Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño. El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos. Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones. Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa. En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto. Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne. Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio. Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo. Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron. Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las cosas. Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre. Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros. Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino. Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán. Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.


Salmo 46: 

Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas. Por eso no tenemos ningún temor. Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia. Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo. Dios está en medio de la ciudad; por eso, la ciudad no será conmovida; ya en la mañana Dios le brinda su ayuda. Braman las naciones, se tambalean los reinos, pero Dios habla y la tierra se derrite. ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob! ¡Vengan a ver las grandes obras del Señor! ¡Ha sembrado en la tierra gran desolación! ¡Ha puesto fin a las guerras en los confines de la tierra! ¡Ha roto los arcos y despedazado las lanzas! ¡Ha arrojado al fuego los carros de guerra! «¡Alto! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Las naciones me exaltan! ¡La tierra me enaltece!» ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob! 




Proverbios 3:
Hijo mío, no te olvides de mi ley; guarda en tu corazón mis mandamientos. Ellos prolongarán los años de tu vida y te traerán abundante paz. No te apartes de la misericordia y la verdad; átalas alrededor de tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así contarás con el favor de Dios, y con una buena opinión ante los hombres. Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal. Él será la medicina de tu cuerpo; ¡infundirá alivio a tus huesos! Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de tus cosechas. Tus graneros se saturarán de trigo, y tus lagares rebosarán de vino. Hijo mío, no desdeñes la corrección del Señor; no te sientas mal cuando te reprenda. El Señor corrige al que ama como lo hace el padre con su hijo amado. ¡Dichoso el que halla la sabiduría y se encuentra con la inteligencia! ¡Son más provechosas que la plata! ¡Sus frutos son más valiosos que el oro refinado! Son de más valor que las piedras preciosas; lo más deseable no es comparable a ellas. Con la mano derecha ofrece una larga vida, y con la izquierda ofrece riquezas y honra. Sus caminos son un deleite, y en todas sus veredas hay paz. La sabiduría es un árbol de vida para los que echan mano de ella; ¡dichosos los que no la sueltan! Con sabiduría, el Señor fundó la tierra; con inteligencia, el Señor afirmó los cielos. Con su sapiencia se abrieron los abismos, y destilaron las nubes su rocío. Hijo mío, preserva la ley y el consejo; nunca pierdas esto de vista. Éstos infundirán vida a tu alma y adornarán tu cuello. Así podrás andar confiado en tu camino, y nunca tus pies tropezarán. No tendrás temor cuando te acuestes; te acostarás y tendrás gratos sueños. No temerás que de repente te asalten las calamidades que merecen los impíos. El Señor te infundirá confianza, y evitará que tus pies queden atrapados. No te niegues a hacer los favores debidos, cuando en tu mano esté el hacerlos. Si hoy puedes ayudar a tu prójimo, no pospongas la ayuda para mañana. No hagas planes malvados contra tu prójimo; es tu prójimo y vive confiando en ti. No entables sin motivo pleitos contra nadie, mucho menos si no te han agraviado. No envidies a la gente violenta, ni escojas ninguno de sus caminos, porque al Señor le repugnan los perversos, pero es amigo de los hombres honrados. Sobre la casa de los malvados recae la maldición del Señor; sobre la habitación de los justos permanece su bendición. El Señor se burla de los burlones, pero brinda su favor a los humildes. La herencia de los sabios es la honra; la de los necios, la deshonra. 


El Libro de Los Hechos Capítulo 20 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 20
(60 d.C.)
MACEDONIA Y GRECIA




Y DESPUÉS que cesó el alboroto (la turba se había dispersado), llamando Pablo a los Discípulos habiéndoles exhortado y abrazado (se refiere a unos Creyentes de la Iglesia en Éfeso), se despidió, y partió para ir a Macedonia (tiene que ver con su cuidado por las Iglesias en aquella región).
2 Y pasando por todos aquellos lugares (sin duda incluía a Filipos, Tesalónica y Berea), y exhortándoles con abundancia de palabra (se refiere a la enseñanza de la Palabra de Dios, como es obvio), vino a Grecia (probablemente tiene que ver con repetida visitas a Atenas, Corinto y Cencrea, así como a otros sitios).
3 Y después de haber estado allí tres meses (probablemente pasó la mayor parte de este tiempo en Corinto [I Cor. 16:6]), y habiendo de navegar a Siria, le fueron puestas asechanzas por los Judíos (es muy probable que eran los Judíos de la Sinagoga en Corinto, que planearon matarlo); y así tomó consejo de volverse por Macedonia (básicamente indica la dirección contraria, en realidad a Filipos, de donde él daría vuelta entonces hacia a Siria).
4 Y le acompañaron hasta Asia Sópater que era de Berea, y los Tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo (algunos expositores creen que se escogieron a ciertos hombres de varias Iglesias para viajar con Pablo, y llevar sus ofrendas para los pobres en Jerusalén [Hch. 19:29; 27:2; Rom. 15:25-28; I Cor. 16:3; II Cor. 8:19-23]).
5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas (por el uso del pronombre "nos," Lucas indica que se volvió a reunir con Pablo y su equipo).
PABLO EN TROAS
6 Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos (se refiere a la Semana de la Pascua) y vinimos a ellos a Troas en cinco días (claramente demuestra la duración que se requería para echar el viaje en barco); donde estuvimos siete días.
7 Y el día primero de la semana (Domingo), juntos los Discípulos a partir el pan (el Domingo se convirtió en el día principal de la adoración), Pablo les enseñaba, tenía pensado partir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche (expresa que posiblemente predicaba por varias horas).
8 Y había muchas lámparas en el aposento alto (claramente se refirió al tercer piso, que acomodaría a doscientas o trescientas personas sentadas) donde estaban juntos (era el lugar de reunión o Iglesia en Troas).
9 Y un joven llamado Eutico que estaba sentado en la ventana, tomado de un sueño profundo: como Pablo disputaba largamente, se quedó profundamente dormido y cayó del tercer piso abajo, y fue alzado muerto (el Texto Griego declara que era un cuerpo sin vida; la caída lo había matado).
10 Entonces descendió Pablo, y se tendió sobre él, y abrazándole, dijo (indica el ejemplo de Elías en esto, que es probablemente lo que Pablo quiso [I Rey. 17:17-21]), No os alborotéis, que su alma está en él (no significa, como algunos afirman, que el muchacho simplemente había recibido un golpe que lo dejó inconsciente, sino más bien que él estaba muerto, y que el Señor le infundió vida; ¡él fue resucitado de los muertos!).
11 Después subiendo (Pablo), y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta el alba, y así partió (este Mensaje que duró toda la noche sólo fue interrumpido por la resurrección del muchacho de entre los muertos; él tenía mucho que decirles, y había mucho que ellos tenían que oír).
12 Y llevaron al joven vivo, y todos fueron animados mucho (¡qué noche!).
PABLO
13 Y nosotros subiendo en el barco (se refiere a Lucas y a los hombres de Versículo 4, pero no se refirió a Pablo, al menos en este entonces), navegamos a Asón (una distancia corta de aproximadamente sesenta kilómetros [cuarenta millas] alrededor del Cabo Electum), para recibir de allí a Pablo: pues así había determinado que debía él ir por tierra (por tierra era unos treinta kilómetros [veinte millas]; él caminaría esta distancia solo, sin duda con ganas de estar a solas con el Señor en oración).
14 Y como se juntó con nosotros en Asón, tomándole vinimos a Mitilene (presentaba otros sesenta kilómetros [cuarenta millas] aproximados en barco).
15 Y navegamos de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío (se refiere a otra Isla casi del tamaño de Lesbos; está situada directamente al oeste tanto de Esmirna como de Éfeso, aproximadamente a ciento cincuenta kilómetros [cien millas] de distancia); y al otro día tomamos puerto en Samos: y habiendo reposado en Trogilio; al día siguiente llegamos a Mileto.
16 Porque Pablo se había propuesto pasar adelante de Éfeso (no se paró allí), por no detenerse en Asia (creo que nos dice, que no quiso demorarse, después de resolver este asunto con el Señor con respecto a este viaje memorable): porque se apresuraba por hacer el Día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén (el Espíritu Santo le advirtió que le venía dificultades que tenía que afrontar en este viaje, y como si debía  apresurarse, por temor a retrocer por causa de estas dificultades venideras).
LOS ANCIANOS DE ÉFESO
17 Y enviando desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los Ancianos de la Iglesia (era aproximadamente cuarenta y cinco kilómetros [treinta millas] a Éfeso; quiso que los Ancianos se encontraran con él en Mileto antes que se marchara).
18 Y cuando vinieron a él (probablemente representa dos o tres días a partir del momento que enviaron primeramente al Mensajero), les dijo, Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia (los lleva al pasado desde el principio mismo de la Iglesia en Éfeso), he estado con vosotros por todo el tiempo (indica que los educaba con el Evangelio de Jesucristo),
19 Sirviendo al Señor con toda humildad (manifiesta lo que era contrario de los Judaizantes y otros falsos maestros, quienes intentaban atraer a discípulos tras ellos), y con muchas lágrimas (las emociones de Pablo emanaban de lo profundo de su ser), y tentaciones (una provocación para resolver una situación fuera del Camino del Señor) que me han venido por las asechanzas de los Judíos (los complots de los Judíos contra Pablo nunca cesaron):
20 Como nada que fuese útil he rehuido (no permitió que nada lo callara con respecto a la gran Doctrina de Jesucristo y Él Crucificado) de anunciaros (dio explicación de Las    Escrituras) y enseñaros, públicamente y por las casas (la mayoría de las Iglesias se reunían en casas),
21 Testificando a los Judíos y a los Gentiles (el Evangelio es el mismo para todos) arrepentimiento para con Dios, y la Fe en nuestro Señor Jesucristo (expone el Evangelio en pocas palabras; la Fe en Cristo pertenece a la Fe en lo que Él hizo en la Cruz).
22 Y ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén (se refiere al Espíritu Santo, y el deseo del Espíritu para que Pablo echara este viaje, sin importar las dificultades que se aproximaban), sin saber lo que allá me ha de acontecer (el Espíritu  Santo le dice que fuera a Jerusalén y que allá se encontraría con grandes problemas, pero no le dice exactamente lo que serían):
23 Mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio (nos dice lo que precisamente ocurrió, pero no nos da información alguna de los eventos actuales), diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan (el Espíritu Santo no le dijo a Pablo exactamente cómo ocurrirían).
24 Mas de ninguna cosa hago caso (indica que Pablo se colocaba totalmente en las Manos del Señor), ni estimo mi vida preciosa para mí mismo (su vida le pertenecía al Señor, y el Señor podía hacer con ella lo que Él deseaba); solamente que acabe mi carrera con gozo (y esto finalmente hizo), y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios (expresa básicamente lo que esta "carrera" es en realidad; su Mensaje era Jesucristo y Él Crucificado).
25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el Reino de Dios (fielmente predicaba el Mensaje a los Efesios), verá más mi rostro (sabía que ésta sería la última oportunidad en que él los vería, y por lo tanto, el motivo por el cual él les pidió que vinieran).
26 Por tanto, yo os protesto el día de hoy (el registro Celestial lo revelará), que yo soy limpio de la sangre de todos (quiere decir que había predicado el Evangelio a todos los que lo escucharon predicar, exactamente como el Señor se lo dio).
27 Porque no he rehuido de anunciaros (se refiere al hecho de que la tentación siempre estaba presente para reducir el Mensaje) todo el Consejo de Dios (toda la Palabra de Dios, sin retener nada).
28 Por tanto mirad por vosotros y por todo el rebaño (esta palabra se dirige a los Pastores que habían venido de Éfeso para reunirse con él) en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos (Ancianos, Obispos, Superintendentes, Pastores y Presbíteros; todos estos términos tienen el mismo significado, Pastor), para apacentar la Iglesia del Señor (para cuidar como un Pastor), la cual ganó por Su Sangre (Cristo nos compró por un gran precio).
29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado (aclara una descripción perfecta de los que negocian el cuerpo de Cristo, y en cualquier otra manera).
30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres (no vendrán de afuera, sino surgirán de adentro) que hablen cosas perversas, para llevar Discípulos tras sí (no a Cristo, sino a ellos mismos).
31 Por tanto, velad (sean vigilantes en cuanto a lo espiritual), acordándoos que por tres años de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno (Pablo no sólo predicaba la Verdad de la Palabra, sino que dio advertencias acerca de la falsa doctrina y señaló a los falsos apóstoles).
32 Y ahora, Hermanos, os encomiendo a Dios (había compartido bastante del Evangelio con ellos para que no se apartaran del Señor), y a la Palabra de Su Gracia (esa "Palabra" es "la Cruz"), el cual es poderoso para sobreedificar (el Evangelio de la Gracia por sí sola puede edificar a la persona), y daros heredad con todos los Santificados (el Creyente está Santificado sólo al hacer la Cruz el Objeto de su Fe, lo cual da al Espíritu Santo la libertad de acción para llevar a cabo Su Obra dentro de nuestros corazones y vidas; el Creyente no puede Santificarse por sí solo).
33 La plata, o el oro, o el vestido de nadie he codiciado (no tenía ganas de apoderarse de su dinero como los lobos rapaces del Versículo 29).
34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están conmigo, estas manos me han servido (se refiere a Pablo que reparaba carpas, o sea, tiendas de campaña, para sostenerse [Hch. 18:3]).
35 En todo os he enseñado (quiere decir que este aspecto de desinterés sirve como un   ejemplo) que, trabajando así, es necesario sobrellevar a los débiles (todo lo que el Creyente hace es para servir de ejemplo espiritual), y tener presente las Palabras del Señor Jesús, el cual dijo, Más bienaventurada cosa es dar que recibir (esas palabras no se hacen mención en los Evangelios; sin embargo, sabemos que sólo se hace mención una pequeña porción de lo que Él dijo e hizo; Pedro, o uno de los otros Apóstoles que estaban con el Señor Jesús, indudablemente le relató esto a Pablo).
36 Y cuando hubo dicho estas cosas (representaba la última oportunidad en que ya ellos iban a escucharlo), se puso de rodillas, y oró con todos ellos (también, tiene que ver con la última oportunidad que él iba a orar con ellos, aunque él iba a seguir orando por ellos).
37 Entonces hubo un gran lloro de todos (concierne el gran amor que le tenían para el Apóstol), y echándose en el cuello de Pablo, le besaban (su Mensaje los llevaba de la muerte a la vida),
38 Doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro (en cuanto sea posible saber, estos Efesios nunca volvieron a ver al Apóstol más hasta que lo volverían a ver en la Gloria). Y le acompañaron al navío (era el puerto de Mileto).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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