21 November 2021

El 21 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 21 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 41 - 43:


Me introdujo luego en el templo, y midió los postes, siendo el ancho seis codos de un lado, y seis codos de otro, que era el ancho del tabernáculo. El ancho de la puerta era de diez codos, y los lados de la puerta, de cinco codos de un lado, y cinco del otro. Y midió su longitud, de cuarenta codos, y la anchura de veinte codos. Y pasó al interior, y midió cada poste de la puerta, de dos codos; y la puerta, de seis codos; y la anchura de la entrada, de siete codos. Midió también su longitud, de veinte codos, y la anchura de veinte codos, delante del templo; y me dijo: Este es el lugar santísimo. Después midió el muro de la casa, de seis codos; y de cuatro codos la anchura de las cámaras, en torno de la casa alrededor. Las cámaras laterales estaban sobrepuestas unas a otras, treinta en cada uno de los tres pisos; y entraban modillones en la pared de la casa alrededor, sobre los que estribasen las cámaras, para que no estribasen en la pared de la casa. Y había mayor anchura en las cámaras de más arriba; la escalera de caracol de la casa subía muy alto alrededor por dentro de la casa; por tanto, la casa tenía más anchura arriba. Del piso inferior se podía subir al de en medio, y de éste al superior. Y miré la altura de la casa alrededor; los cimientos de las cámaras eran de una caña entera de seis codos largos. El ancho de la pared de afuera de las cámaras era de cinco codos, igual al espacio que quedaba de las cámaras de la casa por dentro. Y entre las cámaras había anchura de veinte codos por todos lados alrededor de la casa. La puerta de cada cámara salía al espacio que quedaba, una puerta hacia el norte, y otra puerta hacia el sur; y el ancho del espacio que quedaba era de cinco codos por todo alrededor. Y el edificio que estaba delante del espacio abierto al lado del occidente era de setenta codos; y la pared del edificio, de cinco codos de grueso alrededor, y noventa codos de largo. Luego midió la casa, cien codos de largo; y el espacio abierto y el edificio y sus paredes, de cien codos de longitud. Y el ancho del frente de la casa y del espacio abierto al oriente era de cien codos. Y midió la longitud del edificio que estaba delante del espacio abierto que había detrás de él, y las cámaras de uno y otro lado, cien codos; y el templo de dentro, y los portales del atrio. Los umbrales y las ventanas estrechas y las cámaras alrededor de los tres pisos estaba todo cubierto de madera desde el suelo hasta las ventanas; y las ventanas también cubiertas. Por encima de la puerta, y hasta la casa de adentro, y afuera de ella, y por toda la pared en derredor por dentro y por fuera, tomó medidas. Y estaba labrada con querubines y palmeras, entre querubín y querubín una palmera; y cada querubín tenía dos rostros; un rostro de hombre hacia la palmera del un lado, y un rostro de león hacia la palmera del otro lado, por toda la casa alrededor. Desde el suelo hasta encima de la puerta había querubines labrados y palmeras, por toda la pared del templo. Cada poste del templo era cuadrado, y el frente del santuario era como el otro frente. La altura del altar de madera era de tres codos, y su longitud de dos codos; y sus esquinas, su superficie y sus paredes eran de madera. Y me dijo: Esta es la mesa que está delante de Jehová. El templo y el santuario tenían dos puertas. Y en cada puerta había dos hojas, dos hojas que giraban; dos hojas en una puerta, y otras dos en la otra. En las puertas del templo había labrados de querubines y palmeras, así como los que había en las paredes; y en la fachada del atrio al exterior había un portal de madera. Y había ventanas estrechas, y palmeras de uno y otro lado a los lados del pórtico; así eran las cámaras de la casa y los umbrales. Me trajo luego al atrio exterior hacia el norte, y me llevó a la cámara que estaba delante del espacio abierto que quedaba enfrente del edificio, hacia el norte. Por delante de la puerta del norte su longitud era de cien codos, y el ancho de cincuenta codos. Frente a los veinte codos que había en el atrio interior, y enfrente del enlosado que había en el atrio exterior, estaban las cámaras, las unas enfrente de las otras en tres pisos. Y delante de las cámaras había un corredor de diez codos de ancho hacia adentro, con una vía de un codo; y sus puertas daban al norte. Y las cámaras más altas eran más estrechas; porque las galerías quitaban de ellas más que de las bajas y de las de en medio del edificio. Porque estaban en tres pisos, y no tenían columnas como las columnas de los atrios; por tanto, eran más estrechas que las de abajo y las de en medio, desde el suelo. Y el muro que estaba afuera enfrente de las cámaras, hacia el atrio exterior delante de las cámaras, tenía cincuenta codos de largo. Porque la longitud de las cámaras del atrio de afuera era de cincuenta codos; y delante de la fachada del templo había cien codos. Y debajo de las cámaras estaba la entrada al lado oriental, para entrar en él desde el atrio exterior. A lo largo del muro del atrio, hacia el oriente, enfrente del espacio abierto, y delante del edificio, había cámaras. Y el corredor que había delante de ellas era semejante al de las cámaras que estaban hacia el norte; tanto su longitud como su ancho eran lo mismo, y todas sus salidas, conforme a sus puertas y conforme a sus entradas. Así también eran las puertas de las cámaras que estaban hacia el sur; había una puerta al comienzo del corredor que había enfrente del muro al lado oriental, para quien entraba en las cámaras. Y me dijo: Las cámaras del norte y las del sur, que están delante del espacio abierto, son cámaras santas en las cuales los sacerdotes que se acercan a Jehová comerán las santas ofrendas; allí pondrán las ofrendas santas, la ofrenda y la expiación y el sacrifico por el pecado, porque el lugar es santo. Cuando los sacerdotes entren, no saldrán del lugar santo al atrio exterior, sino que allí dejarán sus vestiduras con que ministran, porque son santas; y se vestirán otros vestidos, y así se acercarán a lo que es del pueblo. Y luego que acabó las medidas de la casa de adentro, me sacó por el camino de la puerta que miraba hacia el oriente, y lo midió todo alrededor. Midió el lado oriental con la caña de medir, quinientas cañas de la caña de medir alrededor. Midió al lado del norte, quinientas cañas de la caña de medir alrededor. Midió al lado del sur, quinientas cañas de la caña de medir. Rodeó al lado del occidente, y midió quinientas cañas de la caña de medir. A los cuatro lados lo midió; tenía un muro todo alrededor, de quinientas cañas de longitud y quinientas cañas de ancho, para hacer separación entre el santuario y el lugar profano. Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa. Y oí uno que me hablaba desde la casa; y un varón estaba junto a mí, y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre; y nunca más profanará la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos. Porque poniendo ellos su umbral junto a mi umbral, y su contrafuerte junto a mi contrafuerte, mediando sólo una pared entre mí y ellos, han contaminado mi santo nombre con sus abominaciones que hicieron; por tanto, los consumí en mi furor. Ahora arrojarán lejos de mí sus fornicaciones, y los cuerpos muertos de sus reyes, y habitaré en medio de ellos para siempre. Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados; y midan el diseño de ella. Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender el diseño de la casa, su disposición, sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus descripciones, y todas sus configuraciones, y todas sus leyes; y descríbelo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma y todas sus reglas, y las pongan por obra. Esta es la ley de la casa: Sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de la casa. Estas son las medidas del altar por codos (el codo de a codo y palmo menor). La base, de un codo, y de un codo el ancho; y su remate por su borde alrededor, de un palmo. Este será el zócalo del altar. Y desde la base, sobre el suelo, hasta el lugar de abajo, dos codos, y la anchura de un codo; y desde la cornisa menor hasta la cornisa mayor, cuatro codos, y el ancho de un codo. El altar era de cuatro codos, y encima del altar había cuatro cuernos. Y el altar tenía doce codos de largo, y doce de ancho, cuadrado a sus cuatro lados. El descanso era de catorce codos de longitud y catorce de anchura en sus cuatro lados, y de medio codo el borde alrededor; y la base de un codo por todos lados; y sus gradas estaban al oriente. Y me dijo: Hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor: Estas son las ordenanzas del altar el día en que sea hecho, para ofrecer holocausto sobre él y para esparcir sobre él sangre. A los sacerdotes levitas que son del linaje de Sadoc, que se acerquen a mí, dice Jehová el Señor, para ministrar ante mí, darás un becerro de la vacada para expiación. Y tomarás de su sangre, y pondrás en los cuatro cuernos del altar, y en las cuatro esquinas del descanso, y en el borde alrededor; así lo limpiarás y purificarás. Tomarás luego el becerro de la expiación, y lo quemarás conforme a la ley de la casa, fuera del santuario. Al segundo día ofrecerás un macho cabrío sin defecto, para expiación; y purificarán el altar como lo purificaron con el becerro. Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Jehová. Por siete días sacrificarán un macho cabrío cada día en expiación; asimismo sacrificarán el becerro de la vacada y un carnero sin tacha del rebaño. Por siete días harán expiación por el altar, y lo limpiarán, y así lo consagrarán. Y acabados estos días, del octavo día en adelante, los sacerdotes sacrificarán sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de paz; y me seréis aceptos, dice Jehová el Señor.


Salmo 42:
Como ciervo que brama por las corrientes de agua, así mi alma clama por ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida; ¿Cuándo vendré a presentarme ante ti, mi Dios? Mis lágrimas son mi pan, de día y de noche, pues a todas horas me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?» Pienso en esto, y se me parte el alma; me acuerdo cuando acompañaba yo a la multitud, cuando la conducía hasta el templo de Dios entre voces de alegría y de alabanza, entre la alegría del pueblo en fiesta. ¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador! Dios mío, mi alma está muy abatida. Por eso me acuerdo de ti desde estas tierras del Jordán, desde los montes Hermón y Mizar. Un abismo llama a otro abismo, y resuena la voz de tus cascadas. Todas tus ondas y tus olas pasan sobre mí. Pero tú, Señor, durante el día me enviarás tu gran misericordia, y por la noche tu cántico estará conmigo, con mi oración a ti, Dios de mi vida. Dios mío y Roca mía, yo te pregunto: ¿Por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué debo andar acongojado y sufrir por la opresión del enemigo? Siento un dolor mortal en los huesos cuando mis enemigos me afrentan, cuando a todas horas me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?» ¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador! 



Proverbios 30:
Palabras proféticas de Agur, hijo de Jaqué, dirigidas a Itiel, a Itiel y a Ucal. ¡No hay nadie más ignorante que yo! ¡No hay en mí raciocinio humano! No tengo estudios ni sabiduría; ¡no tengo conocimiento alguno del Dios santo! ¿Quién puede subir al cielo, y bajar de allí? ¿Quién puede retener al viento entre sus puños? ¿Quién puede retener el mar en un paño? ¿Quién estableció los límites de la tierra? ¿Sabes su nombre, y el nombre de su hijo? Las palabras de Dios son todas puras; Dios es el escudo de quienes en él confían. No añadas a sus palabras, y él no te reprenderá, y tampoco resultarás un mentiroso. Solamente dos cosas te he pedido; ¡concédemelas antes de que muera! Aparta de mí la vanidad y la mentira, y no me des pobreza ni riquezas. Dame sólo el pan necesario, no sea que, una vez satisfecho, te niegue y diga: «¿Y quién es el Señor?» O que, por ser pobre, llegue yo a robar y ofenda el nombre de mi Dios. No acuses al siervo ante su amo, no sea que te maldiga y sufras el castigo. Hay algunos que maldicen a su padre y no bendicen a su madre. Hay algunos que se creen muy puros, aunque no se han purificado de su inmundicia. Hay algunos que miran con altanería y mantienen en alto la mirada. Hay algunos cuyos dientes parecen espadas y cuyas muelas parecen cuchillos, ¡dispuestos a devorar a los pobres de la tierra, a la gente menesterosa de este mundo! La sanguijuela tiene dos hijas que no saben más que pedir. Tres cosas hay que nunca se sacian, y aun la cuarta nunca está satisfecha: El sepulcro, la matriz estéril, la tierra seca, que demanda más agua, y el fuego, que jamás deja de arder. A quien mira con desprecio a su padre y tiene en poco la enseñanza de la madre, ¡que los cuervos del valle le saquen los ojos!, ¡que los aguiluchos se lo coman vivo! Hay tres cosas que me son incomprensibles, y aun la cuarta no la alcanzo a comprender: el rastro del águila en el aire, el rastro de la serpiente sobre las rocas, el rastro del barco al surcar el mar, y el rastro del hombre en la doncella. La mujer adúltera se porta así: Come, se limpia la boca, y afirma: «No he hecho nada malo.» Hay tres cosas que sacuden a la tierra, y una cuarta que no puede tolerar: el siervo que llega a ser rey, el necio que se harta de pan, la solterona que llega a casarse, y la criada que suplanta a su ama. Hay cuatro cosas muy pequeñas en la tierra, pero que son más sabias que los sabios: Las hormigas, ejército nada fuerte, pero que en el verano almacena su comida; los damanes, ejército sin recursos, pero que ponen su casa en la roca; las langostas, que no tienen rey, pero que avanzan en perfecta formación; y la araña, que se puede atrapar con la mano, pero que se halla en el palacio del rey. Tres animales caminan con paso airoso, y el cuarto se pavonea al andar: El león, el más fuerte de los animales, al que nada lo hace retroceder; el pavo real, el macho cabrío, Y el rey, a quien nadie resiste. Si en tu necedad has querido enaltecerte, o has hecho planes malvados, reflexiona: Si bates la leche, obtienes mantequilla; si te suenas fuerte la nariz, ésta te sangra; y si provocas la ira de alguien, provocas un pleito.




El Libro de Los Hechos Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES




CAPÍTULO 16
(53 d.C.)
TIMOTEO




DESPUÉS llegó (Pablo) a Derbe, y a Listra (el segundo Viaje Misionero tendrá un efecto más grande en la civilización que cualquier otra cosa que jamás haya sucedido, además de la Primera Venida de Cristo): y, he aquí, estaba allí un Discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer Judía fiel (habla de Timoteo y de su madre que eran seguidores de Cristo), mas de padre Griego (parece ser que él no era Creyente):
2 De éste daban buen testimonio los Hermanos que estaban en Listra y en Iconio (la consagración de Timoteo es muy obvia aquí).
3 Éste quiso Pablo que fuese con él (lo cual indudablemente era la dirección del Espíritu); y tomándole, le circuncidó por causa de los Judíos que estaban en aquellos lugares (precisamente esto era sabiduría de parte de Pablo, lo cual él se sintió guiado por el Espíritu Santo hacer): porque todos sabían que su padre era Griego (precisamente Pablo haría todo los que podía para apaciguar a la gente, pero no arriesgar su compromiso con el Evangelio).
4 Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que habían sido determinados por los Apóstoles y los Ancianos que estaban en Jerusalén (tiene que ver con las copias concerniente a la disputa sobre la Ley y la Gracia, la cual salió del Concilio en Jerusalén).
5 Así que, las Iglesias eran confirmadas en Fe (Jesucristo y Él Crucificado), y eran aumentadas en número cada día (muchos se estaban salvando).
6 Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia (insinúa un período de unos varios meses), les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la Palabra en Asia (se refiere a la región que ahora es conocida como el noroeste de Turquía; aunque el Espíritu Santo quería que el Evangelio se extendiera a esta área, había otro lugar que Él deseaba primero),
7 Y como vinieron a Misia, intentaron de ir a Bitinia (representaba una región al oriente del área de Éfeso): mas el Espíritu no les dejó (¡declara que la puerta estaba cerrada a esta área también!).
8 Y pasando a Misia, descendieron a Troas (esta área también estaría cerrada para mientras).
EL LLAMADO MACEDONIO
9 Y fue mostrada a Pablo de noche una Visión (proclama que el Espíritu Santo está diciéndole al Apóstol exactamente adónde Él quiere que fuera); Un varón Macedonio (la parte norte de la Grecia moderna, del Adriático al Río Hebro) se puso delante, rogándole, y diciendo, Pasa a Macedonia, y ayúdanos (así fue introducido el acontecimiento más monumental en la historia del mundo, los viajes de Pablo para llevar el Evangelio a las naciones del Occidente).
10 Y como vio la Visión, luego nosotros procuramos partir a Macedonia (por el uso del pronombre nosotros, sabemos que Lucas, el escritor del Libro de los Hechos, se reúne ahora con Pablo aquí en Troas), dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el Evangelio (sabían que ahora tenían la Mente del Señor).
FILIPOS
11 Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis (sería la primera presentación del Evangelio en las naciones Europeas, lo cual    tendría tanto que ver con lo que ahora se refiere a la Civilización Occidental);
12 Y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia (la destinación de Pablo), y una colonia (a la colonia de Roma): y estuvimos en aquella ciudad algunos días (representaba enormes dificultades, pero allí se estableció una Iglesia).
EL PRIMER CONVERTIDO
13 Y un día de Sábado salimos de la puerta junto al río, donde solía ser la oración (significaba que no había una Sinagoga en la ciudad; los pocos Judíos que se hallaban allí se reunían a la orilla del Río); y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían juntado (aparentemente indica que no habían hombres presentes excepto Pablo y su grupo).
14 Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira (era una mujer de negocios), temerosa de Dios (una Gentil quien probablemente había comenzado a asistir a una Sinagoga Judía en Tiatira), estaba oyendo (era evidente que le pidieron a Pablo que le hablara a estas mujeres y, por lo tanto, proclamar la historia de Jesucristo y Su Redención ofrecida por la Cruz del Calvario): el corazón de la cual abrió el Señor (revela su sed de conocer a Dios) para que estuviese atenta a lo que Pablo decía (ella entregó su corazón a Cristo y, por lo tanto, fue la primera convertida en tierra Europea).
15 Y cuando fue bautizada (claramente esto sucedió unos días más tarde), y su familia (se refiere a que todas las que estaban con ella también aceptaron al Señor, y fueron bautizadas), nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad (además, era probable que su casa fue la primera Iglesia en tierra Europea). Y nos constriñó (quiere decir que ellos no aceptaron al instante, pensando que quizás sería una imposición para ella, sin embargo ella no aceptó una respuesta negativa a su invitación).
LA LIBERACIÓN
16 Y aconteció, que yendo nosotros a la oración (no nos dice exactamente dónde se encontraban, pero nos indica que se hallaban en cierto lugar, lo más seguro en la casa de Lidia), una muchacha que tenía espíritu de adivinación, nos salió al encuentro (habla de la muchacha que estaba poseída por un demonio), la cual daba grande ganancia a sus amos adivinando (daba consejo y dirección que provenía del mundo del   espíritu, que produjo una suma de dinero para sus dueños):
17 Ésta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo (insinúa que se llevó a cabo por cierto tiempo, es posible que fue por varios días), Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de Salvación (debiera haberse traducido, un camino de la Salvación, porque es así como fue descrito en el Texto original).
18 Y esto hacía por muchos días (por alguna razón, el Espíritu Santo no le concedió a Pablo el permiso para orar por esta muchacha hasta ahora). Mas desagradando a Pablo, se volvió y dijo al espíritu (se dirigió al espíritu maligno, y no directamente a la muchacha), Te Mando en el Nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió (el espíritu maligno) en la misma hora (quiere decir que el espíritu salió al instante).
19 Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia (significa que la muchacha no podía funcionar como lo había hecho antes), prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, al Magistrado (era evidente que estos hombres tenían cierta influencia con estos Gobernadores),
20 Y presentándolos a los Magistrados (pertenecía los Romanos comisionados por Roma), dijeron, Estos hombres, siendo Judíos, alborotan nuestra ciudad (la manera como se usa la palabra Judíos insinúa desprecio),
21 Y predican ritos, los cuales no nos es lícito recibir ni hacer (¡una falsedad grotesca! En realidad, el Judaísmo era una religión legal en todo el Imperio Romano; aunque Pablo y Silas no enseñaban el Judaísmo, sino que proclamaban a Jesús, de todos modos los Romanos no podían distinguir la diferencia), pues somos Romanos (insinúa superioridad).
22 Y se agolpó el pueblo contra ellos (presenta un gran grupo en contra de Pablo y Silas): y los Magistrados rompiéndoles sus ropas (le quitaron la ropa a Pablo y Silas, por lo menos hasta la cintura), les mandaron azotar con varas (Pablo vuelve a recalcarlo en I Tes. 2:2; los azotes bajo la Ley Romana era el castigo más cruel y brutal).
23 Y después que los hubieron herido de muchos azotes (los flageladores fueron impulsados por la muchedumbre, golpearon a los Apóstoles hasta casi matarlos), los echaron en la cárcel (las cárceles de esa época eran lo peor que se pueda imaginar), mandando al carcelero que los guardase con diligencia (contiene la implicación que Pablo y Silas estaban desesperados):
24 El cual, recibido este mandamiento (quiere decir que podía castigarlos aun más si así lo deseaba, lo cual lo hizo), los metió en la cárcel de más adentro (reservado para los criminales más violentos), y les apretó los pies en el cepo (les separaron las piernas y los tiraron en el suelo de espalda; después de un breve tiempo, los músculos de las piernas comenzaran a encogerse, causando un dolor severo).
LA CONVERSIÓN
25 Mas a medianoche, orando Pablo y Silas (no significa que comenzaron a orar a la medianoche, sino más bien que todavía estaban orando a la medianoche habiendo comenzado mucho antes), cantaban himnos a Dios (el Texto Griego sugiere que rompían a cantar prorrumpiendo de vez en cuando mientras oraban; su canto era probablemente uno de los Salmos): y los que estaban presos los oían (quiere decir que oraban y cantaban tan fuerte que los otros presos los oían).
26 Entonces fue hecho de repente un gran terremoto (no era ningún terremoto ordinario), de tal manera que los cimientos de la cárcel se movían (presenta al Señor como el Instigador de esta agitación, no una fuerza normal de la naturaleza): y luego todas las puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron (no insinúa un terremoto normal, sino más bien algo sobrenatural).
27 Y despertado el carcelero, como vio abiertas las puertas de la cárcel (automáticamente asume que todos los presos se habían escapado), sacando la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huido (quiere decir que bajo la pena de muerte, él era responsable de los prisioneros).
28 Mas Pablo clamó a gran voz (Pablo veía lo que el carcelero estaba por hacer), diciendo, No te hagas ningún mal: que todos estamos aquí (nos dice que ningun prisionero, no importa cuántos eran, se aprovechó para escaparse; también nos dice que posiblemente algunos, aunque no todos, entregaron sus corazones al Señor).
29 Él entonces pidiendo luz, corrió adentro, y temblando (algo poderoso le estaba sucediendo a este hombre, además del susto del terremoto y de sus pensamientos de suicidio), se derribó a los pies de Pablo y de Silas (el carcelero trataba a Pablo con gran brutalidad, pero Pablo lo trataba con gran humildad),
30 Y sacándolos fuera (sacó a Pablo y a Silas de la prisión), le dice, Señores, ¿qué es necesario que yo haga para ser salvo? (Presenta la terminología que demuestra algo de  familiaridad con el Evangelio; es muy posible que antes del arresto del Apóstol, el carcelero le había escuchado predicar.)
31 Y ellos dijeron, Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú (presenta la explicación más bella de la Salvación que jamás se podría dar), y tu casa (quiere decir que la Salvación no está limitada solamente al carcelero, sino disponible a toda su familia también, si cumplen los requisitos de la Fe en Cristo que se les exige).
32 Y le hablaron la Palabra del Señor (se refiere a la explicación de la respuesta en el Versículo anterior, que explica lo que significa realmente creer en Cristo), y a todos los que están en su casa (presenta el culto que se celebraba después de la medianoche, lo que resultó que toda su familia entregaron sus corazones a Cristo; ¡Qué noche tan linda resultó!).
33 Y (el carcelero) tomándolos (Pablo y Silas) en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes (habla de la terrible paliza que habían sufrido poco rato antes); y se bautizó luego él, y todos los suyos (de inmediato).
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa (como es obvio, se preparó una comida para ellos), y se gozó de que con toda su casa había creído a Dios (una noche de miseria se convertió en una noche de gran gozo, y un gozo que duraría para siempre para este carcelero y su familia).
LOS MAGISTRADOS
35 Y cuando se hizo de día, los Magistrados enviaron los alguaciles (es posible que se refiera a los mismos hombres que habían administrado la paliza a Pablo y Silas), diciendo, Deja ir a aquellos hombres (el Códice de Bezae dice que los Magistrados entraron en la Corte esa mañana pensando en su tratamiento hacia Pablo y Silas había provocado el terremoto; ¡ellos tenían razón!).
36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo, Los Magistrados han enviado a decir que seas suelto: así que ahora salid, e id en paz.
37 Entonces Pablo les dijo, Azotados públicamente sin ser condenados, siendo hombres Romanos (presenta un escenario que pone una nueva cariz al asunto; era contra la Ley Romana que los Romanos fueran azotados; por lo tanto, los Magistrados habían violado la ley, sin haberse dado cuenta que ellos eran Romanos), nos echaron en la cárcel; y ¿ahora nos echan encubiertamente? (Fueron tratados como criminales comunes.) No, de cierto; sino vengan ellos y sáquennos (de esta manera, la ciudad de Filipos sabría que los cargos eran falsos).
38 Y los alguaciles volvieron a decir a los Magistrados estas palabras: y tuvieron miedo,    oído que eran Romanos (si Pablo y Silas lo hubieran deseado, ellos podían haber traído cargos contra estos individuos, lo que hubiera causado consecuencias severas).
39 Y viniendo, les rogaron, y sacándolos (se refiere a que los Magistrados fueron donde Pablo y Silas), les pidieron que se saliesen de la ciudad (tiene referencia al hecho de que le suplicaron a los Apóstoles para que no presentaran cargos contra ellos, sino que se marcharan en paz).
40 Entonces salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia (estaban un poco golpeados y maltratados físicamente, pero enormemente animados espiritualmente): y habiendo visto a los Hermanos, los consolaron, y se salieron (éstos eran los nuevos convertidos en la Iglesia Filipense).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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