02 May 2018

El 3 de mayo Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1



El 3 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 6 a 8:
El Señor le respondió: Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, sólo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; sólo por mi mano poderosa va a echarlos de su país. En otra ocasión, Dios habló con Moisés y le dijo: "Yo soy el Señor. Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el Señor. También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros. He oído además el gemir de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto. Así que ve y diles a los israelitas: Yo soy el Señor, y voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud; voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia. Haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios. Y los llevaré a la tierra que bajo juramento prometí darles a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el Señor, les daré a ustedes posesión de ella. " Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso. Entonces el Señor habló con Moisés y le dijo: Ve y habla con el faraón, el rey de Egipto. Dile que deje salir de su país a los israelitas. Pero Moisés se enfrentó al Señor y le dijo: ¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra. En otra ocasión el Señor habló con Moisés y Aarón acerca de los israelitas y del faraón, rey egipcio, y les ordenó sacar de Egipto a los israelitas. Éstos fueron los jefes de las familias patriarcales: Los hijos de Rubén, primogénito de Israel: Janoc, Falú, Jezrón y Carmí. Éstos fueron los clanes de Rubén. Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de la cananea. Éstos fueron los clanes de Simeón. Según los registros familiares, éstos son los nombres de los hijos de Leví, quien vivió ciento treinta y siete años: Guersón, Coat y Merari. Los hijos de Guersón, según sus clanes: Libní y Simí. Los hijos de Coat, quien vivió ciento treinta y tres años: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Merari: Majlí y Musí. Éstos fueron los clanes de Leví, según sus registros familiares. Amirán, que vivió ciento treinta y siete años, se casó con su tía Jocabed, la cual le dio dos hijos, Aarón y Moisés. Los hijos de Izar: Coré, Néfeg y Zicrí. Los hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri. Aarón se casó con Elisabet, hija de Aminadab y hermana de Naasón, y ella le dio cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Los hijos de Coré: Asir, Elcaná y Abiasaf. Éstos fueron los clanes de Coré. Eleazar hijo de Aarón se casó con una de las hijas de Futiel, la cual le dio un hijo, Finés. Éstos fueron los jefes de los clanes levitas, en orden de familias. Aarón y Moisés son los mismos a quienes el Señor mandó que sacaran de Egipto a los israelitas, ordenados en escuadrones. Son ellos quienes hablaron con el faraón, rey egipcio, en cuanto a sacar de Egipto a los israelitas. Aarón, vocero de Moisés Cuando el Señor habló con Moisés en Egipto, le dijo: Yo soy el Señor. Habla con el faraón, rey de Egipto, y comunícale todo lo que yo te diga. Pero Moisés se enfrentó al Señor y le dijo: ¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si yo no tengo facilidad de palabra? Toma en cuenta le dijo el Señor a Moisés que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta. Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas. Yo voy a endurecer el corazón del faraón, y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los israelitas! Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor. Moisés y Aarón cumplieron al pie de la letra las órdenes del Señor. Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres. El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: "Cuando el faraón les pida que hagan un milagro, le dirás a Aarón que tome la vara y la arroje al suelo ante el faraón. Así la vara se convertirá en serpiente." Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor. Aarón arrojó su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente. Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: Cada uno de ellos arrojó su vara al suelo, y cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos ellos. A pesar de esto, y tal como lo había advertido el Señor, el faraón endureció su corazón y no les hizo caso. El Señor le dijo a Moisés: "El corazón del faraón se ha obstinado, y se niega a dejar salir al pueblo. Anda a verlo por la mañana, cuando salga a bañarse. Espéralo a orillas del río Nilo, y sal luego a su encuentro. No dejes de llevar la vara que se convirtió en serpiente. Dile allí: El Señor, Dios de los hebreos, me ha enviado a decirte: ‘¡Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto! Como no has querido obedecer, el Señor dice: ‘¡Ahora vas a saber que yo soy el Señor! Con esta vara que llevo en la mano voy a golpear las aguas del Nilo, y el río se convertirá en sangre. Morirán los peces que hay en el río, y el río apestará y los egipcios no podrán beber agua de allí. " Dijo también el Señor a Moisés: "Dile a Aarón que tome su vara y extienda el brazo sobre las aguas de Egipto, para que se conviertan en sangre sus arroyos y canales, y sus lagunas y depósitos de agua. Habrá sangre por todo el territorio de Egipto, ¡hasta en las vasijas de madera y de piedra!" Moisés y Aarón cumplieron las órdenes del Señor. En presencia del faraón y de sus funcionarios, Aarón levantó su vara y golpeó las aguas del Nilo. ¡Y toda el agua del río se convirtió en sangre! Murieron los peces que había en el Nilo, y tan mal olía el río que los egipcios no podían beber agua de allí. Por todo Egipto se veía sangre. Sin embargo, mediante sus artes secretas los magos egipcios hicieron lo mismo, de modo que el faraón endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, no les hizo caso ni a Aarón ni a Moisés. Como si nada hubiera pasado, se dio media vuelta y regresó a su palacio. Mientras tanto, todos los egipcios hacían pozos a la orilla del Nilo en busca de agua potable, porque no podían beber el agua del río. Siete días pasaron después de que el Señor golpeó el Nilo. El Señor le ordenó a Moisés: "Ve a advertirle al faraón que así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. Si no los dejas ir, infestaré de ranas todo tu país. El Nilo hervirá de ranas, y se meterán en tu palacio, y hasta en tu alcoba y en tu cama, y en las casas de tus funcionarios y de tu pueblo, y en tus hornos y artesas. Se treparán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tus funcionarios. " Luego el Señor le dijo a Moisés: "Dile a Aarón que extienda su vara sobre ríos, arroyos y lagunas, para que todo Egipto se llene de ranas." Aarón extendió su brazo sobre las aguas de Egipto, y las ranas llegaron a cubrir todo el país. Pero, mediante sus artes secretas, los magos hicieron lo mismo, de modo que hicieron venir ranas sobre todo Egipto. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: Ruéguenle al Señor que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que le ofrezca sacrificios. Moisés le respondió: Dime cuándo quieres que ruegue al Señor por ti, por tus funcionarios y por tu pueblo. Las ranas se quedarán sólo en el Nilo, y tú y tus casas se librarán de ellas. Mañana mismo contestó el faraón. Así se hará respondió Moisés, y sabrás que no hay dios como el Señor, nuestro Dios. Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, de tus funcionarios y de tu pueblo, y se quedarán únicamente en el Nilo. Tan pronto como salieron Moisés y Aarón de hablar con el faraón, Moisés clamó al Señor en cuanto a las ranas que había mandado sobre el faraón. El Señor atendió a los ruegos de Moisés, y las ranas comenzaron a morirse en las casas, en los patios y en los campos. La gente las recogía y las amontonaba, y el hedor de las ranas llenaba el país. Pero en cuanto el faraón experimentó alivio, endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, ya no quiso saber nada de Moisés ni de Aarón. El Señor le ordenó a Moisés que le dijera a Aarón: "Extiende tu vara y golpea el suelo, para que en todo Egipto el polvo se convierta en mosquitos." Así lo hizo. Y Aarón extendió su brazo, golpeó el suelo con la vara, y del polvo salieron mosquitos que picaban a hombres y animales. En todo Egipto el polvo se convirtió en mosquitos. Los magos, recurriendo a sus artes secretas, trataron también de producir mosquitos, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos picaban a hombres y animales. "En todo esto anda la mano de Dios", admitieron los magos ante el faraón, pero éste había endurecido su corazón, así que no les hizo caso, tal como el Señor lo había advertido. El Señor le dijo a Moisés: "Mañana vas a madrugar. Le saldrás al paso al faraón cuando baje al río, y le advertirás: Así dice el Señor: ‘Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. Si no lo dejas ir, enviaré enjambres de tábanos sobre ti y sobre tus funcionarios, sobre tu pueblo y sobre tus casas. Todas las casas egipcias, y aun el suelo que pisan, se llenarán de tábanos. Cuando eso suceda, la única región donde no habrá tábanos será la de Gosén, porque allí vive mi pueblo. Así sabrás que yo, el Señor, estoy en este país. Haré distinción entre mi pueblo y tu pueblo. Esta señal milagrosa tendrá lugar mañana.' " Y así lo hizo el Señor. Densas nubes de tábanos irrumpieron en el palacio del faraón y en las casas de sus funcionarios, y por todo Egipto. Por causa de las tábanos, el país quedó arruinado. Llamó entonces el faraón a Moisés y a Aarón, y les dijo: Vayan y ofrezcan sacrificios a su Dios aquí en el país. No estaría bien hacerlo así contestó Moisés, porque los sacrificios que ofrecemos al Señor nuestro Dios resultan ofensivos para los egipcios. Si a la vista de ellos ofrecemos sacrificios que les son ofensivos, seguramente nos apedrearán. Tenemos que hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecerle sacrificios al Señor nuestro Dios, pues así nos lo ha ordenado. El faraón respondió: Voy a dejarlos ir para que ofrezcan sacrificios al Señor su Dios en el desierto, con tal de que no se vayan muy lejos y de que rueguen a Dios por mí. En cuanto salga yo de aquí le aseguró Moisés al faraón, rogaré por ti al Señor, y de aquí a mañana los tábanos se habrán apartado de ti, de tus funcionarios y de tu pueblo. Pero tú no debes seguir engañándonos ni impidiendo que el pueblo vaya a ofrecerle sacrificios al Señor. Así que Moisés salió y le rogó al Señor por el faraón. El Señor accedió a los ruegos de Moisés y apartó los tábanos del faraón, de sus funcionarios y de su pueblo. No quedó un sólo tábano. Pero una vez más el faraón endureció su corazón y no dejó que el pueblo se fuera.

Salmos 140:
Oh Señor, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos, de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra. Afilan su lengua cual lengua de serpiente; ¡veneno de víbora hay en sus labios! Selah. Señor, protégeme del poder de los impíos; protégeme de los violentos, de los que piensan hacerme caer. Esos engreídos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a mi paso. Selah. Yo le digo al Señor: "Tú eres mi Dios. Atiende, Señor, a mi voz suplicante." Señor Soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla: No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se enorgullezcan. Selah. Que sobre la cabeza de mis perseguidores recaiga el mal que sus labios proclaman. Que lluevan brasas sobre ellos; que sean echados en el fuego, en ciénagas profundas, de donde no vuelvan a salir. Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua viperina; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia. Yo sé que el Señor hace justicia a los pobres y defiende el derecho de los necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre y los íntegros vivirán en tu presencia.


Proverbios 15:
La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades. Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos. La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu. El necio desdeña la corrección de su padre; el que la acepta demuestra prudencia. En la casa del justo hay gran abundancia; en las ganancias del malvado, grandes problemas. Los labios de los sabios esparcen conocimiento; el corazón de los necios ni piensa en ello. El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, pero se complace en la oración de los justos. El Señor aborrece el camino de los malvados, pero ama a quienes siguen la justicia. Para el descarriado, disciplina severa; para el que aborrece la corrección, la muerte. Si ante el Señor están el sepulcro y la muerte, ¡cuánto más el corazón humano! Al insolente no le gusta que lo corrijan, ni busca la compañía de los sabios. El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu. El corazón entendido va tras el conocimiento; la boca de los necios se nutre de tonterías. Para el afligido todos los días son malos; para el que es feliz siempre es día de fiesta. Más vale tener poco, con temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias. Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio. El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua. El camino del perezoso está plagado de espinas, pero la senda del justo es como una calzada. El hijo sabio alegra a su padre; el hijo necio menosprecia a su madre. Al necio le divierte su falta de juicio; el entendido endereza sus propios pasos. Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan. Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna. El sabio sube por el sendero de vida, para librarse de caer en el sepulcro. El Señor derriba la casa de los soberbios, pero mantiene intactos los linderos de las viudas. El Señor aborrece los planes de los malvados, pero le agradan las palabras puras. El ambicioso acarrea mal sobre su familia; el que aborrece el soborno vivirá. El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad. El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos. Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas. El que atiende a la crítica edificante habitará entre los sabios. Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento. El temor del Señor es corrección y sabiduría; la humildad precede a la honra.


El Libro de Gálatas Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



GÁLATAS
CAPÍTULO 2
(52 d.C.)
LA IGLESIA



DESPUÉS, pasados catorce años, fui otra vez a Jerusalén juntamente con Bernabé (era probablemente el Concilio de Jerusalén [Hch. 15:1-35]), tomando también conmigo a Tito.
2 Empero fui por Revelación (el Señor le dijo que fuera), y les comuniqué el Evangelio que Predico entre los Gentiles (el Mensaje de la Cruz), mas particularmente a los que parecían ser algo (por lo menos a algunos de los primeros Doce), por no correr, o haber corrido, en vano. (Si los Doce, o incluso Santiago el Hermano del Señor, hubieran repudiado Su Evangelio de Gracia, al menos en lo que concernía a los Gentiles, esto habría creado una barrera insuperable.)
3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, siendo Griego (un Gentil), fue obligado a circuncidarse (Pablo probablemente lo tomó como un juicio):
4 Y eso por causa de los falsos hermanos, que se entraban secretamente (sugiere que fueron compañeros Creyentes, pero su insistencia sobre la necesidad de la Ley constituyó una negación de Cristo en la opinión de Pablo) para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús (la Verdad del Evangelio estaba en juego), para someternos a esclavitud (abandonar la Cruz siempre resulta en esclavitud):
5 A los cuales ni aun por una hora cedimos sujetándonos (Pablo no cedería una sola pizca, ni transigir en lo más mínimo); para que la Verdad del Evangelio permaneciese con vosotros. (La justificación por la Fe estaba en juicio.)
6 Empero de aquellos (hermanos falsos) que parecían ser algo, (cuáles hayan sido algún tiempo, no tengo que ver: Dios no acepta apariencia de hombre:) a mí ciertamente los que parecían ser algo, nada me dieron (no había nadie que pudiera añadir a la Revelación que el Señor le dio, en cuanto a la Cruz):
7 Antes por el contrario, cuando vieron que el Evangelio de la incircuncisión (los Gentiles) me era encargado (presenta a los Apóstoles de Jerusalén defendiendo la causa de Pablo después de oír la cuestión discutida en privada), como a Pedro el de la Circuncisión (los Judíos);
8 (Porque El Que hizo por Pedro para el Apostolado de la Circuncisión (los Judíos), hizo también por mí para con los Gentiles:)
9 Y cuando vieron la Gracia que me era dada (el Mensaje de la Gracia), Santiago (el Hermano del Señor) y Cefas (Pedro) y Juan, que parecían ser las columnas (una metáfora), nos estrecharon la mano en señal de compañerismo a mí y a Bernabé (una promesa de amistad y acuerdo); para que nosotros fuésemos a los Gentiles (a los que no son Judíos), y ellos a la Circuncisión (los Judíos).
10 Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres (los Santos pobres en Jerusalén, quienes habían sufrido privaciones terribles debido a la persecución); lo mismo que fui también solícito en hacer. (Pablo vio la necesidad y sintió que él debía responder favorablemente, que así lo hizo.)
PEDRO
11 Empero viniendo Pedro a Antioquía (Antioquía Siria, la ciudad usada por Dios para encabezar la Evangelización mundial), lo resistí en la cara (Pablo abiertamente se opuso y le reprobó, aunque Pedro fuera mayor), porque era de condenar (por haber abandonado la Cruz y recurrir a la Ley).
12 Porque antes que viniesen unos de parte de Santiago (nos da claramente otro ejemplo en cuanto a por qué los Apóstoles, o cualquier otro, no deben tener la última palabra, sino más bien la Palabra Misma de Dios), él (Pedro) comía con los Gentiles (Pedro conocía el Evangelio de la Gracia): mas después que vinieron (aquellos de Santiago en Jerusalén), se separaba y apartaba, teniendo miedo de los que eran de la Circuncisión. (El problema era "temor al hombre." Algunos de los Cristianos Judíos todavía trataban de cumplir con la Ley de Moisés, lo que significa que aceptaban a Jesús como el Mesías, pero no daban crédito en absoluto a la Cruz. Esto por último le ocasionó a Pablo la necesidad de escribir la Epístola a los Hebreos.)
13 Y a su disimulación consentían también (con Pedro) los otros Judíos (en la Iglesia en Antioquía); de tal manera que aun Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación (hipocresía).
14 Mas cuando vi que no andaban con rectitud conforme a la Verdad del Evangelio (estaban abandonando la Cruz), dije a Pedro delante de todos (la amonestación de Pablo fue en presencia de todos, de toda la Iglesia de Antioquia), Si tú, siendo Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué exiges a los Gentiles a Judaizar? (¡Hipocresía!)
LA JUSTIFICACIÓN
15 Nosotros Judíos naturales (deberíamos entenderlo mejor), y no pecadores de los Gentiles (que sólo sabían lo que les decíamos porque no fueron privilegiados de tener la Ley como nosotros la tuvimos),
16 Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley (tal es imposible), sino por la Fe de Jesucristo (la Fe en lo que Él hizo en la Cruz), nosotros también hemos creído en Jesucristo (el Objeto de la Fe siempre debe ser la Cruz), para que fuésemos Justificados por la Fe de Cristo, y no por las obras de la Ley: por cuanto por las obras de la Ley ninguna carne será justificada (¡categóricamente así es! no puede ser hecho).
17 Y si buscando nosotros ser Justificados en Cristo (al confiar en lo que Cristo hizo en la Cruz), también nosotros somos hallados pecadores (si fallamos, por ello al pecar de algún modo), ¿es por eso Cristo ministro de pecado? (¿Debe Cristo ser culpado por nuestro fracaso?) En ninguna manera. (La Cruz no ha fallado. Somos nosotros los que hemos fallado.)
18 Porque si las cosas que destruí (volver a la Ley), las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. (Volver a cualquier tipo de Ley es una desviación del Orden Prescrito de Dios de la Victoria [la Cruz], y es pecado.)
19 Porque yo por la Ley (Cristo ha guardado perfectamente la Ley y ha sufrido su pena justa, todo por mí) soy muerto a la Ley (la Ley no está muerta, pero yo estoy muerto a la Ley en virtud de haber muerto con Cristo [Rom. 6:3-5]), para vivir a Dios. (Indica aquello que sólo puede ser hecho por Cristo, y nunca según la Ley.)
20 Con Cristo estoy juntamente Crucificado (como el Fundamento de toda Victoria; Pablo, aquí, nos lleva de nuevo a Romanos 6:3-5): mas yo vivo (tengo nueva vida); no ya yo (no por mi propia fuerza y capacidad), mas vive Cristo en mí (en virtud de haber muerto con Él en la Cruz, y resucitado con Él a novedad de vida): y la vida que ahora vivo en la carne (mi andar diario ante Dios), la vivo en la Fe del Hijo de Dios (la Cruz siempre es el Objeto de mi Fe), El Cual me amó, y se entregó a Sí Mismo a muerte por mí (que es el único camino por el cual yo podría ser salvo).
21 No desecho la Gracia de Dios (si hacemos el Objeto de nuestra Fe en algo además de la Cruz de Cristo, frustramos la Gracia de Dios, lo que significa que impedimos su acción, y el Espíritu Santo ya no nos ayudará): porque si por la Ley fuese la Justicia (cualquier tipo de Ley), entonces por demás murió Cristo. (Si puedo vivir con éxito para el Señor por algún medio aparte de la Fe en Cristo y la Cruz, entonces la Muerte de Cristo fue un desperdicio.)


1 Corintios 13:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.



Hebreos 10:35-12:4:
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;


Romanos 8:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

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