04 April 2017

El 5 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre
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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 5 de abril Lectura Bíblica Diaria:

Nahúm 1 a 3:
Profecía acerca de Nínive. Libro de la visión que tuvo Nahúm de Elcós. El Señor es un Dios celoso y vengador. ¡Señor de la venganza, Señor de la ira! El Señor se venga de sus adversarios; es implacable con sus enemigos. El Señor es lento para la ira, imponente en su fuerza. El Señor no deja a nadie sin castigo. Camina en el huracán y en la tormenta; las nubes son el polvo de sus pies. Increpa al mar y lo seca; hace que todos los ríos se evaporen. Los montes Basán y Carmelo pierden su lozanía; el verdor del Líbano se marchita. Ante él tiemblan las montañas y se desmoronan las colinas. Ante él se agita la tierra, el mundo y cuanto en él habita. ¿Quién podrá enfrentarse a su indignación? ¿Quién resistirá el ardor de su ira? Su furor se derrama como fuego; ante él se resquebrajan las rocas. Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían. Pero destruirá a Nínive con una inundación arrasadora; ¡aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos! ¿Qué traman contra el Señor? ¡Él desbaratará sus planes! ¡La calamidad no se repetirá! Serán consumidos como paja seca, como espinos enmarañados, como borrachos ahogados en vino. Tú, Nínive, engendraste al que trama el mal contra el Señor, al infame consejero. Así dice el Señor: "Aunque los asirios sean fuertes y numerosos, serán arrancados y morirán. Y a ti, Judá, aunque te he afligido, no volveré a afligirte. Voy a quebrar el yugo que te oprime, voy a romper tus ataduras." Pero acerca de ti, Nínive, el Señor ha decretado: "No tendrás más hijos que perpetúen tu nombre; extirparé de la casa de tus dioses las imágenes talladas y los ídolos fundidos. Te voy a preparar una tumba, porque eres una infame." ¡Miren! Ya se acerca por los montes el que anuncia las buenas nuevas de victoria, el que proclama la paz. ¡Celebra tus peregrinaciones, Judá! ¡Paga tus votos! Porque no volverán a invadirte los malvados, pues han sido destruidos por completo. Nínive, un destructor avanza contra ti, así que monta guardia en el terraplén, vigila el camino, renueva tus fuerzas, acrecienta tu poder. Porque el Señor restaura la majestad de Jacob, como la majestad de Israel, pues los destructores lo han arrasado; han arruinado sus sarmientos. Rojo es el escudo de sus valientes; de púrpura se visten los guerreros. mientras se alistan para la batalla y los guerreros agitan sus lanzas. Desaforados corren los carros por las calles, irrumpen con violencia por las plazas. Son como antorchas de fuego, como relámpagos zigzagueantes. Convoca el rey de Nínive a sus tropas escogidas, que en su carrera se atropellan. para levantar la barricada, pero se abren las compuertas de los ríos y el palacio se derrumba. Ya está decidido: la ciudad será llevada al exilio. Gimen sus criadas como palomas, y se golpean el pecho. Nínive es como un estanque roto cuyas aguas se derraman. "¡Deténganse!" "¡Deténganse!", les gritan, pero nadie vuelve atrás. ¡Saqueen la plata! ¡Saqueen el oro! El tesoro es inagotable, y abundan las riquezas y los objetos preciosos. ¡Destrucción, desolación, devastación! Desfallecen los corazones, tiemblan las rodillas, se estremecen los cuerpos, palidecen los rostros. ¿Qué fue de la guarida de los leones y de la cueva de los leoncillos, donde el león, la leona y sus cachorros se guarecían sin que nadie los perturbara? ¿Qué fue del león, que despedazaba para sus crías y estrangulaba para sus leonas, que llenaba de presas su caverna y de carne su guarida? Pero ahora yo vengo contra ti afirma el Señor omnipotente. y mataré a filo de espada a tus leoncillos. Pondré fin en el país a tus rapiñas, y no volverá a oírse la voz de tus mensajeros. ¡Ay de la ciudad sedienta de sangre, repleta de mentira, insaciable en su rapiña, aferrada a la presa! Se oye el chasquido de los látigos, el estrépito de las ruedas, el galopar de los caballos, el chirrido de los carros, la carga de la caballería, el fulgor de las espadas, el centellear de las lanzas, la multitud de muertos, los cuerpos amontonados, los cadáveres por doquier, en los que todos tropiezan. ¡Y todo por las muchas prostituciones de esa ramera de encantos zalameros, de esa maestra de la seducción! Engañó a los pueblos con sus fornicaciones, y a los clanes con sus embrujos. "¡Aquí estoy contra ti! afirma el Señor Todopoderoso. Te levantaré la falda hasta la cara, para que las naciones vean tu desnudez, y los reinos descubran tus vergüenzas. Te cubriré de inmundicias, te ultrajaré y te exhibiré en público. Todos los que te vean huirán de ti, y dirán: ¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién hará duelo por ella? ¿Dónde hallaré quien la consuele?" ¿Acaso eres mejor que Tebas, ciudad rodeada de aguas, asentada junto a las corrientes del Nilo, que tiene al mar por terraplén y a las aguas por muralla? Cus y Egipto eran su fuerza ilimitada, Fut y Libia eran sus aliados. Con todo, Tebas marchó al exilio; fue llevada al cautiverio.contra las esquinas de las calles. Sobre sus nobles echaron suertes, y encadenaron a su gente ilustre. También tú, Nínive, te embriagarás, y se embotarán tus sentidos. También tú, por causa del enemigo, tendrás que buscar refugio. Todas tus fortalezas son higueras cargadas de brevas maduras: si las sacuden, caen en la boca del que se las come. Mira, al enfrentarse al enemigo tus tropas se portan como mujeres. Las puertas de tu país quedarán abiertas de par en par, porque el fuego consumirá tus cerrojos. Abastécete de agua para el asedio, refuerza tus fortificaciones. Métete al barro, pisa la mezcla y moldea los ladrillos. Porque allí mismo te consumirá el fuego y te exterminará la espada; ¡como larva de langosta te devorará! Multiplícate como larva, reprodúcete como langosta. Aumentaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo. Tus dignatarios son como langostas y tus oficiales, como insectos que en días fríos se posan sobre los muros, pero que al salir el sol desaparecen, y nadie sabe dónde hallarlos. Rey de Asiria, tus pastores están amodorrados, ¡tus tropas escogidas se echaron a dormir! Tu pueblo anda disperso por los montes, y no hay quien lo reúna. Tu herida no tiene remedio; tu llaga es incurable. Todos los que sepan lo que te ha pasado, celebrarán tu desgracia. de tu constante maldad?


Salmo 114:
Cuando Israel, el pueblo de Jacob, salió de Egipto, de un pueblo extraño, Judá se convirtió en el santuario de Dios; Israel llegó a ser su dominio. Al ver esto, el mar huyó; el Jordán se volvió atrás. Las montañas saltaron como carneros, los cerros saltaron como ovejas. ¿Qué te pasó, mar, que huiste, y a ti, Jordán, que te volviste atrás? ¿Y a ustedes montañas, que saltaron como carneros? ¿Y a ustedes cerros, que saltaron como ovejas? ¡Tiembla, oh tierra, ante el *Señor, tiembla ante el Dios de Jacob! ¡Él convirtió la roca en un estanque, el pedernal en manantiales de agua!


Proverbios 17:
Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia. El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la rompan. El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes. El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable. El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.


El Libro de Primera de Corintios Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS
CAPÍTULO 3
(59 d.C.)
LA CONDICIÓN CARNAL
DE manera que yo, Hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales (una reprensión solemne; eran carnales porque habían cambiado su Fe en la Cruz por otras cosas), como a niños en Cristo. (Bastante irónico, se dice de las personas que se consideran gigantes espirituales.)
2 Os di a beber leche, y no vianda (debido a su carnalidad): porque hasta ahora no podíais, ni aún podéis ahora. (Eran todavía inmaduros en lo espiritual. Cesó su crecimiento espiritual.)
3 Porque todavía sois carnales (en la versión breve, la carnalidad es la colocación de la fe en algo que no es la Cruz; en otras palabras, hace nulo la Cruz de Cristo [1:17]): pues habiendo entre vosotros celos, y contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? (Actuaban y hablaban del mismo modo como actúan y hablan los hombres del mundo; en otras palabras, como el inconverso.)
4 Porque diciendo el uno, Yo cierto soy de Pablo; y el otro, Yo de Apolos; ¿no sois carnales? (Es el espíritu sectario, que ha destrozado a tantas Iglesias.)
COLABORADORES
5 ¿Qué pues es Pablo y qué es Apolos (la idea es que estos hombres, aunque muy usados por Dios, eran solamente hombres), sino Ministros por los cuales habéis creído (mejor traducido, "Mediante los cuales ustedes creyeron"), y eso según que a cada uno ha concedido el Señor? (Cualesquiera que sean los Dones que cada Predicador tenía, éstos fueron dados por el Señor, y no eran resultado de sus propias capacidades o méritos.)
6 Yo planté (se refiere a Pablo que fue de por sí el fundador de la Iglesia bajo Cristo), Apolos regó (el fortalecimiento de la Fe de las Iglesias indecisas); mas Dios ha dado el crecimiento (a las almas y su Crecimiento Espiritual).
7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega (el plantador y el regador no son nada en comparación al Señor); sino Dios Que da el crecimiento. (El hombre por su propia habilidad no puede causar el crecimiento, no importa cuánto él planta o riega, hablando en lo espiritual.)
8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa (significa literalmente en el Griego, "una cosa"): aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. (Pablo no dijo, "según su propio éxito," sino más bien "labor." Dios no nos ha llamado para tener éxito, sino que nos ha llamado para que seamos Fieles.)
9 Porque nosotros colaboradores somos de Dios (la Labor en la cosecha): vosotros labranza de Dios sois (el campo de Dios, la tierra cultivada de Dios), edificio de Dios sois (la Viña).
10 Conforme a la Gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto (en esencia, Pablo, bajo Cristo, fundó la Iglesia) puse el fundamento (Jesucristo y Él Crucificado), y otro edifica encima (todos los Predicadores subsiguientes a partir de aquel entonces, hasta este mismo momento, y han edificado sobre este Fundamento). Empero cada uno vea como sobreedifica. (Todos deben Predicar la misma Doctrina que Pablo Predicó, en esencia, "Jesucristo y Él Crucificado.")
EL FUNDAMENTO
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto (algo que no es la Cruz es otro fundamento y, por lo tanto, es inaceptable al Señor), el cual es Jesucristo (Quien Él es, la manifestación de Dios en la carne, y Lo que Él hizo, la Redención por medio de la Cruz).
12 Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas (Pablo usa símbolos; los primeros tres son materiales que resistirán la prueba de fuego, simbólico de la Palabra de Dios que es el Estándar), madera, heno, hojarasca (no resistirá la prueba de fuego);
13 La obra de cada uno será manifestada (en el Tribunal de Cristo): porque el día la declarará (el tiempo del Tribunal de Cristo), porque por el fuego será manifestada (el fuego de la Palabra de Dios); y la obra de cada uno cual sea, el fuego hará la prueba. ("Fuego" en el Griego es "puri," y se refiere a la habilidad de Cristo, Quien será el Juez y Quien ve a través de todo lo que hacemos [Apoc. 2:18]. ¡Él Solo conoce nuestros mismos motivos!)
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó (suponiendo que es cierto), recibirá recompensa (lo que será eterno, aunque no nos diga lo que será).
15 Si la obra de alguno fuere quemada, será perdida (la pérdida de recompensa, pero no de la Salvación): él empero será salvo; mas así como por fuego. (En realidad, significa que la persona es salva "a pesar del fuego." Aunque el fuego de la Palabra de Dios sin duda alguna quemará las obras impropias, no tocará nuestra Salvación, que está en Cristo y la Cruz.)
EL TEMPLO
16 ¿No sabéis que sois Templo de Dios (donde permanece el Espíritu Santo), y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (Hace del Creyente Nacido de Nuevo Su vivienda permanente.)
17 Si alguno violare el Templo de Dios (nuestros cuerpos físicos deben ser un Sacrificio vivo, lo que significa que permanecemos Santos al hacer siempre la Cruz el Objeto de nuestra Fe [Rom. 12:1]), Dios destruirá al tal (al no desempeñar en el Orden Prescrito de Dios [la Cruz], deja al Creyente expuesto a Satanás, que causará por último la destrucción); porque el Templo de Dios, el cual sois vosotros, Santo es. (Somos "Santos" en virtud de estar "en Cristo." Permanecemos Santos por la Obra del Espíritu Santo, Quien exige que nuestra Fe siempre esté en la Cruz, lo cual ha hecho todo esto posible.)
18 Nadie se engañe a sí mismo (lo que es posible, o la amonestación no se hubiera dado). Si alguno entre vosotros parece ser sabio en este siglo (no tiene la intención de denigrar la educación, sino más bien para describir la Verdad de que no puede tener un encuentro con Dios y Sus Caminos por medio de la sabiduría de este mundo, es decir, la educación superior, etc.), hágase simple (permita a la persona aceptar al Señor como su Salvador, y luego ir a la Palabra de Dios para instruirse en el Señor, lo que el mundo piensa que es una tontería), para ser sabio (tiene que ver con la sabiduría Verdadera).
19 Porque la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios (porque está todo equivocado). Pues escrito está (Job 5:13), El Que prende a los sabios en la astucia de ellos. (Dios procurará que estas personas caigan en la trampa que ellos preparan para otras personas.)
20 Y otra vez (Sal. 94:11), El Señor conoce los pensamientos de los sabios (los sabios mundanos), que son vanos (naderías vacías).
21 Así que ninguno se gloríe en los hombres (sino más bien en el Señor). Porque todo es vuestro (todo lo que Dios da está disponible a cada uno de los Creyentes, siempre que sea la Voluntad de Dios; Dios no hace acepción de personas);
22 Sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir (el Señor Gobierna todo); todo es vuestro (nada nos puede acontecer, a menos que el Señor dirija la acción);
23 Y vosotros de Cristo (somos comprados por un precio, la Cruz); y Cristo de Dios (se refiere a lo que Cristo ha hecho para Redimir a la humanidad mediante la Cruz, lo que era el Plan de Dios [I Ped. 1:18-20]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá ap
artarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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