El 20 de marzo Lectura Bíblica Diaria
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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
El 20 de marzo Lectura Bíblica Diaria:
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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Montañas Santa Rita, Ríochuelo Fish Creek, Arizona EE.UU.
El 20 de marzo Lectura Bíblica Diaria:
Daniel 3 a 5: 
El
  rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete 
metros  de alto por dos metros y medio de ancho, y mandó que la 
colocaran en  los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia. Luego 
les ordenó a los  sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, 
tesoreros, jueces,  magistrados y demás oficiales de las provincias, que
 asistieran a la  dedicación de la estatua que había mandado erigir. 
Para celebrar tal  dedicación, los sátrapas, prefectos, gobernadores, 
consejeros,  tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de las 
provincias se  reunieron ante la estatua. Entonces los heraldos 
proclamaron a voz en  cuello: "A ustedes, pueblos, naciones y gente de 
toda lengua, se les  ordena lo siguiente: Tan pronto como escuchen la 
música de trompetas,  flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros 
instrumentos musicales,  deberán inclinarse y adorar la estatua de oro 
que el rey Nabucodonosor  ha mandado erigir. Todo el que no se incline 
ante ella ni la adore será  arrojado de inmediato a un horno en llamas."
 Ante tal amenaza, tan  pronto como se escuchó la música de todos esos 
instrumentos musicales,  todos los pueblos y naciones, y gente de toda 
lengua, se inclinaron y  adoraron la estatua de oro que el rey 
Nabucodonosor había mandado  erigir. Pero algunos astrólogos se 
presentaron ante el rey y acusaron a  los judíos: ¡Que viva Su Majestad 
por siempre! exclamaron. Usted ha  emitido un decreto ordenando que todo
 el que oiga la música de  trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, 
zampoñas y otros instrumentos  musicales, se incline ante la estatua de 
oro y la adore. También ha  ordenado que todo el que no se incline ante 
la estatua ni la adore será  arrojado a un horno en llamas. Pero hay 
algunos judíos, a quienes Su  Majestad ha puesto al frente de la 
provincia de Babilonia, que no acatan  sus órdenes. No adoran a los 
dioses de Su Majestad ni a la estatua de  oro que mandó erigir. Se trata
 de Sadrac, Mesac y Abednego. Lleno de  ira, Nabucodonosor los mandó 
llamar. Cuando los jóvenes se presentaron  ante el rey, Nabucodonosor 
les dijo: Ustedes tres, ¿es verdad que no  honran a mis dioses ni adoran
 a la estatua de oro que he mandado erigir?  Ahora que escuchen la 
música de los instrumentos musicales, más les  vale que se inclinen ante
 la estatua que he mandado hacer, y que la  adoren. De lo contrario, 
serán lanzados de inmediato a un horno en  llamas, ¡y no habrá dios 
capaz de librarlos de mis manos! Sadrac, Mesac y  Abednego le 
respondieron a Nabucodonosor: ¡No hace falta que nos  defendamos ante Su
 Majestad! Si se nos arroja al horno en llamas, el  Dios al que servimos
 puede librarnos del horno y de las manos de Su  Majestad. Pero aun si 
nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no  honraremos a sus dioses 
ni adoraremos a su estatua. Ante la respuesta de  Sadrac, Mesac y 
Abednego, Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su  actitud hacia 
ellos. Mandó entonces que se calentara el horno siete  veces más de lo 
normal, y que algunos de los soldados más fuertes de su  ejército ataran
 a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en llamas.  Fue así como 
los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias, turbantes  y todo, es 
decir, tal y como estaban vestidos. Tan inmediata fue la  orden del rey,
 y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron  y mataron a 
los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, los  cuales, 
atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas. En  ese 
momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a  sus 
consejeros: ¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos  al 
fuego? Así es, Su Majestad le respondieron. ¡Pues miren! exclamó.  Allí 
en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno,  ¡y el
 cuarto tiene la apariencia de un dios! Dicho esto, Nabucodonosor  se 
acercó a la puerta del horno en llamas y gritó: Sadrac, Mesac y  
Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá!  
Cuando los tres jóvenes salieron del horno, los sátrapas, prefectos,  
gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y  
vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo 
 de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada 
 ¡y ni siquiera olía a humo! Entonces exclamó Nabucodonosor: "¡Alabado  
sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos  
confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes
  que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo. Por tanto, yo  
decreto que se descuartice a cualquiera que hable en contra del Dios de 
 Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a cenizas, sin  
importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay otro 
 dios que pueda salvar de esta manera!" Después de eso el rey promovió a
  Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en la provincia de 
Babilonia.  El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos y naciones que 
habitan en este  mundo, y a toda lengua: ¡Paz y prosperidad para todos! 
Me es grato  darles a conocer las señales y maravillas que el Dios 
Altísimo ha  realizado en mi favor. ¡Cuán grandes son sus señales! ¡Cuán
 portentosas  son sus maravillas! ¡Su reino es un reino eterno! ¡Su 
soberanía  permanece de generación en generación! Yo, Nabucodonosor, 
estaba en mi  palacio, feliz y lleno de prosperidad, cuando tuve un 
sueño que me  infundió miedo. Recostado en mi lecho, las imágenes y 
visiones que  pasaron por mi mente me llenaron de terror. Ordené 
entonces que vinieran  a mi presencia todos los sabios de Babilonia para
 que me interpretaran  el sueño. Cuando llegaron los magos, hechiceros, 
astrólogos y adivinos,  les conté mi sueño pero no me lo pudieron 
interpretar. Finalmente  Daniel, que en honor a mi Dios también se llama
 Beltsasar, se presentó  ante mí y le conté mi sueño, pues en él reposa 
el espíritu de los santos  dioses. Yo le dije: "Beltsasar, jefe de los 
magos, yo sé que en ti  reposa el espíritu de los santos dioses, y que 
no hay para ti ningún  misterio demasiado difícil de resolver. Te voy a 
contar mi sueño, y  quiero que me digas lo que significa. Y ésta es la 
tremenda visión que  tuve mientras reposaba en mi lecho: Veía ante mí un
 árbol de altura  impresionante, plantado en medio de la tierra. El 
árbol creció y se hizo  fuerte, y su copa tocaba el cielo, ¡hasta podía 
verse desde cualquier  punto de la tierra! Tenía un hermoso follaje y 
abundantes frutos; ¡todo  el mundo hallaba en él su alimento! Hasta las 
bestias salvajes venían a  refugiarse bajo su sombra, y en sus ramas 
anidaban las aves del cielo.  ¡Ese árbol alimentaba a todos los 
animales! "En la visión que tuve  mientras reposaba en mi lecho, vi ante
 mí a un mensajero santo que  descendía del cielo y que a voz en cuello 
me gritaba: ¡Derriba el árbol y  córtale las ramas; arráncale las hojas y
 esparce los frutos! ¡Haz que  las bestias huyan de su sombra, y que las
 aves abandonen sus nidos! Pero  deja enterrados el tocón y las raíces; 
sujétalos con hierro y bronce  entre la hierba del campo. Deja que se 
empape con el rocío del cielo, y  que habite con los animales y entre 
las plantas de la tierra. Deja que  su mente humana se trastorne y se 
vuelva como la de un animal, hasta que  hayan transcurrido siete años. 
"Los santos mensajeros han anunciado la  decisión, es decir, el 
veredicto, para que todos los vivientes  reconozcan que el Dios Altísimo
 es el soberano de todos los reinos  humanos, y que se los entrega a 
quien él quiere, y hasta pone sobre  ellos al más humilde de los 
hombres. "Yo, Nabucodonosor, tuve este  sueño. Ahora tú, Beltsasar, dime
 qué es lo que significa, ya que ninguno  de los sabios de mi reino me 
lo pudo interpretar. ¡Pero tú sí puedes  hacerlo, porque en ti reposa el
 espíritu de los santos dioses!" Daniel,  conocido también como 
Beltsasar, se quedó desconcertado por algún tiempo  y aterrorizado por 
sus propios pensamientos; por eso el rey le dijo:  Beltsasar, no te 
dejes alarmar por este sueño y su significado. A esto  Daniel respondió:
 ¡Ojalá que el sueño y su significado tengan que ver  con los acérrimos 
enemigos de Su Majestad! La copa del árbol que Su  Majestad veía crecer y
 fortalecerse, tocaba el cielo; ¡hasta podía verse  desde cualquier 
punto de la tierra! Ese árbol tenía un hermoso follaje y  daba 
abundantes frutos, y alimentaba a todo el mundo; bajo su sombra se  
refugiaban las bestias salvajes, y en sus ramas anidaban las aves del  
cielo. Ese árbol es Su Majestad, que se ha hecho fuerte y poderoso, y  
con su grandeza ha alcanzado el cielo. ¡Su dominio se extiende a los  
lugares más remotos de la tierra! "Su Majestad veía que del cielo bajaba
  un mensajero santo, el cual le ordenaba derribar el árbol y 
destruirlo,  y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del 
cielo, aunque  tenía que sujetar con hierro y bronce el tocón y las 
raíces. De este  modo viviría como los animales salvajes hasta que 
transcurrieran siete  años. "La interpretación del sueño, y el decreto 
que el Altísimo ha  emitido contra Su Majestad, es como sigue: Usted 
será apartado de la  gente y habitará con los animales salvajes; comerá 
pasto como el ganado,  y se empapará con el rocío del cielo. Siete años 
pasarán hasta que Su  Majestad reconozca que el Altísimo es el soberano 
de todos los reinos  del mundo, y que se los entrega a quien él quiere. 
La orden de dejar el  tocón y las raíces del árbol quiere decir que Su 
Majestad recibirá  nuevamente el reino, cuando haya reconocido que el 
verdadero reino es el  del cielo. Por lo tanto, yo le ruego a Su 
Majestad aceptar el consejo  que le voy a dar: Renuncie usted a sus 
pecados y actúe con justicia;  renuncie a su maldad y sea bondadoso con 
los oprimidos. Tal vez entonces  su prosperidad vuelva a ser la de 
antes." En efecto, todo esto le  sucedió al rey Nabucodonosor. Doce 
meses después, mientras daba un paseo  por la terraza del palacio real 
de Babilonia, exclamó: "¡Miren la gran  Babilonia que he construido como
 capital del reino! ¡La he construido  con mi gran poder, para mi propia
 honra!" No había terminado de hablar  cuando, desde el cielo, se 
escuchó una voz que decía: "Éste es el  decreto en cuanto a ti, rey 
Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha  quitado. Serás apartado de la
 gente y vivirás entre los animales  salvajes; comerás pasto como el 
ganado, y siete años transcurrirán hasta  que reconozcas que el Altísimo
 es el soberano de todos los reinos del  mundo, y que se los entrega a 
quien él quiere." Y al instante se cumplió  lo anunciado a 
Nabucodonosor. Lo separaron de la gente, y comió pasto  como el ganado. 
Su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, y hasta el  pelo y las uñas 
le crecieron como plumas y garras de águila. Pasado ese  tiempo yo, 
Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio.  Entonces 
alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre:  Su 
dominio es eterno; su reino permanece para siempre. Ninguno de los  
pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. con los poderes  
celestiales y con los pueblos de la tierra. ni quien le pida cuentas de 
 sus actos. Recobré el juicio, y al momento me fueron devueltos la 
honra,  el esplendor y la gloria de mi reino. Mis consejeros y 
cortesanos  vinieron a buscarme, y me fue devuelto el trono. ¡Llegué a 
ser más  poderoso que antes! Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y 
glorifico  al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y 
justicia, y es  capaz de humillar a los soberbios. El rey Belsasar 
ofreció un gran  banquete a mil miembros de la nobleza, y bebió vino con
 ellos hasta  emborracharse. Mientras brindaban, Belsasar mandó que le 
trajeran las  copas de oro y de plata que Nabucodonosor, su padre, había
 tomado del  templo de Jerusalén. Y así se hizo. Le llevaron las copas, y
 en ellas  bebieron el rey y sus nobles, junto con sus esposas y 
concubinas. Ya  borrachos, se deshacían en alabanzas a los dioses de 
oro, plata, bronce,  hierro, madera y piedra. En ese momento, en la sala
 del palacio  apareció una mano que, a la luz de las lámparas, escribía 
con el dedo  sobre la parte blanca de la pared. Mientras el rey 
observaba la mano que  escribía, el rostro le palideció del susto, las 
rodillas comenzaron a  temblarle, y apenas podía sostenerse. Mandó 
entonces que vinieran los  hechiceros, astrólogos y adivinos, y a estos 
sabios *babilonios les  dijo: Al que lea lo que allí está escrito, y me 
diga lo que significa,  lo vestiré de púrpura, le pondré una cadena de 
oro en el cuello, y lo  nombraré tercer gobernante del reino. Todos los 
sabios del reino se  presentaron, pero no pudieron descifrar lo escrito 
ni decirle al rey lo  que significaba. Esto hizo que el rey Belsasar se 
asustara y palideciera  más todavía. Los nobles, por su parte, se 
hallaban confundidos. Al oír  el alboroto que hacían el rey y sus 
nobles, la reina misma entró en la  sala del banquete y exclamó: ¡Que 
viva Su Majestad por siempre! ¡Y no se  alarme ni se ponga pálido! En el
 reino de Su Majestad hay un hombre en  quien reposa el espíritu de los 
santos dioses. Cuando vivía el rey  Nabucodonosor, padre de Su Majestad,
 se halló que ese hombre poseía  sabiduría, inteligencia y gran 
percepción, semejantes a las de los  dioses. El padre de Su Majestad 
llegó a nombrar a ese hombre jefe de los  magos, hechiceros, astrólogos y
 adivinos. Y es que ese hombre tiene una  mente aguda, amplios 
conocimientos, e inteligencia y capacidad para  interpretar sueños, 
explicar misterios y resolver problemas difíciles.  Llame usted a ese 
hombre, y él le dirá lo que significa ese escrito. Se  llama Daniel, 
aunque el padre de Su Majestad le puso por nombre  Beltsasar. Daniel fue
 llevado a la presencia del rey, y éste le  preguntó: ¿Así que tú eres 
Daniel, uno de los exiliados que mi padre  trajo de Judá? Me han contado
 que en ti reposa el espíritu de los  dioses, y que posees gran agudeza e
 inteligencia, y una sabiduría  sorprendente. Los sabios y hechiceros se
 presentaron ante mí para leer  esta escritura y decirme lo que 
significa, pero no pudieron descifrarla.  Según me han dicho, tú puedes 
dar interpretaciones y resolver problemas  difíciles. Si logras 
descifrar e interpretar lo que allí está escrito,  te vestiré de 
púrpura, te pondré una cadena de oro en el cuello, y te  nombraré tercer
 gobernante del reino. Su Majestad puede quedarse con sus  regalos, o 
dárselos a otro le respondió Daniel. Yo voy a leerle a Su  Majestad lo 
que dice en la pared, y le explicaré lo que significa. "El  Dios 
Altísimo dio al rey Nabucodonosor, padre de usted, grandeza,  gloria, 
majestad y esplendor. Gracias a la autoridad que Dios le dio,  ante él 
temblaban de miedo todos los pueblos, naciones y gente de toda  lengua. A
 quien él quería matar, lo mandaba matar; a quien quería  perdonar, lo 
perdonaba; si quería promover a alguien, lo promovía; y si  quería 
humillarlo, lo humillaba. Pero, cuando su corazón se volvió  arrogante y
 orgulloso, se le arrebató el trono real y se le despojó de  su gloria; 
fue apartado de la gente y recibió la mente de un animal;  vivió entre 
los asnos salvajes y se alimentó con pasto como el ganado;  ¡el rocío de
 la noche empapaba su cuerpo! Todo esto le sucedió hasta que  reconoció 
que el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos del  mundo, y 
que se los entrega a quien él quiere. "Sin embargo, y a pesar  de saber 
todo esto, usted, hijo de Nabucodonosor, no se ha humillado.  Por el 
contrario, se ha opuesto al Dios del cielo mandando traer de su  templo 
las copas, para que beban en ellas usted y sus nobles, y sus  esposas y 
concubinas. Usted se ha deshecho en alabanzas a los dioses de  oro, 
plata, hierro, madera y piedra, dioses que no pueden ver ni oír ni  
entender; en cambio, no ha honrado al Dios en cuyas manos se hallan la  
vida y las acciones de Su Majestad. Por eso Dios ha enviado esa mano a  
escribir lo que allí aparece: Mene, Mene, Téquel, Parsin. "Pues bien,  
esto es lo que significan esas palabras: "Mene: Dios ha contado los días
  del reino de Su Majestad, y les ha puesto un límite. "Téquel: Su  
Majestad ha sido puesto en la balanza, y no pesa lo que debería pesar.  
"Parsin: El reino de Su Majestad se ha dividido, y ha sido entregado a  
medos y persas. Entonces Belsasar ordenó que se vistiera a Daniel de  
púrpura, que se le pusiera una cadena de oro en el cuello, y que se le  
nombrara tercer gobernante del reino. Esa misma noche fue asesinado  
Belsasar, rey de los babilonios, y Darío el Persa se apoderó del reino. 
 Para entonces, Darío tenía sesenta y dos años.
Salmo 98: Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra, su santo brazo, ha alcanzado la victoria. El Señor ha hecho gala de su triunfo; ha mostrado su justicia a las naciones. Se ha acordado de su amor y de su fidelidad por el pueblo de Israel; ¡todos los confines de la tierra son testigos de la salvación de nuestro Dios! ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos! ¡Canten salmos al Señor al son del arpa, al son del arpa y de coros melodiosos! ¡Aclamen alegres al Señor, el Rey, al son de clarines y trompetas! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene; el mundo y todos sus habitantes! ¡Batan palmas los ríos, y canten jubilosos todos los montes! Canten delante del Señor, que ya viene a juzgar la tierra. Y juzgará al mundo con justicia, a los pueblos con equidad.
Proverbios 1: Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar. Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos. Éstos te dirán: "¡Ven con nosotros! y démonos el gusto de matar a algún incauto; traguémonos a alguien vivo, como se traga el sepulcro a la gente; devorémoslo entero, como devora la fosa a los muertos. Obtendremos toda clase de riquezas; con el botín llenaremos nuestras casas. Comparte tu suerte con nosotros, y compartiremos contigo lo que obtengamos." ¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos! Pues corren presurosos a hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre! De nada sirve tender la red a la vista de todos los pájaros, pero aquéllos acechan su propia vida y acabarán por destruirse a sí mismos. Así terminan los que van tras ganancias mal habidas; por éstas perderán la vida. Clama la sabiduría en las calles; en los lugares públicos levanta su voz. Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de la ciudad razona: "¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento? Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos. Como ustedes no me atendieron cuando los llamé, ni me hicieron caso cuando les tendí la mano, sino que rechazaron todos mis consejos y no acataron mis reprensiones, ahora yo me burlaré de ustedes cuando caigan en desgracia. cuando les sobrevenga el miedo, cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta y la desgracia los arrastre como un torbellino. "Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán. Por cuanto aborrecieron el conocimiento y no quisieron temer al Señor; por cuanto no siguieron mis consejos, sino que rechazaron mis reprensiones, cosecharán el fruto de su conducta, se hartarán con sus propias intrigas; ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán, su complacencia y necedad los aniquilarán! Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal."
El Libro de Los Romanos Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS CAPÍTULO 3 (60 d.C.) EL JUDÍO
¿QUÉ, pues, tiene más el Judío? (Declara que el Apóstol hizo esta pregunta después de que se le ha mostrado que la simple posesión de la Ley no hace exento al Judío del Juicio.) ¿O qué aprovecha la Circuncisión? (El rito de la Circuncisión simboliza la totalidad de la Ley.) 2 Mucho en todas maneras (declara las enormes ventajas, pero ninguna de ellas podía salvar sus almas, nada más que la simple Fe en Cristo y la Cruz, que simbolizaban todos los Sacrificios de la Ley): lo primero ciertamente, que la Palabra de Dios les ha sido confiada (presenta el título para el Antiguo Testamento como le fue dado por el Espíritu Santo). 3 ¿Pues que importa si algunos de ellos han sido incrédulos? (Declara que la incredulidad rechazó la Biblia, pero de ningún modo anuló su Veracidad.) ¿La incredulidad de ellos habrá hecho vana la Verdad de Dios? (De ninguna manera la incredulidad de Israel afectó el Gran Plan que Dios ha provisto para la humanidad, que está edificado sobre la base de la Fe.) 4 En ninguna manera (revela la respuesta de Pablo a las preguntas del Versículo 3): antes bien sea Dios verdadero, mas todo hombre mentiroso (nos muestra que el problema es siempre del hombre, nunca de Dios); como está escrito, Para que seas justificado en tus dichos, y venzas cuando de ti se juzgare ([Sal. 51:4] esta declaración es del Arrepentimiento de David referente al asunto de Urías, en el cual David exonera a Dios de toda la culpa y se culpa a sí mismo; este es un modelo del Arrepentimiento Verdadero). 5 Y si nuestra iniquidad encarece la Justicia de Dios, ¿qué diremos? (De ninguna manera significa que Dios coloca aprobación al pecado de cualquier índole.) ¿Será injusto Dios que da castigo? (¡La respuesta es "No!") (Hablo como hombre.) (Esta observación no está destinada para molestar ya que solamente el hombre necio haría tal pregunta.) 6 En ninguna manera (otra vez sirve como la respuesta de Pablo a la pregunta absurda del Versículo anterior): de otra suerte ¿cómo Juzgaría Dios al mundo? (Es el Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]. El hecho de que no se puede evitar este Juicio quiere decir que la hipótesis del hombre es efectivamente una insensatez.) 7 Empero si la Verdad de Dios por mi mentira creció a Gloria Suya (tiene la intención de contestarse en lo negativo, ya que tal cosa no se puede hacer); ¿por qué aún así yo soy juzgado como pecador? (Tiene la intención de demostrar la necedad de tal pensamiento.) 8 ¿Y por qué no decir (como somos blasfemados, y como algunos dicen que nosotros decimos,) hagamos males para que vengan bienes? (Indica la razón por la cual Pablo se dirige a este tema. A causa de su fuerte enseñanza sobre la Gracia, sus detractores lo difamaban al afirmar que él enseñaba algo que no enseñaba.) La condenación de los cuales es justa (declara que el Apóstol dice que aquellos que denuncian tal calumnia están sujetos a una justa condenación).
LA CULPA 9 ¿Qué pues? ¿Somos mejores que ellos? (¿Son los Judíos mejores que los Gentiles?) En ninguna manera: porque ya hemos acusado a Judíos y a Gentiles, que todos están bajo el poder del pecado (señala a la supuesta afirmación de la superioridad de los Judíos, que es refutada); 10 Como está escrito (Sal. 14:1-3), No hay justo, ni aun uno (se dirige a la queja de los Judíos y resuelve el argumento con Las Escrituras, que los Judíos no podían negar): 11 No hay quien entienda (revela la depravación total), no hay quien busque a Dios (al hombre que se deja solo no buscará a Dios y, de hecho, no puede buscar a Dios; él está muerto espiritualmente). 12 Todos se apartaron del Camino (se refiere a la condición perdida de todos los hombres; "el Camino" es el Camino de Dios), a una fueron hechos inútiles (se refiere a la pérdida terrible en toda capacidad del hombre caprichoso); no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (el Texto Griego dice, "¡inútil!"). 13 Sepulcro abierto es su garganta (la idea es de una tumba abierta, con los restos descompuestos emanando un hedor podrido); con sus lenguas tratan engañosamente (expresan astucia, engaño, hipocresía, etc.); veneno de áspides está debajo de sus labios (no se puede confiar en el hombre en nada de lo que él dice): 14 Cuya boca está llena de maledicencia (desear lo peor o daño a alguien) y de amargura (lenguaje de amargura y de crítica): 15 Sus pies son ligeros a derramar sangre (el mundo está lleno de asesinato, matanza y violencia): 16 Destrucción y adversidad hay en sus caminos (causado todo por el pecado): 17 Y camino de paz no conocieron (y no se puede conocer hasta que Cristo vuelva): 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos (no hay ningún temor de Dios, porque el hombre incrédulo no conoce a Dios). 19 Empero sabemos que todo lo que la Ley dice, a los que están bajo la Ley lo dice (tiene la intención en primer lugar para informar a los Judíos que los Versículos 10 al 18 se aplican tanto a ellos así como a los Gentiles): para que toda boca se tape (los Gentiles afirmaban la ignorancia, mientras que los Judíos afirmaban que estaban exentos del Juicio), y que todo el mundo se sujete a Dios (declara el caso exactamente como es, significa que todos tienen necesidad de un Salvador). 20 Porque por los hechos cumplidos de la Ley ninguna carne se justificará delante de Él (se debiera leer, "por las obras de la Ley"): porque por la Ley es el conocimiento del pecado (¡la Ley en sí misma sólo tenía la intención de definir el pecado, y en ninguna manera para liberar del pecado, ni tampoco se diseñó para hacer eso!).
EL REMEDIO 21 Mas ahora, sin la Ley, la Justicia de Dios se ha manifestado (se debiera leer, "aparte de la Ley," es decir, "de las obras de mérito"), testificada por la Ley y por los Profetas (el Testimonio de la Ley al Principio Divino de la Justificación por la Fe se encuentra en Gén. 15:6; el Testimonio de los Profetas in Hab. 2:4); 22 La Justicia de Dios por la Fe de Jesucristo (respecto de la Justicia Imputada, e informa cómo se obtiene), para todos los que creen en Él (el criterio es creer, y creer en Cristo y Él Crucificado): porque no hay diferencia (la Salvación es por la Fe, ya sea si la persona es Judía o Gentil): 23 Por cuanto todos pecaron (presenta a todos los hombres puestos en la misma categoría), y están destituidos de la Gloria de Dios (el Texto Griego deduce que hasta los más Justos entre nosotros siguen destituidos de la Gloria de Dios continuamente); 24 Siendo justificados gratuitamente por Su Gracia (hecho posible por la Cruz) por la Redención que es en Cristo Jesús (llevado a cabo en la Cruz): 25 Al cual Dios ha propuesto en propiciación (Expiación o Reconciliación) por la Fe en Su Sangre (otra vez, todo esto es posible por la Cruz), para manifestación de Su Justicia para la remisión de los pecados pasados (se refiere a todos quienes confiaron en Cristo antes de que Él realmente viniera, que cubre la totalidad desde el tiempo del Jardín de Edén hasta el momento que murió Jesús en la Cruz), en la paciencia (tolerancia) de Dios (significa que Dios toleraba la situación antes del Calvario, sabiendo que la deuda sería pagada totalmente en ese momento en el Calvario); 26 Con la mira de manifestar Su Justicia en este tiempo (se refiere a la Justicia de Dios que debe satisfacerse en todo momento, y es en Cristo y sólo en Cristo): para que Él (Dios) sea el justo (no pasaba por alto el pecado en ninguna manera), y el que justifica al que es de la Fe en Jesús (Dios puede justificar a un pecador Creyente [aunque culpable], y no afectar Su Santidad, siempre que la Fe del pecador esté exclusivamente en Cristo; sólo de esta manera puede Dios ser "justo" y al mismo tiempo "Justificar" al pecador). 27 ¿Donde pues está la jactancia? (Se refiere principalmente a los Judíos que se jactaban de ellos mismos debido a que se les dio la Ley de Dios, pero ¡este principio es también cierto para los Cristianos modernos!) Es excluida (no sólo significa que Dios no aceptará semejante jactancia [fuera de Cristo], sino que realmente sirve para prohibir que alguien alcance la Salvación). ¿Por cuál Ley? ¿de las obras? (En cierto modo, nos dice de dónde y cómo la jactancia, que Dios no aceptará, proviene.) No: más por la Ley de la Fe (se refiere a confiar exclusivamente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; la Fe en Cristo y Él Crucificado es más que un principio; es una Ley, significa que Dios no se desviará en absoluto de esta proclamación). 28 Así que concluimos ser el hombre justificado por Fe (y sólo por la Fe, con la Cruz siendo siempre el Objeto de esa Fe) sin las obras de la Ley (la fe en las obras es inaceptable). 29 ¿Es Dios solamente Dios de los Judíos? ¿No es también Dios de los Gentiles? Cierto, también de los Gentiles (es una Salvación para todos, y todos obtienen esta Salvación por la Fe): 30 Porque Uno es Dios, el cual justificará por la Fe la Circuncisión (coloca al Judío en el mismo nivel que el Gentil), y por medio de la Fe la incircuncisión (los Judíos y los Gentiles son todos salvos del mismo modo, por la Fe en Cristo y lo que Cristo hizo en la Cruz). 31 ¿Luego deshacemos la Ley (la Ley de Moisés) por la Fe? En ninguna manera: antes establecemos la Ley (la Ley siempre señalaba a la Fe en Cristo).
Primera Corintios Capítulo 13: Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8: Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Salmo 98: Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra, su santo brazo, ha alcanzado la victoria. El Señor ha hecho gala de su triunfo; ha mostrado su justicia a las naciones. Se ha acordado de su amor y de su fidelidad por el pueblo de Israel; ¡todos los confines de la tierra son testigos de la salvación de nuestro Dios! ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos! ¡Canten salmos al Señor al son del arpa, al son del arpa y de coros melodiosos! ¡Aclamen alegres al Señor, el Rey, al son de clarines y trompetas! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene; el mundo y todos sus habitantes! ¡Batan palmas los ríos, y canten jubilosos todos los montes! Canten delante del Señor, que ya viene a juzgar la tierra. Y juzgará al mundo con justicia, a los pueblos con equidad.
Proverbios 1: Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar. Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos. Éstos te dirán: "¡Ven con nosotros! y démonos el gusto de matar a algún incauto; traguémonos a alguien vivo, como se traga el sepulcro a la gente; devorémoslo entero, como devora la fosa a los muertos. Obtendremos toda clase de riquezas; con el botín llenaremos nuestras casas. Comparte tu suerte con nosotros, y compartiremos contigo lo que obtengamos." ¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos! Pues corren presurosos a hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre! De nada sirve tender la red a la vista de todos los pájaros, pero aquéllos acechan su propia vida y acabarán por destruirse a sí mismos. Así terminan los que van tras ganancias mal habidas; por éstas perderán la vida. Clama la sabiduría en las calles; en los lugares públicos levanta su voz. Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de la ciudad razona: "¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento? Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos. Como ustedes no me atendieron cuando los llamé, ni me hicieron caso cuando les tendí la mano, sino que rechazaron todos mis consejos y no acataron mis reprensiones, ahora yo me burlaré de ustedes cuando caigan en desgracia. cuando les sobrevenga el miedo, cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta y la desgracia los arrastre como un torbellino. "Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán. Por cuanto aborrecieron el conocimiento y no quisieron temer al Señor; por cuanto no siguieron mis consejos, sino que rechazaron mis reprensiones, cosecharán el fruto de su conducta, se hartarán con sus propias intrigas; ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán, su complacencia y necedad los aniquilarán! Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal."
El Libro de Los Romanos Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS CAPÍTULO 3 (60 d.C.) EL JUDÍO
¿QUÉ, pues, tiene más el Judío? (Declara que el Apóstol hizo esta pregunta después de que se le ha mostrado que la simple posesión de la Ley no hace exento al Judío del Juicio.) ¿O qué aprovecha la Circuncisión? (El rito de la Circuncisión simboliza la totalidad de la Ley.) 2 Mucho en todas maneras (declara las enormes ventajas, pero ninguna de ellas podía salvar sus almas, nada más que la simple Fe en Cristo y la Cruz, que simbolizaban todos los Sacrificios de la Ley): lo primero ciertamente, que la Palabra de Dios les ha sido confiada (presenta el título para el Antiguo Testamento como le fue dado por el Espíritu Santo). 3 ¿Pues que importa si algunos de ellos han sido incrédulos? (Declara que la incredulidad rechazó la Biblia, pero de ningún modo anuló su Veracidad.) ¿La incredulidad de ellos habrá hecho vana la Verdad de Dios? (De ninguna manera la incredulidad de Israel afectó el Gran Plan que Dios ha provisto para la humanidad, que está edificado sobre la base de la Fe.) 4 En ninguna manera (revela la respuesta de Pablo a las preguntas del Versículo 3): antes bien sea Dios verdadero, mas todo hombre mentiroso (nos muestra que el problema es siempre del hombre, nunca de Dios); como está escrito, Para que seas justificado en tus dichos, y venzas cuando de ti se juzgare ([Sal. 51:4] esta declaración es del Arrepentimiento de David referente al asunto de Urías, en el cual David exonera a Dios de toda la culpa y se culpa a sí mismo; este es un modelo del Arrepentimiento Verdadero). 5 Y si nuestra iniquidad encarece la Justicia de Dios, ¿qué diremos? (De ninguna manera significa que Dios coloca aprobación al pecado de cualquier índole.) ¿Será injusto Dios que da castigo? (¡La respuesta es "No!") (Hablo como hombre.) (Esta observación no está destinada para molestar ya que solamente el hombre necio haría tal pregunta.) 6 En ninguna manera (otra vez sirve como la respuesta de Pablo a la pregunta absurda del Versículo anterior): de otra suerte ¿cómo Juzgaría Dios al mundo? (Es el Juicio del Gran Trono Blanco [Apoc. 20:11-15]. El hecho de que no se puede evitar este Juicio quiere decir que la hipótesis del hombre es efectivamente una insensatez.) 7 Empero si la Verdad de Dios por mi mentira creció a Gloria Suya (tiene la intención de contestarse en lo negativo, ya que tal cosa no se puede hacer); ¿por qué aún así yo soy juzgado como pecador? (Tiene la intención de demostrar la necedad de tal pensamiento.) 8 ¿Y por qué no decir (como somos blasfemados, y como algunos dicen que nosotros decimos,) hagamos males para que vengan bienes? (Indica la razón por la cual Pablo se dirige a este tema. A causa de su fuerte enseñanza sobre la Gracia, sus detractores lo difamaban al afirmar que él enseñaba algo que no enseñaba.) La condenación de los cuales es justa (declara que el Apóstol dice que aquellos que denuncian tal calumnia están sujetos a una justa condenación).
LA CULPA 9 ¿Qué pues? ¿Somos mejores que ellos? (¿Son los Judíos mejores que los Gentiles?) En ninguna manera: porque ya hemos acusado a Judíos y a Gentiles, que todos están bajo el poder del pecado (señala a la supuesta afirmación de la superioridad de los Judíos, que es refutada); 10 Como está escrito (Sal. 14:1-3), No hay justo, ni aun uno (se dirige a la queja de los Judíos y resuelve el argumento con Las Escrituras, que los Judíos no podían negar): 11 No hay quien entienda (revela la depravación total), no hay quien busque a Dios (al hombre que se deja solo no buscará a Dios y, de hecho, no puede buscar a Dios; él está muerto espiritualmente). 12 Todos se apartaron del Camino (se refiere a la condición perdida de todos los hombres; "el Camino" es el Camino de Dios), a una fueron hechos inútiles (se refiere a la pérdida terrible en toda capacidad del hombre caprichoso); no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (el Texto Griego dice, "¡inútil!"). 13 Sepulcro abierto es su garganta (la idea es de una tumba abierta, con los restos descompuestos emanando un hedor podrido); con sus lenguas tratan engañosamente (expresan astucia, engaño, hipocresía, etc.); veneno de áspides está debajo de sus labios (no se puede confiar en el hombre en nada de lo que él dice): 14 Cuya boca está llena de maledicencia (desear lo peor o daño a alguien) y de amargura (lenguaje de amargura y de crítica): 15 Sus pies son ligeros a derramar sangre (el mundo está lleno de asesinato, matanza y violencia): 16 Destrucción y adversidad hay en sus caminos (causado todo por el pecado): 17 Y camino de paz no conocieron (y no se puede conocer hasta que Cristo vuelva): 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos (no hay ningún temor de Dios, porque el hombre incrédulo no conoce a Dios). 19 Empero sabemos que todo lo que la Ley dice, a los que están bajo la Ley lo dice (tiene la intención en primer lugar para informar a los Judíos que los Versículos 10 al 18 se aplican tanto a ellos así como a los Gentiles): para que toda boca se tape (los Gentiles afirmaban la ignorancia, mientras que los Judíos afirmaban que estaban exentos del Juicio), y que todo el mundo se sujete a Dios (declara el caso exactamente como es, significa que todos tienen necesidad de un Salvador). 20 Porque por los hechos cumplidos de la Ley ninguna carne se justificará delante de Él (se debiera leer, "por las obras de la Ley"): porque por la Ley es el conocimiento del pecado (¡la Ley en sí misma sólo tenía la intención de definir el pecado, y en ninguna manera para liberar del pecado, ni tampoco se diseñó para hacer eso!).
EL REMEDIO 21 Mas ahora, sin la Ley, la Justicia de Dios se ha manifestado (se debiera leer, "aparte de la Ley," es decir, "de las obras de mérito"), testificada por la Ley y por los Profetas (el Testimonio de la Ley al Principio Divino de la Justificación por la Fe se encuentra en Gén. 15:6; el Testimonio de los Profetas in Hab. 2:4); 22 La Justicia de Dios por la Fe de Jesucristo (respecto de la Justicia Imputada, e informa cómo se obtiene), para todos los que creen en Él (el criterio es creer, y creer en Cristo y Él Crucificado): porque no hay diferencia (la Salvación es por la Fe, ya sea si la persona es Judía o Gentil): 23 Por cuanto todos pecaron (presenta a todos los hombres puestos en la misma categoría), y están destituidos de la Gloria de Dios (el Texto Griego deduce que hasta los más Justos entre nosotros siguen destituidos de la Gloria de Dios continuamente); 24 Siendo justificados gratuitamente por Su Gracia (hecho posible por la Cruz) por la Redención que es en Cristo Jesús (llevado a cabo en la Cruz): 25 Al cual Dios ha propuesto en propiciación (Expiación o Reconciliación) por la Fe en Su Sangre (otra vez, todo esto es posible por la Cruz), para manifestación de Su Justicia para la remisión de los pecados pasados (se refiere a todos quienes confiaron en Cristo antes de que Él realmente viniera, que cubre la totalidad desde el tiempo del Jardín de Edén hasta el momento que murió Jesús en la Cruz), en la paciencia (tolerancia) de Dios (significa que Dios toleraba la situación antes del Calvario, sabiendo que la deuda sería pagada totalmente en ese momento en el Calvario); 26 Con la mira de manifestar Su Justicia en este tiempo (se refiere a la Justicia de Dios que debe satisfacerse en todo momento, y es en Cristo y sólo en Cristo): para que Él (Dios) sea el justo (no pasaba por alto el pecado en ninguna manera), y el que justifica al que es de la Fe en Jesús (Dios puede justificar a un pecador Creyente [aunque culpable], y no afectar Su Santidad, siempre que la Fe del pecador esté exclusivamente en Cristo; sólo de esta manera puede Dios ser "justo" y al mismo tiempo "Justificar" al pecador). 27 ¿Donde pues está la jactancia? (Se refiere principalmente a los Judíos que se jactaban de ellos mismos debido a que se les dio la Ley de Dios, pero ¡este principio es también cierto para los Cristianos modernos!) Es excluida (no sólo significa que Dios no aceptará semejante jactancia [fuera de Cristo], sino que realmente sirve para prohibir que alguien alcance la Salvación). ¿Por cuál Ley? ¿de las obras? (En cierto modo, nos dice de dónde y cómo la jactancia, que Dios no aceptará, proviene.) No: más por la Ley de la Fe (se refiere a confiar exclusivamente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; la Fe en Cristo y Él Crucificado es más que un principio; es una Ley, significa que Dios no se desviará en absoluto de esta proclamación). 28 Así que concluimos ser el hombre justificado por Fe (y sólo por la Fe, con la Cruz siendo siempre el Objeto de esa Fe) sin las obras de la Ley (la fe en las obras es inaceptable). 29 ¿Es Dios solamente Dios de los Judíos? ¿No es también Dios de los Gentiles? Cierto, también de los Gentiles (es una Salvación para todos, y todos obtienen esta Salvación por la Fe): 30 Porque Uno es Dios, el cual justificará por la Fe la Circuncisión (coloca al Judío en el mismo nivel que el Gentil), y por medio de la Fe la incircuncisión (los Judíos y los Gentiles son todos salvos del mismo modo, por la Fe en Cristo y lo que Cristo hizo en la Cruz). 31 ¿Luego deshacemos la Ley (la Ley de Moisés) por la Fe? En ninguna manera: antes establecemos la Ley (la Ley siempre señalaba a la Fe en Cristo).
Primera Corintios Capítulo 13: Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8: Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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