13 March 2017

El 14 de marzo Lectura Bíblica Diaria

Mensaje de la Cruz-capitulo-2


El 14 de marzo Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 33 a 35:
El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, habla con tu pueblo y dile: Cuando yo envío la guerra a algún país, y la gente de ese país escoge a un hombre y lo pone por centinela, si éste ve acercarse al ejército enemigo, toca la trompeta para advertir al pueblo. Entonces, si alguien escucha la trompeta pero no se da por advertido, y llega la espada y lo mata, él mismo será el culpable de su propia muerte. Como escuchó el sonido de la trompeta pero no le hizo caso, será responsable de su propia muerte, pues si hubiera estado atento se habría salvado. "Ahora bien, si el centinela ve que se acerca el enemigo y no toca la trompeta para prevenir al pueblo, y viene la espada y mata a alguien, esa persona perecerá por su maldad, pero al centinela yo le pediré cuentas de esa muerte. "A ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela del pueblo de Israel. Por lo tanto, oirás la palabra de mi boca, y advertirás de mi parte al pueblo. Cuando yo le diga al malvado: ¡Vas a morir!, si tú no le adviertes que cambie su mala conducta, el malvado morirá por su pecado, pero a ti te pediré cuentas de su sangre. En cambio, si le adviertes al malvado que cambie su mala conducta, y no lo hace, él morirá por su pecado pero tú habrás salvado tu vida. "Hijo de hombre, diles a los israelitas: Ustedes dicen: ‘Nuestras rebeliones y nuestros pecados pesan sobre nosotros, y nos estamos consumiendo en vida. ¿Cómo podremos vivir? Diles: Tan cierto como que yo vivo afirma el Señor omnipotente, que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir? "Tú, hijo de hombre, diles a los hijos de tu pueblo: Al justo no lo salvará su propia justicia si comete algún pecado; y la maldad del impío no le será motivo de tropiezo si se convierte. Si el justo peca, no se podrá salvar por su justicia anterior. Si yo le digo al justo: ‘¡Vivirás!, pero él se atiene a su propia justicia y hace lo malo, no se le tomará en cuenta su justicia, sino que morirá por la maldad que cometió. En cambio, si le digo al malvado: ‘¡Morirás!, pero luego él se convierte de su pecado y actúa con justicia y rectitud, y devuelve lo que tomó en prenda y restituye lo que robó, y obedece los preceptos de vida, sin cometer ninguna iniquidad, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tomará en cuenta ninguno de los pecados que antes cometió, sino que vivirá por haber actuado con justicia y rectitud. "Los hijos de tu pueblo dicen: El Señor no actúa con justicia. En realidad, los que no actúan con justicia son ellos. Si el justo se aparta de su justicia y hace lo malo, morirá a causa de ello. Y si el malvado deja de hacer lo malo y actúa con justicia y rectitud, vivirá. A pesar de esto, ustedes siguen repitiendo: El Señor no actúa con justicia. Pero yo, israelitas, los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta." El día quinto del mes décimo del año duodécimo de nuestro exilio, un fugitivo que había huido de Jerusalén vino y me dio esta noticia: "La ciudad ha sido conquistada." La noche antes de que llegara el fugitivo, la mano del Señor vino sobre mí y me dejó mudo. A la mañana siguiente, cuando vino el hombre, el Señor me devolvió el habla. Luego el Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, la gente que vive en esas ruinas en la tierra de Israel, anda diciendo: Si Abraham, que era uno solo, llegó a poseer todo el país, con mayor razón nosotros, que somos muchos, habremos de recibir la tierra en posesión. Por tanto, adviérteles que así dice el Señor omnipotente: Ustedes comen carne con sangre, adoran a sus ídolos, y derraman sangre, ¿y aun así pretenden poseer el país? Además, confían en sus espadas, cometen abominaciones, viven en adulterio con la mujer de su prójimo, ¿y aun así pretenden poseer el país? "Por tanto, adviérteles que así dice el Señor omnipotente: Tan cierto como que yo vivo, que los que habitan en las ruinas morirán a filo de espada; a los que andan por el campo abierto se los daré como pasto a las fieras, y los que están en las fortalezas y en las cuevas morirán de peste. Convertiré al país en un desierto desolado, y se acabará el orgullo de su poder. Los montes de Israel quedarán devastados, y nadie más pasará por ellos. Y cuando yo deje a este país como un desierto desolado por culpa de los actos detestables que ellos cometieron, sabrán que yo soy el Señor. "En cuanto a ti, hijo de hombre, los de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las puertas de las casas, y se dicen unos a otros: Vamos a escuchar el mensaje que nos envía el Señor. Y se te acercan en masa, y se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero luego no las practican. Me halagan de labios para afuera, pero después sólo buscan las ganancias injustas. En realidad, tú eres para ellos tan sólo alguien que entona canciones de amor con una voz hermosa, y que toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica. No obstante, cuando todo esto suceda y en verdad está a punto de cumplirse, sabrán que hubo un profeta entre ellos." El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y adviérteles que así dice el Señor omnipotente: ¡Ay de ustedes, *pastores de Israel, que tan sólo se cuidan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben cuidar al rebaño? Ustedes se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan del rebaño. No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad y violencia. Por eso las ovejas se han dispersado: ¡por falta de pastor! Por eso están a la merced de las fieras salvajes. Mis ovejas andan descarriadas por montes y colinas, dispersas por toda la tierra, sin que nadie se preocupe por buscarlas. "Por tanto, pastores, escuchen bien la palabra del Señor: Tan cierto como que yo vivo afirma el Señor omnipotente, que por falta de pastor mis ovejas han sido objeto del pillaje y han estado a merced de las fieras salvajes. Mis pastores no se ocupan de mis ovejas; cuidan de sí mismos pero no de mis ovejas. Por tanto, pastores, escuchen la palabra del Señor. Así dice el Señor omnipotente: Yo estoy en contra de mis pastores. Les pediré cuentas de mi rebaño; les quitaré la responsabilidad de apacentar a mis ovejas, y no se apacentarán más a sí mismos. Arrebataré de sus fauces a mis ovejas, para que nos les sirvan de alimento. "Así dice el Señor omnipotente: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño. Como un pastor que cuida de sus ovejas cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, se hayan dispersado. Yo las sacaré de entre las naciones; las reuniré de los países, y las llevaré a su tierra. Las apacentaré en los montes de Israel, en los vados y en todos los poblados del país. Las haré pastar en los mejores pastos, y su aprisco estará en los montes altos de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo y se alimentarán de los mejores pastos de los montes de Israel. Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma el Señor omnipotente. Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles, pero exterminaré a las ovejas gordas y robustas. Yo las pastorearé con justicia. "En cuanto a ti, rebaño mío, esto es lo que dice el Señor omnipotente: Juzgaré entre ovejas y ovejas, y entre carneros y chivos. ¿No les basta con comerse los mejores pastos, sino que tienen también que pisotear lo que queda? ¿No les basta con beber agua limpia, sino que tienen que enturbiar el resto con las patas? Por eso mis ovejas tienen ahora que comerse el pasto que ustedes han pisoteado, y beberse el agua que ustedes han enturbiado. "Por eso, así dice el Señor omnipotente: Yo mismo voy a juzgar entre las ovejas gordas y las flacas. Por cuanto ustedes han  empujado con el costado y con la espalda, y han atacado a cornadas a las más débiles, hasta dispersarlas, voy a salvar a mis ovejas, y ya no les servirán de presa. Yo juzgaré entre ovejas y ovejas. Entonces les daré un pastor, mi siervo David, que las apacentará y será su único pastor. Yo, el Señor, seré su Dios, y mi siervo David será su príncipe. Yo, el Señor, lo he dicho. "Estableceré con ellas un pacto de paz: haré desaparecer del país a las bestias feroces, para que mis ovejas puedan habitar seguras en el desierto y dormir tranquilas en los bosques. Haré que ellas y los alrededores de mi colina sean una fuente de bendición. Haré caer lluvias de bendición en el tiempo oportuno. Los árboles del campo darán su fruto, la tierra entregará sus cosechas, y ellas vivirán seguras en su propia tierra. Y cuando yo haga pedazos su yugo y las libere de sus tiranos, entonces sabrán que yo soy el Señor. Ya no volverán a ser presa de las naciones, ni serán devoradas por las fieras. Vivirán seguras y nadie les infundirá temor. Les daré una tierra famosa por sus cosechas. No sufrirán hambre en la tierra, ni tendrán que soportar los insultos de las naciones. Entonces sabrán que yo, el Señor su Dios, estoy con ellos, y que ellos, el pueblo de Israel, son mi pueblo. Yo, el Señor omnipotente, lo afirmo, y afirmo también que yo soy su Dios y que ustedes son mis ovejas, las ovejas de mi prado. " El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, vuélvete hacia la montaña de Seír y profetiza contra ella. Adviértele que así dice el Señor omnipotente: "Aquí estoy contra ti, montaña de Seír. Contra ti extenderé mi mano, y te convertiré en un desierto desolado. Tus ciudades quedarán en ruinas, y tú serás una desolación. Entonces sabrán que yo soy el Señor. "En el día del castigo final de los israelitas, en el tiempo de su calamidad, tú les hiciste la guerra, y has mantenido contra ellos una enemistad proverbial. Por lo tanto, tan cierto como que yo vivo, que te anegaré en sangre, y la sangre te perseguirá. Lo afirma el Señor omnipotente: eres culpable de muerte, y la muerte no te dará tregua. Haré de la montaña de Seír un desierto desolado, y exterminaré a todo el que pase o venga por allí. Llenaré de víctimas tus montes; los que han muerto a filo de espada cubrirán tus colinas, tus valles y los cauces de tus ríos. Para siempre te convertiré en una desolación; tus ciudades quedarán deshabitadas. Entonces sabrás que yo soy el Señor. "Porque tú has dicho: ‘A pesar de que el Señor viva allí, las dos naciones y los dos territorios serán míos, y yo seré su dueño. Por eso, tan cierto como que yo vivo, que haré contigo conforme al furor y celo con que tú actuaste en tu odio contra ellos. Lo afirma el Señor. Y cuando yo te castigue me haré conocer entre ellos. Entonces sabrás que yo, el Señor, he oído todas las injurias que has proferido contra las montañas de Israel. Tú dijiste desafiante: ‘¡Están devastados! ¡Ahora sí me los puedo devorar! Me has desafiado con arrogancia e insolencia, y te he escuchado. "Así dice el Señor omnipotente: Para alegría de toda la tierra, yo los voy a destruir. Así como se alegraron cuando quedó devastada la herencia del pueblo de Israel, también yo me alegraré de ti. Tú, montaña de Seír, y todo el territorio de Edom, quedarán desolados. Así sabrán que yo soy el Señor.


Salmos 92:
¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre; proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche, al son del decacordio y de la lira; al son del arpa y del salterio! Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos. Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos! Los insensatos no lo saben, los necios no lo entienden: aunque broten como hierba los impíos, y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos. Sólo tú, Señor, serás exaltado para siempre. Ciertamente tus enemigos, Señor, ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos los malhechores! Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis malvados enemigos. Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen. Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: "El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia." 




Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.



El Libro de Los Hechos Capítulo 24 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 24
(60 d.C.)
PABLO ANTE FÉLIX
Y CINCO días después descendió el Sumo Sacerdote Ananías, con algunos de los Ancianos (representaban a los miembros del Sanedrín que eran Saduceos), y un cierto Tértulo, orador; y comparecieron delante del Gobernador contra Pablo (ejerció como fiscal de los Judíos).
2 Y citado que fue, Tértulo comenzó a acusar, diciendo, Como por causa tuya (Félix) vivamos en grande paz, y muchas cosas sean bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia (Josefo expresó que aunque Félix contuvo a ciertos ladrones y asesinos en Judea, él era "más perjudicial que todos ellos"),
3 Siempre y en todo lugar lo recibimos con toda acción de gracias, O excelentísimo Félix.
4 Empero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad (Félix no era un hombre clemente).
5 Porque hemos hallado que este hombre es pestilencial, y levantador de sediciones entre todos los Judíos por todo el mundo, y príncipe de la secta de los Nazarenos (nombre que se le dio a los seguidores de Cristo por los Judíos):
6 El cual también tentó a violar el Templo (Pablo no profanó el Templo de ninguna manera): y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra Ley (expone otra mentira descarada; no tenían ninguna intención de darle un proceso como implica la palabra "juzgar," sino más bien intentaban torturarlos a muerte antes que lo pudieran rescatar).
7 Mas interviniendo el Comandante Lisias, con grande violencia le quitó de nuestras manos (tiene la intención de expresar mala opinión del Comandante Romano; era una equivocación de parte de Tértulo; sin duda, el Espíritu Santo lo encaminó en esa dirección),
8 Mandando a sus acusadores que viniesen a ti: del cual tú mismo juzgando, podrás entender todas estas cosas de que le acusamos (se refiere a que la situación estaba ya en el Tribunal del Gobernador, aunque los Judíos no querían que se llevara a cabo allí; porque todo lo que tramaron no les sirvió de nada).
9 Y contendían también los Judíos, diciendo ser así estas cosas (se refiere al Sumo Sacerdote y aquellos con él que se afiliaron a Tértulo aprobando las declaraciones de su fiscal contratado; como se mencionó, fue una equivocación de su parte).
LA DEFENSA DE PABLO
10 Entonces Pablo, haciéndole el gobernador señal que hablase, respondió (manifiesta lo que el Espíritu Santo había dicho lo que Pablo haría, "para que lleve Mi Nombre a los Gentiles, a Reyes y a los Hijos de Israel" [Hch. 9:15]), Porque ya sé que desde hace muchos años eres gobernador de esta Nación, con buen ánimo expondré mi defensa (no había nadie en el mundo de esa época que conocía la Ley Mosaica mejor que Pablo; además, por ser ciudadano Romano, también era muy entendido en la Ley Romana):
11 Porque tú puedes entender que no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén (en esencia, Pablo estaba declarando que no era posible la acusación de ellos, debido al corto período de tiempo).
12 Y ni me hallaron en el Templo disputando con ninguno, ni promoviendo revueltas con nadie, ni en Sinagogas, ni en la ciudad (se refiere al hecho de que absolutamente nada se hizo para que se pudiera malinterpretar, en cuanto a estos cargos):
13 Ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan (no podían justificar sus acusaciones porque nunca ocurrieron).
14 Esto empero te confieso, que conforme a aquel Camino que llaman herejía (seguir a Cristo), así sirvo al Dios de mis Padres (coloca al Cristianismo como el cumplimiento de las grandes Promesas y Predicciones que se les otorgó a los "Padres," es decir, a todos los Merecedores del Antiguo Testamento), creyendo todas las cosas que en la Ley y en los Profetas están escritas (la totalidad del Antiguo Testamento):
15 Teniendo esperanza en Dios (en esencia, dice que la Ley y los Profetas no eran completos en sí, sólo señalaban Al Que había de venir) que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos (hasta sus enemigos entre los Judíos creían en el Mesías venidero, pero no en que Él era Jesús), la cual también ellos esperan (como es obvio, se refiere a dos Resurrecciones).
16 Y por esto, procuro yo (la diligencia que Pablo practicaba constantemente para que su vida y  conducta complacieran al Señor en todo) tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres (Mat. 22:37-40).
17 Mas pasados muchos años, vine a hacer limosnas a mi Nación, y ofrendas (es probable que se refiera a los seis o siete años que Pablo se encontraba lejos de Jerusalén).
18 Cuando me hallaron purificado en el Templo (no con multitud ni con alboroto) unos Judíos de Asia (se refiere a que absolutamente nada estaba ocurriendo en ese tiempo que pudiera ameritar estas acusaciones).
19 Los cuales debieron comparecer delante de ti, y acusarme, si contra mí tenían algo (los que lo acusaban no estaban presentes; el Sumo Sacerdote y los miembros del Sanedrín que estaban presentes no presenciaron ninguna de las supuestas infracciones).
20 O digan estos mismos (puso en aprietos al Sumo Sacerdote y a aquellos a favor suyo) si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando yo estuve en el Concilio (quita la atención a aquellos que no estaban presentes y la pone a aquellos que lo están),
21 Si no sea que, estando entre ellos prorrumpí en alta voz, Acerca de la resurrección de los muertos soy hoy juzgado de vosotros (tenía que ver con la Ley Judaica, que no era de ningún interés para los Romanos).
22 Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de esta secta (Félix tenía más conocimiento del Cristianismo que Tértulo, y los Judíos presentes en aquel proceso que del cual quisieran darle mérito), les puso dilación, diciendo (simplemente quiere decir que él rehusó dar un veredicto en ese momento), Cuando descendiere al Comandante Lisias acabaré de conocer de vuestro caso (procuraba retrasar el asunto, creyendo que calmaría la situación; además, no hace mención de que mandó a traer a Lisias).
23 Y mandó al Centurión que Pablo fuese guardado, y aliviado de las prisiones (expresa que Félix consideró a Pablo como alguien fuera de lo común; aunque estaba bajo el arresto domiciliario, pero básicamente tenía libertad para hacer lo que le daba la gana), y que no negase a ninguno de sus familiares servirle, o venir a él (le permitió que le llegaran a visitar todas las personas que él quisiera, sin ninguna restricción en cuanto a esta actividad).
24 Y algunos días después, viniendo Félix con Drusilla, su mujer, la cual era Judía (su esposa era la hija joven de Herodes Agripa I, el Herodes que mató a Santiago [el Hermano de Juan] con una espada [Hch. 12:1-2]), llamó a Pablo, y oyó de él la Fe que es en Jesucristo (parece indicar que su interés era sincero).
25 Y disertando él (Pablo) de la Justicia (la Justicia sólo puede venir por medio de Cristo), y del dominio propio (las ataduras y vicios que afectan a la humanidad), y del juicio venidero (todos tendrán que comparecer un día ante Dios), espantado Félix, respondió (manifiesta convicción del Espíritu Santo), Ahora vete; cuando tenga oportunidad te llamaré (presenta la excusa del pecador cuando está bajo convicción y rehusa rendirse).
26 Esperando también con esto, que de parte de Pablo le ofreciera dinero, para que le soltase (el amor al dinero era probablemente uno de los motivos por el cual no entregaba su corazón al Señor): por lo cual, muy a menudo lo hizo venir y hablaba con él (no se hace mención de que aceptó a Cristo; ¡estaba a punto, pero al mismo tiempo estaba lejos de hacerlo!).
SILENCIO
27 Mas al cabo de dos años (no da ninguna indicación de lo que ocurrió durante este período de tiempo) recibió Félix por sucesor a Porcio Festo (Festo remplazó a Félix como el Gobernador): y queriendo Félix ganar la gracia de los Judíos, dejó preso a Pablo (una terrible parodia de la Justicia).


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e  intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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