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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-2
El 26 de febrero Lectura Bíblica Diaria:
Jeremías 39 a 41:
En
el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey
Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra
Jerusalén y la sitiaron. El día nueve del mes cuarto del año undécimo
del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad,
por la que entraron todos los jefes del rey de Babilonia, hasta
instalarse en la puerta central: Nergal Sarézer de Samgar, Nebo
Sarsequín, un oficial principal, Nergal Sarézer, también un alto
funcionario, y todos los otros jefes del rey de Babilonia. Al verlos,
el rey Sedequías de Judá y todos los soldados huyeron de la ciudad.
Salieron de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta que
está entre los dos muros, tomando el camino del Arabá. Pero el ejército
babilónico los persiguió hasta alcanzarlos en las llanuras de Jericó.
Capturaron a Sedequías y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de
Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí dictó
sentencia contra Sedequías, y ante sus propios ojos hizo degollar a sus
hijos, lo mismo que a todos los nobles de Judá. Luego mandó que a
Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce, para
llevarlo a Babilonia. Los babilonios prendieron fuego al palacio real y
a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén.
Finalmente Nabuzaradán, el comandante de la guardia, llevó cautivos a
Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores, es
decir, a todos los que quedaban. Nabuzaradán, comandante de la guardia,
sólo dejó en el territorio de Judá a algunos de los más pobres, que no
poseían nada. En aquel día les asignó campos y viñedos. En cuanto a
Jeremías, el rey Nabucodonosor de Babilonia había dado la siguiente
orden a Nabuzaradán, el comandante de la guardia: "Vigílalo bien, sin
hacerle ningún daño, y atiende a todas sus necesidades." Nabuzaradán,
comandante de la guardia, Nebusazbán, un oficial principal, Nergal
Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de
Babilonia, mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia y se lo
confiaron a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, para que lo
llevaran de vuelta a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir en medio
del pueblo. Aún estaba Jeremías preso en el patio de la guardia cuando
la palabra del Señor vino a él: "Ve y dile a Ebedmélec, el etíope, que
así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Voy a cumplir las
palabras que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. En
aquel día, tú serás testigo de todo esto. Pero en ese mismo día yo te
rescataré afirma el Señor, y no caerás en las manos de los hombres que
temes. Porque ciertamente yo te libraré afirma el Señor, y no caerás a
filo de espada; antes bien, tu vida será tu botín, porque has confiado
en mí." La palabra del Señor vino a Jeremías después de que
Nabuzaradán, el comandante de la guardia, lo había dejado libre en
Ramá. Allí lo había encontrado Nabuzaradán preso y encadenado, entre
todos los cautivos de Judá y Jerusalén que eran deportados a Babilonia.
El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías, y le dijo: "El
Señor tu Dios decretó esta calamidad para este lugar, y ahora el Señor
ha cumplido sus amenazas. Todo esto les ha pasado porque pecaron contra
el Señor y desobedecieron su voz. No obstante, hoy te libero de las
cadenas que te sujetan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia,
ven, que yo te cuidaré. Pero si no quieres, no lo hagas. Mira, tienes
ante tus ojos toda la tierra: ve adonde más te convenga." Como Jeremías
no se decidía, Nabuzaradán añadió: "Vuelve junto a Guedalías hijo de
Ajicán, nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado
gobernador de las ciudades de Judá, y vive con él y con tu pueblo, o ve
adonde más te convenga." Jeremías se fue entonces junto a Guedalías
hijo de Ajicán, en Mizpa, y se quedó con él, en medio del pueblo que
había permanecido en el país. Cuando todos los jefes y soldados del
ejército que estaban en el campo se enteraron de que el rey de
Babilonia había puesto a Guedalías hijo de Ajicán como gobernador del
país, y de que le había confiado el cuidado de hombres, mujeres y
niños, así como de los más pobres del país que no habían sido
deportados a Babilonia, fueron a Mizpa para presentarse ante Guedalías.
Entre ellos estaban: Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos
de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, los hijos de Efay de Netofa, y
Jezanías, hijo de un hombre de Macá, y sus hombres. Guedalías hijo de
Ajicán, nieto de Safán, les hizo este juramento a ellos y a sus tropas:
"No teman a los babilonios. Si ustedes se quedan en el país y sirven
al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien. Yo me quedaré en
Mizpa, para representarlos ante los babilonios que vengan hasta acá.
Pero ustedes, comiencen a almacenar en recipientes vino, frutos de
verano y aceite, y vivan en las ciudades que han ocupado." Todos los
judíos que estaban en Moab, Amón y Edom, y en todos los otros países,
se enteraron también de que el rey de Babilonia había dejado un
remanente en Judá, y nombrado como gobernador a Guedalías hijo de
Ajicán, nieto de Safán. Entonces todos estos judíos regresaron a la
tierra de Judá, de todos los países donde estaban dispersos. Al llegar,
se presentaron en Mizpa ante Guedalías, y también almacenaron vino y
frutos de verano en abundancia. Johanán hijo de Carea, y todos los
demás jefes militares que estaban en el campo, se presentaron ante
Guedalías en Mizpa, y le dijeron: ¿No sabes que Balís, rey de Amón, ha
mandado a Ismael hijo de Netanías, para matarte? Pero Guedalías hijo de
Ajicán no les creyó. Y allí en Mizpa, Johanán hijo de Carea le propuso
en secreto a Guedalías: Déjame ir a matar a Ismael hijo de Netanías.
¡Nadie tiene que enterarse! ¿Por qué vamos a permitir que te asesine?
Eso causaría la dispersión de todos los judíos que se han reunido a tu
alrededor, y acabaría con lo que queda de Judá. Pero Guedalías hijo de
Ajicán le respondió a Johanán hijo de Carea: ¡Ni lo pienses! ¡Lo que
dices acerca de Ismael es mentira! En el mes séptimo Ismael, hijo de
Netanías y nieto de Elisama, que era de estirpe real y había sido uno
de los oficiales del rey, vino a Mizpa con diez hombres y se presentó
ante Guedalías hijo de Ajicán. Y ahí en Mizpa, mientras comían juntos,
Ismael hijo de Netanías se levantó y, junto con los diez hombres que lo
acompañaban, hirió a filo de espada a Guedalías hijo de Ajicán, nieto
de Safán, quitándole la vida. Así hicieron con quien había sido
nombrado gobernador del país por el rey de Babilonia. Ismael mató
también a todos los judíos y soldados que se encontraban en Mizpa con
Guedalías. Al día siguiente del asesinato de Guedalías, cuando todavía
nadie se había enterado, llegaron de Siquén, Siló y Samaria ochenta
hombres con la barba afeitada, la ropa rasgada, y el cuerpo lleno de
cortaduras que ellos mismos se habían hecho. Traían ofrendas de
cereales, e incienso, para presentarlas en la casa del Señor. Desde
Mizpa salió a su encuentro Ismael hijo de Netanías; iba llorando y,
cuando los encontró, les dijo: Vengan a ver a Guedalías hijo de Ajicán.
Pero no habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael hijo de
Netanías y sus secuaces los mataron y los arrojaron en una cisterna.
Había entre ellos diez hombres, que le rogaron a Ismael: ¡No nos mates;
tenemos escondidos en el campo trigo, cebada, aceite y miel! Ismael
accedió, y no los mató como a sus compañeros. El rey Asá había hecho una
fosa para defenderse de Basá, rey de Israel, y en esa fosa fue donde
Ismael arrojó los cadáveres de los hombres que había matado, junto con
Guedalías, llenándola de cadáveres. Después Ismael se llevó en
cautiverio a las hijas del rey y a todo el resto del pueblo que había
quedado en Mizpa, a quienes Nabuzaradán, comandante de la guardia, había
puesto bajo el mando de Guedalías hijo de Ajicán. Ismael hijo de
Netanías salió con sus cautivos hacia el territorio de los amonitas.
Cuando Johanán hijo de Carea, y todos los jefes militares que estaban
con él, se enteraron del crimen que había cometido Ismael hijo de
Netanías, reunieron a todos sus hombres y fueron a pelear contra él. Lo
encontraron cerca del gran estanque que está en Gabaón. Y sucedió que
toda la gente que estaba con Ismael se alegró al ver a Johanán hijo de
Carea, acompañado de todos los jefes militares. Todo el pueblo que
Ismael llevaba cautivo desde Mizpa se dio la vuelta y se fue con Johanán
hijo de Carea. Pero Ismael hijo de Netanías y ocho de sus hombres se
escaparon de Johanán y huyeron hacia Amón. Entonces Johanán hijo de
Carea, junto con todos los jefes militares que lo acompañaban, tomaron y
rescataron al resto del pueblo que desde Mizpa se había llevado Ismael
hijo de Netanías, luego de haber asesinado a Guedalías hijo de Ajicán:
eran soldados, mujeres, niños y altos funcionarios. Se pusieron en
marcha hasta llegar a Guerut Quimán, que está junto a Belén, desde donde
pensaban continuar a Egipto para huir de los *babilonios. Estaban con
temor, ya que Ismael hijo de Netanías había matado a Guedalías hijo de
Ajicán, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.
Salmos 75:
Te
damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu nombre; ¡todos
hablan de tus obras portentosas! Tú dices: "Cuando yo lo decida,
juzgaré con justicia. Cuando se estremece la tierra con todos sus
habitantes, soy yo quien afirma sus columnas." Selah. "No sean
altaneros", digo a los altivos; "No sean soberbios", ordeno a los
impíos; "No hagan gala de soberbia contra el cielo, ni hablen con aires
de suficiencia." La exaltación no viene del oriente, ni del occidente
ni del sur, sino que es Dios el que juzga: a unos humilla y a otros
exalta. En la mano del Señor hay una copa de espumante vino mezclado
con especias; cuando él lo derrame, todos los impíos de la tierra
habrán de beberlo hasta las heces. Yo hablaré de esto siempre; cantaré
salmos al Dios de Jacob. Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y
exaltaré el poder de los justos.
Proverbios 9:
La
sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un
banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y
ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los
inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y
beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán
por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que
lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No
reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio,
y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y
aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del
Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus
días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio
será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer
necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas
de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a
los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda.
"¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas
robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!"
Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al
fondo de la fosa.
El Libro de Los Hechos Capítulo 7 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 7
(33 d.C.)
LA DEFENSA DE ESTEBAN
EL Sumo Sacerdote dijo entonces, ¿Es esto así? (¡Investigaba acerca de los cargos!)
2
Y él (Esteban) dijo, Varones hermanos y padres, oíd (con la intención
de dirigirse a la jerarquía religiosa de Israel); El Dios de la Gloria
apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que
morase en Harán (no nos explica exactamente lo que fue esta apariencia,
ya sea visible o que el Señor había usado a alguien para entregar el
Mensaje; el lugar exacto en aquella tierra era Ur de los Caldeos [Gén.
15:7]),
3
Y le dijo, Sal de tu tierra (se relaciona a un pueblo que tenía que
ver con la adoración de ídolos) y de tu parentela (en efecto, dice que
ellos eran adoradores de ídolos también), y ven a la tierra que te
mostraré (se refiere a la tierra de Canaán).
4
Entonces salió de la tierra de los Caldeos, y habitó en Harán (de casi
1.050 kilómetros [700 millas] al norte de Ur de los Caldeos; él se
quedó allí por unos dos o tres años): y de allí, muerto su padre, le
traspasó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora (la tierra
de Canaán).
5
Y (Dios) no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie
(quiere decir que Abraham personalmente nunca poseyó nada de la tierra
de Canaán, excepto la "Cueva de Macpela," que fue usada como lugar de
entierro para él y Sara [Gén. 23]): mas le prometió que se la daría en
posesión, y a su simiente después de él (se refiere a la semilla de
Isaac, no de Ismael [Gén. 17:19]), no teniendo hijo (para que todo esto
se cumpliera, Abraham y Sara debían tener un heredero, que al final lo
tuvieron, en Isaac).
6
Y le habló Dios así (tiene que ver con la Profecía dada a Abraham por
el Señor con respecto al futuro de su semilla), Que su simiente sería
extranjera en tierra ajena (Egipto); y que los reducirían a servidumbre y
maltratarían, por cuatrocientos años (toda la duración de la
Dispensación de Promesa [Abraham a Moisés] era de 430 años [Éx. 12:40;
Gál. 3:14-17]; los 400 años de Gén. 15:13 y Hch. 7:6 deben calcularse
desde la confirmación de Isaac como la semilla cuando Ismael fue
expulsado [Gén. 21:12; Gál. 4:30]; fue cinco años después del nacimiento
de Isaac).
7
Mas Yo juzgaré, dijo Dios, la nación a la cual serán siervos (habla de
Egipto [Éx. 1:1-14; 31]): y después de esto saldrán y Me servirán en
este lugar (los Hijos de Israel fueron librados de la esclavitud Egipcia
y se les dieron la Tierra Prometida, a la cual Esteban se refiere como
"este lugar").
8
Y (Dios) le dio (a Abraham) el Pacto de la Circuncisión (se refiere al
Convenio Abrámico de Gén. 12:1-3; 17:9-27, y no al Convenio Mosaico
que continuaba con la Circuncisión, pero no la originó): y así Abraham
engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y
Jacob a los Doce Patriarcas (expresa que sus hijos eran los Doce Jefes
de las Tribus de Israel, y los que quedaron bajo el mismo Convenio de la
Circuncisión).
9
Y los patriarcas, movidos de envidia, vendieron a José para Egipto
(tenían envidia de él, por lo que fue elegido por su padre Jacob para
heredar la Primogenitura [I Crón. 5:1-2]): pero Dios estaba con él (¡los
hombres gobiernan, pero Dios domina!),
10
Y le libró de todas sus tribulaciones (no dice que no habían
aflicciones, sino que el Señor liberó a José de toda trampa instigada
por Satanás), y le dio gracia y sabiduría en la presencia de Faraón, rey
de Egipto; el cual le puso por Gobernador sobre Egipto, y sobre toda
su casa (¡describe, para variar, a un gobernador sabio!).
11
Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán (se
refiere al hambre durante siete años), y grande tribulación: y nuestros
padres no hallaban alimentos (todo esto fue orquestado deliberadamente
por el Señor, a fin de que Su Plan fuera llevado a cabo con respecto a
la Nación de Israel).
12 Y cuando oyese Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez (él envió a sus hijos).
13
Y en la segunda, José fue conocido de sus hermanos (se refiere al
segundo viaje a Egipto donde José los puso a prueba [Gén. 45:1-28]); y
fue sabido de Faraón cual era la parentela de José (fueron presentados
al Faraón, con José que procuraba obtener permiso para traer a su
familia a Egipto).
14
Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob (es simbólico de la
Segunda Venida, cuando al fin vendrá Israel a Jesús), y a toda su
parentela, en número de setenta y cinco personas (setenta y cinco almas;
Esteban incluía a los cinco hijos de Manasés y Efraín; Gén. 46:27 y
Deut. 10:22 menciona a las setenta personas que entraron en Egipto, pero
no incluyeron a estos cinco).
15
Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él y nuestros padres (aunque
su vida y Ministerio estaban en Egipto, su corazón estaba en Canaán),
16
Los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que
compró Abraham a precio de dinero de los hijos de Hamor de Siquem (se
refiere a "Siquem" de Gén. 23:6-20; 33:19; 47:30; 49:29; 50:5; Éx. 13;
19; Jos. 24:32; estaba en Canaán).
17
Mas cuando se acercaba el tiempo de la Promesa (el momento adecuado de
Dios es tan importante como Su Promesa), la cual Dios había jurado a
Abraham (la Promesa de Dios tiene que ver con la Tierra de Canaán dado a
los Hijos de Israel), el pueblo (los Israelitas) creció y se
multiplicó en Egipto,
18
Hasta que se levantó otro rey (otro Faraón) en Egipto que no conocía a
José (¡quiere decir que este nuevo Faraón no tenía ningún respeto por
el pasado de Egipto con respecto a José, y en consecuencia no tenía
ningún respeto para los Israelitas, el pueblo de José!).
19
Éste, usando de astucia con nuestro linaje, maltrató a nuestros padres
(expresaba tal lo que fue permitido por el Señor, y con propósito y
razón; si este Faraón los hubiese tratado con cortesía, ellos no
hubieran deseados salir de Egipto), a fin de que pusiesen a peligro de
muerte sus niños, para que cesase la generación (se refiere a la orden
del Faraón de que mataran al nacer todos los bebés varones de los
Israelitas).
20
En aquel mismo tiempo nació Moisés (indica otro paso en el Plan de
Dios para la liberación de Israel), y fue agradable a Dios (describe la
apariencia del niño), y fue criado tres meses en casa de su padre
(corresponde al tiempo durante el cual sus padres lo escondieron, para
que no lo mataran como lo exigía el Faraón de todos los varoncitos
recién nacidos):
21
Mas siendo puesto al peligro (se refiere al tiempo cuando él no podía
más estar escondido), la hija de Faraón le tomó, y le crió como a hijo
suyo (otra vez, fue orquestado por el Señor).
22
Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los Egipcios (muy
educado), y era poderoso en sus dichos y hechos (Josefo dice que Moisés
al final llegó a ser un General en el Ejército Egipcio, y derrotó a los
Etíopes).
23
Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años (corresponde a los
años que pasó Moisés en la Corte del Faraón), subió en su corazón
visitar a sus hermanos los Hijos de Israel (anteriormente no parece que
estaba demasiado ocupado con la situación "de sus hermanos").
24
Y como vio a uno que era injuriado, le defendió (el Espíritu Santo
comienza a dirigir a Moisés en esta dirección), e hiriendo al Egipcio,
vengó al injuriado (Moisés tuvo el motivo correcto, pero lo que sucedió
fue lo incorrecto):
25
Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar
salud por su mano (la estructura de esta frase nos dice que el Señor
definitivamente trataba con Moisés sobre la liberación de los Hijos de
Israel; ¡sin embargo, la gente no estaba lista y tampoco Moisés!): mas
ellos no lo habían entendido.
26
Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz
(estos dos Israelitas estaban enojados el uno con el otro), diciendo,
Varones, hermanos sois; ¿por que os injuriáis los unos a los otros?
(Este interrogante iba a producir una respuesta que él no anticipaba.)
27
Entonces el que injuriaba (rechazaba el liderazgo de Moisés) a su
prójimo, le empujó (a Moisés), diciendo, ¿Quién te ha puesto por
príncipe y juez sobre nosotros? (Como se mencionó, ni Moisés ni la gente
estaban preparados para la liberación.)
28
¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al Egipcio? (Era claro que
Moisés no se dio cuenta que el asesinato del Egipcio era notorio; no
obstante, ¡otros lo habían visto!)
29
A esta palabra Moisés huyó (Moisés se daría cuenta muy pronto que el
Faraón también lo sabía y estaba airado, por eso huyó de Egipto [Éx.
2:14-15]), y se hizo extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos
hijos (sus nombres eran Gersón y Eliezer [Éx. 2:22; 18:3-4]).
30
Y cumplidos cuarenta años (sólo se tomó poco tiempo para sacar a
Moisés de Egipto, pero cuarenta años para sacar el Egipto de Moisés;
¡la carne muere con dificultad!), un Ángel le apareció en el desierto
del Monte Sinaí, en fuego de llama de una zarza (era en realidad Dios
Mismo que se le apareció a Moisés [Éx. 3:2; 4:17]).
31
Entonces Moisés mirando (la zarza ardiente), se maravilló de la
visión: y llegándose para considerar, fue hecha a él Voz del Señor
(después de cuarenta años, el Señor habla),
32
Yo soy el Dios de tus padres, y el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y
el Dios de Jacob (en esencia, dice que Él era El Mismo Quién les había
hablado; también significa que ellos estaban vivos en aquel mismo
momento, en realidad en el Paraíso). Mas Moisés, temeroso, no osaba
mirar (Éx. 3:6).
33
Y le dijo el Señor (comienza un escenario que terminaría unos cuarenta
años más tarde), Quita los zapatos de tus pies: porque el lugar en que
estás es Tierra Santa (quitarse los zapatos significaba que Moisés iba
a reununciar toda su posesión; los esclavos no usaban zapatos, y él,
en efecto, sería un esclavo de Cristo, tal como Pablo).
34
He visto, he visto la aflicción de Mi pueblo que está en Egipto (Dios
ve todo y sabe todo), y he oído el gemido de ellos (sufrir bajo la
carga impuesta por los capataces Egipcios, que tipifican a Satanás), y
he descendido para librarlos (Él los liberó usando un cordero inmolado y
poniendo la sangre en los postes de la puerta, en esencia la Cruz; la
Cruz es aún la única forma de Liberación [Éx. 12:13]). Ahora pues, ven,
te enviaré a Egipto (presenta una de las comisiones más espantosas
dada al hombre).
35
A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo, ¿Quién te ha puesto
por príncipe y juez? (La intención del Espíritu Santo por medio de
Esteban de demostrar que el Jesús que ellos habían rechazado y
crucificado era su único Salvador Presente y Eterno.) a éste envió Dios
por príncipe y redentor con la mano del Ángel que le apareció en la
zarza (el Sanedrín estaba demasiado familiar con esto; sin embargo,
ellos de seguro entendieron la implicación).
36
Éste los sacó (se refiere a Egipto, pero también tiene la intención de
transferir la Liberación efectuada en cada pecador Creyente al momento
de venir a Cristo), habiendo hecho prodigios y milagros en la tierra
de Egipto (él manifestó Su gran Poder a Egipto, para que los Egipcios
no tuvieran excusa), y en el Mar Rojo (manifiesta el mayor Milagro que
jamás se había realizado hasta aquel momento), y en el desierto por
cuarenta años (se refiere a la protección Divina de Dios para este
período, aunque era Su Voluntad que ellos estuvieran allí solamente por
unos dos años, ¡si acaso!).
37
Éste es el Moisés, el cual dijo a los Hijos de Israel (describe a
Esteban que ya expone el hecho del Cristianismo, aunque no fue llamado
así en esa época), Profeta os levantará el Señor Dios vuestro de
vuestros hermanos, como yo; a Él oiréis (señala directamente a Jesús
como el cumplimiento de aquella Profecía dada por Moisés hace tanto
tiempo).
38
Éste es aquél (Moisés) que estuvo en la Congregación en el desierto
con el Ángel que le hablaba en el Monte Sinaí (en realidad se refiere a
Dios Mismo, Quien le dio la Ley a Moisés), y con nuestros padres (se
refiere al hecho de que los Ancianos de Israel, debían ayudar a Moisés,
¡pero prefirieron hacer lo contrario!): y recibió las palabras de vida
para darnos (se refiere a la Ley de Moisés):
39
Al cual nuestros padres no quisieron obedecer (señala la historia de
Israel, que al final condujo a su destrucción), antes le desecharon (si
Dios no hubiera intervenido, por lo menos unas cuantas veces, ellos
hubieran matado a Moisés), y se apartaron de corazón a Egipto (apunta
justo al problema; sus "corazones" estaban todavía en Egipto, así como
los corazones de muchos Creyentes que hoy en día están todavía en el
mundo),
40
Diciendo a Aarón, Haznos dioses que vayan delante de nosotros (expresa
que al final el pecado fue lo que destruyó a Israel): porque a este
Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha
acontecido (mientras que Dios preparaba grandes cosas para ellos, ¡ellos
se preparaban a adorar a los ídolos!).
41
Y entonces hicieron un becerro (era su ídolo), y ofrecieron sacrificio
al ídolo (es probable que representaba a un Cordero, pero en tiempos
por venir incluiría el sacrificio humano), y en las obras de sus
propias manos se regocijaban (es todavía el problema en la actualidad,
la Iglesia no tiene mucho deseo de apoyarse únicamente en Cristo y lo
que Él hizo en la Cruz; muchos prefieren la Salvación "de sus propias
manos").
42
Y Dios se apartó, y los entregó que sirviesen al ejército del Cielo
(se refiere al sol, la luna y las estrellas); como está escrito en el
Libro de los Profetas, ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el
desierto por cuarenta años, casa de Israel? (Mientras Israel ofrecía
Sacrificios, no eran siempre ofrecidos a Dios. "¡Me ofrecisteis" es
enfático!)
43
Antes, trajisteis el tabernáculo de Moloc (se refiere al nombre de la
Deidad Amonita principal a quien se le ofrecían niños por el fuego
[Lev. 18:21; 20:2; Deut. 18:10; II Rey. 16:3; 26:6; 23:10; Jer. 19:5;
32:35]), Y la estrella de vuestro dios Renfán, Figuras que os hicisteis
para adorarlas (este era el dios de la estrella de Babilonia): Os
transportaré pues, más allá de Babilonia (Esteban cita Amós 5:25-27; sin
embargo, él usó el nombre "Babilonia" mientras Amós usó el nombre
"Damasco"; los dos estaban en lo cierto).
44
Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto,
como había ordenado Dios (quiere decir que Dios les dio el
"Tabernáculo" más los artículos de las Vasijas Sagradas, a fin de que
Su Pueblo pudiera tener un modo de adorarlo), hablando a Moisés que lo
hiciese según la forma que había visto (indica el diseño exclusivamente
por el Señor, que quiere decir que Moisés no debía desviarse de aquel
diseño).
45
El cual recibido, metieron también nuestros padres con Josué (Josué es
la misma palabra Hebrea que se usa en el Nuevo Testamento en el Griego
por Jesús) en la posesión de los Gentiles (se refiere a la Tierra de
Canaán), que Dios echó de la presencia de nuestros padres, hasta los
días de David (a un período de aproximadamente quinientos años; durante
aquel tiempo, las victorias eran escasas);
46
El cual halló gracia delante de Dios (se refiere a David), y pidió
hallar una morada para el Tabernáculo para el Dios de Jacob (se refiere
al Arca del Pacto llevado a Jerusalén, después de estar abandonado por
unos setenta años [II Sam. 6:12; Sal. 132:6]).
47 Mas Salomón Le (Dios) edificó casa (se le dieron los planos a David, pero fue Salomón, su hijo, quien construyó la casa).
48
Si bien el Altísimo no habita en Templos hechos de mano (se refiere a
la oración ofrecida por Salomón en la dedicación del Templo [I Rey.
8:27]); como el Profeta dice (esta frase debería estar en el siguiente
Versículo, porque se refiere a Isaías),
49
El Cielo es Mi Trono, y la Tierra es el Estrado de Mis Pies (Dios es
más grande y mayor que cualquier cosa): ¿Qué casa Me edificaréis? dice
el Señor (el Templo debía ser simplemente una medida interina hasta que
Cristo viniera): ¿O cuál es el lugar de Mi reposo? (Israel había venido
al lugar donde ellos creyeron que el Templo era un fin en sí mismo.
Ellos no lo vieron como un paso hacia una meta última. El "reposo" se
encuentra solamente en Cristo [Mat. 11:28-30].)
50
¿No hizo Mi Mano todas estas cosas? (Él ha hecho el Cielo y la Tierra y
todo dentro de los mismos, entonces, ¿por qué querría Él limitarse
totalmente a un pequeño edificio como en la Tierra?)
51
Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos (demuestra a
Esteban usando el mismo lenguaje que Moisés cuando él llevó la
reprimenda de Dios a Israel [Deut. 10:16]), vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros (todo lo
que Dios lleva a cabo en la Tierra es por la Persona y Oficina del
Espíritu Santo; resistir a Él es resistir a Dios, ya que Él es Dios;
ellos resistieron a Él al resistir el Plan de Dios, Quien era y Lo Que
era Jesucristo).
52
¿A cuál de los Profetas no persiguieron vuestros padres? (Es muy
similar a lo que Cristo declaró [Mat. 5:12; 23:30-31, 34-37; Luc.
13:33-34]) y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo
(mataron a los Profetas que señalaron Al Que ha de venir, es decir, a
Jesús); del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores (no
hay nada más fuerte que podría decir con respecto a ellos; ¡qué
diferencia es de la mayoría de la Predicación moderna!):
53
Que recibisteis (Israel) la Ley (la Ley de Moisés) por disposición de
Ángeles (se refiere a los inumerables Ángeles que estaban presentes y
acostumbrados a ayudar a entregar la Ley de Moisés a Israel [Sal.
68:17]), y no la guardasteis (¡contradecía sus afirmaciones!).
LA RESPUESTA SUYA
54
Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones (se refiere a que el
Espíritu Santo tomó muy en serio las palabras de Esteban, que en
efecto, eran "las Palabras del Señor"), y crujían los dientes contra él
(expresa su respuesta a Esteban y al Espíritu Santo).
55
Mas él, estando lleno de Espíritu Santo (es la segunda vez que se
menciona de él [Hch. 6:5]), puestos los ojos en el Cielo (quiere decir
que Esteban vio algo en el Cielo que de inmediato cautivó su atención),
vio la Gloria de Dios (él vio el Trono de Dios), y a Jesús que estaba a
la Diestra de Dios (por lo general presentan a Cristo sentando a la
Diestra de Dios [Heb. 1:3], pero aquí Él es visto de pie, como que se
levanta para dar la bienvenida a Su Fiel mártir y para colocar en su
cabeza la Corona de Vida),
56
Y dijo, He aquí, veo los Cielos abiertos (proclama a Jesús en Su
Gloria como Dios, así como que el Cielo se había abierto para ver a
Jesús en Su humillación en la Tierra como Hombre [Jn. 1:51]), y al Hijo
del Hombre que está a la Diestra de Dios (declara Su lugar legítimo en
virtud de Sus logros y exaltación a la Gloria original [Jn. 17:5; Ef.
1:20-23; Fil. 2:9-11; Heb. 1:3-4]).
57
Entonces ellos (los miembros del Sanedrín) dando grandes voces (si
hubieran pedido a gritos en Arrepentimiento, el futuro de Israel podría
cambiado drásticamente para la mejoría), se taparon sus oídos (quiere
decir que ya no quisieron oír nada de lo que él quiso decir), y
arremetieron unánimes contra él (todo el liderazgo religioso de Israel
fue culpable),
58
Y echándolo fuera de la ciudad, le apedreaban (era su respuesta a la
súplica a Dios por sus almas): y los testigos pusieron sus vestidos a
los pies de un joven (se quitaron la ropa exterior para estar ágil y
poder lanzar piedras a su víctima con mayor fuerza) que se llamaba Saulo
(expresa la primera mención de este hombre que tendría el mayor
impacto positivo en el Cristianismo que cualquier otro ser humano que
jamás ha vivido; la muerte de Esteban, sin duda, jugaba un papel en la
conversión posterior de Pablo).
59
Y apedrearon a Esteban, invocando él (indica una ofensa monstruosa de
parte de sus asesinos; debemos recordar, él fue asesinado por los
líderes religiosos de Israel) y diciendo, Señor Jesús, recibe mi
espíritu (demuestra a Esteban ofreciendo Adoración Divina a Jesucristo
en la forma más sublime, y en el momento más solemne de su vida).
60
Y puesto de rodillas, clamó a gran voz, Señor, no les imputes este
pecado (lo presenta muriendo de rodillas, sin ningún rencor hacia sus
asesinos). Y habiendo dicho esto, durmió (representa el cuerpo
quedándose dormido, mientras su alma y espíritu al instante se fueron
para estar con Jesús; debido a lo que Jesús hizo en la Cruz; la muerte
se contempla ya simplemente como estar dormido).
1 Corintios 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor,
no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si
entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor,
nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es
envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es
egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se
deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo
disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás
se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será
silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y
profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo
imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba
como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás
las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un
espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera
imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora,
pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor.
Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 :
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente
recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber
cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues
dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará.
Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi
agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban
por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora
bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que
no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe
entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo
que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios
un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió
testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a
pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de
este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo
llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a
Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que
cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que
recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas
que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a
su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la
justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado
para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y
salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la
tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob,
herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de
cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la
fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era
estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que
le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en
decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del
cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos
vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas;
más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran
estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían
tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria
mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de
ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que
había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su
hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y
a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de
José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al
fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y
dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés,
recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque
vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey.
Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija
del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar
de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa
del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque
tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin
tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera
viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de
la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los
de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca;
pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe
cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo
siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto
con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué
más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac,
Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe
conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido;
cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon
del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron
valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo
mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en
cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor
resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron
la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron
apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada.
Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y
de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no
merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por
cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable
mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa.
Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues
Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que
estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos
del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y
corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos
la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien
por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la
vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del
trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a
tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni
pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado,
todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino
conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida
me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley
no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por
eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra
condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el
pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de
que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no
vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que
viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos
de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan
la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es
muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y
paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a
la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la
naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no
viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que
el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu
de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo
está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es
vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a
Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a
Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales
por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos,
tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza
pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si
por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo,
vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los
esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les
permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro
espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con
él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero
que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que
habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la
revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración.
Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo
dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de
ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la
gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación
todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella,
sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu,
gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos,
es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza
fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza.
¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no
tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en
nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden
expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál
es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los
creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios
dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han
sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios
conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según
la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó,
también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede
estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni
la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por
venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda
la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
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