01 December 2016

El 2 de diciembre Lectura Bíblica Diaria


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El 2 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:


Oseas 14 a Joel 2:

Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios. ¡Tu perversidad te ha hecho caer! Piensa bien lo que le dirás, y vuélvete al Señor con este ruego: "Perdónanos nuestra perversidad, y recíbenos con benevolencia, pues queremos ofrecerte el fruto de nuestros labios. Asiria no podrá salvarnos; no montaremos caballos de guerra. a cosas hechas por nuestras manos, pues en ti el huérfano halla compasión." "Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia, porque mi ira contra ellos se ha calmado. Yo seré para Israel como el rocío, y lo haré florecer como lirio. ¡Hundirá sus raíces como cedro del Líbano! Sus vástagos crecerán, y tendrán el esplendor del olivo y la fragancia del cedro del Líbano. Volverán a habitar bajo mi sombra, y crecerán como el trigo. Echarán renuevos, como la vid, y serán tan famosos como el vino del Líbano. Efraín, ¿yo qué tengo que ver con las imágenes? ¡Soy yo quien te responde y cuida de ti! Soy como un pino siempre verde; tu fruto procede de mí." El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende. Ciertamente son rectos los caminos del Señor: en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes. 
Joel 1 a 2: 
Ésta es la palabra del Señor, que vino a Joel hijo de Petuel. ¡Oigan esto, ancianos del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa semejante en sus tiempos o en los de sus antepasados? Cuéntenselo a sus hijos, y que ellos se lo cuenten a los suyos, y éstos a la siguiente generación. Lo que dejaron las langostas grandes lo devoraron las langostas pequeñas; lo que dejaron las langostas pequeñas se lo comieron las larvas; y lo que dejaron las larvas se lo comieron las orugas. ¡Despierten, borrachos, y lloren! Giman, todos los entregados al vino, porque el vino dulce les fue arrebatado de los labios. Una nación poderosa e innumerable ha invadido mi país: tiene dientes de león, colmillos de leona. Asoló mis vides, desgajó mis higueras. Las peló hasta dejar blancas sus ramas; ¡las derribó por completo! Mi pueblo gime como virgen vestida de luto por la muerte de su prometido. Las ofrendas de cereales y las libaciones no se ofrecen ya en la casa del Señor. Hacen duelo los sacerdotes, los ministros del Señor. Los campos yacen devastados, reseca está la tierra; han sido arrasados los cereales, se ha secado el vino nuevo y agotado el aceite. Séquense también ustedes, labradores; giman, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos. La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados, las palmeras, los manzanos, ¡todos los árboles del campo! ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse! Vístanse de duelo y giman, sacerdotes; laméntense, ministros del altar. Vengan, ministros de mi Dios, y pasen la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las libaciones han sido suspendidas en la casa de su Dios. Entréguense al ayuno, convoquen a una asamblea solemne. en la casa del Señor su Dios; reúnan a todos los habitantes del país, y clamen al Señor. ¡Ay de aquel día, el día del Señor, que ya se aproxima! Vendrá como devastación de parte del Todopoderoso. ¿No se nos arrebató el alimento ante nuestros propios ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios? La semilla se pudrió a pesar de haber sido cultivada. y los graneros derribados porque la cosecha se perdió. ¡Cómo brama el ganado! porque no tienen donde pastar, y sufren también las ovejas. A ti clamo, Señor, porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa; las llamas han consumido todos los árboles silvestres. Aun los animales del campo te buscan con ansias, porque se han secado los arroyos y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa. Toquen la trompeta en Sión; den la voz de alarma en mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes del país, pues ya viene el día del Señor; en realidad ya está cerca. Día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y densos nubarrones. Como la aurora que se extiende sobre los montes, así avanza un pueblo fuerte y numeroso, pueblo como nunca lo hubo en la antigüedad ni lo habrá en las generaciones futuras. Antes de que llegue, devora el fuego; cuando ya ha pasado, las llamas lo inflaman todo. Antes de que llegue, el país se parece al jardín del Edén; cuando ya ha pasado, queda un desolado desierto; ¡nada escapa su poder! Tienen aspecto de caballos; galopan como corceles. Y al saltar sobre las cumbres de los montes, producen un estruendo como el de carros de guerra, como el crepitar del fuego al consumir la hojarasca. ¡Son como un ejército poderoso en formación de batalla! Ante él se estremecen las naciones; todo rostro palidece. Atacan como guerreros, escalan muros como soldados. sin romper la formación. No se atropellan entre sí; cada uno marcha en línea. sin romper filas. Se abalanzan contra la ciudad, arremeten contra los muros, trepan por las casas, se meten por las ventanas como ladrones. Ante este ejército tiembla la tierra y se estremece el cielo, el sol y la luna se oscurecen y las estrellas dejan de brillar. Truena la voz del Señor al frente de su ejército; son innumerables sus tropas y poderosos los que ejecutan su palabra. El día del Señor es grande y terrible. ¿Quién lo podrá resistir? "Ahora bien afirma el Señor, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos." Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga. Tal vez Dios reconsidere y cambie de parecer, y deje tras de sí una bendición. son del Señor su Dios. Toquen la trompeta en Sión, proclamen el ayuno, convoquen a una asamblea solemne. Congreguen al pueblo, purifiquen la asamblea; junten a los ancianos del pueblo, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho. Que salga de su alcoba el recién casado, y la recién casada de su cámara nupcial. Lloren, sacerdotes, ministros del Señor, entre el pórtico y el altar; y digan: "Compadécete, Señor, de tu pueblo. No entregues tu propiedad al oprobio, para que las naciones no se burlen de ella. ¿Por qué habrán de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? " Entonces el Señor mostró amor por su tierra y perdonó a su pueblo. Y les respondió el Señor: "Miren, les enviaré cereales, vino nuevo y aceite, hasta dejarlos plenamente satisfechos; y no volveré a entregarlos al oprobio entre las naciones. "Alejaré de ustedes al que viene del norte, arrojándolo hacia una tierra seca y desolada: lanzaré su vanguardia hacia el mar oriental, y su retaguardia hacia el mar occidental. y se elevará su fetidez." ¡El Señor hará grandes cosas! No temas, tierra, sino alégrate y regocíjate, porque el Señor hará grandes cosas. No teman, animales del campo, porque los pastizales de la estepa reverdecerán; los árboles producirán su fruto, y la higuera y la vid darán su riqueza. Alégrense, hijos de Sión, regocíjense en el Señor su Dios, que a su tiempo les dará las lluvias de otoño. Les enviará la lluvia, la de otoño y la de primavera, como en tiempos pasados. Las eras se llenarán de grano; los lagares rebosarán de vino nuevo y de aceite. "Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas. Ustedes comerán en abundancia, hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor su Dios, que hará maravillas por ustedes. ¡Nunca más será avergonzado mi pueblo! Entonces sabrán que yo estoy en medio de Israel, que yo soy el Señor su Dios, y no hay otro fuera de mí. ¡Nunca más será avergonzado mi pueblo! "Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los siervos y las siervas. En el cielo y en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. Y todo el que invoque el nombre del Señor escapará con vida, porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá escapatoria, como lo ha dicho el Señor.



Salmo 53:

Dice el necio en su corazón: "No hay Dios." Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno! Desde el cielo Dios contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios. Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo! ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan a Dios! Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, cuando no hay nada que temer. Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban; tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó. ¡Quiera Dios que de Sión venga la salvación para Israel! Cuando Dios restaure a su pueblo, se regocijará Jacob; se alegrará todo Israel.



Proverbios 10:

Proverbios de Salomón: El hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el pesar de su madre. Las riquezas mal habidas no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte. El Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados. Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas. El hijo prevenido se abastece en el verano, pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha. El justo se ve coronado de bendiciones, pero la boca del malvado encubre violencia. La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos. El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio y rezongón va camino al desastre. Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar; el necio y rezongón va camino al desastre. Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio es motivo de disensiones, pero el amor cubre todas las faltas. En los labios del prudente hay sabiduría; en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos. El que es sabio atesora el conocimiento, pero la boca del necio es un peligro inminente. La riqueza del rico es su baluarte; la pobreza del pobre es su ruina. El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado. El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde. El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio. La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe. Pasa la tormenta y desaparece el malvado, pero el justo permanece firme para siempre. Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean. El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan. El futuro de los justos es halagüeño; la esperanza de los malvados se desvanece. El camino del Señor es refugio de los justos y ruina de los malhechores. Los justos no tropezarán jamás; los malvados no habitarán la tierra. La boca del justo profiere sabiduría, pero la lengua perversa será cercenada. Los labios del justo destilan bondad; de la boca del malvado brota perversidad.



El Libro de Los Hechos Capítulo 27 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLESCAPÍTULO 27


(62 d.C.)

PABLO ZARPA PARA ROMA
MAS cuando fue determinado que habíamos (Lucas todavía estaba con Pablo) de navegar para Italia (el tiempo ya llegaba cuando Pablo tenía que irse a Roma), entregaron a Pablo y algunos otros presos a un Centurión, llamado Julio, de la compañía Augusta (era "escuadrón" de la élite directamente responsable ante el Emperador). 2 Así que, embarcándonos en una nave Adramitena, partimos, estando con nosotros Aristarco, Macedonio de Tesalónica, para navegar junto a los lugares de Asia (manifiesta que otro de los convertidos de Pablo estaba con él junto con Lucas; en consecuencia, Festo le permitió a Pablo dos compañeros de viaje [Hch. 20:4]). 3 Y otro día llegamos a Sidón (un puerto a unos ciento y cinco kilómetros [setenta millas] al norte de Cesarea). Y Julio, tratando a Pablo con humanidad, le permitió que fuese a los amigos, para ser de ellos asistido (les permitía a Pablo y a sus compañeros quedarse con la gente en Sidón hasta que el barco zarpara; esto demuestra la confianza que le tenía el Centurión a Pablo). 4 Y haciéndonos a la vela desde allí (de Sidón), navegamos bajo de Chipre, porque los vientos eran contrarios. 5 Y habiendo pasado el mar de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 6 Y hallando allí el centurión una nave Alejandrina que navegaba a Italia; nos puso en ella (cambiaron barcos). 7 Y navegando muchos días despacio, y habiendo apenas llegado delante de Gnido, no dejándonos el viento, navegamos bajo de Creta, junto a Salmón (los vientos no eran propicios, por eso no habían avanzado mucho); 8 Y costeándola difícilmente, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos; cerca del cual estaba la ciudad de Lasea (no había ninguna ciudad en Buenos Puertos para abastecer sus tiendas, y Lasea se hallaba a una distancia de unos siete y medio kilómetros [cinco millas]). 9 Y pasado mucho tiempo (pasaron varios días sin vientos propicios), y siendo ya peligrosa la navegación (no era propicio zarpar hasta después del 14 de Septiembre), porque ya era pasado el ayuno, Pablo amonestaba (corresponde al Gran Día de la Expiación, y era en realidad un día de ayuno que sin dudas Pablo y sus dos compañeros iban a guardar), 10 Diciéndoles, Varones, veo que con trabajo y mucho daño, no sólo de la cargazón (cargamento) y de la nave, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la navegación (manifiesta lo que el Señor ya le había relatado a Pablo). 11 Mas el Centurión creía más al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía (decepcionados descubrieron que se equivocaron en su decisión). 12 Y no habiendo puerto (Buenos Puertos) cómodo para invernar, muchos acordaron pasar aún de allí, por si pudiesen arribar a Fenice e invernar allí, que es un puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste (corresponde a un puerto que era espacioso, y estaban unos barcos imperiales de granos que allí echaron anclas para invernar; situado a unos setenta y cinco kilómetros [cincuenta millas] al oeste de Buenos Puertos). 13 Y soplando viento suave, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, alzando velas, iban cerca de la costa de Creta (esperando la dirección del viento). LA TEMPESTAD 14 Mas no mucho después dio en ella un viento repentino, que se llama Euroclidón (era un huracán). 15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo resistir contra el viento, la dejamos, y éramos llevados (quiere decir que el timonel simplemente no podía sostener la rueda por la fuerza del viento; entonces no podía hacer nada más que solamente dejar el barco a la deriva hacia cualquier dirección que el viento soplaba). 16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla que se llama Clauda, apenas pudimos ganar el esquife (el "esquife" al cual Lucas habla era un pequeño bote salvavidas que jalaban, que era la costumbre de ese entonces y permaneció así durante muchos siglos; debido a la tormenta, ellos tenían gran dificultad de conseguir que este esquife llegara a bordo): 17 El cual tomado, usaban de remedios, ciñendo la nave (eran sogas grandes que se tiraban bajo el barco para asegurarlo, que sostenía el barco durante la tormenta); y teniendo temor de que diesen en la Sirte, abajadas las velas, eran así llevados (de este modo ellos serían conducidos por el viento, pero con pocos o sin una sola vela estirada del todo; con la esperanza de que el viento cambiara de dirección antes de que chocaran contra las rocas). 18 Mas siendo atormentados de una vehemente tempestad, al siguiente día alijaron (tuvieron que lanzar ciertas cosas por la borda); 19 Y al tercer día nosotros con nuestras manos arrojamos los aparejos de la nave (corresponde al tercer día después de marcharse de Clauda; lanzaron por la borda cierto equipo de barco, que desesperadamente se requería). 20 Y no pareciendo sol ni estrellas por muchos días, y viniendo una tempestad no pequeña, ya perdimos toda esperanza de sobrevivir (todos ya a bordo se daban cuenta que debieron haber escuchado a Pablo). LA VISIÓN 21 Entonces Pablo, habiendo ya mucho que no comíamos (no se refiere a un "ayuno" como algunos dicen, sino más bien que no había comida cocinada por varios días), puesto en pie en medio de ellos, dijo, Fuera de cierto conveniente, O varones, haberme oído, y no partir de Creta, y evitar este inconveniente y daño (en realidad el Apóstol no tiene la intención de dar una reprimenda, sino más bien dar un fundamento a lo que estaba por decir). 22 Mas ahora os amonesto que tengáis buen ánimo: porque ninguna pérdida habrá de persona alguna de vosotros, sino solamente de la nave (nos dice claramente que sólo el barco con su cargamento de trigo se perdería, pero nadie perdería su vida). 23 Porque esta noche ha estado conmigo el Ángel del Dios del cual yo soy, y al cual sirvo (las declaraciones del cual yo soy, al cual sirvo, y yo confío en Dios [v. 25] crean una noble confesión de Fe), 24 Diciendo, Pablo, no temas (se expresó de esta manera porque hubo temor en el corazón de Pablo, así como todos los demás a bordo); es necesario que seas presentado delante de César (no por la petición de Pablo a César, o por los cargos de los Judíos contra él, sino por el Plan Divino): y, he aquí, Dios te ha dado todos los que navegan contigo (más le vale a todo Santo saber con qué Predicador anda). 25 Por tanto, O varones, tened buen ánimo: porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho (insinúa que era posible que algunos no creyeron lo que Pablo decía). 26 Si bien es necesario que demos en una isla (¡el Ángel evidentemente no le dijo cuál Isla a Pablo!). EL NAUFRAGO 27 Y venida la decimacuarta noche (correspondía a la duración de tiempo después de partir de Puertos Buenos; porque la tormenta había durado unas dos semanas), y siendo llevados por el mar Adriático, los marineros a la medianoche sospecharon que estaban cerca de alguna tierra (se podía oír las olas que se rompían en la playa o en las rocas, a la distancia); 28 Y echando la sonda, hallaron veinte brazas (a una profundidad de unos 36 metros [120 pies]): y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 29 Y habiendo temor de dar en lugares escabrosos, echando cuatro anclas de la popa, deseaban que se hiciese de día (estaban preocupados y ansiosos de que se acabara la noche para poder ver donde estaban). 30 Entonces procurando los marineros huir de la nave, lanzaron el esquife al mar (describe a algunos y tal vez a todos los de la tripulación del barco que estaban por tomar la única barca que tenían para alcanzar la orilla, en verdad, para abandonar el barco), aparentando como que iban a largar las anclas de proa (demuestra su engaño, pero Pablo observaba todo el disimulo), 31 Pablo dijo al Centurión y a los soldados, Si éstos no quedan en la nave, vosotros no podéis salvaros (para obtener las Promesas de Dios, debemos acatar a Sus Condiciones). 32 Entonces los soldados cortaron los cabos del esquife, y lo dejaron perder (el Centurión le cree ahora a Pablo). 33 Y como comenzó a ser de día, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo, Éste es el decimocuarto día que esperáis y permanecéis ayunos, no comiendo nada (¡nada! la palabra Griega que se emplea aquí quiere decir que no comieron comida asidua). 34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud (habían de obligarse a comer algo de alimento, sin importar si estaban mareados, que sin duda, lo estaban algunos de ellos): que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá (es decir si van a obedecer lo que les digo). 35 Y habiendo dicho esto, tomando el pan, dio gracias a Dios en presencia de todos y partiendo, comenzó a comer (lo que cada Creyente tiene que hacer en cada comida, también). 36 Entonces todos teniendo ya mejor ánimo, comieron ellos también (algo de alimento). 37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis (las 276 personas a bordo, que significa que el barco era bastante grande). 38 Y satisfechos de comida, aliviaban la nave, echando el grano al mar (lo que quedó del cargamento estaba todavía a bordo). 39 Y cuando se hizo de día, no conocían la tierra (no sabían donde se encontraban): mas veían un golfo que tenía orilla, al cual acordaron echar, si pudiesen, la nave (querían acercar el barco lo más posible a la orilla). 40 Cortando pues las anclas, las dejaron en el mar, largando también las ataduras de los gobernalles; y alzada la vela mayor al viento, se iban a la orilla (¡de nuevo, procuraban acercarse lo más posible!). 41 Mas dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, estaba sin moverse, y la popa se abría con la fuerza del mar (no podían acercar tanto como lo querían). 42 Entonces el acuerdo de los soldados era que matasen los presos, para que ninguno se fugase nadando (la razón por esto es que la Ley Romana condenaba a muerte a los guardias si se escapaban los presos que estaban bajo su vigilia). 43 Mas el Centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo (indica que este hombre ya sabe que Pablo no era sólo otro preso); y mandó que los que pudiesen nadar, se echasen los primeros, y saliesen a tierra: 44 Y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra (se cumplió exactamente lo que el Ángel le comunicó a Pablo).




Primera Corintios Capítulo 13:


Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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