11 February 2012

El 11 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 11 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 60-62 Nueva Versión Internacional:
"¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria! Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso. "Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde lejos; a tus hijas las traen en brazos. Verás esto y te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo; porque te traerán los tesoros del mar, y te llegarán las riquezas de las naciones. Te llenarás con caravanas de camellos, con dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán todos los de Sabá, cargando oro e incienso y proclamando las alabanzas del Señor. En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar, te servirán los carneros de Nebayot; subirán como ofrendas agradables sobre mi altar, y yo embelleceré mi templo glorioso. "¿Quiénes son los que pasan como nubes, y como palomas rumbo a su palomar? En mí esperarán las costas lejanas; a la cabeza vendrán los barcos de Tarsis trayendo de lejos a tus hijos, y con ellos su oro y su plata, para la honra del Señor tu Dios, el Santo de Israel, porque él te ha llenado de gloria. "Los extranjeros reconstruirán tus muros, y sus reyes te servirán. Aunque en mi furor te castigué, por mi bondad tendré compasión de ti. Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán; a ti serán traídas las riquezas de las naciones; ante ti desfilarán sus derrotados reyes. La nación o el reino que no te sirva, perecerá; quedarán arruinados por completo. "Te llegará la gloria del Líbano, con el ciprés, el olmo y el abeto, para embellecer el lugar de mi santuario. Glorificaré el lugar donde reposan mis pies. Ante ti vendrán a inclinarse los hijos de tus opresores; todos los que te desprecian se postrarán a tus pies, y te llamarán Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel. "Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles, haré de ti el orgullo eterno y la alegría de todas las generaciones. Te alimentarás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada. Sabrás entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor. En vez de bronce te traeré oro; en lugar de hierro, plata. En vez de madera te traeré bronce, y en lugar de piedras, hierro. Haré que la paz te gobierne, y que la justicia te rija. Ya no se sabrá de violencia en tu tierra, ni de ruina y destrucción en tus fronteras, sino que llamarás a tus muros Salvación, y a tus puertas, Alabanza. Ya no será el sol tu luz durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria. Tu sol no volverá a ponerse, ni menguará tu luna; será el Señor tu luz eterna, y llegarán a su fin tus días de duelo. Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre. Serán el retoño plantado por mí mismo, la obra maestra que me glorificará. El más débil se multiplicará por miles, y el menor llegará a ser una nación poderosa. Yo soy el Señor; cuando llegue el momento, actuaré sin demora." El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones. Gente extraña pastoreará los rebaños de ustedes, y sus campos y viñedos serán labrados por un pueblo extranjero. Pero a ustedes los llamarán "sacerdotes del Señor"; les dirán "ministros de nuestro Dios". Se alimentarán de las riquezas de las naciones, y se jactarán de los tesoros de ellas. En vez de su vergüenza, mi pueblo recibirá doble porción; en vez de deshonra, se regocijará en su herencia; y así en su tierra recibirá doble herencia, y su alegría será eterna. "Yo, el Señor, amo la justicia, pero odio el robo y la iniquidad. y haré con ellos un pacto eterno. Sus descendientes serán conocidos entre las naciones, y sus vástagos, entre los pueblos. Quienes los vean, reconocerán que ellos son descendencia bendecida del Señor." Me deleito mucho en el Señor; me regocijo en mi Dios. y me cubrió con el manto de la justicia. Soy semejante a un novio que luce su diadema, o una novia adornada con sus joyas. Porque así como la tierra hace que broten los retoños, y el huerto hace que germinen las semillas, así el Señor omnipotente hará que broten la justicia y la alabanza ante todas las naciones. Por amor a Sión no guardaré silencio, por amor a Jerusalén no desmayaré, hasta que su justicia resplandezca como la aurora, y como antorcha encendida su salvación. Las naciones verán tu justicia, y todos los reyes tu gloria; recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te dará. Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa, ¡como una diadema real en la palma de tu Dios! Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra la llamarán "Desolada", sino que serás llamada "Mi deleite"; tu tierra se llamará "Mi esposa"; porque el Señor se deleitará en ti, y tu tierra tendrá esposo. Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti. Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que nunca callarán, ni de día ni de noche. Ustedes, los que invocan al Señor, no se den descanso; ni tampoco lo dejen descansar, hasta que establezca a Jerusalén y la convierta en la alabanza de la tierra. Por su mano derecha, por su brazo poderoso, ha jurado el Señor: "Nunca más daré a tus enemigos tu grano como alimento, ni se beberá gente extranjera el vino nuevo por el que trabajaste. Alabando al Señor comerán el grano quienes lo hayan cosechado; en los atrios de mi santuario beberán el vino quienes hayan trabajado en la vendimia." ¡Pasen, pasen por las puertas! Preparen el camino para el pueblo. ¡Construyan la carretera! ¡Quítenle todas las piedras! ¡Desplieguen sobre los pueblos la bandera! He aquí lo que el Señor ha proclamado hasta los confines de la tierra: "Digan a la hija de Sión: ¡Ahí viene tu Salvador! Trae su premio consigo; su recompensa lo acompaña. " Serán llamados "Pueblo santo", "Redimidos del Señor"; y tú serás llamada "Ciudad anhelada", "Ciudad nunca abandonada".


Salmos 60 NVI:
Oh Dios, tú nos has rechazado y has abierto brecha en nuestras filas; te has enojado con nosotros: ¡restáuranos ahora! Has sacudido la tierra, la has resquebrajado; repara sus grietas, porque se desmorona. Has sometido a tu pueblo a duras pruebas; nos diste a beber un vino embriagador. Da a tus fieles la señal de retirada, para que puedan escapar de los arqueros. Selah. Líbranos con tu diestra, respóndenos para que tu pueblo amado quede a salvo. Dios ha dicho en su santuario: "Triunfante repartiré a Siquén, y dividiré el valle de Sucot. Mío es Galaad, mío es Manasés; Efraín es mi yelmo y Judá mi cetro. En Moab me lavo las manos, sobre Edom arrojo mi sandalia; sobre Filistea lanzo gritos de triunfo." ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me mostrará el camino a Edom? ¿No eres tú, oh Dios, quien nos ha rechazado? ¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos! Bríndanos tu ayuda contra el enemigo, pues de nada sirve la ayuda humana. Con Dios obtendremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!


Proverbios 25 NVI:
Éstos son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías, rey de Judá. Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata, y de allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des importancia en presencia del rey, ni reclames un lugar entre los magnates; vale más que el rey te diga: "Sube acá", y no que te humille ante gente importante. no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como naranjas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como frescura de nieve en día de verano es el mensajero confiable para quien lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, ¡eso es el falso testigo contra su amigo! Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente careado o una pierna quebrada. Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará. Con el viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas caras. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. Como el agua fresca a la garganta reseca son las buenas noticias desde lejanas tierras. Manantial turbio, contaminado pozo, es el justo que flaquea ante el impío. No hace bien comer mucha miel, ni es honroso buscar la propia gloria. Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.


Juan 13:

CAPÍTULO 13
(33 d.C.)
LA ÚLTIMA PASCUA

ANTES de la Fiesta de la Pascua (se refiere al día de la preparación de la Pascua, nuestra puesta del sol del día Martes a la puesta del sol del día Miércoles, siendo el Miércoles el día de la Crucifixión), sabiendo Jesús que Su Hora había venido (se refiere a la Crucifixión, que era el motivo por el cual Él vino) para que pasase de este mundo al Padre (se refiere a la Resurrección y a la Ascensión), como había amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (presenta no tanto una expresión de tiempo como de grado).
2 Y la cena acabada (en efecto se refiere a la preparación para la Cena que se terminará, no la Cena en sí; que apenas comenzaba), como el Diablo ya había metido en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que Le entregase (un poco antes de que Satanás hiciera esto);

LA HUMILDAD

3 Sabiendo Jesús que el Padre Le había dado todas las cosas en Sus Manos (describe dos cosas en Su Corazón al ceñirse, Su Deidad consciente y la conducta despiadada de Judas), y que había salido de Dios, y a Dios iba (era algo que Él sabía, por lo menos a partir del momento cuando tenía doce años);
4 Se levantó de la cena (Él se levantó de la mesa cuando se terminó la preparación), y se quitó Su Ropa (físicamente, Su Manto externo; espiritualmente, Él dejó a un lado la expresión de Su Deidad, nunca perdió la posesión de Su Deidad); y tomando una toalla (se refiere a la acción del esclavo más humilde o siervo en una casa; representa el espíritu del siervo poseído por Cristo), y se ciñó (Él se envolvió en la toalla; en sentido espiritual, se refiere a Su Cuerpo Humano que Le fue provisto por el Padre [Heb. 10:5] a fin de servir como Sacrificio en la Cruz por el pecado).
5 Luego puso agua en una vasija (espiritualmente, se refirió al Espíritu Santo, que se vertería de Él como un Río [7:38-39]), y comenzó a lavar los pies de los Discípulos (el principio del siervo que hemos de seguir, pero aun más en concreto la limpieza garantizada por el Espíritu Santo con respecto a nuestro andar diario, que ocurre según nuestra Fe en Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz), y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido (se refiere a la Encarnación, que hizo posible Su Muerte en el Calvario y expió todo el pecado e hizo posible la purificación para la raza humana).

LA RESPUESTA DE PEDRO

6 Entonces vino a Simón Pedro (parece indicar que era Pedro a quien Él se acercó primero): y Pedro le dice, ¿Señor, Tú me lavas los pies? (“La carne” no puede entender la realidad espiritual; es demasiada atrasada o demasiada avanzada, demasiada valerosa o demasiada cobarde; es incapaz de ser alguna vez correcta, y es imposible de mejorar, por consiguiente, ésta debe “morir.”)
7 Respondió Jesús y le dijo, Lo que Yo hago tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después (cuando Pedro fue lleno del Espíritu, que fue en el Día de Pentecostés).
8 Le dice Pedro, No me lavarás los pies jamás (el Texto Griego en realidad dice, “No mientras que la eternidad perdure”; Calvino dijo, “con Dios, la obediencia es mejor que la adoración”). Le respondió Jesús, Si no te lavare, no tendrás parte Conmigo (la declaración como Cristo la dio se refiere a la constante limpieza necesaria en cuanto a nuestro andar diario ante el Señor, lo que el lavado de los pies [nuestro andar], al menos en parte, representaba).
9 Le dice Simón Pedro, Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza (Crisóstomo dijo, “En su crítica él era vehemente, y en su rendimiento era más vehemente, pero ambos provenían de su amor”).
10 Le dice Jesús, El que está lavado, no necesita sino que lave los pies (corresponde a nuestro andar diario ante Dios, lo que significa que el Creyente no tiene que ser Salvo repetidas veces; la “cabeza” se refiere a nuestra Salvación, que significa que no tenemos que ser Salvos repetidas veces, mientras que las “manos” se refieren a nuestro “hacer,” que significa que éstas no tienen que ser lavadas porque Cristo ha hecho ya lo que necesitaba hacerse; todo esto es en el sentido espiritual), mas está todo limpio (se refiere a la Salvación, y corresponde a la Sangre Preciosa de Jesús que limpia de todo pecado; el Sacrificio infinito no necesita repetición): y vosotros limpios estáis, aunque no todos (se refiere a todos los Discípulos salvos con una excepción, el cual era Judas).
11 Porque sabía quién Le había de entregar (Él supo esto desde hace algún tiempo); por eso dijo, No estáis limpios todos (en realidad muestra a Jesús haciendo otro llamado a Judas).
12 Así que, después que les hubo lavado los pies, y tomado Su Ropa, volviéndose a sentar a la mesa (ahora Él es su Maestro y Señor), les dijo, ¿Sabéis lo que os he hecho? (Reynolds dijo, “No había ninguna afectación [pretexto] de la humildad de eso; el propósito del Señor era claramente práctico y ético.”)
13 Vosotros Me llamáis Maestro y Señor (muestra un título doble que no fue otorgado excepto a los maestros más acreditados): y decís bien; porque lo soy (Él también les dice que, aunque Él lavó sus pies, de ninguna manera disminuye Su posición como el Señor Dios de la Gloria; nosotros no seremos disminuidos por tal actividad tampoco, sino más bien exaltados).
14 Pues si Yo, su Señor y Maestro, he lavado vuestros pies (declara y habla del ejemplo expuesto); vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros (no tiene propósito de ser tomado literalmente, pero ha de servir como ejemplo del Principio del Siervo).
15 Porque ejemplo os he dado (significa que “el lavado de los pies” no es parte de la Ordenanza de la Iglesia, como lo es la Cena del Señor, etc.), para que como Yo os he hecho, vosotros también hagáis (si fuera solamente una ceremonia, ellos se hubieran dado cuenta al instante lo que Él hacía).
16 De cierto, de cierto, os digo, El siervo no es mayor que su Señor (Jesús, Quien es el Señor, ha establecido el ejemplo que debemos seguir); ni el Apóstol es mayor que Él que le envió (a Él conviene crecer, y nosotros disminuir).
17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis (el conocimiento y la obra están muy a menudo separados).

JUDAS

18 No hablo de todos vosotros (estamos a punto de ser presentado con otra tentativa de volver a traer a Judas que estaba al borde de derrumbarse, pero tristemente sin éxito): Yo sé los que he elegido (el Espíritu Santo Le dijo a quiénes Él debía seleccionar como Sus Discípulos Personales): mas para que se cumpla La Escritura, El que come pan Conmigo, levantó contra Mí su calcañar (efectivamente, Él dice, “Yo soy la Persona del cual habla Salmo 41:9”).
19 Desde ahora os lo digo antes que se haga (Él sabe exactamente lo que va a acontecer, al menos según lo que Las Escrituras predijeron), para que cuando se hiciere, creáis que Yo soy (otra vez, se declara como El Que se refiere en Sal. 41:9).
20 De cierto, de cierto, os digo, El que recibe al que Yo enviare, a Mí recibe (en efecto, dice que nosotros podríamos ser odiados y traicionados como lo fue Él, el Maestro; así como Él, nuestra misión es Divina); y el que a Mí recibe, recibe Al Que Me envió (la aceptación o el rechazo llega hasta el Trono de Dios).
21 Habiendo dicho Jesús esto, fue conmovido en el espíritu (una expresión fuerte que se usó para describir las penas de Cristo), y protestó, y dijo, De cierto, de cierto, os digo, Que uno de vosotros Me ha de entregar (Jesús diciendo claramente lo que Él había indicado antes).
22 Entonces los Discípulos se miraban los unos a los otros, dudando de quién decía (no se sospechaba de Judas, sus acciones del pasado no mostraban que eran de traición).
23 Y uno de Sus Discípulos, al cual Jesús amaba (Juan el Amado quien escribió este Evangelio), estaba recostado en el Seno de Jesús (la costumbre de reclinarse cuando cenaban; las comidas eran mucho más formales en esa época que hoy en día).
24 A éste (a Juan), pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquél de quien decía (se refiere a Pedro que se sienta bastante lejos de Jesús para no poder susurrarle a Él personalmente, de modo que los otros no pudieran oír y, por lo tanto, le pidiera a Juan que se lo hiciera por él).
25 Él entonces recostándose sobre el Pecho de Jesús, Le dice, Señor, ¿quién es? (Nadie sospechaba de Judas.)
26 Respondió Jesús, Aquél es, a quién Yo diere el pan mojado (en su sentido normal, era una señal de honor para el invitado que lo recibía; era otro llamado Judas). Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón (el Versículo 21 hace mención a Jesús que apelaba a la conciencia de Judas, y ahora apela a su corazón, ¡todo en vano!).
27 Y tras el bocado Satanás entró en él (él se entregó a Satanás). Entonces Jesús le dice, Lo que haces, hazlo más pronto (fue hecho rápidamente, pero los resultados no fueron realizados rápidamente, ya que tales resultados nunca son efectuados rápidamente).
28 Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendió a qué propósito le dijo esto (al parecer los Once restantes sabían poco lo que realmente estaba pasando).
29 Porque los unos pensaban, porque Judas tenía la bolsa (Judas era el tesorero del grupo), que Jesús le decía, Compra lo que necesitamos para la Fiesta; o, que diese algo a los pobres (parece que ellos dieron con regularidad a los pobres).
30 Como él pues hubo tomado el bocado, luego salió (significa que Judas no estaba presente cuando Jesús dio Su discurso como se da en los siguientes cuatro Capítulos, que inmediatamente le sigue la Cena): y era ya noche (tan oscura era la noche sobre la cabeza de Judas, era más negra la noche en su corazón; todo era tinieblas en su alma).

UN NUEVO MANDAMIENTO

31 Entonces cuando él salió (se refiere a que Jesús no podía dar Su discurso a los Discípulos, que es lo siguiente, hasta que el traidor se hubiera marchado), dijo Jesús, Ahora es Glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es Glorificado en Él (Cristo glorificó a Dios en la Muerte, y Dios Lo glorificó en la Resurrección).
32 Si Dios es Glorificado en Él (la obediencia perfecta de Jesucristo como el “Segundo Hombre,” es decir, el “Último Adán”), Dios también Le Glorificará en Sí Mismo (inmediatamente), y luego Le Glorificará (el Hijo de Hombre fue glorificado en la Cruz de modo mucho más admirable de lo que será por las Glorias Milenarias incluídas en aquel título; ya que en la Cruz como el Hijo de Hombre, Él mostró toda la Gloria Moral de Dios).
33 Hijitos, aún un poco estoy con vosotros (Él sólo estaría con ellos por unos cuarenta y cuatro días antes de la Ascensión). Me buscaréis (simplemente hacía referencia al hecho que Él estaría ausente): mas como dije a los Judíos, Donde Yo voy, vosotros no podéis venir (se refiere al Cielo, por lo menos en aquel momento particular); así digo a vosotros ahora (presenta una declaración completamente diferente que aquella dada a los Judíos incrédulos).
34 Un Mandamiento nuevo os doy, Que os améis unos a otros (está más allá del Antiguo Mandamiento de Levítico 19:18, “amarás a tu vecino como a ti mismo”); como os he amado, que también os améis los unos a los otros (en efecto, Él dice, “he amado a cada uno de ustedes hasta la muerte; y al amar el uno al otro ustedes me aman; un Objeto de Mi Amor tierno”).
35 En esto conocerán todos que sois Mis Discípulos (no sólo declara este “Amor” como el fundamento del Nuevo Convenio, sino que también, lo declara como fundamento del reconocimiento que está realmente en el Nuevo Convenio), si tuviereis amor los unos con los otros (este tipo de Amor es el “Amor Típico de Dios,” y es imposible obtenerlo sin aceptar a Cristo como Salvador; además el “Amor” y la “Cruz” son indivisibles).

LA NEGACIÓN

36 Le dice Simón Pedro, Señor, ¿adónde vas? (Como se expresó, los Discípulos no tuvieron la mínima idea de lo que Jesús estaba diciendo acerca de Su partida.) Le respondió Jesús, Donde Yo voy, no Me puedes ahora seguir; mas Me seguirás después (Él les asegura que adonde Él va, ellos Lo seguirían más tarde, ¡que fue así!).
37 Le dice Pedro, Señor, ¿por qué no Te puedo seguir ahora? (Su inmadurez era tan obvia en ese momento, pero cambiaría después del Día de Pentecostés.) mi alma pondré por Ti (Pedro creyó que estaba dispuesto a morir por Su Señor, antes que Su Señor muriera por él).
38 Le respondió Jesús, ¿Tu alma pondrás por Mí? (Es una pregunta que realmente no requiere una respuesta, porque ya se sabe.) De cierto, de cierto, te digo, No cantará el gallo, sin que Me hayas negado tres veces (un terrible momento futuro en la vida de Pedro, lo cual era todo lo contrario de lo que él afirmaba).

1 Corintios 13 NVI:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 NVI:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 NVI:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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