07 February 2012

El 8 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 8 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Isaiah 51-53 NVI:
"Ustedes, los que van tras la justicia y buscan al Señor, ¡escúchenme! Miren la roca de la que fueron tallados, la cantera de la que fueron extraídos. Miren a Abraham, su padre, y a Sara, que los dio a luz. Cuando yo lo llamé, él era solo uno, pero lo bendije y lo multipliqué. Sin duda, el Señor consolará a Sión; consolará todas sus ruinas. Convertirá en un Edén su desierto; en huerto del Señor sus tierras secas. En ella encontrarán alegría y regocijo, acción de gracias y música de salmos. "Préstame atención, pueblo mío; óyeme, nación mía: porque de mí saldrá la enseñanza, y mi justicia será luz para las naciones. Ya se acerca mi justicia, mi salvación está en camino; ¡mi brazo juzgará a las naciones! Las costas lejanas confían en mí, y ponen su esperanza en mi brazo. Levanten los ojos al cielo; miren la tierra aquí abajo: como humo se esfumarán los cielos, como ropa se gastará la tierra, y como moscas morirán sus habitantes. Pero mi salvación permanecerá para siempre, mi justicia nunca fallará. "Escúchenme, ustedes que conocen lo que es recto; pueblo que lleva mi ley en su corazón: No teman el reproche de los hombres, ni se desalienten por sus insultos, porque la polilla se los comerá como ropa y el gusano los devorará como lana. Pero mi justicia permanecerá para siempre; mi salvación, por todas las generaciones." ¡Despierta, brazo del Señor! ¡Despierta y vístete de fuerza! Despierta, como en los días pasados, como en las generaciones de antaño. ¿No fuiste tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó a ese monstruo marino? ¿No fuiste tú el que secó el mar, esas aguas del gran abismo? ¿El que en las profundidades del mar hizo un camino para que por él pasaran los redimidos? Volverán los rescatados del Señor, y entrarán en Sión con cánticos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los gemidos. "Soy yo mismo el que los consuela. ¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba? ¿Has olvidado al Señor, que te hizo; al que extendió los cielos y afirmó la tierra? ¿Vivirás cada día en terror constante por causa de la furia del opresor que está dispuesto a destruir? Pero ¿dónde está esa furia? Pronto serán liberados los prisioneros; no morirán en el calabozo, ni les faltará el pan. Porque yo soy el Señor tu Dios, yo agito el mar, y rugen sus olas; el Señor Todopoderoso es mi nombre. He puesto mis palabras en tu boca y te he cubierto con la sombra de mi mano; he establecido los cielos y afirmado la tierra, y he dicho a Sión: Tú eres mi pueblo. " ¡Despierta, Jerusalén, despierta! Levántate, tú, que de la mano del Señor has bebido la copa de su furia; tú, que has bebido hasta el fondo la copa que entorpece a los hombres. De todos los hijos que diste a luz, no hubo ninguno que te guiara; de todos los hijos que criaste, ninguno te tomó de la mano. Estos dos males han venido sobre ti: Ruina y destrucción, hambre y espada. ¿Quién se apiadará de ti? ¿Quién te consolará? Tus hijos han desfallecido; como antílopes atrapados en la red, han caído en las esquinas de las calles. Sobre ellos recae toda la furia del Señor, todo el reproche de su Dios. Por eso escucha esto, tú que estás afligida; que estás ebria, pero no de vino. Así dice tu Señor y Dios, tu Dios, que aboga por su pueblo: "Te he quitado de la mano la copa que te hacía tambalear. De esa copa, que es el cáliz de mi furia, jamás volverás a beber. La pondré en manos de los que te atormentan, de los que te dijeron: ¡Tiéndete en el suelo, para que pasemos sobre ti! ¡Y te echaste boca abajo, sobre el suelo, para que te pisoteara todo mundo!" ¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, que los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión! Porque así dice el Señor: "Ustedes fueron vendidos por nada, y sin dinero serán redimidos." Porque así dice el Señor omnipotente: "En tiempos pasados, mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí; en estos últimos tiempos, Asiria los ha oprimido sin razón. "Y ahora afirma el Señor, ¿qué estoy haciendo aquí? Sin motivo se han llevado a mi pueblo; sus gobernantes se mofan de él. en que mi nombre no lo blasfemen. Por eso mi pueblo conocerá mi nombre, y en aquel día sabrán que yo soy quien dice: ¡Aquí estoy! " ¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: "Tu Dios reina"! ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión. Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpan juntas en canciones de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ¡ha redimido a Jerusalén! El Señor desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. Ustedes, que transportan los utensilios del Señor, ¡pónganse en marcha, salgan de allí! ¡Salgan de en medio de ella, purifíquense! ¡No toquen nada impuro! Pero no tendrán que apresurarse ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel les cubrirá la espalda! Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido. Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto! Del mismo modo, muchas naciones se asombrarán, y en su presencia enmudecerán los reyes, porque verán lo que no se les había anunciado, y entenderán lo que no habían oído. ¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor? Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo. Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca. Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del Señor. Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores.



Psalms 57 NVI:
Ten compasión de mí, oh Dios; ten compasión de mí, que en ti confío. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro. Clamo al Dios Altísimo, al Dios que me brinda su apoyo. Desde el cielo me tiende la mano y me salva; reprende a mis perseguidores. Selah. ¡Dios me envía su amor y su verdad! Me encuentro en medio de leones, rodeado de gente rapaz. Sus dientes son lanzas y flechas; su lengua, una espada afilada. Pero tú, oh Dios, estás sobre los cielos, ¡tu gloria cubre toda la tierra! Tendieron una red en mi camino, y mi ánimo quedó por los suelos. En mi senda cavaron una fosa, pero ellos mismos cayeron en ella. Selah. Firme está, oh Dios, mi corazón; firme está mi corazón. Voy a cantarte salmos. ¡Despierta, alma mía! ¡Despierten, arpa y lira! ¡Haré despertar al nuevo día! Te alabaré, Señor, entre los pueblos, te cantaré salmos entre las naciones. Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos; ¡tu verdad llega hasta el firmamento! ¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos; tu gloria cubre toda la tierra!



Proverbs 22 NVI:
Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación. El rico y el pobre tienen esto en común: a ambos los ha creado el Señor. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida. Espinas y trampas hay en la senda de los impíos, pero el que cuida su vida se aleja de ellas. Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores. El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el cetro de su ira. El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres. Despide al insolente, y se irá la discordia y cesarán los pleitos y los insultos. El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey. Los ojos del Señor protegen el saber, pero desbaratan las palabras del traidor. "¡Hay un león allá afuera! dice el holgazán. ¡En plena calle me va a hacer pedazos!" La boca de la adúltera es una fosa profunda; en ella caerá quien esté bajo la ira del Señor. La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige. Oprimir al pobre para enriquecerse, y hacerle regalos al rico, ¡buena manera de empobrecerse! Presta atención, escucha mis palabras; aplica tu corazón a mi conocimiento. Grato es retenerlas dentro de ti, y tenerlas todas a flor de labio. A ti te las enseño en este día, para que pongas tu confianza en el Señor. ¿Acaso no te he escrito treinta dichos que contienen sabios consejos? Son para enseñarte palabras ciertas y confiables, para que sepas responder bien a quien te pregunte. 1 No explotes al pobre porque es pobre, ni oprimas en los tribunales a los necesitados; porque el Señor defenderá su causa, y despojará a quienes los despojen. 2 No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa. 3 No te comprometas por otros ni salgas fiador de deudas ajenas; porque si no tienes con qué pagar, te quitarán hasta la cama en que duermes. 4 No cambies de lugar los linderos antiguos que establecieron tus antepasados. 5 ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.



Juan 10:



CAPÍTULO 10
(32 d.C.)
EL BUEN PASTOR

DE cierto, de cierto, os digo, El que no entra por la puerta en el corral de las ovejas (¡hay una “puerta,” y solamente una “puerta!”), mas sube por otra parte, el tal es ladrón y asaltante (usa un “camino” de otra manera que el de Cristo; Él Solo es la Puerta).
2 Mas El que entra por la Puerta (el Camino), el Pastor de las Ovejas es (Jesús Solo es el Verdadero Pastor).
3 A Éste abre el portero (quiere decir que la Ley, el Portero, de inmediato Lo dejó entrar porque Él había guardado perfectamente la Ley, y en realidad era el Único Quien había cumplido tal cosa); y las Ovejas oyen Su Voz (quiere decir que las Verdaderas Ovejas oyen la Voz del Verdadero Pastor): y a Sus Ovejas llama por nombre (se refiere a la relación que automáticamente le lleva a la Salvación), y las saca (se refiere a encontrar un pasto adecuado; el que realmente quiere saber la Palabra de Dios será guiado a toda la Verdad [Jn. 16:13]).
4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias (Él es Dueño así como también es Pastor de las ovejas, y tiene, por lo tanto, por decirlo así, un doble amor por nosotros), va delante de ellas (Él lo tiene todo planeado), y las Ovejas Le siguen: porque conocen Su Voz (el corazón verdadero conocerá Su Voz, y el corazón falso seguirá a otros).
5 Mas al extraño no seguirán, antes huirán de él (se refiere a “ladrones y asaltantes y falsos profetas” [Mat. 7:15-20]): porque no conocen la voz de los extraños (las Verdaderas Ovejas no pueden ser engañadas).
6 Esta Parábola les dijo Jesús: mas ellos no entendieron qué era lo que les decía (los Fariseos no entendieron porque no eran las Verdaderas Ovejas).

EXPLICACIÓN

7 Les volvió, pues, Jesús a decir, De cierto, de cierto, os digo, Yo soy la Puerta de las Ovejas (¡“Yo soy,” exclusivo de todos los demás! sólo hay “Una Puerta,” y aquella “Puerta” es Cristo).
8 Todos los que antes de Mí vinieron, ladrones son y asaltantes (¡pertenece a cualquiera y a todos antes o después de Cristo, quienes afirman tener el camino de la Salvación sin Cristo!): mas no los oyeron las Ovejas (no se puede engañar a las Verdaderas Ovejas).
9 Yo soy la Puerta (una declaración enfática; la Iglesia no es la puerta a Cristo, como los Católicos enseñan, sino que Cristo es la Puerta a la Iglesia): el que por Mí entrare, será Salvo (como la “Puerta,” Jesús es el “Salvador”), y entrará y saldrá, y hallará pastos (ellos entraban por seguridad y salían por pasto).
10 El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir (se refiere a Satanás y sus emisarios que promueven el proselitismo que conduce a un camino falso de la Salvación): Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (la Fuente de esta “Vida” es Cristo; todos los Verdaderos Creyentes la tienen; no obstante, la disfrutan únicamente por una Fe constante en Cristo y en la Cruz).
11 Yo soy el buen Pastor (se refiere a Jesús muriendo por las Ovejas; el “Buen Pastor” muere por las Ovejas, el “Gran Pastor” vive por las Ovejas [Heb. 13:20], y el “Príncipe de los Pastores” viene por las Ovejas [I Ped. 5:4]): el buen Pastor Su vida da por las Ovejas (la Cruz: Su “Vida,” si se da para las Ovejas, garantizaría “Vida Eterna”; la “Cruz” siempre es el punto Central del Cristianismo).
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor (el que se hace pasar por pastor, pero realmente no lo es), de quien no son propias las Ovejas (las Verdaderas Ovejas no le pertenecen a los falsos pastores), ve al lobo que viene, y deja las Ovejas, y huye (el propósito del “asalariado” es trasquilar a las Ovejas, no es proteger a las Ovejas), y el lobo las arrebata, y esparce las Ovejas (la destrucción le espera a aquellos que siguen a los falsos pastores).
13 Así que, el asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las Ovejas (los falsos apóstoles no tienen una verdadera preocupación por las Ovejas, sino sólo por otras cosas, sobre todo el dinero).
14 Yo soy el buen Pastor, y conozco Mis Ovejas (el Señor aprueba a aquellos que son Suyos porque confían en Él para la Salvación), y las Mías Me conocen (Yo conozco a Mis Ovejas y ellos Me conocen).
15 Como el Padre Me conoce, y Yo conozco al Padre (¡en efecto, Jesús reclama la omnisciencia tal como Dios, ya que Él es Dios!): y pongo Mi vida por las Ovejas (nuevamente se refiere a la Crucifixión).
16 También tengo otras Ovejas que no son de este redil (denota a la Iglesia Gentil): aquellas también Me conviene traer, y oirán Mi Voz (el Señor usó al Apóstol Pablo para ayudar a fundar la Iglesia Gentil); y habrá un rebaño (un rebaño compuesto de Judíos y de Gentiles), y un Pastor (el Señor Jesucristo).
17 Por eso me ama el Padre (lo que Cristo cumplió tiene un valor especial en el Corazón de Dios), porque Yo pongo Mi Vida (la intención de la Encarnación era “entregar Su Vida” a propósito), para volverla a tomar (la Resurrección).
18 Nadie Me la quita, mas Yo la pongo de Mí Mismo (Su Muerte no fue una ejecución ni un asesinato, fue un Sacrificio; la idea es que Él permitió que Su Muerte ocurriera). Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar (lo que Él hizo fue por su propia voluntad; Él no se salió del camino de la obediencia, ya que murió como Le fue ordenado). Este Mandamiento recibí de Mi Padre (Dios el Padre Le dio la libertad de acción para hacer lo que Él deseara, y Su deseo fue hacer la Voluntad de Dios; por eso Él a propósito entregó Su Vida).

DIVISIÓN

19 Y volvió a haber división entre los Judíos por estas palabras (expresa la realidad de la división, aunque la causa de la división era por el liderazgo religioso de Israel).
20 Y muchos de ellos decían, Demonio tiene (la política de los Fariseos y Escribas que afirmaban que Jesús reprendía a los demonios por el poder de Satanás), y está fuera de sí (afirmaba que Él estaba loco); ¿para qué Le oís? (Los Fariseos procuraban disuadir a la gente a no prestarle atención a Cristo.)
21 Decían otros, Estas palabras no son de endemoniado (demonio). ¿Puede el demonio abrir los ojos de los ciegos? (La respuesta es obvia, “No.”)

EL MESÍAS

22 Y se hacía la Fiesta de la Dedicación en Jerusalén, y era invierno (esta cierta Fiesta fue designada por Judas Macabeo para conmemorar la purificación del Templo, después de que Antíoco Epífanes lo profanó; ocurrió en Diciembre, y realmente no era una Fiesta Bíblica).
23 Y Jesús andaba en el Templo por el portal de Salomón.
24 Y Le rodearon los Judíos (lo hicieron en una forma amenazante y exigieron una respuesta inmediata), y Le dijeron, ¿Hasta cuándo nos has de turbar el alma? (No era Cristo Quién los hizo dudar, sino su propia incredulidad.) Si Tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente (en realidad, Él ya se los había dicho en todas las maneras posibles y concebibles).
25 Les respondió Jesús, Os lo he dicho, y no creéis (se refiere a sus expectativas de un tipo de Mesías, un papel que Jesús no desempeñaría): las obras que Yo hago en Nombre de Mi Padre, ellas dan testimonio de Mí (este “testimonio” era Bíblico y, por lo tanto, dirigió a Israel a la Biblia [Isa. 61:1]);
26 Mas vosotros no creéis, porque no sois de Mis Ovejas, como os he dicho (ellos no eran Sus Ovejas porque no desearon ser Sus Ovejas; la decisión era suya, y tomaron esa decisión debido a su incredulidad).
27 Mis Ovejas oyen Mi Voz (Cristo es la Cabeza de la Iglesia, no los hombres), y Yo las conozco (el conocimiento perfecto y absoluto, aun a base individual), y Me siguen (lo que harán las Verdaderas Ovejas):
28 Y Yo les doy Vida Eterna (lleva consigo una promesa que no se puede igualar en ninguna otra parte bajo ninguna otra circunstancia); y no perecerán para siempre (quiere decir que el Creyente jamás tiene que temer que Dios cambiaría de opinión con respecto a su Salvación), ni nadie las arrebatará de Mi Mano (se refiere a cualquiera y todas las fuerzas exteriores; sin embargo, si se desea, puede apartarse de Su Mano, que desgraciadamente es lo que millones han hecho).
29 Mi Padre que Me las dio, mayor que todos es (el Poder de Dios es capaz de guardar a cualquiera y a todos, lo que Él hace mediante el Espíritu por lo que Cristo hizo en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada); y nadie las puede arrebatar de la Mano de Mi Padre (cuando se tiene a Cristo, se tiene al mismo tiempo al Padre, y la protección del Padre).
30 Yo y el Padre somos Uno (el Texto Griego dice, “somos Uno”; estas simples palabras destruyen la enseñanza de aquéllos que desmienten la distinción de las personas de la Deidad, y de aquéllos que pone en duda la Deidad de Cristo).

LOS JUDÍOS

31 Entonces volvieron a tomar piedras los Judíos para apedrearle (¡así era la respuesta del “pueblo escogido de Dios” a la “Dádiva escogida de Dios,” el Señor Jesucristo!).
32 Les respondió Jesús, Muchas buenas obras os he mostrado de Mi Padre (sanar a los enfermos, echar fuera a los demonios, curar a los leprosos, etc.); ¿por cuál obra de esas Me apedreáis? (¡Efectivamente es una buena pregunta!)
33 Le respondieron los Judíos, diciendo, Por buena obra no te apedreamos (al mismo tiempo quiere decir que los Judíos no tenían respeto por Sus “Buenas Obras,” y en realidad, ellos Le hubieran impedido si tuvieran el poder de hacerlo); sino por la blasfemia (la verdad es que ellos eran los blasfemadores, no Cristo); y porque Tú, siendo hombre, te haces Dios (¡es cierto que Él era Hombre, pero al mismo tiempo era Dios!).

LA DEIDAD

34 Les respondió Jesús, ¿No está escrito en vuestra Ley (el Señor presenta una ilustración de entre muchas en Las Escrituras acerca de la unión entre el hombre y Dios que radica en el centro mismo de su Ley; al usar Jesús la palabra “vuestra,” Él no indicaba que la Ley no era Suya; en realidad no hay sombra de falta de respeto en la Ley por el pronombre, sino que se usa de cierto sentido que Sus oyentes pueden identificarse con ella), Yo dije, dioses sois? (Del Sal. 82:6; la palabra “dioses” se usaba en el sentido de magistrados y Profetas designados y activados por la Palabra de Dios. En este caso, no se refería a la Deidad.)
35 Si dijo, dioses, a aquellos a los cuales fue hecha Palabra de Dios (nuevamente, “dioses” como aquí se usaba se refiere a “Magistrados y Jueces,” etc.), y La Escritura no puede ser quebrantada (es el estándar en que nuestro Señor consideraba Las Escrituras);
36 ¿A quien el Padre Santificó y envió al mundo (por el propósito de la Redención de la humanidad), vosotros decís, Tú blasfemas (¡presenta efectivamente un cargo muy serio!), porque dije, Hijo de Dios soy? (Él se presenta en una dignidad mucho mayor de lo que ellos aspiraban del Mesías.)
37 Si no hago Obras de Mi Padre, no Me creáis (Él les dice que debían juzgarlo basándose en los Milagros que Él había realizado, en efecto, diciéndoles que todo lo que Él hizo, Dios Le había ordenado hacer).
38 Mas si las hago (se refiere al cumplimiento de estas Obras Sobresalientes), aunque a Mí no creáis, creed a las Obras (en realidad dice que ellos no tenían ninguna excusa); para que conozcáis y creáis que el Padre está en Mí, y Yo en el Padre (además explica el Versículo 30, “Yo y Mi Padre somos Uno”).

JESÚS

39 Y procuraban otra vez prenderle (se refiere a sus esfuerzos, pero sin lograrlo): mas Él se salió de sus manos (Reynolds dijo, “Se facilitaba Su fuga por el extraño poder moral que Él podía ejercer para que los asaltos físicos sobre Él fueran en vano. Ellos estiraron sus manos pero se bajaron sin hacer daño alguno, verificando la declaración solemne del Versículo 18.”),
40 Y se volvió al otro lado del Río Jordán, a aquel lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se estuvo allí (Le quedaban unos tres meses y medio de Ministerio a nuestro Señor antes de la Crucifixión).
41 Y muchos venían a Él (ellos vinieron en el modo correcto), y decían, Juan, a la verdad, ninguna señal hizo: mas todo lo que Juan dijo de Éste, era verdad (Lo aceptaron como Señor y Salvador).
42 Y muchos creyeron allí en Él (reconocieron el pecado y la necesidad de perdón, que, sin duda, manifestó una Verdadera Fe diferente a la carnalidad de Jn. 2:23 y 8:30).



1 Corinthians 13 NVI:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebrews 10:35-12:4 NVI:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado."* Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac."* Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romans 8 NVI:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me* ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero."* Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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