04 February 2012

El 4 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 4 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Isaiah 39:1-41:29 NVI
En aquel tiempo Merodac Baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, le envió cartas y un regalo a Ezequías, porque supo que había estado enfermo y que se había recuperado. 2 Ezequías se alegró al recibir esto, y les mostró a los mensajeros todos sus tesoros: la plata, el oro, las especias, el aceite fino, todo su arsenal y todo lo que había en ellos. No hubo nada en su palacio ni en todo su reino que Ezequías no les mostrara. 3 Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó: ¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron? De un país lejano respondió Ezequías. Vinieron a verme desde Babilonia. 4 ¿Y qué vieron en tu palacio? preguntó el profeta. Vieron todo lo que hay en él contestó Ezequías. No hay nada en mis tesoros que yo no les haya mostrado. 5 Entonces Isaías le dijo: Oye la palabra del Señor Todopoderoso: 6 Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada dice el Señor. 7 Y algunos de tus hijos y de tus descendientes serán llevados para servir como eunucos en el palacio del rey de Babilonia. 8 El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno respondió Ezequías. Y es que pensaba: "Al menos mientras yo viva, habrá paz y seguridad." 40:1 ¡Consuelen, consuelen a mi pueblo! dice su Dios. 2 Hablen con cariño a Jerusalén, y anúncienle que ya ha cumplido su tiempo de servicio, que ya ha pagado por su iniquidad, que ya ha recibido de la mano del Señor el doble por todos sus pecados. 3 Una voz proclama: "Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la estepa un sendero para nuestro Dios. 4 Que se levanten todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas; que el terreno escabroso se nivele y se alisen las quebradas. 5 Entonces se revelará la gloria del Señor, y la verá toda la humanidad. El Señor mismo lo ha dicho." 6 Una voz dice: "Proclama." "¿Y qué voy a proclamar?", respondo yo. "Que todo *mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo. 7 La hierba se seca y la flor se marchita, porque el aliento del Señor sopla sobre ellas. Sin duda, el pueblo es hierba. 8 La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre." 9 Sión, portadora de buenas noticias, ¡súbete a una alta montaña! Jerusalén, portadora de buenas noticias, ¡alza con fuerza tu voz! Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!" 10 Miren, el Señor omnipotente llega con poder, y con su brazo gobierna. Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede. 11 Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas. 12 ¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano, y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos? ¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra? ¿Quién pesó en una balanza las montañas y los cerros? 13 ¿Quién puede medir el alcance del espíritu del Señor, o quién puede servirle de consejero? 14 ¿A quién consultó el Señor para ilustrarse, y quién le enseñó el camino de la justicia? ¿Quién le impartió conocimiento o le hizo conocer la senda de la inteligencia? 15 A los ojos de Dios, las naciones son como una gota de agua en un balde, como una brizna de polvo en una balanza. como si fueran polvo fino. 16 El Líbano no alcanza para el fuego de su altar, ni todos sus animales para los holocaustos. 17 Todas las naciones no son nada en su presencia; no tienen para él valor alguno. 18 ¿Con quién compararán a Dios? ¿Con qué imagen lo representarán? 19 Al ídolo un escultor lo funde; un joyero lo enchapa en oro y le labra cadenas de plata. 20 El que es muy pobre para ofrendar escoge madera que no se pudra, y busca un hábil artesano para erigir un ídolo que no se caiga. 21 ¿Acaso no lo sabían ustedes? ¿No se habían enterado? ¿No se les dijo desde el principio? ¿No lo entendieron desde la fundación del mundo? 22 Él reina sobre la bóveda de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. Él extiende los cielos como un toldo, y los despliega como carpa para ser habitada. 23 Él anula a los poderosos, y a nada reduce a los gobernantes de este mundo. 24 Escasamente han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas echan raíces en la tierra, cuando él sopla sobre ellos y se marchitan; ¡y el huracán los arrasa como paja! 25 "¿Con quién, entonces, me compararán ustedes? ¿Quién es igual a mí?", dice el *Santo. 26 Alcen los ojos y miren a los cielos: ¿Quién ha creado todo esto? El que ordena la multitud de estrellas una por una, y llama a cada una por su nombre. ¡Es tan grande su poder, y tan poderosa su fuerza, que no falta ninguna de ellas! 27 ¿Por qué murmuras, Jacob? ¿Por qué refunfuñas, Israel: "Mi camino está escondido del Señor; mi Dios ignora mi derecho"? 28 ¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. 29 Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. 30 Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; 31 pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. 41:1 "¡Callen en mi presencia, costas lejanas! ¡Naciones, renueven sus fuerzas! Acérquense y hablen; reunámonos para juicio. 2 "¿Quién ha hecho venir desde el oriente a aquel que siempre sale victorioso? Pone a las naciones en sus manos; ante él los reyes se rinden. Con su espada los vuelve polvo, con su arco los dispersa como paja. 3 Con paso firme los persigue por una senda que nunca antes pisó. 4 ¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible? ¿Quién llamó a las generaciones desde el principio? Yo, el Señor, soy el primero, y seré el mismo hasta el fin." 5 Lo han visto las costas lejanas, y temen; tiemblan los confines de la tierra. ¡Ya se acercan, ya vienen! 6 Cada uno ayuda a su compañero, y le infunde aliento a su hermano. 7 El artesano anima al joyero; y el que aplana con el martillo le dice al que golpea el yunque: "¡Es buena la soldadura!"; luego asegura el ídolo con clavos para que no se tambalee. 8 "Pero tú, Israel, mi siervo, tú Jacob, a quien he escogido, simiente de Abraham, mi amigo: 9 Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos, y te dije: Tú eres mi siervo. Yo te escogí; no te rechacé. 10 Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. 11 "Todos los que se enardecen contra ti sin duda serán avergonzados y humillados; los que se te oponen serán como nada, como si no existieran. 12 Aunque busques a tus enemigos, no los encontrarás. Los que te hacen la guerra serán como nada, como si no existieran. 13 Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: No temas, yo te ayudaré. 14 No temas, gusano Jacob, pequeño Israel afirma el Señor, porque yo mismo te ayudaré; ¡el Santo de Israel es tu redentor! 15 "Te convertiré en una trilladora nueva y afilada, de doble filo. Trillarás las montañas y las harás polvo; convertirás en paja las colinas. 16 Las aventarás y se las llevará el viento; ¡un vendaval las dispersará! Pero tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel. 17 "Los pobres y los necesitados buscan agua, pero no la encuentran; la sed les ha resecado la lengua. Pero yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. 18 Haré brotar ríos en las áridas cumbres, y manantiales entre los valles. Transformaré el desierto en estanques de agua, y el sequedal en manantiales. 19 Plantaré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; en áridas tierras plantaré cipreses, junto con pinos y abetos, 20 para que la gente vea y sepa, y considere y entienda, que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado. 21 "Expongan su caso dice el Señor; presenten sus pruebas demanda el rey de Jacob. 22 Acérquense y anuncien lo que ha de suceder, y cómo fueron las cosas del pasado, para que las consideremos y conozcamos su desenlace. ¡Cuéntennos lo que está por venir! 23 Digan qué nos depara el futuro; así sabremos que ustedes son dioses. Hagan algo, bueno o malo, para verlo y llenarnos de terror. 24 ¡La verdad es que ustedes no son nada, y aun menos que nada son sus obras! ¡Abominable es quien los escoge! 25 "Del norte hice venir a uno, y acudió a mi llamado; desde el oriente invoca mi *nombre. Como alfarero que amasa arcilla con los pies, aplasta gobernantes como si fueran barro. 26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que lo supiéramos? ¿Quién lo anunció de antemano, para que dijéramos: Tenía razón? Nadie lo anunció ni lo proclamó; nadie les oyó proclamar mensaje alguno. 27 Yo fui el primero en decirle a Sión: ¡Mira, ya están aquí! un mensajero de buenas noticias. 28 Miro entre ellos, y no hay nadie; no hay entre ellos quien aconseje, no hay quien me responda cuando les pregunto. 29 ¡Todos ellos son falsos! Sus obras no son nada; sus ídolos no son más que viento y confusión.


Psalms 53:1-6 NVI:
Dice el necio en su corazón: "No hay Dios." Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno! 2 Desde el cielo Dios contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios. 3 Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo! 4 ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan a Dios! 5 Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, cuando no hay nada que temer. Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban; tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó. 6 ¡Quiera Dios que de *Sión venga la salvación para Israel! Cuando Dios restaure a su pueblo, se regocijará Jacob; se alegrará todo Israel.


Proverbs 18:1-24 NVI:
El egoísta busca su propio bien; contra todo sano juicio se rebela. 2 Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión. 3 Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio. 4 Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría. 5 No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo. 6 Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. 7 La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. 8 Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. 9 El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo. 10 Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. 11 Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables. 12 Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. 13 Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar. 14 En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? 15 El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo. 16 Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante. 17 El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. 18 El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna. 19 Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela. 20 Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. 21 En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. 22 Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor. 23 El pobre habla en tono suplicante; el rico responde con aspereza. 24 Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.


Juan 6:

CAPÍTULO 6
(32 d.C.)
JESÚS ALIMENTA
A CINCO MIL

PASADAS estas cosas (se refiere a un viaje reciente a Jerusalén donde tomó lugar un gran intercambio entre Jesús y los líderes religiosos de Israel) fuese Jesús de la otra parte del Mar de Galilea, que es de Tiberias (este Mar tiene varios nombres).
2 Y Le seguía grande multitud (habían por lo menos 5.000 hombres, sin contar a las mujeres y a los niños), porque veían Sus Señales que hacía en los enfermos (y Él no despidió a ninguno de ellos, sino sanó a todos los que venían a Él a pesar de su condición espiritual, porque Él es el “Portador de la Gracia”).
3 Y subió Jesús a un monte, y se sentó allí con Sus Discípulos (contempla un tiempo de enseñanza e instrucción).
4 Y estaba cerca la Pascua, la Fiesta de los Judíos (el Ministerio de Cristo ya había pasado el hito de su primer año).
5 Y cuando alzó Jesús los Ojos, y vio que había venido a Él grande multitud (representaba esta gran multitud que Le habían seguido), dice a Felipe, ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? (Según Mateo, Marcos y Lucas, un período de enseñanza y sanidad precedía este interrogante. No se hace mención de esto en el Libro de Juan.)
6 Más esto decía para probarle (en el Griego conlleva la idea de probar y examinar; Él pone en prueba la Fe de Felipe): porque Él Mismo sabía lo que había de hacer (aunque a veces no sabemos, Él siempre sabe; en consecuencia, siempre hay que buscar Su Rostro para que nos dé dirección y orientación).
7 Le respondió Felipe (pensamiento carnal, como todos nosotros lo hacemos muchas veces), Doscientos denarios de pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco (es la manera como el mundo planea, pero no es la manera como el Hijo de Dios planea).
8 Le dice uno de Sus Discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro (por lo menos Andrés incluía a Jesús en su modo de pensar),
9 Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos (algunos eruditos creen que este joven viajaba en Compañía de Jesús con el propósito de llevar comida, tomando en cuenta que a veces ellos se encontraban en lugares muy aislados, como sucede aquí): ¿mas qué es esto entre tantos? (No era nada en las manos de este joven; pero era todo en las Manos de Cristo.)
10 Entonces Jesús dijo, Haced recostar la gente (Marcos agrega, “de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta” [Marc. 6:40]). Y había mucha hierba en aquel lugar (durante la temporada de la Pascua, era primavera, el mes de Abril). Y se recostaron, en número como de unos cinco mil varones (contando a las mujeres y a los niños, probablemente la multitud sumaba a unas diez a quince mil personas).
11 Y tomó Jesús aquellos panes (lo poco es mucho si Dios está envuelto en el asunto); y habiendo dado gracias (¡es lo que Él siempre hacía, y nosotros también tenemos que hacerlo!), Él repartió a los Discípulos, y los Discípulos a los que estaban recostados; y asimismo de los peces cuanto querían (exactamente cómo aconteció este Milagro, no se sabe; sin embargo, en cierto momento, el pan comenzó a multiplicarse, lo cual obviamente era un Milagro de proporciones asombrosos).
12 Y cuando fueron saciados (todos comieron lo que quisieron hasta quedar satisfechos), dijo a Sus Discípulos, Recoged los pedazos que han quedado, para que no se pierda nada (este pan en cierto sentido representaba a Cristo y el Evangelio; por lo tanto, que nada de ello se desperdicie).
13 Recogieron pues y llenaron doce canastas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido (presenta una Ley que solamente Dios conoce, de la cual el hombre no tiene conocimiento; todo lo que el hombre obra se reduce; todo lo que Dios obra se multiplica, los números “7” y “12” hacen hincapié; el “7” [cinco panes y dos peces] se refiere a la perfección, mientras el “12” se refiere al Gobierno de Dios; si comprendemos Su Gobierno, tendremos Su Perfección).
14 Aquellos hombres entonces, cuando vieron la señal que Jesús había hecho, decían (presenta un cuadro de Israel deseando usar a Jesús para sus propios propósitos, en lugar de darse cuenta del verdadero propósito por el cual Él vino), Éste verdaderamente es el Profeta Que había de venir al mundo (se refiere a Deuteronomio 18:15; esta gente reconocía a Jesús como el Mesías por todos los motivos equivocados).
15 Y entendiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle Rey (representaba el tipo de Rey que Israel no necesitaba), volvió a retirarse al monte, Él Solo (se refiere a Él que envía a los Discípulos de regreso, en efecto de regreso a Capernaum).

ANDAR SOBRE EL AGUA

16 Y cuando se hizo tarde, descendieron Sus Discípulos al mar (aquello que sucedió antes que Él subiera al monte a Solas),
17 Y entrando en un barco, venían de la otra parte del mar hacia Capernaum (adonde Jesús les dijo que fueran). Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos (Juan prepara el terreno para lo que ya ha de aparecer).
18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba (Las Escrituras no nos dicen que era una tempestad, pero que el viento era contrario; en otras palabras, el viento soplaba contra ellos hasta a tal extremo que no podían avanzar).
19 Y cuando hubieron navegado como veinticinco o treinta estadios (representa aproximadamente seis kilómetros [cuatro millas], y los describe que son propulsados hacia el centro del lago), ven a Jesús que andaba sobre el mar, y se acercaba al barco: y tuvieron miedo (¡y con razón!).
20 Mas Él les dijo, Yo Soy; no tengáis miedo (la traducción literal es, “Yo Soy; no temáis”; en efecto, Él les decía que ¡Él era el “Yo Soy El que Soy!” del Antiguo Testamento, es decir, “Jehová”).
21 Ellos entonces gustaron recibirle en el barco (¡sin Jesús a bordo, su progreso fue difícil, hasta imposible; con Él en el barco, todas las cosas cambiaron, y al instante!): y luego el barco llegó a la tierra donde iban (a Capernaum, a una distancia de casi seis kilómetros [cuatro millas]; quiere decir que en un segundo el barco estaba a una distancia de unos seis kilómetros [cuatro millas] de la tierra, y en el siguiente segundo estaba en la orilla de la tierra).

EL PAN DE VIDA

22 El día siguiente, la gente que estaba de la otra parte del mar, cuando vio que no había allí otra barca sino una, y que Jesús no había entrado con Sus Discípulos en ella (en ningún otro barco de Capernaum), sino que Sus Discípulos se habían ido solos (ellos presenciaron que el barco salió sin Jesús);
23 (Y que otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después que el Señor hubo dado gracias:) (Estos barcos en particular eran de Tiberias, no de Capernaum.)
24 Cuando vio pues la gente que Jesús no estaba allí, ni Sus Discípulos (a pesar del hecho que no iba Jesús con los Discípulos en el barco, la gente no podían hallarlo), entraron ellos en las barcas, y vinieron a Capernaum (insinuaba que algunas de estas personas posiblemente contrataron algunos de los barcos de Tiberias) buscando a Jesús (desgraciadamente, Le buscaban, como el Texto demuestra, por todos los motivos equivocados).
25 Y hallándole de la otra parte del mar (en Capernaum), Le dijeron, Rabí, ¿cuándo llegaste acá? (La gente, al darse cuenta que los Discípulos ya habían zarpado sin Jesús, quedaron perplejos en cuanto a cómo el Señor ahora había llegado a Capernaum; Jesús no le prestaba mucha atención a su interrogante, porque Su Misión era una misión moral, en vez de una que es intelectual o una que es material.)
26 Les respondió Jesús y dijo, De cierto, de cierto, os digo (una contestación tan sorprendente que es imposible describirla), Que Me buscáis, no porque habéis visto las Señales (mejor se hubiera traducido, “Me buscan, no porque entendieron bien los Milagros”), sino porque comisteis el pan, y os satisfagáis (Él discierne perfectamente sus verdaderos motivos; el mensaje moderno “la Palabra de Fe” cae en esta misma categoría).
27 Trabajad no por la comida que perece (desgraciadamente, la mayor parte de la Iglesia moderna en la actualidad se encuentra en esta condición [Apoc. 3:17]), mas por la comida que a Vida Eterna permanece (nuestros esfuerzos tienen que depender en lo que es eterno, en vez de lo que es temporal), la cual el Hijo del Hombre os dará (el “Hijo del Hombre” se refiere a lo que Cristo iba a hacer en la Cruz, y la manera en que los hombres van a recibir la Vida Eterna): porque a Éste marcó con Su sello Dios el Padre (se refiere Al Que, y sólo Al Que puede ocupar y, de hecho, ha ocupado esta posición; todos los otros aspirantes son falsos).
28 Y Le dijeron, ¿Qué haremos, para que obremos las Obras de Dios? (Ellos querían hacer las Obras de Dios, cuando en realidad la mayoría de ellos ni conocían a Dios. Fue debido a un liderazgo equivocado.)
29 Respondió Jesús, y les dijo, Esta es la Obra de Dios, que creáis en El Que Él ha enviado (les ofende a los auto-justificados al decirles que, sin Fe, es imposible agradar a Dios [Heb. 11:6]; la Gran Obra que Dios requiere es Fe en Su Amado Hijo a Quien Él ha enviado; no obstante, las obras por muy piadosas, son “obras muertas”).
30 Le dijeron entonces, ¿Qué señal pues haces tú (la gente que ignora lo que Jesús le acababa de decir con respecto a “que creáis en El Que Él ha enviado,” y en seguida exigiendo una “señal”), para que veamos, y te creamos? (¡Muchos de ellos acababan de ver el Milagro de los panes y los peces, pero al parecer fue inútil!) ¿Qué obras? (¡La ignorancia crasa de la gente era asombrosa para no decir otra cosa peor! ¿Pero ha mejorado en la actualidad?)
31 Nuestros padres comieron el Maná en el desierto; como está escrito, Pan del Cielo les dio a comer (ellos insinuaban que el pan que Jesús había multiplicado no vino del Cielo, como el Maná).
32 Y Jesús les dijo, De cierto, de cierto, os digo, No os dio Moisés el pan del Cielo (corrigió a la gente en que no fue Moisés que envió el Maná del Cielo, sino Dios el Padre); mas Mi Padre os da el Verdadero Pan del Cielo (Él quería que quitaran su atención del pan perecedero y pusieran su atención en el Pan Verdadero, Quien Él Mismo es, el Señor Jesucristo).
33 Porque el Pan de Dios es Aquél que descendió del Cielo (otra vez se presenta como el Mesías, el Señor Verdadero de Israel), y da vida al mundo (el pan perecedero no dará la Vida Eterna; Cristo Solo, da esta Vida).
34 Y Le dijeron, Señor, danos siempre este Pan (aunque parezca extraño, cuando ellos descubrieron que el Pan era Jesús y del requisito para obtener este Pan, muchos lo abandonaron, lo cual sucede lo mismo hoy en día).
35 Y Jesús les dijo, Yo soy el Pan de Vida (Él se quita todo disfraz, y reune en una Palabra candente toda la enseñanza anterior que ellos pudieran haber comprendido, pero no pudieron): el que a Mí viene nunca tendrá hambre (o sea el hambre espiritual); y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás (o sea la sed espiritual; Cristo satisface todo deseo espiritual).
36 Mas os he dicho, Que aunque Me habéis visto, no creéis (¡a pesar de las pruebas innegables!).
37 Todo lo que el Padre Me da, vendrá a Mí (se refiere a todos, a quienes sean, ya sean Israelitas, Gentiles, Fariseos, Mofadores, Rameras o hasta los mismos Parias del Diablo); y al que a Mí viene no lo echaré fuera (para todos una promesa de proporciones incomparables; nunca se ha rechazado a nadie, y nunca se rechazará a nadie).
38 Porque he descendido del Cielo (Dios hecho Hombre, por lo tanto, “la Encarnación”), no para hacer Mi Voluntad, mas la Voluntad del Que Me envió (Él le dice a los Judíos que Jehová, a Quien ellos afirman que conocen y sirven, es Él Mismo que Le envió; y lo que Él hace y dice es la Voluntad de Dios, e ignorarlo o rechazarlo es violar esa Voluntad).
39 Y esta es la Voluntad del que Me envió, del Padre (la Bendición suprema de la Redención), Que todo lo que Me diere, no pierda de ello (lo que Él vino a hacer sería hecho), sino que lo resucite en el día postrero (la Resurrección venidera, cuando todos los Creyentes tendrán todos los beneficios de la Cruz).
40 Y esta es la Voluntad del Que Me ha enviado (los deseos del Padre), que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga Vida Eterna (hay que “ver” o entender al Señor Jesucristo, que se refiere a lo que Él hizo en la Cruz, y creer en Él; nunca es en hacer algo, sino más bien en “Creer”): y Yo Le resucitaré en el día postrero (una Resurrección garantizada).

EL PAN DE VIDA


41 Murmuraban entonces de Él los Judíos (la queja era uno de los grandes pecados de Israel, que indica sentimientos rebeldes contra Dios [Éx. 16:7-9; Núm. 11:1; 14:27]), porque había dicho, Yo soy el Pan que descendió del Cielo (significa que los Judíos no malentendieron Su sentido; ellos lo entendieron perfectamente y se rebelaron contra ello).
42 Y decían, ¿No es Éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? (Ellos no creyeron en la Encarnación, a pesar de que Jesús cumplió cada uno de los requisitos.) ¿Cómo, pues, dice Éste, Del Cielo he descendido? (La incredulidad duda de todo, y no puede entender la Verdad.)
43 Y Jesús respondió y les dijo, No murmuréis entre vosotros (su “queja” mostró su desaprobación y rechazo).
44 Ninguno puede venir a Mí, si el Padre que Me envió no le trajere (toda la iniciativa hacia la Salvación viene de parte de Dios hacia el pecador y no del pecador mismo; sin esta “atracción del Padre,” que es mediante el Espíritu Santo, nadie podría venir a Dios, ni siquiera tener algún deseo de venir a Dios): y Yo Le resucitaré en el día postrero (por tercera vez en sólo este Capítulo, Jesús trata sobre la Resurrección).
45 Escrito está en los Profetas, Y serán todos enseñados de Dios (se encuentra esta referencia en Isaías 54:13; Dios atrae a los pecadores a Cristo por medio de una operación espiritual que corresponde a su naturaleza moral e ilustración de su convicción racional, y que Él efectúa por Las Escrituras como los Profetas lo escribieron). Así que todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a Mí (nuestro Señor le dice a los Judíos que si ellos realmente conocieran al Padre, ellos aceptarían a Cristo).
46 No que alguno haya visto al Padre (“visto” en el Griego es “joráo,” y quiere decir “comprender totalmente y entender con la mente, discernir claramente; ver la Verdad completamente”), sino Aquél que vino de Dios, Éste ha visto al Padre (el pronombre “Él” se refiere a Cristo; Él Solo entiende y comprende totalmente al Padre; por eso todo lo que se aprende acerca de Dios, tiene que aprenderse a través de Jesucristo, que será de acuerdo a la Palabra).
47 De cierto, de cierto, os digo, El que cree en Mí tiene Vida Eterna (se obtiene inmediatamente al “Creer”; no es algo que el Creyente tendrá, pero algo que el Creyente en la actualidad tiene).
48 Yo soy el Pan de Vida (tal como el Pan de Vida, Cristo da Vida al Creyente, y Él mantiene aquella Vida; usado las palabras “Yo Soy,” Jesús Mismo claramente se identifica bien claro como Jehová del Antiguo Testamento [Éx. 3:14]).
49 Vuestros padres comieron el Maná en el desierto, y son muertos (el Maná que Dios dio en el desierto era un Tipo de Cristo; sin embargo, los “tipos” no tienen dentro de sí mismos vida y, por lo tanto, no podían efectuar la Salvación; Jesús hablaba de Vida Espiritual y vida física).
50 Este es el Pan que desciende del Cielo (es muy posible que cuando Jesús dijo esto, Él se señalaba a Sí Mismo; en esencia, Él se refería a Su Cuerpo físico, que tenía que ser ofrecido en Sacrificio para la compra de la humanidad perdida), para que el que de Él comiere, no muera (habla de lo que es espiritual, y significa que se restaura la unión del hombre con Dios, en que antes él estuvo apartado de Dios; nuevamente, nuestro Señor habla de la Vida Espiritual).
51 Yo soy el Pan Vivo que descendió del Cielo (Jesús se presenta ya como Dios [“Yo soy”], mientras en el Versículo anterior Él se presentó como Hombre; y por lo tanto, Él es el Dios-Hombre Jesucristo): si alguno comiere de este Pan, vivirá para siempre (dice la misma cosa que en el Versículo anterior, pero de modo diferente; allí Él dijo, “y no muera,” ahora Él dice, “vivirá para siempre”; este último le agrega al anterior): y el Pan que Yo daré es Mi Carne, la cual Yo daré por la vida del mundo (se refiere a Él que se da en la Cruz como un Sacrificio, que garantizaría la Salvación para todos los que Creyeren).
52 Entonces los Judíos contendían entre sí (presenta los resultados inevitables de la incredulidad), diciendo, ¿Cómo puede Éste darnos Su Carne a comer? (Los presenta con pensamientos en lo físico, cuando Él se está refiriendo a lo Espiritual. El hombre no redimido, a pesar de toda su arrogancia intelectual, no puede pensar como Dios piensa, a pesar de la educación y el intento de superarse como persona; para todo eso. Él piensa en un nivel un poco más arriba que el de una bestia.)
53 Y Jesús les dijo, De cierto, de cierto, os digo (en vez de ablandar o modificar esta Doctrina aparentemente áspera, Él la intensificaba al declararla indispensable a la Salvación), Si no comiereis la Carne del Hijo del Hombre, y bebiereis Su Sangre, no tendréis vida en vosotros (esta terminología se refiere a la Cruz; Cristo se ofrecería en la Cruz para la Salvación de la humanidad; para creer completamente en Él y lo que Él hizo por nosotros es lo que Él quiere decir aquí; sin embargo, este Versículo nos indica a qué grado de creer se requiere; se refiere a la Cruz que es el Objeto total de la creencia en Dios; si falla en esto, no hay Vida en usted).
54 El que come Mi Carne, y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna (de nuevo, Cristo reitera el hecho de que si la Cruz es el Objeto total de su Fe, entonces usted tiene “Vida Eterna”); y Yo Le resucitaré en el día postrero (constituye la cuarta vez que Cristo lo menciona; en consecuencia, el Creyente tiene una seguridad cuádruple de la Resurrección).
55 Porque Mi Carne es verdadera comida, y Mi Sangre es verdadera bebida (la idea es que se debe comer y beber de Él hasta diariamente, que se refiere a cargar la Cruz diariamente [Luc. 9:23]).
56 El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, en Mí permanece, y Yo en él (la única manera que se puede morar en Cristo y Cristo en él, que garantiza una vida victoriosa y vencedora, es mediante de la Cruz siempre que ésta se haga el Objeto de Fe y, como se expresó anteriormente, a diario).
57 Como Me envió el Padre Viviente (“Padre Vivificante”), y Yo vivo por el Padre (habla de la Encarnación), asimismo el que Me come, él también Vivirá por Mí (la Verdad es que como Jesús no vivió una vida independiente del Padre, por consiguiente, tampoco debe el Creyente, y de hecho, no se puede vivir una vida independiente de Cristo; obtenemos y mantenemos esta “Vida” al mirar siempre a la Cruz; el Creyente nunca se aparta de la Cruz; ya que al apartarse es invitar la ruina espiritual [Gál. 2:20]).
58 Este es el Pan que descendió del Cielo (otra vez señala a Sí Mismo, y pone en relieve su enorme superioridad sobre la Ley, etc.): no como vuestros padres comieron el Maná, y son muertos (hace la comparación entre aquel pan, un simple símbolo del Pan Verdadero que debía venir, y el Pan Verdadero que ya ha venido): el que come de este Pan vivirá eternamente (Él Solo, como el Pan Verdadero de Vida, puede dar la Vida Eterna, pero hay que “comer de este Pan” a fin de tener esta Vida, significa aceptarlo por Quien Él es y Lo Que Él haría, que se refiere al Calvario).
59 Estas cosas dijo Él en la Sinagoga, enseñando en Capernaum.
60 Y muchos de Sus Discípulos oyéndolo (habló de aquéllos además de los Doce), dijeron, Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? (Ellos se disuadían de aceptar la muerte sangrienta de su Mesías, o confiarse a una Personalidad Divina Cuyo acto más distintivo sería el Sacrificio de Sí Mismo. Era precisamente esto la ofensa más grotesca y terrible lo que hizo de la Cruz un tropiezo para los Judíos [Mat. 16:21; I Cor. 1:23; Gál. 5:11].)
61 Y sabiendo Jesús en Sí Mismo que Sus Discípulos murmuraban de esto (la incredulidad declarada), les dijo, ¿Esto os escandaliza? (De hecho, la Cruz es una ofensa a la totalidad del mundo, y desgraciadamente hasta para la mayoría de la Iglesia [Gál. 5:11].)
62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre que sube donde estaba primero? (Jesús indica que si Su Muerte fuera un tropiezo para ellos, ¿cuánto más sería Su Resurrección? ¿Pero no comprobaría la realidad y el valor de Su Muerte, y lo profundo de su incredulidad?)
63 El Espíritu es El Que vivifica (el Espíritu Santo); la carne nada aprovecha (en efecto, dice, “Si usted podría comer literalmente Mi Carne, y beber Mi Sangre, esto no salvaría sus almas”; la palabra “carne” como se emplea aquí se refiere a los esfuerzos del hombre, lo que éstos pudieran ser, apartado de Cristo y la Cruz): las Palabras que Yo os he hablado, son espíritu y son Vida (del Espíritu Santo, Quién da Vida por medio de la Obra Terminada de Cristo).
64 Mas hay algunos de vosotros que no creen (no creyeron lo que Él dijo acerca de Sí Mismo, lo cual fue referente a la Cruz; en la actualidad millones de personas en la Iglesia caen en la misma categoría). Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían (no los individuos en sí, sino más bien lo que ocasionaría su incredulidad), y quién Le había de entregar (Judas Iscariote y la ocasión de su traición, que era la Cruz).
65 Y Él dijo, Por eso os he dicho, que ninguno puede venir a Mí, si no le fuere dado del Padre (la invitación es a “quienquiera”; sin embargo, si la persona rechaza la Cruz, el Padre Manda que el Espíritu Santo prohiba la entrada [Ef. 2:18]).
66 Desde esto muchos de Sus Discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él (¡las afirmaciones de Cristo fueron tan profundamente diferentes de lo que ellos anticiparon que ellos ahora rechazaron aceptarlo en absoluto!).

LA CONFESIÓN DE PEDRO

67 Dijo entonces Jesús a los Doce, ¿Queréis vosotros iros también? (La deserción de estos antiguos Discípulos indudablemente le causó mucho dolor al Corazón del Señor. Su pregunta a los primeros Doce revoca la Doctrina de la Seguridad Eterna Incondicional. De hecho, Judas se marchó realmente.)
68 Y Le respondió Simón Pedro, Señor, ¿a quién iremos? (El Apóstol por segunda vez admite Quién es Jesús, pero en lenguaje más enfático.) Tú tienes las Palabras de Vida Eterna (aparte de Judas, ellos creyeron lo que Él dijo).
69 Y nosotros creemos y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente (hemos creído, y tenemos que saber [hemos aprendido por experiencia] que Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Vivo).
70 Jesús le respondió, ¿No he escogido Yo a vosotros Doce (fue mucho más que una selección arbitraria, sino más bien una dirección específica como se la dio a Él por el Padre), y uno de vosotros es diablo? (Jesús eligió a Judas, y Judas también al principio eligió a Cristo; sin embargo, la selección de Judas fue desviada por la incredulidad como sucede con millones de personas.)
71 Y Él hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón (quiere decir que él era “un hombre de Queriot,” un lugar en Judea [Jos. 15:25] por todo lo que se sabe, él era el único de los Doce que era originario de Judá, la Tribu de Jesús), porque éste era el que Le había de entregar, el cual era uno de los Doce (fue dicho de esta manera porque el Espíritu Santo hará que todos sepan lo que Judas desechó; parece que en este Mensaje como lo entregó Cristo, el Mensaje de la Cruz, la rebelión comenzó en el corazón de Judas).


I Corintios 13 NVI:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas,* pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 NVI:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo* vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado."* Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril,* recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac."* Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados,* aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 NVI:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,* pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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