02 February 2012

El 3 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 3 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:


Isaiah 36-38 NVI:
En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá. Desde Laquis el rey de Asiria envió a su comandante en jefe, al frente de un gran ejército, para hablar con el rey Ezequías en Jerusalén. Cuando el comandante se detuvo en el acueducto del estanque superior, en el camino que lleva al Campo del Lavandero, salió a recibirlo Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio, junto con el cronista Sebna y el secretario Joa hijo de Asaf. El comandante en jefe les dijo: Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿En qué se basa tu confianza? Tú dices que tienes estrategia y fuerza militar, pero éstas no son más que palabras sin fundamento. ¿En quién confías, que te rebelas contra mí? Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían. Y si tú me dices: ‘Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios, ¿no se trata acaso, Ezequías, del Dios cuyos altares y santuarios paganos tú mismo quitaste, diciéndoles a Judá y a Jerusalén: ‘Deben adorar solamente ante este altar? "Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos, si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos. ¿Cómo podrás rechazar el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes? ¿Acaso he venido a atacar y a destruir esta tierra sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: Marcha contra este país y destrúyelo! Eliaquín, Sebna y Joa le dijeron al comandante en jefe: Por favor, hábleles usted a sus siervos en arameo, ya que lo entendemos. No nos hable en hebreo, que el pueblo que está sobre el muro nos escucha. Pero el comandante en jefe respondió: ¿Acaso mi señor me envió a decirles estas cosas sólo a ti y a tu señor, y no a los que están sentados en el muro? ¡Si tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su excremento y beberse su orina! Dicho esto, el comandante en jefe se puso de pie y a voz en cuello gritó en hebreo: ¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! Así dice el rey: No se dejen engañar por Ezequías. ¡Él no puede librarlos! No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria! "No le hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: Hagan las paces conmigo, y ríndanse. De este modo cada uno podrá comer de su vid y de su higuera, y beber agua de su propio pozo, hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos. "No se dejen seducir por Ezequías cuando dice: El Señor nos librará. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones pudo librar a su país de las manos del rey de Asiria? ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin? ¿Acaso libraron a Samaria de mis manos? ¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén? Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: "No le respondan." Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe. Cuando el rey Ezequías escuchó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y fue al templo del Señor. Además, envió a Eliaquín, administrador del palacio, al cronista Sebna y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de luto, para hablar con el profeta Isaías hijo de Amoz. Y le dijeron: "Así dice Ezequías: Hoy es un día de angustia, castigo y deshonra, como cuando los hijos están a punto de nacer y no se tienen fuerzas para darlos a luz. Tal vez el Señor tu Dios oiga las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive. " Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, éste les dijo: "Díganle a su señor que así dice el Señor: No temas por las blasfemias que has oído, y que han pronunciado contra mí los subalternos del rey de Asiria. ¡Mira! Voy a poner un espíritu en él, de manera que cuando oiga cierto rumor se regrese a su propio país. ¡Allí haré que lo maten a filo de espada! " Cuando el comandante en jefe se enteró de que el rey de Asiria había salido de Laquis, se retiró y encontró al rey luchando contra Libná. Luego Senaquerib recibió el informe de que Tiracá, rey de Cus, había salido para luchar contra él. Al enterarse de esto, envió mensajeros a Ezequías para que le dijeran: "Tú, Ezequías, rey de Judá: No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe cuando dice: No caerá Jerusalén en manos del rey de Asiria. Sin duda te habrás enterado de lo que han hecho los reyes de Asiria en todos los países, destruyéndolos por completo. ¿Y acaso vas tú a librarte? ¿Libraron sus dioses a las naciones que mis antepasados han destruido: Gozán, Jarán, Résef y la gente de Edén que vivía en Telasar? ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvayin, o de Hená o Ivá?" Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros, y la leyó. Luego subió al templo del Señor, la desplegó delante del Señor, y oró así: "Señor Todopoderoso, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines: sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra. Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha todas las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente. "Es verdad, Señor, que los reyes asirios han asolado todas estas naciones y sus tierras. Han arrojado al fuego sus dioses, y los han destruido, porque no eran dioses sino sólo madera y piedra, obra de manos humanas. Ahora, pues, Señor y Dios nuestro, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú, Señor, eres Dios." Entonces Isaías hijo de Amoz le envió este mensaje a Ezequías: "Así dice el Señor, Dios de Israel: Por cuanto me has rogado respecto a Senaquerib, rey de Asiria, ésta es la palabra que yo, el Señor, he pronunciado contra él: " La virginal hija de *Sión te desprecia y se burla de ti. menea la cabeza al verte huir. ¿A quién has insultado? ¿Contra quién has blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz y levantado los ojos con orgullo? ¡Contra el Santo de Israel! Has enviado a tus siervos a insultar al Señor, diciendo: ‘Con mis numerosos carros de combate escalé las cumbres de las montañas, ¡las laderas del Líbano! Talé sus cedros más altos, sus cipreses más selectos. Alcancé sus cumbres más lejanas, y sus bosques más frondosos. Cavé pozos en tierras extranjeras, y en esas aguas apagué mi sed. sequé todos los ríos de Egipto. "¿No te has dado cuenta? ¡Hace mucho tiempo que lo he preparado! Desde tiempo atrás lo vengo planeando, y ahora lo he llevado a cabo; por eso tú has dejado en ruinas a las ciudades fortificadas. Sus habitantes, impotentes, están desalentados y avergonzados. Son como plantas en el campo, como tiernos pastos verdes, como hierba que brota sobre el techo y que se quema antes de crecer. "Yo sé bien cuándo te sientas, cuándo sales, cuándo entras, y cuánto ruges contra mí. Porque has rugido contra mí y tu insolencia ha llegado a mis oídos, te pondré una argolla en la nariz y un freno en la boca, y por el mismo camino por donde viniste te haré regresar. "Ésta será la señal para ti, Ezequías: " Este año comerán lo que crezca por sí solo, y el segundo año lo que de allí brote. Pero al tercer año sembrarán y cosecharán, plantarán viñas y comerán su fruto. Una vez más los sobrevivientes de la tribu de Judá echarán raíces abajo, y arriba darán fruto. Porque de Jerusalén saldrá un remanente, del monte Sión un grupo de sobrevivientes. Esto lo hará mi celo, celo del Señor Todopoderoso. "Yo, el Señor, declaro esto acerca del rey de Asiria: " No entrará en esta ciudad, ni lanzará contra ella una sola flecha. No se enfrentará a ella con escudos, ni construirá contra ella una rampa de asalto. Volverá por el mismo camino que vino; ¡en esta ciudad no entrará! Yo, el Señor, lo afirmo. Por mi causa, y por consideración a David mi siervo, defenderé esta ciudad y la salvaré. " Entonces el ángel del Señor salió y mató a ciento ochenta y cinco mil hombres del campamento asirio. A la mañana siguiente, cuando los demás se levantaron, ¡allí estaban tendidos todos los cadáveres! Así que Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y se retiró. Volvió a Nínive y permaneció allí. Pero un día, mientras adoraba en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer lo mataron a espada y escaparon a la tierra de Ararat. Y su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono. Por aquellos días Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a punto de morir. El profeta Isaías hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: "Así dice el Señor: Pon tu casa en orden, porque vas a morir; no te recuperarás. " Ezequías volvió el rostro hacia la pared y le rogó al Señor: "Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada." Y Ezequías lloró amargamente. Entonces la palabra del Señor vino a Isaías: "Ve y dile a Ezequías que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; voy a darte quince años más de vida. Y a ti y a esta ciudad los libraré de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad. Y ésta es la señal que te daré para confirmar lo que te he prometido: Haré que en la escala de Acaz la sombra del sol retroceda las diez gradas que ya ha bajado. " ¡Y la luz del sol retrocedió las diez gradas que ya había bajado! Después de su enfermedad y recuperación Ezequías, rey de Judá, escribió: "Yo decía: ¿Debo, en la plenitud de mi vida, pasar por las puertas del *sepulcro y ser privado del resto de mis días? Yo decía: Ya no veré más al Señor en esta tierra de los vivientes; ya no contemplaré más a los seres humanos, a los que habitan este mundo. Me quitaron mi casa, me la arrebataron, como si fuera la carpa de un pastor. Como un tejedor, enrollé mi vida, y él me la arrancó del telar. ¡De la noche a la mañana acabó conmigo! Pacientemente esperé hasta la aurora, pero él, como león, me quebró todos los huesos. ¡De la noche a la mañana acabó conmigo! Chillé como golondrina, como grulla; ¡me quejé como paloma! Mis ojos se cansaron de mirar al cielo. ¡Angustiado estoy, Señor! ¡Acude en mi ayuda! "Pero ¿qué puedo decir? Él mismo me lo anunció, y así lo ha hecho. me ha quitado el sueño. Señor, por tales cosas viven los hombres, y también mi espíritu encuentra vida en ellas. y me diste vida. Sin duda, fue para mi bien pasar por tal angustia. de la fosa destructora, y le diste la espalda a mis pecados. El sepulcro nada te agradece; la muerte no te alaba. nada esperan de tu fidelidad. Los que viven, y sólo los que viven, son los que te alaban, como hoy te alabo yo. acerca de tu fidelidad. "El Señor me salvará, y en el templo del Señor todos los días de nuestra vida cantaremos con instrumentos de cuerda." Isaías había dicho: "Preparen una pasta de higos, aplíquensela en la llaga, y él se recuperará." Y Ezequías había preguntado: "¿Qué señal recibiré de que se me permitirá subir al templo del Señor?"

Psalms 52
¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente? ¡El amor de Dios es constante! Tu lengua, como navaja afilada, trama destrucción y practica el engaño. Más que el bien, amas la maldad; más que la verdad, amas la mentira. Selah. Lengua embustera, te encanta ofender con tus palabras. Pero Dios te arruinará para siempre; te tomará y te arrojará de tu hogar; ¡te arrancará del mundo de los vivientes! Selah. Los justos verán esto, y temerán; entre burlas dirán de él: "¡Aquí tienen al hombre que no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se afirmó en su maldad!" Pero yo soy como un olivo verde que florece en la casa de Dios; yo confío en el gran amor de Dios eternamente y para siempre. En todo tiempo te alabaré por tus obras; en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles, porque tu nombre es bueno.

Proverbs 17
Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia. El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la rompan. El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes. El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable. El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.

Juan 5:


CAPÍTULO 5
(31 d.C.)
EL ESTANQUE DE BETESDA


DESPUÉS de estas cosas era un Día de Fiesta de los Judíos (aunque Las Escrituras no nos lo dice, muchos creen que era la Pascua; si es correcto, Jesús tenía un poco más de un año ya en Su Ministerio público); y subió Jesús a Jerusalén (la expresa intención de guardar esta "Fiesta").
2 Y hay en Jerusalén a la puerta de las ovejas un estanque (debiera traducirse, "por la puerta de las ovejas"), que en Hebraico es llamado Betesda, el cual tiene cinco portales (quiere decir, "casa de gracia y misericordia"; era en cierto modo un hospital público).
3 En éstos yacía multitud de enfermos impotentes, ciegos, cojos, lisiados (una descripción perfecta de la humanidad; a raíz de la Caída, el hombre es "impotente," incapaz de salvarse a sí mismo), que estaban esperando el movimiento del agua.
4 Porque un Ángel descendía a cierto tiempo al estanque, y revolvía el agua (no fue dado por Juan como folclore, sino más bien como un hecho): y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese (al entrar los príncipes terrenales en una ciudad siempre acudían a las casas de los nobles y de los ricos, pero los Pies del Príncipe de los príncipes inmediatamente se dirigía a los lugares de miseria y sufrimiento, los frutos del pecado).
5 Y estaba allí un cierto hombre (la sanidad del hombre impotente hace contrastar entre el poder vivificador de Cristo con la impotencia de la Ley; la Ley exigía esfuerzo de parte del pecador para obtener la vida que se le prometió; pero el hombre no tiene fuerza alguna [Rom. 5:6]) que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo (un tipo perfecto de Israel, el cual por su pecado quedaba incapacitado, encerrado en un desierto por 38 años; la similitud no es una coincidencia).
6 Cuando Jesús vio a éste echado (un cuadro de Israel de la época de Jesús, pero también, de toda la humanidad), y entendió que ya había mucho tiempo (nuevamente se refiere a Israel), le dice, ¿Quieres ser sano? (¡Sin lugar a dudas, es uno de los interrogantes más importantes de todos los tiempos! El hombre no es "sano," y de hecho no se puede ser "sano" sin Jesús. Aquí es donde se reside la contención.)
7 Señor, Le respondió el hombre impotente, No tengo hombre que me meta en el estanque, cuando el agua fuere revuelta (su dependencia en el hombre, la cual sólo le traía nada más que desilusión): porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido (el Amor, sin duda, seleccionó a este hombre como el más miserable, necesitado e incapacitado de entre toda esta compañía lamentable; y la sabiduría le escogió como un vaso de instrucción a la Nación).
8 Le dice Jesús, Levántate, toma tu lecho, y anda (bastaba una sola palabra de Jesús).
9 Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su lecho, y se iba (se le dio la fuerza, este hecho fue demostrado cuando el hombre cargó su lecho): y era Sábado aquel día (¡y qué Sábado de descanso, alivio y gozo para este hombre!).
10 Entonces los Judíos decían a aquel que había sido sanado (como podemos ver, no había gozo por su sanidad y liberación, sino más bien lo contrario, como hace siempre la religión), Sábado es: no te es lícito llevar tu lecho (señalaba solamente a las leyes del hombre, y no a las Leyes de Dios; Jesús no prestaba ninguna atención a las leyes inventadas por el hombre, sin importar cuán numerosas eran).
11 Les respondió, El Que me sanó (el hombre usaba a Jesús como su autoridad, que es lo que él debería hacer), Él Mismo me dijo, Toma tu lecho y anda (Sábado o no, era un mandato que él deseaba obedecer; se refería a la Sanidad y la Salvación de su cuerpo físico).
12 Le preguntaron entonces, ¿Quién es el que te dijo, Toma tu lecho y anda?
13 Y el que había sido sanado, no sabía quién fuese (parece que después de la sanidad, Jesús salió inmediatamente, para no crear una escena; en consecuencia, el hombre no conocía en realidad Quién era el que le había sanado): porque Jesús se había apartado de la gente, que estaba en aquel lugar (Él lo hizo porque conocía bien el odio de los líderes y el resultado de Su quebrantamiento de las leyes hechas por el hombre; quizá este es el motivo por el cual Él no se quedó para sanar a otros; de todos modos, fue el Espíritu Santo que Le dijo lo que Él debiera hacer).
14 Después le halló (el hombre que Él sanó) Jesús en el Templo, y le dijo (Jesús le buscaba, y por cierto motivo), He aquí, has sido sanado (se refiere a la experiencia de la Salvación, así como la sanidad física): no peques más, para que no te venga alguna cosa peor (primeramente nos dice que su enfermedad de hace 38 años le vino debido al pecado; también, nos indica que la desobediencia al Señor puede abrir la puerta para "cosas peores").
15 Él se fue, y dio aviso a los Judíos, que Jesús era el que le había sanado (algunos afirmaban que este hombre era un ingrato; sin embargo, él no tenía ningún modo de darse cuenta de la animosidad de los líderes religiosos en contra de Jesús, probablemente por eso pensó que estaba haciendo lo correcto).
16 Y por esta causa los Judíos perseguían a Jesús (la oposición de la jerarquía religiosa solamente aumentará de ahora en adelante), y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el Sábado (es irónico; los líderes religiosos de Israel quisieron matar al Señor en el Nombre del Señor; ¡nada más demuestra lo ciego que eran!).

LA IGUALDAD CON DIOS
17 Y Jesús les respondió (fue una confrontación cara a cara), Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yo también trabajo (dice dos cosas: 1. Él reclama la igualdad con Dios, y que Él era Dios; y, 2. La "Obra" misma del Padre y del Hijo era liberar a la humanidad, físicamente o espiritualmente, o ambos, que trajeron el Verdadero Sábado al alma del hombre, que era la intención desde un principio).
18 Entonces, por tanto, más procuraban los Judíos matarle (quiere decir que Él ni siquiera buscaba ningún tipo de acuerdo con estos hipócritas, sino más bien reforzaba Su posición hasta tal punto que nadie tenía absolutamente duda alguna en cuanto a lo que Él decía o hacía), porque no sólo quebrantaba el Sábado (Él realmente no había quebrantado el Sábado, pero sólo una de sus reglas necias que se originó con el hombre mismo), sino que también a Su Padre llamaba Dios, haciéndose igual a Dios (una acusación que Jesús no rechazó, porque Él se hizo semejante a Dios, y con razón).
19 Respondió entonces Jesús y les dijo, De cierto, de cierto, os digo, No puede el Hijo hacer nada de Sí Mismo (declara la Humanidad de Cristo, en que Él se deja libremente a un lado la expresión de Su Deidad pero nunca pierde Su posesión de ella), sino lo que viere hacer el Padre (Su sumisión total al Padre, que como Hombre Él tenía que hacer y en realidad lo hizo): porque todo lo que Él hace, esto también hace el Hijo juntamente (que se puso como ejemplo de humildad y dependencia, del cual seriamente le hace falta a la familia humana).
20 Porque el Padre ama al Hijo (la obediencia del Hijo se basa en el amor que el Padre tiene para el Hijo), y Le muestra todas las cosas que Él hace (claramente dice que todo lo que Jesús hizo el Padre le dijo que hiciera): y mayores obras que éstas Le mostrará, para que vosotros os maravilléis (tiene que ver con los Versículos 28 y 29, que hablan de la Resurrección venidera).
21 Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida (la Verdad de la Resurrección de Vida venidera); así también (lo hace espiritualmente vivo) el Hijo a los que quiere da vida (describe la verdad de que la Salvación no es de quien se la determina [en el sentido de que la Salvación resultaría a raíz de determinarla por las obras, etc.], pero de Dios Quien es Misericordioso).
22 Porque el Padre a nadie juzga (no juzgue al que ha venido a Cristo, porque todo pecado ha sido resuelto en Cristo), mas todo el Juicio dio al Hijo (Cristo es el Salvador hoy, pero será el Juez mañana):
23 Para que todos honren al Hijo, como honran al Padre (afirma igualdad con Dios en cuanto al honor [Heb. 2:7-9]). El que no honra al Hijo, no honra al Padre que Le envió (declara claramente que si se deshonra a Jesús, ¡también el Padre queda deshonrado!).
24 De cierto, de cierto, os digo, El que oye Mi Palabra (la Palabra de la Cruz [Jn. 3:14-15]), y cree Al Que Me ha enviado (si no cree en Jesús, no puede creer en Dios; tener al Hijo es tener al Padre), tiene Vida Eterna (independiente de Cristo, no hay vida espiritual), y no vendrá a condenación (Cristo tomó la condenación en la Cruz); mas pasó de muerte a vida (Nacido de Nuevo).
25 De cierto, de cierto, os digo (una declaración de la autoridad más alta, y Jesús es aquella Autoridad), Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la Voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán (tiene un significado doble: 1. Se refiere a la gente Salva, por ello, pasa de la muerte espiritual a la Vida Espiritual; y, 2. Se refiere a la Resurrección de Vida venidera, cuando todos los Santos serán Resucitados).
26 Porque como el Padre tiene Vida en Sí Mismo (se refiere a Dios como la Fuente Eterna de Vida, la Fuente Máxima); así dio también al Hijo que tuviese Vida en Sí Mismo (Jesús dice que Él no es simplemente un participante en esta "Vida," pero de hecho es también, la Fuente de Vida y, en verdad, la Fuente Máxima exactamente como el Padre; en consecuencia, otra vez Él afirma Su Deidad);
27 Y también Le dio Poder de hacer juicio (el "Tribunal de Cristo," que será para todos los Creyentes, y también, el "Juicio del Gran Trono Blanco," que será para todos los que no son salvos), en cuanto es el Hijo del Hombre (Él pagó el precio en la Cruz del Calvario, y por el mérito de tal, Él también será el "Juez").
28 No os maravilléis de esto (estas declaraciones dadas por Cristo, dejaron a los líderes religiosos de Israel atónitos): porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su Voz (habla de la Resurrección de Vida y la Resurrección de Condenación; otra vez, estas declaraciones proclaman a Cristo como el Señor tanto de la vida como de la muerte),
29 Y saldrán (describe las dos Resurrecciones como veremos, y según Su "Voz"); los que hicieron bien, a Resurrección de Vida (pertenece a la Primera Resurrección, o comúnmente se refiere como, "El Arrebatamiento" [I Tes. 4:13-18]); mas los que hicieron mal, a Resurrección de Condenación (esta última Resurrección ocurrirá aproximadamente mil años después de la Primera Resurrección de Vida [Dan. 12:2; Apoc., cap. 20]).
30 No puedo Yo de Mí Mismo hacer nada (en Su Humanidad, Él recibió toda Autoridad del Padre): como oigo, juzgo (el Juicio que Él pronunció resultó de lo que Él oyó en Su Oído, como se Lo dio el Padre [Isa. 50:4]): y Mi Juicio es Justo (es perfecto, porque esto viene del Trono de Dios); porque no busco Mi Voluntad, mas la Voluntad del que Me envió, del Padre (declara el hecho que el conocimiento humano del Hijo es la base para el Juicio del Padre, que se pronunciará absolutamente y finalmente por labios humanos del Hijo de Dios; Él sólo buscaba la Voluntad del Padre y sólo tenemos que buscar la Voluntad del Padre, que está en Su Palabra).
31 Si yo doy testimonio de Mí Mismo (en cuanto a Quién y Lo Que soy), Mi testimonio no es verdadero (si Yo Solo atestiguo; pero como veremos, hay también otros testimonios).
32 Otro es el que da testimonio de Mí (se refiere a Juan el Bautista); y sé que el testimonio que da de Mí, es verdadero (el testimonio de Juan acerca de Cristo llevaba la Autoridad de la Palabra de Dios).
33 Vosotros enviasteis a Juan (se refiere a los acontecimientos de Jn. 1:19-27), y él dio testimonio a la verdad (indica las cosas que Juan les dijo cuando ellos preguntaron si él era el Mesías).
34 Empero Yo no tomo el testimonio de hombre (en efecto, dice, "aunque el testimonio de Juan sea verdadero, no usaré el testimonio de ningún hombre"): mas digo esto, para que vosotros seáis Salvos (en efecto, Jesús le dijo a los líderes religiosos de Israel que ellos no son salvos).
35 Él era antorcha que ardía y alumbraba (Juan el Bautista era "una luz," pero él no era "la Luz," es Únicamente Cristo): y vosotros quisisteis regocijaros por un poco a su luz (los líderes religiosos de Israel estaban dispuestos durante un breve período a escuchar a Juan, pero cuando ellos vieron que el empuje principal de su Ministerio consistía en presentar a Jesús como el Hijo de Dios y el Cordero de Dios, ellos se alejaron de él).
36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan (de ningún modo degrada el testimonio de Juan): porque las obras que el Padre Me dio que cumpliese (los Milagros y el Calvario), las mismas obras que Yo hago, dan testimonio de Mí, que el Padre me haya enviado (todas las sanidades y milagros, que no se podían negar).
37 Y El que Me envió, el Padre, Él ha dado testimonio de Mí (es el Padre, Quien por el Espíritu Santo dio a Cristo el Poder de hacer estas cosas [Luc. 4:18-19]). Ni nunca habéis oído Su Voz, ni habéis visto Su Parecer (en esencia, Jesús dice que estos Judíos creyeron que Dios existió, aunque ellos nunca oyeron Su Voz ni vieron Su Forma; por lo tanto, ¿por qué no creyeron en El Que fue enviado por el Padre, que es precisamente lo que demostraban los Milagros y las Liberaciones?).
38 Ni tenéis Su Palabra permanente en vosotros (si ellos realmente conocieran a Dios como lo afirmaban, Su Palabra permanecerían en ellos, y por lo tanto, creerían en el Hijo, porque la Palabra habló del Hijo): porque Al Que Él envió, a Éste vosotros no creéis (el rechazo de Cristo por los líderes religiosos de Israel demostró no sólo ignorancia de Dios, sino hostilidad hacia Él).

LAS ESCRITURAS
39 Escudriñad Las Escrituras (una orden imperativa, no es solamente una sugerencia); porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la Vida Eterna (debiera haberse traducido, "Ustedes afirman que creen en Las Escrituras, entonces crean lo que éstas dicen acerca de Mí"): y ellas son las que dan testimonio de Mí (la historia entera de la Biblia es "Cristo y Él Crucificado").
40 Y no queréis venir a Mí, para que tengáis Vida (la Vida está en Cristo; para tener aquella Vida, hay que aceptar lo que Cristo hizo en la Cruz).
41 Gloria de los hombres no recibo (Él buscó honor únicamente de Dios; ¡ese debe ser nuestro criterio también!).
42 Mas Yo os conozco, que no tenéis Amor de Dios en vosotros (si alguien es verdaderamente Salvo, entonces tendrá verdaderamente el Amor de Dios).
43 Yo he venido en Nombre de Mi Padre, y no Me recibís (la verdadera razón por la cual ellos no Lo recibieron es porque no conocían al Padre, a pesar de sus afirmaciones): si otro viniere en su propio nombre, a aquél recibiréis (en realidad se refiere al Anticristo venidero, como también a todos los otros Mesías falsos; poco después del Arrebatamiento de la Iglesia, Israel recibirá a un Mesías falso, que afirmarán que él es el que ellos buscaban desde hace ya mucho tiempo; ¡descubrirán para su consternación, cuán equivocados estaban!).
LA INCREDULIDAD
44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los otros (Dios no ministra para el orgullo del hombre, ni modifica la verdad para complacerlo y nutrirlo), y no buscáis la gloria que viene de Dios sólo? (Para buscar y recibir este honor, que se representa en la Manifestación y la Operación del Espíritu Santo, la mayor parte del tiempo incurrirá la ira del establecimiento religioso; en consecuencia, la mayoría de los Predicadores buscan el honor que viene de los hombres.)
45 No penséis que Yo os tengo de acusar delante del Padre (quiere decir que ya ellos son acusados): el que os acusa es Moisés, en quien vosotros esperáis (ellos afirmaban que guardaban la Ley de Moisés, pero en realidad no era cierto).
46 Porque si vosotros creyeseis a Moisés, creeríais a Mí (a pesar de sus afirmaciones, no guardaban la Ley; porque si ellos la guardaran entonces creerían a Cristo): porque de Mí (Gén. 3:15; 17:18; 49:10; Deut. 18:5-18; Luc. 24:27, 44, etc.) escribió él (Moisés).
47 Y si a sus escritos no creéis (sin rodeos les echa en cara que a pesar de sus afirmaciones al contrario, ellos eran, de hecho, incrédulos; ¡toda el mecanismo religioso era sólo un espectáculo! en el fondo ellos no creían en la Biblia más que los paganos), ¿cómo creeréis a Mis Palabras? (Esta pregunta declara la unidad de Cristo y Las Escrituras.)


I Corintios 13 NVI:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 NVI
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta* sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor.
Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 NVI:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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