El 2 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria
El 2 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria:
Oseas 14 a Joel 2:
Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios. ¡Tu perversidad te ha hecho caer! Piensa bien lo que le dirás, y vuélvete al Señor con este ruego: "Perdónanos nuestra perversidad, y recíbenos con benevolencia, pues queremos ofrecerte el fruto de nuestros labios. Asiria no podrá salvarnos; no montaremos caballos de guerra. a cosas hechas por nuestras manos, pues en ti el huérfano halla compasión." "Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia, porque mi ira contra ellos se ha calmado. Yo seré para Israel como el rocío, y lo haré florecer como lirio. ¡Hundirá sus raíces como cedro del Líbano! Sus vástagos crecerán, y tendrán el esplendor del olivo y la fragancia del cedro del Líbano. Volverán a habitar bajo mi sombra, y crecerán como el trigo. Echarán renuevos, como la vid, y serán tan famosos como el vino del Líbano. Efraín, ¿yo qué tengo que ver con las imágenes? ¡Soy yo quien te responde y cuida de ti! Soy como un pino siempre verde; tu fruto procede de mí." El que es sabio entiende estas cosas; el que es inteligente las comprende. Ciertamente son rectos los caminos del Señor: en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes. Joel 1 a 2: Ésta es la palabra del Señor, que vino a Joel hijo de Petuel. ¡Oigan esto, ancianos del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa semejante en sus tiempos o en los de sus antepasados? Cuéntenselo a sus hijos, y que ellos se lo cuenten a los suyos, y éstos a la siguiente generación. Lo que dejaron las langostas grandes lo devoraron las langostas pequeñas; lo que dejaron las langostas pequeñas se lo comieron las larvas; y lo que dejaron las larvas se lo comieron las orugas. ¡Despierten, borrachos, y lloren! Giman, todos los entregados al vino, porque el vino dulce les fue arrebatado de los labios. Una nación poderosa e innumerable ha invadido mi país: tiene dientes de león, colmillos de leona. Asoló mis vides, desgajó mis higueras. Las peló hasta dejar blancas sus ramas; ¡las derribó por completo! Mi pueblo gime como virgen vestida de luto por la muerte de su prometido. Las ofrendas de cereales y las libaciones no se ofrecen ya en la casa del Señor. Hacen duelo los sacerdotes, los ministros del Señor. Los campos yacen devastados, reseca está la tierra; han sido arrasados los cereales, se ha secado el vino nuevo y agotado el aceite. Séquense también ustedes, labradores; giman, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos. La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados, las palmeras, los manzanos, ¡todos los árboles del campo! ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse! Vístanse de duelo y giman, sacerdotes; laméntense, ministros del altar. Vengan, ministros de mi Dios, y pasen la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las libaciones han sido suspendidas en la casa de su Dios. Entréguense al ayuno, convoquen a una asamblea solemne. en la casa del Señor su Dios; reúnan a todos los habitantes del país, y clamen al Señor. ¡Ay de aquel día, el día del Señor, que ya se aproxima! Vendrá como devastación de parte del Todopoderoso. ¿No se nos arrebató el alimento ante nuestros propios ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios? La semilla se pudrió a pesar de haber sido cultivada. y los graneros derribados porque la cosecha se perdió. ¡Cómo brama el ganado! porque no tienen donde pastar, y sufren también las ovejas. A ti clamo, Señor, porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa; las llamas han consumido todos los árboles silvestres. Aun los animales del campo te buscan con ansias, porque se han secado los arroyos y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa. Toquen la trompeta en Sión; den la voz de alarma en mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes del país, pues ya viene el día del Señor; en realidad ya está cerca. Día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y densos nubarrones. Como la aurora que se extiende sobre los montes, así avanza un pueblo fuerte y numeroso, pueblo como nunca lo hubo en la antigüedad ni lo habrá en las generaciones futuras. Antes de que llegue, devora el fuego; cuando ya ha pasado, las llamas lo inflaman todo. Antes de que llegue, el país se parece al jardín del Edén; cuando ya ha pasado, queda un desolado desierto; ¡nada escapa su poder! Tienen aspecto de caballos; galopan como corceles. Y al saltar sobre las cumbres de los montes, producen un estruendo como el de carros de guerra, como el crepitar del fuego al consumir la hojarasca. ¡Son como un ejército poderoso en formación de batalla! Ante él se estremecen las naciones; todo rostro palidece. Atacan como guerreros, escalan muros como soldados. sin romper la formación. No se atropellan entre sí; cada uno marcha en línea. sin romper filas. Se abalanzan contra la ciudad, arremeten contra los muros, trepan por las casas, se meten por las ventanas como ladrones. Ante este ejército tiembla la tierra y se estremece el cielo, el sol y la luna se oscurecen y las estrellas dejan de brillar. Truena la voz del Señor al frente de su ejército; son innumerables sus tropas y poderosos los que ejecutan su palabra. El día del Señor es grande y terrible. ¿Quién lo podrá resistir? "Ahora bien afirma el Señor, vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos." Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, cambia de parecer y no castiga. Tal vez Dios reconsidere y cambie de parecer, y deje tras de sí una bendición. son del Señor su Dios. Toquen la trompeta en Sión, proclamen el ayuno, convoquen a una asamblea solemne. Congreguen al pueblo, purifiquen la asamblea; junten a los ancianos del pueblo, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho. Que salga de su alcoba el recién casado, y la recién casada de su cámara nupcial. Lloren, sacerdotes, ministros del Señor, entre el pórtico y el altar; y digan: "Compadécete, Señor, de tu pueblo. No entregues tu propiedad al oprobio, para que las naciones no se burlen de ella. ¿Por qué habrán de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? " Entonces el Señor mostró amor por su tierra y perdonó a su pueblo. Y les respondió el Señor: "Miren, les enviaré cereales, vino nuevo y aceite, hasta dejarlos plenamente satisfechos; y no volveré a entregarlos al oprobio entre las naciones. "Alejaré de ustedes al que viene del norte, arrojándolo hacia una tierra seca y desolada: lanzaré su vanguardia hacia el mar oriental, y su retaguardia hacia el mar occidental. y se elevará su fetidez." ¡El Señor hará grandes cosas! No temas, tierra, sino alégrate y regocíjate, porque el Señor hará grandes cosas. No teman, animales del campo, porque los pastizales de la estepa reverdecerán; los árboles producirán su fruto, y la higuera y la vid darán su riqueza. Alégrense, hijos de Sión, regocíjense en el Señor su Dios, que a su tiempo les dará las lluvias de otoño. Les enviará la lluvia, la de otoño y la de primavera, como en tiempos pasados. Las eras se llenarán de grano; los lagares rebosarán de vino nuevo y de aceite. "Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas. Ustedes comerán en abundancia, hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor su Dios, que hará maravillas por ustedes. ¡Nunca más será avergonzado mi pueblo! Entonces sabrán que yo estoy en medio de Israel, que yo soy el Señor su Dios, y no hay otro fuera de mí. ¡Nunca más será avergonzado mi pueblo! "Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los siervos y las siervas. En el cielo y en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible. Y todo el que invoque el nombre del Señor escapará con vida, porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá escapatoria, como lo ha dicho el Señor.
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 27
MAS cuando fue determinado que habíamos (Lucas todavía estaba con Pablo) de navegar para Italia (el tiempo ya llegaba cuando Pablo tenía que irse a Roma), entregaron a Pablo y algunos otros presos a un Centurión, llamado Julio, de la compañía Augusta (era "escuadrón" de la élite directamente responsable ante el Emperador). 2 Así que, embarcándonos en una nave Adramitena, partimos, estando con nosotros Aristarco, Macedonio de Tesalónica, para navegar junto a los lugares de Asia (manifiesta que otro de los convertidos de Pablo estaba con él junto con Lucas; en consecuencia, Festo le permitió a Pablo dos compañeros de viaje [Hch. 20:4]). 3 Y otro día llegamos a Sidón (un puerto a unos ciento y cinco kilómetros [setenta millas] al norte de Cesarea). Y Julio, tratando a Pablo con humanidad, le permitió que fuese a los amigos, para ser de ellos asistido (les permitía a Pablo y a sus compañeros quedarse con la gente en Sidón hasta que el barco zarpara; esto demuestra la confianza que le tenía el Centurión a Pablo). 4 Y haciéndonos a la vela desde allí (de Sidón), navegamos bajo de Chipre, porque los vientos eran contrarios. 5 Y habiendo pasado el mar de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 6 Y hallando allí el centurión una nave Alejandrina que navegaba a Italia; nos puso en ella (cambiaron barcos). 7 Y navegando muchos días despacio, y habiendo apenas llegado delante de Gnido, no dejándonos el viento, navegamos bajo de Creta, junto a Salmón (los vientos no eran propicios, por eso no habían avanzado mucho); 8 Y costeándola difícilmente, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos; cerca del cual estaba la ciudad de Lasea (no había ninguna ciudad en Buenos Puertos para abastecer sus tiendas, y Lasea se hallaba a una distancia de unos siete y medio kilómetros [cinco millas]). 9 Y pasado mucho tiempo (pasaron varios días sin vientos propicios), y siendo ya peligrosa la navegación (no era propicio zarpar hasta después del 14 de Septiembre), porque ya era pasado el ayuno, Pablo amonestaba (corresponde al Gran Día de la Expiación, y era en realidad un día de ayuno que sin dudas Pablo y sus dos compañeros iban a guardar), 10 Diciéndoles, Varones, veo que con trabajo y mucho daño, no sólo de la cargazón (cargamento) y de la nave, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la navegación (manifiesta lo que el Señor ya le había relatado a Pablo). 11 Mas el Centurión creía más al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía (decepcionados descubrieron que se equivocaron en su decisión). 12 Y no habiendo puerto (Buenos Puertos) cómodo para invernar, muchos acordaron pasar aún de allí, por si pudiesen arribar a Fenice e invernar allí, que es un puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste (corresponde a un puerto que era espacioso, y estaban unos barcos imperiales de granos que allí echaron anclas para invernar; situado a unos setenta y cinco kilómetros [cincuenta millas] al oeste de Buenos Puertos). 13 Y soplando viento suave, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, alzando velas, iban cerca de la costa de Creta (esperando la dirección del viento). LA TEMPESTAD 14 Mas no mucho después dio en ella un viento repentino, que se llama Euroclidón (era un huracán). 15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo resistir contra el viento, la dejamos, y éramos llevados (quiere decir que el timonel simplemente no podía sostener la rueda por la fuerza del viento; entonces no podía hacer nada más que solamente dejar el barco a la deriva hacia cualquier dirección que el viento soplaba). 16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla que se llama Clauda, apenas pudimos ganar el esquife (el "esquife" al cual Lucas habla era un pequeño bote salvavidas que jalaban, que era la costumbre de ese entonces y permaneció así durante muchos siglos; debido a la tormenta, ellos tenían gran dificultad de conseguir que este esquife llegara a bordo): 17 El cual tomado, usaban de remedios, ciñendo la nave (eran sogas grandes que se tiraban bajo el barco para asegurarlo, que sostenía el barco durante la tormenta); y teniendo temor de que diesen en la Sirte, abajadas las velas, eran así llevados (de este modo ellos serían conducidos por el viento, pero con pocos o sin una sola vela estirada del todo; con la esperanza de que el viento cambiara de dirección antes de que chocaran contra las rocas). 18 Mas siendo atormentados de una vehemente tempestad, al siguiente día alijaron (tuvieron que lanzar ciertas cosas por la borda); 19 Y al tercer día nosotros con nuestras manos arrojamos los aparejos de la nave (corresponde al tercer día después de marcharse de Clauda; lanzaron por la borda cierto equipo de barco, que desesperadamente se requería). 20 Y no pareciendo sol ni estrellas por muchos días, y viniendo una tempestad no pequeña, ya perdimos toda esperanza de sobrevivir (todos ya a bordo se daban cuenta que debieron haber escuchado a Pablo). LA VISIÓN 21 Entonces Pablo, habiendo ya mucho que no comíamos (no se refiere a un "ayuno" como algunos dicen, sino más bien que no había comida cocinada por varios días), puesto en pie en medio de ellos, dijo, Fuera de cierto conveniente, O varones, haberme oído, y no partir de Creta, y evitar este inconveniente y daño (en realidad el Apóstol no tiene la intención de dar una reprimenda, sino más bien dar un fundamento a lo que estaba por decir). 22 Mas ahora os amonesto que tengáis buen ánimo: porque ninguna pérdida habrá de persona alguna de vosotros, sino solamente de la nave (nos dice claramente que sólo el barco con su cargamento de trigo se perdería, pero nadie perdería su vida). 23 Porque esta noche ha estado conmigo el Ángel del Dios del cual yo soy, y al cual sirvo (las declaraciones del cual yo soy, al cual sirvo, y yo confío en Dios [v. 25] crean una noble confesión de Fe), 24 Diciendo, Pablo, no temas (se expresó de esta manera porque hubo temor en el corazón de Pablo, así como todos los demás a bordo); es necesario que seas presentado delante de César (no por la petición de Pablo a César, o por los cargos de los Judíos contra él, sino por el Plan Divino): y, he aquí, Dios te ha dado todos los que navegan contigo (más le vale a todo Santo saber con qué Predicador anda). 25 Por tanto, O varones, tened buen ánimo: porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho (insinúa que era posible que algunos no creyeron lo que Pablo decía). 26 Si bien es necesario que demos en una isla (¡el Ángel evidentemente no le dijo cuál Isla a Pablo!). EL NAUFRAGO 27 Y venida la decimacuarta noche (correspondía a la duración de tiempo después de partir de Puertos Buenos; porque la tormenta había durado unas dos semanas), y siendo llevados por el mar Adriático, los marineros a la medianoche sospecharon que estaban cerca de alguna tierra (se podía oír las olas que se rompían en la playa o en las rocas, a la distancia); 28 Y echando la sonda, hallaron veinte brazas (a una profundidad de unos 36 metros [120 pies]): y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 29 Y habiendo temor de dar en lugares escabrosos, echando cuatro anclas de la popa, deseaban que se hiciese de día (estaban preocupados y ansiosos de que se acabara la noche para poder ver donde estaban). 30 Entonces procurando los marineros huir de la nave, lanzaron el esquife al mar (describe a algunos y tal vez a todos los de la tripulación del barco que estaban por tomar la única barca que tenían para alcanzar la orilla, en verdad, para abandonar el barco), aparentando como que iban a largar las anclas de proa (demuestra su engaño, pero Pablo observaba todo el disimulo), 31 Pablo dijo al Centurión y a los soldados, Si éstos no quedan en la nave, vosotros no podéis salvaros (para obtener las Promesas de Dios, debemos acatar a Sus Condiciones). 32 Entonces los soldados cortaron los cabos del esquife, y lo dejaron perder (el Centurión le cree ahora a Pablo). 33 Y como comenzó a ser de día, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo, Éste es el decimocuarto día que esperáis y permanecéis ayunos, no comiendo nada (¡nada! la palabra Griega que se emplea aquí quiere decir que no comieron comida asidua). 34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud (habían de obligarse a comer algo de alimento, sin importar si estaban mareados, que sin duda, lo estaban algunos de ellos): que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá (es decir si van a obedecer lo que les digo). 35 Y habiendo dicho esto, tomando el pan, dio gracias a Dios en presencia de todos y partiendo, comenzó a comer (lo que cada Creyente tiene que hacer en cada comida, también). 36 Entonces todos teniendo ya mejor ánimo, comieron ellos también (algo de alimento). 37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis (las 276 personas a bordo, que significa que el barco era bastante grande). 38 Y satisfechos de comida, aliviaban la nave, echando el grano al mar (lo que quedó del cargamento estaba todavía a bordo). 39 Y cuando se hizo de día, no conocían la tierra (no sabían donde se encontraban): mas veían un golfo que tenía orilla, al cual acordaron echar, si pudiesen, la nave (querían acercar el barco lo más posible a la orilla). 40 Cortando pues las anclas, las dejaron en el mar, largando también las ataduras de los gobernalles; y alzada la vela mayor al viento, se iban a la orilla (¡de nuevo, procuraban acercarse lo más posible!). 41 Mas dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, estaba sin moverse, y la popa se abría con la fuerza del mar (no podían acercar tanto como lo querían). 42 Entonces el acuerdo de los soldados era que matasen los presos, para que ninguno se fugase nadando (la razón por esto es que la Ley Romana condenaba a muerte a los guardias si se escapaban los presos que estaban bajo su vigilia). 43 Mas el Centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo (indica que este hombre ya sabe que Pablo no era sólo otro preso); y mandó que los que pudiesen nadar, se echasen los primeros, y saliesen a tierra: 44 Y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra (se cumplió exactamente lo que el Ángel le comunicó a Pablo).
Primera Corintios Capítulo 13:
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