07 April 2024

El 7 de abril Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre

Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1

El 7 de abril Lectura Bíblica Diaria:

2 Samuel 11 a 13:
11 Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa. Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta. Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David. Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra. Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real. Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa. E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa? Y Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa. Y David dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa. Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo. Entonces envió Joab e hizo saber a David todos los asuntos de la guerra. Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra, si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué os acercasteis demasiado a la ciudad para combatir? ¿No sabíais lo que suelen arrojar desde el muro? ¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y murió en Tebes? ¿Por qué os acercasteis tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu siervo Urías heteo es muerto. Fue el mensajero, y llegando, contó a David todo aquello a que Joab le había enviado. Y dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros los hombres que salieron contra nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta; pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; y murió también tu siervo Urías heteo. Y David dijo al mensajero: Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale. Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová. 12 Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto? Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió. Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí. Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová, y envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová. Joab peleaba contra Rabá de los hijos de Amón, y tomó la ciudad real. Entonces envió Joab mensajeros a David, diciendo: Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad de las aguas. Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, y acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad y sea llamada de mi nombre. Y juntando David a todo el pueblo, fue contra Rabá, y combatió contra ella, y la tomó. Y quitó la corona de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Y sacó muy grande botín de la ciudad. Sacó además a la gente que estaba en ella, y los puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los hizo trabajar en los hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén. 13 Aconteció después de esto, que teniendo Absalón hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró de ella Amnón hijo de David. Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna. Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Simea, hermano de David; y Jonadab era hombre muy astuto. Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas enflaqueciendo así? ¿No me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano. Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama, y finge que estás enfermo; y cuando tu padre viniere a visitarte, dile: Te ruego que venga mi hermana Tamar, para que me dé de comer, y prepare delante de mí alguna vianda, para que al verla yo la coma de su mano. Se acostó, pues, Amnón, y fingió que estaba enfermo; y vino el rey a visitarle. Y dijo Amnón al rey: Yo te ruego que venga mi hermana Tamar, y haga delante de mí dos hojuelas, para que coma yo de su mano. Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Vé ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer. Y fue Tamar a casa de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y amasó, e hizo hojuelas delante de él y las coció. Tomó luego la sartén, y las sacó delante de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí. Entonces Amnón dijo a Tamar: Trae la comida a la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba. Y cuando ella se las puso delante para que comiese, asió de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo. Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza. Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los perversos en Israel. Te ruego pues, ahora, que hables al rey, que él no me negará a ti. Mas él no la quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella. Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete. Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es este de arrojarme, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oír, sino que llamando a su criado que le servía, le dijo: Echame a ésta fuera de aquí, y cierra tras ella la puerta. Y llevaba ella un vestido de diversos colores, traje que vestían las hijas vírgenes de los reyes. Su criado, pues, la echó fuera, y cerró la puerta tras ella. Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba vestida, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando. Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no se angustie tu corazón por esto. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano. Y luego que el rey David oyó todo esto, se enojó mucho. Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana. Aconteció pasados dos años, que Absalón tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto a Efraín; y convidó Absalón a todos los hijos del rey. Y vino Absalón al rey, y dijo: He aquí, tu siervo tiene ahora esquiladores; yo ruego que venga el rey y sus siervos con tu siervo. Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío, no vamos todos, para que no te seamos gravosos. Y aunque porfió con él, no quiso ir, mas le bendijo. Entonces dijo Absalón: Pues si no, te ruego que venga con nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo? Pero como Absalón le importunaba, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey. Y Absalón había dado orden a sus criados, diciendo: Os ruego que miréis cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino; y al decir yo: Herid a Amnón, entonces matadle, y no temáis, pues yo os lo he mandado. Esforzaos, pues, y sed valientes. Y los criados de Absalón hicieron con Amnón como Absalón les había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, y montaron cada uno en su mula, y huyeron. Estando ellos aún en el camino, llegó a David el rumor que decía: Absalón ha dado muerte a todos los hijos del rey, y ninguno de ellos ha quedado. Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos, y se echó en tierra, y todos sus criados que estaban junto a él también rasgaron sus vestidos. Pero Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han dado muerte a todos los jóvenes hijos del rey, pues sólo Amnón ha sido muerto; porque por mandato de Absalón esto había sido determinado desde el día en que Amnón forzó a Tamar su hermana. Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón ese rumor que dice: Todos los hijos del rey han sido muertos; porque sólo Amnón ha sido muerto. Y Absalón huyó. Entre tanto, alzando sus ojos el joven que estaba de atalaya, miró, y he aquí mucha gente que venía por el camino a sus espaldas, del lado del monte. Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen; es así como tu siervo ha dicho. Cuando él acabó de hablar, he aquí los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos. Mas Absalón huyó y se fue a Talmai hijo de Amiud, rey de Gesur. Y David lloraba por su hijo todos los días. Así huyó Absalón y se fue a Gesur, y estuvo allá tres años. Y el rey David deseaba ver a Absalón; pues ya estaba consolado acerca de Amnón, que había muerto.

Salmo 64:
Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo. Escóndeme de esa pandilla de impíos, de esa caterva de malhechores. Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. Emboscados, disparan contra el inocente; le tiran sin temor y sin aviso. Unos a otros se animan en sus planes impíos, calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: "¿Quién las verá?" Maquinan injusticias, y dicen: "¡Hemos tramado un plan perfecto!" ¡Cuán incomprensibles son la *mente y los pensamientos humanos! Pero Dios les disparará sus flechas, y sin aviso caerán heridos. Su propia lengua será su ruina, y quien los vea se burlará de ellos. La humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y meditará en sus obras. Que se regocijen en el Señor los justos; que busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!



Proverbios 27:
No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá. No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben. Pesada es la piedra, pesada es la arena, pero más pesada es la ira del necio. Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto. Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa. Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga; al hambriento, hasta lo amargo le es dulce. Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar. El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo. No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un  problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder a los que me desprecian. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Toma la prenda del que salga fiador por un extraño; reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena. El mejor saludo se juzga una impertinencia cuando se da a gritos y de madrugada. Gotera  constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea. Quien la domine, podrá dominar el viento y retener aceite en la mano. El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. El que cuida de la higuera comerá de sus higos, y el que vela por su amo recibirá honores. En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre jamás se dan por satisfechos. En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas, el hombre. Aunque al necio lo muelas y lo remuelas, y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad. Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura. Cuando se limpien los campos y brote el verdor, y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre.


El Libro de Judas Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
JUDAS



INTRODUCCIÓN
(66 d.C.)




JUDAS, siervo de Jesucristo, y Hermano de Santiago (Judas era el hermanastro del Señor Jesucristo también), a los Llamados (la idea, como se expresa aquí por el Espíritu Santo a través de Judas, es que Dios no quiere perder a la gente que Él ha Llamado Suya Propia por la doctrina errónea), Santificados en Dios el Padre (debiera traducirse, "a aquéllos quienes son amados por Dios el Padre"), y conservados en Jesucristo (en efecto, dice, "Dios el Padre sigue preservando a los Santos protegidos por Jesucristo").
2 Misericordia, y Paz, y Amor os sean multiplicados (todo hecho posible por la Cruz, y la Cruz sola).
FALSOS MAESTROS
3 Amados, por la gran solicitud (un impulso generado por el Espíritu Santo) que tenía que escribiros de la común Salvación (al principio él había pensado escribir una Epístola parecida a la de Romanos, pero el Espíritu Santo, aunque era el Autor del impulso, no le guiaba en esta dirección), me ha sido necesario escribiros (la implicación es que aquello que tenía que ser escrito, como sea, tuvo que ser escrito de inmediato, pues, el tiempo le exigía una respuesta rápida) amonestándoos que contendáis eficazmente por la Fe (los Santos deben defender las Doctrinas del Cristianismo con esfuerzo intenso) que ha sido una vez dada a los Santos (se refiere al hecho de que no se dará ninguna otra Fe; la idea es de que Dios dio las Doctrinas Cristianas a los Santos como señal de la Verdad para ser protegidas).
4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente (los falsos maestros se habían   infiltrado en la Iglesia), los cuales desde antes habían estado ordenados para esta condenación, hombres impíos (entraron con sigilo y falsedad; sin embargo, sus métodos no eran nuevos de ninguna manera; adoptaron una expresión externa de luz), convirtiendo la Gracia de nuestro Dios en libertinaje (se refiere al hecho de que habían convertido la "Gracia" en libertinaje), y negando a Dios que sólo es El Que tiene dominio, y a nuestro Señor Jesucristo (si negamos la Cruz, que es el Plan de la Redención de Dios, negamos al mismo tiempo al Padre y al Hijo).
5 Os quiero pues amonestar (sugiere algo de ansiedad y recriminación, lo cual puede compararse al tono de Pablo en sus escritos a los Gálatas), ya que alguna vez habéis sabido esto, que el Señor habiendo salvado al Pueblo de Egipto, después destruyó a los  que no creían (la incredulidad destruyó a los Israelitas en el desierto y hará lo mismo en la actualidad).
6 Y a los Ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación (estos Ángeles particulares no mantuvieron su posición original en la cual fueron creados, sino que transgredieron esos límites para invadir el territorio foráneo que fue para ellos, a saber, la raza humana; dejaron el Cielo y vinieron a la Tierra, procurando cohabitar con mujeres, lo que fue así [Gén. 6:4]), Él (el Señor) los ha reservado encadenándolos de oscuridad en prisiones eternas hasta el Juicio del Gran Día. (Estos Ángeles están ahora encarcelados [II Ped. 2:4], y serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco, luego lanzados en "el Lago de Fuego" donde permanecerán para siempre jamás [Apoc. 20:10].)
7 Como Sodoma y Gomorra, y las ciudades comarcanas, las cuales de la misma manera (el Texto Griego introduce una comparación que muestra una semejanza entre los Ángeles del Versículo 6 y las ciudades de Sodoma y Gomorra; pero la semejanza entre ellos es más profunda que el hecho de que ambos fueron culpables de cometer el pecado; se extiende al hecho de que ambos fueron culpables del mismo pecado idéntico) que ellos habían fornicado, y habían seguido la carne extraña (los Ángeles cohabitaban con mujeres; el pecado de Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, fue la homosexualidad [Rom. 1:27]), fueron puestos por ejemplo, sufriendo el juicio del fuego eterno (aquéllos que participan en el pecado de la homosexualidad y se niegan a  arrepentirse sufrirán la venganza del Lago de Fuego).
8 De la misma manera también estos soñadores amancillan la carne (Judas compara a estos falsos maestros con los "soñadores impíos," y se refiere a sus doctrinas como frutos de mera imaginación y fantasías), y menosprecian la potestad (se niegan a vivir por la Palabra de Dios, sino que prefieren inventar su propia religión), y vituperan las potestades superiores (profieren injurias contra la Palabra de Dios, y más en particular a Cristo y la Cruz).
9 Pero cuando el Arcángel Miguel (ningún otro Ángel lleva el título de Arcángel, como está registrado; existen otros que son Ángeles Principales y Miguel es nada más que uno de ellos [Dan. 10:13]) contendía con el Diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés (después de la muerte de Moisés, Satanás exigió el cuerpo del Legislador que el  Arcángel Miguel se lo negó), no se atrevió a usar de juicio de maldición contra él (contra Satanás), sino que dijo, El Señor te reprenda. (Un "juicio de maldición" hubiera puesto a Miguel en el mismo nivel que el Diablo al cual el gran Arcángel no se rebajaría, ¡y con razón!)
10 Pero éstos (falsos maestros) maldicen las cosas que no conocen (el refrán se aplica aquí, "no hay nada tan atrevido como la ignorancia"): y las cosas que naturalmente conocen, se corrompen en ellas (pudiera traducirse, "por estas cosas se arruinan"), como bestias brutas. (Judas se refiere a estos falsos maestros que son comparados a los animales irracionales.)
11 ¡Ay de ellos! (acerca de la apostasía y los apóstatas, el Espíritu Santo les dice, "¡Ay!") porque han seguido el camino de Caín (el tipo de hombre religioso que cree en Dios y "religión," pero de acuerdo a su propia voluntad, y quien rechaza la Redención por la sangre), y se lanzaron en el error de Balaam por recompensa (el error de Balaam consistía en que él estuvo ciego a la moralidad superior de la Cruz, por la cual Dios mantiene y hace cumplir las autoridades y sanciones horribles de Su Ley, para que Él pueda ser Justo y el Justificador del pecador Creyente; él amó el pago de la iniquidad en codiciar los regalos de Balac [Núm. 22:7, 17, 37; 24:11; II Ped. 2:15]), y perecieron en la contradicción de Coré (la contradicción de este hombre fue su rebelión contra Aarón como el Sacerdote designado de Dios; era una negación, en principio, del Sumo Sacerdocio de Cristo [Núm., Capítulo 16]).
12 Estos son manchas (piedras) en vuestros convites, que banquetean juntamente (estos falsos maestros participaban en la Cena del Señor, por eso, afirmaban ser Piadosos), apacentándose a sí mismos sin temor alguno (promovían sus propias estratagemas y lujurias en vez de cuidar el rebaño de Dios): nubes sin agua (tal decepciona la tierra que requiere la lluvia; igualmente, estos falsos maestros se veían bien en apariencia, pero en el interior no tenían sustancia), las cuales son llevadas de acá para allá de los vientos (buscan a los Creyentes que tienen comezón de oídos; no tienen una dirección exacta de la Palabra de Dios); árboles marchitos como en otoño, sin fruto (no hay fruto apropiado, simplemente porque el fruto bueno no se puede producirse de un árbol malo), dos veces muertos (ellos estaban muertos en transgresiones y pecados antes de ser salvos, y ahora le han dado la espalda a Dios y están muertos de nuevo, es decir, "dos veces muertos") y desarraigados (no son como el árbol verdadero plantado junto a las aguas);
13 Fieras ondas del mar (la destrucción causada por la doctrina errónea), que espuman sus mismas abominaciones (la doctrina errónea se parece a la espuma o la espuma en la costa del mar); estrellas erráticas (una estrella imprevisible que no proporciona dirección para la navegación), a las cuales es reservada eternalmente la oscuridad de las tinieblas (se refiere a su perdición eterna [II Ped. 2:4]).
14 De los cuales también profetizó Enoc (la traducción debiera leer, "Profetizado con respecto a estos falsos maestros de estos últimos días"), séptimo desde Adán (la persona del Antiguo Testamento con aquel nombre, el hombre que "anduvo con Dios" [Gén. 5:18-24]), diciendo, He aquí, el Señor es venido con Sus Santos millares (es realmente, "Sus diez millares de Santos," que literalmente significa "un número ilimitado"; esta cita es tomada del Libro de Enoc, que estuvo perdido por muchos siglos con la excepción de varios fragmentos, pero fue encontrado en su totalidad en una copia de la Biblia de Etiopía en 1773),
15 A hacer Juicio contra todos (se refiere a Cristo Juzgando las naciones del mundo, que dará inicio a principios del Reinado Milenario), y a convencer a todos los impíos de entre ellos tocante a todas sus obras de impiedad que han hecho impíamente (la palabra "impía" es usada cuatro veces de alguna forma en este Versículo, diciéndonos que la impiedad es total; también, "todos(as)" es usado cuatro veces, lo que significa que nadie se escapará de este Juicio), y a todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra Él. (Toda declaración impía contra Cristo será tratada en ese entonces.)
16 Estos son murmuradores, criticones, andando según sus deseos (Judas tiene en mente a estos hombres que no pueden obtener lo suficiente para satisfacer sus lujurias y, por eso, se quejan de todo); y su boca habla cosas soberbias, teniendo en admiración las personas por causa del provecho (se refiere a demostrar "acepción de persona"; usan la adulación por amor a la ganancia).
EXHORTACIONES
17 Mas vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes han sido dichas por los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo (en efecto, se refiere a aquéllas dadas por Pedro y otros);
18 Como os decían que en el postrer tiempo habría burladores (se refiere a los últimos días, de hecho, la misma época en la cual vivimos actualmente), que andarían según sus malvados deseos. (Se refiere a trazar un plan que no es de acuerdo a Dios, sino de la carne; ¡han abandonado la Cruz!)
19 Éstos son los que hacen divisiones (debiera traducirse, "éstos son aquéllos que se separan"; han abandonado la Cruz, eligen otro camino deliberadamente), sensuales (se   refiere a lo que no es del Espíritu, sino más bien lo que es de la carne), no teniendo el Espíritu (aquéllos que obran fuera de la Cruz de Cristo).
20 Mas vosotros, Oh Amados (hace contrastar de los Santos con los falsos maestros), edificándoos (construir hasta terminar la estructura por el cual ya está puesto el fundamento) sobre vuestra Santísima Fe (Jesucristo y Él Crucificado), orando en el Espíritu Santo (nuestra oración debe ejercitarse en la esfera del Espíritu Santo, motivada y autorizada por Él),
21 Conservaos en el Amor de Dios (hay que procurar quedarnos dentro del círculo de Su Amor, que sólo se puede lograr al hacer constantemente la Cruz el Objeto de su Fe), esperando la Misericordia de nuestro Señor Jesucristo para Vida Eterna (anhelando el Arrebatamiento de la Iglesia, todo hecho posible por lo que Jesús hizo en la Cruz).
22 Y recibid a algunos con compasión, discerniendo (a los falsos maestros se han de tratar caso por caso, se refiere al hecho de que ha de tratarse cada uno en forma diferente; "algunos con compasión"):
23 Mas a los otros tratad de salvarlos con temor (este grupo particular hay que tratarlo directa y enérgicamente), arrebatándolos del fuego (el fuego de la destrucción); aborreciendo aun la ropa que es contaminada de la carne (indica las obras de la carne,   que siempre caracterizan a aquéllos que siguen una dirección además de la Cruz).
BENDICIÓN FINAL
24 A Aquél, pues, Que es poderoso para guardaros sin caída (como declaramos repetidamente, Cristo es la Fuente de todas las cosas, pero la Cruz es el medio), y presentaros delante de la Presencia de Su Gloria irreprensibles, con gran alegría (el Espíritu Santo, en el momento designado, nos presentará al Padre, y lo hará "con gran alegría"; se refiere al Creyente que se presenta intachable ante el Tribunal de Cristo, todo debido a Cristo y lo que Él hizo en la Cruz [Col. 1:22; I Tes. 3:13]),
25 Al Dios sólo sabio, nuestro Salvador (se refiere a la Cruz), sea Gloria y Magnificencia, Imperio y Potencia, ahora y por todos los siglos. Amén. (Todo Creyente tendrá parte en esto y para siempre; de nuevo, todo a causa de la Cruz.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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