20 December 2023

El 20 de diciembre Lectura Bíblica Diaria

El Mensaje de la Cruz



El 20 de diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Joel 3 a Amós 2:
 
3 Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber. Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todo el territorio de Filistea? ¿Queréis vengaros de mí? Y si de mí os vengáis, bien pronto haré yo recaer la paga sobre vuestra cabeza. Porque habéis llevado mi plata y mi oro, y mis cosas preciosas y hermosas metisteis en vuestros templos; y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos, para alejarlos de su tierra. He aquí yo los levantaré del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza; y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, nación lejana; porque Jehová ha hablado. Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra. Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy. Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes. Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella. Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas; y saldrá una fuente de la casa de Jehová, y regará el valle de Sitim. Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente. Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación y generación. Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado; y Jehová morará en Sion.
Amós 1 a 2:
1 Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. Dijo: Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro. Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de Ben-adad. Y quebraré los cerrojos de Damasco, y destruiré a los moradores del valle de Avén, y los gobernadores de Bet-edén; y el pueblo de Siria será transportado a Kir, dice Jehová. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Gaza, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque llevó cautivo a todo un pueblo para entregarlo a Edom. Prenderé fuego en el muro de Gaza, y consumirá sus palacios. Y destruiré a los moradores de Asdod, y a los gobernadores de Ascalón; y volveré mi mano contra Ecrón, y el resto de los filisteos perecerá, ha dicho Jehová el Señor. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos. Prenderé fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor. Prenderé fuego en Temán, y consumirá los palacios de Bosra. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de los hijos de Amón, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque para ensanchar sus tierras abrieron a las mujeres de Galaad que estaban encintas. Encenderé fuego en el muro de Rabá, y consumirá sus palacios con estruendo en el día de la batalla, con tempestad en día tempestuoso; y su rey irá en cautiverio, él y todos sus príncipes, dice Jehová. 2 Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Moab, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque quemó los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos. Prenderé fuego en Moab, y consumirá los palacios de Queriot; y morirá Moab con tumulto, con estrépito y sonido de trompeta. Y quitaré el juez de en medio de él, y mataré con él a todos sus príncipes, dice Jehová. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén. Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo nombre. Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses. Yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como una encina; y destruí su fruto arriba y sus raíces abajo. Y a vosotros os hice subir de la tierra de Egipto, y os conduje por el desierto cuarenta años, para que entraseis en posesión de la tierra del amorreo. Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice Jehová, hijos de Israel? Mas vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas mandasteis diciendo: No profeticéis. Pues he aquí, yo os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de gavillas; y el ligero no podrá huir, y al fuerte no le ayudará su fuerza, ni el valiente librará su vida. El que maneja el arco no resistirá, ni escapará el ligero de pies, ni el que cabalga en caballo salvará su vida. El esforzado de entre los valientes huirá desnudo aquel día, dice Jehová.

Salmo 54: 
Dios mío, ¡sálvame por tu nombre! ¡Defiéndeme con tu poder! Dios mío, ¡escucha mi oración! ¡Presta oído a las palabras de mi boca! Gente extraña se ha levantado contra mí; gente violenta intenta matarme. Dios mío, ¡son gente que no te toma en cuenta! Pero tú, mi Dios, eres quien me ayuda; tú, Señor, eres quien sustenta mi vida. Por tu fidelidad, ¡destrúyelos! ¡Devuélveles el mal a mis enemigos! Yo, Señor, te ofreceré sacrificios voluntarios, y alabaré tu nombre, porque es bueno alabarte; porque tú me has librado de toda angustia, y con mis ojos he visto la ruina de mis enemigos.
  
Proverbios 11: 
Al Señor le repugnan las pesas falsas, pero le agradan las pesas cabales. Con la soberbia llega también la deshonra, pero la sabiduría acompaña a los humildes. La integridad guía a los hombres rectos pero la perversidad destruye a los pecadores. De nada sirven las riquezas en el día de la ira, pero la justicia te librará de la muerte. La justicia corrige el rumbo del hombre cabal, pero el impío tropieza por su maldad. La justicia de los rectos los pone a salvo, pero a los pecadores los atrapa su pecado. Con el malvado muere su esperanza; muere la expectación de los malvados. El justo se libra de la tribulación, y su lugar lo ocupa el impío. El impío daña a su prójimo con sus labios, pero a los justos los salva la sabiduría. Si a los justos les va bien, la ciudad se alegra; también hay fiesta cuando los impíos perecen. La bendición de los justos enaltece a la ciudad; la boca de los impíos la trastorna. El falto de cordura menosprecia a su prójimo; el hombre prudente sabe guardar silencio. Quien es chismoso da a conocer el secreto; quien es ecuánime es también reservado. Cuando no hay buen guía, la gente tropieza; La seguridad depende de los muchos consejeros. Avala a un extraño y vivirás angustiado; evita dar fianzas y vivirás tranquilo. La mujer agraciada acrecienta su honra; la gente violenta acrecienta sus riquezas. El hombre de bien se hace bien a sí mismo; el hombre cruel a sí mismo se hace daño. Las obras del malvado no tienen sustento; sembrar la justicia tiene un premio seguro. La justicia conduce a la vida, y seguir el mal conduce a la muerte. El Señor detesta  al corazón perverso, pero ama a los que van por el camino recto. Tarde o temprano, el malvado será castigado, pero los justos y los suyos saldrán bien librados. La mujer bella pero fatua es como argolla de oro en hocico de cerdo. Los justos sólo abrigan buenos deseos; la esperanza de los impíos es el enojo. A quienes reparten, más se les da; los tacaños acaban en la pobreza. El que es magnánimo, prospera; el que sacia a otros, será saciado. Al que acapara el trigo, el pueblo lo maldice, pero bendice al que lo vende. El que procura el bien, es bien favorecido; al que procura el mal, el mal le sobreviene. El que confía en sus riquezas, fracasa; los justos, en cambio, reverdecen como ramas. El que trastorna su casa hereda el viento; el necio acaba siendo esclavo del sabio. El fruto del justo es árbol de vida; el que arrebata la vida no es sabio. El justo recibe su recompensa en la tierra, ¡y también el impío y el pecador! 


El Libro de Los Hechos Capítulo 28 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart: 


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
 



CAPÍTULO 28
(62 d.C.)
MALTA
 



Y CUANDO escapamos, entonces supimos que la isla se llamaba Melita (se llama ahora Malta, y está situada a unos setenta y cinco kilómetros [cincuenta millas] al sur de Sicilia en el Mediterráneo).
2 Y los bárbaros nos mostraron no poca humanidad (Lucas no tiene la intención de que sea un insulto; solamente se estaba refiriendo a la gente que no estaba bajo la influencia de la cultura Griega): porque, encendido un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que venía, y del frío.
EL MILAGRO
3 Entonces habiendo Pablo recogido algunos sarmientos, y lo puesto en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le prendió en la mano (demuestra que Satanás fracasó en su intento de matar a Pablo en una tormenta, y ahora intenta con otra táctica).
4 Y cuando los bárbaros vieron la víbora colgando de su mano, decían los unos a los otros, Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir (ya sabían que el veneno de esta clase de víbora podía matar a cualquier persona).
5 Mas él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún mal padeció (¡no significa que no sintió el dolor de la mordida, sino que no empezó a hincharse al instante como era normal!).
6 Empero ellos estaban esperando cuándo se había de hinchar, o caer muerto de repente (presenciaron en persona cuando la serpiente le mordió a Pablo, también hasta cuando colgaba de su mano; por eso sabían que el reptil le mordió con fuerza): mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, mudados, decían que era un dios (es probable que se refería a Hércules; era uno de los dioses de los Fenicios y lo adoraban en Malta bajo el título del disipador del mal).
7 En aquellos lugares había heredades del Principal de la isla, llamado Publio (este hombre tenía un nombre Romano, por eso es probable que era el oficial Romano en esta Isla); el cual nos recibió y hospedó tres días humanamente.
SANIDAD
8 Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebres y de disentería (un término médico que Lucas empleaba, por ser Médico; el hombre tenía una fiebre recurrente y disentería): al cual Pablo entró, y después de haber orado, le puso las manos encima, y le sanó (el Señor es todavía el Sanador).
9 Y esto hecho, también otros que en la isla tenían enfermedades, llegaban, y eran sanados:
10 Los cuales también nos honraron con muchos obsequios (claramente indica cosas materiales como ropa, alimento y hasta regalos de dinero, etc.); y cuando partimos, nos cargaron de las cosas necesarias (sin duda, se refiere a las 276 personas que habían sufrido el naufragio).
11 Así que, pasados tres meses, navegamos en una nave Alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux (describe a otro barco de grano procedente de la misma ciudad de donde se estacionaba el barco naufragado [Hch. 27:6]; los dos signos mencionados eran las divinidades favoritas de los marineros del Mediterráneo de esa época; era la costumbre tener sus imágenes, independientemente de lo que fuesen, en la proa y popa de sus barcos).
12 Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días (Siracusa era el Congreso de Sicilia, a unos ciento y veinte kilómetros [ochenta millas] al norte de Malta).
13 De allí, costeando alrededor (tomaba el rumbo navegable), vinimos a Regio: y otro día después, soplando el austro, vinimos al segundo día a Puteoli (Puteoli era el puerto principal en la Bahía de Nápoles):
14 Donde habiendo hallado Hermanos (aquellos que eran seguidores de Cristo), nos rogaron que quedásemos con ellos siete días (el Centurión permitió que Pablo permaneciera con estos Hermanos, y sin duda, les predicaba el Evangelio durante este tiempo): y luego vinimos a Roma (terminan este arriesgado viaje a pie).
15 De donde, oyendo de nosotros los Hermanos (de Roma), nos salieron a recibir hasta la plaza de Apio, y Las Tres Tabernas (un corredor iba al Congreso informando a los Hermanos de la llegada de Pablo; por consiguiente, un grupo salía para encontrarse con Pablo): a los cuales cuando Pablo vio, dio gracias a Dios, y tomó aliento (se refiere al compañerismo que el Apóstol y los que le acompañaban disfrutaban mucho).
ROMA
16 Y cuando llegamos a Roma, el Centurión entregó los presos al Prefecto de los Ejércitos (corresponde al Comandante de la Guardia Pretoriana de Nerón): mas a Pablo fue permitido estar por sí, con un soldado que le guardase (es obvio que trataron en forma diferente a Pablo que a los demás presos; es claro que le concedieron favores especiales).
17 Y aconteció que tres días después, Pablo convocó a los Principales de los Judíos (no sólo se refiere al Líder Judío principal en Roma, pero a los otros líderes también): a los cuales, luego que estuvieron juntos, les dijo, Yo, varones Hermanos (el relato siguiente parece indicar que los Hermanos del Versículo 15 no tenían ningun vínculo con estos Líderes Judíos), no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra los ritos de la patria, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los Romanos (explica que el Apóstol relata la situación exactamente como ocurría).
18 Los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar; por no haber en mí ninguna causa de muerte (tiene que ver con los Romanos, no con los Judíos, como lo explica el siguiente Versículo).
19 Mas contradiciendo los Judíos, fui forzado a apelar a César (expresa que el Apóstol hizo esto para salvar su vida); no que tenga de qué acusar a mi Nación (no fue a Roma para acusar ni causar problemas a los Judíos).
20 Así que, por esta causa, os he llamado para veros y hablaros: porque por la esperanza de Israel estoy rodeado de esta cadena (en efecto, dice que todo esto es para la proclamación de Cristo como el Mesías de Israel y el Salvador del mundo).
PABLO
21 Entonces ellos le dijeron, Nosotros ni hemos recibido cartas tocante a ti de Judea, ni ha venido alguno de los Hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti (probablemente correspondía al hecho de que la Ley Romana castigaba a los fracasados acusadores de los ciudadanos Romanos; es difícil entender por qué estos Líderes Judíos en Roma nunca habían oído de Pablo, pero parece que así era, o sabían poco de él).
22 Mas querríamos oír de ti lo que sientes (manifiesta una gran oportunidad que se le presenta a Pablo): porque de esta secta notoria (el Cristianismo) sabemos que en todos lugares es contradicha (el verdadero Cristianismo Bíblico continúa en lugares que se habla contra ello).
23 Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada (se cree que le permitieron alquilar una casa, y morar allí durante su permanencia en Roma); a los cuales declaraba y testificaba el Reino de Dios, persuadiéndoles lo concerniente a Jesús, por la Ley de Moisés y por los Profetas, desde la mañana hasta la tarde (oyeron la "Palabra" como nunca antes habían oído la "Palabra"; sobre todo, oyeron acerca de Jesús, a Quien la Palabra señaló).
24 Y algunos asentían a lo que se decía, mas algunos no creían (algunos aceptaron a Cristo como Señor, Mesías y Salvador, y otros no).
LOS JUDÍOS
25 Y cuando fueron entre sí discordes, se fueron, diciendo Pablo esta palabra, Bien ha hablado el Espíritu Santo por el Profeta Isaías a nuestros Padres (el instrumento era Isaías pero el Orador era el Espíritu Santo),
26 Diciendo, Ve a este pueblo, y diles, De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis (Isa. 6:9-10; expresa la sexta de las siete veces que el Espíritu Santo hace mención [Isa. 6:9; Mat. 13:14; Marc. 4:12; Luc. 8:10; Jn. 12:40; Hch. 28:26; Rom. 11:8]):
27 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y de los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos taparon; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane (es un rechazo voluntarioso de la Verdad, que efectúa un juicio voluntarioso del endurecimiento del corazón).
28 Os sea pues notorio que a los Gentiles es enviada esta Salvación de Dios, y ellos oirán (expresa la última declaración de Pablo al liderazgo Judío de Roma ese día; en efecto, él dice que la Salvación de Dios se encuentra sólo en Jesús).
29 Y habiendo dicho esto, los Judíos salieron, teniendo entre sí gran contienda (discutían mucho de lo que él había dicho).
ROMA
30 Pablo empero, quedó dos años enteros en su casa alquilada (una casa alquilada), y recibía a todos los que a él venían (sin duda, fortalecía la Iglesia en Roma),
31 Predicando el Reino de Dios (se refiere a la Norma de Dios en el corazón humano y vida) y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento (se dice que hasta algunos de la casa de César fueron convertidos [Fil. 4:22]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels: , , , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home