04 November 2018

El 4 de noviembre Lectura Bíblica Diaria

SonLifeTV.com/español
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre

Pasaporte al Imposible

El 4 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 46 a 48: 


La palabra del Señor acerca de las naciones vino a Jeremías el profeta. En cuanto a Egipto, éste es el mensaje contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que en el año cuarto del gobierno de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, fue derrotado en Carquemis, junto al río Éufrates, por Nabucodonosor, rey de Babilonia: "¡Preparen el escudo y el broquel, y avancen al combate! ¡Ensillen los caballos, monten los corceles! ¡Alístense, pónganse los cascos! ¡Afilen las lanzas, vístanse las corazas! Pero ¿qué es lo que veo? Sus guerreros están derrotados; aterrados retroceden. Sin mirar atrás, huyen  despavoridos. ¡Cunde el terror por todas partes! afirma el Señor. El más veloz no puede huir ni el más fuerte, escapar. En el norte, a orillas del río Éufrates trastabillan y caen. "¿Quién es ése que sube como el Nilo, como ríos de aguas agitadas? Es Egipto, que trepa como el Nilo, como ríos de aguas agitadas. Dice Egipto: Subiré y cubriré toda  la tierra; destruiré las ciudades y sus habitantes. ¡Ataquen, corceles! ¡Carros, avancen con furia! ¡Que marchen los guerreros! ¡Que tomen sus escudos los soldados de Cus y de Fut! ¡Que tensen el arco los soldados de Lidia! "Aquel día pertenece al Señor, al Señor Todopoderoso. Será un día de venganza; se vengará de sus enemigos. La espada devorará hasta saciarse; con sangre apagará su sed. En la tierra del norte, a orillas del río Éufrates, el Señor, el Señor Todopoderoso, realizará una matanza. "¡Virginal hija de  Egipto, ve a Galaad y consigue bálsamo! En vano multiplicas los remedios; ya no sanarás. Las naciones ya saben de tu humillación; tus gritos llenan la tierra. Un guerrero tropieza contra otro, y juntos caen por tierra." Ésta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías el profeta cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino para atacar el país de Egipto: "Anuncien esto en Egipto, proclámenlo en Migdol, Menfis y Tafnes: ¡A sus puestos! ¡Manténganse alerta! ¡La espada devora a su alrededor! ¿Por qué yacen postrados tus guerreros? ¡No pueden mantenerse en pie, porque el Señor los ha derribado! Tropiezan una y otra vez, se caen uno sobre otro. Se dicen: ¡Levántate, volvamos a nuestra gente, a la tierra donde nacimos, lejos de la espada del opresor! Allí gritan: ¡El faraón es puro ruido! ¡el rey de Egipto ya perdió su oportunidad! "¡Vivo yo! declara el Rey, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso: Como el Tabor, que sobresale de entre los montes, y como el Carmelo, que se erige sobre el mar, así será el enemigo que viene. Tú, que habitas en Egipto, prepara tu equipaje para el exilio, porque Menfis se convertirá en desolación, en una ruina deshabitada. "Novilla hermosa es Egipto, pero viene contra ella un tábano del norte. Los mercenarios en sus filas son como novillos cebados; también ellos se vuelven atrás; todos juntos huyen sin detenerse, porque ha llegado el día de su ruina, el momento de su castigo. Egipto huye silbando como serpiente, pues el enemigo avanza con fuerza. Se acercan contra ella con hachas, como si fueran leñadores; por impenetrables que sean sus bosques, los talan por completo afirma el Señor. Más numerosos que langostas, son los leñadores; nadie los puede contar. Egipto la hermosa será avergonzada y entregada a la gente del norte." El Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, dice: "Voy a castigar a Amón, dios de Tebas, a Egipto, a sus dioses y reyes, al faraón y a los que en él confían. Los entregaré al poder de quienes atentan contra su vida, al poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de sus siervos. Luego Egipto será habitada como en los días de antaño afirma el Señor. "Pero tú, Jacob siervo mío, no temas; no te asustes, Israel. Porque te salvaré de un lugar remoto; y a tu descendencia, del destierro. Jacob volverá a vivir en paz; estará seguro y tranquilo. Tú, Jacob, siervo mío, no temas, porque yo estoy contigo afirma el Señor. "Aunque aniquile a todas las naciones por las que te he dispersado, a ti no te aniquilaré. Te corregiré con justicia, pero no te dejaré sin castigo." Antes de que el faraón atacara Gaza, la palabra del Señor acerca de los filisteos vino al profeta Jeremías: "Así dice el Señor: "¡Miren! Las aguas del norte suben cual torrente desbordado. Inundan la tierra y todo lo que contiene, sus ciudades y sus habitantes. ¡Grita toda la gente! ¡Gimen los habitantes de la tierra! Al oír el galope de sus corceles, el estruendo de sus carros y el estrépito de sus ruedas, los padres abandonan a sus hijos porque sus fuerzas desfallecen. Ha llegado el día de exterminar a los filisteos, y de quitarles a Tiro y Sidón todos los aliados con que aún cuenten. y al resto de las costas de Caftor. Se rapan la cabeza los de Gaza; se quedan mudos los de Ascalón. Tú, resto de las llanuras, ¿hasta cuándo te harás incisiones? "¡Ay, espada del Señor! ¿Cuándo vas a descansar? ¡Vuélvete a la vaina! ¡Deténte, quédate quieta! "¿Cómo va a descansar, si el Señor le ha dado órdenes de atacar a Ascalón y a la costa del mar? " Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, acerca de Moab: "¡Ay de Nebo, porque será devastada! ¡Quiriatayin será capturada y puesta en vergüenza! ¡Su fortaleza será humillada y destruida! La gloria de Moab ha desaparecido; en Hesbón maquinan el mal contra ella: ¡Vengan, hagamos desaparecer a esta nación! También tú, Madmén, serás silenciada, y la espada te perseguirá. Se oye el clamor desde Joronayin: ¡devastación y gran destrucción! Moab será quebrantada; ya se oyen los gritos de sus pequeños. Por la cuesta de Luhit suben llorando sin cesar; por la bajada de Joronayin se oyen gritos de dolor, por causa de la destrucción. ¡Huyan! ¡Sálvese quien pueda! ¡Sean como las zarzas del desierto! Por cuanto confías en tus obras y en tus riquezas, también tú serás capturada. Quemós, tu dios, irá al exilio, junto con sus sacerdotes y oficiales. El destructor vendrá contra toda ciudad, y ni una sola de ellas escapará. El valle quedará en ruinas, y la meseta quedará destruida, tal como lo ha dicho el Señor. Coloquen una lápida para Moab, porque yace destruida; sus ciudades están desoladas, y sin habitante alguno. "¡Maldito el que sea negligente para realizar el trabajo del Señor! ¡Maldito el que de la sangre retraiga su espada! "Moab ha vivido en paz desde su juventud; ha reposado sobre sus heces. No ha pasado de vasija en vasija, ni ha ido jamás al exilio. y no pierde su aroma. Pero vienen días afirma el Señor en que enviaré  gente que transvasará a Moab; y vaciará sus vasijas y romperá sus cántaros. Entonces Moab se avergonzará de Quemós, como el pueblo de Israel se avergonzó de Betel, santuario en el que había depositado su confianza. "¿Cómo se atreven a decir: Somos guerreros, hombres valientes para la guerra? Moab será devastada y sus ciudades, invadidas afirma el Rey, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso: descenderá al matadero. La ruina de Moab se acerca; su calamidad es inminente. Lloren por él todos sus vecinos, los que saben de su fama. Digan: ¡Cómo se ha quebrado el cetro tan poderoso e imponente! "Tú, que habitas en Dibón: desciende de tu lugar de honor y siéntate en el sequedal, porque el destructor de Moab te ataca y destruye tus fortificaciones. Tú, que habitas en Aroer, párate a la vera del camino, y observa; pregunta a los que huyen, hombres y mujeres: ¿Qué es lo que ha sucedido? Moab está humillado; ha sido destrozado. ¡Giman y clamen! ¡Anuncien por el río Arnón que Moab ha sido devastado! El juicio ha llegado hasta la meseta contra Holón, Yahaza y Mefat; contra Dibón, Nebo y Bet Diblatayin; contra Quiriatayin, Bet Gamul y Bet Megón, contra Queriot y Bosra, y contra todas las ciudades de Moab, cercanas y lejanas. El poder de Moab ha desaparecido; ¡su fuerza está abatida! afirma el Señor. "¡Emborrachen a Moab, porque ha desafiado al Señor! ¡Que se regodee en su vómito, y se convierta en objeto de burla! ¿Acaso no te burlabas de Israel, y con tus palabras lo despreciabas, como si hubiera sido sorprendido entre ladrones? Habitantes de Moab, ¡abandonen las ciudades y vivan entre las rocas! que anidan al borde de los precipicios. "Conocemos bien el orgullo de Moab, ese orgullo exagerado. ¡Tanta soberbia y tanto orgullo! ¡Tanta arrogancia y altivez! Yo conozco su insolencia, pero sus jactancias no logran nada afirma el Señor. Por eso lloro por Moab; gimo por toda su gente, sollozo por el pueblo de Quir Jeres. Lloro por ti, viña de Sibma, más que por Jazer; tus sarmientos sobrepasan el mar y llegan hasta Jazer, pero caerá el destructor sobre tu cosecha y sobre tu vendimia. De los fértiles campos de Moab han desaparecido el gozo y alegría. Acabé con el vino de tus lagares; ya nadie pisa las uvas entre gritos de alborozo; los gritos ya no son de regocijo. "El clamor de Hesbón llega hasta Elalé y Yahaza, su voz se alza desde Zoar hasta Joronayin y Eglat Selisiyá. se han secado. Acabaré con la gente de Moab que ofrece sacrificios en altares paganos y quema incienso a sus dioses afirma el Señor. "Por eso, con sonido de flautas gime por Moab mi corazón; con sonido de flautas gime mi corazón por Quir Jeres, porque han desaparecido las riquezas que acumularon. Toda cabeza está rapada y toda barba rasurada; en todas las manos hay incisiones, y todos están vestidos de luto. Sobre todos los techos de Moab, y por todas sus plazas, sólo se escuchan lamentos; porque rompí en pedazos a Moab como a una vasija desechada afirma el Señor. ¡Cómo quedó hecha pedazos! ¡Cómo gimen! del todo avergonzada. objeto de burla y de terror." Así dice el Señor: "¡Miren! Vuela el enemigo como águila; sobre Moab despliega sus alas. Sus ciudades serán capturadas, y conquistadas sus fortalezas. En aquel día, el corazón de los guerreros de Moab será como el de una parturienta. Moab será destruida como nación, porque ha desafiado al Señor. El terror, la fosa y la trampa, aguardan al habitante de Moab afirma el Señor. El que huya del terror caerá en la fosa; el que salga de la fosa caerá en la trampa; porque yo hago venir sobre Moab el tiempo de su castigo afirma el Señor. "A la sombra de Hesbón se detienen exhaustos los fugitivos. De Hesbón sale un fuego; de la ciudad de Sijón, una llama que consume las sienes de Moab y el cráneo de los arrogantes y revoltosos. ¡Ay de ti, Moab! El pueblo de Quemós está destruido; tus hijos son llevados al exilio; tus hijas, al cautiverio. Pero en los días venideros yo cambiaré la suerte de Moab", afirma el Señor. Aquí concluye el juicio contra Moab.



Salmo 25:
Álef - A ti, Señor, elevo mi alma; Bet - mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí. Guímel - Quien en ti pone su esperanza jamás será avergonzado; pero quedarán en vergüenza los que traicionan sin razón. Dálet - Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. He - ¡Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; Vav - ¡en ti pongo mi esperanza todo el día! Zayin - Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado; Jet - olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno. Tet - Bueno y justo es el Señor; por eso les muestra a los pecadores el camino. Yod - Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino. Caf - Todas las sendas del Señor son amor y verdad para quienes cumplen los preceptos de su pacto. Lámed - Por amor a tu nombre, Señor, perdona mi gran iniquidad. Mem - ¿Quién es el *hombre que teme al Señor? Será instruido en el mejor de los caminos. Nun - Tendrá una vida placentera, y sus descendientes heredarán la tierra. Sámej - El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto. Ayin - Mis ojos están puestos siempre en el Señor, pues sólo él puede sacarme de la trampa. Pe - Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo y afligido. Tsade - Crecen las angustias de mi corazón; líbrame de mis tribulaciones. Qof - Fíjate en mi aflicción y en mis penurias, y borra todos mis pecados. Resh - ¡Mira cómo se han multiplicado mis enemigos, y cuán violento es el odio que me tienen! Shin - Protege mi vida, rescátame; no permitas que sea avergonzado, porque en ti busco refugio. Tav - Sean mi protección la integridad y la rectitud, porque en ti he puesto mi esperanza. ¡Libra, oh Dios, a Israel de todas sus angustias!





Proverbios 13:
El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come   hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.



El Libro de Juan Capítulo 20 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN

CAPÍTULO 20
(33 d.C.)
LA RESURRECCIÓN
Y EL primer día de la semana (Domingo), María Magdalena vino de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro (probablemente cerca a las 5:00 de la mañana), y vio la piedra quitada del sepulcro (lo que ella no esperó encontrar).
2 Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro Discípulo, al cual amaba Jesús (Juan el Amado), y les dice, Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde Le han puesto (todo esto demuestra que las mujeres y los Discípulos no creyeron que Él había    Resucitado; tal vez ellos pensaron que José y Nicodemo trasladaron el Cuerpo de Jesús a algún otro lugar).
3 Y salió Pedro, y el otro Discípulo (Juan), y vinieron al sepulcro (si realmente hubieran creído que Él resucitaría, nunca hubieran abandonado el sepulcro).
4 Y corrían los dos juntos: mas el otro Discípulo (Juan) corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro (Juan llegó primero).
5 Y él (Juan) bajándose a mirar, vio las telas de lino echados (se refirió a las "telas de lino" de Jn. 19:40; si alguien hubiera robado Su Cuerpo, no se hubiera molestado en quitar el lino de los restos); mas aún no entró.
6 Llegó luego Simón Pedro siguiéndole (Juan), y entró en el sepulcro, y vio las telas de lino puestas ("puestas" indica que las telas estaban dobladas con mucho cuidado),
7 Y el sudario, que había estado sobre Su Cabeza, no puesto con los lienzos (muestra lo que es sumamente interesante, si se toma en cuenta que tanto maltrataron la Cabeza y la Cara de Jesús que Él apenas era reconocible), sino envuelto en un lugar aparte (ninguna de estas acciones se refiere a la prisa, que hubiera acompañado el traslado o el robo de un cuerpo, sino más bien algo hecho con propósito y precisión; ¡todo esto reflejaba la "Resurrección!").
8 Y entonces entró también el otro Discípulo, que había venido primero al sepulcro (se refiere a Juan que ahora entra en la Tumba con Pedro), y vio, y creyó (lo que María Magdalena informó, y no de que Jesús resucitó de entre los muertos, como las siguientes Escrituras revelan).
9 Porque aún no sabían La Escritura, que era necesario que Él resucitase de los muertos (desde luego se refiere a Sal. 16:10-11).
10 Y volvieron los Discípulos a los suyos (el lugar donde ellos residían temporalmente, con respecto a su llegada a Jerusalén para celebrar la Pascua).
MARÍA MAGDALENA
11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro (se quedó después de que Pedro y Juan se fueron; por supuesto, ella volvió no mucho después de irse ellos): y estando llorando, se bajó a mirar al sepulcro (la segunda vez que ella había hecho esto [Mat. 28:1-7; Marc. 16:1-7; Luc. 24:1-11]),
12 Y vio dos Ángeles en ropas blancas que estaban sentados (por lo visto representa la segunda aparición de los Ángeles), el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el Cuerpo de Jesús había sido puesto (en cierto modo, representa el Propiciatorio Verdadero, y los Ángeles representan los Querubines; los Ángeles se sentaron, pero los Querubines se mantuvieron de pie, porque ya la Redención se cumplió [Éx. 25:19]; obviamente, estos Ángeles eran Príncipes, porque la dignidad y la importancia de la Resurrección requirió el Ministerio de los Ángeles más altos [Dan. 9:21; 10:21; 12:1; Luc. 1:19, 26] – Williams).
13 Y le dijeron, Mujer, ¿por qué lloras? (¡La verdad es que pronto ella estará gritando!) Les dice, Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde Le han puesto (en esencia, dice, "dondequiera que Él esté, aunque sea sólo un cadáver, allí quiero estar").
14 Y cuando hubo dicho esto, se volvió atrás (mejor se hubiera traducido, "hizo que ella se volviera atrás"; quizás notó que le parecía que los Ángeles miraban a otra persona que estaba detrás de ella; Williams dijo, "un corazón herido que busca a Cristo, los Ángeles, por muy gloriosos que sean, no son de interés a Él"), y vio a Jesús que estaba allí, mas no sabía que era Jesús (en cuanto a las apariciones de nuestro Señor después de la Resurrección, parece que hubieron dos motivos por qué Él no fue reconocible tan fácilmente; el primero era la incredulidad, y el segundo era que Su Aspecto estaba cambiado, al menos un poco; ¡pero la incredulidad era el mayor problema!).
15 Le dice Jesús, Mujer, ¿por qué lloras? (Es idéntico a lo que los Ángeles preguntaban. En virtud de Su Muerte y Resurrección, por todos los propósitos prácticos Él quitó la causa del llanto.) ¿A quién buscas? (Jesús pregunta por segunda vez, y realmente va al meollo de la cuestión.) Ella, pensando que era el jardinero (ella pensó que este hombre trabajaba para José de Arimatea, dueño de ese jardín; ¡de todos modos, todavía no tenía ni idea de una Resurrección!), Le dice, Señor, si tú lo has llevado, dime dónde Lo has puesto (en su mente, el Cuerpo Sagrado tenía que ser embalsamado con especias preciosas, que posiblemente ella gastaba todo lo que tenía para comprarlas; probablemente sabía que los Judíos querían llevarse Su Cuerpo y dejarlo en el vertedero de basura, por eso ella se preocupó), y yo Lo llevaré (simplemente quiere decir que si ellos le permitieran, ella Le daría un entierro adecuado).
16 Le dice Jesús, ¡María! (La primera expresión de "mujer" la hace el representante de toda la humanidad sufriente; la segunda expresión de "María" declara la individualidad del Evangelio y la manera por la cual nuestro Señor trata con todos quienes se allegan a Él.) Volviéndose ella (ella reconoce Su Voz), Le dice, ¡Raboni! que quiere decir, Maestro (¡el Texto Griego dice, "¡Mi Maestro!"; en este Cuarto Evangelio, el Espíritu Santo hace mención de cuatro apariciones del Señor después de Su Resurección, y estas apariciones desterraron a cuatro grandes enemigos del corazón humano — "la pena, el temor, la duda y la preocupación").
17 Le dice Jesús, No Me toques (en efecto, dice, "no te sujetes a Mí, no trates de detenerme"); porque aún no he subido a Mi Padre (Reynolds dijo, "Él, Quién es el Padre de Cristo y el Padre de los hombres, es así de modo diferente. Él es el Padre de Cristo por naturaleza, y de los hombres por la Gracia." [Cuarenta días más tarde, Él ascendería]): mas ve a Mis hermanos, y diles (no habla de aquéllos que eran sus hermanastros en la carne, sino más bien de Sus Discípulos Escogidos, menos Judas quien estaba ya muerto), Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a Mi Dios y a vuestro Dios (esta declaración por Cristo, demuestra una gran relación entre el Creyente y el Padre Divino; en realidad, el único propósito del Calvario y la Resurrección era establecer esta relación a través de la Redención, ¡que fue así!).
18 Fue María Magdalena dando las nuevas a los Discípulos de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas (¡Se la apareció primero a ella! desgraciadamente, su relato fue recibido con incredulidad [Marc. 16:9-11]).
LOS DIEZ DISCÍPULOS
19 Y como fue tarde aquel día, el primero de la semana (la primera reunión en un Domingo), y estando las puertas cerradas donde los Discípulos estaban juntos por miedo de los Judíos (el "temor" expresado aquí correspondió a la idea o pensamiento que las autoridades religiosas después de asesinar a Jesús, podía sucederle lo mismo a Sus Seguidores más cercanos; el Día de Pentecostés quitaría este "temor"), vino Jesús, y se puso en medio (no nos da información en cuanto a cómo fue hecho; Él sólo parece haber aparecido de repente), y les dijo, Paz a vosotros (un saludo muy común, pero como Él es la fuente de esto, y especialmente en este momento, el saludo contiene Volúmenes de significado).
20 Y cuando hubo dicho esto, les mostró las Manos y el Costado (tenía que ver con Sus Heridas, las cuales comprobaron que Él no era un fantasma). Y los Discípulos se gozaron viendo al Señor (quiere decir que la "Paz que ellos no tenían, ahora la tienen"; ¡Jesús Vive!).
21 Entonces les dijo Jesús otra vez, Paz a vosotros (de nuevo, fue dicho intencionalmente; la primera "Paz" les dio una nueva Revelación a todos los reunidos; la segunda "Paz," un llamado al servicio como lo veremos): como Me envió el Padre, así también Yo os envío (la Gran Comisión de llevar el Evangelio de Jesucristo al mundo entero).
22 Y cuando hubo dicho esto, sopló (el mismo acto que se desempeñó en Gén. 2:7; a Adán Él sopló el Aliento de Vida, y ahora sobre los hijos e hijas del Señor Él sopla el Espíritu Santo), y les dijo, Recibid el Espíritu Santo (en esencia, Jesús les dice que lo que Él hizo en el Calvario hará posible para ellos y para que todos los Creyentes "reciban" o sean bautizados con el Espíritu Santo [Jn. 7:39; Hch. 2:4]):
23 A los que remitiereis los pecados, les son remitidos (en su forma más simple quiere decir que cuando el Evangelio de Jesucristo es predicado y aceptado por los pecadores, el Predicador del Evangelio, o cualquier Creyente respecto a eso, podría anunciar, en términos inequívocos, a cada nuevo Creyente que todos sus pecados son "remitidos," es decir, perdonados); a quienes los retuviereis, serán retenidos (es lo mismo como lo anterior, pero exactamente lo opuesto; si se rechaza el Evangelio, el Creyente tiene la obligación de informar al que ha rechazado a Cristo que, a pesar de cualquier otra cosa que haría, él todavía está en pecado, y sin el arrepentimiento sufrirá las consecuencias).
24 Pero Tomás, uno de los doce, que se dice el Dídimo (desde hace mucho tiempo Judas ya había sido reemplazado por Matías cuando Juan escribió este Evangelio), no estaba con ellos cuando Jesús vino (¡es una lección para todos nosotros! Estoy seguro que fue una lección para Tomás de que Él siempre estaría presente).
25 Le dijeron pues los otros Discípulos, Al Señor hemos visto (fue el mayor anuncio que jamás habían hecho, por lo menos desde su conversión). Y él les dijo, Si no viere en Sus Manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en Su Costado, no creeré (la incredulidad siempre nos sumerge más y más abajo; el problema de millones de personas es que "no creen").
LOS ONCE DISCÍPULOS
26 Y ocho días después, estaban otra vez Sus Discípulos dentro, y con ellos Tomás (Jesús vuelve a reunirse con ellos el Domingo, el Primer Día de la semana, el Día de Su Resurrección): vino Jesús, las puertas cerradas, y se puso en medio (Su Entrada exactamente hace ocho días), y dijo, Paz a vosotros (todas estas veces, Él se refiere a la Paz que resulta de la Santificación).
27 Luego dice a Tomás, Mete tu dedo aquí, y ve Mis Manos; y alarga acá tu mano, y métela en Mi Costado (muestra a Jesús, por lo menos en la última frase, usando las mismas palabras que Tomás usó, demostrando que Él sabía exactamente lo que Tomás había dicho): y no seas incrédulo, sino Creyente (simplemente quiere decir, "!ten Fe!"; ¡toda evidencia indica que Tomás hizo exactamente esto!).
28 Entonces Tomás respondió, y Le dijo, ¡Señor mío, y Dios mío! (No hay ninguna evidencia de que Tomás tocó las Heridas del Maestro; sin embargo, él fue el primero en darle este título a Jesús, además de los Profetas en predecir estos eventos [Isa. 9:6-7; Sal. 45:6-7].)
29 Le dice Jesús, Porque Me has visto, Tomás, creíste (el grado más bajo de la Fe): bienaventurados los que no vieron y creyeron (la totalidad de la Iglesia, y por todas las edades; ¡ellos creyeron [tal como nosotros creemos] aunque no Le han [hemos] visto personalmente; ¡pero un día Lo veremos!).
ESTE EVANGELIO
30 Y también hizo Jesús muchas otras señales en presencia de Sus Discípulos (la totalidad de Su Ministerio), que no están escritas en este Libro (el Evangelio de Juan).
31 Pero éstas están escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Juan no se sintió guiado por el Espíritu de registrar un gran número de los Milagros, sino al contrario, su Libro tenía que hacer prominente la Vida Eterna para que todos los que creyeran en Él, aparte de los milagros y de la visión material, recibieran); y para que creyendo tengáis Vida en Su Nombre (el Espíritu Santo desea que la Fe acepte el testimonio de Las Escrituras de que Jesús de Nazaret es oficialmente el Mesías, y esencialmente el Hijo de Dios; y que quienquiera que crea en Él podrá vivir Eternamente en la felicidad imperecedera).

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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