12 September 2018

El 12 de setiembre Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 12 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:


Job 15 a 17:
Esta es la respuesta de Elifaz el temanita: «¿Responde el sabio con palabras huecas? ¿O exhala de su vientre aire caliente? ¿Acaso disputa con palabras sin sustento, o con discursos sin sentido? En cambio, tú reniegas del temor de Dios; tienes en poco la devoción en su presencia. Pero tu misma maldad te condena al hablar, pues hablas como cualquier hombre astuto. Tus propias palabras te condenan, no las mías; ¡son tus  labios los que hablan contra ti! »¿Acaso naciste antes que Adán? ¿Fuiste formado antes que las montañas? ¿Participas en el concilio de Dios? ¿Eres acaso el único sabio? ¿Qué sabes tú, que nosotros no sepamos? ¿Qué entiendes tú, que nosotros ignoremos? ¡Entre nosotros hay gente de gran experiencia, con más canas y años de vida que tu padre! ¿Tan poco te parece que Dios mismo te consuele, y que te hablemos con palabras llenas de ternura? ¿Por qué permites que el enojo te domine, y te haga echar chispas por los ojos? ¿Por qué te vuelves furioso contra Dios, y no les pones freno a tus labios? ¿Qué vale el hombre, nacido de mujer, para creerse limpio y alegar ser inocente? Si Dios ni en sus ángeles confía, y a sus ojos ni los cielos están limpios, ¡mucho menos confía en un ser vil y repugnante, que apaga su sed cometiendo maldad! »Ponme atención, que te voy a contar las cosas que me ha tocado ver; cosas del pasado que los sabios nos enseñan, que aprendieron de sus padres y no las esconden. A ellos solos Dios les dio la tierra, sin la intervención de ningún extraño. El violento vive lleno de tormentos y dolor, sin que sepa ese malvado cuánto tiempo vivirá. En sus oídos resuenan ruidos espantosos; cuando goza de paz, viene el ladrón y lo asalta. Sin esperanza, se hunde en las tinieblas, y sólo espera el puñal que le quitará la vida. Hambriento vaga, preguntando dónde hay pan, sabiendo que la muerte muy pronto llegará. Vive abrumado y en angustia constante, como un rey al que están por atacar. Esto le sucede por rebelarse contra Dios, por desafiar osadamente al Todopoderoso. Se lanzó contra Dios en abierto desafío, con la sola protección de un pesado escudo. Su cara es una bola de grasa; su cintura está sobrada de carnes; habita en ciudades desoladas, en casas que nadie puede habitar porque han quedado en ruinas. Sus riquezas pronto se acabarán, y no podrá extender sus posesiones. Nada lo librará de caer en la tumba; Será como rama consumida por el fuego, ¡como flores arrancadas por el viento! »¡Que no confíe ingenuamente en el engaño, porque acabará siendo engañado. La muerte le llegará antes de tiempo, mucho antes de llegar a tener descendientes. Será como una viña sin racimos de uvas, ¡como un olivo que no llega a florecer! Los malvados desaparecerán de la tierra; la casa del que soborna será pasto de las llamas, pues concibe hacer el mal y da a luz iniquidad; ¡en sus entrañas se gesta el engaño!» Y Job le respondió: «¡Ya he escuchado esto muchas veces! ¡Valiente consuelo me resultan sus palabras! ¿No tienen fin sus palabras huecas? ¿Qué los lleva a no dejar de hablar? Si ustedes estuvieran en mi lugar, ¡también yo les hablaría del mismo modo! Les lanzaría fuertes acusaciones, y me burlaría de ustedes y les haría muecas. Pero si yo estuviera en su lugar, les daría ánimo y con palabras de consuelo mitigaría su dolor. »Si hablo, mi sufrimiento aumenta; si guardo silencio, el dolor no me abandona. Tú, Dios mío, has acabado con mis fuerzas; ¡me has dejado completamente abandonado! Testigo de ello es mi piel reseca; mi rostro lleno de arrugas delata mi dolor. Tú, Dios mío, me persigues con encono; como fiera, rechinas los dientes contra mí. ¡Me clavas la mirada, como un enemigo! »Mis enemigos se ponen de acuerdo, y hablan contra mí y me dan de bofetadas; todos a una me humillan y me golpean. Tú, Dios mío, me has abandonado; ¡me has dejado caer en manos de gente malvada! Yo era un hombre de bien, y me arruinaste; me tomaste por el cuello y me sacudiste; ¡me pusiste como blanco de tus ataques! Tus arqueros me rodearon, y sin compasión me horadaron los riñones, y la hiel se derramó por el suelo. Tú, Dios mío, me heriste una y otra vez; me atacaste con  la saña de un guerrero. Cubrí con ropa áspera mi cuerpo, y humillado me postré hasta el suelo. Tengo la cara hinchada de tanto llorar, y en mis ojos pueden verse grandes ojeras, aun cuando no he cometido actos violentos y a Dios dirijo oraciones sinceras. »¡Tierra, no te bebas mi sangre! ¡No dejes impune mi dolor! Pongo por testigo al que habita en los cielos; el que está en las alturas es mi defensor. Si mis amigos disputan contra mí, yo espero que Dios escuche mi llanto. ¡Cómo quisiera yo discutir con Dios, como lo hacemos con nuestros semejantes! Pero tengo contados los días, y voy camino al sepulcro, del cual no volveré. »La vida se me escapa. Mis días se acortan. El sepulcro me está esperando. Estoy rodeado de gente burlona, y tengo que verlos derramar su amargura. »Dios mío, ¡ten la bondad de ser mi fiador! Si tú no respondes por mí, ¿quién más podría hacerlo? Has ofuscado la inteligencia de éstos, y no permitirás que salgan triunfantes. El que traiciona a su amigo por ganancia, verá desfallecer de hambre a sus hijos. »Tú me has puesto en la boca de todos, y los que me ven se burlan de mí. El dolor me va nublando la vista, y mis pensamientos se van ofuscando. Ante esto, los hombres buenos se asombran y los inocentes se rebelan contra los malvados; los hombres buenos mantienen su postura, y los hombres honrados se revisten de fuerza. ¡Vengan acá, todos ustedes, vengan! ¡Ya sé que ninguno de ustedes es sabio!



Salmo 123:

Hacia ti, Señor, levanto mis ojos; hacia ti, que habitas en los cielos. Nuestros ojos están puestos en ti, Señor y Dios nuestro, como los ojos de los siervos y las siervas que miran atentos a sus amos y sus amas; ¡esperamos que nos muestres tu bondad! Muéstranos tu bondad, Señor; ¡muéstranos tu bondad! ¡Ya estamos cansados de que nos desprecien! ¡Ya estamos cansados de tantas burlas por parte de quienes todo lo tienen! ¡Cansados de que los soberbios nos menosprecien!



Proverbios 23:
Cuando te sientes a la mesa de un gran señor, piensa bien en presencia de quién estás. Ponte un cuchillo en la garganta y refrena en lo posible tu apetito. No quieras llenarte con sus deliciosos platillos, porque son un pan engañoso. No te entusiasmes por hacerte rico; usa tu buen juicio, y desiste de esa idea. ¡Apenas logras poner los ojos en las riquezas, cuando éstas ya han desaparecido! ¡Es como si les salieran alas, alas de águila, y desaparecen volando por el cielo! No compartas la mesa con el avaro; no quieras llenarte con sus deliciosos platillos, porque en su interior sigue siendo avaro. Te invitará a comer y beber, pero no te invitará de corazón. Después vomitarás lo que hayas comido, y habrás desperdiciado tus halagos. No trates de hacerte oír por un necio, porque éste no apreciará tus sabias razones. No traspases los linderos de antaño ni invadas la propiedad de los huérfanos; ellos cuentan con un poderoso defensor, que saldrá en su defensa y contra ti. Abre tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras del saber. No dejes de corregir al joven, que no va a morirse si lo castigas con vara. Al contrario, castígalo con vara y lo librarás de caer en el sepulcro. Hijo mío, si en tu corazón eres sabio, eso alegrará también mi corazón. En mi interior sentiré gran alegría cuando con tus labios digas lo que es justo. No abrigues en ti envidia por los pecadores, sino manténte siempre en el temor del Señor. Lo cierto es que hay un futuro, y tu esperanza no se verá frustrada. Hijo mío, escúchame y adquiere sabiduría. Deja que tu corazón enderece el rumbo. No te juntes con los que se hartan de vino ni con los que se atiborran de carne, porque unos y otros se quedarán pobres, y por indolentes acabarán cubiertos de harapos. Escucha al padre que te dio la vida, y no menosprecies a tu anciana madre. La verdad y la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia, son algo que debes comprar y nunca vender. El padre del justo siente gran alegría; el que engendra un hijo sabio se regocija. ¡Haz que tu padre y tu madre se alegren! ¡Haz que se regocije la madre que te dio a luz! Hijo mío, entrégame tu corazón, y no apartes la mirada de mis caminos. Porque la ramera es un abismo profundo; la mujer ajena es un pozo estrecho. Siempre está al acecho, como los ladrones, y hace que el pecado aumente entre los hombres. ¿Quién se queja? ¿Quién se duele? ¿Quién se ve envuelto en pleitos? ¿Quién sufre? ¿Quién es herido sin razón? ¿Quién anda con los ojos morados? ¡El que se pasa el tiempo tomando vino! ¡El que anda en busca de bebidas mezcladas! No dejes que te atraiga lo rojo del vino; ¡que no te deslumbre su brillo en la copa! Suavemente se desliza por la garganta, pero al final muerde como serpiente; ¡causa más dolor que una víbora! Hará que tus ojos vean cosas extrañas, y que tu corazón diga cosas perversas. Creerás estar dormido en medio del mar, o acostado en la punta del palo mayor, y dirás: «Estoy herido, pero no me duele; estoy molido, pero no lo siento. ¿Cuándo voy a despertar, para ir por más?»





El Libro de Marcos Capítulo 7 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN

SAN MARCOS




CAPÍTULO 7
(32 d.C.)
JESÚS REPRENDE A LOS
ESCRIBAS Y A LOS FARISEOS





Y SE acercaron a Él los Fariseos, y algunos de los Escribas, que habían
venido de Jerusalén (los líderes religiosos estaban alarmados cada vez más con la popularidad enorme de Jesús).
2 Los cuales viendo (significa que buscaban seriamente alguna falta, por la cual podrían acusarlo) a algunos de Sus Discípulos comer pan con manos comunes, es a saber, no lavadas, los condenaban (no tuvo nada que ver con la limpieza sanitaria; los Fariseos enseñaron que los demonios, invisibles, podrían sentarse en las manos de alguien, y por consiguiente, si las manos no fueran lavadas, los demonios podrían ser ingeridos).
3 Porque los Fariseos y todos los Judíos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen (la religión ceremonial), teniendo la tradición de los Ancianos (esta tradición era del hombre, y no tenía nada que ver con Dios, como son muchas tradiciones en la Iglesia moderna).
4 Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen (desperdiciaban una cantidad excesiva de tiempo en participar en esta tontería). Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como el lavado de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de las mesas (tenían un cierto modo religioso de lavar estas cosas, que no tenía valor alguno).
5 Y Le preguntaron los Fariseos y los Escribas (significa que ellos siguieron preguntándole; Le exigían una respuesta), ¿Por qué Tus Discípulos no andan conforme a la tradición de los Ancianos, sino que comen pan con manos comunes? (Todo fue pura exhibición externa, y puso a Cristo en conflicto directo con estos líderes religiosos.)
6 Y respondiendo Él les dijo (sigue hasta el final del Versículo trece, y constituye una respuesta alarmante, que no tiene pelos en la lengua ni anda con rodeos), Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías (echó esto en sus caras. "Hipócritas" realmente dice en el Griego, "Ustedes, los hipócritas," lo cual significa los excepcionales hipócritas de todos los tiempos), como está escrito, Este pueblo con los labios Me honra, mas su corazón lejos está de Mí (iba directamente a lo que la verdadera Salvación es y no es [Isa. 29:13]).
7 Y en vano (quiere decir que son ceros vacíos a la izquierda, ni siquiera es de provecho alguno) Me honra, enseñando como doctrinas los mandamientos de hombres (el estado [Herodes] dio muerte al Predicador de Justicia [Mat. 14:10], y la Iglesia [los Escribas], corrompió la Palabra de Justicia).
8 Porque dejando el Mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; el lavado de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes (fue dicho con sarcasmo; lavaron tazas y ollas, pero no sus corazones; el lavado ceremonial de sus manos no podía quitar la culpa que los manchó).
9 Les decía también, Bien invalidáis el Mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición (era un rechazo calculado y deliberado).
10 Porque Moisés dijo (se volvió su atención a la Palabra de Dios), Honra a tu padre y a  tu madre; y, el que maldijera al padre o a la madre, morirá la muerte (es merecedor de la muerte):
11 Y vosotros decís (en contraste absoluto con la Palabra de Dios), Basta si dijere un hombre al padre o a la madre, Es Corbán, quiere decir, ofrenda mía a Dios, todo aquello con que pudiera valerte; será libre (los Fariseos tenían la costumbre de afirmar que estaban dando sus posesiones materiales al Templo, lo cual los exoneraba de la responsabilidad hacia sus padres, con un Sacerdote corrupto que después se lo devolvía por un pequeño porcentaje).
12 Y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre (a tales extremos hicieron estos codiciosos Escribas y Fariseos que desesperaban a sus víctimas, que eran sus padres ancianos, sin dejarlos una manera de cuidarse por sí mismos);
13 Invalidando la Palabra de Dios con vuestra tradición (Jesús acababa de clavarlos con el Quinto Mandamiento) que disteis (significa que sus glosas de la Palabra habían venido de hombres y no de Dios): y muchas cosas hacéis semejantes a éstas (lo que Cristo dio como ejemplo, era sólo la punta del témpano proverbial).
JESÚS EXPLICA LO QUE CONTAMINA
14 Y Él llamando a toda la multitud (Él llamó a la gente más cercana para que pudieran oír bien lo que Él decía), les dijo, Oídme todos, y entended (la gente tiene una alternativa, pueden escuchar a Él o a estos Fariseos y Escribas hipócritas; sucede lo mismo en la actualidad):
15 Nada hay fuera del hombre, que entre en él, que le pueda contaminar (se refiere al alimento, no bebidas alcohólicas, narcóticos, venenos o tabaco, etc.): mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre (es evidente que lo que sale del corazón es lo que existe en el corazón).
16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga (el Señor le dice a la gente que tienen una alternativa; ¡ellos pueden escuchar a Él o a los Fariseos, pero no a ambos!).
17 Y apartado de la multitud (después de enseñar a la gente), habiendo entrado en casa (probablemente la casa de Pedro), Le preguntaron Sus Discípulos sobre la Parábola (en cuanto a lo que le entra a un hombre, y lo que sale de su corazón).
18 Y Él les dijo, ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? (Demuestra un poco de desilusión de parte de Cristo con respecto a Sus Discípulos.) ¿No entendéis, que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar (presenta lo contrario de lo que los Fariseos y los Escribas enseñaban);
19 Porque no entra en su corazón (el alimento no es espiritual), sino en el vientre, y después se elimina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos (se refiere al sistema digestivo y el sistema de eliminación del cuerpo humano).
20 Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre (un corazón malo produce acciones malas).
21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios (la necesidad de la creación de un nuevo corazón, esto es, "un nuevo hombre," aquí se declaró),
22 Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las sensualidades, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez (esta declaración de Cristo, destruye la creencia de que el corazón natural es bueno, y hace que los esfuerzos modernos resultan como tonterías para mejorar la naturaleza humana):
23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre (expresa el resultado de la Caída y la necesidad absoluta del Nuevo Nacimiento).
LA SANIDAD, EL PAN
DE LOS NIÑOS
24 Y Él levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón (tiene la idea del Texto Griego que Él no solamente se cruzó la frontera al territorio Gentil, sino que se adentró en lo más profundo del corazón de aquel país), y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas Él no pudo esconderse.
25 Porque una mujer (esta es la razón porque Él vino), cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de Él, vino y se echó a Sus Pies.
26 Y la mujer era Griega, Sirofenicia de nación (una Gentil); y Le rogaba que echase fuera de su hija al demonio (espíritu demoníaco).
27 Mas Jesús le dijo (¡comienza la odisea que representará una de las mayores demostraciones de Fe que jamás haya sucedido!), Deja primero hartarse los hijos (tiene referencia a Israel): porque no está bien (apropiado) tomar el pan de los hijos, y   echarlo a los perrillos (Jesús usó la palabra que se refería a "pequeños perros favoritos").
28 Y respondió ella y Le dijo (demuestra un nivel de Fe que debería ser una lección para todos los Creyentes), Sí, Señor (la palabra, "Señor," en el Texto Griego, como la que usa la mujer, no se refiere a la Deidad o de que Jesús es el Mesías Judío; ella tenía escaso conocimiento de esto; ella, en cambio, usa la palabra, "Señor," en el sentido de que Jesús es una Persona importante, etc.): pero aún los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos (la coloca ya en la posición de Fe, una posición que le permite recibir).
29 Entonces le dice, Por esta palabra (porque usted ha adoptado una actitud humilde) ve; el demonio (espíritu demoníaco) ha salido de tu hija (significa que está fuera, y se quedará fuera; es una curación permanente).
30 Y cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama (se refiere a un reposo tranquilo, que indicaba que antes no había sido fácil refrenarla).
JESÚS SANA A UN
TARTAMUDO
31 Y volviendo a salir de los términos (las fronteras) de Tiro y Sidón, Él vino al Mar de Galilea, por medio de los términos (las fronteras) de Decápolis (Él estaba ya en el lado oriental del Mar de Galilea).
32 Y Le traen un sordo, y tartamudo (indica las dificultades normales del sordo); y ellos (los amigos del hombre sordo) Le ruegan que Le ponga la Mano encima.
33 Y tomándole aparte de la multitud (había un motivo por hacer esto), metió Sus Dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua (Él probablemente escupió en Su Dedo primero, tocó la lengua del hombre, y luego puso ambos índices en los oídos del hombre; "la saliva" representó Su Vida Perfecta);
34 Y mirando al Cielo (toda ayuda viene desde arriba), Él gimió (habla del dilema terrible, debido a la Caída, en la cual el hombre ya se encuentra), y le dijo, Efata, que es decir, Sé abierto (expresa una orden).
35 Y luego (inmediatamente) fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien (simboliza en lo físico lo que transcurre en lo espiritual, en cuanto a la Salvación del Alma).
36 Y les mandó (ordenó) que no lo dijesen a nadie: pero cuanto más Él les mandaba, tanto más y más lo publicaban;
37 Y en gran manera se maravillaban (lo que Jesús había hecho, estaba más allá de su comprensión), diciendo, Bien lo ha hecho todo (significa en el Griego que dijeron esto, y siguieron diciéndolo, repetidas veces): hace a los sordos oír, y a los mudos hablar (Su Vida entera en la Tierra era una manifestación de bondad continua y conectada).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal resonante, o címbalo retumbante. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios, y tuviera todo el conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin. Y es que sólo conocemos y profetizamos de manera imperfecta, pero cuando venga lo perfecto, lo que es imperfecto se acabará. Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño. Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor.




Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;   herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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