14 August 2018

El 14 de Agosto Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 14 de Agosto Lectura Bíblica Diaria:

1 Crónicas 26 a 28: 

La organización de los porteros fue la siguiente: De los coreítas: Meselemías hijo de Coré, descendiente de Asaf. Los hijos de Meselemías fueron: Zacarías, el primero; Jediael, el segundo; Zebadías, el tercero; Jatniel, el cuarto; Elam, el quinto; Johanán, el sexto, y Elihoenay, el séptimo. Los hijos de Obed Edom fueron: Semaías, el primero;  Jozabad, el segundo; Joa, el tercero; Sacar, el cuarto; Natanael, el quinto; Amiel, el sexto; Isacar, el séptimo, y el octavo, Peultay. Dios bendijo a Obed Edom con muchos hijos. Semaías hijo de Obed Edom también tuvo hijos, los cuales fueron jefes de sus familias patriarcales, pues eran hombres muy valientes. Los hijos de Semaías fueron Otni, Rafael, Obed, Elzabad, y sus hermanos Eliú y Samaquías, todos ellos hombres valientes. Todos éstos eran descendientes de Obed Edom. Tanto ellos como sus hijos y hermanos eran hombres muy valientes y fuertes para el trabajo. En total, los descendientes de Obed Edom fueron sesenta y dos. Los hijos y hermanos de Meselemías fueron dieciocho, todos ellos hombres muy valientes. Los hijos de Josá, descendiente de Merari, fueron Simri, el jefe (que en verdad no había sido el primero, pero su padre lo puso por jefe); el segundo fue Jilquías; el tercero, Tebalías; y el cuarto, Zacarías. En total, los hijos y hermanos de Josá fueron trece. Así fue como se organizó a los porteros, tanto a los jefes como a sus hermanos, para que sirvieran en el templo del Señor. El cuidado de cada puerta se asignó echando suertes entre las familias, sin hacer distinción entre menores y mayores. Según el sorteo, a Selemías se le asignó la puerta del este, y a su hijo Zacarías, sabio consejero, la puerta del norte. A Obed Edom le correspondió la puerta del sur, y a sus hijos les correspondió el cuidado de los depósitos del templo. A Supín y a Josá les correspondió la puerta de Saléquet, que está al oeste, en el camino de la subida. Los turnos se distribuyeron así: Cada día había seis levitas en el este, cuatro en el norte y cuatro en el sur, y dos en cada uno de los depósitos. En el patio del oeste había cuatro levitas para la calzada y dos para el patio mismo. Así fue como quedaron distribuidos los porteros descendientes de Coré y de Merari. A los otros levitas se les puso al cuidado de los tesoros del templo y de los depósitos de los objetos sagrados. Los descendientes de Guersón por parte de Ladán tenían a los jehielitas como jefes de las familias de Ladán el guersonita. Zetán y su hermano Joel, hijos de Jehiel, quedaron a cargo de los tesoros del templo del Señor. Sebuel, que era descendiente de Guersón hijo de Moisés, era el tesorero mayor de los amiranitas, izaritas, hebronitas y uzielitas. Sus descendientes en línea directa por parte de Eliezer eran Rejabías, Isaías, Jorán, Zicrí y Selomit. Selomit y sus hermanos tenían a su cargo los depósitos de todos los objetos sagrados que habían sido obsequiados por el rey David y por los jefes de familia, así como por los comandantes de mil y de cien soldados y por los demás oficiales del ejército. Ellos habían dedicado parte del botín de guerra para las reparaciones del templo del Señor. Selomit y sus hermanos tenían bajo su cuidado todo lo que había sido obsequiado por el vidente Samuel, por Saúl hijo de Quis, y por Abner hijo de Ner y Joab hijo de Sarvia. Quenanías y sus hijos, que eran descendientes de Izar, estaban a cargo de los asuntos exteriores de Israel, y ejercían las funciones de oficiales y jueces. Jasabías y sus parientes, que descendían de Hebrón, eran mil setecientos hombres valientes. Ellos eran los que al sudoeste del Jordán administraban a Israel en todo lo referente al Señor y al rey. El jefe de los hebronitas era Jerías. En el año cuarenta del reinado de David se investigó el registro genealógico de los descendientes de Hebrón, y se encontró que en Jazer de Galaad había entre ellos hombres valientes. El número de los jefes de familia de estos valientes era de dos mil setecientos. El rey David les asignó la administración de las tribus de Rubén y Gad y de la media tribu de Manasés, en todos los asuntos relacionados con Dios y con el rey. La siguiente lista corresponde a los jefes patriarcales, a los comandantes de mil y de cien soldados, y a los oficiales de las divisiones militares de Israel. Cada división constaba de veinticuatro mil hombres, y se turnaban cada mes, durante todo el año, para prestar servicio al rey. Al frente de la primera división de veinticuatro mil hombres, la cual prestaba su servicio en el primer mes, estaba Yasobeán hijo de Zabdiel, descendiente de Fares. Él era el jefe de todos los oficiales del ejército que hacían su turno el primer mes. Al frente de la segunda división de veinticuatro mil, que prestaba su servicio en el segundo mes, estaba Doday el ajojita. El jefe de esa división era Miclot. La tercera división de veinticuatro mil, asignada para el tercer mes, tenía como jefe a Benaías, hijo del sumo sacerdote Joyadá. Este Benaías fue uno de los treinta valientes, y el jefe de ellos. En esa división estaba su hijo Amisabad. La cuarta división de veinticuatro mil, asignada para el cuarto mes, tenía como jefe a Asael, hermano de Joab. Su sucesor fue su hijo Zebadías. La quinta división de veinticuatro mil, asignada para el quinto mes, tenía como jefe a Samut el izraíta. La sexta división de veinticuatro mil, asignada para el sexto mes, tenía como jefe a Irá hijo de Iqués el tecoíta. La séptima división de veinticuatro mil, asignada para el séptimo mes, tenía como jefe a Heles el pelonita, de los descendientes de Efraín. La octava división de veinticuatro mil, asignada para el octavo mes, tenía como jefe a Sibecay de Jusá, descendiente de los zeraítas. La novena división de veinticuatro mil, asignada para el noveno mes, tenía como jefe a Abiezer de Anatot, descendiente de Benjamín. La décima división de veinticuatro mil, asignada para el décimo mes, tenía como jefe a Maray de Netofa, descendiente de los zeraítas. La undécima división de veinticuatro mil, asignada para el undécimo mes, tenía como jefe a Benaías de Piratón, descendiente de Efraín. La duodécima división de veinticuatro mil, asignada para el duodécimo mes, tenía como jefe a Jelday de Netofa, descendiente de Otoniel. Los siguientes fueron los jefes de las tribus de Israel: de Rubén: Eliezer hijo de Zicrí; de Simeón: Sefatías hijo de Macá; de Leví: Jasabías hijo de Quemuel; de Aarón: Sadoc; de Judá: Eliú, hermano de David; de Isacar: Omrí hijo de Micael; de Zabulón: Ismaías hijo de Abdías; de Neftalí: Jerimot hijo de Azriel; de Efraín: Oseas hijo de Azazías; de la media tribu de Manasés: Joel hijo de Pedaías; de la otra media tribu de Manasés que estaba en Galaad: Idó hijo de Zacarías; de Benjamín: Jasiel hijo de Abner; de Dan: Azarel hijo de Jeroán. Éstos eran los jefes de las tribus de Israel. David no censó a los hombres que tenían menos de veinte años porque el Señor había prometido que haría a Israel tan numeroso como las estrellas del cielo. Joab hijo de Sarvia comenzó a hacer el censo, pero no lo terminó porque eso desató la ira de Dios sobre Israel. Por eso no quedó registrado el número en las crónicas del rey David. El encargado de los tesoros del rey era Azmávet hijo de Adiel. El encargado de los tesoros de los campos, y de ciudades, aldeas y fortalezas, era Jonatán hijo de Uzías. Ezrí hijo de Quelub estaba al frente de los agricultores. Simí de Ramat estaba a cargo de los viñedos. Zabdí de Sefán era el encargado de almacenar el vino en las bodegas. Baal Janán de Guéder estaba a cargo de los olivares y de los bosques de sicómoros de la Sefelá. Joás tenía a su cargo los depósitos de aceite. Sitray de Sarón estaba a cargo del ganado que pastaba en Sarón. Safat hijo de Adlay estaba a cargo del ganado de los valles. Obil el ismaelita era el encargado de los camellos. Jehedías de Meronot era el encargado de las burras. Jaziz el agareno era el encargado de las ovejas. Todos éstos eran los que administraban los bienes del rey. Jonatán, tío de David, escriba inteligente, era consejero del rey. Jehiel hijo de Jacmoní cuidaba a los príncipes. Ajitofel era otro consejero del rey. Husay el arquita era hombre de confianza del rey. A Ajitofel lo sucedieron Joyadá hijo de Benaías, y Abiatar. Joab era el jefe del ejército real. David reunió en Jerusalén a todos los jefes de Israel, es decir, a los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que por turno servían al rey, los jefes de mil y de cien soldados, los administradores de los bienes, del ganado y de los príncipes, los eunucos del palacio, los guerreros, y todos los valientes. Puesto de pie, el rey David dijo: "Hermanos de mi pueblo, escúchenme. Yo tenía el propósito de construir un templo para que en él reposara el arca del pacto del Señor nuestro Dios y sirviera como estrado de sus pies. Ya tenía todo listo para construirlo cuando Dios me dijo: Tú no me construirás ningún templo, porque eres hombre de guerra y has derramado sangre. "Sin embargo, el Señor, Dios de Israel, me escogió de entre mi familia para ponerme por rey de Israel para siempre. En efecto, él escogió a Judá como la tribu gobernante; de esta tribu escogió a mi familia, y de entre mis hermanos me escogió a mí, para ponerme por rey de Israel. De entre los muchos hijos que el Señor me ha dado, escogió a mi hijo Salomón para que se sentara en el trono real del Señor y gobernara a Israel. Dios me dijo: Será tu hijo Salomón el que construya mi templo y mis atrios, pues lo he escogido como hijo, y seré para él como un padre. Y si persevera en cumplir mis leyes y mis normas, como lo hace hoy, entonces afirmaré su reino para siempre. "En presencia de Dios que nos escucha, y de todo Israel, que es la congregación del Señor, hoy les encarezco que obedezcan cumplidamente todos los mandamientos del Señor su Dios. Así poseerán esta hermosa tierra y se la dejarán en herencia perpetua a sus hijos. "Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre. Ten presente que el Señor te ha escogido para que le edifiques un templo como santuario suyo. Así que ¡anímate y pon manos a la obra!" Luego David le entregó a Salomón el diseño del pórtico del templo, de sus edificios, de los almacenes, de las habitaciones superiores, de los cuartos interiores y del lugar del propiciatorio. También le entregó el diseño de todo lo que había planeado para los atrios del templo del Señor, para los cuartos de alrededor, para los tesoros del templo de Dios y para los depósitos de las ofrendas sagradas. Así mismo, le dio instrucciones en cuanto a la labor de los sacerdotes y levitas, y de todos los servicios del templo del Señor y de todos los utensilios sagrados que se usarían en el servicio del templo. Además, le entregó abundante oro y plata para todos los utensilios de oro y de plata que se debían usar en cada uno de los servicios en el templo. También le pesó el oro y la plata para cada uno de los candelabros y sus lámparas, tanto los de oro como los de plata, según el uso de cada candelabro. De igual manera, le pesó el oro y la plata para cada una de las mesas de los panes de la proposición, tanto las de oro como las de plata. Le hizo entrega del oro puro para los tenedores, los tazones y las jarras. Le pesó oro y plata suficiente para cada una de las copas de oro y de plata. Para el altar del incienso le entregó una cantidad suficiente de oro refinado. También le dio el diseño de la carroza y de los querubines que cubren con sus alas extendidas el arca del pacto del Señor. "Todo esto dijo David ha sido escrito por revelación del Señor, para darme a conocer el diseño de las obras." Además, David le dijo a su hijo Salomón: "¡Sé fuerte y valiente, y pon manos a la obra! No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios el Señor, mi Dios, estará contigo. No te dejará ni te abandonará hasta que hayas terminado toda la obra del templo. Aquí tienes la organización de los sacerdotes y de los levitas para el servicio del templo de Dios. Además, contarás con la ayuda voluntaria de expertos en toda clase de trabajos. Los jefes y todo el pueblo estarán a tu disposición."




Salmo 94:
Señor, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate! Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos? Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia. A tu pueblo, Señor, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia! Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan. Y hasta dicen: "El Señor no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta." Entiendan esto, gente necia; ¿cuándo, insensatos, lo van a comprender? ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos? ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo? El Señor conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos. Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley, para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa. El Señor no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono. El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán. ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte   contra los malhechores? Si el Señor no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio. No bien decía: "Mis pies resbalan", cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos que por decreto fraguan la maldad, que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente? Pero el Señor es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio. Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el Señor nuestro Dios los destruirá!



Proverbios 25:
Éstos son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías, rey de Judá. Gloria de Dios es ocultar un asunto, y gloria de los reyes el investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata, y de allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des importancia en presencia del rey, ni reclames un lugar entre los magnates; vale más que el rey te diga: "Sube acá", y no que te humille ante gente importante. no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu  prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como naranjas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como frescura de nieve en día de verano es el mensajero confiable para quien lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, ¡eso es el falso testigo contra su amigo! Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente careado o una pierna quebrada. Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el Señor te lo recompensará. Con el viento del norte vienen las lluvias; con la lengua viperina, las malas caras. Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. Como el agua fresca a la garganta reseca son las buenas noticias desde lejanas tierras. Manantial turbio, contaminado pozo, es el justo que flaquea ante el impío. No hace bien comer mucha miel, ni es honroso buscar la propia gloria. Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.




El Libro de Mateo Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO

CAPÍTULO 6
(31 d.C.)
LA ENSEÑANZA DE JESÚS
SOBRE LA LIMOSNA

cUIDADO (un asunto muy serio) que no hagáis vuestra Justicia (limosnas) delante de los hombres, para ser vistos de ellos (¿cuál es el motivo de nuestra limosna?): de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los Cielos.
2 Cuando, pues, des limosna (en este caso, dar, y aquí demuestra la necesidad de dar), no hagas tocar trompeta delante de ti (no haga un espectáculo), como hacen los hipócritas en las Sinagogas y en las calles, para ser alabados de los hombres (ser visto de los hombres). De cierto os digo, Que ya tienen su recompensa (Dios no recompensará tal, ni en la Tierra ni en el Cielo).
3 Mas cuando tú des limosna (la Justicia, y una vez más, proclama la necesidad de dar), no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha (precisamente no tuvo la intención de que Su declaración fuera tomada literalmente, sino más bien para señalar la intención del corazón):
4 Para que sea tu limosna en secreto (simplemente significa que esto se hace de corazón al Señor, y no para la alabanza de los hombres): y tu Padre que ve en secreto, Él te recompensará en público (tanto en la Tierra como cuando usted esté en el Cielo).
LA ENSEÑANZA DE JESÚS
SOBRE LA ORACIÓN
5 Y cuando ores (la necesidad de la oración), no seas como los hipócritas: porque ellos aman el orar en las Sinagogas y en las esquinas de las calles de pie, para ser vistos de los hombres (ellos lo hacen para ser ostentosos). De cierto os digo, Que ya tienen su recompensa (quiere decir que no habrá recompensa alguna de parte de Dios en ninguna capacidad).
6 Mas tú (Creyente sincero), cuando ores, entra en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público (la palabra "cámara" no debe ser tomada literalmente, pero significa que nuestra oración no debe ser hecha para una apariencia ostentosa; si hacemos los intereses de Dios nuestro propio interés, somos asegurados que Él hará nuestro interés el Suyo Propio).
7 Y orando, no uséis repeticiones vanas, como los Gentiles (repetición de ciertas frases repetidas veces, hasta cientos de veces): los cuales piensan que por su palabrería serán oídos (ellos no serán oídos por Dios).
8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos: porque vuestro Padre (El Padre Celestial) sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros Le pidáis (Él es omnisciente, quiere decir que Él sabe todas las cosas, el pasado, el presente y el futuro).
LA ORACIÓN MODELO
9 Vosotros pues oraréis así (precisamente para ser de contraste total a la práctica pagana; también, debe ser rogado con completa confianza, que el Padre Celestial oirá y contestará según Su Voluntad): Padre nuestro (nuestra oración debe ser dirigida hacia nuestro Padre Celestial, y no hacia Cristo ni al Espíritu Santo) Que estás en los Cielos, Santificado sea Tu Nombre (reverenciamos Su Nombre).
10 Venga Tu Reino (sucederá definitivamente en la Segunda Venida). Sea hecha Tu Voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra (la Voluntad de Dios es de suma importancia; será realizada en la Tierra, dándose inicio con la Edad del Reino).
11 Danos hoy nuestro pan cotidiano (tenemos que fijarnos en el Señor por el sustento, tanto natural como espiritual).
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (la palabra "deudas" aquí se refiere a "transgresiones" y "pecados"; el perdón Suyo para nosotros está basado en el hecho de que primero nosotros perdonamos a los demás).
13 Y no nos metas (debido a la confianza en sí mismo) en tentación (ayúdanos a no ser conducidos a la tentación — la idea es, en mi auto-confianza, en mí mismo, que proviene de la carne y no del Espíritu; ¡por favor no permita que yo sea conducido a la tentación, porque fallaré seguramente!), mas líbranos (la trampa es más fuerte de lo que el hombre puede soportar; sólo Dios puede librarnos; Él lo hace por el Poder del Espíritu Santo, según nuestra Fe en Cristo y la Cruz [Rom. 8:1-2, 11]) del mal (del Maligno, Satanás mismo): porque Tuyo es el Reino (esta Tierra pertenece al Señor y no a Satanás; él es un usurpador), y el Poder (Dios tiene el Poder para librar, que Él lo hace, como fue dicho antes, por medio de la Cruz), y la Gloria (la Gloria pertenece a Dios, y no a Satanás), por todos los siglos (nunca cambiará esto). Amén (esta Palabra expresa una ratificación solemne; en la Mente de Dios, el fracaso y la destrucción de Satanás y, por lo tanto, todo el mal en el mundo, es una conclusión inevitable).
14 Porque si perdonáis a los hombres (tiene que ser la clase de perdón que Dios da) sus ofensas (pecados grandes), os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial (el perdón descansa totalmente en la Obra Expiatoria de Cristo; es un acto de la pura Gracia):
15 Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (si queremos que Dios nos perdone, al mismo tiempo tenemos que perdonar a los demás; si no, Su perdón hacia nosotros está retenido; por consiguiente, tal persona se arriesga al peligro de perder su alma).
LA ENSEÑANZA DE JESÚS
SOBRE EL AYUNO
16 Y cuando ayunéis (no es un tiempo fijo), no seáis como los hipócritas, austeros: porque ellos demudan sus rostros, para parecer a los hombres que ayunan. De cierto os digo, Que ya tienen su recompensa (mucho en la esfera religiosa cae en esta categoría; lo hacen para "apantallar" ya sea el ayuno o la ofrenda, etc.; el Señor nunca lo recompensará).
17 Mas tú (se refiere a aquéllos que son realmente los Hijos de Dios), cuando ayunes, unge tu cabeza, y lava tu rostro ("ungir" y "lavar" eran realmente símbolos de la alegría; era todo lo opuesto de un semblante triste);
18 Para no parecer a los hombres que ayunas (no debe haber apariencia alguna del ayuno), sino a tu Padre (Padre Celestial) que está en secreto, y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará (bendecirá) en público (la implicación es que Dios no era "el Padre" de los Fariseos, y no será "el Padre" de quienes siguen el ejemplo de ellos).
TESOROS EN EL CIELO
19 No os hagáis tesoros en la Tierra (todo en la Tierra es temporal), donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan (si el ojo está fijado en los tesoros en la Tierra, entonces la vida y carácter del Creyente estarán sumergidos en la  oscuridad moral):
20 Mas haceos tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan:
21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón (el objetivo de un hombre determina su carácter; si aquel objetivo no es sencillo y hacia el Cielo sino terrenal y vacilante, todas las facultades y principios de su naturaleza se convertirán en una masa de oscuridad; es imposible dar una lealtad dividida).
LA LÁMPARA
22 La lámpara del cuerpo es el ojo (una figura retórica; Él dice, en efecto, que la Luz del alma es el espíritu): así que, si tu ojo fuere indiviso (el espíritu del hombre debe tener sólo un objetivo, y esto es Glorificar a Dios), todo tu cuerpo estará lleno de Luz (si el espíritu del hombre es único en su devoción a Dios [en el sentido de no estar dividido] entonces toda el alma será llena de la Luz).
23 Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad (si el espíritu es malo, el alma entera será llena de la oscuridad). Así que, si la luz que en ti hay es oscuridad (no corresponde a la luz, sino más bien luz pervertida), ¡cuán grande será la misma oscuridad! (El estado último está peor que si no hubiera luz alguna en absoluto.)
24 Ninguno puede servir a dos señores: porque o aborrecerá al uno, y amará al otro; o se apegará al uno, y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mammón (es simplemente, pronunciado como, una imposibilidad; es devoción total a Dios, o al final será devoción total al mundo; la palabra, "mammón," ["riquezas"], es derivado de la palabra Babilónica "Mimma," que quiere decir "cualquier cosa").
CONTRA EL AFÁN Y
LA ANSIEDAD
25 Por tanto os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir (no se preocupe de estas cosas). ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (La vida es más que las cosas, y el cuerpo físico es más que la ropa con que nos vestimos.)
26 Mirad las aves del Cielo: que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (Las aves del aire son una de las partes más pequeñas de la gran Creación de Dios. Si el Señor ha provisto para ellas, seguramente, Él ha provisto todo lo que Sus Hijos requieren.)
27 Mas ¿quién de vosotros podrá, por ansioso que esté (preocupado, angustiado y afligido), añadir a su estatura un codo? (Lo que va a pasar no puede ser impedido por la preocupación; y si no pasa, no hay nada de que preocuparse. Para Sus Hijos, el Señor siempre aprovisiona con lo esencial.)
28 Y por (en cuanto al) el vestido (la ropa) ¿por qué andáis ansiosos (preocupados)? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan (el hombre cultiva el lino [trabajo duro] la mujer lo teje; la declaración precisamente tiene la intención de proclamar el hecho de que la belleza del lirio no tiene nada que ver con su esfuerzo, sino que está provisto completamente por el Creador):
29 Mas os digo, Que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos (se dice que los lirios de Israel tenían un colorante de brillante, y sobre todo el Lirio Huleh de color púrpura y blanco encontrado en Nazaret).
30 Y si (puesto que) la hierba del campo (precisamente tiene la intención de representar la garantía de Dios) que hoy es, y mañana es echada al horno (demuestra cuan insignificante es esta parte de Su Creación, y aún así, cuánto cuidado Él se dedica en ello), Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (Nos dice aquí el motivo de nuestra carencia; es la "poca fe"; porque Dios es Fiel, se puede confiar en Él completamente para llevar a cabo Sus compromisos que nos ha hecho en Cristo [I Cor. 1:9; 10:13; II Cor. 1:18; I Tes. 5:24; II Tes. 3:3; etc.].)
31 No os ponéis ansiosos (no se preocupe) pues, diciendo, ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? (El Texto Griego realmente significa que hasta un pensamiento ansioso está prohibido. Tal ansiedad demuestra una desconfianza del Señor.)
32 (Porque los Gentiles buscan todas estas cosas:) (los Gentiles no tenían parte alguna en el Convenio de Dios con Israel; por lo tanto, ellos no tenían arte ni parte en la economía de Dios, y, básicamente, tuvieron que defenderse) que vuestro Padre Celestial sabe que de todas estas cosas tenéis necesidad (la frase precisamente tiene la intención de expresar el contraste entre aquéllos que no conocen al Señor y aquéllos que sí lo conocen; si vivimos para Él, mientras que siempre busquemos Su Voluntad, tenemos la garantía de Su Palabra, que Él suplirá cada necesidad nuestra; ¿Qué le parece? ¿Es la Palabra de Dios bastante buena? ¡Pienso que sí!).
33 Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su Justicia (da "la condición" para las Bendiciones de Dios; Sus intereses deben ser "primeros"), y todas estas cosas os serán añadidas (es la "garantía" de la Provisión de Dios).
34 Así que, no os ponéis ansiosos por el día de mañana (no se preocupe del futuro): que el día de mañana traerá su propio afán (precisamente tiene la intención de referirse al Versículo 27). Basta al día su mal (significa que nosotros debemos tratar las dificultades diarias con Fe, y tener Fe en el futuro que las dificultades presentes no se convertirán en dificultades aún más grandes; tenemos la seguridad de Dios que ellas no van a empeorarse, es decir, si lo creemos realmente).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta  en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,  David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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