05 February 2018

El 6 de febrero Lectura Bíblica Diaria

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El 6 de febrero Lectura Bíblica Diaria:

Isaiah 45-47:
Así dice el Señor a Ciro, su ungido, a quien tomó de la mano derecha para someter a su dominio las naciones y despojar de su armadura a los reyes, para abrir a su paso las puertas y dejar abiertas las entradas: "Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre. Por causa de Jacob mi siervo, de Israel mi escogido, te llamo por tu nombre y te confiero un título de honor, aunque tú no me conoces. Yo soy el Señor, y no hay otro; fuera de mí no hay ningún Dios. Aunque tú no me conoces, te fortaleceré, para que sepan de oriente a occidente que no hay ningún otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay ningún otro. Yo formo la luz y creo las tinieblas, traigo bienestar y creo calamidad; Yo, el Señor, hago todas estas cosas. "¡Destilen, cielos, desde lo alto! ¡Nubes, hagan llover justicia! ¡Que se abra la tierra de par en par! ¡Que brote la salvación! ¡Que crezca con ella la justicia! Yo, el Señor, lo he creado." ¡Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero: "¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!"? ¡Ay del que le reprocha a su padre: "¡Mira lo que has engendrado!"! ¡Ay del que le reclama a su madre: "¡Mira lo que has dado a luz!"! Así dice el Señor, el Santo de Israel, su artífice: "¿Van acaso a pedirme cuentas del futuro de mis hijos, o a darme órdenes sobre la obra de mis manos? Yo hice la tierra, y sobre ella formé a la humanidad. Mis propias manos extendieron los cielos, y di órdenes a sus constelaciones. Levantaré a Ciro en justicia; allanaré todos sus caminos. Él reconstruirá mi ciudad y pondrá en libertad a mis cautivos, pero no por precio ni soborno. Lo digo yo, el Señor *Todopoderoso." Así dice el Señor: "Los productos de Egipto y la mercancía de Cus, pasarán a ser de tu propiedad; los sabeos, hombres de elevada estatura, marcharán detrás de ti en cadenas. Se inclinarán en tu presencia, y suplicantes te dirán: Hay un solo Dios, no hay ningún otro, y ese Dios está contigo. " Tú, Dios y salvador de Israel, eres un Dios que se oculta. Todos los que hacen ídolos serán avergonzados y humillados, y juntos marcharán con su humillación. Pero Israel será salvada por el Señor con salvación eterna; y nunca más volverá a ser avergonzada ni humillada. Porque así dice el Señor, el que creó los cielos; el Dios que formó la tierra, que la hizo y la estableció; que no la creó para dejarla vacía, sino que la formó para ser habitada: "Yo soy el Señor, y no hay ningún otro. Desde ningún lugar de esta tierra tenebrosa les he hablado en secreto. Ni he dicho a los descendientes de Jacob: Búsquenme en el vacío. Yo, el Señor, digo lo que es justo, y declaro lo que es recto. "Reúnanse, fugitivos de las naciones; congréguense y vengan. y oran a dioses que no pueden salvar. Declaren y presenten sus pruebas, deliberen juntos. ¿Quién predijo esto hace tiempo, quién lo declaró desde tiempos antiguos? ¿Acaso no lo hice yo, el Señor? Fuera de mí no hay otro Dios; Dios justo y Salvador, no hay ningún otro fuera de mí. "Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro. He jurado por mí mismo, con integridad he pronunciado una palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, y por mí jurará toda lengua. Ellos dirán de mí: Sólo en el Señor están la justicia y el poder. " ante él comparecerán y quedarán avergonzados. Pero toda la descendencia de Israel será vindicada y exaltada en el Señor. Bel se inclina, Nebo se somete; sus ídolos son llevados por bestias de carga. Pesadas son las imágenes que por todas partes llevan; son una carga para el agotado. Todos a la vez se someten y se inclinan; no pudieron rescatar la carga, y ellos mismos van al cautiverio. "Escúchame, familia de Jacob, todo el resto de la familia de Israel, a quienes he cargado desde el vientre, y he llevado desde la cuna. Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré. "¿Con quién vas a compararme, o a quién me vas a igualar? ¿A quién vas a asemejarme, para que seamos parecidos? Algunos derrochan oro de sus bolsas y pesan plata en la balanza; contratan a un joyero para que les haga un dios, y ante ese dios se inclinan para adorarlo. Lo levantan en hombros y lo cargan; lo ponen en su lugar, y allí se queda. No se puede mover de su sitio. Por más que clamen a él, no habrá de responderles, ni podrá salvarlos de sus aflicciones. "Recuerden esto, rebeldes; piénsenlo bien, ¡fíjenlo en su mente! Recuerden las cosas pasadas, aquellas de antaño; yo soy Dios, y no hay ningún otro, yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí. Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo. Del oriente llamo al ave de rapiña; de tierra distante, al hombre que cumplirá mi propósito. Lo que he dicho, haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré. Escúchenme ustedes, obstinados de corazón, que están lejos de la justicia. Mi justicia no está lejana; mi salvación ya no tarda. ¡Estoy por traerlas! Concederé salvación a *Sión, y mi esplendor a Israel. "Desciende, siéntate en el polvo, hija virginal de Babilonia; siéntate en el suelo, hija de los caldeos, pues ya no hay trono. tierna y delicada. Toma piedras de molino, y muele la harina; quítate el velo. Levántate las faldas, desnúdate las piernas, y cruza los ríos. Tu desnudez quedará al descubierto; quedará expuesta tu vergüenza. Voy a tomar venganza, y a nadie perdonaré." Nuestro Redentor es el Santo de Israel; su nombre es el Señor Todopoderoso. "Siéntate en silencio, hija de los caldeos; entra en las tinieblas. soberana de los reinos. Yo estaba enojado con mi pueblo; por eso profané mi heredad. Los entregué en tu mano, y no les tuviste compasión. un yugo muy pesado. Dijiste: ¡Por siempre seré la soberana! Pero no consideraste esto, ni reflexionaste sobre su final. "Ahora escucha esto, voluptuosa; tú, que moras confiada y te dices a ti misma: Yo soy, y no hay otra fuera de mí. Nunca enviudaré ni me quedaré sin hijos. De repente, en un solo día, ambas cosas te sorprenderán: la pérdida de tus hijos y la viudez te abrumarán por completo, a pesar de tus muchas hechicerías y de tus poderosos encantamientos. Tú has confiado en tu maldad, y has dicho: Nadie me ve. cuando a ti misma te dices: Yo soy, y no hay otra fuera de mí. Pero vendrá sobre ti una desgracia que no sabrás conjurar; caerá sobre ti una calamidad que no podrás evitar. ¡Una catástrofe que ni te imaginas vendrá de repente sobre ti! "Persiste, entonces, con tus encantamientos y con tus muchas hechicerías, en las que te has ejercitado desde la niñez. Tal vez tengas éxito, tal vez puedas provocar terror. ¡Los muchos consejos te han fatigado! Que se presenten tus astrólogos, los que observan las estrellas, los que hacen predicciones mes a mes, ¡que te salven de lo que viene sobre ti! ¡Míralos! Son como la paja, y el fuego los consumirá. del poder de las llamas. Aquí no hay brasas para calentarse, ni fuego para sentarse ante él. Eso son para ti los hechiceros con quienes te has ejercitado, y con los que has negociado desde tu juventud. Cada uno sigue en su error; no habrá quien pueda salvarte.




Psalms 55:
Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. ¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan. Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal. Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror. ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo! Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. Selah. Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad. ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad sólo veo contiendas y violencia; día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad. En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño. Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios. ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos! ¡Que caigan vivos al sepulcro, pues en ellos habita la maldad! Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha. Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí. ¡Dios, que reina para siempre, habrá de oírme y los afligirá! Selah. Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor de Dios. Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos. Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas. Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre. Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.



Proverbs 20:
El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente! Rugido de león es la furia del rey; quien provoca su enojo se juega la vida. Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. El perezoso no labra la tierra en otoño; en tiempo de cosecha buscará y no hallará. Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente. Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza? Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo! Cuando el rey se sienta en el tribunal, con su sola mirada barre toda maldad. ¿Quién puede afirmar: "Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado"? Pesas falsas y medidas engañosas: ¡vaya pareja que el Señor detesta! Por sus hechos el niño deja entrever si su conducta será pura y recta. Los oídos para oír y los ojos para ver: ¡hermosa pareja que el Señor ha creado! No te des al sueño, o te quedarás pobre; manténte despierto y tendrás pan de sobra. "¡No sirve, no sirve!", dice el comprador, pero luego va y se jacta de su compra. Oro hay, y abundan las piedras preciosas, pero aún más valiosos son los labios del saber. Toma la prenda del que salga fiador de un extraño; reténla en garantía si la da en favor de desconocidos. Tal vez sea agradable ganarse el pan con engaños, pero uno acaba con la boca llena de arena. Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia. El chismoso traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más. Al que maldiga a su padre y a su madre, su lámpara se le apagará en la más densa oscuridad. La herencia de fácil comienzo no tendrá un final feliz. Nunca digas: "¡Me vengaré de ese daño!" Confía en el Señor, y él actuará por ti. El Señor aborrece las pesas falsas y reprueba el uso de medidas engañosas. Los pasos del hombre los dirige el Señor. ¿Cómo puede el hombre entender su propio camino? Trampa es consagrar algo sin pensarlo y más tarde reconsiderar lo prometido. El rey sabio avienta como trigo a los malvados, y los desmenuza con rueda de molino. El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser. La misericordia y la verdad sostienen al rey; su trono se afirma en la misericordia. La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.




Juan 8:


CAPÍTULO 8
(32 d.C.)
EL ADULTERIO


Y JESÚS se fue al Monte de los Olivos (allí, al aire libre, Él pasó la noche).
2 Y por la mañana volvió al Templo (se refiere al despuntar el alba), y todo el pueblo vino a Él; y sentado Él, los enseñaba (Se revela a Sí Mismo como la “Palabra de Dios,” la “Luz del mundo,” y la “Vida Eterna”; este Capítulo, más los siguientes registrarán Su rechazo en todas estas relaciones).
3 Entonces los Escribas y los Fariseos Le traen una mujer tomada en adulterio (en el Griego, quiere decir que ella fue “sacada a la fuerza”); y poniéndola en medio (los resultados de la auto-justificación; ellos la someterían a una gran vergüenza, sin importarles sus sentimientos),
4 Le dicen, Maestro (de ningún modo tenía la intención de que fuera una expresión de cariño; nada más se referían a Él como un “maestro”), esta mujer ha sido tomada en el mismo acto, adulterando (¿por qué no trajeron también al hombre?).
5 Y en la Ley Moisés nos mandó apedrear a tales (fue cierto para el hombre como para la mujer [Lev. 20:10]): Tú pues, ¿qué dices? (De hecho, nada más Su respuesta tiene importancia, y siempre la tendrá según la Palabra; por lo tanto, ¿cómo es que obedecía Él la Ley, y al mismo tiempo, la dejaba ir libre?)
6 Más esto decían, tentándole, para poder acusarle (¡fue una trampa!). Empero Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en Tierra con el dedo (en efecto quiere decir que Él escribió en el polvo de la piedra, porque el atrio del Templo estaba pavimentado; ¿qué fue lo que Él escribió? si el Espíritu Santo hubiera querido que nosotros lo supiéramos, Él nos lo hubiera dicho; quizá escribía lo que le acababa de decir a ellos).
7 Y cuando perseverasen preguntándole (ellos Le presionaban y exigían una respuesta), se enderezó, y les dijo, Él que de vosotros esté sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero (ahora les volvían las tornas de la atención hacia ella y hacia Él con respecto a eso, hacia sus acusadores; ¡ellos no esperaban esto!).
8 Y volviéndose a inclinar hacia abajo, escribía en Tierra (una vez más, no nos dice lo que Él escribió).
9 Oyendo pues ellos, redargüidos de la conciencia (nos dice que la posición de ellos era tan insostenible espiritual y moralmente que ellos solamente podían desocuparse de ese local), se salían uno a uno, comenzando desde los más viejos, hasta los postreros (los describe de que cada uno dejaba caer las piedras que tenían en sus manos, y en silencio retirándose de esta Terrible Presencia): y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio (es posible que la presentaba como todavía encogida con vergüenza y un miedo mortal).
10 Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie más que a la mujer, le dijo (los acusadores ya se habían ido, la gran multitud dispuesta a prestar atención en lo que sucedería), ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? (Quiere decir que ninguno estaba calificado para “acusar.”)
11 Y ella dijo, Señor, ninguno (cuando ella le llamó “Señor,” ella Le hizo de Él su Salvación). Entonces Jesús le dijo, Ni Yo te condeno: vete, y no peques más (registra las palabras más tiernas que ella jamás haya oído en toda su vida; Él guardó la Ley perfectamente al morir en su lugar, exactamente como lo hizo por nosotros; es por eso que Él podía dejarla libre, así como a usted y a mí).

LA LUZ DEL MUNDO

12 Y les habló Jesús otra vez, diciendo, Yo soy la Luz del mundo (Él es la Luz del Mundo porque Él es la Fuente de Vida): el que Me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida (los que no siguen a Jesús, andan en tinieblas).
13 Entonces los Fariseos Le dijeron, Tú de Ti Mismo das testimonio; Tu Testimonio no es verdadero (una referencia al mismo argumento usado en el Capítulo 5).
14 Respondió Jesús y les dijo, Aunque Yo doy testimonio de Mí Mismo, Mi testimonio es verdadero (a medida que Él se aproxima al fin de Su Ministerio, Él no apaciguaba más a los Fariseos como lo hizo en el Capítulo 5, sino más bien se usa como Testigo; Él no hizo así en el Capítulo 5, pero Él tenía todo el derecho de hacerlo): porque sé de dónde he venido y a dónde voy (declara Su Deidad); mas vosotros no sabéis de dónde vengo, y a dónde voy (está repleto de significado con respecto a su incredulidad).
15 Vosotros según la carne juzgáis (tiene referencia a Su Encarnación; ellos eran de la carne, que quiere decir que ellos no entendieron las cosas espirituales, y por eso juzgaban todo según la carne); mas Yo no juzgo a nadie (simplemente quiere decir que Él no vino para juzgar, sino más bien para Salvar).
16 Y si Yo juzgo, Mi Juicio es verdadero (quiere decir que Su declaración anterior de “no juzgar a ningún hombre” de ninguna manera quiere decir que esto invalida Su Posición como el Juez final de todos los hombres, sino que simplemente ¡no era Su Misión por ahora!): porque no soy solo, sino Yo y El Que Me envió, el Padre (coloca una perspectiva enteramente distinto en las afirmaciones de Cristo; en efecto, Él dice que cualquier juicio dado no depende solamente de puro conocimiento humano, sino más bien en las decisiones infalibles de Dios el Padre).
17 Y en vuestra Ley está escrito, que el testimonio de dos hombres es verdadero (sacado de Deut. 17:6; 19:15; Jesús nada más está diciendo que sobre los principios comunes de la jurisprudencia como fue puesto en la Ley de Moisés, Él está dispuesto a basar Su afirmación).
18 Yo soy El que doy testimonio de Mí Mismo (refleja Su Propia conciencia Divina de Sí Mismo), y Mi Padre Quien Me envió da testimonio de Mí (lo hizo mediante Milagros y Sanidades, etc.).
19 Y Le decían, ¿Dónde está Tu Padre? (Ellos no preguntaron: “¿Quién es Él?” ni “¿Qué es Él?” Más bien, “¿Dónde está Él?” ¡Se preguntaban con sarcasmo!) Respondió Jesús, Ni a Mí Me conocéis, ni a Mi Padre (sin rodeos Él les dice que ellos están sin Dios y, en consecuencia, ¡sin esperanza!): si a Mí Me conocieseis, a Mi Padre también conocierais (otra declaración, indicando una relación más íntima entre Él y el Padre).
20 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las limosnas, enseñando en el Templo (donde Él estaba de pie enseñando habían dos Candeleros colosales de oro en los cuales se colgaban muchas lámparas que las encendían durante la Fiesta de los Tabernáculos, y en derredor la gente bailaba con gran gozo; Él está de pie en medio de estas lámparas y se declara “la Luz de Vida,” como lo expone en el Versículo 12): y nadie Le prendió; porque aún no había venido Su hora (nadie tenía poder sobre Él en ninguna capacidad, salvo aquello que los fuere dado por el Padre).
21 Y les dijo otra vez Jesús, Yo Me voy, y Me buscaréis (¡se refiere al hecho de que ellos lo habían rechazado, y en consecuencia seguirían en busca de un Mesías, pero como era obvio, fue en vano!), mas en vuestro pecado moriréis (una de las declaraciones más serias jamás hecha por nuestro Señor; desde ese entonces hasta ahora, ellos han muerto en sus pecados, porque ellos lo rechazaron): Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir (declara Su partida al Padre por un camino manchado de sangre por medio de una muerte violenta, pero una muerte que liberaría a la humanidad, al menos para aquéllos que creerán).
22 Decían entonces los Judíos, ¿Se ha de matar a Sí Mismo? (Esta pregunta era una burla severa, y su intención hiriente apenas se puede exagerar.) porque Él dice, Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir (no tenían ningún entendimiento espiritual, por eso no entendieron en lo más mínimo lo que Él dijo).
23 Y les decía, Vosotros sois de abajo (quiere decir que ellos eran de Satanás); Yo soy de arriba (se refiere al Cielo): vosotros sois de este mundo; Yo no soy de este mundo (están perdidos sin Dios, porque no aceptan Al Que Solo podría salvarlos).
24 Por eso os dije, que moriréis en vuestros pecados (desde luego, este tipo de predicación despierta la gran animosidad y hasta odio de parte de aquéllos a quienes se les entregan estas palabras): porque si no creyereis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis (declara la razón, y claramente, para su depravación espiritual).
25 Y Le decían, ¿Tú quién eres? (En efecto dice, “¿Quién eres Tú para repartir amenazas como estas?”) Entonces Jesús les dijo, Lo que al principio también os he estado diciendo (el comienzo de este Mensaje, se refiere al Versículo 12).
26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros (aunque ellos descartaron Sus Palabras como de poca importancia, sin embargo, se cosecharían las consecuencias amargas; como Lo trataba a Él y Él Solo se decidía su destino, es así mismo para todos los hombres): mas El Que Me envió es Verdadero (así como Dios es verdadero, Cristo lo es también); y Yo lo que he oído de Él esto hablo en el mundo (el que acepta a Cristo acepta a Dios el Padre, y el que rechaza a Cristo rechaza a Dios el Padre).
27 Mas no entendieron que Él les hablaba del Padre (no conocer al Hijo, da a entender que no conocieron al Padre tampoco).
28 Les dijo pues Jesús, Cuando levantareis al Hijo del Hombre (habla de la Cruz), entonces entenderéis que Yo soy (aquel tiempo no ha llegado todavía, pero ocurrirá en la Segunda Venida cuando miren Al Que ellos hirieron [Zac. 12:10; Apoc. 1:7]), y que nada hago de Mí Mismo (Cristo fue guiado completamente por el Espíritu Santo); mas como el Padre Me enseñó, esto hablo (aunque Él era Dios, Él era también Hombre, y funcionó totalmente como un Hombre mientras Él estaba en esta Tierra; como tal, Él tuvo que aprender tal como todos nosotros).
29 Porque El Que Me envió Conmigo está (habla de una unión que está más allá de la comprensión de los mortales; Él y el Padre eran indivisibles; eran de la misma esencia): no Me ha dejado solo el Padre (el Espíritu Santo estaba constantemente con Cristo); porque Yo hago siempre lo que a Él agrada (Cristo agradaba al Padre sin falta, lo que ningún otro ser humano puede decir).

ABRAHAM

30 Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en Él (¡como veremos, su Fe se extraviaba ¡y era inaceptable!).
31 Y decía Jesús a los Judíos que Le habían creído (ahora presenta una parte del Mensaje sobre la cual su Fe vacilará; ¡igual sucede con millones de personas!), Si vosotros permaneciereis en Mi Palabra, seréis verdaderamente Mis Discípulos (simplemente quiere decir que tiene que creer toda la Palabra, no sólo una porción, y luego continúe creyendo con Fe; desgraciadamente, como lo indica la Parábola del Sembrador, muchos no continúan creyendo con una Fe firme; en consecuencia, refuta la Doctrina No Bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional);
32 Y conoceréis la Verdad, y la Verdad os libertará (es el secreto de la Vida abundante en Cristo; la “Verdad” es “Jesucristo y Él Crucificado,” es únicamente la respuesta para los problemas del Hombre).
33 Y Le respondieron, Simiente de Abraham somos, y jamás servimos a nadie (una declaración irónica, en vista de que ellos habían estado en esclavitud a los Egipcios, a los Asirios, a los Babilonios, a los Persas, a los Griegos, y hasta ahora estaban en esclavitud a los Romanos): ¿cómo dices Tú, seréis libres? (No veían ni admitían su verdadera condición espiritual, a la cual Jesús ya trataría de buena gana.)
34 Jesús les respondió, De cierto, de cierto, os digo, Que todo aquel que hace pecado, es siervo del pecado (y quienquiera sea siervo de pecado no es libre; hay sólo un Camino para que el Creyente pueda vencer el pecado, y esa sería la Cruz de Cristo ya que es el Objeto de nuestra Fe [Gál. 6:14]).
35 Y el siervo no queda en casa para siempre (el siervo del pecado al final será echado de la casa, es decir, “fuera del Reino de Dios”): el Hijo queda para siempre (quienquiera que permanece en el Hijo, permanecerá en casa; de lo contrario, será echado fuera).
36 Así que, si el Hijo os libertare (Cristo Solo puede liberarlo, y es mediante lo que Él hizo en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada), seréis verdaderamente libres (una libertad que el mundo no se puede dar y, de hecho, ni siquiera entiende).
37 Sé que sois simiente de Abraham (en efecto, Jesús dice que ser de la “Simiente de Abraham” por nacimiento físico no contiene Salvación alguna), mas procuráis matarme (completamente negaban sus afirmaciones espirituales), porque Mi Palabra no cabe en vosotros (la razón por sus corazones crueles, a pesar de sus afirmaciones).
38 Yo hablo lo que he visto cerca de Mi Padre (una y otra vez Cristo reitera el hecho de que Él obraba solamente la Voluntad del Padre): y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre (significa que su padre era el Diablo, a pesar de sus afirmaciones religiosas).
39 Respondieron y Le dijeron, Nuestro padre es Abraham (era cierto de acuerdo a la carne, pero no era cierto espiritualmente). Les dice Jesús, Si fuerais hijos de Abraham (hijos espirituales), las obras de Abraham harías (quiere decir que Abraham amaba a Dios, tenía Fe en Dios y con anhelo esperaba al Hijo de Dios, Quien al final vendría).
40 Empero ahora procuráis matarme (Él conocía sus corazones, y debiera haberles dejado saber Quién era Él en realidad), un Hombre que os he hablado la verdad (la primera y la última oportunidad por la cual Jesús se refirió a Sí Mismo de esta manera; Él hizo eso para poner en relieve el contraste entre Él y el “asesino del hombre” de Jn. 8:44; el “asesino” es el “asesino del hombre” en el Texto Griego; Jesús es un “Salvador del hombre,” mientras que Satanás es “un asesino del hombre”), la cual he oído de Dios (la representación más alta de la concepción de una Comisión Divina y de un Mensaje Divino): no hizo esto Abraham (entre tanto pudieran ser la “simiente” de Abraham, no eran sus hijos, y en este sentido, él no podía ser su “padre”).
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre (en tanto afirmaban ser la simiente de Abraham, ellos no hacían las obras de Abraham, sino más bien del Diablo). Le dijeron entonces, Nosotros no somos nacidos de fornicación (tiene referencia a la adoración falsa e idolatría que muy a menudo caracterizaba Israel de la antigüedad; también, podían, al mismo tiempo, acusar a Jesús de haber nacido así); un padre tenemos, que es Dios (presenta la afirmación orgullosa hecha todavía por aquéllos que son moralmente los hijos de Satanás, incluso como lo hacen los inculcables millones en la actualidad).
42 Jesús entonces les dijo, Si vuestro Padre fuera Dios, ciertamente Me amaríais (Jesús Solo es el patrón): porque Yo de Dios he salido, y he venido (Él Solo hizo esto, no hubo otro capaz de decir lo mismo); que no he venido de Mí Mismo, mas Él Me envió (coloca la totalidad de la Deidad en armonía con respecto a la Redención de la humanidad, y lo que Jesús haría).
43 ¿Por qué no reconocéis Mi lenguaje? (El inconverso no puede entender la Palabra del Señor [I Cor. 3:14].) porque no podéis oír Mi Palabra (ellos la oyeron en lo físico, pero no la oyeron en lo espiritual porque no conocieron al Señor).
44 Vosotros de vuestro padre el Diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir (el Señor rechaza con severidad las afirmaciones espirituales hechas por estos Judíos con respecto a su asociación con Jehová; esta es la causa de todos los problemas en el mundo). Homicida ha sido desde el principio (se refiere al hecho de que Satanás originó el pecado, y el pecado engendra la muerte), y no permaneció en la verdad (significa que realmente él estaba en la verdad, por un tiempo, hasta que se rebeló contra Dios), porque no hay verdad en él (no hay verdad alguna en él desde que se rebeló). Cuando habla mentira, de suyo habla: porque es mentiroso, y padre de mentira (Satanás es el creador de la “mentira”; en consecuencia, su reino entero de las tinieblas, en totalidad, está construido sobre la “mentira”).
45 Y porque Yo digo verdad, no Me creéis (la verdad se puede creer y aceptar sólo por la Fe exclusiva en Cristo, y por el precio que Él pagó en la Cruz).
46 ¿Quién de vosotros Me redarguye de pecado? (Ellos no pudieron señalar a ningún pecado que Él había cometido, de modo que este único hecho debiera haberles mostrado Quién era Él.) Pues si digo verdad, ¿por qué vosotros no Me creéis? (Ellos no creyeron en Él porque no eran de Dios. Revela en forma claro y conciso quiénes eran ellos en realidad.)
47 El que es de Dios, las Palabras de Dios oye (podría ser dicho, “mientras más cerca a Dios está, más escucha y se somete por la Palabra de Dios”): por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios (es la razón de tanto error en la Iglesia moderna; ¡la mayoría no es de Dios!).

DECLARACIÓN

48 Respondieron entonces los Judíos, y Le dijeron, ¿No decimos bien nosotros, que Tú eres Samaritano, y tienes demonio? (Al llamarlo “Samaritano” fue el peor insulto que se le pudo dar a alguien. Por eso, ellos decían que Su Doctrina era como los Samaritanos — falsa, corrupta, y, en efecto, una mentira.)
49 Respondió Jesús, Yo no tengo demonio (hace una simple negación, y no hace caso a la acusación de ser un Samaritano); antes honro a Mi Padre, y vosotros Me habéis deshonrado (en efecto, dice que al deshonrarlo, ellos deshonraban también al Padre, a Quien ellos afirmaron servir).
50 Y no busco Mi Propia Gloria (en efecto, dice que Él no vino a esta Tierra para recibir “Gloria,” sino para Redimir a la humanidad): hay Quien la busque, y juzgue (en realidad quiere decir que Dios buscó la Gloria para Jesús, y Le Juzgó digno de la Gloria).
51 De cierto, de cierto, os digo, Que el que guardare Mi Palabra, no verá muerte para siempre (quiere decir que no verá la muerte espiritual ni la muerte eterna).
52 Entonces los Judíos Le dijeron, Ahora conocemos que tienes demonio (¡ellos Le repudiaban Al Que Solo podía dar Vida!). Abraham murió, y los Profetas (describe una falta total de entendimiento de lo que Él había dicho; aunque estos hombres estaban muertos físicamente, estaban vivos espiritualmente, y en efecto, se encontraban en el Paraíso en ese mismo momento), y Tú dices, El que guardare Mi Palabra, no gustará muerte para siempre (cambiaron lo que Él dijo al insertar la palabra “gustar” en lugar de la palabra “ver”; ellos habían reducido Su declaración de lo espiritual a lo físico).
53 ¿Eres Tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? (¡sí, Él es mayor que todos éstos!) y los Profetas murieron: ¿quién Te haces a Ti Mismo? (¡Como el Hombre Cristo Jesús, Él no hizo nada de Sí Mismo! Dios Le hizo lo que Él era.)
54 Respondió Jesús, Si Yo Me glorifico a Mí Mismo, Mi gloria es nada (Él se dirige ahora a su pregunta); Mi Padre es El Que Me glorifica (Su contestación les provocó a pensar por un momento); El Que vosotros decís que es vuestro Dios (Él mencionó varias veces en todos los aspectos posibles que si ellos realmente conocieran a Dios, ellos Lo conocerían a Él):
55 Aún no Le conocéis (fue franco, y decía exactamente la Verdad); mas Yo Le conozco (como nadie jamás Lo ha conocido): y si dijere que no Le conozco, seré un mentiroso como vosotros (por muy doloroso y obvio, Jesús no retuvo nada): mas Le conozco, y guardo Su Palabra (que es en contraste con estos líderes religiosos).
56 Abraham vuestro padre se gozó por ver Mi día: y lo vio, y se gozó (en la gran Revelación de la Justificación por la Fe dada a Abraham por Dios, se le dio a entender que este gran Plan de la Redención estaba ligado, no en una filosofía sino en un Hombre, en el Hombre Cristo Jesús, y lo que Él haría en la Cruz; el Patriarca se regocijó en esto).
57 Le dijeron entonces los Judíos, Aún no tienes cincuenta años (los Judíos de esa época creyeron que un hombre no alcanzaba la madurez plena, con respecto a la sabiduría y el intelecto, hasta cumplir los cincuenta años), ¿y has visto a Abraham? (Ellos malinterpretaron Sus Palabras, o de hecho entendieron lo que Él dijo, pero no Le creyeron, en consecuencia contestaron con sarcasmo.)
58 Les dijo Jesús, De cierto, de cierto, os digo, Antes que Abraham fuese, Yo soy (en esencia Él dijo, “Antes que naciera Abraham, yo existía eternamente”; Él además dijo, “Abraham fue,” “Yo soy”).
59 Tomaron entonces piedras para tirarle (su reacción al Mesías): mas Jesús se encubrió, y salió del Templo, y atravesando por medio de ellos, se fue (Él pasó lentamente por en medio de ellos y siguió Su camino, y ellos nada hicieron; ¡así fue la reacción de los líderes religiosos de Israel a su Mesías!).



1 Corinthians 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


 
Hebrews 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romans 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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