29 November 2017

El 30 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

El Mensaje de la Cruz
Sonidos del aire libre 
SonlifeTV.com/español



El 30 de noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Oseas 8 a 10:
»¡Llévate la trompeta a los labios, que un águila revolotea sobre la casa del Señor! Y es que no respetaron mi pacto, sino que se rebelaron contra mi ley. Israel clama a mí: “¡Dios mío, nosotros te conocemos!”, pero en realidad rechaza mis bondades; por eso el enemigo lo perseguirá. Los reyes que establecen, yo no los he escogido; cuando nombran a sus príncipes, nunca me lo dicen. Con su plata y su oro se hacen ídolos, para su propia destrucción. »Samaria, tu becerro te hizo alejarte. Mi enojo se encendió contra ustedes. ¿Hasta cuándo estarán sin poder purificarse? Y este otro becerro de Samaria también es de Israel. No es Dios, pues un artífice lo hizo. ¡Por eso será hecho pedazos! Han sembrado vientos, y recogerán torbellinos. No obtendrán mies alguna, ni su trigo producirá harina. Y en caso de producirla, gente extraña se la comerá. Muy pronto Israel será devorado. Será entre las naciones como una vasija sin valor alguno. Porque ellos, a la manera de obstinado asno montés, recurrieron a Asiria. Y Efraín se compró amantes a cambio de un salario. Pero ahora voy a juntarlos, y aunque se compren amantes entre las naciones, durante algún tiempo sufrirán la opresión del rey y de los príncipes. »Efraín multiplicó sus altares, que acabaron siendo altares de pecado. Le escribí las grandezas de mi ley, pero las vio como algo extraño. Ofrecieron sacrificios, y se comieron la carne, pero eso no me agradó. Yo, el Señor, voy a tomar en cuenta su iniquidad, y castigaré su pecado. ¡Ellos volverán a Egipto! Israel olvidó a su Creador y edificó templos, y Judá construyó muchas ciudades fortificadas, pero yo voy a prenderles fuego a sus ciudades, y sus palacios serán consumidos.» No te alegres, Israel, ni saltes de gozo como los otros pueblos, porque te has prostituido al apartarte de tu Dios. En todos los campos de trigo preferiste recibir la paga de una prostituta. Por eso no tendrán trigo ni vino suficiente para vivir, y les faltará mosto. Efraín no permanecerá en la tierra del Señor, sino que volverá a Egipto y a Asiria, en donde se alimentará de comida impura. No ofrecerán libaciones al Señor, ni él se agradará de sus sacrificios; su pan será como el que comen los que están de luto, y todos los que lo coman quedarán impuros. Ese pan no entrará en la casa del Señor, sino que será para ellos mismos. ¿Qué van a hacer en las fiestas solemnes, en las fiestas del Señor? Aunque logren escapar de la destrucción, los egipcios los recogerán y en Menfis los enterrarán. Su plata más deseable se llenará de ortiga, y en sus viviendas crecerán espinos. ¡Entérate, Israel! ¡Ya vienen los días del castigo! ¡Ya vienen los días de la retribución! Pero por causa de tu mucha maldad, al profeta se le considera insensato, y al hombre de espíritu se le aborrece. Ante Dios, Efraín es un vigilante; en todos los caminos, el profeta es una trampa de cazador, odiado en la casa de su Dios. En su corrupción, han llegado a lo más bajo, como en los días de Gabaa. Pero el Señor tomará en cuenta su iniquidad, y los castigará por su pecado. «En un principio, encontré a Israel como a las uvas en el desierto; vi a sus antepasados como a los primeros frutos de la higuera. Pero ellos acudieron a Baal Pegor; para vergüenza suya se apartaron de mí, y se hicieron tan odiosos como los dioses que amaron. La gloria de Efraín se escapará como las aves, de modo que no habrá nacimientos ni embarazos ni concepciones. Y en caso de que sus hijos lleguen a ser grandes, yo los borraré de la tierra. A decir verdad, ¡ay de ellos cuando los deje solos! Según veo, Efraín se parece a Tiro: Ahora se encuentra en un país delicioso, pero acabará por lanzar sus hijos a la matanza.» Señor, ¡dales lo que tienes que darles! ¡Dales matrices que aborten, y pechos sin leche! «Toda su maldad la cometieron en Gilgal. Y fue allí donde les tomé aversión. Por la perversidad de sus obras los echaré de mi casa, y no volveré a amarlos, pues todos sus príncipes son desleales. »Efraín ha sido herido. Su raíz está seca, y no volverá dar más fruto. Aun cuando lleguen a engendrar, yo no dejaré que vivan los hijos que tanto desean.» Mi Dios los desechará, porque ellos no quisieron escucharlo. Por eso andarán errantes entre las naciones. Israel es una viña frondosa y muy fructífera, pero la abundancia de sus frutos fue semejante a la abundancia de sus altares. ¡Mientras más le produjo la tierra, más aumentó sus ídolos. Tiene el corazón dividido. Pero tendrá que cargar con su culpa. El Señor derribará sus altares y destruirá sus ídolos. Seguramente van a decir: «No tenemos rey, porque no tuvimos temor del Señor. Y si lo tuviéramos, ¿qué podría hacer por nosotros?» Profieren palabras sin sentido al momento de hacer el pacto. Eso que llaman «justicia» abunda como el ajenjo en los surcos del campo. Por causa de las becerras de Bet Avén los habitantes de Samaria se llenarán de temor; por causa del becerro su pueblo estará de luto, lo mismo que sus sacerdotes. Se regocijan por el becerro, del cual están orgullosos, pero ese becerro les será arrebatado; será llevado a Asiria como un regalo para el rey Jareb. Y Efraín quedará avergonzado, e Israel se avergonzará de sus proyectos. Su rey desaparecerá de Samaria, como desaparece la espuma de la superficie de las aguas. Los lugares altos de Avén, donde Israel pecaba, serán destruidos; sobre sus altares crecerán cardos y espinos. Entonces suplicarán a los montes que los cubran, y a las colinas les rogarán que caigan sobre ellos. «Tú, Israel, has pecado desde aquellos días de Gabaa, y en tu pecado has persistido. ¡Pues ahora la guerra los atrapará en Gabaa! Yo los castigaré cuando quiera castigarlos, y los pueblos se juntarán contra ellos cuando paguen por su doble crimen. Efraín es una novilla domada, a la que le gusta trillar. Pero yo pasaré sobre su lozana cerviz, y haré que Efraín lleve el yugo mientras Judá abre surco y Jacob rompe los terrones. »Siembren para ustedes la justicia, y cosecharán misericordia. Hagan para ustedes el barbecho, porque éste es el momento de buscarme. Entonces yo, el Señor, vendré y los instruiré en la justicia.» Ustedes abrieron surcos para la impiedad, y lo que cosecharon fue la iniquidad. Por eso comerán el fruto de la mentira, pues confiaron en sus propias ideas y en la multitud de sus guerreros. Por eso habrá alboroto en sus pueblos, y todas sus fortalezas serán destruidas, como destruyó Salmán a Bet Arbel en el día de la batalla, cuando madres e hijos fueron destrozados. Lo mismo hará Betel con ustedes, por causa de su gran maldad. ¡El rey de Israel será derrotado al amanecer!

 

Salmo 51:


Dios mío, por tu gran misericordia, ¡ten piedad de mí!; por tu infinita bondad, ¡borra mis rebeliones! Lávame más y más de mi maldad; ¡límpiame de mi pecado! Reconozco que he sido rebelde; ¡mi pecado está siempre ante mis ojos! Contra ti, y sólo contra ti, he pecado; ¡ante tus propios ojos he hecho lo malo! Eso justifica plenamente tu sentencia, y demuestra que tu juicio es impecable. ¡Mírame! ¡Yo fui formado en la maldad! ¡Mi madre me concibió en pecado! ¡Mírame! Tú amas la verdad en lo íntimo; ¡haz que en lo secreto comprenda tu sabiduría! ¡Purifícame con hisopo, y estaré limpio! ¡Lávame, y estaré más blanco que la nieve! ¡Lléname de gozo y alegría, y revivirán estos huesos que has abatido! No te fijes ya en mis pecados; más bien, borra todas mis maldades. Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud! ¡No me despidas de tu presencia, ni quites de mí tu santo espíritu! ¡Devuélveme el gozo de tu salvación! ¡Dame un espíritu dispuesto a obedecerte! Así instruiré a los pecadores en tus caminos; así los pecadores se volverán a ti. Dios mío, Dios de mi salvación, ¡líbrame de derramar sangre, y mi lengua proclamará tu justicia! Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Aún si yo te ofreciera sacrificios, no es eso lo que quieres; ¡no te agradan los holocaustos! Los sacrificios que tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón contrito y humillado. Por tu bondad, trata bien a Sión; ¡reconstruye las murallas de Jerusalén! Te agradarás entonces con los sacrificios que mereces, con los holocaustos y ofrendas del todo quemadas; se ofrecerán entonces becerros sobre tu altar.
 

Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿Qué, no deja oír su voz la inteligencia? Se para en las colinas, junto al camino; se queda esperando en las encrucijadas. Deja oír su voz a un lado de las puertas; a la entrada misma de la ciudad exclama: «A ustedes, los hombres, los llamo; a ustedes, los hombres, dirijo mi voz. Muchachos ingenuos, ¡entiendan! Jóvenes necios, ¡recapaciten! ¡Óiganme, que lo que voy a decirles son cosas muy justas e importantes. De mi boca sólo sale la verdad; mis labios aborrecen la mentira. Todas mis palabras son precisas; no hay en ellas dolo ni perversidad. Para los sabios y entendidos, todas ellas son contundentes y razonables. Den cabida a mis correcciones, no a la plata; acepten mis conocimientos, no el oro escogido. Yo, la sabiduría, valgo más que las piedras preciosas! ¡Ni lo más deseable puede compararse conmigo! »Yo, la sabiduría, convivo con la cordura; en mí se hallan el conocimiento y el consejo. El temor del Señor es aborrecer el mal; yo aborrezco la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa. En mí se hallan el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí llegan los reyes al trono y los príncipes imparten justicia. Por mí gobiernan los jefes y príncipes, y todos los que rigen con justicia. Yo amo a los que me aman, y dejo que me hallen los que en verdad me buscan. Las riquezas y la honra me acompañan, las verdaderas riquezas y la justicia. Mis frutos son mejores que el oro más refinado; mis ganancias sobrepasan a la plata escogida. Yo voy por el camino recto; camino por las sendas de la justicia, para dar su herencia a los que me aman, para saturarlos de tesoros. »Desde el principio, el Señor me poseía; desde antes de que empezara sus obras. Desde el principio mismo fui establecida, desde antes de que la tierra existiera. Fui engendrada antes de los abismos, antes de que existieran los grandes manantiales. Fui engendrada antes de que se formaran los montes y las colinas. Aún no había creado él la tierra ni los campos, ni los primeros granos de arena del mundo, ¡y ya estaba yo ahí! Mientras él formaba los cielos y trazaba el arco sobre la faz del abismo, mientras afirmaba las nubes en las alturas, mientras reforzaba las fuentes del abismo, mientras establecía los límites del mar para que las aguas no traspasaran su cauce, ¡mientras afirmaba los fundamentos de la tierra! Yo estaba a su lado, ordenándolo todo, danzando alegremente todos los días, disfrutando siempre de su presencia, regocijándome en la tierra, su creación; ¡deleitándome con el género humano!» Hijos, por favor, ¡escúchenme! ¡Dichosos los que siguen mis caminos! Sean sabios y préstenme atención; no dejen de lado la disciplina. Dichoso el hombre que me escucha y todo el tiempo se mantiene vigilante a las puertas de mi casa. El que me halla, ha encontrado la vida y alcanzado el favor del Señor. El que peca contra mí, se daña a sí mismo; el que me aborrece, ama a la muerte.



El Libro de Los Hechos Capítulo 25 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart: 

LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLESCAPÍTULO 25
(62 d.C.)
PABLO ANTE FESTO


FESTO pues, entrado en la Provincia (se refiere a que ocupaba la posición de Gobernador en Cesarea), tres días después subió de Cesarea a Jerusalén (según la topografía, él ascendió; pero según la geografía, él descendió; Jerusalén está aproximadamente a 762 metros [2.500 pies] sobre el nivel del mar, mientras que Cesarea, situada en la costa, está sólo a unos cuantos pies sobre el nivel del mar).
2 Y vinieron a él los Principales Sacerdotes y los Dirigentes de los Judíos contra Pablo; y le rogaron (comenzaron a asediar a Festo con repetidas acusaciones contra Pablo),
3 Pidiendo gracia contra él, que le hiciese traer a Jerusalén, poniendo ellos asechanzas para matarle en el camino (expone la idea de que los mismos cuarenta hombres que al principio juraron matar a Pablo deberían ya tomar acción [Hch. 23:16]).
4 Mas Festo respondió, que Pablo estaba guardado en Cesarea, y que él mismo partiría pronto (parece indicar que el Gobernador estaba harto del odio y la hipocresía de los Judíos).
5 Los que de vosotros pueden, dijo desciendan juntamente; y si hay algún crimen en este varón, acúsenle (en efecto, les dijo que Pablo era ciudadano Romano y había que tratarlo como tal).
6 Y deteniéndose entre ellos no más de ocho ó diez días, venido a Cesarea; el siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que Pablo fuese traído (significa que el Gobernador pedía un nuevo proceso oficial; Festo podía hacer esto porque Félix nunca emitió oficialmente un fallo).
7 El cual venido, le rodearon los Judíos que habían venido de Jerusalén (desde luego algunos Judíos de Jerusalén fueron de inmediato a Cesarea para testificar en contra de Pablo), poniendo contra Pablo muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar (indudablemente eran las mismas quejas que se hizo mención unos dos años antes; ellos alegaron que de alguna manera Pablo había violado la Ley Romana que es lo que insinúa el siguiente Versículo, pero Lucas no lo especificó).
8 Alegando él por su parte, Ni contra la ley de los Judíos, ni contra el Templo, ni contra César he pecado en nada (al parecer afirmaban que Pablo había instigado una nueva religión, que, si fuese cierto, estaría en contra de la Ley Romana).
9 Mas Festo, queriendo congraciarse con los Judíos, respondiendo a Pablo, dijo (Festo tenía temor de los líderes Judíos y se daba cuenta que si ellos consentían someter este tipo de acusaciones falsas contra Pablo, no dudarían en hacer lo mismo contra él en Roma), ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? (Se refiere al compromiso del Gobernador.)
CÉSAR
10 Y Pablo dijo, Ante el tribunal de César estoy, donde conviene que sea juzgado (el Apóstol ve claramente las intenciones de esta estratagema, sabía que si iba a Jerusalén, los Judíos encontrarían alguna forma de matarlo): a los Judíos no he hecho injuria alguna, como tú sabes muy bien (declara lo que es verdad y lo que Pablo hace hincapié, ¡y con razón!).
11 Porque si alguna injuria, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no me niego morir (en efecto, Pablo no intenta tanto en salvar su vida, sino más bien declarar su inocencia): mas si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie tiene derecho de entregarme a ellos. A César apelo (quiere decir que es la Voluntad de Dios para comparecer ante César, no ante los Judíos).
12 Entonces Festo, habiendo hablado con el Consejo, respondió (se refiere al asesor legal del Consejo del Gobernador, que desde luego le informó a Festo que se conformara a Pablo de acuerdo a la Ley Romana), ¿A César has apelado? a César irás.
AGRIPA Y FESTO
13 Y pasados algunos días, el rey Agripa (corresponde al segundo hijo de Herodes Agripa que se mencionó en Hch. 12:1) y Berenice (era la hermana de Agripa) vinieron a Cesarea a saludar a Festo (para presentar sus respetos al nuevo Gobernador).
14 Y cuando estuvieron allí muchos días, Festo declaró la causa de Pablo al rey, diciendo (Festo pensó que Herodes tenía un mejor entendimiento de la Ley Judía que él, que era muy cierto), Un hombre ha sido dejado preso por Félix (habla de Pablo):
15 Sobre el cual, cuando fui a Jerusalén, vinieron a mí los Principales Sacerdotes y los Ancianos de los Judíos, pidiendo condenación contra él (quiere decir que los Judíos no querían realmente otro proceso para Pablo, sino más bien querían que Festo aceptara en serio sus acusaciones y pronunciara la pena de muerte a Pablo sin que tuviera otro proceso o investigación).
16 A los cuales respondí, que no es costumbre de los Romanos dar alguno a la muerte antes que el que es acusado tenga presentes sus acusadores (este pagano poseía más sentido común en cuanto a la justicia que los Judíos Religiosos, que eran los que debían entenderla mejor que nadie), y haya lugar de defenderse de la acusación (describe la justicia del Gobierno pagano de Roma, sin embargo, Israel que se suponía ser el escogido de Dios, no demostraba justicia alguna).
17 Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal (como es obvio, Festo hizo el recuento de este episodio al Rey Agripa), mandé traer al hombre.
18 Y estando presentes los acusadores, ningún cargo produjeron de los que yo sospechaba (realmente no entendió sus acusaciones):
19 Solamente tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su superstición (lo que realmente estaba diciendo, los de su propia religión están en su contra), y de Un Cierto Jesús (demuestra que Pablo, en su defensa, de buena gana predicó acerca de Jesús al Gobernador y a los Líderes Judíos; en este relato de Lucas, sólo hay un bosquejo breve), difunto, el cual Pablo afirmaba que estaba vivo (declara que la Resurrección era el Milagro más asombroso que el mundo jamás haya conocido; Jesús había sido Crucificado; los archivos Romanos lo confirmaban, y Festo podía corroborarlo si quería; además, los soldados Romanos aseguraron la Tumba; como se declaró, todo esto estaba documentado).
20 Y yo, dudando en cuestión semejante (sin saber cómo decidir a tales preguntas), dije, si quería ir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas.
21 Mas Pablo prefirió apelar a la autoridad de Augusto (Nerón), mandé que le guardasen hasta que le enviara a César.
22 Entonces Agripa dijo a Festo, Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él (Festo) dijo, Mañana le oirás.
23 Y al otro día, viniendo Agripa y Berenice rodeados de gran pompa, y entrando en la audiencia con los Comandantes y Principales hombres de la ciudad (el Rey y su hermana tomaron esta oportunidad de permitir a la ciudad de Cesarea ver su gloria), por mandato de Festo, fue traído Pablo (se sugerió que también Lucas asistiera ese día en particular, y fue testigo de todos los debates).
24 Entonces Festo dijo, Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros, veis a éste, por el cual toda la multitud de los Judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no conviene que viva más.
25 Mas yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y él mismo apelando a Augusto, he determinado enviarle.
26 Del cual no tengo cierta cosa que escribirle a mi señor (vuelve a referirse a Nerón; el Gobernador se queja de que va a enviar a un hombre a César para un proceso, pero no tenía idea qué decirle al Emperador sobre lo que él había hecho). Por lo que le he sacado a vosotros, y mayormente a ti, O rey Agripa, para que hecha información y yo tenga algo que escribir (espera que el Rey, que es un Judío, pudiera determinar un poco mejor los cargos).
27 Porque fuera de razón me parece enviar un preso, y no informar de las causas (el mundo Romano no halló ninguna falta en Pablo, del mismo modo Pilato no le halló ninguna falta en Jesús; ¡pero el mundo de la religión no deja de hallar faltas!).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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